Tiempo para nosotros
Las manos de Heladia temblaron mientras sus ojos quedaban agarrando con fuerza, hasta el punto en que sus dedos se clavaban en aquel paquete que acababa de recoger del buzón, a las puertas de su casa.
La anciana temblaba mientras miraba aquella etiqueta pegada en uno de los bordes del paquete indicando el lugar de donde había sido enviado, y por la textura que podía notar, aun sin abrirlo, la mujer podía sospechar lo que era, sobretodo al ver de dónde venia.
Oh, por todos los santo, esto no debería estar pasando ¿Qué iba hacer...? ¿Debería deshacerse de esto...? ¿Avisar a su marido antes de que se enteren los niños?
-Oh, vamos, Cass ¡no me puedes mentir! ¿Quién es ella?-Heladia se sobresaltó al escuchar la voz de su nieta a lo lejos, abrazando contra su pecho aquel paquete.
Se dio la vuelta, viendo a su marido y a sus nietos entrar por la puerta principal que regresaban de recoger manzanas, al parecer Corín molestando como de costumbre a su hermano, poniéndose prácticamente encima de él mientras el mas joven ponía toda su fuerza de voluntad en ignorarla. Nevesio caminaba detrás de ellos con una sonrisa divertida.
-Corín, déjame en paz.-gruñó Cass, empujando a su hermana con el brazos para intentar poner una distancia entre ellos.
-¡Vamos! ¡Te vi con aquella chica, se estaba despidiendo de ti de una manera muy acaramelada ¿no vas a contarle a tu hermana mayor de qué iba eso?-cuestionó Corín .
-No, no es asunto tuyo lo que haga.-respondió Cass apretando el paso para alejarse de su hermana lo máximo posible y a la vez intentando no ser tan evidente de que estaba huyendo.-Hola, abuela.-se apresuró en saludar antes de ir corriendo a su cuarto.
-¡No vas a escapar de mi, enano! Voy hacerte confesar hasta que me digas todo de esa chica-amenazó Corín corriendo las escaleras persiguiendo a su hermano, sin embargo, se detuvo en seco para sonreírle a su abuela-Hola, abuela, ya estamos en casa.-saludó antes de correr a toda velocidad a perseguir a Cass.
-Hola, cariño.-saludó Nevesio con voz cariñosa tan pronto vio a su mujer en el salón, aunque su sonrisa se borró cuando vio su rostro lleno de preocupación, dándose cuenta de que ella tenia algo escondido a sus espaldas.-Hey, pichoncito ¿Qué pasa?
La anciana miró a su marido casi asustada y sacó de detrás de su espalda aquel paquete antes de mostrárselo.
Nevesio no entendió, tomando el paquete para observarlo. Heladia pudo ver el momento en que su marido se dio cuenta de lo que aquello significaba tan pronto su rostro empezó a palidecer.
-Viene de Paldea.-confirmó la mujer luego de varios segundos en que Nevesio se quedó mirando la etiqueta como si esperara que mágicamente la procedencia que estaba escrita cambiara por otra.
-Oh no...
Ambos ancianos eran consciente de lo que aquello significaba, aun sin haber abierto el paquete ambos tenían la fuerte sospecha de cual podía ser su contenido, el tacto hablaba por si solo y solo había una única persona procedente de Paldea que podría esta relacionados con ellos como para hacerles llegar un paquete.
-Tenemos que decírselo a Cass.-suspiró Nevesio.
-No, no tenemos por qué hacerlo.-contestó Heladia, sacudiendo la cabeza.-Podemos deshacernos del paquete y Cass nunca tendrá que saberlo.
-Cariño...
-Nuestro nieto ha trabajado mucho para poder seguir adelante...-gimió la mujer, interrumpiendo a su marido sabiendo lo que sus ojos le estaban queriendo hacer saber-Ha trabajado tan duro y le ha costado sudor y lágrimas ¡pero está haciendo progresos! Algo como esto...podría echar a perder todo por lo que ha trabajado y yo...Nevesio, no podré soportar ver a nuestro pequeño derrumbarse de nuevo.
Nevesio, que entendía completamente a su mujer, se acercó a ella a darle un beso y a frotar su frente con la de ella.
-Heladia, cariño, todo esto empezó por una mentira que nosotros mismos, principalmente yo, perpetuamos.-dijo el hombre-Creímos que estábamos protegiendo a nuestro nieto de la verdad de Ogerpon, luego, involucramos a Corín y a esa chica, Juliana, a que siguieran manteniendo la mentira; obligamos a nuestra nieta a que le mintiera a su hermano y mira donde nos llevó eso. No podemos volver a cometer el mismo error de mentirle y creer que de esa manera le estamos protegiendo. Porque al final se enterará, de alguna manera lo hará, y entonces ya no habrá manera de que vuelva a confiar en ninguno de nosotros nunca más.
La anciana gimió con angustia, sabiendo que su marido tenía razón y, buscando su apoyo, le tomó de las manos.
-¿Qué vamos hacer...?
-Yo me ocuparé de Cass tu...ocúpate de Corín.-suspiró el anciano.
-No, Nevesio, somos un equipo y se trata de nuestro nieto; si hay que hacer algo, tenemos que hacerlo juntos.
-Y como equipo necesito que me dejes a Cass a mi y que tu te ocupes de Corín.
-Pero...
-Cass no va a querer mas público del necesario cuando vea esto.-señaló el paquete.-Le conoces, es un buen chico, pero está herido, lleva mucho tiempo herido y ver esto hará que esa herida supure como el primer día. Cuando pase eso, va a sentirse avergonzado de que le veamos derrumbarse, y peor todavía si intentamos consolarle. Corín será la primera en intentarlo pero Cass no va a estar dispuesto a recibirla ni a ella ni a nadie, necesito que tu mantengas a Corín fuera del escenario para que yo pueda ocuparme de que Cass reciba el cuidado que necesita.
