3- "Las pociones de la señora Nogg"
- ¡¡¡Ya se despertó!!!- gritó Wilgenyna.
Tthor trató de incorporarse pero en cuanto se apoyó sobre sus codos, volvió a marearse y tuvo que recostarse otra vez.
Miró a su alrededor y reconoció el lugar de inmediato. Estaba en el living-comedor de la señora Nogg. Volvió a incorporarse. Pero antes de que intentara ponerse de pie, un brazo fuerte lo detuvo.
- ¡¿Darius?! ¿Eres tú? ¿Y el señor Fen?
El pequeño hombre, vestido con su habitual ropa de faena: pantalones color caqui, amplia blusa verde oliva, sombrero de pico alto y gruesas botas de cuero negro, lo saludó con una amplia sonrisa, mientras se rascaba su único ojo y se acomodaba el parche que tenía en el lugar del otro.
- Tranquilo, muchacho. El señor Fen está herido pero la señora Nogg lo está tratando en la otra habitación.- la voz de Darius sonaba algo preocupada, pese a que el hombrecito intentaba disimular.
Pero antes de que Tthor pudiera interrogarlo, Murk se acercó a ellos con un vaso gigante que contenía algo que parecía pedazos de tripa revuelta con pequeños gusanos verdes dentro. La señora Nogg apareció detrás con una gran sonrisa, sujetando con sus manos arrugadas y temblorosas otro vaso de boca ancha. Este segundo vaso estaba lleno hasta el tope con algo que asemejaba ser una especie de compota espesa y oscura, coronada con una alta capa de espuma burbujeante.
- Bébelo todo, Tthor.- ordenó Fresia Nogg sin dejar de sonreír.
Tthor arrugó la nariz cuando tuvo el primer vaso frente a él. El olor era bastante desagradable, pero los gusanos que nadaban adentro, que ahora parecían mirarlo a través del vidrio, hicieron que el muchacho cerrara los ojos y aguantara una arcada para evitar vomitar el desayuno.
Clavó sus ojos en la señora Nogg, luego de una segunda arcada. La anciana lo miraba fijamente. Tthor sabía que, pese a lo horrible que pareciera aquel brebaje, ella lo había ayudado siempre y tenía un alto conocimiento en pociones y ungüentos, el cual no dudaba nunca en compartir con su aprendiz favorita: la pequeña Wilgenyna.
Incontadas eran las veces en las que le había curado a Tthor las quemaduras que el sol de Albión le provocaba en la piel o las heridas que le habían hecho los miembros de la pandilla de su colegio.
El jovencito volvió a mirar el vaso, cerró otra vez los ojos y buscó algo bueno en su memoria a lo que aferrarse para pasar el mal trago. No tuvo que hacer mucho esfuerzo. La imagen clara y nítida de su amigo Lee-Won se le apareció en seguida, sonriéndole abiertamente, con su intensa mirada negra brillante, su piel morena, curtida y sus rulos largos y oscuros, creciéndoles rebeldes en su cabeza.
Mientras bebía el contenido del primer brebaje, recordó episodios que había vivido con él: la noche de las baldanders o estatuas vivientes, el vuelo con el grifo, la noche en las ruinas del campamento Vanir y con el último trago, sintió una punzada fuerte en el estómago.
Era un dolor y un vacío que siempre lo torturaban cuando recordaba que en los últimos meses no había recibido ni una sola carta suya. Tthor le había mandado varios canopus pero no había obtenido respuesta. Parecía que su mejor amigo se había olvidado de él. Como si la distancia y el tiempo hubieran hecho lo impensado: que Lee- Won se hubiera olvidado de Tthor.
En sólo tres meses se habían hecho tan amigos que parecía que se conocían de toda la vida. Pero todo parecía haberse enfriado ahora. Y a Tthor aquello le dolía demasiado. No podía entender porqué su amigo se había olvidado de él.
Dejó el vaso a un costado y se tomó el estómago con ambas manos.
- ¿Te duele mucho la herida?- le preguntó Wilgenyna preocupada.
- Ahora…, tómate este otro brebaje y verás que te sentirás mejor.- le dijo la señora Nogg.
Tthor bebió el contenido del segundo recipiente sin notar el sabor amargo que se le escurría por la comisura de los labios. Seguía pensando en Lee- Won. No entendía porqué no podía quitárselo de la cabeza.
- “¿Por qué pensar en alguien que no quiere saber nada de uno?”- era la pregunta que se hacía Tthor en silencio.
