Capítulo 1
—¡HyeJin se nos hace tarde! —Primer grito del día, a las siete y media de la mañana.
Cada día era igual, la pequeña HyeJin era tan distraída, que su padre debía llamarla tres o cuatro veces antes de que la niña bajara corriendo las escaleras de la segunda planta, con su mochila en mano y una sonrisa adornando su adorable rostro.
Jeon HyeJin tenía solo seis años, apenas estaba comenzando el primer grado de la escuela primaria. Era una niña alegre, bonita, amable, algo gritona y definitivamente, la niñita consentida de su padre, la princesita de la casa.
Vivían solo ellos dos en el pequeño pero acogedor hogar. Jeon Jungkook al ser médico podía darse el lujo de comprar algo más grande, pero la verdad ninguno de los dos quería irse de allí. Esa casa era la fuente de los recuerdos de los primeros años de vida de HyeJin. Paredes pintadas con crayones o alguna que otra foto pegada a la pared que mostraba algún diente faltante en la enorme sonrisa de la infante.
Jungkook amaba a esa niña más que a nada en el mundo. Gracias a ella había salido adelante y se había convertido en un gran profesional, todo para que nada le faltara a su pequeña bebé.
Y es que lo normal al enterarse que con solo diecinueve años, tendría una responsabilidad tan grande como cuidar y proteger de todo a un pequeño o pequeña, saber que esa cosita dependería de él para todo era bastante aterrador; mas aún cuando solo era un simple estudiante proveniente de una familia de clase media, sin ningún soporte económico ni una casa donde vivir.
No obstante, él amó a esa niña desde el segundo en que lo supo. A pesar de que el futuro era bastante dantesco, pues el omega que accidentalmente había marcado y embarazado no estaba nada feliz con la noticia, él no cabía en sí de la felicidad. No tenía ni idea de lo que haría para mantenerlos, porque el omega también era su responsabilidad, pero aún así no se rindió, y logró salir adelante, por supuesto que lo logró.
Y su recompensa por tanto esfuerzo era ver cada día la hermosa sonrisa de su princesita.
¿Cuántas noches se pasó sin dormir? ¿Cuántas veces fue a la universidad con oscuras ojeras adornando su rostro? ¿Cuántas veces no corrió hacia el hospital en la madrugada con la pequeña Hyejin ardiendo en fiebre?
La respuesta es: muchas. Cuidó de esa niña él solo, perdiendo horas de sueño y estudio, a veces ni siquiera podía pegar el ojo por diez minutos, pero gracias a su terquedad consiguió salir adelante y hacer muy feliz a su cachorra, sin importar la ausencia de su padre omega.
—¡Hyejin!
—¡Ya voy papá! —exclamó la menor y segundos después, apareció en el campo de visión de su padre con su pulcro uniforme y su mochila rosita en los hombros—. Ya estoy lista.
Avisó con una enorme sonrisa, con arrugitas formándose a los lados de sus ojos, estos pareciendo una media luna.
Hyejin se parecía demasiado a su padre omega. Su sonrisa; la forma de sus ojos, incluso sacó sus mejillitas abultadas. Lo único que tenía de él era el color de cabello y sus orbes grisáceos, todo lo demás gritaba a su padre omega, el reconocido modelo, Park Jimin.
Casi seis años desde que lo vió por última vez, en persona, obviamente; porque su cara la veía en muchos carteles por la calle. Era bastante famoso, ya que todas las marcas se disputaban al modelo. Jungkook estaba feliz de que Jimin haya encontrado la felicidad que no tenía a su lado y al lado de su hija. Sinceramente, le deseaba lo mejor del mundo, pero eso no quería decir que lo quería de nuevo en su vida. Mientras más lejos estuviera Park de ellos mucho mejor.
Ambos eran felices así y eso era lo único que importaba.
—Mi princesita es muy hermosa —dijo melosamente alzando en brazos a la niña— ¡Eres la cachorra más preciosa de esa estúpida escuela!
Dejó un montón de besos en sus abultadas mejillas escuchando la risita de la menor inundar la casa. Esa era otra de las cosas que amaba, escuchar a su hija reír a carcajadas.
—Si es estúpida, ¿por qué me obligas a ir? —refutó, apartando el rostro de su padre con sus dos manitos.
—Porque si no vas te quedarás-
—Tonta... y ningún Jeon es tonto, lo sé —rodó los ojos, interrumpiendo al mayor.
—Que bien que lo sabes, ah, y no digas "estúpida" delante de tu maestra —advirtió dejándola en el piso y acomodando su uniforme—. Hora de irnos.
El camino en el auto fue agradable, ambos cantaban canciones infantiles a todo volumen, con un aura alegre envolviendo el reducido espacio. Jeon disfrutaba el viaje a la escuela con su hija todos los días como si fuera la primera vez.
Llegaron temprano, algo que podía considerarse milagroso porque lo normal era que llegaran pasada la hora de entrada de los niños; inclusive los maestros ni siquiera se molestaban en llamarle la atención, la mayoría de ellos sentía un poco de lástima ya que sabían que el omega del alfa Jeon los había abandonado, y de seguro para él como alfa era difícil encargarse de todo en la casa.
Otro estúpido estereotipo.
Jeon cocinaba, limpiaba, lavaba la ropa, fregaba los platos y planchaba el uniforme de HyeJin a la perfección. Estaba completamente capacitado para cuidar de su hija, solo que ambos eran un poco perezosos en la mañana y les costaba poner a funcionar sus neuronas.
Besó la frente de la niña con cariño y revolvió su cabello castaño de forma afable. La pequeña corrió hacia el interior de la escuela, moviendo su manito de un lado a otro en señal de despedida y él solo sonrió mirándola.
¡Ah! ¡HyeJin cada día estaba más grande!
Estaba tan orgulloso de ella. Siempre destacaba en clases, siendo de las mejores de toda la escuela, y si a eso le añadías que era la cachorra más hermosa y amorosa de todo Seúl, era el combo perfecto.
Una niña linda, inteligente y amorosa. Definitivamente estaba haciendo un buen trabajo.
Y hablando de trabajo... estaba llegando tarde al suyo. Corrió hacia el auto y se puso en marcha. Tenía la ventaja de que su jefe era además su mejor amigo, y por eso no salía regañado —o despedido— cada vez que llegaba tarde.
Cuando finalmente arribó al hospital pasó unos minutos arreglando su cabello castaño frente al espejo retrovisor, y por último añadió un poco de brillo labial transparente a sus finos belfos. Caminó con tranquilidad hacia el área de Cardiología, encontrándose a su hermano mayor en el camino. Sí, ambos trabajaban en el mismo hospital, solo que en diferentes áreas.
—Sígueme, debemos hablar algo —lo tomó por el brazo, casi arrastrándolo por los pasillos del gran hospital hasta llegar a su oficina.
—Buenos días hermanito. ¿Cómo te encuentras? ¿Cómo está mi sobrina adorada? —cuestionó con sarcasmo hacia el mayor—. ¡Oh, hola hyung! Estoy muy bien, también HyeJin.
Se respondió a sí mismo bajo la mirada seria de su hyung.
Min Yoongi era una persona bastante reconocida en Seúl debido a su gran talento con el bisturí. Era uno de los mejores cirujanos del país y... medio hermano de Jungkook. Su madre se había casado con el padre del menor cuando él sólo tenía dos años, un año después llegó al mundo ese alfa chistoso y cabeza hueca que tenía en frente.
Yoongi era un alfa con un aura dominante, muy a diferencia de su hermano menor. Tenía el cabello largo, casi llegando a sus hombros y de un color rojizo; sus ojos eran grisáceos y afilados; tenía un nariz pequeña, rodeada de un par pecas casi imperceptibles; y finos labios rosados.
—No estoy para tus chistes —profirió cruzándose de brazos—. Espero que la noticia que voy a darte te haga organizar tus neuronas.
—¿Qué es eso tan importante que tenías que decirme? —preguntó rodando los ojos.
—Jimin está de vuelta.
Ya empezamos con TTY (son las siglas de "Tied to you" lo cual sería "Atado a ti" en español)
Espero que les haya gustado el capítulo.
Tengo grandes cosas pensadas para esta historia. Las actualizaciones serán los miércoles y domingos, así que estén pendientes.
Cuídense mucho! ( ˘ ³˘)♥
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