Capítulo 46: El libro.
— Bien, página 46 del libro de química —dijo la maestra después de dar una breve clase y haciéndoles hacer una página del libro de ejercicios. La lógica era simple: terminabas el ejercicio, se lo mostrabas a la maestra y podías hacer lo que quisieras el resto de la hora mientras no incluyera desorden o ruidos fuertes, siempre era así, pero al ser hoy el último día de clases, ya que mañana empezaban las vacaciones de invierno, la clase fue bastante más corta.
‹Si, es exactamente igual que ese doctor› pensó París, analizando a la maestra Eteria. No tenían el mismo cabello ni los mismos ojos, pero su actitud era exactamente igual.
— París, ayudameeeee —lloriqueó Chris, sin terminar de entender el ejercicio.
Suspiró—...Sólo sigue la formula, y luego mueves esto y...—comenzó a explicarle mientras hacia su propio ejercicio.
— Ah~...—sonrió, terminando el ejercicio y corriendo a mostrárselo a la maestra, yendo incluso antes que París.
En la fila de mostrar el ejercicio, pudo ver que Aylin estaba haciendo... bueno, no sabía que era, pero definitivamente no estaba haciendo el trabajo ¿Ya había terminado? De reojo pudo notar que tenía el libro "La princesa y el bufón".
— Deberías hablarle —dijo Christopher, notando que seguía mirando a Aylin.
— ¿Tú crees? —preguntó, sintiendo una repentina ola de ansiedad.
— ¡Claro! No hay nada malo en que quieras llevarte bien con tu cuñada —sonrió, sin saber que causo con sus palabras.
Cuñada.
‹Ah, cierto que ella y Valentino están saliendo...› recordó, sintiéndose deprimido repentinamente. Habían sido poco más de dos semanas, pero realmente aún no había digerido eso, en serio ¿Qué pudo haber visto Aylin en Valentino?
Una vez llegó a su puesto, su ánimo había declinado por completo.
‹No tengo el valor suficiente para decirte lo que siento...› pensó, hundiéndose en su miseria. No era capaz de apoyarla en esto, no cuando "esa persona" era Valentino ‹Sé que no debería desear que les vaya mal, pero...› ocultó su rostro en sus manos ‹No debería pedir ese tipo de cosas, ¿Verdad? › se dijo a sí mismo.
No lo terminaba de entender, ni siquiera los había hablar antes...
‹Algo debe haber pasado› no podía quitarse la sensación de que algo no estaba bien, que había algo más... Sin embargo, junto a esa sensación de que algo más estaba pasando, una repentina ola de valentía le invadió. Aprovechando que la mayoría había terminado la tarea y hablaban, se acercó a Aylin, quien hoy estaba sola— ¿Estás leyendo "La princesa y el bufón"? —preguntó, sintiendo como su corazón latía con fuerza en su pecho.
— ¿Qué...? —pudo ver la obvia expresión de confusión en ella al levantar la mirada y verlo ahí.
— Mi padre tiene ese libro, así que yo también lo empecé a leer —mintió, en realidad nunca había visto a su padre leer, ni una sola vez en su vida— ¿Has terminado de leerlo? —preguntó, intentando serenarse, pero sus latidos no se calmaban ni un poco ‹Debo aguantarlo un poco más...›
—...Sí —asintió lentamente.
— Esa escena en la que se despiden fue muy buena, ¿Verdad? Termine llorando al igual que ellos.
Como si fuera magia, la expresión de "no entiendo" de Aylin cambió. Sus ojos se iluminaron y una sonrisa apareció en su rostro— ¡Sí! ¡Yo también! Esa escena fue muy conmovedora —habló, muy emocionada— También cuando le dice que no podrá olvidarla, o cuando se despidieron desde el carruaje...
Ver esa faceta de Aylin emocionada fue muy tierno, demasiado tierno... ‹ ¡¿Cómo puede ser tan tierna?! › pensó al borde del infarto, escuchándola hablar del libro. Finalmente pudo hablar con ella, estaba tan emocionado que sentía que el corazón se le saldría del pecho.
Ir por ahí buscando ese libro en varios lugares, pagar 20 dólares por él, pasar tanto tiempo traduciéndolo para poder entenderlo ¡Nada de eso fue un desperdicio!
— ¿Qué pasa con ella? —escuchó el susurró de una chica, podía sentir su mirada en su espalda— Se emociona súper rápido...
— No deberías hablar así de ella...
— ¿Qué importa? No es como si pudiera escucharnos.
Frunció el ceño al escuchar eso ‹ ¿Qué carajos les pasa? › pensó muy molesto, pensando en intervenir.
— Ella no puede escucharlas, pero yo si —se escuchó la voz de la maestra Eteria, muy tranquila. El silencio que se formó cuando ella habló fue absoluto— James, a dirección —sentenció, apenas levantando su mirada de su libro para firmar un papel de castigo. A pesar de que mañana empezaban las vacaciones de invierno no hubo piedad.
La chica, sabiendo que si decía algo más sólo se metería en más problemas, apretó los dientes e hizo lo que la maestra le ordenó, mirando con odio el papel en su mano. — En realidad... si te escuché —dijo Aylin con una mirada plana cuando la chica pasó junto a ella. Pudo notar la expresión de pánico que puso la chica al escuchar eso...
‹Esto es incómodo...› pensó, notando el silencio que se formó por esta situación.
— ¿En serio hablo mucho? —le preguntó Aylin, mirándolo con una mirada cansada, pudo notar en ese momento que había estado haciendo: un dibujo de una pareja tomándose de las manos. Los reconoció en seguida: Leandro y la princesa Philippa, tal y como se los imaginó.
Sintió la mirada de Aylin, notando que vio su dibujo, y al verse descubierto París se sintió muy nervioso.
— ¡Claro que no! —Respondió, muy rápido— Es normal estar emocionada al hablar de cosas que te gustan —habló, sin realmente pensar, lo cual lo puso mucho más nervioso, ya que no sabía cómo lidiar con su nerviosismo.
Entonces, el timbre sonó, dejándole una perfecta excusa para huir de esta situación.
— Hablemos otro día, ¿Si? ¡Nos vemos! —dijo, escapando de escena, incluso antes de que ella se pudiera despedir.
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