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Capítulo 35: Atención.

No se quería levantar.

Domingo, las clases empezaban tarde, había una clase corta y deporte, normalmente este era su día preferido para ir a clases, pero...

‹No quiero ir› pensó, recordando su nuevo corte de pelo.

La idea de ser comparado con París era un fastidio, pero la idea de que lo confundieran con él era aún peor. Sólo quería quedarse en casa hasta que le volviera a crecer el pelo.

Desgraciadamente, la idea de que a los profesores se les ocurriera la grandiosa idea de hacer un examen sorpresa, como algunos profesores les gustaba hacer, lo hizo levantarse de la cama, de muy mala gana.

Casi arrastrando los pies llegó a la cocina, donde vio a la empleada mostrar confusión, como si no supiera quien era quien.

— Tengo hambre —habló Valentino, arrastrando un poco las palabras.

En ese momento, la expresión de la mujer cambió, como si hubiera logrado identificar a cada uno. La manera de identificarlos definitivamente fue por la forma de ser de Valentino.

— Buenos días —saludó París a su gemelo, pero este paso olímpicamente de él.

A pesar que ahora el parecido entre ellos perturbaba a ambos, fue una mañana bastante normal. Al terminar de comer, se fueron sin darse una segunda mirada.

Valentino pudo notar apenas pisó la entrada que ahora lo trataban diferente, muchos chicos que nunca habían hablado con él se acercaron a saludarlo llamándolo "París". El único que notó que no era París fue el rubio idiota que este tenía de amigo.

Si jugarán a "Encuentra el parecido" entre París y Valentino, la respuesta seria... todo.

Ellos tenían la misma altura, la misma cara, el mismo color de ojos, el mismo color de cabello, las mismas facciones, hasta el tono de su voz era muy parecido.

En realidad, era sorprendente que alguien los lograra diferenciar, sobre todo ahora, que tenían el mismo corte de cabello.

Algo que Valentino aprendió ese día fue...

— ¿Quieres salir conmigo? Mis padres no están...

Su cerebro ni siquiera siguió escuchando lo que decían las decenas de féminas que se le habían pegado en el primer periodo. No le molestaba, pero escucharlo llamarle "París" le enfermaba.

— No soy París, soy Valentino.

Ya había olvidado todas las veces que tuvo que decir eso.

‹Agh, esto es molesto› pensó, con ganas de escribirse en la frente "Valentino", a ver si así lo dejaban de confundir con ese tipo.

En ese momento, pudo ver a la culpable de la situación a lo lejos.

Aylin, al sentirse observada, volteó a ver, viendo a Valentino mirándola con una expresión de pocos amigos en el rostro, pero ella sólo siguió bebiendo una malteada mientras le levantaba el pulgar.

‹Esta chica...› pensó, frustrado.

En ese momento, la campana que anunciaba el inicio de clases fue su salvación. Aunque el profesor Barry puso cara de confusión al verlo, rápidamente comprendió que era Valentino.

Eso fue un alivio.

Intentó prestar atención a la clase, pero...

‹No entiendo nada› pensó, sin entender absolutamente nada de lo que el profesor explicaba, o siquiera del resumen que tenía en la pizarra.

— Y esto estará en el examen de mañana, no lleguen tarde —esto último lo dijo mirándolo a él.

Refunfuñó en su lugar, maldiciendo a la profesora de química por no dejarlo entrar, aunque igualmente no iba a saber nada, por lo visto.

La siguiente clase si era deportes, pero en un sentido más amplio. Los miembros de equipos y los alumnos eran separados y tenían clases deportivas separadas, y al final podían jugar todos juntos alguno de los deportes que había.

¿Era idea suya o las chicas estaban mirándolo más de lo normal...? Consciente de este hecho, pero sin entender del todo porque, se echó el cabello para atrás y sonrió.

Si, definitivamente ahora había más chicas mirándolo...

‹Dicen que cuando tienes novia, te miran más› pensó vagamente, recordando algunas conversaciones que Jade y Aarón habían tenido. No creía que en serio pasaba, pero... tal parece que se equivocó.

Al finalizar la clase, incluso una chica se le acercó y le entregó un pañuelo.

— Grazie, bellezza —sonrió, escuchando un pequeño chillido de emoción de ella.

Pensó en jugar basquetbol, sin embargo, notó que Romeo no estaba con ellos. Si no podía vencerlo en basquetbol, no tenía gracia jugar.

‹Que raro› pensó, sin darle importancia.


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