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Capítulo 26: Expectante.

Valentino miró su celular, aún faltaba una hora para que Aylin saliera del club. Comenzó a vaguear en su celular, encontrando de nuevo la foto de la hoja los clubes.

"Profesor: Adrián Bach".

— Hace poco más de un mes me rompí la pierna jugando ajedrez (...). Es una graciosa historia, estaba jugando con Adrián, perdí la partida...y patee la mesa.

Valentino recordó ese momento con su profesor de tenis de mesa.

‹Así que perdió contra este profesor...› concluyó. Si estás jugando contra el profesor de ajedrez, es muy probable que vayas a perder ‹Patear la mesa por perder... Este profesor está loco› pensó, ignorando que él ya había roto varias paletas de ping pong por frustrarse al perder contra Ludwig.

Pronto Valentino se aburrió de ver los nombres de los profesores y su horario.

‹Ahora que lo pienso ¿En qué clubes esta Aylin? › se cuestionó.

¿Había tenido una conversación real con ella siquiera...?

Sacudió la cabeza, intentando alejar esos pensamientos de su mente ‹Mejor voy a comprar› le debía un aperitivo después de todo.

Contrario a la mañana, el ambiente en la escuela estaba más tranquilo, pero algo...tenso. Como si todos sintieran que algo iba a pasar...

Al final compró dos brownies y luego volvió a su lugar, sentado en una banca cercana al club de ajedrez. Después de un rato, finalmente terminó la clase de ajedrez, y Aylin salió.

Aylin, al verlo, suspiró.

— No tienes que esperarme —dijo, con expresión de cansancio.

— Quería hacerlo —habló, extendiéndole el brownie. Ella aceptó la ofrenda.

Aylin miró el brownie, luego lo miró a él de nuevo y volvió a suspirar.

— ¿Sabes? Sólo se tu nombre y que eres un playboy que disfruta apostar cosas estúpidas con sus amigos —declaró mirándolo directamente a los ojos— Y apuesto que tú ni siquiera sabes cuantos años tengo.

— Claro que lo sé, tienes...—intentó defenderse, pero su mente quedó en blanco ‹ ¿Cuántos años tiene? › se preguntó, sin tener idea de la respuesta.

Suspiró— Me llamó Aylin Vogel, tengo 15 años. Estoy en primer año de preparatoria, especialidad programación —se presentó al verlo completamente en blanco.

Tardó un momento en reaccionar.

— ¿Vogel? ¿No eras...? —ni siquiera pudo completar la frase.

Aylin puso una expresión de exasperación, como si supiera que iba a decir a continuación— No, no soy "Miller" ¿Por qué todos piensan que ese es mi apellido?

—...—no sabía que decir sobre aquello. Tragó duro, sintiéndose nervioso por alguna razón—... Mi nombre es Valentino Berardi, tengo 17 años. Primer año de preparatoria, tradicional —se presentó, dubitativo.

— Bien —y sin previo aviso, Aylin tomó su celular, el cual aún tenía en sus manos.

— ¿Qué haces? —cuestionó, confundido por sus acciones ¿Qué estaba planeando con su celular?

Por un momento palideció, recordando todas las cosas que tenía ahí, pero no tuvo tiempo de entrar en pánico.

— Listo —dijo Aylin, entregándole de nuevo su celular.

Vio en la pantalla un nuevo chat "Aylin", con la foto de un gato negro, en el celular de Aylin vio su propia foto.

— Ya me tengo que ir —se despidió con la mano, dejándolo con palabras en la boca— Ah, y recuerda que mañana no hay clases.

Y sin más que decir, Aylin desapareció entre los demás alumnos.

El resto del día fue muy normal, pero Valentino se veía un poco ido, ni siquiera él entendía muy bien el porqué de su estado.

Cuando volvió a su casa, fue directo a su habitación y se lanzó a la cama, sin siquiera quitarse el uniforme.

Sacó su celular del bolsillo y vio el chat nuevo, sin saber muy bien que hacer ¿Debía él enviar el primer mensaje? ¿Debía esperar que ella le enviara el primer mensaje?

— Agh ¡No lo sé! —ahogó el grito de frustración en su almohada.

Miró nuevamente su celular, que había caído a su lado, esperando que sonara y mágicamente su dilema se resolviera solo, y como si lo hubieran invocado, el celular sonó. De inmediato abrió el mensaje.

「Vaya fiesta la de ayer. Te la perdiste ;) 」 bufó al ver ese mensaje de Aarón.

¿Por qué se sentía tan desesperado? Era sólo un mensaje, sólo debía escribir "Hola" o algo así, pero sus dedos no obedecían, se sentía como un raro...

Con el rostro apoyado en la almohada, siguió viendo el chat. Escribió varios mensajes, pero ni siquiera los llegó a enviar. Sólo estaba dando vueltas en la cama, pensando en que decir para iniciar una conversación...

‹Ella debe seguir en clases...› pensó, cerrando los ojos por un momento.


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