ES UNA SIMPLE CHARLA
Cass permaneció quieto y en silencio en el sitio, con la mirada clavada en la joven que acababa de aparecer por las escaleras de la biblioteca ¿Qué hacía ella a estas horas en la biblioteca? Ella no se percató de su presencia y continuó caminando hacia las estanterías hasta detenerse en una en concreto y buscando un libro, quedando en una posición privilegiada en la que Cass podría contemplarla sin ser visto.
Eso es lo que hizo, mirándola de arriba abajo y sintiendo un ligero rubor en sus mejillas cuando se percató que ella estaba vestida con un pijama de pantalón largo de color rojo pero con la pieza superior de color amarillo y de mangas cortas, con el símbolo del tipo lucha estampado en el centro de su espalda. También, por lo que se percató, ella estaba descalza y caminaba arrastrando los pies como si no sintiera la frialdad del suelo, aquella manera de caminar hizo que Cass mirara mejor su rostro.
Juliana tenía el cabello totalmente alborotado como si hubiera estando moviéndose mucho en la cama, y Cass también pudo darse cuenta de que ella tenía los ojos hinchados por el sueño, incluso le pareció ver unas ligeras bolsas bajo sus ojos. Ella se pasó una de sus manos por su cara, evidenciando lo exhausta que se encontraba pero que intentaba mantener la atención en lo que estaba buscando.
"¿Ella no está durmiendo bien...?"-fue el pensamiento que vino a su mente dejándolo con una sensación de preocupación.
Juliana pareció encontrar lo que estaba buscando, cuando sacó un libro rojo de la estantería y lo revisó justo entre medio de las páginas. Cass no estaba seguro si de verdad estaba leyéndolo o si solo intentaba hacerlo, ella parecía estar demasiado agotada para que poder concentrarse en procesar las palabras. Juliana dio un suspiro, apoyando su espalda en la estantería y dejándose caer por ella hasta quedar sentada en el suelo y cruzar las piernas para apoyar el libro entre ellas y seguir leyendo.
Cass permaneció donde estaba y durante los siguientes veinte minutos se quedó en silencio observándola, dándose cuenta de que tenía en su pecho una sensación de calidez por haberla visto de nuevo, casi como si hubieran pasado otros siete años desde la última vez y no solo unos días. Contempló su aspecto, tan diferente al que tenía en sus recuerdos de cuando aun eran críos; El pelo castaño y su trenza habían desaparecido y, en su lugar, ahora había un pelo muy corto y revuelto de color azul, lo mismo pasaba con sus ojos, que se habían rasgado con el paso de los años dándole un aire mas adulto y su color también castaño se habían ido para dejar paso ese brillante escarlata que parecía arrasar a cualquiera que se topara con ellos.
A Cass no le extrañaba que no la hubiera reconocido esa noche en el techo de la Academia Naranja, de hecho, estaba seguro de que si la hubiera visto desde mas lejos la podría haber confundido con un chico porque parecía ser totalmente alguien diferente a cuando él la conoció, ni siquiera las otras veces que la vio, en aquella foto que le mandó Nerina o la vez que logró verla de lejos en el Pokemon World Tounament, había tenido demasiado cambio a como él la recordaba.
Juliana volvió a pasar su mano por la cara que hizo que Cass volviera a ser consciente de lo cansada que parecía estar y que ella tampoco estaba exactamente en el mejor lugar para estar cómoda; descalza, sentada en el frío suelo, poco abrigada para su gusto y dejándose los ojos en aquel libro por estar alejada de la única zona de luz que proporcionaba la chimenea. Cass abrió la boca, dispuesto a llamarla pero dudó. Sabía que en cuanto ella se diera cuenta de que él estaba ahí volvería a poner todas sus defensas en alto y posiblemente se iría a toda prisa de allí.
"Pero si me quedo quieto y callado ¿Cuál sería el punto de haber venido?"
Armándose de valor, se levantó del sofá para estar a la vista y, modulando su tono de voz para no asustarla, habló:
-No deberías estar sentada en el suelo, vas a resfriarte.
Juliana levantó la cabeza de inmediato y se quedó paralizada al ver a Cass allí ¡Maldita sea ¿Qué hacía él allí y quién fue la maldita entidad maligna que lo colocó en su camino?!
Cerró el libro con un sonoro golpe y se levantó a toda prisa, casi como si hubiera sido pillada haciendo algo malo, pero lo hizo tan deprisa que por un segundo perdió el equilibrio y se golpeó la cabeza contra la estantería. El porrazo fue suficiente para mover la estantería y que algunos libros se cayeran del sitio para, a continuación, rebotar contra la cabeza de Juliana, volviéndola hacer caer al suelo, de rodillas mientras se sostenía la cabeza ¡Menudo golpe!
