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Capítulo 120: Primos.

Un primo...

Tenía un primo, un primo segundo, pero igualmente un primo. Y este además era Arnulf Acosta...

‹Esto no tiene sentido› pensó para sí mismo, sin prestarle atención a la clase.

En realidad si lo tenía, pero le costaba admitirlo. Él siempre supo que su abuela paterna tenía familia, pero pensó que habían muerto o algo así al escapar, nunca se le pasó por la cabeza que su tía-abuela hubiera sobrevivido y que esta sería la abuela de Arnulf...

Aun así, era algo... difícil de creer.

Después de todo, los Berardi por unas cinco generaciones habían sido terratenientes que no tenían nada interesante a menos que pensaras en que durante esas cinco generaciones todos los hijos habían terminado siendo de niños, no había ninguna mujer en su familia paterna desde Floriana Berardi, su trastatarabuela abuela, o sea, la abuela de su bisabuelo.

‹Ahora que lo pienso, mi familia es muy aburrida› pensó París.

Sus ancestros durante siglos se habían dedicado enteramente a hacer dinero, de hecho, si mal no recordaba, todos sus ancestros directos, al menos de los que tenía registro, habían sido hijos únicos. Las únicas excepciones a esto fueron su padre, quien había tenido un hermano mayor, y él y Valentino, aunque esto había sido porque eran gemelos...

Aunque lo normal antes era tener unos diez hijos, su familia se había esforzado por tener sólo uno en un intento de mantener las tierras en la familia.

‹ Pero ¿No que mi trastatarabuelo tenía unos catorce hermanos...? › se cuestionó, recordando la historia de Edgar Lavoie. En realidad no estaba muy interesado en la vida de su muy lejano abuelo, de hecho la vida de su ancestro fue muy aburrida, todo lo contrario a la de su hermano.

Si mal no recordaba, Antoine Lavoie, el hermano de Edgar, había sido un miembro activo y temido de la Cosa Nostra, de hecho una vez había encontrado su biografía cuando estaba investigando acerca de Italia, así de aterrador era ese hombre: había pasado a la historia como un hombre nefasto al que todos le temían, al punto de que había muerto a manos de la propia mafia, quienes estaban asustados de él y de sus métodos... sangrientos, por así decirlo...

Ignorando que uno de sus parientes tenía el muy dudoso honor de quedar grabado en la historia de un país por ser un horrible ser humano, París no pudo evitar cuestionarse como se suponía que debía actuar ahora con Arnulf. No eran cercanos, ni en lo más mínimo, ni siquiera recordaba haber hablado con él alguna vez...

‹Aunque una vez le rompió un diente a Valentino...› pensó, recordando que ese idiota se había puesto a molestarlo y todo terminó mal, para él.

— Tierra llamando a París~, ¿Hola? —de pronto vio la mano de Chris delante de su cara, obligándolo a reaccionar.

— ¿Qué pasa...? —le preguntó, finalmente dejando de lado sus pensamientos.

— ¡Eso podría preguntarte yo! —exclamó Christopher— ¡Tú normalmente siempre estas atento a la clase!

— Lo siento, ayer paso algo...—admitió, decidiendo que contarle a su mejor amigo no era mala idea.

— ¿Qué paso? —preguntó Chris, entre preocupado y curioso.

Suspiró, su amigo era todo un chismoso— Resulta que tengo un primo...

— ¿Hablas de Luca?

— No, este primo si es un pariente de sangre...—suspiró, sin saber cómo seguir.

— Pero... ¿No que a tu familia le gustaba sólo tener un hijo? —cuestionó, sin entender cómo podía tener un primo si no tenía ningún tipo de tío.

— Mi abuela tenía una hermana, todos habíamos pensado que había muerto pero... Resulta que sobrevivió, y tuvo hijos y nietos... Y uno de esos nietos es Arnulf Acosta...

— ¡¿Qu-?!

—No grites —ordenó, cubriéndole la boca con las manos, intentando que no hiciera un escándalo.

París sólo aceptó quitarle la mano de la boca a Christopher una vez estuvo seguro de que él no iba a gritar ni armar algún escándalo.

— ¿En serio son primos? —preguntó Chris, completamente sorprendido— Digo, no se parecen...

