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Tu Aroma

Habían pasado años desde las aventuras infantiles de los PJ Masks, aquellos días en los que salvar la ciudad era lo más importante en sus vidas.

Ahora, a los 19 años, Connor (Catboy), Amaya (Owlette) y Greg (Gecko) habían crecido y desarrollado nuevas habilidades y responsabilidades.

Con la adolescencia llegaron las dinámicas de su segundo género, una estructura biológica que había definido sus vidas de maneras inesperadas.

Connor se había desarrollado como un Beta, alguien capaz de mantener la calma y mediar en situaciones tensas.

Amaya, por otro lado, era una Omega fuerte e independiente, alguien que nunca permitió que su dinámica la definiera.

Greg, sin embargo, había crecido como un Alpha, lo cual no sorprendía a nadie. Con su fuerza natural y su inclinación por proteger a los demás, encajaba perfectamente en su rol.

Pero no todo había cambiado. Sus antiguos rivales también habían crecido.

Luna se había convertido en una Omega, liberal y despreocupada, fortaleciendo sus habilidades aún más.

Romeo en un Omega inusualmente astuto y difícil de predecir, y Ninja Nocturno en un Alpha solitario junto a sus ninjalinos que aún no presentaban ninguna casta por su aún temprana edad.

A pesar de sus diferencias biológicas, los conflictos seguían siendo parte de sus vidas. Aunque ahora, esos conflictos tomaban un tono diferente, especialmente para Greg y Romeo.

Era una tarde fresca de otoño cuando el héroe lagarto comenzó a notar algo inusual.

Había estado caminando por el parque, tratando de relajarse después de una larga semana de estudios universitarios y misiones nocturnas. Sin embargo, algo en el aire captó su atención. Un olor dulce, intrigante, que le resultaba vagamente familiar.

Su instinto Alpha se despertó, y no pudo evitar seguir la fuente de aquel aroma.

Gecko siguió el rastro hasta un pequeño laboratorio al borde del parque, donde la presencia de alguien conocido lo detuvo en seco: Romeo.

El antiguo villano estaba de pie en la puerta, mirando su portátil con concentración. Greg no podía dejar de observarlo, sintiendo una mezcla de curiosidad y… algo más.

Romeo había cambiado con los años. Su cabello, siempre desordenado, ahora caía algunos mecones sobre sus ojos en mechones suaves, y sus gafas descansaban ligeramente en la punta de su nariz.

Sin embargo, lo que más llamó la atención de Greg fue el olor. Aquellas feromonas dulces y persistentes, un recordatorio constante de que Romeo era un Omega.

Greg había enfrentado a muchos Omegas antes, pero ninguno había despertado en él una reacción como esta.

—¿Qué haces aquí, lagarto?— La voz de Romeo lo sacó de sus pensamientos.

Gecko parpadeó, dándose cuenta de que había estado observando a Romeo durante un rato. Carraspeó, tratando de recuperar la compostura.

—Sólo pasaba por aquí. ¿Qué estás haciendo tú?—

Romeo lo miró con desconfianza. —Nada que te importe. No estoy tramando nada, si eso es lo que estás pensando.—

—Lo que sea—dijo el héroe, encogiéndose de hombros. —No estoy aquí para detenerte. Solo me pareció curioso encontrarte por aquí.—

Romeo frunció el ceño, pero decidió no discutir más. Volvió su atención a su portátil, aunque Greg notó que su postura era tensa.

Quizás Romeo también había sentido la incomodidad en el aire, o tal vez solo estaba incómodo con la presencia del contrario.

Fuera como fuera, Gecko no podía ignorar el efecto que las feromonas de Romeo estaban teniendo en él. Se sentía atraído, casi sin poder evitarlo, y eso lo desconcertaba.

Por otro lado, Romeo también notaba la tensión. Era consciente de su naturaleza Omega y de cómo sus feromonas podían afectar a los Alphas, especialmente cuando estaban en su presencia por tanto tiempo.

Pero, no esperaba que Gecko, alguien que siempre había sido su rival, mostrara algún interés en él de esa manera.

—¿Por qué sigues aquí?— preguntó Romeo, su tono más severo.

Gecko se detuvo, sin saber cómo responder.

¿Por qué estaba allí? ¿Qué era exactamente lo que lo mantenía en ese lugar, cerca de alguien que había sido su enemigo durante años?

—No lo sé,” admitió finalmente. —Solo… me preguntaba cómo has estado.—

Romeo lo miró con sorpresa. Gecko nunca había mostrado interés en su bienestar antes. Durante años, había sido el Alpha fuerte y decidido, siempre dispuesto a detener cualquier plan malvado. Pero esta vez, había algo diferente en sus palabras, una preocupación genuina.

—¿Por qué te importa?— Romeo replicó, cruzando los brazos.

El héroe no tenía una respuesta clara. Solo sabía que había algo en Romeo que lo atraía, algo que iba más allá de las feromonas. Tal vez era la soledad que veía en los ojos del inventor, la misma soledad que a veces sentía en su propia vida. O tal vez era solo la biología haciendo su trabajo, empujándolo hacia un Omega que había captado su interés.

—Porque… creo que hemos pasado suficiente tiempo como rivales— dijo lentamente. —Ya no somos niños, y creo que tal vez es hora de dejar de pelear todo el tiempo.—

Romeo arqueó una ceja, claramente escéptico. —¿Dejar de pelear? ¿Estás diciendo que quieres una amistad conmigo?—

—Tal vez— Gecko respondió, inseguro. —O al menos, no ser tan enemigos—

Romeo se quedó en silencio, reflexionando sobre las palabras de Gecko

Había algo en la propuesta que lo tentaba. Después de todo, la vida había cambiado para todos ellos, y aunque nunca había imaginado ser amigo de los PJ Masks, la idea de no estar solo no le resultaba tan desagradable.

Sin embargo, las cosas nunca eran tan simples.

Con el paso de los días, Greg no pudo evitar pensar más en Romeo.

Aunque intentaba concentrarse en sus estudios y sus responsabilidades como Gecko, siempre había algo que lo distraía. Las feromonas de Romeo, su actitud desafiante, todo parecía empujarlo hacia un abismo desconocido.

Romeo, por su parte, también sentía una extraña tensión. No quería admitirlo, pero había algo en Greg que lo atraía.

Siempre lo había visto como un oponente, un obstáculo en sus planes, pero ahora que eran adultos, ese conflicto parecía haber evolucionado. La idea de Greg como Alpha era inquietante, pero no del todo desagradable.

Un día, mientras caminaba por la universidad, Greg vio a Romeo en la biblioteca en un lugar donde casi nadie habitaba y se considería "guarida secreta". Estaba solo, como de costumbre, trabajando en algún experimento. Sin pensarlo dos veces, se acercó después de la sorpresa de encontrar a un villano nuevamente en forma de civil.

—¿Estás ocupado?—preguntó Greg, tratando de sonar casual.

Romeo lo miró de reojo. —Siempre estoy ocupado, Gecko—

—¿Necesitas ayuda?—

Romeo se detuvo, sorprendido por la oferta. —¿Por qué querrías ayudarme? No es como si alguna vez hubieras apoyado mis experimentos.—

—Porque…—el rubio dudó. No estaba seguro de cómo expresar lo que sentía, lo que lo impulsaba a acercarse a Romeo. —Porque creo que tal vez podríamos trabajar juntos en algo. Ya sabes, para variar.—

El villano entrecerró los ojos, pero al final asintió, más por curiosidad que por necesidad.

Greg se sentó a su lado, y durante las siguientes horas, trabajaron juntos en silencio.

No hablaron mucho, pero la presencia del otro era palpable. Las feromonas de Romeo se mantenían sutiles, pero Greg no podía ignorarlas. Sentía su corazón acelerarse cada vez que Romeo se inclinaba cerca, cada vez que lo miraba con esa expresión concentrada y sin interés.

Por primera vez en años, Greg se sentía confundido sobre sus propios sentimientos.

Había aprendido a ignorar sus instintos Alfa en muchas situaciones, pero con Romeo, todo parecía intensificarse.

No sabía si era una simple atracción física o algo más profundo, pero de cualquier manera, lo dejaba inquieto.

Romeo también se sentía extraño. Estaba acostumbrado a manipular las emociones de los demás, pero esta vez, no estaba seguro de lo que quería lograr.

¿Estaba usando a Greg para obtener algo? ¿O realmente estaba disfrutando de su compañía? Estas preguntas lo perseguían, pero no tenía respuestas claras.

Finalmente, la tensión llegó a un punto crítico una tarde después de clases. Greg había estado evitando a Connor y Amaya, sintiéndose demasiado distraído para estar cerca de ellos. Sin embargo, se encontró con Romeo en el mismo parque donde había captado su olor por primera vez.

—Gecko—saludó Romeo, inclinando la cabeza. —¿Sigues siguiéndome?—

—No te estoy siguiendo,— se defendió Greg, aunque no sonaba convincente ni para él mismo. —Solo… estaba pensando en lo que dijiste. Sobre trabajar juntos.—

Romeo levantó una ceja. —¿Y?—

Greg tomó una profunda respiración. —No sé qué es lo que está pasando aquí, Romeo. No sé si es solo por… bueno, ya sabes, nuestras dinámicas o si hay algo más. Pero creo que deberíamos ser honestos sobre lo que queremos.—

Romeo se rió entre dientes, aunque no había humor en sus ojos. —¿Honestos? ¿Desde cuándo los Alphas son honestos sobre lo que quieren?—

—¡No es solo eso!—gruñó Greg, frustrado. Naturalmente el hecho de gruñir a un omega con en el que no mantenían un vínculo cercano se consideraría irrespetuoso, y al parecer el villano lo notó ya que en su rostro se mostró un poco ofendido

—Sé que no somos amigos, pero siento que hay algo entre nosotros que va más allá de nuestras peleas. No quiero ignorarlo, pero tampoco quiero que esto se convierta en otra batalla.—

Romeo lo miró en silencio.

Romeo lo miró en silencio, sus ojos escudriñando el rostro de Greg como si estuviera buscando alguna señal de debilidad, alguna mentira en sus palabras.

Greg sintió el peso de esa mirada, y por un momento, pensó que Romeo se reiría de él o lo rechazaría con una de sus respuestas sarcásticas. Pero lo que ocurrió a continuación lo sorprendió.

—¿Y si no sé lo que quiero?—Romeo murmuró finalmente, desviando la mirada hacia el suelo y frunciendo el ceño. —Nunca he sido bueno en esto… en ser honesto sobre lo que siento. Porque, para ser sincero, no sé qué es lo que siento.—

Greg parpadeó, sorprendido por la vulnerabilidad en la voz de Romeo.

Este no era el villano calculador y manipulador al que estaba acostumbrado. Era alguien confundido, al igual que él.

Greg se relajó un poco, sintiendo que, quizás, por primera vez, ambos estaban en la misma página.

—Yo tampoco lo sé— admitió Greg, dando un paso más cerca de Romeo. —Todo esto… es nuevo para mí. Nunca pensé que sentiría algo así por ti, pero aquí estamos.—

El pelinegro levantó la vista, sus ojos brillando con una mezcla de curiosidad y confusión. —¿Entonces qué hacemos? ¿Ignorarlo? ¿Seguir como si nada hubiera pasado?—

Greg negó con la cabeza.—No quiero ignorarlo. Pero tampoco quiero apresurarnos y arruinarlo. Creo que… necesitamos tiempo para entenderlo. Si realmente hay algo aquí, no quiero que lo echemos a perder por nuestras malas decisiones—

Romeo frunció el ceño, pensativo —Es irónico, ¿sabes? Siempre he sido el tipo que toma decisiones rápidas, sin pensar en las consecuencias. Pero ahora, por alguna razón, me preocupa lo que pueda pasar.—

—Tal vez sea porque, por primera vez, no estás solo en esto— sugirió Greg con una sonrisa tenue.

El omega lo miró fijamente, y por un breve momento, sus feromonas parecieron intensificarse, creando una atmósfera cargada entre los dos.

Greg sintió su corazón latir más rápido, y por un segundo, ambos parecieron inclinarse el uno hacia el otro, como si algo invisible los estuviera empujando a cerrar la distancia que quedaba entre ellos.

Pero justo en el último momento, Romeo se apartó, rompiendo el hechizo. —No puedo—dijo, con la voz tensa. —No ahora.—

Greg sintió una punzada de decepción, pero asintió con comprensión. —Está bien. No tenemos que hacerlo ahora. No si no estás listo.—

Romeo le dirigió una mirada agradecida, aunque su rostro todavía mostraba signos de duda. —Gracias, Greg. Tal vez… tal vez deberíamos tomarnos un tiempo para pensar. No quiero cometer un error del que me arrepienta.—

El rubio asintió de nuevo, aunque la sensación de oportunidad perdida le pesaba en el pecho. —Sí, claro. Tómate el tiempo que necesites.—

El inventor se dio la vuelta y se alejó, sus pasos resonando en la acera. Greg lo observó irse, sintiendo que algo importante había quedado sin resolver.

Pero al mismo tiempo, entendía que apresurarse solo complicaría las cosas. Ambos necesitaban claridad antes de dar el siguiente paso, si es que había un siguiente paso que dar.

En los días que siguieron, Greg y Romeo evitaron encontrarse. Greg volvió a centrarse en sus estudios y en las misiones con los PJ Masks, pero sus pensamientos siempre volvían a Romeo.

Intentaba no darle importancia, pero las preguntas seguían rondando en su cabeza. ¿Por qué Romeo había reaccionado de esa manera? ¿Estaba realmente interesado en él, o era solo un malentendido causado por las feromonas?

Por su parte, Romeo también estaba sumido en la confusión. Había pasado tanto tiempo viéndose a sí mismo como el villano, como alguien incapaz de tener conexiones genuinas, que la idea de sentirse atraído por Greg lo desconcertaba

No quería admitirlo, pero había algo en ese Alpha que lo hacía sentirse vulnerable, y eso lo aterraba.

Finalmente, después de varios días de evitarse, el destino volvió a unirlos de la manera más inesperada. Durante una de las patrullas nocturnas de los PJ Masks, Gecko se topó con Romeo en el laboratorio abandonado donde solía trabajar.

Romeo estaba solo, y aunque Gecko trató de ignorar el tirón en su interior, no pudo evitar acercarse.

—Romeo— lo llamó con cautela.

El mencionado se giró rápidamente, claramente sorprendido de ver al héroe allí. —¿Qué haces aquí?—

—Vigilancia de rutina—respondió, tratando de sonar casual. —Pero al parecer, te encontré de nuevo.—

Romeo suspiró, como si supiera que no podría evitar la conversación. —Mira, Gecko… he estado pensando en lo que dijimos antes.—

—Yo también—admitió, dando un paso más cerca. —Y sigo pensando que deberíamos hablar de esto.—

El contrario lo observó por un momento antes de asentir lentamente. —Supongo que no podemos seguir evitándolo.—

Ambos se sentaron en una de las mesas del laboratorio, la atmósfera entre ellos cargada de tensión.

Gecko no sabía por dónde empezar, pero decidió ser directo. —Romeo, no sé si lo que siento por ti es solo por las feromonas o si es algo más. Pero quiero descubrirlo. Quiero saber si esto es real.—

El omega lo miró con intensidad, como si estuviera evaluando cada palabra. —Y si es real, ¿qué harías al respecto? ¿Qué esperas de mí, Gecko?—

El héroe respiró hondo, tratando de ordenar sus pensamientos. —No espero que cambies, Romeo. Solo… quiero que seamos honestos el uno con el otro. Si realmente hay algo entre nosotros, quiero explorar eso. Pero si no lo hay, si todo esto es solo un malentendido, entonces lo aceptaré y seguiré adelante.—

El contrario guardó silencio por un momento, como si estuviera luchando con sus propios pensamientos.

Finalmente, suspiró y miró a Gecko con una expresión que mezclaba determinación y resignación. —Gecko… no estoy seguro de que pueda ofrecerte lo que estás buscando. Soy quien soy. Siempre he sido un Omega independiente, alguien que no sigue las reglas de la biología o de la sociedad. Y, francamente, no sé si quiero cambiar eso.—

El lagarto sintió un nudo en la garganta, pero se obligó a mantener la calma. —No estoy pidiendo que cambies, Romeo. Solo quiero saber si estarías dispuesto a intentarlo.—

Romeo cerró los ojos por un momento, como si estuviera tomando una decisión difícil. Cuando los abrió de nuevo, su mirada era firme. —Gecko, no quiero herirte, pero no creo que pueda darte lo que necesitas. No sé si estoy listo para algo así, y no quiero arriesgarme a arruinar lo poco que tenemos.—

El Pj Mask asintió lentamente, sintiendo una mezcla de decepción y comprensión. —Entiendo. No quiero presionarte a hacer algo que no quieres. Si no estás listo, lo respeto—

Romeo soltó un suspiro de alivio, aunque su expresión todavía mostraba signos de conflicto interno. —Gracias. Tal vez en otro momento, en otra circunstancia… pero no ahora.—

Gecko se levantó de la mesa, tratando de sonreír a pesar de la tristeza que sentía. —Está bien, Romeo. Tal vez algún día las cosas sean diferentes. Pero por ahora, solo quiero que sepas que siempre estaré aquí si necesitas hablar.—

Romeo asintió, agradecido por las palabras del Alpha —Lo mismo digo. No sé qué pasará en el futuro, pero aprecio tu comprensión.—

Gecko se dio la vuelta y salió del laboratorio, sintiendo el peso de la conversación en sus hombros. Sabía que había hecho lo correcto al no forzar las cosas, pero no podía evitar preguntarse qué habría pasado si ambos hubieran tomado decisiones diferentes. Tal vez en el futuro tendrían una segunda oportunidad, pero por ahora, ambos necesitaban tiempo para aclarar sus sentimientos y prioridades.

A veces, las cosas no salen como uno espera, pero eso no significa que el final sea definitivo. Para Greg y Romeo, esta era solo una pausa, una oportunidad para aprender y crecer. Lo que sucediera después quedaba por verse, pero ambos sabían que, de alguna manera, sus caminos seguirían cruzándose, incluso si no era en la forma en que habían imaginado.

Una cosa de borradores.

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