Capítulo 117: Ese niño.
¡Feliz cumpleaños, mishelada5 ! De no ser por ti, hoy (ni mañana) hubiera actualizado.
— Malditos inversionistas —refunfuñó entre dientes mientras bebía una taza de café, intentando, en vano, tranquilizarse.
— Lorenzo no haría eso.
— Si tan sólo Celestino...
— Rada podía hacer esto en la mitad del tiempo.
Por cosas como esas odiaba esas putas reuniones, era reunirse con un montón de viejos estirados que no dejaban de compararlo con todos, con su hermano, con su padre, con su esposa...
— ¿Acaso no aprecias lo que tus ancestros construyeron por tantos años?
‹Quiero beber alcohol› pensó, sintiéndose aún más frustrado por la presencia de Luca. Si hacía algo mal delante de ese niño, esa vieja loca de Carla era capaz de tomar el primer vuelo desde Moscú y golpearlo por ser "un mal ejemplo" ‹Que le den a esa maldita loca› el sólo recordar a la que técnicamente era su concuñada se enojó aún más.
París al notar que su padre estaba de mal humor se alejó de él y se acercó a Luca. Ni siquiera le dijo algo porque estuviera tomándose su café, simplemente no quería ver como explotaba después de tanto tiempo...
‹Ahora que lo pienso, Valentino salió...› pensó París, sin saber si quería que su gemelo volviera temprano y así no meterse en líos con su padre, o que no volviera y así no lidiara con su padre. La sirvienta no estaba hoy, era domingo después de todo, pero mientras Luca estuviera ahí...
— Tengo sueño...
‹Mierda› pensó, sudando frio— Son las 8 de la noche...
— Pero tengo sueño...—se quejó, frotándose los ojos.
‹ ¿Qué clase de adolescente se duerme a las ocho de la noche...? › sin saberlo, padre e hijo pensaron lo mismo, pero con sentimientos completamente diferentes.
Cuando Luca subió las escaleras con dirección al cuarto de invitados, la sala se sumergió en un silencio sepulcral que puso de los nervios a París.
En el momento que París estaba por inventarse una excusa para irse, pudieron escuchar la puerta abrirse, una figura que pudieron identificar como Valentino correr al baño del primer piso y la puerta cerrándose de golpe.
— ¿Qué le pasa a este tipo...?
A Celso siempre le había molestado que dejaran la puerta de la casa abierta, siempre lo había molestado y sus hijos lo sabían, así que eso lo confundió bastante. Aun así, de mala gana se levantó a cerrar la puerta, pero cuando lo iba hacer vio una figura acercándose desde la oscuridad, lo cual lo asustó tanto que no pudo reaccionar.
Sin embargo, desde la oscuridad emergió la figura de un chico, no muy alto, no debía llegar al 1.70, su cabello era negro, usaba una mascarilla de tela y pudo notar unos ojos azules entre su desordenado cabello.
Como si nada, este chico se paró delante de él y a pesar que estaba usando una mascarilla, pudo jurar que lo vio sonreír— Buenos días, señor Berardi —lo saludó su huésped no invitado.
¿De dónde había salido este chico...?
Levantó una ceja— Buenas noches dirás...
— Cierto —rió un poco.
No era un ladrón, los ladrones no eran tan educados y mucho menos se presentarían de frente, además era más bajo que él, así que era difícil que le lograra hacer algo. Pero eso no le respondía quien era.
— ¿Quién eres? —preguntó directamente.
— Oh, soy un amigo de su hijo Valentino. Iba a llevarme a casa pero parece que tuvo una emergencia —se explicó con facilidad, sin ningún atisbo de duda en su voz.
— ¿... Valentino tiene amigos?
Ese chico nunca había hablado de alguien o traído a alguien en casa. Aunque, por lo que dijo ese chico, no lo había traído por voluntad propia...
— No me has dicho tu nombre —se cruzó de brazos, recordando ese detalle.
— Mis disculpas por mi impertinencia, permítame presentarme —como si fuera alguna especie de mayordomo a la antigua, este chico hizo una reverencia— Mi nombre es Ilya.
—...
Este chico era raro.
‹ ¿Con que clase de personas se está juntando Valentino? › se cuestionó, sin entender como alguien como su hijo podría ser siquiera cercano a alguien tan formal.
— ¿Ya podría permitirme entrar? Aquí afuera hace frio —no fue hasta ese momento que Celso cayó en cuenta que ese chico, Ilya, estaba temblando un poco a pesar de estar riendo.
Suspiró— Entra —dijo, sin siquiera sospechar a quien estaba dejando entrar a su casa.
‹ ¿Con quién está hablando...? › se cuestionó París, escuchando hablar a su padre con alguien, aunque ¿Con quién iba a hablar a esta hora y con Luca en casa...?
Curioso y algo preocupado, se levantó de la silla, dispuesto a ver con quien hablaba, pero cuando estaba por caminar a la entrada, vio a alguien entrar a la sala.
¿Ah...?
No fue sólo el hecho que Valentino había traído a alguien a casa, lo cual en sí era algo rarísimo, no, era que ese chico... era igual al mago que vio en la obra escolar...
