Capítulo 30: Chico rudo.
Fue una semana tranquila, muy tranquila, contrastando mucho con el ánimo de la ciudad. Todos seguían temiendo al psicópata suelto en la ciudad, la gente se iba más temprano a casa, y poco a poco la delincuencia aumentaba.
Ayer en su auto pudo ver como un tipo robaba la cartera a una señora a plena luz del sol.
— ¡París! —se sobresaltó al sentir como alguien le tocaba la espalda.
— Ah, Chris —se forzó a sonreír, no tenía ganas de nada. No cuando sabía que probablemente había reprobado el examen de química, la profesora Eteria había hecho un examen demasiado complicado...
— Estaba pensando —dijo él, poniendo su brazo en su hombro— Siempre en las películas y series, el capitán de futbol americano sale con la líder de porristas —comentó en voz alta, demasiado alta. Estaba seguro que todos los del equipo lo habían oído, incluyendo a las porristas practicaban en el mismo campo...
— Pero luego viene una chica buena y le gana a la líder de porristas —dijo, sintiéndose incómodo por ser el centro de atención repentino. Esta gente ni siquiera intentaba disimular.
— ¡Las chicas buenas son aburridas! —exclamó, apuntándolo con el dedo en el pecho— Conocí a una chica hermosa el otro día, rubia, ojos claros, piel blanca y suave, y una figura para morirse —esto si lo dijo en voz baja. Rodó los ojos, esta era la tercera chica de la que le contaba este semestre— Sólo fue una noche, creo que me enamore, y estaba pensando ¿Por qué mi mejor amigo sigue solo y virgen?
— Porque así lo quiero...—respondió, esperando que Christopher no hiciera lo que creía que iba a hacer...
— ¡Hey María! —exclamó, arrastrándolo con él.
— ¿Qué sucede? —preguntó ella, mirando como sus compañeros hacían una pirámide bastante alta.
— Mira, aquí está mi amigo, París —lo presentó.
— Si, lo conozco —dijo, dándole una mirada de reojo, toda su atención estaba en la pirámide.
— ¡Vamos, al menos voltea por completo! —se quejó.
María suspiró y finalmente despegó su mirada de su equipo.
París y María se miraron por un momento, una mirada azulada y una mirada verdosa chocaron por unos segundos, y con sólo eso supieron que ninguno de los dos sentía un especial interés por el otro. Eso, de alguna manera, era tranquilizador.
— Lo siento, pero estoy o-...
En ese momento, los tres pudieron notar como uno de los chicos que sostenían la pirámide perdía el equilibrio y eso causaba un efecto en cadena, lo cual terminó en que la última persona, la que coronaba la pirámide, cayera.
Antes de que París supiera que acababa de suceder, sintió como algo caía en sus brazos, y ese "algo" era...
‹ ¿Aylin? › había estado tan ausente que había olvidado que ella estaba en porristas también.
Como si no hubiera estado a punto de caer más de dos metros, Aylin comenzó a reír ¿Esta chica acaso no tenía sentido del miedo?
— ¡Aylin! —en ese momento María reacciono y se acercó, claramente preocupada— ¿Estás bien? —le preguntó, ganando un asentimiento como respuesta.
Entonces, París cayó en cuenta que estaba con Aylin en brazos, muy cerca...
— Estoy bien —aseguró Aylin, antes de mirar a París— Buena atrapada —lo felicitó.
— No es nada...—dijo, apartando un poco la mirada para disimular su sonrojo, mientras la dejaba en el suelo.
— Con que eres un chico rudo, ¿Eh...? —dijo Aylin, mirándolo con un brillo juguetón en sus ojos.
—...—no sabía que decir, pero... ¿En serio había sido tan brusco? ‹Mierda› pensó, sintiéndose arrepentido.
— Aylin...—dijo María, mirándola como si fuera a regañarla en ese mismo momento. En respuesta, ella, como si no hubiera pasado nada, se alejó muy animada, como si esa situación hubiera sido muy divertida— Gracias París.
— No importa —le restó importancia, viendo a Aylin alejarse.
—... Voy a regañarla por decirte eso —agregó, pensando que eso le preocupaba.
— No e-...—intentó hablar, pero una fuerte voz interrumpió.
— ¡Bien chicos, se acabó el entrenamiento! —anunció el entrenador del equipo de porristas, quien al ver el incidente decidió que lo mejor era terminar con la práctica. María rápidamente se despidió de él y se alejó.
París sólo pudo ver como el equipo de porristas se iba...
— Chris...
— ¿Qué sucede? —preguntó, bebiendo agua después de su propia práctica.
— ¿...Soy rudo con los demás?
Esa duda estaba atormentando su mente desde que las porristas se fueron.
—...—Christopher desvió su mirada y su sonrisa se vio algo tensa, se notaba incómodo— A veces... tu eres algo... ¿Cortante? —parecía que no encontraba la palabra correcta, al menos no una que no fuera "rudo".
Suspiró.
Quizás si era un chico rudo...
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