Joel
Un parpadeo. O quizás fue incluso menos. Lo que sí sé es que ese fue el tiempo en el que tardó Nolam en aparecerse de nuevo ante mí. No había nadie en la silla giratoria frente al ordenador en movimiento y de pronto estaba él. Sonreí como nunca, me daba igual lo bobalicona que esta fuera.
―¡Ya te puedo ver! ¡Lo has conseguido! ―exclamé lleno de felicidad.
Inmediatamente fui con rapidez hacia él y le abracé con fuerza. Parecía que hubiera hecho más tiempo que no lo veía cuando no hacían ni doce horas. Pensar en eso me hizo interrumpir el abrazo con brusquedad, me había dado cuenta de algo muy importante.
―Mierda, voy a llegar tarde al trabajo.
No necesitaba mirar la hora para saber que no llegaría a tiempo. De pronto me bloqueé un momento, no sabía qué hacer. ¿Qué excusa pondría? No quería parecer un irresponsable ni mucho menos serlo.
―Aún te da tiempo. Dúchate rápido y en un chasquido de dedos te mando al trabajo. No sería la primera vez y seguro que tampoco será la última.
―Pero...
―Si te entretienes ni siquiera yo podré hacer nada, así que corre.
―Ya has usado mucho poder, entre ayer y hoy... ―dije pensativo.
Estaba poco convencido con su propuesta.
―En cuanto te vayas me piro a dormir. No he podido esta noche apenas, así que créeme, voy a pasar toda la mañana durmiendo.
―¿Por qué no has dormido? ―pregunté preocupado nada más enterarme.
―Eso no importa, ahora ve a ducharte, hombre, que a este paso llegas a la hora en la que acaba tu jornada...
Asentí y me di una ducha rápida. Gracias a Nolam, nuevamente, pude llegar justo a tiempo a trabajar. Me había vuelto a salvar, aunque aquel día tenía una buena excusa de haber llegado tarde. Sin embargo, no era una que pudiera contar a cualquiera.
No recuerdo si el tiempo se me pasó volando o demasiado lento. Quizás sentía ambas cosas en diferentes momentos del día. Solo sé que cada vez que se acercaba la hora de terminar, el cosquilleo que se formaba en mi estómago era cada vez mayor. Tenía muchas ganas de verle. El creer que ya no le podría ver más había formado un gran nudo en mi interior, sin embargo, todo había salido genial.
Cuando llegué a casa se encontraba ya levantado. Estaba en la cocina preparando, a mano, un suculento almuerzo para dos. Me quedé mirándole fijamente con la cabeza apoyada en el marco de la puerta.
―¡Joder! ¡Qué susto! ―exclamó al girarse y verme allí.
Por un instante nuestra comida estuvo a punto de acabar en el suelo, sin embargo, y sin magia de por medio, pudo reaccionar a tiempo y evitar un gran estropicio.
―¿Por qué eres tan sigiloso?
―No se trata de sigilo, solo que estabas tan concentrado haciendo la comida que no quería interrumpirte ―le respondí con una tonta sonrisa.
―Pues esa falta de interrupción ha estado a punto de poner en peligro la supervivencia de nuestros estómagos ―bromeó.
Durante el almuerzo, nos estuvimos poniendo al día contándonos lo que habíamos hecho aquella mañana. Por su parte, había sido bastante escueto, ya que en su mayoría la había pasado durmiendo. En mi caso le conté los vaivenes de mi trabajo y mis ganas de que algún día me ampliaran el contrato, tanto en duración como en tiempo diario, lo que implicaría también un aumento en mi sueldo.
Una vez nuestros estómagos se hubieron llenado, quitamos la mesa y nos acomodamos en el sofá del salón. La tarde se pasó volando mientras no hacíamos nada. La tele de fondo nos acompañaba sin apenas decirnos nada. Nolam me confesó que en realidad tenía que hacer algunos informes pero que los había pospuesto para la mañana siguiente.
―No sabes la ilusión que me hace no haber dejado de verte ―confesé risueño, con mi cabeza acomodada en su hombro mientras que él acariciaba mi pelo con rigurosa suavidad.
―Lo que he hecho ha sido una locura, todavía no me lo creo ―afirmó él.
―Pero ha merecido la pena.
―Sí, ha merecido la pena ―susurró dándome la razón antes de rozar mi pelo con la suavidad de sus labios.
El tiempo siguió su curso mientras yo me sentía en mi mundo acomodado de aquella manera. Sin embargo, cuando la hora de la cena llegó, supe que el momento de alejarme de él había llegado.
―Voy a hacer la cena ―dije estirazando los brazos hacia arriba.
―¿Te ayudo? ―preguntó levantándose del sofá.
―No hace falta, ve poniendo la mesa.
Mientras preparaba unos bocadillos sentía estar en una nube de felicidad. Había sido una tarde poco productiva, por no decir que ésta fue nula, sin embargo, me sentía más unido con Nolam y eso hacía que me encontrase más feliz que nunca. Ni siquiera le había dicho lo que sentía ni había esperado a que él me dijera que me veía como un amigo, simplemente me había sentido feliz y con eso me valía. Al menos en ese momento. Era consciente de que tenía que bajar de la nube en la que me había subido, pero imaginaba que creer que no podría verlo y aparecer de nuevo ante mí había hecho que intensificase cualquier situación que viviera junto a él.
Una vez devoramos la cena, acompañada con patatas de bolsa y cerveza, quitamos rápidamente la mesa y nos pusimos a lavar los utensilios utilizados.
―Para lava un cuchillo, un par de vasos y de platos no hace falta que lo hagamos los dos.
Pese a sus palabras, ninguno de los dos nos inmutamos de la tarea que estábamos realizando. Él los enjabonaba y yo los aclaraba.
―Y hemos acabado antes ―me dijo cuando terminamos.
―Sí, no se me ocurre qué podríamos hacer con tanto tiempo que hemos ganado ―bromeé mirando el reloj invisible que anudaba mi muñeca.
―Qué graciosete. ¿Nos vamos a la cama ya? ―propuso cuando aún nos encontrábamos en mitad de la cocina.
Asentí dedicándole una sonrisa.
―Ya sé que te lo he dicho hoy bastantes veces ya, pero es que estoy muy contento de que al final hayas podido arreglarlo todo para que te pueda ver ―me sinceré.
―Sí, unas cuantas veces ya.
Me acerqué más a él y le di un abrazo que me correspondió. Así nos quedamos un rato, parecía que él tampoco tenía ni prisa ni interés en separare.
―Y sé que no es fácil para ti saltarte las normas, así que gracias ―susurré cerca de su oído antes de darle un tierno beso en la mejilla.
―Ya he perdido la cuenta de las veces que me las he saltado ―respondió antes de darme también un beso en la mejilla.
Sin separarme de él volví a propiciarle otro, esta vez cerca de su barbilla. Con el tercero me envalentoné y se lo di cerca de la comisura de los labios mientras los nervios me recorrían por dentro. Le miré por breves segundos y pude observar la sonrisa que se había formado en su rostro. Afirmó levemente con su cabeza a una pregunta que no había llegado a formular pero que nuestras miradas habían interpretado sin mediar palabra. El cuarto beso fue el definitivo, ese que tanto había ansiado y soñado. Nuestros labios se rozaron por un breve instante, un roce leve que fue acompañado de risitas que salían a tropel de nuestro interior. Volvimos a juntarlos, pero esta vez el beso duró más. Saboreé cada rincón de sus labios, adentrándome poco a poco en su boca mientras él también hacía lo mismo con la mía. No teníamos prisa pero tampoco teníamos la necesidad de pausar aquel primer beso.
💘🏹💘🏹
¡Ya estoy aquí con un nuevo capítulo! Sí, hoy no es lunes, pero como en un principio dije podría haber también capítulos algún que otro jueves y este ha sido uno de ellos.
Nuestros chicos han pasado una tarde bastante relajada pero llena de momentos felices.
Y lo más importante... ¡Por fin se han besado! Han esperado al capítulo 27, pero lo han hecho.
¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿Qué creéis que sucederá? ¿Qué pasará a partir de ahora?
¡Espero poder leer vuestras opiniones y teorías!
¡Nos leemos en el siguiente capítulo!
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