Caleb avanzaba hacia la costa con pasos largos y apresurados. Había dejado a Elle al cuidado de una de las simaritas, Tayla, quien era bastante mayor que las otras, y se dedicaba mayormente a el cuidado de sus armaduras y espadas.
Una extraña sensación le oprimía el pecho. Una que venia arrastrando desde que su prometida volvió a aparecer. Una dualidad. Así se sentía, dividido, fragmentado en sentimientos ambiguos, y en otros tantos enfrentados.
Una inquietud lo apresaba, la de no estar viendo con claridad, como si su visión estuviera en parte vedada, obstruida, o tal vez ¿manipulada?pero¿porque o por quien?
Cesó en sus cavilaciones al alcanzar a sus hombres.
-Aún no regresan-dijo al aire, y luego se giró hacia su maestre, Bering, para preguntarle-¿Ha habido algún movimiento por parte de los elfos?-.
-No Capitán-le respondió este- Desde que el príncipe abordo a la nave principal, se han quedado quietos, deteniendo por completo su marcha-.
Caleb asintió, y llevo su mirada hacia el frente. El mar parecía cada vez mas agitado,las indomables olas golpeaban con fuerza sobre las rocas, y la marea crecía, devorándose la gruesa arena de la orilla. Los relámpagos y truenos cada vez mas potentes y seguidos presagiaban la llegada de una feroz tormenta, una que encontró similar a la que parecía debatirse en su interior.
Cerró los ojos un momento, y el aire helado le acaricio el rostro. En su pecho solo había interrogantes, incógnitas en busca de respuestas. No sobre su misión, tenia certeza en cuanto a ella, sus preguntas las formulaba su corazón, quien desorientado como su dueño le pedía una dirección concreta, una que Caleb no podía darle, pues para él esta era difusa, borrosa, y enredada.
Podía jurar que cuando estaba con Elle, no existía en sus sentimientos nadie mas que ella. Se convertía en su razón, en todas sus razones, y se desvivía por complacerla, pero...cuando se alejaba un poco, un rostro de facciones finas y ojos plateados, de cabellos negros y mohines encantadores aparecía, vez tras vez, como si el futuro le guiñara un ojo poniéndoselo en frente, como si lo instara a ir en pos de sus elegantes pasos sin volver la vista atrás.
Sentía la necesidad de maldecir a su corazón por indeciso, por atormentarlo tanto, pero algo en lo profundo de su ser le decía que este no era el culpable, ni sus ojos, que desfallecían encandilados cuando Ahren estaba cerca de él, ni su boca que conocía desde que vio la suya, una nueva sed, una que solo esos labios rosados y carnosos podían saciar...ahí estaba, de nuevo pensando en él.
Algo no estaba bien.
Algo estaba muy mal.
Trató de recordar lo que el príncipe le había preguntado esa madrugada en la tienda. Era..si recordaba ese intenso amor que sentía por Elle de antes, de antes a el juramento que se hicieron, el que sellaron con una prenda, ese que expresaba" mi corazón esta en tus manos, como esta promesa esta sobre tu pecho" antes ¿que sentía por ella antes de eso?
Era hermosa, una belleza. La primera vez que la vio se prendó de ella, y tuvo la suerte, o eso creyó, de que esa encantadora pelirroja solo lo mirara a él, como si supiera de antemano que llegarían a pertenecerse, y luego todo fue rápido, intenso, y otro día cualquiera ella le pidió esa prenda, una que él no entendió al principio, pues ¿para que necesitaba una confirmación de su sentir, si este era evidente?ella le gustaba mucho y la quería, seguramente a su tiempo la amaría, pues parecía inevitable... pero la consintió, y lo hizo. Y todo cambio, desde ese día ya no dudo en que la amaba por sobre todo, y todos.
¿El amor se reveló por la relevancia de ese compromiso? o...
-¿Fue la prenda?-se preguntó en voz alta, abriendo los ojos de pronto, como si sus ojos se abrieran por primera vez ante una inesperada revelación-.
Miró su colgante¿seria posible que..?
Dudó un momento, lo había prometido, él no rompía sus promesas pero...
Caleb tomó la cadena que colgaba sobre su cuello con manos ansiosas. El diamante llevaba en su pecho dos años, y ese día, el quinto del mes tercero, ya no estaba más.
Respiró ¿antes no lo hacia? eso parecía pues respiro profundo, hondo, y sintió que un peso caía, y que una venda resbalaba.
Guardó el colgante en el bolsillo de su pantalón sin mucho adorno, y luego comenzó a pensar, claramente, sin velos, sin obstáculos.
¿Que sentía?¿por quien?
