En boca cerrada no entran moscas
Podía sentir que le faltaba el aire. Corría todo lo rápido que podía, de vez en cuando, en su prisa, tenía un traspié que a duras penas lograba estabilizarse. Pero no podía permitirse caer, no ahora, si no se daba prisa, si no llegaba a tiempo...¡se le escaparía!
Conforme avanzaba por el largo pasillo gris, podía escuchar cada vez mas cerca el ruido estridente de gente gritando. Estaba ya cerca.
Finalmente salió, con la luz deslumbrándole los primeros segundos, antes de que los ruidos de la gente a su alrededor le ensordecieran. Abrió los párpados, encontrándose con el estadio mas grande del mundo, el publico, enloquecido, gritaba y alzaban los puños, los focos se movían por todas partes, incluso se veía caer confeti.
Miró hacia la arena de combate, en el centro del estadio, y allí la vio.
Parada en uno de los extremos del campo de batalla, su cabello castaño ondulando por la última colisión entre los Pokémon, sosteniendo su peso en un bastón que le permitía mantenerse de pie.
-Juliana...-pronunció a duras penas con la respiración aun entrecortada.
Sintió que los pies se le clavaron en el suelo y ya no podía moverse del sitio, contemplándola desde lo alto en medio de las gradas mientras ella se encontraba librando aquella feroz batalla contra el actual campeón de Teselia. Una batalla que tenía a todo el público enloquecido. Arcanine contra Arcanine de Hisui. Ambas bestias que se revolcaban en el suelo buscando someter al otro. Pese a que Haiba, el Arcanine de Juliana, era en parte de tipo roca debería tener la ventaja, el Arcanine del campeón Rizzo poseía en su set de movimientos los de tipo lucha que podían repeler cualquier movimiento de tipo roca e infligir daño a su contraparte.
Cass no podía escuchar las órdenes de los entrenadores desde donde estaba pero si veía perfectamente la espalda de Juliana, podía verla hacer gestos con su brazo, la forma en que movía la cabeza y los hombros, dejándole claro que debía estar gritando las indicaciones con toda la fuerza de sus pulmones. Luchando duro ante el alto rival que tenía enfrente, pero ella no tenía intención de perder ¡era su regreso glorioso al área de combate! ¡No iba perder contra el campeón de Teselia por nada!
Él lo sabía, sabía que ella pensaba así, porque no de otra manera ella se presentaría a la edición del Pokemon World Tournament si no era para anunciar al mundo entero su retorno a las competiciones, luego de varios años de ausencia...y él apenas se enteró de casualidad.
Estaba en la Academia Arándano, haciendo su rutina diaria de clases, todo estaba yendo como cada día. Lo único que notó era el alboroto que tenia todo el mundo con la nueva edición del Pokemon World Tournament, Cass había participado un par de veces antes gracias a ostentar el titulo de campeón de la Academia, siendo vencido una en los cuartos de final y la siguiente a esa en la semifinal. No le dio mucha importancia al principio, era normal, era un torneo en que participaban todos los campeones de todas las regiones, todos estaban pendientes de los resultados. Cass tenía pensado ver una reposición por la noche y luego comentarla con su abuelo durante una llamada...
Eso hasta que notó que la gente del club de la Liga estaban comportándose de manera extraña. Todos pendientes del Smart Rotom, viendo también los combates, sin embargo, actuaban nerviosos cuando él estaba cerca, incluso comenzaban a evitarle y a ocultar los dispositivos. Corín de hecho lo vio por los pasillos antes de salir corriendo y desaparecer por el resto del día ¿por qué?
Bueno, Levi fue el que se ocupó de darle la noticia. No se lo dijo directamente, pero si le dio su Smart Rotom para que viera qué era lo que tenía a todo el club de la Liga tan alterados y porque se comportaban tan raros a su alrededor.
Cass sintió su alma caer al suelo tan pronto vio que Juliana estaba entre los participantes, no solo eso, había llegado a las finales, enfrentándose al mismísimo Campeón de Teselia Rizzo.
Juliana está en Ciudad Fayenza.
Juliana...está en Teselia.
Ella está aquí.
Cass tembló mientras miraba la pantalla, viendo la figura de la chica dándolo todo en aquella batalla, sin poder creerse que de verdad estaba ahí ¿Por qué nadie se lo había dicho? ¡¿Por qué nadie le había avisado que ella estaba tan cerca de él?!
Con cada emoción golpeándole con fiereza, Cass no perdió el tiempo, y se fue corriendo de la sala del club, dispuesto a coger el primer Taxi Volador que encontrase para plantarse en ciudad Fayenza y alcanzarla. No sabe qué hará ni qué le dirá una vez esté ante ella. Pero tiene alcanzarla.
Levi no lo detuvo, pero Corín justo estaba entrando en la sala cuando Cass salía corriendo, y bastó verle la cara a Levi para saber qué ocurría. Como siempre, Corín intentó detener a Cass en su locura, pero, también como siempre, ella no pudo detener la fuerza abrumadora de la determinación de su hermano cuando se trataba de Juliana.
Y ahí llego, ante las puertas del edificio de Ciudad Fayenza. Sin pagar entrada y sin inscribirse a participar, Cass se coló dentro, con ayuda de su Cramorant, tomó nota mental para ir luego a disculparse y pagar la multa por entrar sin permiso ¡pero tenía que llegar donde Juliana cuanto antes!
Cass apenas pudo parpadear cuando ambos Arcanine se abalanzaron entre si en un ataque final. Erupción de Ira, por parte de Haiba, contra Enfado del Arcanine de Rizzo. Una nueva nube de polvo se levantó, extendiéndose por toda la arena de combate hasta llegar hacer desaparecer a los entrenadores. Cass pudo jurar que incluso entre la nube de polvo podía ver saltar llamas y trozos de rocas. El publico quedó en completo silencio. Cass incluso contuvo el aliento.
La nube de polvo se dispersó.
Lo primero que pudo verse fueron a ambos entrenadores.
Luego a Haiba en el suelo mientras el Arcanine de Rizzo se mantenía en pie, con su pata sobre el cuello de Haiba, manteniéndolo inmovilizado.
El Campeón Rizzo había ganado.
El público estallo de puro extasis, mientras que Cass miraba ojiplatico el resultado sintiendo que el corazón se le apretaba. Juliana había perdido.
Era la primera vez que veía que alguien derrotaba a Juliana...
Juliana, ayudada por su bastón, avanzó por la arena de combate dirigiéndose a Haiba, que aun no se había levantado. El enorme Pokémon, para no preocuparla, levantó su enorme cabeza y le lamió la cara. El Campeón Rizzo también se acercó a dedicarle caricias a su propio Arcanine antes de intercambiar algunas palabras con Juliana. Finalmente ambos campeones, en un acto de buena deportividad, se estrecharon la mano, provocando que el publico alzara mas su vitoreo y celebrando el regreso a Juliana a las competencias.
Cass se quedó mirándola mientras todo se desarrollaba, como si estuviera procesando el verla ahí y, al mismo tiempo, haber sido testigo por primera vez de una derrota.
Pero entonces Juliana se movió, seguida de Haiba, de regreso al pasillo para regresar al interior mientras Rizzo hacia lo mismo en el sentido contrario. Juliana ya perdió y su tiempo en el torneo había terminado. Era hora de irse.
Cass despertó en cuanto ella desapareció de su vista y buscó la manera de llegar a ella. Volviendo sobre sus pasos, bajando escaleras, abriendo algunas puertas.
Y estuvo a punto de conseguirlo. Llegó a verla, justo al final del pasillo. Ella estaba rodeada de gente, sus fans, personal de seguridad, gente que estaba como loca por intercambiar unas pocas palabras con la Campeona de Paldea.
Cass quedó congelado en el sitio, apenas pudiendo creer que de verdad fuera ella, vio parcialmente su rostro, una alegre sonrisa adornaba su cara pese haber sido derrotada, simplemente estaba feliz de haber vuelto a los combates que tanto amaba. Hablaba animadamente con sus fans, se sacaba fotos con ellos y recibía sus regalos, todo sin darse cuenta de su presencia al final del pasillo. Cass tembló. Era la primera vez que la veía en tanto tiempo ¡estaba tan guapa! ¡Parecía tan radiante que Cass quiso llorar!
-Ella está bien...-sollozó sin poder evitarlo, perdiéndose en la imagen que tenia ante de él, viendo como ella tomaba con su brazo libre a un niño pequeño y le daba un beso en la mejilla.-Estoy tan contento, Juliana...tan contento...
Dio un paso, queriendo acercarse a ella, tenia miedo el cómo reaccionaría al verle, pero ahora mismo solo quería acercarse, que ella lo reconociera y decirle todo lo que tenia guardado en su pecho, decirle lo feliz que era de verla sin aquella silla. Preguntarle cómo estaba, cómo se sentía. Todo...
Pero entonces alguien le agarro con fuerza el brazo que estaba alzando hacia ella. Cass miró horrorizado que se trataba de alguien del personal de seguridad.
-¿De verdad crees que no te íbamos a pillar, chico?-gruñó aquel hombre, apretando el agarre.
Cass sacudió la cabeza, maldiciendo su suerte de que precisamente tuvieran que atraparlo ahora. No ahora. No cuando ella estaba tan cerca de él. No cuando al fin la tenía al alcance.
Desesperado, Cass golpeó al tipo en la cara, buscando la manera de escapar de su agarre e ir con Juliana, pero para su sorpresa, fue fácilmente reducido por un Machoke que se abalanzó hacia él para capturarlo.
-¡NO!
Cass se retorció y pataleó en el aire sabiendo lo inútil que era intentar deshacerse del agarre del Pokémon, pero, necio de él, siguió peleando. Miró hacia donde estaba Juliana, aun lejos y enfrascada en atender a sus fans.
"Estoy aquí"-pensó Cass desesperado mientras continuaban sus esfuerzos por liberarse.-"Date la vuelta. Estoy aquí ¡justo aquí! Mírame. Juliana, por favor ¡Mírame!"
-¡JULIANA!-gritó con todas sus fuerzas, totalmente desesperado de ver como estaba siendo alejado cada vez mas e intentando que su voz pudiera oírse por encima del bullicio que rodeaba a la Campeona.
Entonces pudo ver que Juliana se detuvo en seco y alzaba un poco la cabeza. Cass contuvo el aliento, pensó durante esa fracción de segundo que ella lo había oído y que se daría la vuelta.
Pero su esperanza murió al momento en que se abrieron de par en par las puertas que estaban delante de Juliana, dejando paso a un hombre de pelo azul que de inmediato corrió abrazarla y a llenarle de besos la cara. Juliana, en ese momento, se olvidó de todo para centrarse en el hombre que la estaba colmando de mimos. Viendo su fracaso, Cass empezó a retorcerse y gritar con frustración, peleando, arañando mientras el Pokémon luchador le iba alejando de mas y mas de allí, hasta que perdió de vista a la chica.
Lo siguiente que sintió fue la luz del sol deslumbrándolo antes de ser arrojado al suelo sin ninguna delicadeza.
-¡Por favor!-rogó Cass levantándose de inmediato para dirigirse a los de seguridad.-Por favor, dejadme entrar ¡tengo que hablar con Juliana!
-Si, eso no va a pasar, chico.-gruñó el tipo, con una marca color roja en su pómulo, empujando a Cass en cuanto lo vio intentando abrirse paso de nuevo.-Si tanto querías hablar con la Campeona Juliana, haber pagado la entrada como todo el mundo y no colarte como si fueras un vulgar ladronzuelo.
-Se lo ruego ¡no soy un fan! Soy su amigo.-rogó haciendo un nuevo intento de abrirse paso, pero un nuevo empujón lo hizo retroceder.
-No tenemos constancia de que la Campeona Juliana haya autorizado la entrada a nadie con tus características, chico. Y viendo la forma en la que te has colado y cómo has reaccionado cuando te hemos pillado, dejas claro que ella no estaba esperando tu visita.
-No...yo...pero yo soy su amigo...de verdad...es solo que...solo que....
-Vuelve a casa, y cuando puedas pagar una entrada, entonces puedes regresar.
-¡No, por favor, tengo que hablar con ella! Es importante.
-Si tan importante es, déjale un mensaje en su Smart Rotom. Si eres amigo suyo, tendrás su número ¿no?
Cass no pudo contestar a eso, y el de seguridad, sacudiendo la cabeza se dio la vuelta murmurando algo sobre los fans enloquecidos, y se fue de ahí dejando a Cass mirando como un tonto su propio reflejo devastado en las puertas que se cerraban en la cara.
Derrotado, enfadado y desesperado, Cass se sentó en un banco cercano, mirando el edificio donde sabía que Juliana aun se encontraba dentro, celebrando con sus seres queridos su regreso a las competiciones. Tan cerca de él y no podía llegar a ella. Casi estuvo a punto de que ella le viera, estuvo cerca de que ella se diera cuenta de que él estaba alli, casi...
Pero el casi no le servía.
Cass llevó sus manos a la cabeza, tirando sus cabellos y luchando contra el impulso de ponerse a gritar como un maniaco y luego llorar como un niño ¡maldita sea ¿por qué?! ¡¿Por qué cuando al fin tenía la oportunidad de volver a verla tenía que pasar esto?! ¡¿Por qué nadie del club le avisó antes?! ¡¿Por qué?! ¿POR QUÉ?!
-¿Un mal día, amigo...?-escuchó una voz cerca de él haciendo que levantara de golpe la cabeza.
Un hombre, mayor que él con la cara parcialmente oculta tras un sombrero, se había sentado al otro extremo del banco en donde estaba ¿o estaba ahí desde el principio?
Dando un sollozo, Cass negó la cabeza.
-Disculpe, pensaba que estaba solo. Siento haberlo molestado.-se disculpó levantándose dispuesto a irse ahí con la poca dignidad que le quedaba. Entonces sintió que unos dedos se cerraba alrededor de su muñeca.
