Capítulo 33: Advertencia.
¿Qué debía hacer con esta información? Podían ser sólo rumores pero, ¿Por qué todos los rumores de los amigos de Aylin eran tan...?
Al ver la expresión de Valentino, Aarón comenzó a reír fuertemente.
— ¡Jajajaja! ¡Ay, deberías ver tu cara! ¡JAJAJAJAJA! Haa... haaa... no respiro... Jajajaja...
Valentino se sintió indignado al ver esto ¿Acaso le había mentido?
— No te preocupes, son sólo rumores —finalmente se había tranquilizado, pero había pequeñas lágrimas en sus ojos por reírse demasiado— No creo que sean verdad, Karim y Shun son los queridos hijos del dueño de la compañía Knight, he visto a los padres de María y nunca he oído que Chloe tenga una relación siquiera —declaró.
Frunció el ceño.
— ¿Me mentiste? —cuestionó.
— No, esos rumores realmente existen, pero como dije, no creo que sean reales —sonrió.
— Hay varios rumores que no has explicado...
— Ah, no creo que esta academia quiera aceptar a un pandillero, así que el de Arnulf debe ser falso —tenía un punto— Lowe, el ex esposo de Ágata era un desgraciado, salió en las noticias hace no mucho por golpear a su nueva esposa y es conocido por ser un patán —esto también era cierto— Y lo de Rebeca, es una bruja, una que está muy buena, pero hay muchos rumores, pero dudo que si un ex ministro acogiera a un niño esto no fuera noticia nacional....
Esto lo tranquilizo un poco...
— ¿Ella te regaño por usar mal la corbata? —preguntó, notando que estaba demasiado hostil con ella.
Aarón puso cara de fastidio— Si, esa bruja se cree mucho porque es modelo, no sabe que es presidenta del consejo sólo porque los idiotas fantasean con que les haga caso. Que este buena no quita que sea una maldita.
La conversación de pronto se volvió una queja y halagos de Aarón respecto a Rebeca. Sonaba como si estuviera frustrado aun por el rechazo de hace unos meses.
— Esa maldita, si tuviera la oportunidad le haría saber lo que es bueno... —refunfuñó Aarón, claramente enojado.
El chicle de nicotina perdió su sabor mientras escuchaba blasfemar a Aarón. También escuchó otros rumores de su boca, como que el profesor Alexander era adicto a las pastillas o que el profesor Aiden se acostaba con la profesora Eteria.
‹Eso debe ser mentira, si fuera así no debería ser tan histérica› pensó, metiéndose otro chicle a la boca.
La campana sonó, anunciando el final del almuerzo. Valentino y Aarón se despidieron y se dirigieron a direcciones contrarias.
Valentino estaba pensando seriamente en saltarse las clases e irse temprano, o bueno, así fue hasta que vio a Aylin, apoyada en una pared, mirando su celular mientras hacía un globo de chicle rosa.
— Hola —dijo, acercándose como si hace un rato no hubiera estado hablando de lo desagradable que era para él.
Aylin levantó la mirada— Hola —respondió el saludo, guardando su celular.
— ¿Qué hace-...? —no pudo seguir con su pregunta, porque de pronto se vio a si mismo siendo jalado a un rincón donde no había nadie.
Sin aviso, Aylin rodeó su cuello con sus brazos y comenzó a acercarse a él. Estaba tan cerca que podía sentir su aliento...
Su mente no podía procesar que ocurría, sólo atinó a cerrar los ojos, pero Aylin no lo besó, sólo se acercó a su oído y susurró algo mientras acariciaba su cabello...
— No vuelvas a hablar de mis amigas o de mí de esa forma de nuevo, Berardi.
Y sin más se dio la vuelta y se comenzó a alejar, dejando a un sonrojado y confundido Valentino detrás de ella.
— ¿Eh? —sin entender, por instinto se tocó el cabello sólo para notar algo pegajoso en este. Miró su mano, viendo restos de algo rosa en ella.
¡¿Aylin le había pegado un chicle en el cabello?!
— ¡Aylin! —De inmediato fue tras ella, interceptándola en el pasillo— ¡¿Por qué hiciste eso?! —reclamó, sintiéndose ansioso.
— Porque la otra opción era patearte, pero no quiero hacerme cargo de las consecuencias que eso te podría causar —admitió con una sonrisa, sin el más mínimo remordimiento.
Un escalofrió recorrió a Valentino ante esta amenaza, sobre todo porque no especifico donde...
— Valentino —lo miró como si mirara a un niño pequeño que cometió un error— ¿Creíste que no me iba a enterar? —le preguntó, acariciando su mejilla. Su mano se sentía babosa— Si pude escucharte una vez, puedo hacerlo otra vez —declaró— Y créeme, no voy a tolerar tus estupideces, así que te aconsejó controlar tus palabras, o tendrás que asumir las consecuencias.
Sus palabras, tan tranquilas, tan suaves, dejaban entrever que estaba realmente enojada con Valentino.
En ese momento, Valentino entendió que el verdadero peligro para él era la propia Aylin.
Vio a Aylin irse después de esas palabras, y él fue al baño, viendo en el espejo un gran chicle rosado en el costado de su cabeza, se había enredado más cuando Valentino lo había tocado.
— ¿Y ahora qué hago?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro