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Capítulo 108: Reuniones incómodas.

Observó la foto en el celular de Christopher, una foto donde estaban él y su novia, una rubia que ya había visto antes, en su casa... con su padre.

Finalmente París había confirmado lo que había sospechado en un principio: esa Bianca que Chris había conocido y se había vuelto su novia era la misma Bianca que había estado con su padre y luego estuvo en un accidente automovilístico con este...

— Supongo que se terminó...—dijo Chris, aun con el vendaje en la nariz y una voz nasal, estaría con esa cosa un tiempo más.

—...

París no tuvo el valor de decirle que Bianca no sólo lo había engañado con Aarón, sino con su padre también...

‹No creo que le haga daño no saber esa parte...› se dijo a sí mismo, pensando en lo perturbador que sería para él en el lugar de Chris que su novia no sólo lo engañó con otro chico, sino también con el padre de su amigo...

Si... Christopher estaba mejor sin saber eso...

— Estas mejor sin ella...

— Si, pero también lo estaba con mi nariz la semana pasada —rió Chris sin muchas ganas.

En caso de que a Christopher se le ocurría perdonar a esa chica y volver con ella, si le iba a decir lo que hizo con su padre...

‹Sólo esperemos que Bianca no vuelva...› suspiró, viendo su aliento con el clima frio.

— ¿Crees que puedas lidiar con ser capitán de dos equipos? —le preguntó Chris.

Al ser el segundo al mando del equipo que Chris no pudiera estar presente significaba que él debía ser el capitán de manera temporal.

La expresión de París reflejó de manera sutil el desagrado que él sentía al imaginar tener que lidiar con el entrenador Nolan— Supongo que si...

No había nada importante este mes, así que suponía que podría librarse de tratar mucho con él.

Christopher pudo ver la micro expresión de desagrado de París, así que decidió cambiar el tema— ¡Mira, compré estos pasteles en la cafetería nueva!, esa que han mostrado en la televisión, Ryu Café —sonrió, mostrando una pequeña caja de pasteles que sacó de su mochila y se le hizo conocida, era esa que le habían dado a Valentino hace un tiempo.

— ¿Esa que tiene un dibujo de Dragon Ball en el cartel? —preguntó, recordando vagamente a ese tipo que iba a restaurantes y demás en la ciudad para dar su opinión de estas en la programación matutina.

— Si, esa —extendió la caja, que lucía extremadamente friki— ¿Quieres? —preguntó.

— Está bien...—con cierto escepticismo se metió una a la boca, pero... sabían bien.

La idea de comer estas galletas antes del entrenamiento del domingo no fue mala idea, pero era una lastima que Christopher no pudiera participar en este...

— ¡Vamos chicos!

Y tipos como Clive Welch si pudieran...

Al menos esta semana no pasó nada importante en el entrenamiento, ni en la clase de refuerzo...

Lo malo es que sí paso algo cuando volvieron a casa...

— Agh, ¡Que frio! —se quejó Valentino cuando salió del Uber y se apartó de la protección del aire acondicionado que este traía, temblando levemente ante el frío que se negaba a irse.

— Sabías que haría frio, debiste ponerte un abrigo —declaró París, quien no tenía frio ya que si se abrigo correctamente.

— ¡Dijeron que la máxima de hoy era más alta! —se quejó, comenzando a trotar al interior de la casa para refugiarse del frío, pero cuando Valentino estaba por abrir la puerta con su llave, alguien más la abrió— ¿Ah...? —soltó, al ver a una mujer que nunca había visto abrirle la puerta.

Era una mujer de unos 47 años, mucho mayor que su padre, así que dudaba que fuera alguna amante. Su cabello era castaño, llegaba a sus hombros, una piel blanca que se veía bastante bien cuidada pero sus ojos castaños se veían cansados, haciéndola lucir incluso más vieja de lo que en realidad era. No era muy alta, debía medir 160 centímetros, le llegaba a la barbilla, pero había algo en ella que se le hacía muy familiar a pesar de que podía jurar que nunca la había visto en su vida, algo que por alguna razón le dio miedo.

Valentino, sin entender que pasaba, volteó a ver a París, esperando que él le explicara quien era esa mujer...

— Hola, tía Carla —se forzó a sonreír al ver a la mujer delante de ellos.

‹ ¿Tía Carla? › repitió Valentino en su mente, sin entender quién era ella ‹ ¿Tenemos tíos vivos...? ›

— Entren, hace frio...—dijo la mujer, entrando a la casa bajo la incrédula mirada de Valentino y la incómoda mirada de París. Su voz sonaba tal y como ella lucía: cansada y baja.

Valentino se quedó en su lugar hasta que París llegó a la entrada— ¿"Tía"? ¿Tenemos tíos? —le preguntó, sin entender nada— Pensé que el hermano de nuestro padre estaba muerto...—dijo, seriamente confundido.

— No esta relacionada con nosotros...—habló París con un aire sombrío— Es parte de la familia de ella —declaró, mirando al cuadro de su madrastra en la entrada.

—...—por más que Valentino miró el cuadro de esa mujer, no pudo encontrarle ningún parecido con su recién descubierta tía, pero pronto entendió a que se refería París...

— Hola chicos, años sin verlos —dijo con un fuerte acento ruso un hombre de cabello rubio, ojos oscuros y piel pálida, más o menos de la misma edad que Carla. Medía como 190 centímetros y era exactamente igual a la mujer de la pintura, sólo que en versión hombre.

—...—Valentino no supo que decir ante esto ya porque podía asegurar que él no conocía a este tipo que lo estaba abrazando a él y a París. Fue uno de los abrazos más incómodos que había recibido en su vida, y sabía que París estaba igual que él por su expresión.

Cuando ese tipo los soltó, ambos gemelos ya tenían serias ganas de salir corriendo a sus cuartos, pero al ver a su padre ahí, sobrio, y sonriendo mientras veía la escena, supieron que no podrían huir ni aunque quisieran...

— Vamos, no seas tímido...—dijo el hombre cuyo nombre no sabía, mirando a un chico de unos 14 años, cabello castaño algo largo y unos ojos grises que miraban a todos lados, como si estuviera asustado de ellos, quien medía lo mismo que esa mujer, Carla, 160 centímetros, escondido en un rincón de la habitación.

La mejor manera de describir a ese chico era... como un animalito asustado.

— ¡Hola, un gusto conocerlos...! —se presentó el chico, con una voz muy atropellada, temblando levemente mientras los veía como si ellos lo fueran a golpear.

— Nuestro chico quiere ir a la academia Belial, y como ustedes están ahí pensamos que sería bueno que lo ayudaran a entrar cuando inicien las postulaciones —habló ese hombre, poniéndole la mano en el hombro al niño, logrando que el chico dejara de temblar... un poco.

— ¿Ah? —soltaron los gemelos, con una mezcla de sorpresa, incredulidad y miedo.

¿A quién se le ocurrió que dejar a un niño bajo el cuidado de su padre era buena idea...?

Entonces, Carla intervino— Artyom, eso es muy brusco —regañó a su esposo, quien sólo rió en respuesta— Sólo es temporal, hasta que nuestro Connor pueda entrar a la academia, así que no se preocupen. Connor no va a causar ningún problema, ¿No es así, mi niño?

— ¡S-Si...!

Por alguna razón, cuando su madre lo vio, Connor volvió a temblar.

‹ ¿Por qué tiembla tanto...? › se preguntaron los gemelos, pero con emociones diferentes.

El resto de la jornada fue bastante incómoda. Era como si de pronto los adultos decidieran que iban a jugar a la familia feliz con ellos y era... molesto.

‹Quiero ir a mi cuarto...›

— Por cierto, Celso, ¿Dónde va a dormir Connor? —preguntó la mujer, con una sonrisa fría mientras lo miraba fijamente.

— E-En el cuarto de invitados...—respondió de inmediato Celso, asustado por la mirada que esa mujer le dio.

— ¿Puedo verlo? —preguntó ella sin dejar de sonreír, pero todos sabían que eso no era realmente una pregunta, era un "di que sí o vas a sufrir las consecuencias".

— ¡C-Claro! —tembló, levantándose de golpe de la silla y dirigiéndose escaleras arriba, siendo seguido de cerca por ambos adultos, dejando a los tres chicos solos...

—...

—...

—...