-No, por favor, no tienes que irte.-Cass miró consternado al hombre que, al momento, pareció darse cuenta de lo que hacía y le soltó-Lo siento, perdona mi atrevimiento, creo que eres alguien que le vendría bien hablar ¿tal vez...?
Cass se quedó mirando al extraño con una ceja arqueada.
-¿Que es lo que quiere...?
-Nada ¡lo juro!-dijo con apuro el hombre alzando las manos para verse lo mas inofensivo posible.-Es solo que...ellos están muy preocupados por ti.
-¿Ellos...?
-Si, ellos.-dijo mirando hacia la zona del cinturón de Cass.-No puedes oírlos, pero están gritando por ti. No saben qué hacer para ayudarte.
Instintivamente, Cass puso su mano en el cinturón notando de inmediato el tacto de las poke ball que colgaban por los laterales ¿este tipo estaba insinuando que sus Pokémon estaban gritando?
-¿Quién es usted...?
El extraño, con una suave sonrisa, palmeó el espacio a su lado.
-Solo soy alguien que ama a los Pokémon, y que quiere ayudar a todo aquel que los ame. Así que, si me lo permites, tal vez pueda ayudarte ¿joven...?
-...Cass.
-Joven Cass.-asintió con cierto vigor, haciendo que a Cass aquel tipo le parecía mas joven de lo que era, pero todavía con la sensación de devastación asolándolo, solo se dejó caer junto al tipo ¿Qué importaba...?-Sabes...no soy muy fanático de los combates Pokémon, me cuesta mucho entender qué es lo que la gente ve de bueno que los Pokémon luchen entre ellos.
Cass miró al hombre, cuya mirada estaba perdida en el enorme edificio del Pokémon World Tournament. Aquello fue un planteamiento extraño...
-Bueno, siempre se ha dicho que los combates unen a los humanos y Pokémon.
-Creo que es fácil decir eso cuando no es el humano quién tiene pelear contra sus semejantes.-se encogió de hombros.-Los Pokémon pelean en naturaleza en pos de su propia supervivencia o la de sus crías, incluso para cumplir su función dentro de la naturaleza. Luchar entre ellos cuando son sacados o nacidos fuera de la naturaleza se siente en si mismo antinatural...¿Por qué hacerles pelear o encerrarlos cuando podrían tener una vida cómoda sin preocupaciones al lado de sus humanos?
Cass miró al hombre por el rabillo, era un punto interesante y realmente era algo que nunca se había planteado. Toda la vida había visto entrenadores, siempre había visto a los Pokémon combatir, todo aquel que conoció había participado en combates en mayor o menor medida, incluso siempre pensó que no era normal que un Pokémon no hubiera luchado al menos una vez...nunca se planteó lo que aquel tipo exponía.
-Si no le gustan los combates...¿por qué está aquí?
El hombre dio una sonrisa, una que a Cass le pareció llena de cariño.
-Porque mi mujer está ahí dentro.-suspiro con una expresión casi de ensoñación.
-¿Su mujer...es una participante?
-No, ya no, pero viene apoyar a su pupilo ¡es una gran fanática de los combates Pokémon! No se perdería ninguna edición de este torneo mientras su querido pupilo estuviera participando-se encogió de hombros.
-Usted...¿está casado con alguien que ama los combates cuando a usted no le gustan...?
-Pues si, irónico ¿no? Y aun así, no lo cambiaría por nada. Ella es la persona que ama a los Pokémon mas que nadie que haya conocido.-rió el hombre de buen humor.-¿Qué hay de ti, joven Cass...? ¿Tienes a alguien importante ahí dentro?
Cass apretó los puños sobre sus rodillas.
-Si...alguien muy importante.
-¿Tu pareja o alguien de la familia?
Los hombros de Cass cayeron derrotado y sus ojos, con una infinita tristeza, se clavaron en el suelo.
-Ninguna de las dos cosas.-respondió apenas con un hilo de voz.-Es alguien muy importante para mi, pero le hice daño. Mucho daño. Y no se me ha dado la oportunidad de disculparme con ella. Sin importar lo que haga, lo que suplique...simplemente no puedo llegar a ella.
El hombre lo miró, compasivo, viendo como el joven parecía derrumbarse mas y mas conforme hablaba evidenciando la terrible desesperación y culpa.
-Puedo entender el sentimiento...-susurró mirando una poke ball que tenia en sus manos.-Yo también he cometido actos de los que me arrepiento y que mi esposa salió perjudicada.
-No puede ser peor que lo que hice yo...
-...Arriesgué su vida.
Sorprendido, Cass levantó la cabeza, mirando aquel hombre cuya sonrisa parecía una mezcla de tristeza pero también de nostalgia.
-Aun...a día de hoy sigo preguntándome qué hice para que ella me quisiera a su lado.-suspiró perdiéndose en sus recuerdos.-Tu, eres incluso mas valiente que yo Cass, porque yo pensé expiar mis pecados huyendo de todos y tuvo que venir mi mujer a buscarme al otro lado del mundo.
-¡¿QUE?!
-Y aun así estuve huyendo de ella por meses porque veía que la misma furia de los dioses me caería encima como me dejara pillar...
-¡¿QUEEE?!
-Lo que quiero decir...es que me parece que tu eres muy valiente por intentar durante tanto tiempo tomar la responsabilidad y dar la cara para que ella vea que estas arrepentido. Eso habla bastante de ti y demuestra el porqué tus Pokémon te quieren tanto.
-...¿y de qué me ha servido? No he podido acercarme a ella, ni siquiera sabe las veces que he intentado contactarla.
-Es posible que lo que pasa es que no sea vuestro momento.-dijo el hombre, jugueteando con la poké ball en sus manos, pasándola de una mano a la otra.-Así que...en vez de forzar el encuentro, podrías probar a dejar las cosas en manos del destino y encontrar un nuevo objetivo para ti mismo.
-¿Un nuevo objetivo...? ¿Para qué...?
-Para crecer.-dijo de manera suave.-Tenerla a ella como única cosa en tu mente puede hacerte perder tu camino, uno que no te guiará hasta ella. Haz el tuyo propio, y así, cuando al fin la tengas enfrente, que ella encuentre a una persona diferente que la que le hizo daño, y puedas entonces hablar de corazón a corazón.
-Yo...no sé cómo hacer eso-reconoció con vergüenza.
Era cierto, antes de conocer a Juliana no tuvo ningún objetivo en mente para su futuro, solo vivía tranquilamente en Villa Versui y trataba de pasar siempre desapercibido en la Academia Arándano. La llegada de Juliana a su vida le dio un objetivo, uno que se fue torciendo cada vez mas y mas, acabando en total desastre para después, seguir dedicando su vida a seguir sufriendo por lo que hizo y a tener a la chica taladrando su mente. Desde hacia demasiado tiempo, Juliana había ocupado su mente, no tenía otra cosa en la vida que hacer mas que ella...
-Tal vez pueda ayudarte con eso...-susurró el hombre, apretando la poké ball en su mano por un breve momento antes de tendérsela a Cass.
-¿Que...?
-El Pokémon de mi esposa hace poco que ha tenido crías, y está preocupada porque ésta amiguita aun no ha conseguido a nadie que pudiera cuidar de ella.-explicó acariciando la poké ball con su pulgar.-Es testaruda, valiente e indomable, necesita a alguien que sepa criarla bien para convertirla en un Pokémon fuerte pero, sobre todo, en alguien buena capaz de proteger a los que le importan.
-¿Y...Yo? Pero ¿Por qué me la das a mi...? No me conoces de nada...
-Sé que amas a los Pokémon, tu propio equipo te colma de amor incluso ahora que no les estás escuchando.-guiñó el ojo con complicidad.-Y, si te soy sincero, joven Cass, esta pequeña puede ayudarte mas a ti de lo que tú puedes hacer por ella, te dará dolores de cabeza pero te aseguro que si lo consigues te habrá valido la pena.-dijo posando la poke ball entre las manos de Cass- Cuida de ella, críala, haz que crezca fuerte y tu mismo verás los resultados que esto te dará a ti mismo...
Cass incapaz de hablar veía la reluciente ball brillando en su mano, sintiendo como si el Pokémon que estaba en su interior, el cual todavía no sabia cual era, estuviera hipnotizándolo.
Cass había sido escogido.
-Oh, siento tener que dejarte, pero ahí esta mi esposa.-la voz del hombre despertó a Cass de su ensoñación, viendo que el hombre ya se estaba alejando de él, encaminando directamente hacia una mujer que estaba a unos metros, la cual lo recibió gustosa con un amoroso beso en los labios tan pronto lo tuvo a su alcance.
Cass se quedó de piedra al ver aquella mujer...
"No puede ser..."
¡La ex campeona de Teselia, Liza, la caballero del Pokémon Legendario Dragón Negro, Zekrom!
Volvió a mirar al hombre extraño, que justo separaba sus labios de la anterior campeona, recorriendo el rostro de la mujer con pequeños besos y susurrándole cosas que no alcanzaba a escuchar, en una escena de lo mas tierna y amorosa.
El hombre pareció recordar que Cass estaba mirando, así que solo le sonrió antes de susurrarle algo a Liza al oído. Ella miró en su dirección y lo saludó con la mano. Dejando a Cass aun mas congelado de lo que ya estaba.
Aquel hombre era el marido de la ex campeona de Teselia Liza...
Cass apenas podía creer que había estado conversando con el caballero del Dragón Blanco Reshiram...con el Rey del Equipo Plasma...
Y que acababa de recibir un Pokémon de manos de Natural Harmonia Gropius...
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-Mencía, en serio que estoy bien...no hace falta que hagas nada de esto.-susurró Cass agotado mientras era arrastrado por el cuello de la camisa por Mencía a lo largo de los pasillos de la Academia.
-¿Estas bromeando? Desde que te conozco tienes el trasero sobre los sofás de la biblioteca rodeado de papeles ¡tu también necesitas tomarte un descanso!
-Dentro de poco vamos hacer la primera expedición al Foso de Paldea, tengo que saber todo lo posible antes de ir, por eso quería poder hablar contigo al respecto de cuando fuiste allí con Noa.
-Si, si, si, y eso haremos pero primero tenemos que ocuparnos de darte actividades para que tengas tu tiempo de ocio ¿Siquiera has visitado ciudad Meseta el tiempo que llevas aquí?
Cass se encogió en el sitio, sintiendo aquello como una regañina. Ya tenia dos semanas en la Academia Naranja y no había sacado un pie fuera de los recintos de la escuela nada mas que para conseguirse algún capricho para comer. Mencía, al ver su rostro que le daba toda respuesta, se quedó horrorizada.
-De verdad ¿Cómo puedes quedarte encerrado en estas cuatro paredes sin salir al menos a dar un paseo? ¿Tienes idea de lo que te estás perdiendo?
-Tengo mucho trabajo, Mencía
-Ningún trabajo requiere de tanto tiempo como para que cometas el pecado de no conocer la ciudad ¡por Arceus, Cass! Vienes de otra región y estás en una de las ciudades mas grandes de Paldea ¡haz el esfuerzo para tener cosas que contarle a tus amigos cuando vuelvas a casa!
-Tenia pensado hacerlo, es solo que no he tenido mucho tiempo...
-Si, sigue diciendo eso cuando al poco de llegar ya conseguiste tu primer ligue-se burló Mencía contemplando como las mejillas de Cass tomaban un color rojizo.
El recuerdo de su noche con Juliana vino de golpe a su mente y sintió que se acaloraba pero no pensaba hablar de ese tema con Mencía ¡Ni hablar! Eso era algo privado entre ellos y no pensaba comentarlo con nadie.
-En serio, Cass, ya me está costando trabajo sacar a Damián y a Juliana de sus respectivas cuevas como para que también me tenga que ocupar de ti ¡me costó años hacer que Noa saliera mas de su habitación y ahora tengo a tres personas mas con las que tengo que pelearme para que salgan a la luz del sol!
-¿Damián y Juliana...?-preguntó ahora con toda su atención puesta en la campeona.-¿Qué pasa con ellos?
-No estoy segura, pero los dos están muy raros desde que volvieron de su viaje.-suspiró Mencía negando con la cabeza.-Están como estás tu, con las narices metidas en cientos de libros que no puedo entender, saltándose las clases y encerrándose en la habitación del otro hablar de quién sabe qué.
Un ardor de estómago se instaló en Cass en cuanto escuchó aquello ¿Qué Damián se encerraba en la habitación de Juliana y ella hacia lo mismo en la de él? ¡Él ni siquiera sabía dónde estaba la habitación de Juliana! Sabía que esos dos eran mejores amigos, sin embargo, este extraño comportamiento de estar exageradamente juntos, excluyendo a Mencía y a Noa que eran también amigas suyas, le daba mala espina ¿Por qué? ¿Algo mas estaba pasando entre ellos?
-Cass...¿estás bien?-preguntó Mencía intimidada al ver que Cass había comenzado a sisear como una serpiente venenosa y sus pupilas se habían alargado.
Cass se mordió la lengua al darse cuenta de su propia actitud, sacudiendo la cabeza para alejar esos malos pensamientos de su cabeza. No. No podía dejarse llevar por esas emociones, debía pensar las cosas fríamente. Y lo primero que pensó fue que si Juliana fuera la novia de Damián no habría ido corriendo acostarse con él, porque Juliana no era ese tipo de mujer que engañaba a su pareja por una noche de sexo.
"A no ser que Damián no sea su novio, sino un amigo con derechos."-fue lo que le susurró una vocecita malévola que le hizo volver a sisear, de alguna manera eso le hacía sentir aun peor.
-Estoy...bien...-contestó Cass con apenas un hilo de voz, como si estuviera conteniendo la rabia que estaba bullendo dentro de él, e intentando centrarse se dirigió a Mencía.-He oído varias veces sobre ese viaje que hicieron ¿Dónde fueron exactamente?
-Oh, ellos fueron a Alola.
De alguna manera, Cass pudo sentir a una versión de si mismo adolescente y enloquecido gritar como desquiciado mientras le arañaba las paredes del estomago. Alola, la región paradisiaca por excelencia. Un lugar cálido y perfecto para unas vacaciones para la familia...o con la pareja...o con un amante.
-Damián estaba interesado en probar las malasadas, el dulce típico de Alola y quería conseguir ingredientes locales para recrearlas aquí con ayuda de sus especias. Pero el pobre es un poco inseguro en eso de viajar solo a un lugar tan lejano, así que Juliana le acompañó y así tenía excusa para darse unas vacaciones.-fue explicando Mencía, ajena a que un aura negra comenzaba a envolver a Cass y sus cabellos comenzaban a bailar en diferentes direcciones como si fueran tentáculos.-Pero algo debió pasar en ese viaje porque volvieron...raros.
-¿Raros...?-preguntó aun un tanto amargado por lo que escuchaba.
-Ya sabes, aunque no lo creas ellos no son ratas de biblioteca. No al menos que estén buscando algo muy importante. Pero no sé porqué no nos lo cuentan a Noa y a mi para ayudarlos, este tipo de cosas siempre las hemos hecho juntos.-suspiró ella, poniendo una expresión dolida al pensar en ello.
Aquello hizo que Cass borrara de golpe su ataque de celos y pusiera a trabajar su lado racional.
Recordó la falta de sueño que Juliana manifestaba aquella noche en la biblioteca y que se había llevado consigo el Libro Escarlata de Eriad pero ¿Qué tenía eso que ver con Alola? Cass había deducido que tal vez estuviera investigando algo relacionado con los Pokémon Paradox, puede que incluso del propio Koraidon, pero nada de eso conectaba con la región de Alola.
Miró a Mencía, que sacudía la cabeza perdida en sus propios pensamientos. Si sus sospechas eran correctas y ese grupo había ido al Área Cero y no solo Mencía y Noa, entonces no era algo que ellos hubieran descubierto en ese tiempo porque entonces no tendría sentido ocúltaselo a las dos chicas mientras los otros actuaban por su cuenta.
"Algo ha pasado en Alola..."
Cass tenía demasiadas preguntas y empezaba a frustrarse con no tener respuestas, sobretodo porque estaba convencido de que casi todo el comportamiento de Juliana giraba en torno a este tema.
-Oye, Mencía, si te hago una pregunta ¿puedes serme sincera?
-¿Uh...? Supongo...
-No, supones no, necesito saber si lo serás o no...
Mencía parpadeó sorprendida ante el cambio que vio en aquellos ojos dorados, y a la vez confundida.
-Vale, ¿Qué quieres saber?
-Mira, no sé qué tipo de juego tienen tus amigos, pero por la reacción que han tenido a lo que les he preguntado, estoy seguro de que los cuatro bajasteis al Área Cero hace algunos años.
-Oh, si, lo hicimos.
-¡No me lo niegues, Noa ya lo hizo y...! Espera...¿lo hicisteis?-preguntó Cass pasmado de que ella lo admitiera tan fácilmente.
-Si, Noa, Damián, Juliana y yo fuimos al Foso de Paldea juntos, Koraidon fue el que nos ayudó a colarnos ¡ese Pokémon es todoterreno! ¡Nos bajó en picada hasta llegar al Área Cero! ¡Fue genial!
Cass se sintió de repente estúpido ¡podría haber preguntado directamente a Mencía en vez de ir a Juliana y a Noa!
-¿Qué fue...lo que encontrasteis ahí abajo?
-Lo siento, pero eso...no puedo decírtelo.
-¿Tiene algo que ver con la investigación de la profesora Albora?
-¡Hala! ¿Sabes hasta eso, Cass? ¡Si que eres listo!-exclamó Mencía, sorprendida.-Uff, menos mal que lo sabes porque no me gusta nada esto de guardar secretos. Pero si, fue una locura ¡cuando nos enfrentamos a la IA de la profesora Albora!
-¡¿Una IA?! ¡¿Cómo que una IA?!
A partir de ahí, Mencía cantó como un pajarito en primavera mientras que Cass iba escuchando a cada rato mas horrorizado. La manera en que llegaron al interior del Foso, los combates contra los salvajes Pokémon Paradox, la noticia de que la profesora Albora murió hacía mucho tiempo y que una IA que copiaba sus recuerdos y comportamiento había sido la que les guió hasta allí, la dichosa máquina del tiempo y su sistema de seguridad, el duro combate contra el único otro Koraidon que existía, mas fiero y salvaje que el juguetón y amigable que estaba en manos de Juliana, la marcha de la IA en la propia máquina del tiempo antes de que quedara desactivada para siempre.
Todo aquello parecía de ciencia ficción y Cass habría puesto en duda de una historia así si no supiera que Mencía no tenía tanta imaginación como para inventarse una historia así y contarla tan alegremente.
-Uf, la verdad es que estoy contenta de que alguien mas lo sepa ¡es tan difícil guardar este secreto luego de tanto tiempo! Pero tu también tienes que mantenerlo en secreto ¡nos meteremos en problemas como algo de esto llegue a oídos de los de la Liga Pokémon! En especial el pobre Damián.
-No...te...preocupes...-siseó a duras penas Cass con un tic en el ojo como si estuviera a punto de estallar.
-Hey, vosotros dos ¿Qué tal?-se escuchó una voz tras Cass que, al percibirla, se crispó como un felino.
-¡Damián, Juliana!-exclamó alegremente Mencía saludando efusivamente con el brazo como si ellos estuvieran lejos.
Entonces Cass volteó a mirarlos tan rápido que se le escuchó crujir haciendo a todos sobresaltarse. Los ojos dorados y abiertos de par en par se clavaron directamente en Juliana, que de repente agarró con fuerza el brazo de Damián al sentir que iba a saltar sobre ella. Su acto hizo que Cass no pudiera evitar gruñir.
-...Cass.-habló a duras penas Juliana, nerviosa y confundida de ver a Cass tan enfadado.-¿Todo bien...?
-Todo genial, Julie.-siseó su apodo con rabia haciendo que la pobre sintiera el sudor frío recorrer su espalda.-Estaba hablando con Mencía y me ha convencido de salir un rato para conocer ciudad Meseta ¿te importaría hacer de guía para mi?
-¿Eh...?-exclamaron tanto Damián como Juliana.
-¡Que idea tan fantástica!-exclamó Mencía dando un saltito e ir a tomar el otro brazo de Damián.-¡Por favor, Juliana, ocúpate de que Cass conozca algo de ciudad Meseta, me ha costado mucho sacarlo de la biblioteca y sería genial que pudiera ver algo mas que estas viejas paredes!
-¿Y...Yo?-exclamó asustada, aun sintiendo la mirada oscura y penetrante de Cass sobre ella que, por alguna razón se hacia cada vez mas punzante.
-Claro ¿por qué no? Él es uno de tus fans, seguro que le hará mucha ilusión que seas tu la que le acompañe a dar un paseo por la ciudad.
-Damián...-gimió Juliana mirando a su amigo buscando su ayuda, ante la mirada de furia depredadora del chico de Noroteo.
El chef, dispuesto ayudar a su amiga, dio un paso adelante a punto de objetar pero apenas pudo abrir la boca cuando de pronto Mencía le dio un tirón separándolo de Juliana.
-Vamos, Damián, nosotros tenemos que ir a buscar a Noa, estoy segura que esa pobre ha vuelto a olvidarse de comer por estar metida en su ordenador.
-Pero, Mencía...
-Vamos. Y vosotros dos divertíos. Juliana, procura que Cass no pise de nuevo la academia al menos hasta que caiga la noche.
-Pero si yo...
-Oh, no te preocupes Mencía...Juliana y yo encontraremos el modo de pasar el rato ¿verdad...?-gruñó entre dientes Cass mientras su mano se cerraba alrededor de la muñeca.
"No, por favor, quiero vivir. No sé lo que hice, pero quiero vivir" gimió Juliana dentro de su mente.
-Oh, por favor, divertiros mucho ¡nos vemos!
Mencía entonces se fue llevándose con ella al pobre Damián que, pese a sus intentos desesperados de soltarse y regresar al lado de Juliana, parece ser que, de pronto, Mencía había adquirido fuerza sobrehumana.
-Bueno, Juliana.-susurró Cass, esta vez posando sus manos en los hombros de Juliana y darles un pequeño apretón.-Tu y yo tenemos algunas cosas que conversar, y esta vez espero que me digas la verdad porque si intentas darme esquinazo...la vamos a tener.
Juliana tragó saliva, aun no sabía de qué iba todo esto pero miedo le daba ¿Qué narices había dicho Mencía para que Cass estuviera de repente tan enfadado?
-Ahora, Juliana, vamos a dar ese paseo por Ciudad Meseta, me han dicho que hay lugares donde sirven comida local espectacular. Vamos a uno de esos.
Antes de poder decir nada mas, Juliana sintió que una de las manos de Cass se deslizaban de su hombro por el brazo hasta agarrar su mano, y tiró de ella, guiándola fuera de la Academia.
CONTINUARÁ...tal vez.
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