La mujer, atormentada por lo que se venía, no pudo evitar soltar un sollozo ¡Oh, su pobre niño! Nevesio, volvió a besar a su esposa, antes de tomarla del brazo y ayudarla a levantarse mientras ambos aun sostenían el paquete, y se pusieron rumbo a la habitación de los niños.
-¡Por todos los...! Corín ¡que no es asunto tuyo!-gruñó Cass, atrapado en el abrazo constrictor de su hermana mientras ella le revolvía el pelo.
-Soy tu hermana mayor, vivimos en la misma casa y asistimos a la misma escuela ¡todo lo que te pase es asunto mío! ¡Solo intento cuidar de mi querido hermano pequeño!
-¡Pues cuídame menos y ocúpate mas de tus propios asuntos! ¡Estoy segura que Levi te lo agradecería!
-¡¿Qué has dicho mocoso?!
-¡Niños!-llamó Nevesio una vez llegaron él y su mujer a la habitación de Cass, donde ambos niños aun peleaban entre ellos.
-¡Abuelo!-exclamó Corín soltando de golpe a Cass que, por inercia, cayó de cara al suelo.-El enano se ha echado una novia en la Academia y el muy sinvergüenza no quiere contarme nada de ella ¡una novia! ¿te lo puedes creer?
-¡No es asunto tuyo con quién salga!-gruñó Cass despegando su cara del suelo.-¡Y desde luego, no tengo ninguna intención de presentártela para que la espantes!
-¡Pero serás...!
-Corín.-intervino Heladia luego de intercambiar una mirada con su marido.-Todo eso me parece interesante ¿te parece contármelo con mas detalle en el salón? Estoy trabajando en un nuevo jinbei y me quiero enterar bien de esto.
A Corín por un segundo se le iluminaron los ojos ante el interés de su abuela, eso fue hasta vio bien la mirada triste de la anciana. Parecían...tristes. Intercambió una mirada con su abuelo, viendo al hombre negar levemente con la cabeza, pidiéndole con la mirada que le siguiera la corriente a Heladia. Corín miró a su hermano por el rabillo del ojo, no entendía de qué iba esto, pero tenía que ser serio si sus abuelos se estaban comportando así. Por lo que, no queriendo contradecirles, accedió.
-¡Por supuesto! Prepararé té para contarte todo largo y tendido, a ver si después me ayudas a sacarle una confesión al enano-exclamó Corín saliendo de la habitación dando saltitos, seguidas al poco por su abuela, quien compartió una ultima mirada de preocupación con Nevesio antes de cerrar la puerta tras ella.
Nevesio, una vez a solas, miró a su nieto, quién estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas mientras se rascaba en la parte trasera de la cabeza, con una expresión de molestia.
-Así que una novia ¿eh?-empezó diciendo Nevesio acercándose para sentarse a su lado.
-No era así como quería que os enterarais.-siseó molesto el chico, ahora cruzándose de brazos y apartando la mirada de su abuelo, bastante avergonzado de haber sido expuesto así.-A Corín le encanta hacer un escándalo por cualquier cosa.
-Puedo imaginarlo, Corín no tiene la discreción entre sus virtudes.-suspiró Nevesio.-¿Y la chica es guapa?
-Si, ella es bastante bonita.-admitió Cass rascando su mejilla con su dedo
-¿Es alguna compañera de clase?
-Algo así, ella viene de otra región, está en el programa de intercambio.-dijo Cass haciendo que Nevesio lo mirara con atención.-Ella es muy interesante, le encanta los Pokémon de color verdes, tiene una Kirlia muy simpática que la sigue a todas partes, cada vez que la chica logra algo, su Kirlia baila a su alrededor ¡es muy graciosa!
-¿Una Kirlia, eh? Qué mona...-susurró el anciano con pesar.
Una alumna extranjera llegada del programa de intercambio y que tiene una Kirlia. Nevesio bajó la cabeza, sintiendo que esto iba hacer mas dificil darle las malas noticias a su nieto.
Cass pareció notar el cambio en el tono de voz de su abuelo y se quedó mirándolo extrañado ¿acaso algo le molestaba? ¿Estaba disgustado por algo? Justo en ese momento, Cass pudo ver el paquete que el anciano tenía entre las manos, a su espalda.
-Abuelo ¿Qué es eso?-preguntó el muchacho inclinándose a mirar curioso.
Nevesio dio un ultimo suspiro, sintiendo aquello mas duro de lo que habría esperado y, por un segundo, se arrepintió de no tener a Heladia con él para apoyarlo, sin embargo, tenía que hacer lo correcto por mas duro que fuera a ser. Asi que, sacando el paquete de su espalda, se lo mostró a Cass.
-Esto es algo que nos ha llegado al buzón, tu abuela lo ha recogido hace un rato.
-Uh ¿Corín ha hecho algún pedido?-preguntó extrañado.
-Cass, el paquete viene de Paldea.
Cass parpadeó un par de veces, como si estuviera procesando lo que acababa de escuchar y para Nevesio fue evidente el cambio de humor al momento en que sintió que la tensión se apoderaba de las facciones de su nieto al caer en la cuenta de lo que aquello significaba.
-¿Habéis...pedido algo...de allí?-preguntó Cass con un hilo de voz, casi como si las palabras se le hubieran quedado atascadas en la garganta.
Nevesio negó con la cabeza.
-Lo han mandado desde la Academia Naranja...-añadió tendiendo el paquete en su dirección.-No pone a quién va dirigido pero...creemos saber quién lo manda y para quién está destinado.
