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Capítulo 27: Problema.

Valentino había tenido un despertar muy cuestionable en calidad, en realidad fue bastante desagradable que lo primero que viera fuera la cara de su gemelo. Tenían la misma cara, pero ese tipo era un completo idiota.

‹Quizás debí insistir en ser un alumno interno...› pensó por un momento, pero ese pensamiento murió bastante rápido.

No había forma en que su padre le pagara el valor por vivir en la academia, tampoco era un becado como el idiota de París.

De todas formas, la idea de vivir en esa prisión le desagradaba. No había libertad de movimiento, las clases eran toda la semana, de lunes a domingo, había que compartir dormitorio...

Nope, no le gustaba la idea.

Pero, en realidad... la verdad detrás de esta negación de los gemelos Berardi en internarse en la academia Belial era algo común en este internado, y, en general, en todos los internados, pero en Belial era muy común, tanto que ni siquiera era un secreto a voces; los chicos del internado a menudo se reían mientras bromeaban con ello.

La principal razón que se dan para enviar a un niño al internado es "desarrollar horizontes más amplios que los que su familia puede proporcionar" o "seguir la tradición" o incluso "mantener el estatus en la sociedad", pero, estas razones normalmente tenían un motivo oculto, un porqué para enviar a un niño fuera de casa ¿Cuál era esta razón?

Deshacerse del problema.

En la academia Belial los alumnos podían estar los siete días de la semana, las veinticuatro horas del día, todo el semestre escolar, había salas recreativas y canchas, biblioteca, camas de buena calidad y buena comida sumado a un nivel educativo de la más alta calidad. Pero los alumnos internos no podían salir libremente, la academia estaba fuertemente protegida, nadie podía entrar ni salir sin que seguridad lo supiera, es más, perder tu tarjeta de identificación escolar era básicamente desaparecer como alumno hasta que la recuperaras, fueras interno o externo; sólo los alumnos que pidieran permiso y este fuera aprobado podían salir... el fin de semana.

Los alumnos internos sólo estaban en casa en vacaciones de invierno y verano, tiempo en que los padres podían mandarlos a alguno de los campamentos. Simplemente, se deshacían de sus hijos, y ellos lo sabían, todos lo sabían.

Incluso alguien como Valentino, incluso alguien como París, tenían miedo de ser olvidados en la academia como el resto de sus compañeros.

Sin embargo, por momentos no podían poder pensar que sería mejor...

El sonido del vidrio rompiéndose en el suelo llamó la atención de Valentino, quien de inmediato dejo su labor de cambiarse los parches de nicotina y cerró la puerta de su habitación con llave. Los insultos y pisadas fuertes no tardaron en resonar por la mansión junto al sonido de la lluvia cayendo de fondo.

Su padre finalmente había despertado, de mal humor, de seguro eso rompiéndose fue su botella de licor. Eso lo ponía en un estado mental peligroso por decirlo menos.

Escuchó el sonido de la perilla de la puerta girar violentamente, a la par de gritos, pero la puerta estaba cerrada— ¡Valentino, abre la maldita puerta, tú, hijo de puta! ¡Escúchame cuando te hablo, maldito mocoso! ¡Abre la puerta!

‹Ni de chiste› respondió en su mente, cubriéndose con las sábanas, intentando no hacer ruido.

Después de unos minutos, la perilla dejo de ser movida y los gritos se trasladaron de ubicación. Escuchó como el proceso se repetía a sólo unos pocos metros de él.

— ¡París, abre la jodida puerta, tú, pendejo de mierda! ¡Soy tu padre! ¡Abre la maldita puerta ahora mismo!

Valentino guardó silencio, escuchando atentamente los gritos, insultos y los intentos infructuosos de su padre por entrar al cuarto de su gemelo.

Pudo escuchar, minutos después, como todo se quedaba en silencio para que, momentos después, unos fuertes y pesados pasos resonaran con dirección a la escalera y comenzaban a bajar. Sólo en ese momento pudo respirar con más tranquilidad.

‹Quiero fumar› pensó sintiendo ansiedad, pero trató de resistir colocándose los parches de nicotina y mascando el chicle en su mesita de noche. Temía que algún día el seguro o la puerta no resistieran, no quería saber que era capaz de hacer ese viejo borracho estando enojado.

Ya más tranquilo, Valentino tomó el teléfono, viendo las notificaciones.

"20 mensajes nuevos".

「Valentino, hay una fiesta hoy ¿Quieres ir? Vendrán chicas súper calientes」suspiró, Aarón era igual que siempre.

「¿Es cierto que ahora tienes novia? 」con todas las variables posibles para esta pregunta y un「¿Entonces no vendrás a la fiesta? :c」de Aarón en respuesta al visto que le dejo.

Estaba por lanzar el celular a un extremo de la cama y dormir hasta que notó un mensaje que había pasado por alto del siguiente contacto: Aylin.

De inmediato abrió el mensaje, viendo que había sido enviado hace unos diez minutos. Era una imagen del cielo lleno de nubes oscuras junto a un mensaje.

「El cielo se va a caer (≧∇≦)/」

— Pff —a duras penas contuvo una fuerte risotada. ¿"El cielo se va a caer"? ¿En serio? Era tan extraño que no pudo evitar reírse por esta extraña forma de iniciar una conversación. Sin intentarlo, todo su nerviosismo desapareció.

Otro mensaje llegó en ese momento.

「Ya empezó a llover aquí '・ᴗ・'」

「Si, aquí está lloviendo fuerte」respondió, dirigiéndose a la ventana de su cuarto. El vidrio estaba lleno de gotas de lluvia y el cielo se veía gris. ‹En serio luce como si de pronto el cielo se fuera a caer› pensó con una pequeña sonrisa.

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