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Capítulo 113: Estas mejor sin saberlo.

— El clima para los próximos días es...

La atención que Valentino ese día le dio al pronostico del tiempo no fue normal. Después de todo, hoy era el pronóstico para los próximos cinco días, hoy podría saber el clima del domingo.

‹Podré usar mi motocicleta› pensó para sí, notando que el domingo si bien iba a estar frio no alcanzaría la temperatura que haría que la calle se congelará, así que no iba a matarse mientras conducía.

Ahora había solucionado un problema, pero...

‹ ¿A qué lugar podría llevarla...? › se cuestionó, sabiendo que si la llevaba a un lugar muy "romántico" Aylin lo miraría raro y todo se volvería incómodo ‹No, definitivamente no› se dijo a sí mismo, descartando varios lugares de manera mental al imaginarse la escena en su cabeza.

Estaba fuera de su zona de confort, como siempre le sucedía con Aylin, así que no tenía muy claro que hacer para la cita del domingo. Aylin básicamente se lavó las manos con esto...

— Mientras haya buena comida no me importa.

‹ ¿Por qué esto es tan difícil? › se cuestionó, apoyando su rostro entre sus manos, y estuvo así un rato hasta que sonó su celular.

「 ¡Gracias por explicarme las preguntas de la prueba!😁 」 fue el mensaje de Kendall.

「 No hay problema 」 respondió, sin darle verdadera importancia, o al menos hasta que recordó algo ‹Mozzafiato›

Había investigado un poco, Mozzafiato era una cadena de comida italiana muy conocida a nivel nacional y Kendall era el hijo de los dueños. A decir verdad, tenía curiosidad de probar los platos de ese restaurante.

Si él quisiera ir a uno de estos restaurantes fuera de la ciudad tendría que hacer fila o hacer una reserva o algo, pero eran nuevos, no eran tan conocidos aquí, hacia poco se habían expandido a esta ciudad, probablemente aprovechándose de que las propiedades bajaron de precio por culpa del psicópata del bosque.

‹Es perfecto›

Podría probar la comida de Mozzafiato, podría tener su cita con Aylin sin que ella lo mirara raro y podría usar su motocicleta por primera vez en semanas. Simplemente perfecto.

「Kendall, quiero pedirte un favor」 le escribió, algo dudoso.

「Claro, ¿Qué sucede? 」sin embargo, Kendall tenía muy buena voluntad y aceptó ayudarlo con su cita.

— Primo... ¿Qué le pasa? —preguntó Luca a París, viendo como Valentino estaba haciendo muchas caras raras mientras veía su celular con impaciencia.

— No le prestes atención —dijo París, sin darle real importancia al comportamiento de su gemelo.

‹Espera... ¿No me está saliendo todo demasiado bien...? › se preguntó por un momento, dándose cuenta que todo iba demasiado bien...

Que todo le saliera bien era algo que desde hace un tiempo ya no experimentaba, mucho tiempo a decir verdad, así que el que todo estuviera saliéndole bien le inquietaba un poco...

‹Va a suceder algo, ¿No es así...? ›

Valentino estaba tan metido en sus pensamientos apocalípticos altamente paranoicos que ni siquiera supo en que momento fue momento en que llegó al club de tenis de mesa.

— Te ves distraído —comentó el maestro Aiden, mirándolo raro— ¿Acaso debería jugar una partida contigo para que despiertes...? —preguntó con una pequeña sonrisa malvada.

Como si fuera magia, Valentino reaccionó— ¡N-No se preocupe! ¡Estoy bien, estoy bien! —respondió de manera atropellada al recordar la última vez que habían jugado juntos.

— ¡Así me gusta! Recuerda que dentro de poco tendremos una competencia con otras escuelas.

—...—Valentino lo miró raro— ¿Qué competencia?

— Oh, ¿Olvide decirlo...? —se preguntó a sí mismo. Entonces, se aclaró la garganta y levantó la voz, aprovechando que los alumnos estaban tomando un descanso— ¡Pronto empezaran las competencias entre las escuelas de la zona! —informó, con su habitual aire jovial— Será aquí, en la academia Belial, así que espero grandes resultados.

— Profesor...—habló el capitán del equipo— ¿De nuevo olvido decirnos algo así de importante...? —suspiró.

— ¡No es mi culpa! —se intentó defender— Ni siquiera nos han dicho la fecha aún... Pero, será antes del fin del semestre.