Con las manos temblorosas, Cass tomó el paquete, sintiendo un escalofrió cuando sus dedos se hundieron sobre el envoltorio, dándole una pista de lo que podía contener. Algo ligero, blando y maleable...
-¿Quieres que lo abra contigo...?
Cass sacudió la cabeza sin apartar la vista del paquete, casi como si pensara que si apartaba la mirada, algo terrible podría ocurrir.
Ansioso, los dedos de Cass rasgaron el envoltorio por los bordes. El sonido del papel rompiéndose solo disparó mas su nerviosismo y prácticamente lo arrancó.
Jadeó cuando vio su contenido, levantando las manos como si acabara de encontrar algo peligroso. Cuando todo lo que había ahí era aquella suave tela turquesa que conocía tan bien.
Un jinbei. Uno de los tantos jinbei que confeccionó su abuela. El mismo que utilizó Corín cuando era mas joven y, años después, utilizó él.
Pero la última vez que vio aquel jinbei no estaba en el almacén de su casa junto a los otros, sino que lo estaba vistiendo ella, Juliana, en el Festival de Máscaras.
-¿Q...Que hace esto aquí?-Nevesio no le respondió, haciendo que Cass sintiera que el estómago se le hundiera.
No, no, no, no ¡esto no podía estar pasando!
-Cass, nieto...-susurró con suavidad el anciano al ver que comenzaba a temblar.
NONONONONONONONONONONO
-Escucha, tu abuela había pensado en tirarlo y yo...
-¡NO! ¡NI HABLAR! ¡ALEJATE!-bramó Cass estrechando con fuerza el jinbei contra él, arrastrándose hacia atrás para alejarse todo lo posible de su abuelo, como si el buen hombre se hubiera vuelto el mayor peligro del mundo.-¡NO OS LO VAIS A LLEVAR A NINGUNA PARTE! ¡NO VAIS A TIRARLO! ¡ESTO ES SUYO! ¡ES SUYO! ¡¿ME OYES?! ¡SUYO!
Nevesio, sin perder la calma y sin querer abrumarlo, permaneció donde estaba mirando con profunda tristeza el rostro desencajado de su pobre nieto, que abrazaba apasionadamente esa prenda como si fuera una persona mientras sus ojos permanecían salvajes, sus mejillas comenzaban a empaparse de sus lágrimas y los hombros temblaban.
Permanecieron en silencio, solo escuchando los jadeos de Cass, con el cuerpo temblando por el hipo de su llanto, murmurando entrecortadamente que esa prenda era "suya", mientras los minutos pasaban como si fueran horas.
La mente de Cass estaba acelerada mientras agarraba la prenda contra sí mismo, temiendo que alguien intentara quitársela. Este jinbei era suyo. Le pertenecía a ella. Se lo regalaron para el festival, para que pudiera ir con Corín y con él. Ella nunca la devolvió ni ellos tampoco se la reclamaron, esa prenda ya le pertenecía, podría querer usarla cualquier año. O cuando ella quisiera. ¿Cómo podían pensar sus abuelos en tirarlo a la basura? ¡Esto es importante, muy importante! Este jinbei era lo que la vinculaba con Noroteo. Esto era lo que la vinculaba a él.
Pero ahora el jinbei había regresado... sin ella . Ella lo había devuelto pero no había regresado, no había regresado a él. Eso golpeó fuerte el corazón de Cass. Casi pudo escuchar como éste se quebraba en miles de pedazo y, de repente, se sintió exhausto, disipándose la desesperación furiosa para dejar pasar una pena desoladora.
-¿Por qué me hace esto...?-gimió Cass hundiendo su rostro en la prenda.
Nevesio, entendiendo que Cass parecía recobrar algo de sentido, se acercó a él gateando para abrazarlo por los hombros.
-No creo que ella haya querido hacerte daño, Cass.
-Ella está rompiendo cualquier vínculo conmigo-sollozó en agonía, apenas capaz de articular una palabra, aferrándose a la prenda mientras se apoyaba en su abuelo.-Esto... se lo dimos para que viniera conmigo al festival, podría haberlo usado más veces... en el próximo festival o cuando quisiera... pero ahora lo ha devuelto. .. porque no va a volver. Lo ha devuelto porque no quiere volver, porque no lo va a volver a utilizar. Ella...-apenas capaz de pronunciar con su voz entrecortada, como si las palabras se negaran a salir de su garganta-Abuelo, ella no quiere volver a verme.
Decir esas últimas palabras fue demasiado para el chico que se desplomó por completo, abrazando nuevamente la prenda con desesperación mientras lloraba como si le acabaran de quitar algo de incalculable valor. Todo lo que Nevesio pudo hacer fue abrazar a su amado nieto y dejarle desahogar su dolor. Si alguien podía comprender cómo se sentía Cass, ése era Nevesio, porque veía mucho de sí mismo en su nieto, tanto lo bueno como lo malo.
Cass tenía el corazón roto, una maldición por haberse enamorado demasiado joven, cuando todavía era demasiado inmaduro para lidiar con sus sentimientos por la chica y, a su vez, con su propia percepción de sí mismo. Cass tenía demasiado desprecio por sí mismo, sentimientos que eran incompatibles cuando se amaba a alguien, pero totalmente normales cuando se atravesaba la adolescencia. Sus inseguridades y su obsesión por demostrar lo contrario terminaron haciendo que la chica saliera herida, y ahora estaba pagando con las consecuencias de ello.
