TERACRISTAL
-¡Wow! ¿Has visto eso? ¡es la primera vez que veo de cerca un Primarina!-exclamó Damián mirando un pequeño espectáculo callejero que estaba teniendo lugar en la playa, mientras Juliana se encontraba mas apartada jugando a forcejear una pelota con Genzaidon.
-¿Verdad que son preciosos?-preguntó divertida, con la voz cortada por el esfuerzo de estar midiendo su fuerza con su Pokémon, justo antes de que éste diera un tirón mas fuerte y la hiciera caer de bruces al suelo.-Auch...¡Genzaidon! Pequeño tramposo ¡ya verás cuando te pille!-exclamó con una sonrisa competitiva mientras que Genzaidon, feliz por su victoria, huía de ahí con su pelota en la boca siendo perseguido por su entrenadora
Damián se carcajeó ante la divertida persecución ¡era hilarante ver a una humana intentando perseguir a un Ciclyzar y que éste estuviera escapando de ella usando solo sus patas traseras que lo hacían tambalearse hacia los lados!. Miró al resto del grupo de Pokémon que estaban repartidos por la playa, sintiendo gozo de ver que todos se lo estaban pasando bien, unos tomando el sol, otros echando una siesta en la sombra de una palmera, algunos jugando en la orilla esquivando las olas, otros robando algo de comida y otros jugando en el mar.
Venir a Alola había sido una gran idea, aunque Damián había venido con el objetivo de conseguir ingredientes y nuevas recetas, el que Juliana le acompañara había convertido la experiencia en algo mucho mas gratificante que si hubiera venido solo. Le daba algo de vergüenza admitirlo, pero Damián no tenía precisamente un espíritu aventurero y cuando quería hacer algo parecido requería de bastante de fuerza de voluntad, la última vez que hizo una gran aventura fue para ayudar a Juliana con todo el problema del Área Cero y porque su madre estaba involucrada y antes de eso, era para salvar la vida de su Mabosstiff que, dicho de nuevo, no habría logrado hacerlo sin Juliana.
Miró a su querido compañero, quién estaba perezosamente tumbado en la arena echándose la siesta al sol junto a Haiba y a Scovillain. Damián no podía estar más feliz de ver a su querido compañero así, sano y feliz, luego de esa angustiosa época en la que no estaba seguro de poder hacer que sobreviviera luego de su periplo en solitario por el Área Cero. Se había arrepentido de haber ido aquel lugar y estuvo seguro que ya nunca más regresaría pero, de nuevo, Juliana le hizo regresar y nunca se arrepintió de ello.
Siendo realistas, Juliana tenía un don único en atraer los problemas y al mismo tiempo era capaz de sacar beneficio de cada una de sus situaciones. Ella logró hacer que Koraidon pudiera recuperar todo su poder luego de vivir con miedo por su derrota contra el otro Koraidon; gracias a ella pudo salvar a su Mabosstiff encontrando todas las Especias Ocultas que necesitaba, también pudo saber lo que le ocurrió a su madre y, aunque no fuera del todo un consuelo, pudo decirle adiós aquella IA que había tomado su voz y apariencia, no era la verdadera Albora, sin embargo, Damián pudo sentirse en paz consigo mismo al haber podido despedirse de ella y fantasear que allá donde fue era libre y feliz.
El sentimiento de gratitud, amor y deuda que sentía hacia aquella chica era enorme, la amaba como su mejor amiga, incluso mas que eso, como una hermana, alguien que había escogido como familia y que su cariño era correspondido.
Por supuesto que Damián diría que si a que ella le acompañara a su pequeña aventura de búsqueda de ingredientes, y así poder tener los dos unas merecidas vacaciones. El hotel, nadar en la piscina, los ratos en la playa, la deliciosa comida de los restaurantes, la gente que habían conocido, la cantidad de Pokémon exóticos que habían podido ver, las leyendas locales y el siguiente objetivo era explorar la zona de cuevas de la isla de Akala. Tal vez lo único que empañaba el buen momento era el recordar que Mencía y Noa no habían podido acompañarles por incompatibilidad en sus horarios, sus roles como campeonas de Paldea junto a sus respectivos trabajos ligados a la Liga Pokémon las tenían demasiado ocupadas, solo Juliana había podido permitirse solicitar unas vacaciones.
-Damián...
Al escuchar la voz de su amiga, Damián volteó a verla y casi se carcajeó en su cara cuando la vio siendo llevada entre las fauces de Koraidon como si fuera un cachorro, sosteniéndola por su top blanco.
-No voy a preguntar qué ha pasado.-desde luego, si no conociera bien la relación entre esos dos, le daría miedo ver a Koraidon cargando así con Juliana.
-Digamos que Genzaidon ganó la batalla con refuerzos-se encogió ella de hombros, nada preocupada. Koraidon solo tenía una cara de felicidad y, detrás de él, Genzaidon mordía su pelota, haciéndola sonar con cada mordida.-Pero...¡yo soy mas tenaz!
En un movimiento extraño y algo retorcido, Juliana se encaró a su Pokémon, enredó sus brazos y piernas al cuello y cabeza de Koraidon, haciendo un raro intento de llave de arte marcial. El Reyalado quedó impasible a sus esfuerzo, manteniéndose totalmente quieto mientras Juliana ponía todos sus esfuerzos en inmovilizarlo.
-¡Lo tengo, Damián! ¡Está totalmente indefenso!-exclamaba ella con la voz entrecortada por el esfuerzo pero en un tono triunfante. Damián solo se quedó mirando aquel espectáculo que encontraba mucho mas entretenido que el de Primarina.-¡Si...! ¡Aquí estamos, humanos y Pokémon Paradox enemigos mortales! ¡Y seremos los vencedores de esta sangrienta batalla!
Koraidon arqueó una ceja y, sin esfuerzo alguno, sacudió la cabeza haciendo que Juliana cayera a la arena de espaldas y se dejó caer sobre ella. Aplastándola y dejándola inmovilizada contra el suelo. Genzaidon, que encontró aquello divertido, se subió a la espalda de Koraidon a seguir haciendo sonar su pelota.
-Auch...
