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7- "Los Sayr"

Los primeros rayos de sol se posaron sobre dos jóvenes rostros, con sus mejillas pegadas, durmiendo plácidamente. Poco se habían movido durante la noche. Los brazos de Tthor envolvían el cuerpo delgado de Lee- Won, como si quisiera protegerlo de algún peligro. Y así se habían quedado dormidos, rendidos uno al calor del otro.

Cuando el pequeño altillo quedó completamente iluminado, el joven moreno se movió levemente y abrió los ojos. Los brazos de Tthor apretaron un poquito más. Y, sintiendo la respiración cálida de Lee- Won sobre su rostro, también abrió los ojos.

- ¡Buenos días!- lo saludó Lee- Won con una sonrisa.

Tthor le devolvió el saludo mientras se refregaba los ojos para despertarse del todo.

- Anoche no me di cuenta del color de tu cabello.

Tthor se rascó levemente la mancha de su rostro y miró a su amigo.

- Yo tampoco me había dado cuenta de las manchas que tienes.

La cara y casi todo el cuerpo, sobre todo el cuello y las manos tenían cientos de aureolas amarillas y rojas, algunas con pus y otras sangrantes.

- ¿Te duelen?- preguntó Tthor preocupado mientras le acariciaba las manos.

Lee- Won sonrió.

- No, pero me pican mucho.

- Sí, ya veo. Pero no te rasques porque te estás lastimando.

- Te ves algo diferente con el cabello oscuro…

- Sí y mejor así. Darius y Murk piensan que así es mejor. Así llamaré menos la atención…

- …de Domtrov…

Tthor asintió.

- Cuanto menos gente sepa que soy un Asís, mejor para mí. Aunque la señora Nogg dice que esto es sólo un efecto secundario de las pociones. Pero me dará algo de tiempo…

Lee- Won le levantó levemente la remera a su amigo y miró la herida que éste tenía en su estómago. Estaba completamente cicatrizada.

-…algo de tiempo para prepararte mejor…para cuando tengas que asumir el trono.

Tthor miró a Lee- Won directo a los ojos. No le gustaba hablar de ese tema. Y su amigo lo sabía pero también sabía que tenía que insistir.

- Cuanto más rápido aceptes que eres el futuro rey de Warghost, más rápido estarás preparado y menos posibilidades tiene Domtrov de vencerte.

- Me gustaría tener esa fe que tú tienes en mí…

Lee- Won sonrió conmovido. Y antes de que los colores se le suban al rostro, se sentó sobre el colchón y apoyó su espalda en la pared.

- Y…¿cómo está Wilgenyna?- preguntó, mordiéndose el labio.

Durante todos aquellos meses de separación, Lee- Won había sufrido en silencio, sabiendo que Tthor estaba con su prima en Viper Tive Rd. Tthor no había ocultado el gran cariño que sentía por la jovencita y eso torturaba a Lee- Won en sus numerosas noches de insomnio.

Tthor sonrió con picardía ante aquella pregunta.

- Ella está…más grande, más bella y…completamente enamorada…

Lee- Won se quedó con la boca abierta. Sospechaba que su amigo sentía algo por ella pero no esperaba que hablara tan abiertamente de sus sentimientos. Y, al parecer, pensó Lee- Won, no había perdido tiempo y el noviazgo ya se había concretado.

Tthor, ajeno a todos estos pensamientos, se incorporó y, mientras hurgaba en su mochila, dijo:

- Wilgenyna conoció a Murk hace un par de días, cuando llegó a Albión, persiguiendo al Murk del mundo especular. Y desde que se vieron, ella quedó encantada. Cada vez que él le habla, a ella se le cae algo de las manos. Manos de mantequilla, la llamamos ahora.- bromeó Tthor, sonriente.

Lee- Won no se perdía ningún gesto de su amigo, mientras éste hablaba. Le pareció que disfrutaba contando todo aquello.

- Y…¿te parece divertido? Digo, ¿estás de acuerdo…?

Tthor, sin darse cuenta de que Lee- Won estaba sondeándolo, respondió con tranquilidad:

- Murk es bastante mayor que mi prima. Y, además, he oído que entre él y Rémona hubo alguna vez una historia de encuentros y desencuentros, pero quién sabe…en un futuro. No podría desear a alguien mejor que Murk para Wilgenyna.

Lee- Won suspiró aliviado y tuvo que hacer un esfuerzo bastante grande para que no se le notara demasiado la alegría de esa nueva noticia.

Mientras Tthor se cercioraba de que todos sus “tesoros” estaban en su mochila, Lee- Won amagó con levantarse pero su amigo fue corriendo hacia él y lo detuvo.

- ¿Qué crees que haces?

- ¡Quiero levantarme!

- No, no puedes. Debes hacer reposo hasta que te cures.

- Pero ya me siento bien.- protestó Lee- Won con una sonrisa.

Tthor acarició su rostro y revisó unas manchas cerca de su boca.

- Parece que ya no tienes fiebre.

Tthor notó que la piel de su amigo estaba fresca. Tenía una mirada clara, brillante y los labios ya no estaban pálidos ni cuarteados como la noche anterior. Pero aún así, Tthor no parecía estar del todo convencido.

- Iré a por tu madre. Que ella te revise y saldremos de dudas. Tú espera aquí y por favor, no te levantes.

Lee- Won, obediente, se acostó sobre el colchón y se dejó cubrir por Tthor con un par de mantas naranjas.

- ¿De dónde las has sacado? ¿Me parecen familiar?- bromeó Tthor mientras caminaba hacia la puerta.

Lee- Won sonrió y no pudo evitar recordar el día en el que Tthor se las había regalado, conmovido por el frío polar que debía pasar su amigo, en las noches de Warghost, detrás de las caballerizas.

Tthor bajó los primeros tramos de escalera con una amplia sonrisa de satisfacción. Había dormido de maravilla. No recordaba cuándo había sido la última vez que había descansado. Extrañó mucho a su amigo, durante todos esos meses lejos de Warghost pero recién ahora se daba cuenta de la falta que le había hecho y de lo cálido y confortable que podían llegar a ser sus abrazos y tenerlo cerca.

Unas voces provenientes de la cocina lo hicieron frenarse en el segundo rellano de la escalera. Esperó unos segundos pero al no escuchar más que murmullos, avanzó unos pasos más. Entonces oyó su nombre en la voz de la señora Sayr y se volvió a frenar en seco. No quería interrumpir, así que amagó con volver al altillo junto a Lee- Won. Pero una voz masculina, grave y algo altiva le despertó la curiosidad y se quedó parado, pegado a la pared para que no lo vieran; y pensaran que tenía la costumbre de escuchar conversaciones ajenas, (¡que era exactamente lo que estaba haciendo!)

- ¿Por qué no se queda en la abadía? ¿por qué tiene que quedarse aquí?- se quejaba la voz masculina.

Tthor sintió curiosidad por saber a quién pertenecía aquella voz y porqué estaba tan enojado.

Siempre pegado a la pared, asomó media cara esperando no ser visto. Un joven de piel oscura, cabeza rapada, fornido y vestido prácticamente de harapos, se cruzaba de brazos cerca de su madre, quien no paraba de pelar papas del aire mientras hablaba con él.

- Tthor es un jovencito bueno, humilde y es el mejor amigo de Lee- Won. Su estadía aquí le hará mucho bien a tu hermano.

- Madre, - el joven bajó un poco la voz- los vi durmiendo juntos en el altillo… Usted no puede permitir que esas cosas sucedan aquí. Estarán enfermos los dos y quién sabe si es contagioso…

- El sarpullido amarillo no es contagioso en su última fase… Además…

- No me refiero a esa enfermedad.- la interrumpió el joven moreno.

Tthor arrugó el entrecejo, sin entender a qué enfermedad se refería aquel muchacho.

- Mira, ¡no te lo volveré a repetir! - la señora Sayr levantó la voz- ¡Respetarás a tu hermano y respetarás a Tthor Prayer!

- ¡¿Por qué?! ¿Porque es un Asís? ¿Nuestro futuro Rey?- se burló el joven, caminando hacia la puerta trasera.

- ¡¡¡No!!! ¡Porque es un ser humano bueno, generoso y trabajador! Tienes mucho que aprender de él, Aleister.

Tthor sintió que se ponía colorado. Tratando de no hacer ruido, giró sobre sus talones para volver al altillo. Pero, al girar, se chocó con una persona que venía a toda carrera, bajando los peldaños de dos en dos.

Era la viva imagen de Lee- Won pero en versión femenina, con los mismos ojos brillosos y grandes y largas trenzas apretadas y oscuras. La jovencita lo miró con la misma sonrisa pícara con la que solía verlo su amigo cuando había echo alguna travesura.

- ¡Hola, Tthor Prayer!- dijo la niña con una voz muy alegre.

- ¡Hola…!

- …Abby…, hermana de Lee- Won.

- ¡Hola Abby!- la saludó Tthor estrechándole la mano.

Y cuando Tthor quiso hacerle una pregunta, la señora Sayr los llamó desde la cocina, al oír sus voces.

- ¡A desayunar! Abremelina, ayúdame con los panecillos del horno.

Tthor volvió a subir al altillo y ayudó a Lee- Won a cambiarse de ropa. Esperó a que su amigo se acomodara los pantalones con un viejo cinturón ya que le quedaba grande de cintura y se puso una remera encima de la otra para estar más abrigado.

- ¿Seguro está bien?- Tthor se acercó y lo tomó de las manos.

El corazón de Lee- Won se aceleró sin control y sintió que se le dificultaba respirar.

Tthor creyó que su amigo iba a descomponerse otra vez e intentó llevarlo al colchón.

- Estoy bien.- balbuceó Lee- Won, aferrándose a las manos de Tthor- Ayúdame a bajar, ¿sí?

Sus ojos se clavaron en Tthor y éste, quien nunca había podido resistirse a una de esas miradas, accedió y bajaron las escaleras con lentitud.

La mesa grande, que Tthor había visto la noche anterior vacía, estaba ahora atestada de platos, vasos, fuentes y cubiertos como para alimentar a un regimiento completo. La imagen de las fuentes de comida, papas del aire cortadas de diversas formas y tamaños y cocidas de distintas maneras, le hicieron recordar a Tthor la cocina de la abadía de Warghost.

Aquella era la comida más común y casi exclusiva de Meaghdose. Lo había sido desde que, según se contaba, el mismo Orffelios, el santo patrono del pueblo, la había cultivado por primera vez cerca de un siglo atrás. Había grandes extensiones de tierra sembradas solamente con papas del aire y era la base de la economía de todos.

Pero Tthor se había enterado, la primera vez que hubo llegado al pueblo, y de la peor manera, que era alérgico a ella. Si las comía, el rostro se le hinchaba, la nariz le quedaba como un tomate y la piel se le llenaba de espantosas pústulas rojas. Y eso había sido un problema porque al no poder comer papas del aire, no era demasiado lo que sobraba para alimentarse. Por esa razón, había iniciado una huerta con unas semillas que había encontrado en un viejo libro que Murk le hubo obsequiado.

Pero Tthor no hubo recibido noticias de la huerta en aquellos últimos meses. Y aprovechó que todos se estaban acomodando a la mesa para preguntarle a Lee- Won, quien se había acomodado a su lado.

- Desde que yo no he podido ir más al pueblo, no sé nada. Pero estoy seguro que entre Noel y los Yalfom se están encargando de ella.- le contestó Lee- Won, mientras se servía unas papas hervidas- Imagino que la pequeña Lily Yalfom sigue yendo todos los días. Siempre me la encontraba allí cuando yo iba. Y no hubo un solo día que no me preguntara por ti.- concluyó con picardía.

Tthor sonrió pero no dijo nada. Había recibido asiduas cartas de Lily Yalfom durante todos esos meses. Pero su familia vivían al otro lado del pueblo así que cuando Tthor le preguntó si sabía algo de Lee- Won, la niña no pudo darle ninguna noticia. Y tampoco sabía con exactitud dónde vivían los Sayr.

La puerta se abrió de repente y Tthor observó a los recién llegados. Ése que acababa de ingresar era seguramente el señor Sayr, pensó Tthor. Aunque era bastante diferente a lo que el muchacho se había imaginado: era delgado, alto, de piel blanca y ojos rasgados y oscuros. Saludó a Tthor con un leve movimiento de su sombrero y se sentó en la cabecera, sin decir palabra. Y una vez que se hubo servido papas del aire, pareció olvidarse por completo de su presencia.

En cambio, Aleister no le quitó los ojos de encima a Tthor en ningún momento, mientras engullía las papas casi enteras.

Tthor, quien pensaba que se quedaría con el estómago vacío, se sorprendió con agrado cuando la señora Sayr le puso en frente un gran plato lleno de comida caliente y con un aroma lo invadió inmediatamente.

- Ruibarbo salteado con cebollas y huevos. También te preparé un sándwich de queso de cabra y un vaso de leche tibia…de la misma cabra.

- ¡De Capitalina…!- dijo sonriente Abby.

- Capitalina es nuestra cabra.- aclaró Lee- Won.

Tthor miró su plato y luego a su amigo.

- ¡Gra…gracias!- balbuceó mientras tomaba un tenedor.

- Gracias a ti.- le susurró Lee- Won, acercándose a él.

Tthor lo miró sorprendido.

- Por estar aquí…- dijo su amigo.

Y con el calor de aquellas palabras, Tthor tuvo el mejor desayuno de su vida, envidiando un poco y sin querer la dulzura con la que la madre de Lee- Won parecía mirar a todos sus hijos mientras comían el más delicioso manjar, en la más humilde de  todas las casas de Whetbourr.

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