A pesar de que el maestro Aiden olvidó decirles algo tan importante, ninguno parecía sorprendido o enojado en realidad. Simplemente, estaban muy acostumbrados a esto...

— Algún día va a olvidar traer su uniforme de entrenador...

— No, ya lo ha hecho...

— Si, vino con un pijama de Charmander.

— ¿Cómo logró graduarse de una universidad tan prestigiosa teniendo tan mala memoria...?

Ante estas palabras de sus alumnos, Aiden pareció deprimirse... porque ellos tenían razón.

— No es mi culpa, es culpa de mi madre...—se quejó en voz baja, tanto que el único que escuchó eso fue Valentino, quien estaba a su lado.

‹ ¿Qué tiene que ver su madre con su mala memoria...? › se cuestionó Valentino, sin terminar de entender que tenía que ver una cosa con la otra.

— Profesor, ¿Al menos recuerda lo que pasará el domingo? —preguntó el capitán, sólo... comprobando.

— ¡Claro que lo recuerdo! —se defendió de inmediato— Y ustedes ¿Están preparados?

— ¡Si!

‹ ¿De qué están hablando...? › se preguntó. Sabía que el domingo empezaba algo como "la semana del aniversario de la academia", pero dudaba seriamente que estuvieran hablando de eso, al menos no por su actitud...

— Cierto que tú no eras parte de ningún equipo...—dijo el maestro, notando la cara de "No entiendo de que hablan" de Valentino— Mira, hay una tradición el primer domingo de febrero de cada año entre los deportistas de la academia...

Ese día, Valentino descubrió que los deportistas seleccionados el primer domingo de febrero, o sea, el día donde tenían clase de educación física, celebraban el aniversario de la academia de una manera bastante particular: con una guerra de agua... En invierno...

‹Están locos› pensó, sintiendo frio con sólo imaginarse mojarse en un clima tan frio. No iba a nevar el domingo y la temperatura subió un poco ¡Pero seguía siendo invierno!

Aun así, parecía que el equipo de ping pong estaba muy emocionado por mojar al resto de los equipos, sin siquiera importarles el frio o quedar ellos mismos mojados. De hecho, algunos estaban hablando abiertamente de traer pistolas de agua y cosas así...

— Valentino, ¿Puedes ayudarme a llevar unas cosas? —preguntó el maestro Ayers con una pequeña sonrisa que decía "aunque me digas que no me vas a tener que ayudar" cuando todos se estaban arreglando para irse.

—... Está bien —aceptó, sabiendo que él no iba a aceptar un "no" como respuesta.

Sólo era llevar unas cuantas cosas para la sala de profesores, no eran muchas y no eran pesadas, pero ¿Por qué últimamente todos lo usaban para que llevara cosas...? En el consejo estudiantil también era así.

Valentino, por estar cuestionándose el porqué todos lo usaban como si fuera una especie de mula de carga, no notó la llegada de otra persona hasta que Aiden se lo hizo notar.

— Oh, hola París —lo saludó el maestro, haciéndole notar la presencia de su hermano.

— Hola maestro —respondió París, un tanto agitado ¿Acaso había corrido?— ¿Sabe dónde es la siguiente clase de Aylin...?

¿La siguiente clase de Aylin...?

‹ ¿Por qué está preguntando algo así...? › se cuestionó, sintiéndose algo molesto. Ni siquiera él se sabía las clases de Aylin.

— ¿Para qué quieres saber eso? —preguntó con curiosidad Aiden, mirando con cierta sospecha a París, sin entender del todo sus intenciones.

— Tengo que darle unas cosas...—respondió vagamente París.

"Yo puedo hacerlo por ti" eso iba a decir Valentino, pero cuando abrió la boca para decirlo...

— Esta bien, te diré dónde está su clase —aceptó el profesor con una pequeña sonrisa, ganándose una mirada de indignación por parte de Valentino.

‹Espera ¿Por qué sabe cuáles son sus clases? › se cuestionó por un momento, viendo con cierto sentimiento de traición como Aiden le decía cuál era la siguiente clase de Aylin a París— ¿Le dijiste la clase correcta...? —se atrevió a preguntar, mirándolo con sospecha.

— Por supuesto que lo hice —sonrió como si nada.

‹ ¿Por qué sabes cuáles son sus clases...? › fue lo que quiso preguntar, pero en su lugar suspiró y siguió caminando hasta la sala de profesores con él.

