Único
¿Quién dirá que Emiliano Martínez ''Dibu" el irrespetuoso y boca suelta portero de Argentina, llegaría a convertirse en un padre y esposo ejemplar? Ni tú te la crees, pero es verdad.
¿Te cuento como paso?
Cinco meses atras.
Emiliano Martínez, Alfa, casta dominante, agresivo e impulsivo, capaz de matar por sus seres queridos... Se encontraba arrodillado frente a uno de los omegas de su selección, Paulo Dybala, el omega más hermoso, valiente y fuerte que ha conocido. El omega que logró hacer lo que ningún otro omega o beta logró.
Enamorar al Alfa fiestero y descontrolado de la selección Argentina. El omega que ahora lleva en su vientre una vida inocente, sin culpa alguna del dolor que sufre el omega.
Paulo, estaba embarazado de un Alfa que solo jugo con sus sentimientos, un Alfa que rompió e hizo trizar el corazón y alma del omega, Cristiano el alfa que Emiliano en su momento deseo ser, para poder estar con Paulo, pero que ahora después de enterarse de que ese alfa abandono a Paulo para casarse con una modelo beta, aun sabiendo que el omega estaba embarazado.
Solo quiere matarlo, tantas noches llorando borracho porque perdió la oportunidad de ser el Alfa de Paulo, para que ese desgraciado venga y lastime de una forma tan cruel al omega, ese alfa merece la muerte.
Emiliano en el momento en el que se enteró, solo pensó en una cosa.
El bebé estará en riesgo.
Era sabido que un omega embarazado sin un alfa por distintas razones, nunca terminaba bien, moría el omega o el bebé o en el peor de los casos, morían los dos.
Es por eso que Dibu está ahí, de rodillas frente al omega que ama.
—Déjame ser tu alfa, por favor, Paulo yo- yo te protegeré lo juro, nunca voy a lastimarte o hacerte sentir mal.—Decía Emiliano con una franqueza y determinación que solo hacía que Paulo quisiera llorar.
—Emi... Soy un omega usado, llevo en el vientre a un cachorro de otro alfa, ¿Cómo podés decirme que me querés como tu omega?
—No me importa, ese cachorro no tiene la culpa de que el alfa que lo engendro sea un puto pedazo de mierda. A ese cachorro no le faltará nada, yo seré su padre y nunca voy a dejar que sufra.
—E-Emi, no podes, no te mereces a un omega como yo...
—¿Un omega como vos? ¿Te referis a un omega que sin importar nada está luchando por su cachorro? ¿Un omega que no bajo la cabeza ante el alfa que lo dejó? Por qué sí, me enteré de que dejaste al puto de Cristiano en el hospital, cuando quiso atacarte por el cachorro.
—Yo quiero a un omega valiente, que no se deje dominar por un estúpido alfa, y que sin importar nada, ni los riesgos que pueda haber, está luchando por la vida de su hijo... Dejame ser el privilegiado que este vos, el que camine vos, a tu lado no enfrente.
—Emi... ¿Por qué ahora? ¿Por qué no antes? ¿Cuándo te confesé que sentía algo por vos?.
—Yo... yo tenía miedo de comprometerme, de tener algo serio.
—¿Y ahora?
—Ahora no voy a dudar en dar mi vida por vos y... Y por nuestro cachorro.
Pasaron los meses, Paulo si bien amaba a Emiliano, incluso mucho antes de estar con Cristiano, aún tenía miedo, miedo de volver a ser herido.
Aunque Dibu con cada día que pasaba se encargaba de hacer desaparecer cada una de las inseguridades y miedos que sentía, hasta que llegó el día del parto.
Los dos se encontraban en la casa que compartían, Emiliano estaba preparando el almuerzo cuando sintió que su omega lo llamaba por el lazo.
Sí, aunque Paulo aún tenía miedo, se dejó marcar, así que pudo sentir el miedo y la confusión, de su omega seguida del llamado que hizo.
—¡Paulo! ¡¿Qué pasa?!—Dijo al entrar de forma desesperada al cuarto.
—Duele... Mi vientre duele... ¡Ugh!—El omega se removía con un gesto de dolor en su rostro.
Emiliano se paralizó por un momento, para luego salir de su shock.
—Se rompió tu fuente...
—Espera, ¿Qué...? ¿El bebé ya viene? No estoy preparado, Emi tengo miedo ¡Tengo miedo...! ¡AAGH! ¡Duele!
Entre maldición, llantos e insultos, llegaron al hospital, Dibu llamó a cada uno de sus amigos, y en menos de media hora toda la Scaloneta se encontraba en el pasillo de urgencias.
Algunos como De Paul traían globos, otros como Juli y su alfa una maleta, literalmente una maleta llena de ropita para bebé, Papu traía desde mantas y biberones, cinco para ser precisos, el resto como ya no sabían que traer, trajeron zapatitos, como si su cachorro al nacer ya se los pondría para salir a caminar.
El que se la rompió fue el Cuti, el desgraciado llegó a urgencias con un oso gigante con la remera de argentina, con el dorsal 23 en su espalda y con las palabras de "Soy un cachorro con tíos pelotudos" en frente.
No había dudas de que a su cachorro nunca le faltaría amor.
No lo dejaron entrar, así que cada minuto que pasaba parecían como cuchillos clavándose en su espalda. El doctor finalmente salió y con una cara de felicidad dijo las palabras que hicieron que Emiliano fuera el hombre y Alfa más feliz de todo el mundo.
—Felicidades, usted se ha convertido en padre de una hermosa niña, la bebé y la madre se encuentran con excelente estado.
Emiliano se encontraba en el mismo cielo y pudo tocar el paraíso cuando entró a la habitación y vio a su omega con un bultito en los brazos.
—Emi... Hola, miera, ella es nuestra bebé.—Decía Paulo con lágrimas de alegría. El alfa se acercó a ellos y con un poco de miedo tomó a la bebé en sus brazos.
Si pensó que no podría enamorarse de otra persona que no fueran su omega, estaba muy equivocado.
—Pero... Sos muy hermosa, bienvenida, sos tan hermosa, llegaste en tiempos difíciles, pero no temas, también te protegeré a vos, ¿Está bien?—Decía embobado, Paulo solo pudo observarlos.
—Yo no permitiré que alguien venga y te lastime, no, no lo haré, lo prometo. Crecerás y verás días buenos, muchos días hermosos, ya verás. Escuchando cuentos que terminan bien, te lo prometo, te lo prometo.—Decía con los ojos cristalinos, mientras mecía la bebé.
—Espera, espera, creo que te cargue mal ah. Está bien, está bien, te voy a devolver con tu mami tranquila, te devolveré.—Decía poniendo a su cachorra en los brazos de su omega. Acomodándose al lado para seguir hablándole.
—Volviste con tu mami, volviste con tu mamá, ya puedes estar tranquila, ¿Está bien? Está bien, de acuerdo te decía que podrás ver unos días hermosos, escuchando cuentos que siempre terminan bien. Y te prometo que haré mi mejor esfuerzo para que tengas una vida feliz, una vida llena de esperanza como esos cuantos de hadas. ¿Sí? Lo haré, te lo prometo, palabra de papá, ¿Hecho?
—E-Emi... Te amo Alfa.
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