Ante las miradas satisfechas de Murk, Darius, Wilgenyna y Fresia Nogg, Tthor dejó la segunda copa a un costado, sin hacer ni siquiera una mueca de disgusto por los sabores fétidos de las pociones de la señora Nogg.
- ¿Para qué son?- preguntó Tthor, señalando los vasos.
- Una es para curarte la herida del estómago. Está hecha con un instrumento mágico y no queremos que se vuelva a complicar.- dijo Murk, rememorando la vez en la que Tthor se había cortado el pie con la espada flamígera y había estado al borde de la muerte.
Ahora, esa misma espada flamígera, dormía, oxidada, sobre una mesa pequeña en el comedor de la señora Nogg. Y junto a ella, brillaba la paila de Orffelios, que el otro Murk había traído del mundo especular, seguramente buscando usarla aquí, y que Tthor le hubo arrebatado cuando tironeó de la funda de la espada.
Tthor había pensado que la paila estaría segura del otro lado del espejo. Se la había dado a su propio reflejo. Y no pensó que la volvería a ver tan pronto. Ahora, sabía que permanecería junto a él, cumpliendo su rol de guardián.
Fresia Nogg, una vez que hubo atendido a Tthor, se encerró en su cocina y, con la ayuda de Wilgenyna preparó su tan delicioso té especial y sustanciosas galletas de anís, las cuales a Tthor siempre le levantaban el ánimo.
- ¿Para qué es la segunda poción?- preguntó Tthor, algo más animado, después de varios sorbos de té.
- Para evitar los efectos secundarios de la primera…- dijo la señora Nogg, llenándole la taza a Murk.
- ¿Efectos se…secundarios?
La señora Nogg pareció tomarse todo el tiempo del mundo para responder. Cuando ya nadie más parecía querer más galletas y todas las tazas estaban llenas hasta rebozar, miró a Tthor y dijo con resolución:
- Uñas negras, pelo blanco, verrugas en todo el cuerpo…
Tthor abrió los ojos grandes como platos.
- Bueno, a veces sólo salen en la espalda o en las piernas…
Tthor se ponía cada vez más pálido.
- Come otra galleta, querido.
- Podría ser peor.- dijo Murk, como al pasar- Por ejemplo, las pociones para las mordeduras de Ondinas y otras Hadas marinas pueden causar efectos secundarios que te duran toda la vida. Sólo muy pocas personas conocen las verdaderas instrucciones para una poción como esa.
- Yo sí la conozco.- dijo orgullosa Fresia Nogg- Y es cierto, si falla uno solo de los ingredientes, puede hasta matar a quien la beba.
- Pero también es cierto que no solo hay que prestar atención a los ingredientes sino que hay que saber qué día es propicio prepararla y bajo la influencia de qué luna. Incluso hay pociones que tardan años en prepararse.- comentó Wilgenyna, muy suelta de cuerpo.
- Eso es muy cierto.- sonrió la señora Nogg.
- ¡Vaya, jovencita! Además de bonita, eres muy inteligente.- dijo Murk, guiñándole un ojo y haciendo que Wilgenyna derramara su taza sobre el mantel tejido a crochet de la señora Nogg.
Sus mejillas se encendieron un poco por el piropo y otro poco por vergüenza y, con la excusa de ir a buscar un trapo para limpiar, desapareció en la otra habitación.
- ¿Alguno de ustedes me puede explicar qué fue lo que sucedió?- preguntó Tthor, a media voz, aprovechando que su prima no estaba.
- Eres brillante, Tthor.- le dijo Murk- Seguro que alguna idea tienes…
- Sí…- contestó Tthor recordando los eventos de los últimos minutos- El Murk del mundo especular fue enviado por el Domtrov de ese mundo. Quería la espada flamígera…y me quería a mí…
Murk asintió sonriendo. Darius se movió nervioso en su silla y preguntó:
- ¿Eso que significa? ¿Ahora Tthor tienes dos enemigos?
- Sí, persiguió al forjador por la costa oeste del Mar Oscuro.- contó Murk- Nosotros estábamos cerca. Lo vimos desde el “Tormenta e Impulso”. Hirió al herrero y lo dejó en la playa. Creo que pensaba que estaba muerto. Y, la verdad, es que yo creí lo mismo. Y decidí seguir al otro Murk. Parece que el herrero también decidió venir hasta aquí. El otro Murk no se conformaría sólo con la espada flamígera.
- ¿Cómo lo sabes?- preguntó Tthor percibiendo que sus manos no paraban de temblarle.
- Domtrov debe activar la espada, si pretende usarla.
Tthor lo miró con el entrecejo fruncido.
- Necesita algo del heredero para que la espada entregue todo su poder al portador. Y quizá vino a buscarlo aquí. Es curioso. ¿Por qué no obtenerlo del otro Tthor en el mundo especular?
- ¿Habrá pasado algo con el otro Tthor?¿Y qué puede necesitar? ¿Sangre? ¿Cabello?- preguntó Darius impaciente.
- Podría ser cualquier cosa…Hasta un hechizo podría activarla. ¿Te habló? ¿Te pidió algo?- lo inquirió Murk.
Tthor hizo memoria. Sabía que algo le había dicho pero los nervios de ese momento y el miedo de saber que podía morir atravesado por alguna de aquellas flechas, le habían nublado la mente y no lograba recordar con claridad las palabras de aquel Murk.
Mientras Wilgenyna era ayudada por Darius en la limpieza, Tthor clavó sus ojos en el fuego que brillaba en el hogar. Porque en la casa de la señora Nogg también hacía frío, como en Viper Tive Rd., aún cuando el sol, en la calle aplastaba con su calor a los pocos transeúntes que andaban a aquellas horas del mediodía.
Tthor siempre se sentía cansado. Y ese mediodía no era la excepción. Los días de verano lo agotaban. Esos meses que llevaba lejos de Meaghdose, le parecían interminables. Nunca pensó que podía extrañar tanto un lugar y a una persona. Porque, si bien, se había hecho amigos en Meaghdose, uno en especial le rondaba en la cabeza, constantemente.
Había vivido con Lee- Won Sayr, innumerables aventuras. Era el primer amigo varón que tenía. Siempre había querido saber qué se sentía tener un amigo cercano. Y ahora que lo sabía, había descubierto, también, cuán doloroso era estar separado de él. Y no recibir sus cartas, en los últimos meses, sólo hacía que el dolor y la nostalgia se acrecentaran.
Mientras miraba el fuego, el rostro de Lee- Won se le apareció nítido en su mente: su piel morena, sus rulos oscuros y sus brillantes y vivaces ojos negros lo miraban a Tthor con una calidez desbordante. Cerró los ojos, para verlo con más claridad y lo vio sonriéndole, con su mano delgado envolviendo el camafeo que colgaba de su cuello. El mismo camafeo que Tthor le había obsequiado el día de su cumpleaños. La equis con gancho que estaba grabada en una de sus caras verde jaspeada, brillaba intensamente y las palabras dichas, aquella noche, le llegaron a Tthor en un susurro:
-“Será un hechizo. Ahora no podrás olvidarte de mí, nunca.”
Y, entonces, lo comprendió…
Tthor abrió los ojos y miró a Murk con energías renovadas.
- Ya sé qué era lo que el otro Murk buscaba. Lo recordé.- dijo Tthor, sonriendo.
Darius dejó las tazas que había estado juntando de la mesa y observó al muchacho con apremio.
- ¿Qué es? ¿Qué buscaba?- preguntó Murk, también alerta- Porque no se llevó ni sangre ni cabello tuyo. Así que no importa lo que quisiera. No hay peligro alguno.- agregó- Pero, igual, dinos…
- Él preguntó por… el Amuleto Cabalístico.
Murk palideció de repente y Darius se dejó caer en la silla más cercana. Se miraron por unos instantes en silencio.
- ¿Estás seguro, Tthor?- balbuceó después de un rato Murk.
- Sí, estoy seguro. ¿Por qué? ¿Qué es un Amuleto Cabalístico?
- Es el hechizo más poderoso del mundo. Es una fórmula creada en el principio de los Tiempos, sólo conocida por los Elegidos.- explicó la señora Nogg, apareciendo con Wilgenyna desde la cocina.
- Y, ¿para qué sirve?- quiso saber Tthor.
- Con esa fórmula mágica, cualquier portal se abre, cualquier objeto de magia se activa y hasta el enemigo más poderoso puede ser vencido.
- Y, ¿dónde está esa fórmula?
- Nadie sabe. Pero eso no es lo que importa.- dijo Murk, mirando a la señora Nogg.
- El Domtrov del mundo especular cree que tú lo tienes. Y eso te pone en peligro.- sentenció Fresia nogg, cubriéndose con su chal de lana- Debes volver a Meaghdose de inmediato. Si te quedas aquí, de seguro morirás…
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro