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Capítulo 10: Trato con el diablo.

— ¿D-De que hablas? —preguntó, sudando frio.

Aylin estaba mirándolo desde su asiento, estudiándolo— ¿Cuánto te están pagando? —cuestionó.

— Yo no sé de lo que hablas...

Aylin suspiró, sacando su celular y...

— Me acostaré con ella, en menos de seis meses.

Se escucharon risas en la grabación, risas masculinas.

— Valentino, recuerda que queremos fotos.

Aylin pauso la grabación, y notó que Valentino había perdido todo el color en su piel.

— ¿Sigues sin saber de lo que hablo? —preguntó con aburrimiento, tirando la caja de jugo en el cesto de basura.

Aylin cambio de posición, inclinada hacia adelante, con los pies cruzados y con la barbilla apoyada en su palma. Había que recordar que seguía con esas ropas que parecían un conejo, causando que su apariencia fuera un tanto surrealista

— Deja de mirarme así —dijo con fastidio, notando que se le quedo mirando raro— Si me da la gana, me visto de jirafa y me pongo a bailar break dance.

Valentino, sin saber muy bien que hacer, asintió.

— ¿Sabes? —Preguntó, levantándose mientras jugaba con el celular en sus manos— Podría ir a la oficina de la directora ahora mismo y delatarte a ti y a tus amigos de lo que han estado haciendo. Estoy bastante segura que te expulsarían.

Expulsión...

— ¡Tú sólo me traes problemas desde que murió tu madre!

Reaccionó.

— Claro que no lo harás, conejita —declaró, acorralándola nuevamente mientras extendía su mano para quitarle el celular. Estaba a punto de alcanzarlo cuando, de pronto, sintió como las manos de Aylin tomaban sus antebrazos.

Lo siguiente que supo es que su espalda se estrelló contra el suelo.

— Un acosador que olvida que su víctima practica artes marciales...Realmente apestas como acosador —declaró Aylin, mirándolo desde arriba con aburrimiento.

— ¿Qué es lo que quieres por no hablar? —cuestionó, muy adolorido, viéndola desde el suelo.

— Seamos novios.

Valentino la miró, estupefacto, mientras abría y cerraba la boca cual pez, intentando decir algo— Pero...—dijo débilmente, sin entender.

Aylin sonrió con sorna— No seas estúpido. Esto no es sobre amor, es puro negocio —se encuclilló, mirándolo de cerca— Fuiste quien lo quiso así en primer lugar y dos mil dólares es una muy buena suma de dinero ¿O acaso quieres que esta grabación termine en manos de la directora?

Valentino tragó duro.

Estaba atrapado, el cazador había caído en la trampa del conejo.

— A-Acepto, pero no le digas a la directora.

Sentía como si acabara de hacer un pacto con el diablo...

Aylin, en ese momento fue a un rincón de la sala de dibujo, enchufando la impresora que había ahí— ¿Qué estás haciendo? —inquirió, irguiéndose con dolor. Ese derribo le había dolido.

— ¿Qué te hace creer que confió en tu palabra? —Preguntó, mirándolo con apatía— Haremos un contrato, ahora.

Sólo... ¿Qué tan grande había sido la trampa en que había caído...?

Escuchó el sonido de la impresora y cuando había logrado levantarse por completo, Aylin apareció delante de él, con unas hojas y un bolígrafo.

— Firma aquí, aquí y aquí —indicó— Al firmar esto, aceptas que seremos novios en público por cien días, y me entregaras la mitad del dinero de la apuesta, monto que son mil dólares —explicó Aylin con un aire que recordaba a un abogado profesional.

— Está bien...—aceptó resignado, tomando con cierto dolor el bolígrafo.

Valentino sólo asintió, firmando con lentitud sin leer el contrato. Grave error.

— Gracias por su colaboración, joven Valentino —dijo Aylin, tomando el contrato y acomodando las hojas— Con esto acabas de aceptar que firmaste esto bajo tu propia voluntad, que no vas a volver a fumar cerca de mí o treinta minutos antes de acercarte a mí, y que si dices a alguien de este contrato o coqueteas con una chica mientras estemos de novios, los dos mil dólares serán totalmente míos —informó Aylin con una sonrisa.

— ¿Qué...? —Preguntó, incrédulo— ¡No me dijiste eso, dame eso! —intentó quitarle el contrato.

— Vaya Valentino, ¿Acaso no te enseñaron a leer en primaria? —Preguntó con burla, esquivándolo y tomando el contrato y doblándolo, para luego metérselo en el sostén ante su mirada incrédula— Cuando vas a firmar algo, debes leerlo, es algo que todos saben.

Ahora ella era quien se acercó a él, haciéndolo retroceder.

— Vamos, quítame el contrato, ¿Recuerdas que cada lugar en esta academia tiene una cámara? —Apuntó a la cámara que había detrás de ellos. Valentino pudo sentir su aliento por la cercanía entre ellos— ¿Quieres agregar "acoso sexual" a la acusación? —cuestionó, con una mirada que dejaba en claro que la situación, para ella, se había vuelto sumamente divertida.

Definitivamente, había hecho un pacto con el diablo...

Representación gráfica de la situación.

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