18- "Visitas inesperadas"
Tthor abrió los ojos, sobresaltado. Unos aullidos desafortunadamente familiares le helaron la sangre. Eran lobos Fenrir, esos animales salvajes que vivían en la base del monte Ri y en el Kaab, alimentándose de carne humana y acechando a todo aquel que se alejara un poco de las fronteras seguras de la zona poblada.
Tthor se puso en alerta cuando volvió a escuchar los aullidos. Palideció al ver que estaba sólo. Lee- Won no aparecía por ningún lado. Lo quiso llamar pero no fue capaz de emitir sonido alguno. Y su corazón se le aceleró cuando una presencia cercana le avisó que los lobos ya estaban rodeándolo.
En cualquier momento empezaría el ataque. No necesitaba verlos para saber que allí estaban. Y la primera mordida llegó rápido, desde un costado, directo a su pantorrilla. El dolor le atrapó la pierna entera y pareció también desatarle el nudo que tenía en la garganta. Y un grito ahogado pero cargado de terror resonó en la copa de los tilos de alrededor. Entonces, empapado en sudor, se despertó.
Lee- Won lo miraba con ojos desencajados mientras, al igual que él, respiraba con cierta dificultad.
- Lo-lobos Fenrir.- balbuceó Tthor.
- Tranquilo…- alcanzó a susurrarle- Has tenido una pesadilla. Todo está bien, Tthor.
Tthor se tomó, inconsciente, la pierna donde, en aquel mal sueño, un lobo fenrir, le había clavado sus dientes afilados. Entonces se dio cuenta de que el dolor persistía, aún estando despierta ya.
- ¡Estás herido!- exclamó Lee- Won al ver, a través de un tajo en el pantalón gastado y sucio, un moretón negro que había inflamado un poco la piel.
- Me lastimé cuando caí, a orillas del pantano.- reflexionó Tthor- Allí me desperté.
- Sí, y seguramente el dolor fue lo que te provocó la pesadilla. No hay lobos Fenrir por aquí.- dijo Lee- Won revisando la herida.
Pero se quedó helado cuando un gruñido le llegó desde la casa abandonada que se alzaba a un par de metros.
- ¿Escuchaste?- preguntó Lee- Won mirando hacia la estructura desvencijada.
Tthor también había escuchado algo y entornó sus ojos había un grupo de arbustos que crecían cerca de la puerta de madera.
- ¿Estás seguro…de que no hay lobos fenrir por aquí?
Lee- Won lo miró pálido, mientras pensaba que ante el menor movimiento, levantaría a Tthor de un brazo y saldrían corriendo hacia el camino principal.
Tthor miró fijamente hacia un tronco grueso. Su vista estaba nublada y la luz del sol, que había salido en todo su esplendor, lo limitaba bastante. Un nuevo rugido- y lo que le pareció el destello de un colmillo amarillento, detrás de unas ramas, aceleraron la decisión.
Los dos jóvenes se pararon de un salto y, justo cuando iban a emprender una alocada carrera, en enorme perro negro saltó desde los arbustos, justo a los brazos de Tthor, tirándolo hacia atrás y empapándole la cara con lamidos rápidos y enérgicos.
- ¡Rutterkin!- exclamó Tthor mientras se reía debajo del cuerpo pesado del can.
Cuando el perro pareció calmarse, Tthor se puso de pie y dijo:
- Así que conociste a mi padre…
A lo que el animal pareció entornar una mirada desconcertada, ladeando la cabeza y elevando las orejas. Se sentó sobre sus patas traseras y miró a Tthor expectante.
- Y no me habías dicho nada…- sonrió Tthor, a lo que el perro le lanzó un ladrido suave a modo de respuesta.
- Vamos a curarte esa pierna. Mi madre siempre tiene un botiquín preparado, por cualquier urgencia. Mi padre y mis hermanos viven lastimándose durante la cosecha.- contó Lee- Won, sintiendo un escalofrío al nombrar a sus hermanos.
Llegaron a la casa de los Sayr, justo cuando un profuso aroma a té caliente avisaba que el desayuno estaba listo.
- Límpiate un poco.- le sugirió Lee- Won a Tthor señalando el reservorio- Yo iré por el botiquín.
El joven moreno entró a la casa, por la puerta lateral, mientras Tthor se sentaba en el borde de la fuente, acompañado por Rutterkin. Observó bien su herida y se tranquilizó al ver que sólo tenía un golpe. No había cortes a la vista. Se enjuagó un poco las manos, se limpió el rostro, el pelo y mojó la herida. El agua fresca, al principio, lo hizo tiritar pero luego lo despabiló del todo y sintió energías renovadas, mientras jugueteaba con las largas y despeinadas orejas de Rutterkin.
Unas voces provenientes del jardín llamaron su atención. Y al levantar la vista vio un par de uniformados- vestidos de azul y blanco, parados en la puerta principal- y la inconfundible voz de la señora Sayr los invitaba a entrar.
- ¿Qué hace la Guardia Civil aquí?- se preguntó Tthor tratando de ver los rostros de los dos hombres que ahora entraban a la casa.
- Lo único que me faltaba… - le dijo a Rutterkin, quien lo miraba expectante- …que Spike Shannut venga a Whetbourr a molestarnos.
Se limpió los pies y abrió la puerta lateral, haciéndole señas al can para que se quedara afuera. Entró justo cuando un uniformado, de espaldas a él, saludaba con cálido apretón de manos a un Lee- Won que sonreía abiertamente.
Tthor frunció el ceño y se quedó allí parado, en un rincón para no interrumpir. Pero Lee- Won lo vio y lo llamó, haciéndole señas con las manos.
- Tthor, ven, quiero que conozcas a Elio, el hijo de la señora Iccer.
Tthor, entendiendo mejor la situación, se acercó a saludar a la visita. Pero cuando éste se dio vuelta, extendiéndole la mano, Tthor se frenó en seco, sintiendo que el estómago se le retorcía adentro. Aquellos ojos fríos y aquel cabello castaño le confirmaron la identidad de aquel joven, quien no superaba los veinte años. Era el mismo guardia civil que lo había increpado en el Centro Distribución por haber ensuciado el piso…
El muchacho pareció reconocerlo también porque, con suavidad, bajó la mano sin esperar la devolución del saludo. El otro guardia civil, ajeno a la escena, hablaba con la señora Sayr cerca de la chimenea encendida.
- Elio, te presento a Tthor Prayer, el amigo del que te hablé.- dijo Lee- Won contento.
Los dos se miraron fijamente por largos segundos y la tensión se reflejaba en los semblantes de ambos. Pero Tthor pareció reaccionar primero y se acercó con la mano extendida. El otro , lentamente, le devolvió el saludo, en silencio, solo haciendo un leve movimiento con la cabeza.
Lee- Won se acercó a la mesa, para servir el desayuno, dejándolos solos por un breve momento, lo que pareció aprovechar el joven Elio pues dijo algo atropelladamente y en voz baja:
- Lamento haberte tratado mal el otro día. No sabía que eras amigo de Lee…
“ ¡¿Lee…?!”, pensó tthor con ironía.
- Claro…porque de otra manera estaría bien tratar mal a alguien que encuentras por ahí, a menos que sea amigo de nuestros amigos. Suerte para mí…- se burló Tthor también en voz baja, simulando una sonrisa.
Y disculpándose con todos los que estaban allí, desapareció escaleras arriba y se encerró en altillo. Otra vez ese sentimiento de irritación- mezclado con rabia- que parecía ya bastante familiar lo invadió de pies a cabeza.
Se sentó sobre un cajón desvencijado que se usaba de silla cerca de la ventana y trató de serenarse, clavando sus ojos en el lejano mar oscuro, que podía ver en toda su extensión por efecto del día nublado. Sabía que debía aprender a controlar esos estados de ánimo y se convenció a sí mismo de no decir nada a Lee- Won sobre aquel incidente. Sabía que Elio era bastante cercano a su amigo y no quería estropear esa relación ya que, en aquella casa, su amigo se sentía bastante solitario y necesitaba a alguien que lo contuviera los meses que él y Lee- Won se veían obligados a estar separados.
La puerta del altillo se abrió de repente, sacando a tthor de sus aún atormentados pensamientos.
- Tthor…, te estamos esperando para desayunar.- le dijo Lee- Won, buscando su mirada- ¿Estás bien…?
- Sí, sí…- contestó tthor caminando hacia su mochila- Vine a… cambiarme. Tengo las medias mojadas y si me quedo así, me puedo enfermar.
Lee- Won sonrió complacido.
- Sí, cámbiate. Te esperamos abajo.- dijo y se marchó.
Tthor suspiró y tardó todo lo que pudo en encontrar un par de medias entre sus pocas cosas y cambiarse. Se ató los cordones mojados y sucios de sus zapatillas, varias veces. Y miró alrededor buscando alguna otra excusa para tardar un poco más. Pero al no encontrarla, dio un resoplido y decidió bajar.
“ Lo que necesitaba…”, pensó mientras descendía las escaleras lentamente, escuchando las voces provenientes de la cocina que parecían mantener un diálogo afable y divertido, “A falta de un Spike Shannut…ahora hay dos…”.
Pero en seguida la tensión del rostro se le fue cuando vio que alguien más había llegado para el desayuno.
- ¡Darius!- exclamó contento y corrió a sus brazos para estrecharse con él en un gran abrazo.
El pequeño hombre se sintió conmovido por semejante recibimiento.
- ¿Cómo has estado, Tthor?
- He tenido días mejores.- dijo en voz baja, antes de poder contenerse.
Darius lo miró serio.
- Pero no te preocupes.- continuó Tthor.
- He venido por ti. Tenemos una misión especial antes de ir a Warghost.
- ¡Qué bien!- exclamó Tthor, pensando que irse de allí era lo mejor que podía hacer.
- ¿De veras te encuentras bien?- insistió Darius, mirándolo fijamente con su único ojo.
Tthor esbozó una sonrisa tratando de parecer convincente. Y aparentemente lo logró porque Darius se sentó a la mesa, mostrando un semblante radiante, mientras aceptaba una abundante taza de té. Tthor se sentó a su lado, con su propia taza y comenzó a hablar con Darius sobre las novedades. Lee- Won, desde el otro extremo de la mesa, hablaba con Abby, Elio y el otro joven, mientras desayunaban, pero sin quitarle la vista de encima a Tthor. Pero éste no dirigió su mirada a su amigo ni una sola vez.
- El herrero está fuera de peligro.- le comunicó Darius susurrando, mirando de reojo a los guardias- Por ahora estará escondido en un lugar provisorio, cerca del pantano de Égazo. Hasta que Murk esté en condiciones de llevarlo a Héfeso.
- ¿Y qué debemos hacer?
- Verás, la casa que le hemos conseguido está bastante maltrecha. Y como no sabemos cuánto tiempo deberá permanecer allí, escondido a los ojos del pueblo…
Tthor asintió con amargura. No había olvidado lo mal visto que era en Meaghdose alguien de la estirpe del herrero. Antes que forjador de metales era considerado un hechicero que podía incluso matar con la mirada.
Darius prosiguió, siempre en voz baja:
- Quería saber si puedes ayudarme a poner esa casa en condiciones. No tiene ventanas, la chimenea está rota y el invierno se aproxima. En otra época del año, no habría problema, ya que aquí no hace tanto frío, aunque las lluvias son copiosas y suelen inundar una gran parte de Meaghdose y los días son neblinosos, no se ve nada ni a un metro de tu mano. - reflexionó el hombrecito- En fin, el herrero no puede padecer frío, sobre todo después de haber estado al borde de la muerte.
- Cuenta conmigo, Darius. ¿Cuándo partimos?
Darius, sonrió complacido.
- Sabía que podía contar contigo. Pero tranquilo, no te apures. Esperaremos hasta mañana. Partiremos al amanecer. Tengo un par de cosas que hacer en el pueblo hoy. Además, todavía debo pedirle permiso a la señora Sayr para que le permita a Lee- Won ir con nosotros.
Tthor levantó la vista, instintivamente hacia su amigo, quien justo en aquel momento no lo miraba sino que reía divertido por algo que Elio les contaba, con gran soltura y elocuencia. Tthor se atragantó con el té y comenzó a toser compulsivamente. Cuando después de un momento sintió que podía volver a hablar, dijo sin perder tiempo:
- Yo te acompaño al pueblo hoy. Y en cuanto a Lee- Won, creo que sería mejor dejarlo aquí hasta que los Blumber vuelvan a la abadía. Su madre lo necesita más que nosotros, porque sus hermanos están todos en la cosecha.
Darius se encogió de hombros.
- Sí, claro, si te parece…, haremos eso. Por mí no hay problema.
Y sin perder tiempo, le comunicaron a la señora Sayr sus planes, aprovechando que la mujer se acercaba a ellos para ofrecerles rodajas de pan negro con aceite.
Tthor subió los escalones directo al altillo y tomó su mochila. Se perdió luego por la puerta lateral de la cocina antes de que Lee- Won se diera cuenta de su partida. En un último vistazo, lo vio con la mirada fija en Elio, escuchando absorto algo que éste parecía estarle diciendo con expresión seria. Buscó a Rutterkin con la mirada pero no lo vio por ningún lado. Se subió entonces a la carreta junto a Darius y emprendieron el viaje al centro de Meaghdose.
La mañana se abría clara sobre ellos, mientras Darius susurraba hechizos para guiar a los caballos, Tthor iba ensimismado con un nudo en la garganta y un gusto amargo en la boca que le impedían disfrutar de la brisa fresca que venía del mar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro