Capítulo 124: Conversaciones ajenas.
— Abi, ya deberías levantarte. Es hora del desayuno...
¿Su respuesta?
— ¡Vete tú primero y no molestes! —refunfuñó Abigail, lanzándole una almohada a la cara a su gemela.
Beatriz suspiró, dejando la almohada que esta le lanzó a los pies de su cama. Sabía que su hermana iba a reclamarle por "no ir a despertarla" más tarde, pero al menos ella sabía que si lo había hecho.
‹Esto es inútil› pensó para sí misma, terminando alistar su uniforme. Sabía que esto pasaría, así que no estaba sorprendida, ni herida, pero... estaba cansada, y molesta.
Una vez estuvo todo listo, Beatriz tomó su mochila y salió de los dormitorios de la academia. Hoy quería inscribirse en el comité de la biblioteca, a su hermana la habían echado de ahí, no sabía porque, pero los créditos extra le vendrían bien a ella.
Afuera estaba helado, al punto que estaba nevando un poco. No pudo evitar agradecerle mentalmente a su madre por mandarle una bufanda y guantes.
Aunque ni siquiera eran las 7 y media de la mañana había de decenas de estudiantes internos caminando por las veredas de la academia Belial, todos caminando tranquilamente hacia los edificios de la misma. La mayoría estaba yendo a la cafetería ya que era hora del desayuno, aún era muy temprano para que fueran a los clubes.
Por temas de clima los uniformes se habían flexibilizado un poco, así que los habituales blazer y americanas blancas y negras ahora iban acompañados de chalecos y abrigos varios mientras que muchas chicas usaban pantalones, calzas o medias bajo la falda roja de la academia.
A pesar de la flexibilización del uniforme, este seguía siendo usado por los alumnos, claro, excepto por cierta persona...
— ¿Por qué quieres caminar conmigo? —cuestionó Aylin, vestida como le daba la gana. Su habitual sudadera negra había sido reemplazada por una gris con un curioso detalle: en la capucha tenía orejas de gato y el dibujo de un gato; en lugar de su bandana roja estaba usando un gorro negro con el dibujo de una ¿Araña? Roja y estaba usando una camiseta blanca con un dibujo de una paloma blanca. Usaba un par de pantalones de cargo verdes y unas botas que parecían militares.
A pesar de que Aylin estaba claramente violando todo el reglamento de vestimenta nadie le dijo nada, como si estuvieran totalmente acostumbrados a esto y supieran que discutir con ella era inútil. Incluso Rebeca Miller, la presidenta del consejo estudiantil, a quien había visto regañar varias veces a otros estudiantes por no traer el uniforme correctamente, no le dijo nada a pesar de que estaba caminando con ella.
— No respondo preguntas tontas —dijo Rebeca, sin darle ninguna explicación a Aylin, quien puso una expresión de indignación ante esta respuesta.
— ¿Qué clase de respuesta es esa...? —cuestionó Aylin, pero no recibió respuesta.
A diferencia de Aylin, Rebeca estaba usando el uniforme de manera correcta, con una bufanda roja en el cuello y unas calzas negras debajo de la falda roja. El contraste entre ambas era tal que uno no pensaría que en realidad Aylin era quien tenía el primer lugar en la academia...
‹Quizás por eso la dejan vestirse como le da la gana› pensó Beatriz, caminando junto a ellas, al mismo ritmo, pero a un par de metros de ellas.
— Más importante ¿Por qué no estas abrigada? Hoy hacen -5°C grados —Rebeca entrecerró los ojos, notando que estaba vestida como de costumbre.
Aylin rodó los ojos— No tengo frio.
— Aylin...
— No quiero —puso mala cara y comenzó a caminar más rápido.
—...—Rebeca suspiró, y sacó de su mochila una bufanda igual que la suya. Acto seguido, ella le puso la bufanda a Aylin alrededor del cuello.
Para su sorpresa, Aylin se quedó quieta, muy quieta. Curiosa, caminó más lento para ver que ocurría.
— Por favor, no vuelvas a hacer eso...—le pidió Aylin a Rebeca, un poco pálida.
Rebeca suspiró, acomodándole la bufanda a Aylin, notando también que ahora estaba más despeinada por culpa de su maniobra. Claramente estaba muy acostumbrada a esto— Bien, pero abrígate mejor.
Por la expresión en el rostro de Aylin podías notar que ella no estaba de acuerdo con eso, pero aun así no dijo nada y sólo siguió caminando con Rebeca.
— ¡Hey, Becca!
Rebeca, Aylin y Beatriz dirigieron su mirada a quien había gritado eso, aunque esta última lo hizo de manera disimulada. Quien lo había dicho era Katherine, una joven actriz que sólo recordaba porque la vio en un comercial que repetían mucho en la televisión.
— ¿La conoces? —le preguntó Aylin a Rebeca, como si no conociera a esa chica.
La expresión de Rebeca estaba oculta por la bufanda, pero pudo verla fruncir un poco el ceño— No.
Entonces Rebeca tomó de la mano a Aylin, logrando generarle un escalofrió— ¡Estas fría como un muerto! —exclamó, pero aun así no hizo nada para soltarse.
— ¿Alguna vez has tocado un muerto...? —cuestionó Rebeca, elevando una ceja.
— ¿No...? —dijo con cierta duda, como si no supiera como responder a esa pregunta.
Rebeca suspiró, y sin nada más que decir, caminó con Aylin al sentido contrario del camino principal, hacia un camino alterno, alejándose de esa chica, la cual, por cierto, parecía bastante decepcionada por ser ignorada.
— Últimamente le estas prestando mucha atención a esa chica.
Suspiró al recordar las palabras de su hermana, cubriéndose la nariz con la bufanda.