— Mis disculpas por mi intromisión.
— Buenos días, señorita.
Por un momento, París quedó completamente en blanco mientras miraba al "chico".
"Ilya" notó esto, y como si no le importara en lo absoluto haber sido descubierta, puso su dedo índice y medio sobre sus labios y sonrió. Él, sin saber que hacer, asintió lentamente.
Ignorando por completo los pensamientos de su hijo, Celso estaba pensando en que debía hacer con su invitado. No podía echarlo, el clima no era bueno y afuera era peligroso, pero ni siquiera tenía algo para darle de comer porque Annie tenía su día libre hoy,
‹Soy un fracaso como anfitrión› suspiró, sentándose en una de las sillas de la cocina.
Además, este chico cuanto tendría ¿Catorce años? No podía invitarle alcohol, no tenía ganas de meterse en más problemas legales, suficiente tenía con lo que pasó con Bianca y ese tipo, Johannes Joyner.
‹Ese tipo daba miedo› pensó, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda al recordarlo cuando vino a exigir una compensación por el accidente— Lo siento, chico, no hay nada que pueda invitarte a comer —declaró, sin notar la mirada que su hijo le estaba dando a Ilya.
Ilya levantó una ceja— Pero, señor... Valentino se ha enfermado —le recordó.
— ¿Y qué? ¿Vas a cocinar tú? —le preguntó mordaz, aun de mal humor por lo que paso en la reunión.
París pudo ver como la sonrisa de "Ilya" por un momento tambaleó al escuchar estas palabras. Pero aun así...
— Por supuesto —aceptó, recuperando su sonrisa.
— Espera ¿Qué?
Sin embargo, cuando Celso pudo reaccionar Ilya ya se había metido a la cocina y estaba registrándola, para ver que podía usar.
‹En serio lo hizo...› pensó, sin terminar de creérselo a pesar de que lo estaba viendo cocinar.
Ese chico realmente se metió a una cocina que no era suya y en serio cocinó algo.
— Provecho —dijo Ilya, entregándole un plato con sopa a cada uno, una sopa que Celso que pudo reconocer de manera vaga.
‹Minestrone›
Efectivamente, era Minestrone, uno bastante parecido al que daban en Mozzafiato...
— Mamá ¿Qué hay de comer?
— Minestrone.
Había pasado tanto tiempo que el rostro de su madre se había borrado de su memoria...
— Pero mamá, es verano ¿Por qué haces sopa en verano? —aunque su memoria había perdido muchas cosas de aquel entonces, todavía podía recordar la queja de su hermano Celestino, quien estaba sudando con sólo imaginar tomar sopa con este clima.
— ¡Sí, hace mucho calor para tomar sopa!
Si hubiera sabido que su madre moriría al año siguiente, nunca se hubiera quejado de comer sopa en verano...
¿Cuánto tiempo había pasado desde que comió Minestrone casero...?
— Señor... Señor —lo llamó ese chico.
— Lo siento, me perdí en mis pensamientos —se disculpó— ¿Qué me estabas diciendo...?
Ilya suspiró ante esta respuesta— Le preguntaba que le pareció la sopa —repitió, con un tono un tanto cansado.
— Esta muy buena —justo como recordaba, de hecho.
— Me alegró —sonrió, extendiendo su mano— Son quince dólares.
— ¿Qué...?
— Señor, yo nunca dije que lo haría gratis —declaró, apoyándose levemente en la mesa.
— Tsk —chasqueó la lengua— ¿Por qué debería pagarte? Usaste mi cocina y cosas que yo compré.
— Si era tan sencillo, ¿Por qué no lo hizo usted? —cuestionó Ilya, tan tranquilo que ni siquiera parecía que estaba discutiendo.
‹Porque no se cocinar› respondió para sus adentros. De hecho, de no ser porque ese chico cocinó probablemente hubiera pedido algo para cenar— Hagamos un trato —dijo, sacando un dado de su bolsillo— Si este dado da un número impar, te pago los 15 dólares, si sale par no te pago nada.
Ilya miró con indiferencia el dado— Es un dado cargado, ¿No es así? —más que pregunta, era una afirmación.
No pudo evitar sonreír al haber sido descubierto de manera tan rápida por este chico— ¿Cómo lo supiste? —preguntó con curiosidad, ni siquiera dándose la molestia de intentar ocultarlo. En su lugar, dejó caer el dado, el cual reflejó un 2, un número par.
Ilya tomó el dado que había mesa y después de darle un vistazo volteó su mirada a él— ¿Qué clase de persona que guste de hacer apuestas de este estilo traería un dado normal en su bolsillo? —cuestionó, dejándolo caer a la mesa.
El resultado fue 5.
No pudo evitar reír ante aquel resultado tan inesperado— Me agradas, chico ¿Cómo dijiste que te llamabas?
— Ilya.
París sólo se quedó mirando aquel intercambio tan extraño entre su padre y Aylin ¿Debería preocuparse por esto...? Después de todo, su padre no era la mejor persona; hace menos de cinco minutos intentó engañarla con un dado trucado...
‹Las probabilidades de ganar en un lanzamiento eran muy pequeñas› pensó, recordando sus clases de estadística.
— Señor, para tener hijos en etapa adolescente es usted bastante descuidado, ¿En que trabaja para poder darse el lujo de beber un día domingo en la noche? —sin siquiera parpadear, Ilya lo ofendió en la cara al verlo traer una botella de vino a la mesa, pero eso a Celso no le molestó.
— ¿Mi ocupación? —habló, sirviéndose una copa de vino— Soy un hombre que disfruta de la vida y de la compañía femenina —declaró, tomando su copa, ahora llena.
—...
—...
París contuvo las ganas de suspirar al escuchar a su padre básicamente describirse a sí mismo como un playboy.
No importaba que la calidad como ser humano de Celso Berardi Ventura fuera como mínimo cuestionable, seguía siendo bastante cotizado entre las mujeres por ser un hombre joven con mucho dinero y muy guapo, algo que tanto Valentino y París habían heredado.
Era fácil confundirse y pensar que Celso y sus hijos en realidad eran hermanos, después de todo, a simple vista era bastante obvio el parecido y sólo les llevaba dieciocho años. La única diferencia entre ellos era que, además de que Celso era mayor que ellos, su cabello era un poco más oscuro que el de ellos y que sus ojos eran grises.
Por otro lado, la reacción de Ilya...
— Señor, permítame un momento ¿Usted a qué diablos se supone que está jugando? —cuestionó Ilya, mirándolo con cierta incredulidad— Jugar a enamorar chicas, prometerles la luna y luego ¿Qué? —frunció el ceño— Has roto tantas promesas que mereces irte al infierno, maldito imbécil.
—...
En ese momento, París pudo notar que los ojos de su padre brillaron ante las palabras de Aylin ‹ ¿Qué demonios...? ›
— ¡Hace tiempo no me topaba con alguien con coraje! —exclamó, tomándolo de los hombros y acercándolo a él. Por cierto, Ilya ni siquiera se molestó en ocultar su desagrado ante estas acciones— Por fin estos mocosos traen a alguien digno a casa... aunque en realidad no han traído a nadie —agregó, más para sí que para él.
Para cualquier persona normal ser insultado en su cara era motivo para enojarse y estar ofendido con justa razón, pero Celso simplemente estaba cansando de que todo lo que la gente dijera era para compararlo con sus familiares o para reclamarle algo relacionado con estos. Para él, que Ilya lo insultara por su comportamiento, sin compararlo con nadie, fue como una brisa de aire fresco.
En ese momento París vio a su padre acercarse a "Ilya" y "susurrarle" algo. "Susurrar" porque en realidad él escuchó todo lo que dijo. De seguro ya estaba algo borracho.
— ¿Sabes? Estoy comenzando a creer que este par de mocosos son gays, lo cual sería una lástima, pero si es con alguien como tú con gusto te entrego a uno de ellos, o a ambos, como tú quieras —declaró, dejando pasmado a París.
— ¿Eh?
¡¿Su padre lo estaba entregando a un desconocido?!
Bueno, no era un desconocido para él, era Aylin, pero... ¡Para su padre si era un desconocido! ¡Y que no era gay, maldita sea!
Ilya miró con claro escepticismo a Celso al escuchar esta propuesta— ¿Qué es esto? ¿Una entrevista de matrimonio?
En realidad era bastante sorprendente que su padre se llevara bien con Aylin, pero París no estaba nada feliz con ser ofrecido por su padre a alguien que, en teoría, era un desconocido para él...
— ¿Quieres jugar? —preguntó Celso, mostrándole un mazo de cartas de póker.
— Señor, estoy empezando a pensar que usted tiene cierto problema con las apuestas —comentó Ilya sin borrar su sonrisa, pero aun así aceptó las cartas que le ofreció con su mano derecha.
Aunque Ilya era bastante arrogante, en realidad era malísimo para el póker. En cosa de minutos Celso había recuperado los quince dólares del minestrone y más.
— Sigo sin tener suerte —se quejó el chico, dejando ver su mano: distintos colores, ninguna seguida ni ninguna igual, una mano basura.
Realmente nunca había tenido una partida tan fácil— ¿A pesar de eso quieres seguir apostando? —preguntó genuinamente curioso, viéndolo sacar más dinero de su bolsillo.
Suspiró— Ya perdí la dignidad y el dinero para el taxi, ¿Ya que importa? —le restó importancia.
Ilya ya no tenía nada que apostar, así que esta sería la última partida. Aunque algo que le llamó la atención fue que esta vez recogió las cartas con la mano izquierda ‹ ¿Es ambidiestro? › pensó, notando que tenía un full esta vez— Muestra tus cartas.
Esta vez, la mano de Ilya mostró algo completamente distinto: los cuatro ases y el comodín. Una mano de póker.
—...—miró con incredulidad que de un momento a otro hubiera sacado la tercera mejor mano del juego— ¿Qué clase de suerte tienes, muchacho?
Ilya sonrió, tomando el dinero que habían estado apostado— Una que nadie envidiaría, señor.
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