Christopher entonces notó entre la multitud de estudiantes en los pasillos a Arnulf, quien estaba hablando con algunos compañeros del equipo de futbol, y puso una expresión pensativa, intercambiado su mirada entre él y su amigo, buscando similitudes entre ellos.

— No... en realidad si se parecen un poco...

Tenían estaturas similares, eran buenos en los deportes, tenían una personalidad tranquila, estaban interesados en las artes marciales y pertenecían a un equipo con "futbol" en su nombre, además de ser de ser titular en su equipo. Incluso ambos habían elegido Kick-Boxing en artes marciales.

— ¿En serio...? —preguntó, sin encontrar un real parecido entre ellos.

En respuesta, Christopher asintió energéticamente— ¡Deberías hablarle! —exclamó, muy emocionado de que su amigo tuviera más familia que su padre y su hermano.

—...

Incluso si hablaban, ¿De que podían hablar? Si ellos nunca habían hablado antes, de seguro ni siquiera sabía que compartían cierto parentesco. Pero antes de que París pudiera decir esto, la campana resonó, diciendo que ya hora de la siguiente clase.

— Esta charla no se ha acabado —dijo Chris, entre serio y emocionado.

‹ ¿En serio nos parecemos? ›

No pudo evitar observar a su recién descubierto primo en la clase de artes marciales, buscando algún parecido, aun intentando renegar de ello, pero...

‹En serio nos parecemos...›

Christopher tenía razón, si compartían cierto parecido físico...

— ¡París!

Estaba tan concentrado en sus pensamientos que ni siquiera entendió el momento en que Chris se le tiró encima, no tan literalmente— No hagas eso...—pidió, a punto de sufrir un ataque cardiaco por el susto.

— ¡Ven, te invito a comer! Así podemos hablar más cómodamente —sonrió Chris, poniendo su brazo en su hombro.

—...—lo miró raro— Estamos en horario escolar, y tú eres un alumno interno —le recordó.

— Eso no importa cuando tienes ¡Esto! —le mostró dos pases firmados por algún profesor.

— ¿De dónde sacaste esto...? —preguntó, viéndolos de cerca. Si, eran pases reales, o al menos lucían reales...

— Jules me los consiguió —sonrió con autosuficiencia.

Tal parece que los estudiantes internos también tenían formas de burlar el sistema...

— Hace tiempo que no voy a Ryu café.

Chris ni siquiera le preguntó a París si quería ir a ese café cuando lo tomó del brazo y lo arrastró hasta la entrada, momento donde él pudo comprobar que los pases efectivamente eran reales, ya que los guardias los dejaron salir sin problema.

Se removió, incómodo, al ver a varios de los transeúntes, todos en grupo de mínimo tres personas, mirarlos raro al notar que tenían el uniforme de la academia Belial y que estaban fuera de la academia en horario de clases. Aunque tuvieran un largo receso no terminaba de ser raro para él salir de la academia cuando seguían en clases...

— ¡El taiyaki de este lugar es muy bueno! —exclamó Chris, ignorando todas las miradas de las demás personas, mientras entraba a la tienda, pero entonces el rubio notó algo.

El ambiente normalmente alegre de la Ryu café estaba distinto, estaba... lúgubre.

— ¿Qué sucede? ¿Por qué las caras largas? —preguntó Chris después de realizar su pedido a una de los trabajadores, con una confianza tal que dejaba en claro que no era la primera vez que venía aquí.

— El jefe... Jeff, él no ha venido a trabajar, tampoco contesta el teléfono...—dijo la vendedora, luciendo preocupada— Ayer tuvo una cita con su novia, pero... no sabemos que les paso.

— También llamamos a su familia, tampoco saben dónde está —dijo un vendedor, con la misma preocupación que su compañera.

— Si él salió con su novia ¿Podría ser que el asesino...? —Chris ni siquiera se atrevió a seguir con lo que estaba diciendo.

‹Pero... Valentino y Aylin salieron ayer...› pensó París, cayendo en cuenta de la situación.

— El psicópata del bosque sólo ataca a mujeres que se encuentran solas o a parejas hombre-mujer. Se le aconseja a las mujeres no salir solas hasta que encontremos a este demente.

¿Podía ser que algo sin aparente sentido estuviera en lo correcto...?

— ¿Por qué estas vestida así?

— Así es más divertido, ¿No crees?

No fue hasta ese momento que París cayó en cuenta que Aylin no se había vestido así para molestar a Valentino, al menos no del todo, sino que si ella iba como mujer podían terminar como el blanco de ese loco.

— Esperemos que no haya sido nada...—Chris intentó sonreír, pero su sonrisa tembló.

Dentro de la academia estaban aislados del mundo exterior, como si fuera una especie de burbuja que los protegía de todo lo que sucedía afuera, pero las demás personas tenían que vivir con el miedo de ser los siguientes...

Llevaba tanto tiempo esa burbuja que Christopher había olvidado ya que el sentido común de la academia Belial no era igual al sentido común del resto del mundo...

‹La ignorancia es felicidad...› recordó ese dicho, dirigiendo su mano a su cuello— Creo que deberíamos volver —se obligó a sonreír, con su pedido de esos pasteles con forma de pez rellenos de chocolate.

— Si...—París no protestó en lo absoluto, entendiendo que era lo que estaba sintiendo su amigo.

Christopher estuvo bastante silencioso el resto del día.

‹Siempre es duro saber que uno de tus conocidos podría estar muerto...› suspiró, mirando la pizarra sin mucho interés mientras jugaba con el pulsador de su bolígrafo.

Al menos su humor mejoró cuando fue hora del entrenamiento de futbol americano.

— No, no puedes ser parte del entrenamiento —sentenció el entrenador Nolan, muy firme.

— ¡¿Qué?! ¡Pero si ya pasaron dos semanas! —se quejó Chris, bastante frustrado de no poder jugar.

— ¡No puedes hacer ejercicio en un mes! ¡Entiéndelo!

— ¡Pero ya me sacaron los vendajes!

París sólo suspiró al ver a Chris comenzar a discutir con el entrenador, decidiendo que ver lo que hacía el equipo de porrismo era más interesante que ver a esos dos pelear, dirigió su mirada al otro lado del campo.

— ¿Por qué tengo que venir? Ni siquiera me he recuperado del todo...—se quejó Aylin, siendo medio arrastrada del brazo por María.

— Porque la entrenadora así lo exigió —respondió María, suspirando ante la terquedad de Aylin.

Él sólo miró la interacción de esas dos en silencio, viendo a Aylin sentarse en las bancas y mirar la practica en silencio, con una expresión de aburrimiento increíble. Estaba comenzando a sospechar que la entrenadora de las porristas tenía algo en contra de Aylin...

Por otro lado, la discusión finalmente había terminado. El entrenador Nolan ganó, pero Chris pudo quedarse en las bancas, mirando el entrenamiento.

— Aylin, si no tuvieras manos ¿Usarías guantes?

París suspiró al escuchar la voz de Pierre mientras estaban en su descanso, ya le sorprendía que no intentara molestar a Aylin en tanto tiempo.

Pierre era un buen jugador de futbol americano, pero era un idiota al que le gustaba actuar como el payaso de la clase y tenía la fijación de molestar a Aylin, aunque había parado hace un tiempo después de lo que paso la última vez.

— Oye ¿Si no tuvieras pies usarías zapatos?

— Si.

— Entonces... ¿Ah? —se cortó a la mitad, procesando su respuesta.

— Sabes que la gente que usa prótesis de pies y piernas usan zapatos como cualquier otra persona normal, ¿No? —preguntó Aylin, mirándolo como si fuera idiota.

— Pe... Pero...

— Si no tienes nada interesante que decirme, lárgate. Eres molesto.

Al parecer Pierre no había entendido que a ella él no le agradaba...

— No —respondió Aylin, mirando la practica mientras tomaba agua de una botella.

—Entonces ¿Por qué usas sostén? —preguntó, comenzando a reírse.

‹ ¿Se supone que eso es divertido...? › se preguntó París, sin entender lo gracioso de esto.

— Oye, ya deja de molestarla —intervino Ezio, mirándolo mal.

— Vamos tío, es sólo una broma —sonrió Pierre, levantando las manos en señal de "paz".

—...—Aylin sólo se le quedó mirando— ¿Quién dice que uso sostén? —respondió, sin mucho interés, desviando su mirada donde estaban las demás porristas.

— ¡¿Ah?!

Los que estaban escuchando esta conversación, que resultaron no ser pocos ya que ambos equipos estaban descansando, se quedaron desconcertados e incluso un poco un conmocionados ante esta respuesta.

— E-Espera, ¿Es en serio? —cuestionó Pierre, algo sonrojado y nervioso, muy nervioso, al igual que Ezio.

Aylin, quien se había levantado de la banca con la botella de agua, los miró y metió su mano en el cuello de su camiseta y mostró un tirante rojo.

— No se hagan ilusiones.

Y sin más ella se alejó de ellos y se acercó a María, devolviéndole su botella de agua.

París suspiró, sintiendo sus mejillas un poco calientes.

Definitivamente había tenido días más normales y tranquilos...

Y de camino a casa, espero que este día al menos terminara de manera normal...

Cuando París volvió a casa, vio que todo estaba normal y que el auto de su padre no estaba en el patio, así que él aun no llegaba.

‹Quizás por eso esta tan tranquilo› pensó, viendo a Valentino y a Luca en la cocina.

Valentino estaba algo pálido, probablemente porque seguía enfermo, y bebía un poco lento de su taza de té, lento considerando que esta normalmente no le duraba ni dos minutos. Por otro lado, Luca estaba leyendo un libro con las palabras "сотни цветов".

‹"La canción de las cien flores"› reconoció el libro de inmediato.

Lo había intentado conseguir, pero fue simplemente imposible. No lo vendían en ninguna de las librerías donde pudiera comprarlo y ni siquiera lo encontró internet, ni en digital, traducido o en PDF.

— Luca, cuando termines ¿Me podrías prestar ese libro? —preguntó, entre nervioso y emocionado.

Luca levantó su mirada, un tanto confundido por esto— Claro, no hay problema —y sin más se lo entregó.

— Pero ¿No lo estabas leyendo? —cuestionó un tanto confundido, pero aun así lo recibió.

— No te preocupes, lo he leído tantas veces que ya me lo sé de memoria —sonrió el chico.

En realidad era un cuento muy corto, lo pudo notar al abrirlo y darle un vistazo rápido. La mayor parte de las hojas eran ocupadas por dibujos, como si fuera un cuento para niños.

‹Aunque "La princesa y el bufón" también era así...› se lamentó, sin poder superar ese libro del todo.

Sin poder contenerse, comenzó a leerlo de inmediato, sintiendo curiosidad por el contenido de este.

"Esta es la historia de cierto pájaro rojo y una flor azul".

¿Una dedicatoria...?

Decidiendo no darle más importancia de la que merecían esas palabras, París empezó su lectura.

"— No importa que estar juntos nos duela, quiero estar contigo."

"— Un hermoso amor, un amor que debería ser eterno, ¿No crees?"

—...

¿Por qué a Aylin le gustaba leer libros así...? Ni siquiera podía llorar porque ahí estaban Valentino y Luca, él... debió haberlo leído en su cuarto...

Luca pudo notar como París pareció deprimirse al terminar este libro— Es muy triste, ¿No crees? —preguntó con una sonrisa— Sin embargo, eso no quita que sea hermoso.

— No puede terminar así...—murmuró, bastante afectado por este final.

— Oh, de hecho no termina ahí —comentó Luca, logrando llamar su atención— Hay otro libro donde explican que sucedió a más detalle, sobre todo quien era ese "hombre loco" que mencionan al final.

— ¿Lo tienes? —preguntó de inmediato.

— No, lo deje en casa —admitió, un poco avergonzado— Pero quizás lo puedas encontrar, se llama R-...

Antes de que Luca pudiera decirle el nombre del libro a París, la puerta principal se abrió, dejando ver a Celso, quien lucía muy animado, tanto que era extraño.

Al ver a Valentino, Celso sonrió, logrando confundir a ambos gemelos— Valentino, el amigo que trajiste ayer es muy agradable —comentó, y sin decir nada más, él se dirigió a su cuarto.

—...—Valentino, quien ahora estaba extremadamente pálido, volteó a ver a París con una expresión que parecía decir: "por favor, dime que esos dos no hablaron".

Él sólo pudo negar, después de todo Aylin y su padre si hablaron...

— ¿Amigo? ¿De que habla tío? —preguntó Luca, sin entender nada.

— No lo vas a entender ni aunque te explique...—declaró París, viendo como su gemelo se hundía en su asiento ante esta información.

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