Damián, haciendo el esfuerzo por no reírse, se agachó a la altura de Juliana.
-Bueno ¿Qué tal va esa sangrienta batalla legendaria?
-Van ganando...-admitió ella con tono derrotado pero alzando la mano para rascar un lado de la cabeza de Koraidon, quien movió su plumaje a modo de reacción.
Acomodándose a su lado se quedó mirando de nuevo hacia el espectáculo de Primarina, que ahora estaba haciendo un espectacular giro mientras era rodeado por agua y polvo de hadas.
-Tengo entendido que Primarina es la evolución final de Popplio, y forma parte del trío de iniciales de Alola.-comentó casualmente, sin poder quitarle la vista de ese Pokémon tan bonito.-Tu pudiste ver de cerca un Primarina ¿verdad?
Juliana, ahora sentada y con la cabeza de Koraidon en su regazo, se quedó callada por un segundo, mirando al Pokémon sirena con cierto pesar reflejado en sus ojos.
-Aroa, la Alto Mando de tipo Hada de la Academia Arándano tenía una Primarina en su equipo. También en el Biodomo había Popplio salvajes.
Damián tensó la espalda al escucharla y la miró preocupado por el rabillo del ojo, quiso darse un golpe a si mismo al ver que la mirada de su amiga se había vuelto triste a pesar de la diminuta sonrisa que se asomaba por su rostro ¡no había hecho ese comentario para que los malos recuerdos volvieran a su cabeza! No mencionar nada que tuviera relación con la Academia Arándano era un acuerdo tácito y silencioso entre todo el grupo de amigos, con el fin de ayudar a mantener la tranquilidad en la mente de Juliana.
Por supuesto, Juliana ha visto a Primarina en otras ocasiones a lo largo de los años que llevaba siendo entrenadora, sin embargo, también es cierto que la primera vez que vio uno fue el que tenía aquella chica, Aroa, en su equipo. Era lógico que ella fuera la primera persona con un Primaria que le viniera a la mente. Damián ni siquiera lo pensó, estaba embelesado por la belleza de ese Primarina y había hecho el comentario para que Juliana pudiera contarle alguna otra anécdota relacionada con los espectáculos que hacia este Pokémon, no porque quisiera que recordara a la chica de la Academia Arándano.
-¿Has...hablado con ella?-pregunto con prudencia, a pesar de que sabía de cuál sería su respuesta.
Juliana negó con la cabeza y Damián bajo los hombros.
Juliana no había tenido contacto con nadie de la Academia Arándano desde que ocurrió el incidente, y que había cortado el contacto con todos los amigos que había hecho durante su estancia allí, pero haberse mantenido en comunicación con ellos solo habría hecho que Juliana nunca hubiera podido desvincularse del accidente y lo mas sano para ella fue cortar de raíz a todas las personas que estuvieron involucradas en aquella escuela.
Damián había visto a Juliana en sus peores momentos, aquel incidente había supuesto un antes y un después para ella, costó sudor y lágrimas, mucho tiempo y mucha paciencia para poder recuperar algo de lo que era. Y su anterior ser nunca volvió del todo. Algo se quedó roto. Y Damián era consciente de ello cuando aun tenía episodios de abatimiento y pena cuando recordaba algo relacionado con la Academia Arándano.
En especial, cuando algo se relacionaba con aquel chico que fue responsable. Damián apretó los puños solo con recordarlo. Estaba seguro que jamás podría perdonarle el dolor que le causó a Juliana.
-Cambiando de tema ¿te acuerdas de esos dos chicos que conocimos en la piscina del hotel?-preguntó de manera casual. Damián cortó el hilo de sus pensamientos y le prestó toda su atención.
-Si, el de pelo rubio y el otro de ojos naranjas.
-Pues ése, el de los ojos naranjas, se llama Suguri.-jugueteó con su propio cabello mirando tímidamente hacia otro lado mientras Damián arqueaba una ceja.-Nos volvimos a encontrar cuando estuve dándole un baño a Haiba, me pareció un chico interesante e intercambiamos números.
-Ajá, creo que sé hacía dónde va esto.-murmuró él rodando los ojos al ver la mirada llena de interés de Juliana. Él ya estaba familiarizado con esa mirada. La de alguien que había encontrado a una persona interesante con la que divertirse.
-Oh, vamos, no actúes así.-suplicó ella con una sonrisa nerviosa.-No me odies, pero me ha invitado a ir con él a explorar las cavernas de las deidades locales, y me apetece mucho ir con él...
-O sea, que me vas abandonar por un guapo isleño ¿no es así?
-¡Oh, vamos, no me hagas sentir culpable! ¡Y para que lo sepas, Suguri no es de Alola, así que no te estoy cambiando por un isleño!-se defendió ella.
-...No sé, me siento enfadado, se supone que esas cavernas las íbamos a explorar juntos y ahora me dices que vas a ir con un chico cualquiera para llevártelo a la cama. Yo pensaba que tus amigos estaban antes que tus ligues-infló sus mejillas mirando para otro lado.
-Vamos, siempre vas a estar por delante de mis ligues ¡pero esto también me apetece mucho! te prometo que luego me dedicare en cuerpo y alma a ti, pero quiero quedar con este chico y pasarlo bien ¿no es eso parte importante de este viaje? ¡Vamos, querido hermano mayor! ¿Por favoooooorr?
Damián la miró por el rabillo del ojo y sintió su estómago hundirse cuando ella le devolvió la mirada con sus brillantes y suplicantes ojos rojos, algo con lo que Damián no podía luchar ¡maldita sea ella y su adorabilidad!
-¿Y qué quieres que te diga?-suspiró derrotado pero dejando salir una sonrisa divertida.-Ve y pásatelo bien ¿Cuándo has quedado con él?
-Le dije que le mandaría un mensaje cuando regresemos al hotel-dijo ella mostrando su Smart Rotom.-Cuando estemos en nuestra habitación me ducharé y luego me iré con él.
-Esta bien, pero procura llevar contigo a todo tu equipo.
-Damián.-rodó ella los ojos pero sin borrar su sonrisa.
-No aceptaré discusión en esto, jovencita. Vas a irte con un tipo que no conocemos y lo harás cuando ya esté oscureciendo, así que quiero que siempre lleves a tus Pokémon contigo, si vais a explorar cavernas puede haber Pokémon salvajes y si ese tipo, Suguri, hace alguna tontería contigo, digamos que me sentiría mas cómodo sabiendo que tienes a alguien que te proteja, en especial esos dos de ahí.
Juliana miró hacia donde señalaba su amigo y al hacerlo pudo captar perfectamente tanto la mirada de Askari como la de Jabari clavarse en ella sin parpadear. Incluso parecían tener una siniestra sombra en sus rostros, a pesar de la distancia, era perfectamente capaz de ver esto. Ellos, que estaban disfrutando de la sombra que les daba una palmera, de alguna manera parecían ser conscientes del tipo de conversación que estaban teniendo y ambos habían activado su modo sobreprotector.
Todos sus Pokémon eran protectores con ella, pero Askari y Jabari desde luego eran otras palabras.
-Vale, no voy a poder escaparme de ellos.-asumió con una gotita de sudor resbalando por su rostro.-¿Qué harás tu?
Damián pensó un poco, repasando lo que podría hacer por su cuenta. Con Juliana, siempre todo implicaba intensidad, así que tal vez podría dedicarse hacer actividades mas relajantes.
-Mencía y Noa me preguntaron de conseguirles algunas cosas típicas de Alola, así que tal vez pueda aprovechar y me haga con algunas de esas cosas durante la fiesta que tendrá lugar en la plaza esta noche. Además, me gustaría pasarme por una de esas tiendas ambulantes de malasadas. Si tengo suerte, quizá pueda encontrar alguna chica bonita con la que estar, ya que tu vas a estar tan ocupada.
Pasaron el resto del tiempo en la playa compartiendo sus respectivos planes hasta que notaron que el sol había comenzado a bajar, momento que determinaron que debían regresar al hotel para que Juliana pudiera prepararse para su cita. Aun Damián no estaba del todo cómodo separándose de Juliana, a pesar de que ella era ya adulta y no era la primera vez que quedaba con chicos en circunstancias así, no podía evitar preocuparse por ella. Siempre iba a tener esa punzada de malestar cada vez que ella se alejaba de su vista para irse a pasarlo bien con un desconocido, al menos podía estar tranquilo sabiendo que Askari y Jabari iban a ser guardianes implacables para ella.
Juliana le envió un mensaje a Suguri y procedió a darse una ducha y a vestirse para su cita mientras Damián consultaba en su Smart Rotom las tiendas en donde pudieran vender a buen precio los artículos que le habían pedido Mencía y Noa, quizá incluso podría conseguirle algo a Erin, esa chica se había portado bien con él durante el curso anterior y le apetecía tener un detalle con ella.
-Bueno, Damián ¿Qué te parece?-preguntó Juliana saliendo del baño, ya vestida y preparada.
Damián la miró de arriba abajo, Juliana tenía un estilo marimacho en cuanto a su peinado se refiere pero estaría mintiendo si dijera que tenia falta de feminidad. Juliana era una mujer preciosa y ahora mismo se lo demostraba con aquellos pantalones holgados y la camisa que de manga corta que abrazaba su figura y realzaba sus curvas, y aquellas botas que le llegaban hasta la mitad de las pantorrillas. Damián se preguntó si estaba imitando ese estilo de Cayena, alguna vez le había escuchado mencionar a Juliana que la Alto Mando de tipo Tierra le parecía el ejemplo perfecto de mujer sexy.
-Creo que vas a dejar a ese pobre chico sin sentido tan pronto te vea.-halagó Damián.
Juliana le sonrió agradecida por el piropo mientras se ponía una pequeña mochila en donde llevar algunas cosas necesarias para la excursión y se ajustaba el cinturón en donde tenía sus poke balls.
-¿Me acompañarás a recepción?
-¿De verdad crees que estaría bien que tu cita te vea llegar al punto de encuentro del brazo de otro hombre?-cuestionó arqueando una ceja.
Juliana se ruborizó al darse cuenta que lo que decía era verdad, sacudió la cabeza, sin duda eso no era algo apropiado de hacer. Damián se levantó de la cama y se aproximó a ella, arreglando su flequillo.
-Recuerda, mantén tu Smart Rotom encendido todo el tiempo. Llámame o mándame un mensaje si necesitas que vaya a buscarte algún lado, no importa la hora que sea.
-No va a pasarme nada, Damián, si algo sé hacer, es salir de los problemas yo sola. Y tengo una larga lista de problemas en los que me he metido a lo largo de los años y de los que he salido ilesa.
-Es mi responsabilidad, Juliana, somos amigos pero aquí el mayor soy yo, así que deja de hacerte la fuerte y deja que cuide de ti, por una vez. Bastante haces cuidando de todos nosotros.
Enternecida por lo dulce que llegaba a ser Damián, Juliana se puso de puntillas y le dejó un beso en la mejilla. Damián parpadeó pero casi de inmediato, al ver su sonrisa, le acarició la cabeza.
-Pásatelo bien ¿de acuerdo? Intenta no regresar demasiado tarde.
-Y yo te pido que no te esfuerces en esperarme despierto ¿vale? Solo me falta sentirme culpable de que no quieras irte a dormir.
-Contigo, uno nunca puede estar tranquilo. Es mas, estoy seguro que algo va a pasar durante tu cita porque contigo ¡todo puede suceder!
-¡Pero que tonto eres! ¡No tiene porque estar siempre pasando cosas!-se carcajeó ella separándose de él para dirigirse hacia la puerta.-Aunque no se puede negar que conmigo nadie se puede aburrir.
Entusiasmada, dio un beso al aire en dirección a Damián y salió por la puerta ¡Suguri ya debía de estar esperándola y no quería perder el tiempo!
Cuando llegó a recepción, encontró al chico distraído mirando alguno de los cuadros decorativos repartidos por la pared. Juliana, aprovechando que aun no la había visto, lo recorrió con la mirada de arriba abajo.
Un hombre alto y tres años mayor que ella, vestido con una cómoda camiseta de tirantes, botas de montaña y pantalones holgados estilo militar. Pelo largo negro sujeto por una cola de caballo que dejaba al descubierto un rostro moreno y...esos ojos. Sin restar atractivo al resto de su cuerpo, si algo le había atraído a Juliana de ese chico eran esos penetrantes ojos naranjas tan intensos como el atardecer. Ella siempre había sentido mucha debilidad por los ojos de colores inusuales, que fueran brillantes, intensos y expresivos, y por supuesto ¡el tipo de mirada! Cada vez que se topaba con algo así, la hacía temblar. Y Suguri cumplía con sus expectativas.
-Oh, estás aquí.-saludó Suguri cuando se sintió observado y vio aquella belleza paldeana acercarse a su dirección. La miró de arriba abajo, dejando claro que le gustaba lo que sus ojos captaban-Veo que te has preparado bien para nuestra excursión.
-Tu tampoco estás nada mal.-sonrió ella guiñándole el ojo.
-Pues, señorita ¿seria usted tan amable...?-preguntó con galantería ofreciendo un brazo para que ella se sostuviera. Juliana rió antes de tomar su brazo y salir juntos del hotel ¡esto prometía!
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La noche ya había caído del todo, y el cielo negro estaba lleno de estrellas que a Juliana le encantó ver. Las había contemplado muchas veces durante sus viajes, tanto cerca de ciudades y pueblos, en campo abierto, en bosques o en lo alto de las montañas, y siempre le daban el mismo efecto, las estaría viendo embobada durante toda la noche de no ser porque estaba acompañada.
Suguri no solo era un chico guapo, también era una agradable compañía. Al igual que ella, era un viajero, sin embargo, sus viajes consistían sobre todo en la captación de Pokémon en imágenes como la fotografía o los retratos, algo que Juliana encontró fascinante y esperaba poder tener la oportunidad de ver su trabajo, en especial la parte de los dibujos.
Se habían alejado de las zonas urbanas de la isla de Akala, a lo lejos podía escucharse la algarabía que estaba teniendo lugar en las fiestas locales mientras ellos se perdían entre las sombras de las zonas naturales guiados solo por la luz de un par de linternas. Aunque estuviera acostumbrada a usar a Koraidon para desplazarse, Juliana descubrió que no estaba tan desentrenada para moverse en terreno angosto, felicitándose a sí misma por poder seguirle el ritmo a Suguri.
-La verdad es que tienes resistencia.-comentó Suguri con una sonrisa y algunas gotas de sudor por el rostro, debido al rato que llevaban caminando entre la zona escarpada.-No me odies, pero temía que este camino pudiera ser muy difícil para una cita.
-Este es el tipo de citas que me gustan, aunque no te lo creas, moverme por zona silvestre es normal para mi. Tu me das cualquier paisaje que andar, escalar o lo que sea y estaré encantada. Así que no te preocupes, que yo estoy muy contenta de estar haciendo esto.
Complacido por sus palabras, Suguri le tomó de la mano, para ayudar a prevenir que se cayera, aquellas rocas estaban humedecidas por el mar. Aquella mujer era muy interesante.
-Por cierto, no me has dicho qué tipo de entrenadora eres.-comentó de manera casual.-Tu Arcanine es raro, nunca había visto uno igual, me preguntaba si a lo mejor eras algún tipo de entrenador que viaja por el mundo haciéndose con Pokémon raros o trabajando con algún profesor para encontrar nuevas especies.
-Oh, nada de eso, soy una entrenadora como cualquier otra.-contestó ella con un gesto con la mano quitándole importancia.-Haiba fue un regalo que me hizo una persona a la que ayudé con un trabajo. Ella tenía un Growlithe de aspecto extraño y mas tarde me dijo que tenía otro, un hermano, y me lo dio.
El brillo de los ojos de Juliana se perdió durante un instante al recordar a Gama, hacia mucho tiempo que no le dedicaba sus pensamientos y el hacerlo le hizo sentir una punzada de tristeza. Tampoco había vuelto a comunicarse con ella luego del incidente en la Academia Arándano, aunque a ella no la conociera por esa escuela ni tenia nada que ver con lo que había pasado, sin embargo, si que la conocía de su paso por Noroteo y tampoco estaba cómoda con nada relacionado con esa comarca. Porque fue allí donde le conoció a él.
Dándose cuenta de que tenía que detenerse antes de que cayera en una espiral, Juliana sacudió la cabeza y trató de concentrarse en el hombre que la guiaba.
-¡Eso es impresionante! Menuda suerte la tuya de tener un Pokémon como ese, si me lo permites, me gustaría poder dibujarlo cuando te sea posible.
-No hay ningún problema, estoy seguro de que Haiba estará encantado de ser tu modelo. Entre tu y yo ¡Es un poco vanidoso! Él piensa que es el mas guapo del mundo.
-¿Y qué piensa su entrenadora el respecto?
-¿Acaso hay que preguntar? No le puse el nombre de "Haiba" en vano.
-No, pregunto qué piensa la entradora de que la dibuje a ella.
Juliana, que no se esperaba aquella proposición, enmudeció por un segundo, no sabiendo cómo responder. Suguri no pudo evitar dejar salir una suave carcajada.
-No pareces ser alguien a quién sea fácil de dejar sin palabras, así que permíteme decirte que tu expresión cuando se consigue es genial de ver.
-Oh vamos ¿Le dices eso a cada chica que consigues tomar por sorpresa?
-Depende de la situación y depende de la chica.-rió Suguri guiñándole el ojo con coquetería adelantándose un poco para ir saltando algunas rocas que estaban delante.
Juliana sonrió divertida al mismo tiempo que rodaba los ojos.
-Mira, ya estamos llegando.-avisó Suguri señalando con el dedo lo que parecía ser la entrada a una caverna.
Juliana sonrió al verla, gratamente sorprendida de notar que pese al tosco terreno y el rato que llevaban caminando, el tiempo se le había pasado volando y apenas sentía toda la distancia que habían hecho desde el hotel. Aquello le gustó. Suguri era una compañía agradable y entretenida que era capaz de hacerla desconectar del mundo de esa manera con una buena conversación, a cada rato, ese chico estaba ganando cada vez mas puntos aunque todavía fuera muy pronto para dar un veredicto.
-Esta zona ya no tiene mucha iluminación y habrá Pokémon nocturnos escondidos, estemos atentos.-dijo Juliana saltando de una roca para colocarse al lado del joven sin parar de caminar hacia la caverna.
-Dime ¿hay algún tipo de Pokémon que te preocupe o te asuste?
-¿Te soy sincera? Me preocupan y asustan todos y cada uno de los Pokémon salvajes que me encuentro.
-¿En serio? Pensé que eras entrenadora experimentada.
-Y lo soy, pero aun así los Pokémon salvajes son algo que me preocupan a menudo.
-Perdona, es solo que se me hace raro. Todos los entrenadores que he conocido hasta ahora, en mayor o menor medida, son entusiastas de encontrar todo tipo de Pokémon salvajes.
-Ser entusiasta no está reñido con saber a lo que tener miedo como medida de precaución-al ver su gesto de confusión, Juliana aclaró.-Al igual que en muchos sitios, en Paldea los niños comienzan su viaje como entrenadores con solo diez años. Pasas de estar bajo el techo de tu casa con tu familia, protegido del viento, del frío, del calor abrasador y de la lluvia a tener que dormir al raso en cuevas o árboles con sacos de dormir porque estás demasiado lejos del Centro Pokémon u hotel mas cercano. Al principio se siente genial, eso de dormir bajo las estrellas y sentirte como todo un aventurero como siempre soñaste para parecerte a todos los grandes entrenadores que has escuchado toda tu vida, levantarte al día siguiente sintiendo que otro gran día se avecina y darás el siguiente paso a convertirte en una leyenda.
Suguri, interesado, se inclinó levemente hacía ella, como si así pudiera escucharla mejor.
-Ahora supongo que viene la parte fea de esa reflexión.
Juliana se rió ante su payasada, y con la misma tranquilidad que había tenido hasta entonces, prosguió.
-Pero vienen también los días malos, los días en lo que todo se complica y te das cuenta de todo lo que tienes que manejar por tu cuenta y que solo estás tu para llevarlo todo, incluso si estas enfermo. La segunda noche duermes confiado igual que la noche anterior pero te despiertas con mucho dolor porque un grupo de Houndour te ha encontrado y tienen hambre. Te atacan y apenas puedes asimilar lo que está pasando, solo notas los mordiscos y los arañazos por todo tu cuerpo uno tras otro, en medio del ataque tienes que encontrar la pokéball del único Pokémon que tienes, que has dejado dentro de tu mochila en vez de cerca de ti y para tu mala suerte está al fondo de esta. Por un segundo, cuando sacas a tu compañero, piensas que estás a salvo, pero tu Pokémon acaba debilitado muy rápido porque le superan en número y es débil frente al tipo de sus contrincantes, y no tienes más Pokémon contigo para luchar y, en ese momento, te las tienes que arreglar para huir de ahí con tu compañero y dejar abandonadas todas tus cosas. Correr y correr aunque te duela todo mientras escuchar a los Houndour perseguirte, te acabas salvando porque durante la persecución acaban encontrado una presa mas sustanciosa que tu y por fin te dejan sola. Pero todo está oscuro, no hay iluminación por ningún lado y has perdido el rumbo de dónde estabas acampando, tanto tu como tu Pokémon estáis heridos y asustados y no sabes hacia donde está el Centro Pokémon. Esa noche ya no duermes, te quedas escondido algún lugar, mientras tus heridas se resienten, a la espera de que salga el sol y la luz te dé mas coraje para ir hasta el Centro Pokémon.
Estremecido, Suguri miró con ojos desorbitados a Juliana, que continuaba caminando con tranquilidad y una sonrisa hacia el interior de la caverna ¿de verdad esa chica le había contado algo tan brutal y se había quedado tan tranquila?
-Eso...¿eso fue tu experiencia personal?
Divertida por su expresión, Juliana se encogió de hombros.
-Eso es una experiencia que te puede contar cualquier entrenador en el inicio de su viaje. Cambia a los Houndour por Spearow si eres de Kanto, por Bellsprout si eres de Johto, o por Poochyena si eres de Hoenn; la mayoría de las experiencias de los viajes de los entrenadores no son tan bonitos pero siempre se ha popularizado mas las cosas buenas que las malas, sino, sería mucho mas difícil inspirar a las nuevas generaciones a seguir este camino. Por eso, una de las primeras cosas que aprendes a las malas es a desconfiar de los Pokémon salvajes, da igual si son grandes o pequeños, son salvajes y están en su día a día peleando por vivir un día mas y cualquiera de sus habilidades son capaces de acabar con la vida de una persona mucho mas fácil que contra otro Pokémon. Tu puedes volverte su entrenador con la misma facilidad que puedes volverte su presa o el invasor de su territorio. Tenerles ese miedo es una forma de precaución, y esa precaución puede salvarte la vida.
Suguri desde luego no supo qué contestar. El camino del entrenador Pokémon era uno de los caminos mas recurrentes a seguir de todo el mundo, luego, muchos acaban yendo por otros oficios pero lo normal era siempre empezar capturando y entrenando Pokémon. Todo el mundo contaba con los Pokémon para hacer funcionar la sociedad que les rodeaba, era imposible que nada pudiera funcionar si los humanos no contaban con el apoyo de los Pokémon.
Era algo tan normal y natural, que Surugi nunca llegó a pensar en lo realmente peligroso que era manejar a este tipo de criaturas.
-La vida de un entrenador es muy peligrosa.-comentó sorprendido ante la franqueza con la que Juliana contaba aquella experiencia.
Él era alguien apasionado por la fotografía y los dibujos de los Pokémon en naturaleza. Los Pokémon que tienen en su equipo son los que tenía en casa desde que era un niño y nunca tuvo necesidad de capturar uno y, por supuesto, siempre estuvo en grupos cuando iba de acampada para su trabajo, y su interacción con los Pokémon era mas a distancia para captarlos en su esencia mas natural.
Tal vez podría fotografiar y dibujar a Juliana para poder dar a conocer mejor la parte mas dura y menos agradable del viaje del entrenador en sus obras, es algo que Suguri estaba convencido que podría gustar mucho en una galería de arte. No era ninguna tontería dar a conocer el lado oscuro de este oficio, quién sabe, tal vez aquella preciosa mujer que era su cita hubiera elegido un camino distinto si hubiera sabido de antemano los peligros que entrañaban el ser una entrenadora y no haberse quedado solo con la parte buena del oficio.
-Mira, puede verse el interior de la caverna ¿sabías de esto?-preguntó Juliana con tono de fascinación, interrumpiendo las cavilaciones de Suguri.
Tal como Juliana había mencionado, el interior de la caverna parecía emitir luz propia de un color azul claro, no algo que fuera deslumbrarte, pero si lo suficiente para que no hiciera falta ningún tipo de iluminación para ver por donde caminaban. Ambos entraron en el interior, y se sorprendieron al ver que gran parte del lugar estaba compuesto con lo que parecían ser espejos brillantes.
-Esto...es curioso, muy curioso ¿Es hielo?-cuestionó Suguri mirando a su alrededor con extrañeza.
-No, no está frío, parece que es cristal.-contestó Juliana tocando alguno de esos espejos, viendo que no detectaba frío ni humedad propia de lo que sería el contacto con el hielo. Por otro lado ¿Qué tipo de hielo era capaz de emitir luz? pero, al mismo tiempo ¿Qué tipo de cristal podía emitir luz?
Entonces, irónicamente una idea le vino a la cabeza ante esta última pregunta. Ella conocía bien qué tipo de cristal podía emitir luz, una luz que podía emitir de cualquier color. Con discreción sacó su orbe teracristal, y no supo si sorprenderse o no en cuanto vio que estaba comenzando a reaccionar ante la cercanía con estos cristales.
-Suguri ¿a cual deidad de Alola pertenece esta caverna?-preguntó Juliana mirando a Suguri por el rabillo del ojo. El chico sacó entonces una pequeña libreta de su bolsillo para consultar.
-Pues...-se tomó unos segundos para leer pero entonces una expresión de confesión cruzó por su cara.-A ninguna.
-¿A ninguna?
-Se supone que el espíritu guardián de Akala es Tapu Lele, pero su altar está en las Ruinas de la Vida, pero están ubicadas al sur de las afueras, nosotros estamos en el norte.
-Vale...-musitó Juliana, extrañada.-Eso parece significar que estamos en una caverna normal y corriente, pero que ha sido infectada.
-¿Infectada?
-Esto...-indicó dando golpecitos al cristal-Es lo que en mi región, Paldea, llamamos teracristal, es lo que produce el fenómeno de la teracristalización.
Suguri sintió un escalofrió recorrerle al ver el gesto serio que ahora adornaba el rostro de Juliana y temiendo lo que aquello podía significar.
-¿Como puedes estar segura que esto es lo mismo que esos cristales que mencionas? Paldea está lejos-preguntó inclinándose a su lado para ver mejor.
-No estoy segura, pero es la única explicación que se me viene a la mente para que un cristal crezca de la nada. En Paldea este cristal funciona casi como una planta, si la introduces en un nuevo entorno crecerá y se expandirá como si echase esporas, hay varios de estos en Sinnoh, concretamente en la comarca de Noroteo y otros tantos en el biodomo de la Academia Arándano en Teselia, pero no sabía que hubiera también en Alola.
-¿Crees que alguien pudo haberlo echado aquí?
-Puede ser, no sería raro que algún estudiante estúpido de la Academia Arándano o de la Academia Naranja se haya hecho con algún teralito, viniera aquí y lo dejara caer o lo hiciera a propósito para ver qué pasaba. Para bien o para mal, el teracristal está al alcance de cualquiera y hay mucho idiota suelto.
Tras unos segundos de silencio, Suguri preguntó desconcertado.
-¿En serio piensas que algo tan...especifico haya pasado?
-La mayoría de los estudiantes de esos dos sitios tienen el dinero saliendo por las orejas, así que si, veo muy plausible que alguno se haya querido venir de vacaciones a Alola y se haya traído una rareza como un teralito para luego perderlo o dejarlo crecer aquí. Créeme, vengo de la Academia Naranja y hay algunos capaces de algo así.-dijo viniéndole a la mente las imágenes de Mencía y Gus, Arceus sabía que los amaba a ambos pero siendo honesta esos dos eran capaces de generar algo como esto por accidente o por la curiosidad de ver qué pasa.
-Está bien...¿es peligroso?
-No, el cristal en si no tiene peligro para los humanos ni Pokémon pero está en constante expansión y puede suponer un riesgo para la flora y la fauna de la isla, en especial para las ruinas antiguas, creo que lo inteligente sería llamar a las autoridades para que encuentren a alguien que pueda quitarlo.
Suguri, estando de acuerdo con ella, sacó su Smart Rotom pero cuando intentó establecer llamada, solo recibió el clásico sonido de falta de cobertura.
-Iré afuera, aquí dentro no hay manera hacer una llamada.-indicó tomando camino hacia el exterior.
Juliana aprovechó para adentrarse un poco mas en la caverna, viendo toda la extensión que ocupaba el teracristal. Si bien no se retractaba de su teoría de una metedura de pata de algún estudiante con un teralito, tampoco descartaba que aquello pudiera ser algo intencionado. El plantar un teralito en una caverna a las afueras de Akala, y con las Ruinas de la Vida no muy lejos, además del pueblo, parece algo intencionado.
Juliana, sintiendo que esto podía ser algo mas de lo que parecía sacó una de sus pokéball y la activó.
Jabari hizo acto de presencia ante ella. El Gardevoir miró confundido a su alrededor, desconcertado de ver los teracristales ¿habían vuelto a Paldea...?
-Mira bien esto, Jabari-ordenó Juliana haciendo un gesto señalando a todo el entorno.-Necesito que vayas a buscar a Damián, tiene que ver esto.
Jabari, entendiendo lo que esto acarreaba, grabó en su cabeza lo que veía durante unos pocos minutos antes de usar su Teletransporte para ir en busca del chef.
Juliana suspiro y mentalmente se disculpó con Suguri, traer a Damián a su cita no era la mejor imagen que dar, pero esto tenía mala pinta. Como paldeanos e implicados directos con el Foso de Paldea, esto era algo que debían discutir juntos, pero quizá, con un poco de suerte, Damián estaría solo un momento y se marcharía antes de que Suguri regresara.
En apenas treinta segundos después, Jabari reapareció delante de ella con Damián prácticamente cayendo sobre su trasero. Juliana tuvo que reprimir una risa al ver la expresión de desconcierto de Damián por estar ahí y, por la manera en que estaba vestido, con una ropa un tanto extravagante, había salido a divertirse en alguna de las fiestas que se estaba dando por la isla. Eso ya la hizo sentirse un poco peor.
-Cuando te dije que me llamaras si había algún problema me refería por el teléfono, no que enviaras a Jabari a buscarme-fue lo que Damián dijo entre dientes, mirando a Juliana con su peor expresión de acusación que fácilmente podía ser interpretado mas como un puchero.
-Lo siento, pero esto es importante.-indicó ayudándolo a levantarse.
-Si, lo sé, Jabari ya me lo ha mostrado.-asintió mirando a su alrededor, sorprendiendo de ver la realidad y no la ilusión mental que el Gardevoir le había trasmitido.-¿Cómo demonios ha llegado hasta aquí el teracristal?
-Tengo un par de teorías, pero no es que se sostengan mucho.-admitió Juliana acercándose a Jabari y acariciarle un hombro, agradeciendo su ayuda.
Damián, asintiendo, tomó un pañuelo para tomar unas muestras del cristal.
-Habría que informar de esto a Ságita...-dijo Damián mirando los trocitos que descansaban en su pañuelo.-Que esté surgiendo en Alola de la nada no augura nada bueno.
Juliana iba a decir algo, pero se quedó callada en cuanto vio un movimiento por el rabillo del ojo. Miró hacia esa dirección, pero no vio nada, sin embargo, volvió a captar movimiento por el rabillo del otro ojo. Pero, de nuevo, nada. Pero sus oídos pudieron escuchar un sonido, algo parecido a una pequeña risa, pero una risa que no podía identificar como humana...
-¿Hay alguien...?-susurró y entonces, a unos metros de distancia, pudo ver reflejado en los teracristales la silueta de un pequeño Pokémon que se iba alejando.
Un Pokémon pequeño, azul, con una forma que recordaba a la de una tortuga y...¿estaba hecho de teracristal?
Juliana parpadeó desconcertada al ver aquel pequeñín ¿Qué tipo de Pokémon era? Nunca había visto uno así. Sintió sus manos picar ante el instinto de ir tras él, como todo entrenador ante un nuevo Pokémon, especialmente, uno que nunca había visto.
El pequeño se detuvo y miró por el rabillo del ojo, haciendo que Juliana sintiera un escalofrío al sentir aquella cristalina mirada atravesándola.
-¡Lo encontré!-exclamó de repente, señalando con el dedo antes de salir corriendo.
-¿Juliana? ¡¿A donde vas?!-exclamó Damián junto a Jabari que llamaba a Juliana.
-¡Un Pokémon hecho de teracristales! ¡Tiene que ser el que está detrás de esto!-avisó sin dejar de correr.
El pequeño Pokémon sonrió y emitió una intensa luz por todo su cuerpo.
-¡¿Que...?!
Juliana detuvo su carrera y cubrió su cara con el brazo para protegerse de la luz mientras sentía una sensación, como si estuviera siendo absorbida, antes de que este se extinguiera. Entonces, sintió un ruido extraño por encima de su cabeza y un temblor bajo sus pies. Instintivamente, miró hacia arriba viendo con desconcierto como las rocas que componía el techo de la caverna se desprendía y caían sobre sus cabezas.
-¡Juliana!-
Lo siguiente que sintió fueron los brazos de Damián rodeándola y haciéndolos acurrucarse a los dos en el suelo mientras el mayor usaba su propio cuerpo para cubrirla de los escombros. Juliana cerró con fuerza los ojos mientras el ruido de las piedras cayendo a su alrededor la ensordecía y el olor a polvo levantándose le picaron en la nariz.
No supo cuanto duró el derrumbe, pero pareció que fue por horas y se quedó quieta aferrándose a la espalda de Damián. Un minuto pasó. Otro y otro. El ruido cesó pero persistió el olor del poco junto con la picazón en la nariz. Juliana abrió los ojos, que coincidieron con los de Damián que estaba abriendo los suyos al mismo tiempo que ella. Ambos se preguntaron con la mirada por el estado del otro, pero no vieron heridas ni tampoco suciedad en la ropa, entonces, ambos se dieron cuenta de que estaban rodeados por una especie de escudo rosado.
Ambos miraron a la espalda de Damián, y pudieron ver a Jabari haciendo uso de Protección en dirección al techo, cubriéndolos a ellos y a si mismo de los escombros.
Simultáneamente, ambos dieron un suspiro de alivio.
-Desde luego, Jabari como fiel guardián no tiene precio.-comentó Damián con una sonrisa, aunque sus hombros todavía temblaban por el susto.
-¡Gracias, Jabari!-exclamó Juliana, Jabari, por su lado, asintió con una sonrisa, pero se arrodilló junto a ellos para verificar que, efectivamente, ambos estuvieran bien.
-¿Y tú en qué estabas pensando? ¿No has aprendido nada en todos estos años sobre no salir corriendo de la nada solo porque has visto un Pokémon raro?-regañó Damián dándole un coscorrón en la cabeza a Juliana.
-¡Ay! ¡Lo siento, lo siento!-se disculpó genuinamente arrepentida.-Pero es que ese Pokémon parecía estar hecho de teracristal. Hasta ahora nunca había visto un Pokémon pudiera ser infectado por el teracristal, así que...pensé que quizá había sido él quién infectó la caverna o algo.
-Bueno ¿y dónde está ese Pokémon?
Juliana se volteó, decidida a señalar el camino hacia donde había visto, sin embargo, su brazo cayó ligeramente al darse cuenta que ya no había rastro de aquel Pokémon.
-Estaba ahí, lo juro.
-¿Dónde...?
Juliana abrió la boca, hasta que se dio cuenta de lo absurdo que iba ser lo que estaba por decir: Dentro del teracristal. Había visto al Pokémon hecho de teracristal, dentro, o en su defecto reflejado, en otro teracristal.
-Juliana ¿estás segura de lo que viste...?
-Si, de verdad. No miento.
-Por supuesto que no mientes pero te pregunto si estás segura de que has visto a un Pokémon hecho de teracristal. Quiero decir, los teracristales surgieron en el Foso de Paldea, su aparición en otros lugares fue por introducción humana, si hubiera un Pokémon hecho de teracristales de verdad...debería estar en Paldea, no en Alola.
-Si, tienes razón pero...no sé ¿quizá los teracristales han evolucionado? ¿Quizá ahora infectan Pokémon?-susurró con un tono dubitativo.
-Pero ahora lo importante ¿Cómo salimos de aquí?-preguntó Damián.
Juliana giró la cabeza tan rápido que casi le sintió crujir el cuello ¡maldita sea, que acababa de haber un derrumbe!
-¡Suguri!-exclamó ella acercándose a la pila de rocas que daban en dirección a la salida.-¡Suguri! ¡¿Me oyes?!
-Espera ¿tu ligue estaba aquí?-preguntó Damián con los vellos de punta.
-¡Había salido para llamar por teléfono pero no sé si ha vuelto a entrar a la caverna antes de que se derrumbara!
Con premura, Damián pegó su cabeza contra las piedras, intentando escuchar algo al otro lado. Una voz, un ruido, algo...
-No escucho nada, quizá siga fuera y sea él quien esté pensando que eres tu la que ha sido aplastada.
Pero no contenta con ello, Juliana miró hacia Jabari, a punto de pedirle hacer uso de su Teletransporte para sacarlos de ahí pero:
-¡Hey! ¡¿Hay alguien ahí?!-exclamó una voz al otro lado de las rocas.
Tanto Juliana como Damián se sobresaltaron, mirando con premura el lugar en donde se había escuchado la voz.
-¡¿Hola?! ¡Si, estamos aquí!-respondió Juliana acercándose a las rocas.
-¡¿Estáis bien?! ¡¿Hay alguien herido?!-pudo escucharse una segunda voz.
-¡Estamos bien, pero esto es claustrofóbico! ¿Podéis ayudarnos a salir aquí?!-preguntó Damián recibiendo una ceja arqueada por parte de Juliana. Es decir, tenían a Jabari, la verdad que no necesitaban ser rescatados.
-¡¿Damián?! ¡¿Eres tu?!-preguntó una de las voces.
-¿Ah...? ¿Si...?-contestó el chef con tono dubitativo.
-¡¿Qué estás haciendo aquí?! ¡No, espera, luego me lo dices! ¡Aguanta, enseguida te sacamos de ahí!-advirtió.
-¿Acaso conoces a alguien de aquí...?-preguntó Juliana un poco desconcertada.
-Solo conocí a una chica.-se encogió Damián de hombros, ciertamente no había tenido trato con ningún chico, no al menos uno que pudiera reconocerlo en circunstancias así.
Un nuevo estruendo se escuchó, como la de algo muy grande estuviera escarvando las rocas, que les hizo sobresaltar lo suficiente como para dar un brinco hacía atrás cuando pequeñas piedras comenzaron a caer hasta que una apertura se abrió e hizo que se filtrara algo de luz.
-¡Para, para, para!-exclamó la segunda voz desde el otro lado.-¡Si sigues excavando corremos el riesgo de que haya otro derrumbe! ¡Intentamos sacarlos así!
Entonces, ambos chicos pudieron ver como de la apertura surgía una brazo que daba lugar a una mano enguantada extendiéndose hacia ellos.
-Creo que esto será suficiente para sacaros de aquí, pero intentar tener cuidado, no es muy estable.
-Tu primera.-indicó Damián señalando.
-Damián.
-No discutas conmigo, Juliana, vas tu primera o te lanzo como un saco, tu veras.-advirtió con una mirada seria, haciendo que la campeona rodara los ojos en hastío ¡a veces odiaba ese sentido de protección de su amigo! Así que, haciendo regresar a Jabari a su Poke Ball, se acercó a la mano que le era extendida. Se tomó unos segundos para mirarla antes de agarrarla con firmeza y sentir que tiraban de ella hacia el exterior.
La luz del sol la sorprendió y tuvo que cubrirse los ojos para evitar deslumbrarse. Pero espera ¿el sol? Si se supone que era de noche ¡era imposible que hubiera amanecido durante el rato que estuvieron en la caverna! Ni tampoco la caminata que hizo con Suguri había llevado tanto tiempo ¿Qué demonios...?
-Hey ¿estás bien? ¿Te duele algo?-preguntó su rescatista con un tono preocupado.
-Si, estoy bien, gracias por...
Se congeló.
De repente cualquiera de sus músculos dejó de responderle y su mente se desconfiguró en el momento en que sus ojos se abrieron para ver al joven que tenía frente a ella, que aun tenía tomada su mano, y que le estaba devolviendo la misma mirada desconcertada que ella debía estar dirigiéndole.
Cabello bicolor, negro y morado...
Ojos dorados...
-C-Cass...-pronunció apenas con un hilo de voz en un tono totalmente aterrorizado. No era posible ¿Qué hacía él en Alola? ¡¿Por qué precisamente estaba él allí?!
Al medio segundo, se percató de que él seguía sujetando su mano y dio un tirón para tratar de alejarse, sin embargo, para su horror, no solo no pudo zafarse, sino que ahora Cass la tenía agarrada con ambas manos por todo el brazo y la retenía en el sitio.
Aquello hizo que su respiración se cortara, podía sentir que su pecho comenzaba a subir y bajar con frenesís y, sin embargo, no era capaz de sentir que el aire llegara a sus pulmones. Recuerdos desagradables comenzaron a invadir su cabeza y un hormigueo recorrió todo su cuerpo desde los puntos en los que él la tenía sujeta y solo una entrecortada palabra pudo salir de sus labios:
-Por favor, suéltame...
-Oye, hey...-dijo Cass con un tono desconcertado-¿Quien eres...? ¿De qué me conoces?
CONTINUARÁ...O NO.
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