Los gemelos y Connor se miraron, sin tener idea de que decir porque realmente no sabían nada del otro. Hace sólo media hora Valentino no sabía que tenía tíos o un primo, por su parte, París entendió la llamada que había escuchado el otro día de su padre con quien supuso fue Artyom.

‹ ¿En serio vamos a vivir juntos...? ›

Ni siquiera sabían cómo iniciar una conversación entre si...

— ¡Perfecto! Entonces, dejamos a nuestro chico en tus manos, Celso —escucharon a Artyom decir mientras bajaban las escaleras.

— ¡No se preocupen, él está a salvo conmigo!

A pesar de que Celso dijo eso con tanta confianza, ninguno de sus hijos pensó que él fuera siquiera capaz de cuidar un pez por su cuenta...

— Bien, chicos, vengan a ayudar con las cosas de su primo —ordenó Celso.

‹Perezoso› pensaron, sabiendo que su padre no quería hacer el esfuerzo de subir las maletas del chico, pero, a pesar de que Connor tenía catorce años, sus maletas eran muy pocas... realmente muy pocas...

Cuando Valentino tomó la cuarta y última maleta del chico, de pronto sintió una mano que se le hizo inusualmente fría y pesada en su hombro.

— Más te vale que no le pase nada a mi pequeño, París —escuchó la voz de Carla pronunciar esta amenaza.

Por un momento un escalofrió recorrió su cuerpo ante estas palabras, pero aun así...

— Yo soy Valentino, no París...

París, quien sólo a un metro de Valentino en ese momento, con una maleta de Connor en sus manos, sintió un escalofrió ante esta escena, pero no por la amenaza de Carla, no directamente al menos, no, era su mirada. Había algo en esa mirada que no era algo normal...

Como si no hubiera amenazado a uno de los hijo del cuñado de su esposo y encima se hubiera equivocado de gemelo, Carla sacó su mano del hombro de Valentino y se dirigió a su hijo— Nos vemos, Connor —se despidió, dándole un beso en la frente a su hijo.

‹Esa mujer está loca...›

— Despídanse de sus tíos —ordenó Celso a sus hijos, quienes a este punto sólo querían irse a su cuarto y alejarse de esta gente, así que obedecieron.

— Adiós, tío Artyom, tía Carla —se despidieron ambos a coro, bajando un poco la cabeza.

París, quien había notado lo tenso que el chico había estado todo este tiempo, pudo notar, aunque fuera sólo un momento, como el cuerpo del chico se relajó al ver que su madre se iba...

— Bien, ahora yo tengo que ir a una reunión muy importante. Llévense bien —y sin más, Celso se fue, dejando a los tres adolescentes solos, ya que la sirvienta tenía el día domingo libre.

—...

Al menos les dejó dinero para comprar pizza.

— ¿Hay algo que no te guste comer? —le preguntó París, tomando el teléfono fijo de la casa, mirando al chico.

— N-No, estoy bien con lo que sea...

— Bien.

Finalmente París pidió una pizza de pepperoni familiar y los tres se quedaron en la sala, sumergidos en un silencio incómodo que ninguno de ellos sabía cómo romper.

Aunque los gemelos sólo se querían ir a su propio cuarto, ambos pensaron que dejarlo solo en una casa que no conocía sería malo para ese chico, así que estaban preguntándose como romper el silencio antes de que llegara la pizza, pero a ninguno se ocurrió algo...

Al final, fue Valentino quien decidió hablar.

— Conque tú eres nuestro primo Connor...—habló, sin saber muy bien que decir.

— No...

Este "no" los confundió a ambos, mucho.

"Connor" entonces decidió seguir hablando, para explicarse. A diferencia de antes, su voz sonaba más tranquila y lenta— Connor... ese es mi segundo nombre...—dijo, con un aire melancólico— Por favor, llámenme Luca, ese es mi nombre. A mi... no me gusta que me llamen Connor...

— ¿Por qué?

Luca apretó los labios, como dudando si seguir hablando.

— Connor... ese es el nombre de mi hermano muerto.

Jajaja... Normalmente estos serían 2 capítulos separados, pero Wattpad no me deja ser feliz, y cómo sólo acepta 200 capítulos...

Pinche Wattpad, déjame ser feliz :(

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