Capítulo Extra
3 años después
Jimin abrió la puerta, su mandíbula cayendo cuando observó el gran desastre que había en la sala de estar de su pequeño y acogedor hogar. Había una improvisada casa de campaña con sábanas y asientos, envolturas de dulces y chucherías regadas por todo el piso, y sus hijas correteando de un lado a otro llenas de pintura, siendo perseguidas por un Jungkook que reía a carcajadas.
Había tenido que viajar a China por asuntos de la empresa, pero finalmente después de una larga y extenuante semana, estaba de vuelta en su casa.
Su alfa al sentir su aroma se detuvo, mirando hacia la entrada con una sonrisa enorme estirando sus comisuras. No lo pensó para correr hacia él y levantarlo en sus brazos, besando todo su rostro una y otra vez mientras le decía lo mucho que lo había extrañado.
Cuando sus pies estuvieron en el piso de nuevo, tomó las mejillas del más alto y se puso de puntillas para rozar sus labios en un dulce y suave toque. Estaba extrañando desde hace días esa sensación cálida que se apoderaba de su pecho cada que su sentía sus labios sobre los suyos.
—¡Mami Minnie! —Hye se lanzó a sus brazos, haciéndolo trastabillar hacia atrás por la fuerza con la que se impulsó.
HyeJin ya tenía sus catorce años recién cumplidos y casi estaba de su altura. Todo apuntaba a que pronto la niña se presentaría como una gran y fuerte alfa, cosa que los había alegrado a ambos.
Minji fue menos efusiva en su saludo pero eso no lo desanimó, la niña a pesar de su carácter bastante serio lo amaba más que a nada, siendo Jimin su favorito en la casa. Cuando tenía una pesadilla solía ir a la habitación de sus padres, y ambos, cachorra y omega, terminaban expulsando a Jungkook de la habitación para dormir ellos dos solos en la gran cama matrimonial.
El alfa terminaba durmiendo con su hija mayor pero no sin antes refunfuñar por lo bajo.
—Mis bebés preciosas —las abrazó con fuerza, dejando un beso en la cabeza de cada una—. Les traje un montón de regalos.
—¡Sí, regalos! —gritaron ambas mirándose con grandes sonrisas, tomando las maletas del omega y arrastrándolas hasta la sala, abriéndolas y sacando toda la ropa hasta dar con los envoltorios de colores vivos.
HyeJin y Minji habían hecho buenas migas desde que la pequeña llegó a la casa. Fue la primera persona con la que comenzó a relacionarse, aunque todavía se mostraba un poco arisca, sobretodo con Jungkook, probablemente por su casta.
Ahora Minji con seis años era demandante y posesiva, causando eso grandes "peleas" con el alfa, pues ambos solían disputar su tiempo a solas con él. Minji se quejaba demasiado de que su papá Kookie acaparaba a su papi Minnie, no dejándole al omega pasar tiempo con ella y su hermana; y Jungkook como el adulto infantil que era terminaba discutiendo con la niña y sacándole la lengua.
—A ver, esperen un momento —Jimin soltó una risita acercándose a ambas.
Separó los regalos de cada una, haciendo dos pilas de regalos a cada lado. Para HyeJin había comprado crayones y lápices de colores, pues la niña se había visto demasiado interesada en el arte últimamente. También le compró algunos vestidos y una cadenita de plata con un dije en forma de luna.
Para Minji compró varias muñecas, algo de ropa y muchas chucherías que le durarían al menos un mes, claramente, siguiendo las reglas de Jungkook de no comer más de dos chucherías al día. Además, también le había dado una cadenita que hacía juego con la que le había dado a su hija mayor.
Ambas lo abrazaron sonriendo, corriendo después con sus regalos a sus respectivas habitaciones.
—¿Y para mí no hay regalo?
Jungkook lo tomó de la cintura, cargándolo hasta llevarlo al sofá y sentándolo a horcajadas sobre su regazo. Esta vez si se tomó el tiempo de saborear los labios de su omega, sujetándolo de la cintura mientras sentía las manos de Jimin posarse sobre su pecho. Ladeó la cabeza profundizando el contacto, introduciendo su lengua en la cavidad bucal del omega, escuchándolo jadear ante la acción.
—Mejor nos separamos ahora —murmuró apoyando su frente en la del mayor—, o te juro que encierro a las niñas en su habitación y-
—Eres un pervertido —soltó una risilla golpeando suavemente el hombro del contrario, sintiéndose tentado por la propuesta—. Tu regalo te lo daré en la noche cuando las niñas vayan a dormir —susurró en su oreja sensualmente, dejando un besito en el lóbulo antes de pasar a esconder su rostro en su cuello, inhalando con fuerza para intentar captar un poco del leve aroma a licor y café.
—Lo esperaré ansioso, de eso puedes estar seguro.
Ya sabía que cuando Jimin decía eso estaba esa lencería que tanto le gustaba involucrada en la ecuación. Probablemente había traído nuevos conjuntos desde China, y sinceramente, no podía esperar para verlo modelarlos frente a él.
—¡Cierto! Las niñas te prepararon una sorpresa —anunció, procediendo a darles un grito para que dejaran los regalos y bajaran a la sala—. ¡HyeJin, Minji, vengan a mostrarle la sorpresa a su padre!
Pronto, como si se tratara de un torbellino, los pasos rápidos de ambas niñas se hicieron escuchar, hasta que unos segundos después ambas cargaban en sus manos un gran cartel con varios dibujos y garabatos.
Pudo reconocer su hogar, dibujado por HyeJin, quien una vez más lo asombraba por el gran talento que poseía. La castañita dibujaba precioso.
También distinguió a Jungkook, a quien lo habían dibujado con un delantal y una cuchara en la mano, mientras lo abrazaba a él desde atrás. Ambos estaban en lo que parecía ser el jardín, siendo este adornado por varias flores rosadas y amarillas hechas con trazos torpes. De igual manera en la parte superior había un gran sol y varias nubes pintadas con acuarela de manera escueta. Minji se había esforzado también y eso ya lo hacía más que especial.
—Muchas gracias, los amo tanto —besó la mejilla de su alfa y de sus dos hijas, con una gran sonrisa extendiéndose en su rostro.
[...]
A la hora de la cena todos estaban sentados en la mesa, esperando a que el omega terminara de acomodar todos los platos sobre esta. A pesar del cansancio del viaje había insistido en cocinar él esa noche, pues había aprendido un nuevo platillo y quería que sus pequeñas lo probaran.
Los distintos aromas causaron que los tres sintieran su boca llenarse de saliva, deseosos por probar aquellas delicias que el mayor había preparado.
—Mmm, ya extrañaba mucho tu comida, papi Minnie —Minji pronunció, pasando su mano sobre su barriguita con un sonrisa.
—¿Por qué? Si mi comida es mejor que la de tu papi Minnie —se quejó Jungkook de manera infantil, mirándola con los ojos entrecerrados.
—¡No es cierto! —exclamó cruzándose de brazos y mirándolo de igual forma—. Papi Minnie es el mejor chef de todo el mundo mundial.
—¡Diablilla mentirosa! —la señaló, ofendido ante la afirmación de la infante—. ¡Para la próxima te mantendré a base de ramen instantáneo! A mí me dijiste lo mismo el día que tu padre se fue.
Al parecer el alfa no solo era celoso con su omega, sino que también con su cachorra más pequeña.
HyeJin y Jimin se observaron en silencio por unos segundos antes de soltar grandes carcajadas cuando vieron como Jungkook le sacaba la lengua y la niña repetía su acción poco después.
Tal vez las discusiones entre ellos se debían a lo parecidos que eran.
Luego de la maravillosa cena llena de bromas, burlas y peleas entre la menor de la casa y el alfa, procedieron a acomodar la sala de estar para ver una película animada hasta que llegara el horario de dormir de las niñas.
Al final, más que ver la película, HyeJin y Minji se dedicaron a hacerle un montón de trencitas y moños a Jungkook, quien tenía el cabello tan largo que casi le llegaba a los hombros.
—Iré a arropar a Minji y darle las buenas noches a HyeJin —le avisó al alfa, que enseguida se puso de pie mirándolo de manera intensa.
—Te espero en la habitación —profirió alzando las cejas varias veces con una sonrisa pícara expandiéndose en su rostro. Jimin solo asintió soltando una risita por lo ansioso que se veía el castaño.
Tomó las manos de sus hijas, guiándolas hacia su habitación. Dejó primero a HeyJin en la de ella, dándole un beso en la frente y deseándole buenas noches. Luego de eso fue hacia la de Minji, que se encontraba ya acostada en su cama esperando que él la arropara, le diera su beso y le deseara dulces sueños.
—Papi Minnie —llamó, mirándolo con sus ojitos bien abiertos fijos en su persona—. ¿Me quieres?
—Por supuesto que sí, cariño —respondió con una sonrisa, acomodando los mechones rebeldes que caían sobre su rostro.
—¿Mucho, mucho? —cuestionó de nuevo con los labios fruncidos—. ¿Y papá Kookie, él también me quiere?
—Muchísimo bebé, ambos te amamos mucho ¿por qué me preguntas eso?
—Es que... los niños en la escuela dicen que quieres más a Hye porque ella si es su hija de verdad —dijo bajito, aprentando las sábanas con sus manos.
—Tu también eres mi hija de verdad, Minji, que no te haya tenido en mi vientre no quita que seas mi hija, mi pequeña cachorrita traviesa y bonita —dejó un montón de besos en su rostro causando que la niña riera—. Jungkook y yo te amamos tanto como a HyeJin, nunca lo olvides.
—Yo también los amo mucho, mucho —le dijo con una gran sonrisa.
Acarició su cabello dejando un último beso en su frente, apagando las luces mientras salía de la habitación. Soltó un suspiro, sonriendo al pensar en lo buena y noble que era su cachorra. Debería hablar con los profesores de su bebé para que controlaran lo que hablaban esos niños frente a ella.
Lo importante era que Minji no parecía demasiado afectada por los comentarios, al menos no ahora que le había dejado claro lo mucho que ambos la querían. Caminó hacia la habitación que compartía con Jungkook, inhalando hondo antes de abrirla, preparándose mentalmente para lo que sucedería.
Después de una larga semana sin verlo, ansiaba sentir las manos grandes del alfa apretar sus muslos mientras dejaba un reguero de besos por su mandíbula, cuello y clavículas.
—Ya estoy aquí, Jungkoo-
Se quedó estático al ver al alfa completamente dormido, portando solo unos boxers oscuros y con parte de la sábana tapando su abdomen.
Soltó una risita acercándose, pasando su mano frente a su rostro para comprobar si en verdad se había dormido.
—Corretear con las niñas debe haberte dejado exhausto —se sentó a su lado, apartando varios mechones de su frente con delicadeza para no despertarle—. Supongo que dejaremos la lencería para otro día.
Dejó un besito en sus labios, soltando sus pantuflas en el suelo para acomodarse a su lado y abrazarse al cuerpo cálido y grande de su alfa. Restregó su mejilla en su pecho, sintiendo a Jungkook acercarlo aún más, mientras llevaba ambas manos a su espalda baja entrelazándolas allí.
—No sabes lo feliz que me haces, Jungkookie —murmuró escondiendo el rostro en su cuello, hundiendo su nariz en la zona donde su aroma se notaba más.
—Yo también te amo, cariño —profirió en un susurro somnoliento, sin siquiera abrir los ojos.
Jimin soltó una risita baja, acomodándose mejor mientras cerraba su ojos y se dejaba arrastrar a las tierras de Morfeo, sintiendo ese ligero pero delocioso aroma a licor y café adentrarse en sus fosas nasales.
Hola, hola!! Después de mucho tiempo les traigo por fin el extra que les había prometido, espero que les guste, y con esto definitivamente terminanos con TTY.
Espero que se encuentren bien, nos leemos por otras historias ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro