15- "Elypha Sayr"
Un dolor que parecía partirle el pecho a la mitad, hizo que tthor se dejara caer entre las raíces del árbol. Lee- Won lo miraba con preocupación. Se sentó a su lado y, en un impulso, lo atrajo hacia su pecho, envolviéndolo con sus brazos delgados.
- Tranquilo, Tthor…- le susurró el joven moreno- Yo estoy aquí, contigo.
Tthor lloraba amargamente y en silencio, mientras se entregaba al calor del abrazo y recordaba el rostro claro y brillante de su padre. Lee- Won nunca lo había visto así. Y las lágrimas de su amigo lo conmovieron hasta que no pudo más y rompió en llanto él también.
Tthor sintió un sollozo y lo miró fijamente. Le limpió el rostro mojado y dijo:
- ¡No llores! No al menos por mi causa…Yo estoy bien.
- Sólo tú me conmueves…¿De veras estás bien?
Tthor suspiró y sonrió levemente. Esa sola frase le dio fuerzas para recuperarse y, sin alejarse de los brazos de Lee- Won, le contó todo lo que había visto. Cuando terminó el relato, miró a su amigo y se estremeció con la mirada que éste tenía.
- Eres la viva imagen de tu padre.- le dijo con dulzura.
Tthor sonrió.
- Sí, siempre me meto en líos, como él.
Lee- Won se rió y dijo:
- Sí, en eso también te pareces. Pero me refiero a tu solidaridad, especialmente con tus amigos. Serás un muy buen Rey, diría yo, el mejor Rey que Meaghdose ha tenido.
Tthor deseaba quedarse así, envuelto en el calor de Lee- Won, por un largo tiempo pero una lluvia intempestiva y fría los obligó a levantarse y correr hacia la casa de la señora Iccer.
Trabajaron allí hasta que, un par de horas después, él sol apareció débil por entre unas nubes negras. Y, aprovechando, la breve calma, recuperaron el pedazo de techo que colgaba del tilo. Para el mediodía, la casa parecía haber recobrado su antiguo espíritu. Todo estaba en su lugar: el techo reparado, con una doble hileras de clavos y capas de paja seca mezclada con tierra colorada, utilizada como argamasa. También habían recuperado la mayoría de los muebles y hasta habían encontrado la jaula y al pájaro carpintero que la señora Iccer que cantaba ahora feliz mientras se acicalaba las plumas de la cola.
Un último viaje al pantano que se abría cerca de la casa, para dejar las tacuaras que habían sobrado de las reparaciones. Luego, cerrando la puerta tras de sí, mirando su trabajo desde la cerca del jardín, que ahora aparecía desnudo, con sus plantas desparramadas, sus flores aplastadas y las mandrágoras arrancadas de raíz por el viento fuerte del sur. Iban a volver a la casa de Lee- Won y, con suerte, llegar para el almuerzo. Pero al pasar por el pozo de agua del jardín de la curandera, Tthor se asomó, sujetándose del brocal de piedra gris. El pozo estaba vacío, porque un pedazo de madera lo había tapado. Lo que impidió que la lluvia lo llenara. Así que decidieron llenarlo. Mientras iban y venían al cauce del río que atravesaba la colina circundante, cargando baldes de agua limpia, Lee- Won no pudo evitar volver al tema del padre de Tthor:
- Así que también era alérgico a la papa del aire…
- Sí, - dijo Tthor, recordando vívidamente la escena- Y estaba Rutterkin. ¿Puedes creerlo…?
- ¿Pero cómo es posible que fuera el mismo perro?- preguntó Lee- Won cargando sus baldes a orillas del arroyo, ahora caudaloso y rápido.
Tthor pensó un momento. Su padre, no aparentaba más de dieciséis años, en aquella visión y, por lo que sabía había fallecido muy joven, a la edad en la que debía asumir el trono; así que no había vivido más allá de los diecinueve ó veinte. Y si a eso le sumaba la edad actual de Tthor, casi catorce, la cuenta daba una edad para aquel perro de al menos veinte años. Una vida bastante larga para un can.
- Y no olvides que tu demonio favorito lo reconoció en el dibujo…- dijo de pronto Lee- Won.
- Es cierto…- murmuró pensativo Tthor, mientras recordaba el antiguo dibujo que habían descubierto en el desván de Warghost donde vivía Asmodeus, un viejo demonio.
- ¿Y quién era esa persona a la que tu padre ayudó?
Tthor trató de hacer memoria. Recordaba claramente el nombre. Su padre lo había llamado “Luís” pero por más que se esforzaba, no le venía a la mente el apellido, que estaba seguro alguien lo había pronunciado.
- Pero si lo vieras…, ¿lo reconocerías?
- Yo creo que sí… No tuve problemas en reconocer al padre de Spike. Su hijo es igual a él; heredó sus malos modales.
Lee- Won frunció el ceño.
- Me alegro de que Noel no le haga caso. Salir con un miembro de la Guardia Civil…sería francamente asqueroso.
Tthor recordó de pronto ese dato que no conocía de su padre.
- Mi padre quería ser parte de ellos… No lo entiendo.
- Sí, eso tampoco lo entiendo. Pero se fue a tiempo, ¿no?- dijo Lee- Won, mientras ayudaba a Tthor a descargar en el aljibe el último balde de agua.
- Él dijo que se fue porque era alérgico a la papa del aire, pero shannut no le creyó…
- Yo tampoco le creo.- dijo Lee- Won convencido- Algo más le debe de haber pasado.
- O tal vez entendió que no podía formar parte de semejante grupo… por más que él tuviera buena intenciones. Háblame de ellos, de la Guardia Civil.
Lee- Won lo miró nervioso. Abrió la boca para decir algo pero pareció arrepentirse y la volvió a cerrar.
- Mejor que te cuente la señora Iccer. Al fin y al cabo, tu padre la nombró.
- Sí, - dijo Tthor como dándose cuenta de ese detalle por primera vez- tienes razón. Terminemos con el jardín y vayamos a tu casa.
Lee- Won lo miró fijamente, con una expresión dulce y contemplativa. Por un momento se sintió tentado de hablarle de sus sentimientos más profundos. La carga emotiva que los envolvía a los dos, producida por los hechos de aquella mañana, los habían acercado a ambos aún más de lo que estaban hasta ahora. Lee- Won aún estaba conmovido por haberlo visto llorar. Sentía en su corazón un calor abrasador, como si el amor que le tenía a Tthor lo hubiese inundado completamente, quitándole los atisbos de miedos y rechazo que en las noches de insomnio lo atacaban, impiadosos.
Tthor estaba concentrado en plantar una mandrágora pequeña en una esquina del jardín, cuando de repente y sin razón aparente levantó la vista y la clavó en los ojos de Lee- Won. Se miraron sólo por un instante. Suficiente tiempo como para que el joven moreno perdiera la confianza y se dejara ganar por el temor a ser rechazado. Ya una vez le había sucedido. Había perdido a un amigo por hablarle de sus sentimientos. No volvería a suceder. Se lo había prometido a sí mismo el día que se vio obligado a juntar los pedazos de su corazón roto.
Tthor, ajeno a todo aquel volcán en erupción en el alma de su amigo, volvió a sus faenas con una leve sonrisa de satisfacción en sus labios. No había para él nada más tranquilizador que la mirada intensa de su mejor amigo, que parecía comunicarle ,cada vez que se clavaba en él, que todo lo malo en el mundo se iba a arreglar. Y en ese momento, su propio volcán comenzó a despertar dentro suyo, pero aún no con la fuerza necesaria como para que aquellos sentimientos se hicieran conscientes.
Caminaron en silencio todo el sendero que los separaba de la casa de los Sayr, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Cuando llegaron se encontraron a la señora Sayr en los últimos preparativos para el almuerzo: unas delicadas empanadas de verdolaga y queso de cabra que ahumaban cerca de la chimenea.
Con el primer bocado, Tthor se sintió renovado y no esperó más. Sin contar lo sucedido, pidió a la señora Iccer que le hablara de su padre.
- Sí, claro que lo conocí en persona.- afirmó la curandera, mirando firmemente a Tthor- Y bajo esa mancha y ese pelo oscuro, puedo ver a tu padre en ti. Te pareces mucho a él.
- Hemos…encontrado unos grilletes en las raíces de los tilos que circundan la costa…- dijo Tthor, buscando sonar natural- Y…Lee- Won me ha contado que los utilizaban como método de castigo.
Iccer asintió en silencio.
- ¿A quiénes castigaban?- quiso saber Tthor.
- A cualquiera y por cualquier razón. A los que pescaban en el riachuelo, sin permiso expreso de Warghost, a los que cosechaban en el bosque, a los que andaban por el pueblo después de la hora del toque de queda…
- Pero a quienes se los castigaba de verdad, y con severidad, - dijo una voz potente desde la puerta de la cocina- era a los que faltaban el respeto a la vida y a las buenas costumbres con sus…gustos desvirtuados…
Tthor miró hacia la entrada. Nadie se había dado cuenta de que un visitante había llegado. Tthor no lo conocía pero su piel morena y sus ojos rasgados le confirmaban que era otro de los hermanos Sayr. El extraño entró y se sentó en la cabecera de la mesa.
- ¡Madre, Sírveme!- ordenó sin quitar su vista de Lee- Won.
La señora Sayr, en silencio pétreo y pálida de los pies a la cabeza, le llenó el vaso con limonada y le colocó dos empanadas en el plato.
Tthor miró a Lee- Won pero éste clavó su mirada en el suelo. Parecía nervioso y respiraba con dificultad.
- ¿Y tú? ¿Quién eres?- preguntó altanero el joven que no aparentaba más de veinte años.
Tthor lo miró fijamente, sin poder evitar mostrar algo de desagrado.
- Elypha, ¡come y calla!- le dijo la señora Sayr bastante alterada, viendo venir una fuerte discusión, pues conocía a la perfección el carácter de su hijo mayor.
Tthor no respondió y le dio una mordida a lo que quedaba de su empanada.
- ¿Qué lindas amistades tienes, Lee- Won!- dijo Elypha con dificultad, pues tenía la boca llena de comida- Ni siquiera responde cuando alguien le pregunta algo.
Lee- Won seguía con sus ojos clavados en su plato y masticaba lentamente.
- ¿Has traído algún mensaje de tu padre?- la señora Sayr, claramente buscaba cambiar el rumbo de la conversación.
Elypha la miró y negó con la cabeza.
- No lo he visto. Mi cuadrilla está en la parte baja del valle. Nos han tenido toda la mañana trabajando, desde las cinco.- respondió el mayor de los hermanos, escupiendo trozos de verdolaga cada vez que gesticulaba- Porque…algunos de nosotros trabajamos para que…otros puedan comer.- pronunció, elevando su voz y clavando sus ojos en su hermano- ¿Cuándo te curarás de tu…enfermedad?, así te unes a nosotros.
- La señora Iccer ya me ha dado de alta.- dijo Lee- Won, levantando la vista de su plato por primera vez.
Elypha rió divertido, dando sonidos discordantes, mientras se limpiaba la boca con la manga de su buzo.
- Sabes muy bien a qué enfermedad me refiero…
Lee- Won miró a Tthor sin poder evitarlo, lo que provocó otra risa burlona de su hermano.
- ¿Qué? ¿Él no sabe nada sobre tu…enfermedad?- preguntó mirando a Tthor con el ceño fruncido.
Tthor se aferró a su vaso con ambas manos. Estaba librando una batalla interna consigo mismo. Sentía unas ganas casi irrefrenables de levantarse y partirle la cara a ese joven que le hablaba tan irrespetuoso a su amigo. Tenía la mente envuelta en pensamientos contradictorios. Y la ira no le permitía pensar en cuál sería esa enfermedad a la que Elypha hacía referencia. Y tampoco le importaba. Sólo quería que se callara. Y parte de ese ímpetu pareció reflejársele en el rostro porque, de repente, Lee- Won se puso de pie y lo tomó de un brazo.
- ¡Vayámonos! – le imploró con a penas un hilo de voz.
Tthor vio desesperación en los ojos de su amigo. Se levantó lentamente y lo siguió escaleras arriba, sintiendo en su espalda la mirada envenenada del Elypha Sayr y se prometió, en silencio que aquello no iba a quedar así…
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