Cass, alarmado, se acercó a ella a toda prisa, agachándose a su altura y alzando las manos hacia ella por si necesitaba que la sostuviera.
-¿Estás bien?
Incapaz de hablar, Juliana solo dejo salir una mezcla de sonidos y balbuceos mientras mantenía la cabeza agachada y sosteniéndosela con las manos.
-¿Que has dicho...?-se atrevió a preguntar el chico, que desde luego no era capaz de entender el revoltijo de palabras que estaba diciendo ella por lo bajo.
-He dicho que la peor parte se la ha llevado mi orgullo...-dijo mas claro ella alzando la cabeza y, para sorpresa de Cass, empezó a reír.-Ay Arceus ¡menudo golpe que me he dado! Que vergüenza que hayas tenido que ver eso.
Tomando eso como una confirmación de que estaba bien, Cass también se rio suavemente y llevó sus manos a la parte trasera de su cabeza, notó que ella se congeló en cuanto hundió sus dedos en su cabello pero fingiendo que no se había dado cuenta, acarició suavemente la zona del golpe. Justo cuando él tocó una pequeña protuberancia que se estaba empezando a formar, ella no pudo evitar sisear de dolor.
-Uh ¿es ahí donde te duele?
-Si, justo ahí. Pero tranquilo, saldré viva de esta...
Cass asintió, él también estaba familiarizado con los chichones.
Miró con discreción en el libro que estaba justo entre ellos, uno con la portada roja y en donde verse perfecta la silueta de Koraidon. El libro escarlata de Eriad, el ancestro de la profesora Brie. Qué casualidad que Juliana estuviera leyendo esto justo cuando él estaba haciendo preguntas con respecto a ella y a Koraidon.
Contento de que esto hubiera sido una extraña y curiosa manera de romper el hielo entre ellos y que le diera una excusa para hablar con ella, la tomó de los codos instándola a levantarse.
-Vamos, si quieres leer, siéntate cerca de la hoguera, será mas cómodo que el que te quedes sentada en el suelo ¡y créeme, tus ojos te lo van agradecer!
Juliana apenas pudo abrir la boca antes de que Cass la hiciera levantarse con tanta facilidad como si ella fuera una muñeca y la guió hacia donde estaba la chimenea con los sofás.
-Yo, en realidad tendría que irme. Es tarde y yo...-dijo haciendo el intento de soltar el agarre pero notó un pequeño apretón que la mantuvo retenida.
-Creo que a los dos nos vendría bien tener algo de compañía esta noche-comentó con un tono de voz que parecía pedir por favor que le concediera eso.
-Yo solo vine a tomar prestado un libro...
-¿Ya quieres huir de mi...?
Una pequeña parte de si misma gruñó, ofendida de que él pudiera pensar que ella haría tal cosa.
-Yo no huyo de nadie.-respondió a la defensiva, endureciendo su gesto. Casi pudo escuchar la risa burlona de Damián dentro de su cabeza, ante su descarada mentira-Solo dije que es tarde y no me gustaría molestarte.
-¿Quién te ha dicho que me molestas?-preguntó ladeando la cabeza hacia un lado.
-...Nadie.-admitió ella al verse incapaz de decir otra respuesta. Aquello a Cass le gustó y, un poco mas seguro, tiró suavemente de ella.
Juliana, débil ante aquellos hipnóticos ojos dorados, simplemente se dejó guiar por él mientras era regañada por la parte mas racional de su cerebro, mientras que la menos racional la empujaba a lo mas profundo para mantenerla callada ¡Maldita sea, con lo que le había costado mantener la distancia con Cass ahora tenía que pasar justo esto!
Cass la hizo tomar asiento en el extremo del asiento mas cercano a la chimenea, y Juliana no pudo evitar dar un suspiro de placer cuando sintió el calorcito recorriendo su cuerpo, contemplando la idea de no volver a su habitación y quedarse a dormir justo ahí. Pero cuando abrió los ojos, captó que en el sofá de enfrente estaba lleno de papeles esparcidos. Cass, al darse cuenta de lo que ella miraba, soltó una risita nerviosa.
-Si, siento este desastre, la verdad es que no esperaba que hubiera nadie más a estas horas.-se disculpó él recogiendo con apuro las hojas de papel de manera un tanto descuidada sin apenas mirar si estaban en el orden correcto o no.
Juliana se tomó ese momento para observarlo, sintiendo un escalofrío solo cuando se dio cuenta de la manera en que estaba recorriendo su cuerpo con los ojos de arriba abajo. Abochornada, se pasó de nuevo la mano por la cara, esta vez no por el sueño que sentía, y regañándose a si misma por permitir que su cabeza estuviera sopesando cosas que en ese momento no debería estar sopesando. Precisamente no ahora...
Cuando Cass terminó de recoger sus papeles, volvió a sentarse en el sofá, justo enfrente de Juliana. Ella había subido sus piernas al sofá, quedándose abrazada a sus rodillas mientras miraba a cualquier lado que no fuera en dirección al chico que tenía delante. Cass dejó caer sus hombros al verla tan incómoda e intentó pensar una manera en que pudieran hablar sin que ella se sintiera tan abrumada. Pero el silencio se hizo presente en la instancia, escuchándose solo el crepitar de la chimenea y el ruido de los papeles de Cass al momento de dejarlos amontonados a su lado.
-Bien...-empezó hablar Cass moviendo nerviosamente los dedos sobre sus rodillas. Juliana lo miró de reojo.-Mira, lo siento, Juliana, me vas a tener que perdonar pero es que si no lo digo ¡reviento! ¡Te juro que reviento!
Juliana levantó la cabeza para mirarlo directamente, sobresaltada de verle de repente con esa actitud ¡aquí venía!
-¿Que demonios es lo que te ha pasado en los ojos y en el pelo? ¡¿eras espía y no me dijiste nada?!
Juliana se quedó con una expresión de desconcierto ante aquella pregunta que no se esperaba para nada, apenas parpadeando como si estuviera procesando si eso era de verdad lo que había escuchado. Pero al ver que Cass la miraba con tanta seriedad, una que casi rayaba lo absurdo, no pudo evitar dejar escapar una risa antes de que su cara pasara por todas las paletas del color rojo y la ocultara en sus manos, para al final estallar a carcajadas.
Feliz de ver que acababa de romper la incómoda atmosfera, Cass decidió seguir con el juego.
-Oye ¡es una pregunta seria!-reprochó cruzándose de brazos, haciéndose el ofendido, mientras ella seguía con su ataque de risa.-Yo hablando en serio y tu riéndote de mi.
-Lo siento...lo siento...es que...es que...-se disculpó intentando calmarse, abanicándose con la mano ante el calor repentino que le había dado.-Ay...aireeeee...
-Que feo ¡no creo que tu madre estuviera muy contenta! Una hija espía ¡que vergüenza! Soy ella y te desheredo ¿Ella lo sabe, Juliana? Claro, eso si "Juliana" es tu verdadero nombre-de nuevo, Juliana estalló en unas carcajadas que a Cass le encantó escuchar.
-¡Cass! ¡Por favor, cállate o nos van acabar echando de aquí!-rogó ella con lágrimas en los ojos por la risa ¡Ay, Arceus ¿por qué se reía tanto si ni siquiera era tan gracioso?!
Esta vez Cass se unió a ella haciendo que ambos se tomaran unos minutos para recomponerse, con las mejillas arreboladas y acalorados.
-Bueno, que sepas que estoy esperando una respuesta de verdad.-dijo Cass una vez ambos consiguieron normalizar sus respiraciones.
Juliana, aun con una sonrisa nerviosa y las mejillas coloradas, miró hacia otro lado con vergüenza.
-Uf, me había olvidado por completo que tú nunca me habías visto con este aspecto...-dijo ella pasándose la mano por su cabello hacia atrás, mientras sentía la mirada llena de interés de Cass sobre ella.-Pero así que es como soy en realidad.
-¿Como que así es como eres en realidad...?
-Esto y esto...-señaló tanto su pelo como sus ojos.-Son mi color natural de pelo y ojos.
-¿Ah...? Pero...
-Mi padre también tiene el pelo de color azul como yo y mis ojos son una herencia de mi abuela materna.-dijo acariciándose un pequeño mechón azul de su frente, un gesto que a Cass se le hizo adorable.
-Pero cuando te conocí tenías el pelo y los ojos castaños...
-Tinte para pelo y lentillas de color.-contestó ella mirando para otro lado, sabiendo cual sería la siguiente pregunta que vendría.
-Pero...¿Por qué? He visto fotos y videos en donde salías en competiciones con el pelo y los ojos castaños ¿Te estuviste tiñendo y llevando lentillas de color durante tanto tiempo?-cuestionó entre sorprendido y preocupado al pensar que Juliana podría haber llevado tanto tiempo haciendo uso de tintes y lentillas ¿por qué?
-Uf, por favor, no te rías de mi ¿vale?-rogó ella, abochornada por lo que estaba a punto de revelarse-Mi padre es originario de Sinnoh y mi madre de Galar, yo, en cambio, nací aquí, en Paldea. El color de pelo de mi padre parece que no es cosa rara en Sinnoh igual que los ojos rojos también son algo normal en Galar, pero yo nací con esta combinación curiosa de rasgos. No es que supusiera nada cuando era una niña pero...bueno, digamos que todo cambió cuando me aceptaron en la Academia Naranja.
Curioso, Cass se inclinó hacia delante, apoyando los codos en sus propias rodillas y atento a lo que ella le contaba.
-...Mi aspecto era un poco raro para los demás niños, y durante días después de que comenzara asistir todo el mundo hacia comentarios sobre mi pelo o mis ojos. Y...y...
-No...-susurró Cass alargando de más el sonido, incrédulo por lo que eso significaba.
-Si...
Incapaz de no echarse a reír, Cass tuvo que taparse la boca con sus manos sin poder evitarlo ¡Pobre Juliana!.
-¡Oye! ¡Te dije que no te rieras!-se quejó Juliana, roja hasta las orejas.-Si que eres todavía un maldito niño...
-Lo siento, lo siento ¡es que me ha pillado totalmente desprevenido! Pero ¿en serio? ¿Tu? ¿Siendo Vergonzosa?
-¡Tenía diez años y estaba asistiendo a una de las Academias mas prestigiosas del mundo! ¡Claro que me daba vergüenza que mis compañeros me encontrasen rara!
-No me lo esperaba ¡nunca te habría tomado por una persona tímida!
-Y no lo soy...pero cuando tu me conociste ya me había curtido bastante, pero no siempre he sido la Campeona de Paldea que tu conociste, como todo el mundo, tengo el principio de mi historia, como cualquier otra persona...y ese principio fue morirme de vergüenza porque mi pelo y mis ojos eran raros.
Y Cass se quiso morir de la ternura que aquello le despertaba. Cuando conoció a Juliana quedó deslumbrado por ella, como si fuera un ser superior al resto de personas, tan fuerte, tan segura, tan intrépida...imaginarla a una edad mas joven, siendo lo bastante tímida para esconderse tras un tinte y lentillas era...¡por Arceus, quería retroceder en el tiempo y darle un abrazo!
-Sin embargo, para ese entonces todo el mundo me conocía con el aspecto con el que tu me viste y ya nadie se acordaba del mi color de pelo y ojos reales, así que solo por costumbre seguí con ello hasta que...
-¿Hasta qué...?
-Bueno, hasta que decidí alternar entre ambos. Resulta que es una gran ventaja cuando quieres ir por otros lugares sin que te reconozca. Utilizo el tinte y las lentillas de color cuando participo en competiciones oficiales, y en mi vida diaria, bueno, soy yo misma ¡es un alivio poder ir por ahí sin que estén siempre reconociéndome!
Cass asintió estando de acuerdo, desde luego, a no ser que te fijes mucho en ella, no sería posible adivinar que era la Campeona de Paldea Juliana.
-Entonces...así es como eres de verdad.-susurró como si estuviera mas diciéndoselo así mismo que a ella, mientras la miraba de arriba abajo, apreciando su aspecto.
Sintió un pequeño pellizco en su corazón al contemplarlo, sintiéndose un poco triste de no haberla conocido lo suficiente como para ver cómo era la verdadera Juliana bajo el tinte y las lentillas de color. Le hizo preguntarse si ella alguna vez se lo habría dicho o si hubiera tenido oportunidad de verlo antes ¿Cómo se lo habría dicho? ¿O tal vez ella se lo hubiera enseñado...?
-Supongo que esto te ha tomado por sorpresa, pero ¡vamos! seguro que no estoy tan fea.-bromeó ella al notar la manera en que Cass la miraba.
Cass sacudió la cabeza, convencido de que ella no podría estar fea ni aunque lo intentara.
-La verdad es que me sorprende mas que te quede tan bien el estilo tomboy.
-¡Gracias! Oye, espera...¡¿Cómo que tomboy?!-exclamó, asombrada por lo que acababa de escuchar.
-Juliana, literalmente cuando te vi en el tejado de la Academia lo primero que pensé es que eras un chico.
-¡Yo no tengo la culpa de que tengas la percepción de la realidad totalmente alterada!-exclamó ella, totalmente avergonzada.
-Y creo que alguien está negando la realidad. Dime, señorita famosa con miles de fans ¿a quien atraes mas la atención, a chicas o a chicos?
Juliana calló de golpe ante aquella pregunta y se negó a contestar, sobretodo porque tenía todo un club de fans compuesto casi en su mayoría de chicas que hasta le dejaban chocolate, flores y peluches en su casillero o en la puerta de su habitación en el día de san Valentín, cada vez que ganaba una competición o regresaba de algún largo viaje.
Pero, por supuesto, eso Cass no tenía porque saberlo, aunque el muy maldito estuviera poniendo una expresión burlona en ese momento como si estuviera leyendo su mente justo en ese momento.
-Bueno...¿y que hay de ti? ¡Te has dejado crecer el pelo!-señaló ella, redirigiendo el tema.
Cass, por instinto, se llevó la mano a su pelo. Era cierto que lo tenía mas largo que cuando la conoció, sin embargo, no era nada del otro mundo. Su longitud no llegaba mas allá de tocar sus hombros y estaba parcialmente recogido en una coleta, de una manera en que dejaba despejado su rostro pero todavía tenia parte de su pelo suelto por el cuello.
-¿No crees que me veo bien así?-preguntó acariciándose uno de sus mechones.
"Esos ojos son un maldito peligro ¡mejor estarían escondidos tras el pelo!" fue lo que Juliana quería decir desde lo mas profundo de su ser pero incapaz de decirle eso, contestó:
-No lo sé, solo soy una tomboy, no me preguntes a mi.
Cass se echo a reír por esa contestación, pero sobretodo estaba feliz de poder haber de esta manera con ella. Aun era algo incómodo, pero ver que ambos podían bromear y hablar con fluidez una vez rota esa barrera era algo satisfactorio para Cass ¡cómo le encantaría poder hablar con ella durante toda la noche! Entonces sus ojos volvieron a captar el libro rojo, que ahora se encontraba junto a Juliana en el sofá.
-Ahora...¿me dirás qué es lo que estabas haciendo a estas horas aquí?-preguntó entonces con un tono suave pero haciendo evidente que su atención estaba en el libro escarlata.
-Oh...solo estaba haciendo una consulta.-contestó ella de manera escueta, tomando el libro como si acabara de acordarse de que estaba ahí y colocarlo entre sus piernas y pecho.
-¿Una consulta a estas horas, en pijama, descalza y con esa cara de que no puedes con tu alma?-preguntó señalando el rostro de ella, quién, avergonzada, intentó apartar la mirada pero se sobresaltó cuando sintió la mano de Cass en una de sus rodillas.-¿Qué es lo que no te deja dormir, Juliana?
Juliana volvió a ruborizarse ante el calor que le trasmitía la mano de Cass en su rodilla ¡mas todavía al ver aquellos orbes dorados clavarse en ella con preocupación! Ese maldito niño no podía creer que de verdad no estaba haciendo algo...
Apartó la mano de Cass de su rodilla antes de contestar.
-No es nada, es solo que Askari de vez en cuando le da por venir a dormir conmigo.
-¿Askari? ¿Tu Meowscarada?-preguntó confundido.
-A veces piensa que sigue siendo un pequeño Springatito.-se rió ella al recordar aquellos tiempos.-Pero ya has visto de qué tamaño son los Meowscarada, son tan altos como un humano, y compartir una cama individual con uno que encima no deja de moverse pues no facilita el conciliar el sueño.
-¿Por qué dejas que un Pokémon de ese tamaño duerma contigo en tu cama? Normal que no puedas dormir.
-¡Porque él es muy mono ¿vale?! ¡Me pone esos malditos ojos de cachorro y no puedo decirle que no! Maldita sea, Cass, yo he criado a ese Meowscarada desde que era un Sprigatito, estoy mas cerca de ser su madre que su entrenadora! ¿Cómo quieres que tenga el valor de echarlo cuando me mira con esos ojos?
-Ow, así que la gran Campeona de Paldea es débil ante los ojos de cachorro ¡es bueno saberlo!-sonrió Cass como si fuera un villano planeando su próxima fechoría. Juliana se preguntó si Cass podría haber formado parte de los Compatrones si hubiera sido un Pokémon, desde luego, tenía potencial.-¿Y, entonces, qué es exactamente lo que consultabas en el libro escarlata de Eriad?
Juliana clavó su mirada en él y al sentir cómo la miraba, con ese aura de estar buscando algo en concreto, sospechó.
-¿Qué es exactamente lo que quieres saber, Cass?
Al notar su tono de voz, Cass se irguió en el sofá.
-Como sabes estoy trabajando con la profesora Brie para estudiar el fenómeno de la Teracristalización, y digamos que mientras hago todo el papeleo me han surgido algunas preguntas que creo que tu y tus amigos podéis responderme.
Juliana entrecerró los ojos hacia Cass, una expresión que Cass ya había visto en los ojos de Noa cuando le preguntó antes.
-Si quieres, podemos hacer un trato.
-¿Un trato...?
-Si, información por información-señaló el libro que Juliana tenia consigo.-Yo trabajo con la profesora y nuestra investigación abarca todo el Área Cero, tu pareces estar buscando algo relacionado con los Pokemon Paradox. A los dos nos une las cosas que hay ahí abajo, podemos ayudarnos mutuamente y sacar beneficio.
-No me interesa, Cass.-cortó Juliana con rotundidad.-Y si sabes lo que te conviene, te mantendrás alejado del Área Cero.
Su cambio de tono y de expresión pusieron en alerta a Cass ¿acaso ella estaba amenazándolo? entrecerrando los ojos y fijándolos en ella.
-¿Que hay allí que no quieres que encuentre?-preguntó Cass con el mismo tono.
Juliana no respondió, pero su mirada escarlata quedó clavada en el y Cass no se amínalo tampoco. Ella ocultaba y él buscaba. Sin embargo, Cass sabía cuando debía actuar y cuando no en estas circunstancias. Juliana se había cerrado en banda, de manera mas rotunda de lo que había hecho Noa, con la diferencia de que ella estaba dispuesta a quedarse y presentar batalla. Pero no, eso no es lo que él buscaba. No le convenía ni tampoco quería enemistarse con ella, y menos por algo que solo es una tarea secundaria para él. Aunque estaba muy intrigado de que ella parecía guardar con mucho recelo lo que sea que hay en el Área Cero.
-Esta bien, Juliana, tu ganas-se rindió levantando las manos, para consternación de Juliana.-No quiero que nuestra conversación siga este camino cuando nos lo estábamos pasando tan bien hace unos minutos, así que...¿Qué te parece si cambiamos de tema?
Desconfiada, Juliana arqueó la ceja.
-¿Dónde está el truco?
-No hay truco, lo juro. Ya te lo dije la otra vez, yo estoy aquí por otros motivos que no conciernen a la investigación de la profesora.
Juliana tuvo un pequeño sobresalto cuando se dio cuenta en que Cass le dedicaba una profunda y oscura mirada a la vez que intentaba disimular con una sonrisa inocente mas falsa que una moneda de chocolate barato.
-No voy a acostarme contigo, Cass.
Al escuchar eso, Cass de inmediato perdió su postura al punto de casi caerse del sofá.
-¡No era eso lo que quise decir!-exclamó totalmente avergonzado con el rubor cubriéndole la cara hasta las orejas.
-Está bien, pero no estaba de mas decirlo, ya sabes, por si acaso.-dijo ella con el mismo tono de voz, aunque internamente divertida de haber podido desestabilizar al chico.-Pero ya es muy tarde y, como bien has adivinado, estoy que me muero de sueño, así que voy a irme a mi habitación.
-Oh, vamos ¿no puedes quedarte un rato mas? Aun hay cosas que me gustaría saber.-protestó Cass, no queriendo que aquel encuentro se terminara justo ahora que parecía estar consiguiendo algo.
-Lo siento, niño, pero es tarde y corro el riesgo de que venga una mala bruja y me convierta en calabaza.-bromeó ella levantándose del sofá y tomando el libro escarlata entre los brazos, dispuesta a macharse de ahí.
-Te acompaño.-se ofreció Cass levantándose también y dispuesto a seguirla, pero para su sorpresa, Juliana puso una mano en su hombro y lo obligó a volver a sentarse.
-No, niño, de eso nada. Conozco muy bien el camino a mi propia habitación y te puedo asegurar que a nadie le hará ninguna gracia ver a un chico merodear por el área de los dormitorios femeninos.
Cass, negándose a dar por perdida la batalla, inquirió, con un tono provocativo y jocoso:
-¿Eso es lo que te preocupa o lo que de verdad te asusta es que pueda seducirte lo suficiente como para que desees acostarte conmigo?
Tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para no echarse a reír por la expresión de puro desconcierto que puso Juliana en ese momento ¡por favor, qué pena no tener una cámara a mano! ¡ni él mismo se creía que había dicho tal cosa!
Juliana, por su lado, no podía apenas con la incredulidad de lo que acababa de oír de boca de aquel chico ¡precisamente de él entre todos!. "Pero ¿Qué rayos? ¿Desde cuando Cass era así de descarado y atrevido? ¿No se suponía que él era tímido?"
-¿Dónde te has dejado las cadenas? Lo digo por lo fantasma que eres-rio ella dándole un golpecito en la frente con el dedo-Sin embargo, te reconozco el intento, niño.
-Otra vez con lo de niño.-resopló malhumorado Cass para el entretenimiento de Juliana. Momento que Cass aprovechó para abrazarla por las caderas y hacerla sentarse en su regazo. Juliana dio un pequeño grito de sorpresa al no esperarse aquello, usando sus manos para sostenerse en hombros de Cass, y verse de pronto demasiado cerca de él. De inmediato se crispó e intentó levantarse pero los brazos de Cass la retuvieron, manteniéndola sobre él.
-Cass ¿Qué demonios...? ¡Suéltame!
-No quiero.
-¿Que?
-Creo que lo que a ti te hace falta aprender es que los niños ¡crecen!
Cass sonrió de manera arrogante cuando pudo sentir que tenía el control de la situación y pudo descolocar a Juliana, sin embargo, cuando volvió a conectar sus ojos con los de ella, sintió que el estomago se le hundía y la tierra dejaba de sentirse bajo sus pies. Un rubor tan brillante como sus ojos cubría casi la totalidad de su cara junto con la iluminación que proporcionaba la luz de la hoguera, y Cass no podía evitar pensar que era lo mas bonito que había visto en su vida. Esa imagen no era la misma de sus memorias y, aun así, Cass no lo cambiaría por nada. Ella era increíblemente hermosa, aquellos ojos, tan rojos y brillantes, lo tenían anclado y se vio a si mismo codiciándolos. "Mírame, por favor, mírame". Dejó escapar una breve risa, divertida y feliz, y, anhelando sentirla mas cerca, la estrechó suavemente para acercarla mas y así apoyar su cabeza en el pecho de ella.
Juliana, por su lado, se sintió gritar por dentro en cuanto Cass afianzó mas su abrazo y lo sintió apoyarse en ella ¡Estaban demasiado cerca! y Sus ojos, esos malditos e hipnóticos ojos que te atrapaban si permanecías demasiado tiempo mirándolos, ahora resplandecientes, amenazaban con hacerla caer en algo tan profundo que no sería capaz de salir si lo permitía. Oe ¿estaba ronroneando? No...¿VERDAD?. Pero ¡maldita sea...! ¿Cómo iba a escapar de esto si él ahora la tenía capturada igual que un Pokémon serpiente a su presa? Volvió a estremecerse cuando sintió el pulgar de Cass acariciando lentamente su cadera ¡Oh, no...! espera ¡¿se estaba acercando?! ¿Había puesto una mano en su nuca?! No, no, no, no podía dejar que esto se saliera de control ¡no ahora! ¡No precisamente ahora!
Entonces Cass se sobresaltó cuando la mano de Juliana se estampó en su cara, cortando su trayectoria hacia su boca.
-¡Muy bien, lo he entendido!-exclamó alterada mientras empujaba la cara de Cass para generar distancia. Lo escuchó farfullar alguna protesta, pero aquello fue suficiente para que él aflojara el agarre y ella pudiera escapar.
Cass, desconcertado de que la atmosfera se hubiera roto y ahora su cuerpo se sintiera vacío y frío, miró desconcertado a Juliana que se alejaba de él. Con rapidez, él también se levantó, haciendo el amago de seguirla.
-Julie...
-Tengo que irme, Askari se preocupará si se despierta y ve que no estoy allí.-dijo ella sin mirarlo, tomando el libro que se había quedado olvidado en el sofá.
Pero él no quería separarse de ella. No todavía y mucho menos ahora.
-Voy contigo y...
-¡Te he dicho que no!-exclamó volteando a verlo alterada ¡no iba a permitir que él supiera donde estaba su habitación! ¡No quería darle oportunidad de saber dónde encontrarla! Era demasiado arriesgado, pero no pudo evitar sentir el corazón contraerse cuando vio la decepción en los ojos de Cass.-Lo siento, de verdad, pero tengo que irme. Buenas noches, Cass.
Sin esperar respuesta, ella se fue a toda prisa de ahí llevándose consigo el libro escarlata, dejando atrás al pobre chico que se quedó quieto viéndola huir de él quedándose solo en aquella biblioteca que, a pesar de la hoguera, ahora se había vuelto muy fría.
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Cass había regresado a su habitación justo después de lo ocurrido. Había perdido toda la concentración y ganas de seguir trabajando, todavía no tenía sueño pero se sentía extremadamente exhausto, a tal punto que ni se molestó en encender las luces y solo se movió por la estancia a oscuras para cambiarse de ropa y lavarse los dientes.
Se dejó caer sentado sobre su cama, ahora vestido con una ropa deportiva que le servía de pijama, con pantalones cortos blancos y una camiseta de tirantes rojo, y miró algún punto fijo de la oscuridad de su habitación, pensando qué hacer ahora. Contempló la idea de ver alguna película en su Smart Rotom, quizá mandar mensajes a Corín aun siendo tan tarde para al menos mantenerla informada que cómo le estaba yendo en la Academia Naranja, sin embargo, la verdad es que no le apetecía nada hacer ninguna de esas cosas. Todo cuanto quería hacer era meterse en su cama, acurrucarse y dejarse llevar por los pensamientos de su cabeza hasta que el sueño le venciera.
Pero lo ocurrido en la biblioteca lo atormentaba, se pasó las manos por su cara, dejando escapar gruñidos de frustración ¿Qué demonios había pasado? ¡¿Por qué se había dejado llevar de esa manera?! Con lo difícil que había sido poder coincidir con ella, y mas difícil tener una conversación normal y fluida ¡y por su estúpido impulso la había asustado! Maldita sea, Cass, ese no era el momento ni el lugar ¿y si ahora Juliana se volvía mucho mas recelosa de quedarse a solas con él? Ese pensamiento le hizo gemir como un Pokémon abandonado. Al fin y al cabo, ellos aun no habían solucionado nada de lo ocurrido entre ellos, había muchas cuentas pendientes y su relación era tensa ¿Cómo se le había ocurrido acorralarla de aquella manera e intentar besarla? Un rubor se instaló en sus mejillas al recordar ese instante. "Fue culpa de esa preciosa cara..."
Y quiso besarla ¡se moría por besarla! Pero ahora la había asustado y lo había dejado atrás ¡por idiota!
¡TOC! ¡TOC!
Unos suaves golpes en su puerta cortaron con el hilo de sus caóticos pensamientos, haciéndole levantar la cabeza y dándose cuenta de que se había estado revolviendo el cabello. Oh, Arceus, ese mal habito de nuevo...
Los suaves golpes insistieron y Cass se preguntó quién podría ser a estas horas, quizá había sido demasiado ruidoso al entrar y moverse por la habitación que alguno de sus vecinos estaba ahí para llamarle la atención. Pensó por un segundo en ignorar el llamado, pero al final decidió no hacerlo, era el nuevo en aquella Academia y no quería causar mala impresión a los demás estudiantes o personal, si iba a vivir allí una temporada mejor que pudiera llevarse bien con la mayor cantidad de personas posibles.
Pero cuando abrió la puerta, su sorpresa fue mayúscula cuando se encontró con los ojos escarlatas que ya le eran familiares.
-¿Juliana...?-preguntó atónito de verla ahí.
-No digas ni una sola palabra.-susurró ella antes de abalanzarse sobre él y reclamar su boca.
Cass se quedó congelado, con los ojos muy abiertos de la impresión sintiendo los labios de Juliana sobre los suyos e invadiendo el interior de su boca de aquella manera tan exigente y arrolladora, mientras que él, confundido, sentía que el impulso de ella los había vuelto adentrar en la habitación. Y ella siguió ejerciendo dominancia, empujándolo y él sin ser capaz de detener aquel huracán de cabellos azules.
Cass perdió el equilibrio en cuanto la parte traseras de sus rodillas chocaron contra el colchón y cayó sentado sobre éste, momento en que sus bocas se separaron y permitieron al chico respirar por un segundo. Miró hacía arriba, intentando entender cómo se estaba dando todo aquello, pero todo lo que vio fue a Juliana intentando subirse a su regazo, poniendo una rodilla entre sus muslos, y volver a buscar su boca.
-Juliana ¡espera!-dijo él tomándola de los codos, deteniéndola y mirarla a los ojos.-Oye ¿por que...?
-Te dije que no dijeras una palabra.-siseó ella.
-Pero...
-Escucha, niño. Tu quieres esto, yo quiero esto. Los dos somos mayorcitos para saber lo que queremos, así que podemos conseguirlo juntos...o bien puedo irme ahora mismo y nunca volveremos a mencionar esto ¿Qué decides?
Cass se quedó en silencio, con los dedos temblorosos a cada lado del cuerpo de ella, y su rostro con una expresión de confusión. Juliana, a cada momento mas abochornada y arrepentida, y viendo que aquello era un error garrafal, decidió que era mejor conservar la poca dignidad que le quedaba y marcharse de ahí antes de que algo mas pasara. Se levantó del sitio y, alejándose de Cass, se dirigió hacia la puerta. De verdad ¿Cómo se le había ocurrido hacer tal cosa...?
Pero al momento en que abrió la puerta, escuchó pasos rápidos detrás de ella y una mano se estampó con brusquedad contra la puerta, volviendo a cerrarla, escuchando una respiración cerca de su nuca.
Lentamente, Juliana se dio la vuelta, conectando con los ojos dorados de Cass que le arrebataban el raciocinio y que a pesar de la oscuridad parecían brillar con luz propia, viendo su cabello caer con gracia por su rostro.
Cass la tomó del rostro, tomándose unos segundos para contemplarlo y asegurarse de no encontrar duda en sus ojos, acariciando las mejillas con los pulgares. Se acercó con lentitud a ella, casi con miedo de asustarla, pero ella no se alejó y Cass pudo finalmente unir sus labios.
Ese momento se lo tomaron con calma, explorando sus bocas, disfrutando del acto, acariciando los labios y dejando que sus manos tocaran lo que tuvieran al alcance. Los brazos de Juliana subieron lentamente por el pecho de Cass hasta rodear su cuello y mantenerlo cerca de ella, mientras que Cass llevaba una de sus manos a la nuca de ella, controlando el movimiento y la distancia.
Cuando el beso terminó, se separaron con lentitud, sin embargo, no dejaron mucha distancia entre ellos. Se miraron de nuevo, buscando algún atisbo de arrepentimiento, miedo o duda que diera la oportunidad a los dos de decidir si seguir o no.
Ninguno tenía dudas, solo el puro fuego que se reflejaban en sus respectivas miradas.
Cass se abalanzó sobre ella de nuevo, mas exigente y devoró su boca, abrazándola por la cintura para alejarla de la puerta y guiarla a su cama.
CONTINUARÁ...tal vez.
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