-Ahren-murmuró, y luego casi degustando su nombre lo repitió- Ahren-.
Era él... Se había enamorado de Ahren ¿se había enamorado de un hombre?¿Importaba acaso?Era él, ya no dudaba.
Y Elle¿lo había embrujado? Se resistía a creerlo, ella no era si. Era bondadosa, dulce, amable.No...quizás los dos se ataron a un amor que aún no existía al cometer la imprudencia de esos votos...Eso le resultaba mas creíble.
¿Que haria ahora?...quería correr hacia ese elfo gruñón y comérselo a besos, estrecharlo en sus brazos, declararle que había entendido ya, que solo había descifrado el misterio...bueno con un poco de su ayuda.
Estaba por comunicarle a su segundo que se apersonaría a la flota, cuando escuchó un murmullo, y al seguirlo observo la razón.
Ahren volvía con su general y con Haro en el pequeño bote en el que se habían desplazado hasta las naves élficas.
El bote se sacudía bastante. Eso lo preocupó por un momento, pero luego recordó que iba con el lobo rojo, y que este no permitiría que nada le sucediera.
Fue un trayecto corto, pero a él le pareció que no llegaban más, tanta era su ansia de encontrarse nuevamente con él.
Caleb corrió a la orilla, se adentró en el agua, se empapó el pantalón y las botas, y continuó hasta que el agua le llegó a la cintura. El corazón le latía desbocado, conmocionado, enamorado.
El bote encalló a solo unos metros de él. El general de Ahren brincó de este, salpicando agua. Haro tomó a Ahren en sus brazos y saltó con él. Aún con su apariencia de hombre él era muy fuerte.El lobo rojo tenia el agua hasta el pecho, pero Ahren solo se mojaba un poco la túnica que le colgaba. Rodeaba el cuello de Haro con sus manos, y aunque esto le pareció necesario para descender, también le sorprendió. Ahren no tocaba, ni dejaba que lo toquen tan fácilmente.
Haro caminó con su real carga hacia donde él esperaba.Notó que le susurraba a el príncipe al oído, y él negaba y sonreía ¿que demonios le decía?.
Escucho quedamente la respuesta de Ahren cuando ya los tuvo cerca.
-Que me traigas en brazos no me hace tu novia-decía, y reía-¡Rayos Haro! ¡No te entra en la cabeza que no soy una doncella!-.
Haro rió escandalosamente y le besó la mejilla, Ahren se lo permitió. Caleb se tensó, sus puños se crisparon ,respiró pesado.
-¿Que sucedió?-les preguntó cuando llegaron adonde él se encontraba. Ninguno de los dos le prestaba demasiada atención.
El agua era baja en esa zona, pero Haro no lo soltó. Él le respondió primero.
-Nuestro ingenioso príncipe y su prodigiosa lengua, convencieron al general de unírsenos, hasta nos facilitarán armas, y víveres...¿no es este joven extraordinario?-dijo mirándolo con adoración-.
Caleb estaba de acuerdo, pero quería que lo soltara de una buena vez.
-Avísale a tus hombres Caleb, los míos descenderán, y necesitarán ayuda para hacer la descarga-solo eso le dijo el príncipe, y apenas lo miró.
El no cabía en si del asombro, y de los celos. Porque en ese momento moría de celos.
Y continuaron avanzando, dejándolo atrás. Secreteándose como un par de enamorados, mientras él se quedaba estático en su posición, sin poder creérselo.
Sintió un chapuceo acercándose detrás de él. Al voltear vio al general de Ahren ¿Se llamaba, Laris?Si, él, parado a su lado, observando exactamente lo mismo, y con una expresión similar a la suya. Incredulidad.
-¿Sabes que me enseñó mi madre cuando era pequeño?-le preguntó, y Caleb lo miró con el ceño fruncido, pero no respondió nada- Ella decía que, las oportunidades son como una ola que se acerca a la orilla, una que parece casi idéntica a la próxima que llegará, o a la anterior que ya se fue, pero que no lo es, es única e irrepetible, y que al verla, si nos apetece poseerla, debemos acércanos, sumergirnos, empaparnos de ella, arriesgarnos, porque si dudamos en ese único momento, se irá, y será para no volver...Oportunidad y riesgo, Capitán...Y en eso el lobo rojo nos lleva la delantera-.
Caleb lo miró con la expresión aún más ceñida...¿Laris también estaba enamorado de Ahren?...Fantástico ¿alguien más? pero ¿que podía recriminarle? el principie no le pertenecía, probablemente había dejado pasar la ola, y aunque se quedara en la costa eternamente no la volvería a ver jamas.
Caleb suspiró, estaba siendo fatalista. Él había notado aquella mirada brillante que el príncipe le regaló al verlo.Su rendición a lo que sentían, cuando dejó que tomara sus manos.Todo lo que había dejado para cumplir su promesa. No, en Ahren se escondía el mismo sentimiento, uno que él pisoteó sin clemencia cegado por un hechizo, por una falacia vestida de sinceridad.
Su encono hacia Elle comenzaba a crecer.
¿Pero, solo era su culpa?¿no se habían presentado acaso las señales? ¡¿porque no se detuvo a ver mas allá?! No, también era culpa suya.
Respiró hondo, no era el momento adecuado para divagar en esos pensamientos. Ahora veía todo a nueva luz, solo debía tener paciencia, y aclarar su mente. Un terrible enfrentamiento los esperaba, debía mantenerse concentrado, tranquilo.
Avanzo rápido, trotando un poco. Llegó hasta sus hombres que lo miraban expectantes esperando su nueva orden.
-Nos apoyaran-fue lo primero que les dijo- Desembarcarán en la costa. Prepara una cuadrilla que se acerque hasta la flota, nos proveerán armas y víveres-.
Su segundo asintió, y al instante comenzó a gritar ordenes a los marinos attarianos.
Caleb siguió de largo. Confrontaría a Elle, necesitaba oír sus porque, escuchar sus razones, aunque ya estaba decidido a dejarla, le daría la oportunidad de explicarse.La buscó con la mirada, estaba aún junto a Tayla, quien le estaba alcanzando un cuenco,seguramente algo que le había preparado. Caminó hacia donde estaban acelerando el paso, pero antes de llegar oyó una risa.
Reconoció el melodioso sonido y llevó hacia allí su mirada.
Estaban algo más lejos. Ahren se apoyaba en un árbol reseco y endeble. Haro lo tenia prisionero de este, apoyando en el tronco sus dos manos sobre la cabeza del elfo.
Estaban cerca de los demás, pero parecían no reparar en nadie. Así no era Ahren, eso le llamo más la atención¿porque actuaba de esa manera?¿que quería demostrar?
Escuchó detrás suyo que Elle lo llamaba ,al voltearse notó que venia hacia él con una amplia sonrisa. No le dio mucho importancia, estaba enfadado con ella, pero alguien mas si, Ahren, quien al notar que ella caminaba hacia él, sonriente y ligera, bajó la mirada. Cuando la levantó nuevamente, había algo en sus ojos, determinación, o eso le pareció.
No lo miró a él, llevo sus platinados ojos a Haro, quien no le quitaba de encima la mirada. Caleb lo intuyó un segundo antes de que sucediera, mientras el tormentoso cielo se hacia oír con estruendo, y las primeras gotas de lluvia comenzaban a caer, él intuyó un beso.
Y así ocurrió. El príncipe ofrendó sus apetecibles labios a Haro, quien como bien dijo Laris, no dudaba nunca, no vacilaba. El lobo rojo atrapó los labios del elfo con una suavidad que Caleb nunca antes le había visto. Lo acercó a él tomándolo de la cintura mientras el cielo los envolvía en su húmedo manto.
Todo ojo en esa oscura costa contempló la escena. Sorpresa, molestia, celos, admiración, su beso, cercados por el peligro y próximos a la contienda, produjo muchas emociones, unas que el abstraído par ignoro por completo, perdidos en esa unión que parecía, para el pesar de Caleb, no tener fin, un beso perpetuo.
El cabello negro como el firmamento nocturno de Ahren goteaba, de su túnica se deshacían hilos de agua, el cielo se venia abajo pero él no se movía, y ellos dos no se separaban.
¿Se castigaba a si mismo mirándolos?quizás ¿Seria ese tormento suficiente para arrancarse a Ahren de la piel? No lo creía.
Elle llegó a su lado, sintió que le tomaba de la mano y de soslayo vio que miraba lo que él miraba, seguro sin comprender.
Después de minutos interminables deshicieron el contacto, aún así permanecieron abrazados.
Haro le preguntó a el príncipe algo en un murmullo, y a él le dolió la pregunta, porque podía adivinarla, porque él mismo se la quiso hacer. Ahren respondió algo, breve, fugaz,y esto si lo pudo entender, le respondió un si, que derribó sus esperanzas, le respondió un si que le dolió mucho más.
Él bajó su mirada. Ya no tenia nada que hacer. Haro era su amigo, y él no se interpondría entre ambos, había dejado a su ola partir.
Levantó su mirada y lo observó una vez más. Ahren estaba a unos metros, tan cerca de él, pero Caleb lo podía jurar... nunca lo sintió tan lejano.
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