Y eso es lo que el pobre chico le era imposible de superar, Cass tenía mucho más de lo que arrepentirse que su autodesprecio y obsesión, esto había quedado muy atrás en su lista de preocupaciones, y ahora lo único que lo golpeaba fuerte era el hecho que la chica de la que estaba enamorado estaba cortando todos los lazos que la unían a él de una forma u otra, vínculos que podrían hacer que Cass tuviera la pequeña esperanza, consciente o inconsciente, de poder volver a verla algún día. Eso fue más doloroso para Cass que cualquier otro castigo que hubiera recibido hasta ahora.
Y si Cass era similar a él, su propio abuelo, Nevesio sabía que este amor iba a ser el único que el niño experimentaría. La chica, Juliana, nunca abandonaría su mente una vez que fue elegida por él, sin importar con quién estuviera o quién continuara con su vida, Cass había decidido que ese lugar especial en su corazón solo podía reservarse para ella. Nevesio lo sabía bien, había visto esa chispa brillar en los ojos de Cass cuando hablaba de la chica, la misma chispa que su propia madre había visto en él cuando conoció a Heladia, su hermosa vecina, cuando solo tenían diez años y ya en ese momento supo que pasaría toda su vida a su lado.
Ahora Cass estaba destrozado por la pérdida de ese amor...
Nevesio no pudo ofrecerle consuelo por tal pérdida, pero oró para que su nieto encontrara la paz.
/*/*/*/*/*/*/
Cass abrió los ojos cuando sintió que los rayos del sol le deslumbraban, sacándolo del agradable sueño en el que había estado sumido. Lo primero que vio fue que la luz entraba por una pequeña apertura que tenían sus cortinas, por no haberla cerrado bien durante la noche. Parpadeó un par de veces y movió su cabeza para mirar a su lado.
Una leve y somnolienta sonrisa apareció su cara cuando vio el rostro dormido de su compañera, descansado plácidamente, a cubierto de los rayos del sol por el propio cuerpo de Cass que actuaba como un muro. Sintió que su corazón aleteaba; ella seguía a su lado, no había escapado.
Cass se incorporó un poco y cerró del todo las cortinas para hacer que la habitación quedara en penumbra, antes de acomodarse al lado de la mujer y atraerla a su pecho para seguir descansando. No le importaba la hora que fuera, si era de mañana, tarde o si estaba cayendo el sol, todo lo que quería era seguir en aquella cómoda intimidad que ambos estaban compartiendo y que ella pudiera estar a gusto mientras recuperaba las horas de sueño perdidas. Pudo experimentar un agradable deleite cuando la sintió acurrucarse contra él, dejando escapar un suspiro de gusto.
Pasó mas de una hora, pero Cass no se volvió a dormir, pero se quedó cómodamente disfrutando de hacer el perezoso junto a la chica. No sabía por cuanto tiempo iba a poder disfrutar de esto pero quería aprovechar todo lo que pudiera. Y así fue hasta que notó que Juliana comenzaba moverse. La soltó para darle un poco de espacio, pero sin alejar sus manos de ella, sintiéndose derretir cuando contempló aquellos ojos escarlatas que se iban abriendo poco a poco ¡Maldita sea, ella era demasiado adorable!
-Hey...buenos días-la saludó con un susurró antes de rozar con mimo su nariz con la de ella, aprovechando que estaba adormecida.
-¿Cass...?-susurró Juliana parpadeando lentamente antes de caer en la cuenta de la situación. Echo un vistazo rápido a su acompañante y a su entorno, dándose cuenta de que no estaba en su dormitorio y que ambos estaban desnudos. Juliana, con un rubor de vergüenza, suspiró y hundió la cara en la almohada.
-Al menos esta vez no te has escapado. Gracias por eso.-bromeó Cass, abrazándola de nuevo y frotando su mejilla contra la cabeza de Juliana.
-¿Qué hora es...?
-Ni idea.-se encogió él de hombros, sin ningún interés en saberlo. Estaba bastante cómodo ahora mismo.
Juliana, como pudo, se incorporó de la cama, con Cass colgando de ella como un Grookie a su madre, antes de buscar su Smart Rotom en la mesita de noche. Su mirada entonces se topó primero con el cubo de basura que estaba al otro lado de la mesita y pudo ver tres condones tirados.
Un ligero rubor se instaló en las mejillas al recordar todo lo sucedido durante la noche pero...en serio ¿tres...? ¿Hicieron falta tres...? Maldita sea, ni que fueran una pareja de Loppuny.
-Oh, tiene que ser una broma...-susurró para si misma pasando su mano por la cara antes tomar el dispositivo.-¡¿En serio?! ¡¿Son las 15:20?! ¡Cass, es muy tarde y...! ¡Por todos los...! ¡Cass, deja de babear en mi hombro y despierta!
-No quiero.-gruñó somnoliento como un niño pequeño.
-¿Me has oído? ¡Que son las 15:20!
-La hora perfecta para quedarnos en la cama.-dijo antes de usar su propio peso para obligar a Juliana a que volviera a acostarse.
Juliana dejó escapar un gruñido de hastío, con Cass encima de ella.
-No te imaginaba tan pegajoso.-murmuró por lo bajo.-Vamos, Cass, es muy tarde. Damián, Mencía y media escuela nos vieron salir ayer por la tarde y hemos estado desaparecidos hasta entonces ¿te das cuenta de lo que eso supone?
-Oh ¡tienes razón!-exclamó Cass levantando la cabeza con los ojos abiertos de par en par.
-¿Ves?
-Pero me da igual.-dijo antes de volver a derrumbarse sobre Juliana.
-¡OH, VAMOS!-exclamó ella, con todas las ganas de gritar ante la poca de cooperación de Cass.-¡Cass, que van acabar hablando de nosotros!
-Pues que hablen.
-¡Cass!
-Tu lo has dicho, Juliana, mucha gente nos ha visto irnos juntos y estoy seguro que alguien nos habrá visto volver juntos. Si no hemos aparecido esta mañana ni a la hora de la comida, todo el mundo ya sabe porqué ha sido. Así que ya es tarde para intentar disimularlo, te toca vivir con ello.
Mortificada y con ganas de tirarlo por la ventana, Juliana hizo el esfuerzo titánico de levantarse cuando Cass aun se negaba a soltarla pero el muy maldito apretó el agarre y, de nuevo, la obligó a quedarse acostada.
-Te odio...
-No sabes cuanto daño me haces diciéndome esas cosas tan feas.-susurró con voz somnolienta Cass, sin la menor preocupación.
-Cass, tengo que reunirme con Damián...-suspiró ella pasando su mano por el cabello de Cass.
-No.-gruñó de manera infantil.
-Cass...
-Estás cansada...-señaló acercando su rostro al cuello de Juliana.-Has estado durmiendo muy poco desde que volviste de tu viaje, y aun con todo lo que hicimos, te costó dormir.
-Oh, no, no se te ocurra ir por ahí...-murmuró abochornada.
-Y di todo mi empeño ¿eh? Pero me costó tres asaltos conseguir que cayeras rendida.
-¡Aaaarg! ¡Y tienes que ir por ese camino, tu...!
-Cuatro, si contamos la vez que...
-Cass, te advierto que como termines esa frase te dejo colgado y desnudo en la parte mas alta de Academia donde todo el mundo pueda verte...
Divertido por sus amenazas, Cass rió y al siguiente empezó a repartir besos por el cuello de Juliana.
-Vamos, Julie, estás a gusto y te vendría bien descansar un poco mas. Ya contactarás con Damián mas tarde, él sabe dónde esta mi habitación, si estuviera preocupado por ti habría venido corriendo para buscarte hacía horas.
Juliana se lo pensó por unos segundos mientras Cass continuaba con su seguidilla de besos, debía reconocerlo, aun estaba cansada por todo el sueño atrasado que tenía y Cass era una compañía agradable y tentadora.
"Esos malditos ojos tentadores son los que me han llevado hasta aquí"
-¡Pff! Cass, para, me haces cosquillas.-dijo ella poniendo su mano en la frente de Cass para alejarla de su cuello y poder verse a los ojos.-No mentías cuando me dijiste que preferías despertarte con tus amantes, aunque no me imaginaba que fueras así de afectuoso.
"Tu no eres una amante" fue lo que quiso contestar, pero en su lugar, preguntó:
-¿A que te refieres con afectuoso?
-Bueno, míranos.-señaló ella sin embargo, Cass solo respondió arqueando una ceja, confundido a lo que se estaba refiriendo, por lo que Juliana tuvo que aclarar-Nunca antes me habías tocado, Cass, ni siquiera un pequeño roce cuando nos conocimos, pero desde que nos hemos vuelto a ver parece que el contacto físico se ha vuelto algo muy natural para ti.
Cass la miró sin decir nada por unos segundos, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para poder responder sin crear una situación que pudiera romper la atmosfera de comodidad que estaban teniendo. Fue entonces cuando recordó una cosa que Juliana le había dicho:
-Ayer, cuando estábamos comiendo, me dijiste que uno de tus padres es de Sinnoh ¿no?
-¿Uh...? Si, mi padre.
-¿Has llegado a estar en Sinnoh? ¿Sabes cómo funcionan las cosas allí?
Juliana creyó entender a lo que se refería y asintió con la cabeza. Su padre, natural de Ciudad Jubileo, la había llevado varias veces para visitar a los abuelos, tíos y primos que permanecían en la región y, desde luego, su manera de comportarse y hablar eran muy diferente a Paldea, incluso a su lado materno de la familia en Galar. Ninguno era físicamente afectuoso, incluso Juliana recordaba que, de niña, le resultaba extraño que sus abuelos paternos tuvieran incluso una distancia respetuosa entre ambos cuando estaban en público. Su padre le explicó que la educación y la manera de tratar a los demás en Sinnoh era diferente a la de Paldea o Galar, sin embargo, tenían otras maneras de mostrar afecto genuino. Una de ellas, por ejemplo, era que la abuela se levantaba muy temprano por la mañana solo para poder hacer mochis caseros para sus nietos, o que el abuelo te pedía que lo acompañarás a dar un paseo y que luego te compraría una bolsa de chucherías sin que los otros adultos se enteraran.
-Noroteo es igual con la diferencia de que conserva comportamientos mas tradicionales que prevalecieron desde la época en que Sinnoh aun se la conocía como Hisui. Tocar a otra persona implica un nivel de intimidad muy alto aunque sea solo rozar las manos o incluso estar sentados cerca uno del otro.
-Pero...cuando nos volvimos a ver, me abrazaste sin pensarlo dos veces-recordó ella, al pensar en su charla en el aula de cocina.
"Y siempre me he arrepentido de no haberlo hecho antes"-pensó Cass con tristeza al recordar como, en aquel entonces, su mayor anhelo, aparte de impresionar a Juliana, era poder encontrar una excusa válida para tomar su mano y cómo pensó que en el festival podría tener la oportunidad de hacerlo bajo el pretexto de guiarla para que no se perdiera. Lo había deseado desde que sus hombros prácticamente se rozaron cuando él le dio aquella indicación en el mapa del Smart Rotom. Pero nunca se atrevió, el miedo a ser demasiado evidente con sus sentimientos y que se rieran de él, a su extrema timidez y a que Corín estaba constantemente a su alrededor mirando cada cosa que hacían, le hizo acobardarse de cada intento.
Siempre se arrepintió de no haber tenido el coraje de hacerlo, incluso cuando estaba en aquel estado desquiciado, las veces que pensaba en esas oportunidades desperdiciadas por su propia cobardía, lo enfadaban y lo entristecían al mismo tiempo, y acababa convenciéndose más y mas de que así lo veía todo el mundo, incluyendo la misma Juliana.
No tenía ninguna experiencia del tacto de las manos de Juliana o de su calidez en un abrazo que hubiera podido conservar en su memoria. Cuando la abrazó en el aula de cocina, fue solo obedeciendo un irrefrenable impulso, pero no solo sintió un abrumador alivio, se sintió que una parte de él se había revitalizado al poder al fin estrechar a la chica que amaba, y estaba seguro de que no la dejaría ir nunca mas.
-Estaba muy aliviado de ver la manera en que reaccionabas conmigo.-admitió Cass-Desde que supe que iba a venir y que volveríamos a vernos, estaba aterrorizado de toparme contigo y que, no sé, fueras a golpearme, a desmayarte, a huir o...no sé, solo sé que se me quitó una losa muy pesada cuando me regañaste por ser imprudente y no por otra cosa.
Juliana entendió a lo que se refería y estuvo tentada a responder pero las palabras se le atascaron en la garganta. Cass, se dio cuenta de su vacilación, por lo que prosiguió:
-También debo decir que la Academia Arándano ejerció mucha influencia en mi, en Teselia si que son bastante mas físicos de lo que son en Sinnoh; me tomé mi tiempo pero también comencé a sentirme cómodo teniendo contacto físico con los demás-mencionó mientras se acomodaba, acostándose boca arriba y mirando hacia el techo.
-Puede que ambas cosas hayan tenido que ver, porque te puedo asegurar otros chicos no son tan atentos como has demostrado tu.-dijo ella volviendo acariciar los cabellos de Cass.
Cass solo sintió un pellizco de molestia cuando la escuchó decir aquel halago que dejaba implícito que ya hubo otros. Cass era consciente, incluso la primera noche que pasaron juntos, Juliana le había dejado claro que no era su primera vez pero no le gustaba que ella dejara caer que hubo otros antes que él. Y era estúpido, sabía que era estúpido pensar de esa manera cuando él mismo había tenido pareja antes pero aun así sentía que su estómago se revolvía al pensar en Juliana con otro tipo, o que alguien mas haya podido ver lo que él vio anoche. Cass gruñó, descontento con sus propios sentimientos; quizá solo fuera ese lado infantil e inmaduro que estaba siendo territorial con ella.
¿Estaría mal una pequeña venganza para que ella supiera que eso no sienta bien?
-Supongo que puedo entenderlo, yo tampoco encontré muchos chicos que fueran atentos en momentos así.-dijo con naturalidad.
Juliana con curiosidad, preguntó:
-¿Tuviste malas experiencias...?
-Tuve de todo, pero...-abrió los ojos y le dio una pequeña sonrisa a Juliana, pensando en su siguiente maldad.-La mayoría de ellos tenían algo que me gustaba, porque la verdad es que he estado con mas chicos que chicas.
-Oh...¿en serio?
-Si, me gustan tanto los chicos como las chicas, pero no sé por qué pero con las chicas...
-¿Qué pasa con ellas...?-siseó con cierta irritación para deleite de Cass.
-Digamos que no alcanzaban mis expectativas.
-¿...Ninguna de ellas?
-¿Quién sabe...?-sonrió de manera socarrona mirándola de manera provocativa por el rabillo del ojo.
Pese a que era consciente de que Cass estaba buscando molestarla, Juliana mordió el anzuelo. Porque, siendo honestos...¡¿quién se había creído ese niño?!
-Oye, Cass...¿de casualidad te gusto porque mi aspecto se parece al de un hombre?
Cass fingió pensar profundamente en ello. La verdad era que Juliana tenia un físico que le atraía y el tiempo que pasaron juntos en la cama lo dejó satisfecho como nunca antes lo había hecho con una mujer, sentía que estaban haciendo algo bien, algo que había encajado como piezas de un rompecabezas. Y sabía por qué se sentía así. Cass había nacido y criado en Villa Versui, el único pueblo habitable dentro de la Comarca de Noroteo, una localización discreta que estaba en algún punto de Sinnoh; suficientemente aislado como para que, como había dicho antes, llegaran a prevalecer las costumbres y mentalidades tradicionales que llevaban existiendo desde la antigua Hisui, su internamiento en la Academia Arándano desde pequeño había servido para que la mentalidad tradicional no calara tan fuerte en él como a los que nunca salieron de la comarca, sin embargo, si fue suficiente para que algunas cosas estuvieran fuertemente arraigadas a él.
Una de esas cosas era que Cass creía firmemente en que solo podía existir una única persona en todo el mundo para él.
Había salido con todo tipo de personas desde su adolescencia; hombres y mujeres, algunos mas mayores y otros mas jóvenes que él. Había disfrutado de todas sus relaciones a su manera. Sin embargo, él ya había elegido a su mujer y su corazón tuvo que escogerla cuando aun era un niño estúpido y demasiado débil para manejarlo.
Juliana era la única mujer con la que sabía que se sentía correcto estar y luego de haber pasado la noche con ella lo tenía comprobado; con sus ex, a pesar de que se llevaba bien con ellos, siempre terminaba sintiéndose como algo que no terminaba de encajar para él. Y eso era porque Cass hacia mucho que ya había elegido a la persona que quería a su lado y nadie iba a poder tomar ese lugar mas que ella.