— Bien, ahora ayúdame a ordenar estos papeles en orden alfabético —ordenó con una sonrisa el maestro Aiden, encendiendo la computadora en su escritorio, mientras se arremangaba las mangas de su chaqueta para comenzar a trabajar. Debido a la hora, casi no había gente en la sala, así que todo estaba muy tranquilo.

—... Bien —aceptó, de no muy buena gana, tomando los papeles, los cuales eran las fichas de sus compañeros de equipo ‹Soy Berardi, así que debería estar en de las primeras...› se dijo a sí mismo, encontrando su ficha y poniéndola al frente.

La sala de los profesores estaba, técnicamente, separada entre los profesores que hacían clases en salas y los profesores y entrenadores, la sala de estos últimos era más pequeña ya que eran menos profesores, aun así, no por ello la sala era menos cómoda. La academia Belial se enorgullecía de sus equipos deportivos, así que no era raro que les dieran comodidades a los entrenadores y maestros de educación física.

‹Aunque Aiden tiene tres equipos...› pensó, recordando haber oído que su maestro del equipo de tenis de mesa estaba también a cargo de los equipos de atletismo y kickboxing.

¿No deberían haber contratado más profesores en lugar de darle tanta responsabilidad a un solo profesor...?

‹Debería ordenar por nombre también, ¿No? › se cuestionó por un momento, cerca de terminar de organizar las hojas mientras el maestro preparaba todo para pasar las fichas a la computadora. Había tres personas en el equipo que tenían el mismo apellido, así que ordenarlas sólo por el apellido no era una opción ‹Si, eso haré...›

— Ayers, ¿Podría subirse las mangas...? —escuchó la voz de una inspectora, la reconoció sólo con escucharla porque esa mujer ya lo había regañado muchas veces ya y tenía una reputación de ser demasiado seria, lo cual le había ganado un apodo bastante... feo por parte del sector menos cooperativo de la academia, quienes también se burlaban de su apellido.

— ¿Por qué me pide eso, inspectora Perry? —sonrió el maestro, deteniendo su labor en la computadora, apoyando su mentón en sus manos para mirarla.

— Es un mal ejemplo para los chicos ver que un maestro tiene marcas de automutilación en sus brazos.

Sólo en ese momento Valentino miró los brazos del maestro Aiden, notando que, de hecho, sus antebrazos estaban llenos con decenas de cicatrices delgadas y algo alargadas, de un suave color rosado que destacaban por lo pálido que era el maestro Aiden, cicatrices que él ni siquiera se había molestado en ocultar en esta ocasión.

—...—él simplemente se quedó sin palabras al notarlas. Eran muchas cicatrices, muchas.

El maestro Aiden era una persona alegre, burlona y que no se tomaba las cosas en serio, casi como si fuera un niño grande. La simple idea de imaginárselo haciéndose algo así le parecía hasta antinatural...

— Pero... Yo nunca me he cortado, inspectora Perry —declaró el maestro, mirando a la inspectora directamente a los ojos, quien pareció quedarse sin palabras por un momento ante esa respuesta.

— Entonces, ¿Por qué...?

—...

El maestro Aiden sonrió de manera débil, cerrando sus ojos dorados, en los cuales se pudo ver por un momento un brillo lúgubre.

— Inspectora Perry, ¿Usted realmente quiere saber eso...?

—...

Ella no sabía la razón, pero por alguna razón algo en su interior gritó "¡No!".

— N-No, no se preocupe, maestro Ayers...—dijo, retrocediendo un poco— Por favor, olvide lo dije —su tono de voz tembló un poco— Si me disculpa...

—...

Cuando la inspectora se fue, ambos quedaron solos y en silencio.

Entonces, Valentino tembló un poco al sentir la mirada de Aiden sobre él— Y-Yo...—intentó decir algo, pero no pudo.

La sonrisa del maestro Aiden cambió un poco, volviéndose más grande y más amable, más normal— Hay cosas que es mejor no saber, Valentino —habló con un tono sereno, contrario a su usual jovialidad— ¿Terminaste lo que te pedí?

— S-Si...

— Muy bien, puedes irte —sonrió, como si nada hubiera ocurrido.

— Si...

No sabía la razón detrás de esas cicatrices, pero por alguna razón sintió que estaba mejor sin saber la verdad...

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