Ella no le estaba prestando real atención a Aylin, es sólo que ella destacaba mucho ¿Cómo no iba a mirarla...?
De todas formas, Beatriz después de ver esa escena decidió ir directamente a la sala de profesores. Le habían dicho que la bibliotecaria estaba ahí hasta las 8 am, luego de esa hora ella se volvía un ratón de biblioteca y no salía hasta tarde de la biblioteca.
— ¿Te conozco...? —le preguntó la señora, que parecía en sus cincuenta años. Su cabello era negro, pero tenía muchas canas, su piel ya mostraba el paso de la edad y sus ojos eran oscuros, su ropa era justo la que una esperaba de una bibliotecaria.
— Soy Beatriz Harman, soy gemela de Abigail —se presentó de manera un tanto nerviosa, esperando que Abigail no hubiera hecho algo realmente malo y por ende no pudiera entrar al comité.
—...—la señora pareció notar su preocupación y sonrió— Yo soy Genesis. Es gusto conocerte, Beatriz.
Para su alivio, y algo de sorpresa, la señora Genesis la trató sin ningún prejuicio. Le explicó brevemente los deberes al pertenecer al comité de la biblioteca, que al menos en teoría sonaban simples, y le dijo que no había problema alguno en que se uniera.
— Aunque, tengo que advertirte algo —dijo la mujer, poniéndola nerviosa.
— ¿Qué es...? —preguntó, sintiendo que las manos le comenzaban a sudar ¿Acaso había un problema en su postulación...?
— Bueno, la líder del comité, Sasha Forrest, tiene una relación... especial, con una de sus amigas —explicó Genesis, con una pequeña sonrisa— Así que espero que eso no te llegue a molestar.
¿Sasha Forrest...?
— ¿Es esa chica pelirroja? —preguntó, intentando recordar a esa chica que de ahora en adelante seria su compañera.
— ¡Esa misma! —rió un poco. No había muchos pelirrojos en la academia, así que era fácil identificarla.
Entonces, Beatriz recordó quien era Sasha. La había visto antes con Aylin...
— Sasha~, que linda te ves el día de hoy —la abrazó Aylin.
Pero Sasha, sin inmutarse, se escapó del abrazo con una habilidad que sólo daba la experiencia y le dio un golpecito con un cuaderno— Compórtate —la regañó, logrando que Aylin hiciera un puchero.
— Si, no se preocupe. Ya he visto su amistad...
La señora Genesis sonrió— Yo digo que hacen linda pareja.
— ¿Ah? —soltó, confundida ¿No que Aylin estaba con Valentino?
— Jaja... No te preocupes, son sólo amigas —le restó importancia la bibliotecaria— Es sólo que cuando pasas mucho tiempo leyendo a solas terminas haciendo muchas shipps —comentó, riendo un poco— Es imposible que pueda contenerme cuando esas dos dan mucho material para eso —dijo con un aire soñador— Que linda es la juventud~.
La señora Genesis era muy risueña, amable y, por sobre todo, le gustaba shippear a los estudiantes. Aun así, no era mala persona, así que supuso que su estadía en el comité seria cómoda.
Aunque le gustaría decir lo mismo de sus clases...
A pesar de que a muchos les encantaría estar sentados tan cerca de Rebeca Miller, para ella era aterrador. Esto se debía a que ella nunca se daba la vuelta a menos que los demás hubieran hecho algo desastroso, así que cuando se daba vuelta siempre estaba molesta.
No era tan malo, Rebeca no molestaba a nadie y era muy tranquila, sólo tenías que evitar sacar su lado de "presidenta del consejo estudiantil" y todo estaría bien, pero parece que Katherine no había aprendido su lección esta mañana...
— ¿Por qué me ignoraste esta mañana? —se quejó ella, sentándose en el asiento que había delante de Rebeca, mirándola con molestia. Era temprano aun, así que había pocos alumnos en la sala.
— Estaba ocupada —respondió Rebeca, sin despegar su mirada de su cuaderno de notas azul.
— ¿Con esa chica? No bromees.
Beatriz pudo notar como la punta del lápiz de Rebeca se rompió, de manera silenciosa.
— Becca, tú sabes que ella no es como nosotras.
— ¿Qué? ¿Acaso ella no es humana? —preguntó Rebeca, un tanto molesta.
— Sabes a lo que me refiero, Becca —suspiró Katherine— Ella no tiene nada de clase o linaje, es sólo un perro callejero ¿Qué tiene de bueno ser su amiga...?
Rebeca levantó su mirada del cuaderno, y por como reaccionó Katherine pudo notar que ella no estaba feliz— Primero, ella no es un perro. Dos, no recuerdo a haberte dado la confianza para que llames "Becca" o me trates como si fuéramos amigas. Tres, yo me relaciono con quien me da la gana. Cuatro, no hables así de Aylin o lo lamentaras.
Katherine apretó los labios, molesta de ser rechazada, y siguió hablando— Escuche que eran amigas de la infancia, ¿Acaso te estas aferrando a como era antes? Pues lamento decirte que ella es diferente, ni siquiera es bonita.
— ¿Aylin? Ella siempre ha sido así —sonrió con sorna— Sobre eso último ¿Tú alguna vez la has visto arreglada de manera apropiada...? —preguntó, con un tono amenazante— Ella es más linda que yo, pero tú nunca lo vas a presenciar. Incluso si te lo dijera, no lo entenderías.
‹ ¿Acaso se van a pelear...? › pero no pasó nada ya que el profesor entró a la sala, instaurando una paz tensa.
Aun así, ella no había hecho nada, así que cuando a Rebeca se le cayó un lápiz cerca de su asiento y ella lo recogió no pensó en nada, hasta que...
— Escuchar conversaciones ajenas es una falta de respeto, Harman.
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