Capítulo 20: Un buen día.
¿Ha pasado que despiertas con el presentimiento de que vas a tener un buen día?
Así fue como Valentino despertó, había comenzado a sufrir uno de los efectos secundarios de la medicina: insomnio. Era leve, pero molesto, muy molesto, aun así, tenía la esperanza de que hoy fuera un buen día...
Los gemelos comían su desayuno, sin mirarse mutuamente, fingiendo que el otro no existía. Normalmente, Paris hablaría con Valentino, o al menos lo intentaría pues él sólo le respondería con monosílabos o insultos para que dejara de preguntar, pero Paris ya no tenía intenciones de jugar a ser un buen hermano.
El padre de ambos estaba en su cuarto, durmiendo en su cama matrimonial. Se había emborrachado mucho ayer, no saldría hasta la tarde, quizás en la noche, o directamente no saldría hoy...
No era como si ese hombre fuera muy importante.
Ambos desayunaban en silencio, escuchando el pronóstico del clima de fondo. Una mañana tranquila, o así lo era hasta que una noticia de último minuto interrumpió el pronóstico del clima, una noticia que nadie en esta ciudad quería escuchar de nuevo...
— Unos jóvenes campistas encontraron el cuerpo de una joven de veinte años brutalmente asesina. Se sospecha que el culpable es el "Psicópata del bosque".
Por un momento, el sonido de ambos chicos comiendo se detuvo, levantaron la mirada y se miraron mutuamente, como preguntándole al otro que habían escuchado bien. No había nadie en esta ciudad que no conociera al psicópata del bosque, absolutamente todos lo conocían, todos le temían.
El "psicópata del bosque" era un asesino en serie que la policía aún no lograba encontrar, sus crímenes consistían en secuestrar, violar y degollar a cualquier mujer que se encontrara en su camino. Incluso si esta se encontraba en compañía de un hombre, este terminaría siendo asesinado a golpes.
Hace unos meses se habían filtrado fotos de la escena de uno de los crímenes, el último que había ocurrido este año, ese que todos esperaban que fuera el último, pues, esta vez, habían pasado varios meses desde las últimas víctimas...
‹ ¿Cómo la policía aún no atrapa a este loco? ›
Tanto a Valentino como a Paris les habían llegado las fotos filtradas de ese asesinato, y sólo podían describirse como... perturbadoras.
Un hombre con el cráneo aplastado, rodeado de sangre, cerebro y trozos de hueso, puesto en una posición humillante; a su lado, una mujer con una cinta cubriéndole la boca, con un profundo corte en su garganta, sus ropas desgarradas y cubiertas de su propia sangre...
Un escalofrío recorrió a ambos al recordar esas fotos.
Los hermanos Berardi dejaron su desayuno a medio comer y se levantaron de la mesa. Ya no tenían apetito...
Aunque no quisieran aceptarlo, Valentino y Paris eran muy parecidos, eran gemelos al fin y al cabo.
— Ya me voy —esa frase fue más una formalidad, nadie los iba a despedir.
Valentino tomó su moto, Paris tomó su auto, y ambos se fueron, sin mirarse.
La ciudad, ayer animada, hoy había tomado un toque más lúgubre. La noticia del asesinato había despertado nuevamente el miedo de las personas, se les veía más asustadas, más paranoicas.
El modus operandi del psicópata del bosque se había repetido por años, más años que los que la policía quería admitir, todos lo conocían a este punto. Matar una chica, matar a otra chica, matar otra chica, esperar meses, volver a repetir.
Faltaban más asesinatos...
Debido al estrés de la noticia, la gente ahora estaba más conflictiva.
— ¡Mira donde vas, idiota!
Valentino hizo una mueca de fastidio al escuchar a ese conductor gritarle, siendo que ese tipo había sido el que había hecho una mala maniobra.
‹Dios, dame paciencia› pensó, acelerando un poco para llegar pronto a la academia. Ya tuvo suficiente de las calles.
Pasó al control que había en la entrada, la academia Belial era el lugar más seguro de toda la ciudad, sin exagerar. Su seguridad estaba al nivel de su nivel académico, pues tenía la reputación de ser una de las cinco mejores escuelas del país.
— Valentino Berardi...—murmuró el guardia, leyendo su tarjeta de identificación de la escuela, se veía más serio y tenso de lo normal. El aludido suspiró con cierto alivio cuando el guardia verificó la autenticidad de la tarjeta, la cual también servía como tarjeta de débito tanto dentro como fuera de la academia, confirmando que era alumno. Sólo en ese momento le dejaron entrar.
El estacionamiento de la academia era muy extraño, era una entrada donde ponías tu auto, moto o bicicleta, aunque estas categorías estaban separadas en distintos puntos del lugar, y al bajarte del vehículo y poner tu tarjeta este desaparecía en algo así como un elevador. Algunos chicos se habían quedado en el estacionamiento por accidente al no bajarse del auto, así que había un número de emergencia en las paredes si te quedabas atrapado ahí abajo.
— Mierda, voy tarde —murmuró Valentino al ver que ya casi era hora de entrar.
El ambiente en los pasillos era muy lúgubre, al igual que en la ciudad. Las personas murmuraban en silencio, como si temieran ser oídos, todos tenían miedo, o mejor dicho... los alumnos externos tenían miedo.
La academia Belial también era un internado, una parte importante de los alumnos vivían en la academia donde sus necesidades básicas eran cubiertas, por esto, la sensación de miedo entre los estudiantes era muy desigual. Los estudiantes externos tenían miedo mientras que los internos simplemente no iban a salir de la academia...
‹Esto no es un buen día en lo absoluto› pensó frustrado.
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