Pero tristemente, Cass no podía admitir aquello en voz alta, por mas que se muriera de ganas de hacerlo. Eran grandes palabras, llenas de una intimidad y compromiso que aun no se sentía listo para confesarle dada la naturaleza incierta de su relación actual. No eran una pareja, ni siquiera eran amigos, pero se sentían poderosamente atraídos el uno por el otro como para acabar en situaciones en las que estaban ahora. Y si bien Cass quería tener mucho mas que eso, no era capaz de preguntarle a Juliana qué quería ella de él y, si era sincero, le daba terror preguntar y decepcionarse. Él quería todo de ella, pero el no saber si era reciproco, especialmente con la tragedia sucedida entre ambos, le estaba comiendo por dentro.
De momento, hasta que ella decidiera dar el paso de tener esa importante conversación que debían tener, Cass sabía que debía mantener la boca cerrada, de lo contrario, la abrumaría, puede que incluso la asustaría y todo el acercamiento que había conseguido hasta ahora se terminase. Y Cass no podría soportar volver a sentirla lejos de él ahora que al fin la había tenido en sus brazos.
Entonces, Cass torció un poco el gesto, aun fingiendo pensar en una respuesta para la pregunta de Juliana y, con una sonrisa juguetona, respondió:
-Ahora que lo dices....
Juliana sintió un tic en el ojo. Muy bien ¡eso fue suficiente!
Juliana, a la velocidad del rayo, se incorporó de golpe en la cama antes de ponerse a horcajadas sobre las caderas de Cass al mismo tiempo que sacaba el envoltorio de otro condón y lo dejaba sobre el pecho del chico.
-Okey, no deberías haber insinuado eso, niño.
Divertido y encantado de que su plan hubiera funcionado, tomó a Juliana de la cintura.
-¿Qué pasa? ¿Te da celos que me haya podido gustar mas los hombres que tu?
-No sé, Cass ¿a ti te da celos que yo me lo haya podido pasar mejor con los hombres con los que estuve antes de ti?
-Y tienes el descaro de llamarme a mi niño.-siseó Cass, algo molesto por su pregunta.
-Porque lo eres, así que ahora vas a portarte bien y a dejar que esta mujer se ocupe de enderezarte ¡niño presumido!-y Juliana se abalanzó hacia su boca, mientras Cass, encantado, la recibía con el mismo fervor.
/*/*/*/*/*/*/*/
-Vamos, Juliana, contesta.-gimió Damián pasándose la mano por el cabello mientras miraba el duodécimo mensaje que le había mandado a Juliana sin obtener respuestas ¡ni siquiera lo había visto!
Damián no era idiota, podía adivinar perfectamente qué era lo que estaba haciendo Juliana para estar desaparecida ¡pero maldita sea! ¡¿Todo el maldito día?! ¡Desde la tarde anterior se había ido con Cass y no la había vuelto a ver! Se dio un golpe contra la mesa de la cafetería, enervado de lo que esto podía suponer.
Paradox había avisado de que esto pasaría entre ella y Cass, fue muy claro al decir que era cuestión de tiempo, y Juliana estaba en proceso de dejar ir todo el pasado, pero esta no era la manera y mucho menos cuando ya tenían tanto con lo que lidiar por lo que encontraron en Alola, Juliana no debería tener que lidiar ahora con Cass, no en ese sentido al menos.
Damián miró su puño cerrado antes de abrirlo y ver lo que sostenía; una piedra azul oscuro en forma de rombo.
-Joder, Juliana...
-¿Qué pasa con Juliana?
Damián dio un brinco en el sitio del susto y al mirar al frente pudo ver la mirada seria de Noa que se encontraba con los brazos cruzados.
-Noa...
-Con tu permiso...-dijo ella sentándose justo frente a él mientras abría un paquete que contenía una especie de bollito dulce.-¿Vas a explicar qué está pasando con Juliana?
-Oh, no pasa nada, es solo que parece que...
-Deja de tomarme por imbécil.-gruñó ella sobresaltando a Damián.
-¿Disculpa...?
-¿Hasta cuando piensas seguir jugando al despiste conmigo, Damián? Yo no soy Mencía y he visto lo raros que os habéis estado comportando tú y Juliana desde que volvisteis de Alola, y no solo eso; el extraño comportamiento que está teniendo Juliana con ese tipo, Cass, el mismo que casi hace que perdiéramos ¿De verdad piensas que no me doy cuenta de cómo se miran esos dos?
-¿Q-Que quieres decir...?
-Damián, segunda oportunidad, si hay que darte una tercera, se acabó.-siseó ella dejando claro que hablaba en serio.
-Noa...yo...
-He visto a esa chica llorar hasta le extenuación por lo que aquel imbécil le hizo, he visto su vida arruinada, la he visto hundida en el pozo mas profundo...pero se va contigo a Alola y cuando vuelve y le ve...¿se lanza a sus brazos como si nada? ¡¿Que está pasando aquí, Damián?!
Damián se encogió en el sitio ante la intensidad del enfado de Noa y no podía decir que no la entendiera. Juliana y él habían acordado que el asunto delicado de Alola debían saberlo el menor número de personas posibles, y precisamente ayer Mencía había demostrado lo fácil que podía ser que se divulgaran los asuntos delicados, aunque esto estuviera siendo compartido por un grupo de amigos.
Pero según Paradox el tema de Cass y Juliana era inevitable y tarde o temprano tenía que pasar, no era intrínsecamente malo, pero esos dos no estaban en la mejor posición y llamaba demasiado la atención lo bien que se llevaban cuando sus vidas se habían arruinado cuando uno casi asesinaba al otro.
-Damián, somos amigos...-le recordó tomando al chico de la mano al ver que estaba sufriendo en sus propios pensamientos.-Y esa chica me importa tanto como a ti. Le debo mi vida y tu le debes la tuya y la de tu Mabosstiff. Así que si algo pasa con ella, quiero saberlo.
Damián miró por un segundo hacia otro lado, pero al sentir la punzante mirada de Noa dio un suspiro.
-Vas a pensar que estoy loco.
Noa rió con ironía.
-Deja que sea yo la que decida eso.
El aspirante a chef suspiró y empezó a hablar. Y cuando terminó, Noa perdió el color de su cara y su agarre en las manos de Damián se perdió.
/*/*/*/*/*/*/*/
-Esto es una tontería.-comentó Cass con un tono de voz algo decepcionado, sentado en su cama mientras veía a Juliana salir del baño mientras se secaba el cabello con una toalla.-No veo motivo por el cual no podíamos tomar una ducha juntos.
-Si ¡que te crees que iba a dejar que eso pasara!-rió Juliana colocando la toalla alrededor del cuello antes de acercarse a Cass y colocarle otra toalla en su húmedo cabello.-Creo que por hoy ya has acaparado suficiente mi atención.
En respuesta, Cass la rodeó de la cintura para atraerla a él y sentarla en su regazo.
-Podría seguir acaparando si me dieras un poco mas de margen, estoy seguro de que no te arrepentirías.
-¡Oh, Cass, en serio!-dijo ella intentando sonar ofuscada, algo imposible de trasmitir si una sonrisa estaba dibujada en su cara.-De verdad que eres pegajoso, empiezas a parecer un Arbok atrapando una presa.
-Prefiero ser un Serperior, muchas gracias.
-Oh ¿en serio? ¿Un Serperior?-preguntó arqueando una ceja, fingiendo un tono de sorpresa.
-Si, es elegante, majestuoso y el rey de los iniciales de tipo planta.-describió como si estuviera dando toda una clase magistral sobre el Pokémon.
-Pfff ¿te ves a ti mismo como elegante, majestuoso y un rey de algún tipo? Muy arrogante de tu parte.
-Soy el campeón de mi escuela; eso me convierte en el rey de la Academia Arándano.
-Lo que tu digas, Su Alteza.-bromeó ella antes de tomar su cara y unir sus labios con los de él.
Ambos disfrutaron de aquel beso, tomándose su tiempo para degustarse mutuamente, el movimiento lento de los labios en suaves caricias y dando pequeños mordiscos. Cass acarició el labio inferior con la lengua, pidiendo permiso, consiguiendo acceso casi de inmediato cuando se encontró con la suya. Aquel contacto intimó calentó el corazón de Cass y buscó profundizar un poco mas, estrechándola para acercarla a su cuerpo, eso hasta que se vio sorprendido de ser separado de ella y que sus manos le cubrieran la boca.
-Oh, no, ya conozco tus trucos, señorito, no caeré esta vez.-se burló ella separándose del todo de él, para disgusto de Cass que prácticamente gruñó ante la pérdida de su calidez.-Ya hemos tenido suficiente y va siendo hora de volver a enfrentar la vida real.
-Juliana.
-¿Si?
Por un segundo, cuando Cass miró aquellos preciosos ojos tuvo la tentativa de contarle la verdad, todo aquello que pasaba por su cabeza. Que no quería enfrentar la vida real si eso significaba perder lo bonito que estaban sucediendo entre ellos en su habitación. Lo que habían compartido había estado bien, mas que bien, pero...él quería más; quería mas citas como la de la tarde anterior, quería mas mañanas en que los dos solo estuvieran descansando y haciendo el vago en la cama, quería invitarla a cenar, quería que ella le llevara a conocer las montañas que rodeaban Ciudad Meseta, quería compartir con ella todos los besos posibles en cualquier sitio. Quería que ella le contara todas sus preocupaciones, quería que pudiera verle como su aliado y su apoyo o que ambos compartieran información sobre Terapagos para dar por zanjado aquel tema y poder empezar a tratar lo que había entre ellos.
Quería pedirle que lo aceptara como su novio. Si era demasiado pronto para eso, al menos quería pedirle que salieran para conocerse mas y desarrollar mas y mejor su relación. Poder demostrarle que podía ser una buena pareja para ella, si le daba la oportunidad.
Cass lo veía, ella lo anhelaba igual que él a ella, pero había algo mas, algo que no estaba bien, algo que ella no le estaba contando pero Cass era consciente de la manera en que la química entre ellos reaccionaba. Se gustaban, se atraían.
Pero todavía no era el momento para ello, había decidido que dejaría que fuera Juliana la que tomara la iniciativa para ser algo mas. Se lo debía.
-Respecto a la investigación de la profesora Brie...solo quiero que sepas que estoy de tu parte, hasta las últimas consecuencias.
Juliana, que se había dado cuenta que aquello no era lo que Cass quería decirle, se volvió acercar a él, apartó un mechón rebelde de su cara, antes de besar su frente con un afecto que a Cass le conmovió, sintiendo que aquel gesto decía mas que las palabras.
-Lo sé y no voy a olvidarlo.-susurró ella antes de volver a separarse dejando que ambos sintieran un frío punzante ante la pérdida del calor del otro.-Te veré mas tarde, Cass.
Cass solo la contempló irse, y una vez ella salió por puerta, de nuevo aquella sensación de implacable soledad cayó sobre él. La dulce magia que había llenado la habitación se había esfumado tan pronto se quedó solo. Había pasado una noche y día agradables, pero aquello solo era una pequeña parte de todo lo que quería y ella se había llevado todo lo bueno consigo.
Cass quiso sollozar, temiendo que esto fuera acabar con él.
CONTINUARÁ....TAL VEZ.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro