6- "Whetbourr"
Una nueva carreta los esperaba cerca del camino que salía del puerto y se internaba en el valle. Tthor se preparó para subirse a ella, aún embelezado por las últimas notas de la flauta de Nim que se oían alejarse.
- No, Tthor.- lo frenó Darius- Tú irás en aquella otra carreta. Te llevará directo a Whetbourr. Yo iré en esta otra, con tu madre y con el forjador.- aclaró el hombrecito mirando de reojo al herrero, evitando a toda costa encontrarse con sus ojos.
Darius era bastante supersticioso. Y una de sus firmes creencias era que si uno miraba a un herrero a los ojos, podía llegar a morirse.
- Yo llevaré a tu madre a Warghost y al herrero, a un lugar seguro hasta que Murk venga a por él.
- ¿Y yo? ¿A dónde iré? ¿Qué es Whetbourr?
- Es donde viven Lee- Won y su familia. Te quedarás con ellos unos días hasta que lleguen los Blumber a Warghost. Yo te iré a buscar.
Tthor sintió que la boca se le secaba.
- Pre…prefiero ir contigo…a Warghost.- balbuceó el muchacho.
Darius lo miró con el ceño fruncido.
- Creí que te gustaría la idea. No ves a Lee- Won desde hace varios meses. Además está enfermo. Hace bastante que está tullido en su cama, sin poder levantarse. Le hará bien tu compañía. Pero si no quieres…
- ¡Iré…!- dijo Tthor sin poder contenerse.
El muchacho sentía que su corazón se había acelerado.
“-Era por eso”- pensó- “Está enfermo, por eso no me ha escrito…”
Tthor se subió al carro de un solo salto y se sentó junto al conductor, un anciano de larga barba que lo saludó con un movimiento de su sombrero. Luego, el jovencito le echó al herrero una última mirada cómplice y se despidió de Darius levantando su mano. Su madre ya se había subido a la carreta y ni siquiera volteó a mirarlo cuando emprendieron viaje, un carro en dirección opuesta al otro.
El primero, manejado por Darius y llevando a Ellysa Vin y al herrero, se perdió por un camino lateral detrás de unos árboles altos, conocido como el camino de Creta. La carreta en la que viajaba Tthor tomó hacia el oeste, donde se alzaba a varios kilómetros una de las llamadas cuatro alturas de Meaghdose, el monte Kaf o el monte circular.
A medida que avanzaban a un trote tranquilo pero continuo, el corazón de Tthor se aceleraba cada vez más. Un calor intenso le cubría el pecho y su rostro, hasta ahora tenso y preocupado, pareció relajarse.
Cuando se desviaron del camino de piedra y entraron a uno rural, la cara del muchacho ya brillaba con una amplia sonrisa. Aunque meneaba la cabeza de un lado a otro, reprochándose en silencio por haber dudado de su amigo. Y se prometió no volver a dudar de Lee- Won nunca más.
Unos minutos después, llegaron a una pequeña casa, bastante humilde a primera vista, con paredes descascaradas, pocas ventanas al estilo ojos de buey y techos desvencijados con varias tejas rotas.
Cuando el sol acabó de ocultarse por completo detrás del Kaf, la carreta disminuyó la velocidad y Tthor notó que una figura femenina se acercaba a ellos con los brazos abiertos y una sonrisa de satisfacción.
Era la señora Sayr, la madre de Lee- Won y la cocinera más antigua de Warghost. Poblaban su cabeza los mismos rulos oscuros que tenía su hijo y su piel era un poco más oscura y bastante más curtida. Vestía una pollera de lana larga hasta el piso, zapatos agujereados de cuero y un mandil blanco, algo gastado pero limpio sobre una camisa gruesa de franela.
Tthor saltó de la carreta, a penas ésta se detuvo, aferrado a su mochila que era el único equipaje que cargaba, ya que Darius se había llevado su baúl. Se cercioró que la capucha le cubriera la mancha del rostro y se acercó corriendo a la señora Sayr. Y, mientras la carreta pegaba la vuelta para retomar el camino, Tthor devolvió el abrazo de la madre de Lee- Won con algo de timidez.
- Tthor, te estábamos esperando. Nos llegó un mensaje de que vendrías esta tarde. Darius me contó lo que te sucedió. Y también me dijo sobre las pociones.- dijo la señora Sayr mirando la mancha que le atravesaba el rostro juvenil de Tthor.
- Hola, señora Sayr. Gracias por recibirme. ¿Cómo está Lee- Won?- Tthor no quería perder tiempo en enterarse sobre el estado de salud de su mejor amigo.
- Ha estado bastante enfermo. Pero sé que contigo aquí se recuperará más rápido. No ha hecho otra cosa que hablar de ti en todo este tiempo.
El corazón se le hinchó a Tthor en su pecho y su rostro se le iluminó. Dio un profundo suspiro mientras seguía a la señora Sayr adentro de la casa.
Caminaron por una pequeña cocina-comedor, con una amplia mesa rodeada de muchas sillas, todas de diferentes formas y tamaños, gastadas y despintadas, en su mayoría. Luego, pasaron cerca de un gran hogar que crepitaba alegre, con leños gordos y retorcidos. Todo parecía estar en silencio.
- Ya todos duermen. Aquí, como en Warghost, cenamos temprano.- susurró la señora Sayr mientras guiaba a Tthor por una escalera de piedra lateral.- Te llevaré al altillo donde duerme Lee- Won. Si se entera de que llegaste y no lo desperté, se enojará bastante.- sonrió la señora Sayr- Luego, puedes irte a descansar. Te he preparado una habitación que está vacía. Era de mis dos hijos mayores pero ya se casaron y no viven aquí.
La señora Sayr le señaló una puerta negra de madera y lo saludó.
- Gracias.- susurró Tthor.
- Tu habitación es por allí- señaló la mujer.
Y se perdió de vista escaleras abajo.
Tthor apoyó una mano temblorosa en el picaporte y abrió la puerta, tratando de no hacer ruido. Pero las bisagras rechinaron y cuando el muchacho se asomó, se encontró con un par de ojos negros brillosos que lo escudriñaban desde un colchón de lana, tirado en el piso.
- ¡¿Tthor?!
- ¡¡¡Lee- Won!!!- exclamó Tthor caminando rápido hacia él.
Se dejó caer cerca de su amigo y se fundieron en un abrazo cálido y profundo. Lee- Won dio un pequeño sollozo, sintiendo que ese abrazo le devolvía la vida.
- ¿Estás aquí?- susurró el joven moreno cuando se separaron apenas unos centímetros- ¿O es uno de esos sueños que a veces tengo?
Tthor sonrió.
- ¿Estás bien? Mi madre me ha contado sobre las pociones.- dijo Lee- Won bajándole la capucha y mirándole de cerca.
La luz de un candil, en una mesita cercana, le reveló a Lee- Won la totalidad de la mancha en rostro de su amigo.
- ¿Te duele?- quiso saber Lee- Won, rozando suavemente con sus dedos la mancha.
Su respiración llegó al rostro de Tthor, tibia y dulce, y éste sintió que recuperaba la paz y la felicidad que había perdido hacía un par de meses.
- No, no me duele. Pero no te preocupes por mí.- le dijo el muchacho acariciando las manos de su amigo y notando que su piel tenía una temperatura alta- Me dijo tu madre que estás enfermo. ¿Qué es lo que tienes?
- Ahora…nada.- susurró Lee- Won, sonriente.
Tthor también sonrió y le regaló otro abrazo, tan profundo como el primero.
- Es sarpullido amarillo. Una enfermedad bastante común por aquí.- explicó Lee- Won un minuto después, mientras se recostaba sobre el colchón, envuelto por los cálidos brazos de Tthor- Pero no es contagioso.- se apresuró a decir- Sólo contagia en los primeros días en los que te sale el brote en la piel. Y ya llevo casi dos meses.
- Aunque fuera contagioso…Yo no me moveré de aquí hasta que no te recuperes.
Lee- Won sintió que se sonrojaba. Y, recordando que su amigo podía ver en la oscuridad , bajó un poco la cabeza, acomodándose sobre el pecho de su amigo.
Sentir su corazón acompasado y el calor de sus brazos, rodeándole, hicieron que su propio corazón se le acelerara un poco.
- No sabía cómo avisarte. No hemos podido ir al pueblo, al correo, para avisarte.
- ¿Al correo?
- Sí, para enviarte un canopus. El correo no pasa por Whetbourr. Y Darius llegó recién ayer de su pueblo.
- Pero sí has recibido mis cartas, ¿no?
- No desde que estoy enfermo.- dijo Lee- Won con tristeza.
Tthor lo obligó a mirarlo, levantando suavemente su rostro. Cuando sus ojos se encontraron, el muchacho le dijo:
- Lee- Won, te he escrito prácticamente veinte cartas en los últimos dos meses.
- Yo lo sabía…Nunca lo dudé pero tus canopus deben de estar en el correo. Yo caminaba hasta el pueblo cada dos días para retirarlos pero ahora ya no he podido. He tenido fiebre muy alta y mis piernas no responden para nada. Mi padre y mis hermanos mayores no están en todo el día y mi madre no puede caminar hasta allí. Sus piernas no resisten una caminata tan larga.
- ¿No tienen carreta?
Lee- Won negó con la cabeza. Tthor ya empezaba a ponerse nervioso. Y Lee- Won se dio cuenta de que a su amigo le pasaba algo.
- Tthor, no importa. Ahora ya estás aquí.- le dijo y lo volvió a abrazar.
- Me has hecho mucha falta.- le confesó Tthor, atormentado por haber dudado de él- Cuando dejé de recibir tus canopus, yo creí que…
- ¿Qué? ¿Qué creíste?- le preguntó Lee- Won mirándolo fijamente.
-Creí que te habías olvidado de mí.
Lee- Won se mordió el labio, nervioso.
- Te olvidas que me hechizaste…para que eso no pasara.- bromeó mientras sacaba de entre sus ropas la piedra verde jade que Tthor le había obsequiado- No me la he quitado del cuello en ningún momento. Durante las noches la tomaba así, entre mis manos, cerraba los ojos y pensaba en ti. Tenía la esperanza de que escucharías mis pensamientos y supieras que estaba pensando en ti.
Tthor se sonrojó al escuchar todo aquello. Se sentía avergonzado por haber dudado de su amigo. Y en seguida recordó, que la noche anterior, su imagen se le había aparecido nítida en su mente. Pero Lee- Won creyó que Tthor se había sonrojado por sus palabras francas y directas. Y pensó que quizá, después de tantos meses de distancia, su amistad se había enfriado y Tthor ya se había desacostumbrado a que él le hablara así. Entonces, sintiéndose un poco avergonzado también, intentó despegarse de aquel cálido abrazo pero Tthor no lo soltó. Sino que hizo todo lo contrario. Lo abrazó más, con intensidad. Buscó sus ojos, atrayendo su rostro hacia el de él y le susurró:
- Nunca más volveré a dudar de ti. Y nunca más estaremos incomunicados. Inventaré una nueva forma de correo si hace falta. Pero te prometo que esta separación será la última.
- Te extrañé mucho, Tthor.- le dijo Lee- Won con voz profundamente emocionada.
- Y no te imaginas lo que yo te extrañé…
El joven moreno sintió que el corazón se le estaba por salir del pecho. Era como si todas las cosas malas del mundo se hubieran ido. Y aquel abrazo y aquellas palabras sólo le confirmaron lo que ya sabía: que a pesar de la distancia y del tiempo, el amor que sentía por su mejor amigo no había mermado en lo más mínimo. Y, entre abrazos, se dejó llevar por la respiración de Tthor, quien había decidido desde que hubo entrado a la habitación que pasaría allí la noche.
Lee- Won se fue quedando dormido, embelezado pero sin olvidar que, aunque ese amor seguía siendo intenso, era secreto y no era devuelto de la forma en la que a él le gustaría. Pero tenerlo allí, tan cerca, mitigaba el dolor por ese amor no correspondido. Y justo cuando se quedaba profundamente dormido, agradeció en silencio por el regalo de aquella intensa noche.
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