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11- "Las ramas de Tejo"

Tthor trató de disimular su mal humor cuando se encontró a solo unos metros de la casa de los Sayr. Siguió a Abby puertas adentro y depositó la canasta sobre la mesa. La señora Sayr los recibió con espumosos vasos de leche tibia y se interesó por el rostro del muchacho.

- Te has estado arrascando mucho.- le dijo mientras lo observaba de cerca.

- No me di cuenta.- mintió Tthor mientras se alejaba delicadamente de la mirada de Perenela- ¿Puedo subir a ver a Lee- Won un momento?

- Pero claro, vayan. Ya me han ayudado demasiado. En cuanto el almuerzo esté listo, les aviso.

Tthor subió al altillo, seguido por una Abby que parecía haber vuelto a ponerse seria y no paraba de morderse el labio. Mientras Tthor se dejó caer en un rincón y terminaba, con largos tragos, su vaso de leche, Lee- Won lo observaba en silencio.

- ¿Todo bien?- preguntó el joven moreno.

- Sí…La señora Iccer vendrá a verte en cuanto pueda. Quizá hoy o mañana.- contestó Tthor mirando por la ventana.

- Abby, ¿me traerías un poco de leche, por favor?

Tthor miró su vaso y recién allí se dio cuenta de que se había bebido hasta la última gota y no le había ofrecido a su amigo.

- Lo siento…- balbuceó.

Abby desapareció a paso presuroso. Parecía estar contenta de que tener una excusa para salir de allí. Tthor seguía con su mirada clavada en el suelo, mientras jugaba distraídamente con el vaso vacío.

Lee- Won se acercó a él y se sentó a su lado. Pero por un momento no supo qué decir, aunque estaba seguro de que a Tthor le ocurría algo.

- ¿No me vas a contar qué pasó?- dijo finalmente.

- No me pasa nada.- contestó Tthor sin mirarlo.

Lee- Won se quedó callado. Tthor parpadeó nervioso y miró a su amigo.

- Intenté disimularlo.- dijo unos segundos después sonriendo- ¿Cómo te diste cuenta?

- Porque te conozco. Y llegaste al camino bifurcado y no alzaste la vista hacia mi ventana.

Tthor lo miró fijamente y por un momento se perdió en su mirada cálida. Recién se daba cuenta de que su amigo tenía ojos rasgados y pestañas largas y arqueadas. Y cuando lo veía de esa forma, Tthor siempre sentía que nada más importaba, que todo estaba bien. Y aquella no era la excepción. En solo un par de segundos, la rabia y la indignación que había cargado Tthor, se diluyeron. Y cuando Lee- Won, de repente, le sonrió con dulzura, al notar el cambio en el semblante de su amigo, Tthor olvidó por completo todo lo malo de aquella mañana. Y se propuso en silencio buscar la manera de mejorar el resto del día. Y cerca de Lee- Won, sabía que podía conseguirlo.

- Te extrañé…Eso me pasó.- le dijo Tthor casi en un susurro.

Abby sonrió pícara, desde el otro lado de la puerta, al escuchar a Tthor. Llevaba dos largos vasos de leche espumosa y miraba a su hermano desde una rendija. Pensó en volver a la cocina para no interrumpir pero un fuerte sonido la sobresaltó y derramó un poco de leche sobre el piso de madera.

- ¡Mamá! ¡Otro pedazo del techo se cayó!- gritó Abremelina, bajando hasta la cocina.

En el altillo, tanto Tthor como Lee- Won estaban envueltos en un ataque de risa, mientras se sacudían los pedazos de mampostería que se le había caído sobre sus cabezas. Cuando Tthor pudo limpiarse los ojos, miró hacia arriba y vio un gran pedazo de cielo manchado con nubes grises. Una ráfaga de viento sur entró al altillo y desparramó más pedazos de techo, regando todo de maderas podridas y paja apelmazada y húmeda.

Cuando llegaron a la cocina, con la intención de salir al patio para ver desde allí el techo, se encontraron con la señora Sayr que prácticamente los obligó a sentarse a la mesa para almorzar.

- Ya tendremos tiempo de ver los estragos. Le mandaré una nota a Corson y vendrá en cuanto pueda. Con suerte en un par de días…- la voz de la señora Sayr sonaba bastante tensa.

Y eso a Tthor no se le escapó así que después de engullirse, casi sin masticar, la ensalada verde y los sándwiches de queso, por fin obtuvo el permiso para salir. Cuando llegó al patio trasero Tthor, de Lee- Won y Abby seguido se dio cuenta de que el agujero del altillo no era el único. Desde una distancia prudencial, pudo observar que faltaban maderas y paja en varias partes.

Luego miró instintivamente en dirección al Monte Kaab y el cielo negro que parecía acercarse con mucha rapidez lo puso en alerta.

- Este techo no será capaz de resistir el viento que se acerca.- dijo Perenela más para sí que para los demás.

Los tres jovencitos la miraron preocupados. Tthor, entonces, comenzó a juntar toda la paja que encontró cerca. Luego recorrió la propiedad, juntando madera. Y más tarde, con la ayuda de Abby y Lee- Won, que empezaron a imitarlo, apilaron todo cerca del jardín lateral. Lee- Won acercó un balde de agua y Abby comenzó a mojar y apelmazar tierra que juntaba con una vieja pala con mango roto.

- Yo subiré y ustedes me alcanzan las cosas.- dijo Lee- Won acercándose a una ventana.

- ¡Olvídalo! Tú estás enfermo. Yo subiré…y ustedes me alcanzan las cosas.- la voz de Tthor sonó tan enfática que Lee- Won no se atrevió a llevarle la contraria.

Y se contentó con ir a buscar clavos y martillos, que guardaban detrás de la letrina externa. Pues el baño, tanto en la casa de los Sayr como en las demás casas de Whetbourr, consistía en un agujero en la tierra, con una especie de mampara de madera o chapas viejas herrumbradas que lo volvían un pequeño cuarto cerrado pero sin techo. Una vez usada la letrina, se le echaba una buena capa de ceniza para evitar que se propaguen las enfermedades. Tthor había aprendido todo eso, desde que en Warghost se decidiera que trabajaría como ayudante de Darius y perdiera ciertos “privilegios” con los que sí contaban los Blumber, su hija Rémona o incluso el Profesor Persseus Evans.

Lee- Won notó preocupado que las paredes que rodeaban la letrina se balanceaban peligrosamente. No era solo el techo de la casa lo que necesitaba reparación.

- Primero lo primero.- pensó el muchacho mientras regresaba al jardín, preparando mentalmente los consejos que le daría a Tthor para treparse al techo y evitar complicaciones.

Pero para su sorpresa, al llegar se encontró a Tthor parado sobre el borde de la cornisa, tres pisos sobre el suelo, rodeado de tablones que había subido. Y tenía una mirada pícara que hizo que Lee- Won se sonriera, pese a la tensión que sentía en la boca del estómago.

- ¿Cómo llegó hasta allá arriba?- preguntó a su hermana.

- Se trepó, solo así. Tiene la misma habilidad que tú y, como tú, parece no tenerle miedo a nada.

- Le tengo miedo a demasiadas cosas.- dijo Tthor desde el techo- Pero a las alturas…, solo un poco. Y mientras sea solo un poco, no hay problema.

Lee- Won volvió a sonreír. Se acercó a la casa y trató de revolearle un pedazo de madera pero su esfuerzo fracasó. Miró a su alrededor y en seguida supo lo que tenía que hacer. Buscó una soga que a veces Abby usaba para jugar y ató un extremo de ella a la manija de un balde de boca ancha que estaba cerca del reservorio, lo llenó de clavos y herramientas. Le hizo una seña a Tthor, y éste quien había seguido la escena desde el techo mientras acomodaba los tablones, se acercó al borde y se preparó para agarrar el extremo de la soga que Lee- Won le lanzó. Pero el envío quedó corto y sin fuerza.

- Átale algo pesado y lánzalo otra vez.- le gritó Tthor haciéndose a un lado.

Lee- Won tomó una piedra rectangular, la envolvió con una vuelta de soga y le hizo un nudo apretado. La idea funcionó muy bien porque la piedra llegó hasta arriba. Y así con aquel método creativo, Tthor se hizo con todo lo necesario para el arreglo del techo.

Aunque había más agujeros de los que Tthor hubo contado desde el suelo, la faena le resultó fácil y hasta divertida pues cada vez que se asomaba para responder a los llamados de Lee- Won, quien se preocupaba si lo perdía de vista al pasar más de un minuto, lo encontraba con extrañas expresiones en su rostro. Las que en seguida desaparecían cuando Tthor le sonreía o le guiñaba un ojo. A Lee- Won esas expresiones le hacían acelerar el corazón y a Tthor, el hecho de escuchar su nombre en la voz de su amigo, le producía una dulzura inexplicable.

Después de un amplio recorrido por el techo y de cerciorarse de que las maderas estaban bien clavadas y la paja se había pegado con la tierra apelmazada, caminó por un lateral para asegurarse de que las cenefas estaban bien colocadas. Y fue allí que tropezó con un borde levantado y perdió el equilibrio. Le llevó menos de un segundo darse cuenta de que caería directo el suelo desde el tercer. Miró una rama que estaba cerca suyo y sin más se lanzó hacia ella, colgándose con ambas manos, mientras oía los gritos desesperados de Lee- Won y Abby, quienes salieron corriendo hacia el patio trasero. Se balanceó y miró. Era una altura considerable para dejarse caer así que miró al árbol de tejo que se alzaba frente a él y encontró otra rama que se extendía cerca. Tomó impulso con las piernas y llegó hasta ella. Y así, tres ramas después, tocó el suelo, sano y salvo, justo cuando Abby se tapaba los ojos por el miedo y Lee- Won corría a ayudarlo.

- ¡Increíble, Tthor!- exclamó el joven moreno, cerciorándose de que su amigo no se había hecho ni un solo rasguño.- Yo a penas puedo ver el árbol y…es una altura considerable, Tthor.

Efectivamente, eran cerca de las cinco de la tarde y en aquel lugar, era la hora en la que la tarde se cerraba con rapidez y empezaba a oscurecer.

- ¿Cómo has hecho para llegar del techo al árbol?- le preguntó Lee- Won mirando hacia arriba.

- Veo en la oscuridad, mucho mejor que a la luz de día, ¿recuerdas?

- Sí, lo recuerdo. Pero no me refiero a la oscuridad sino a la distancia. Las ramas de este árbol son jóvenes y cortas.- dijo Lee- Won.

Tthor miró hacia arriba y al ver las ramas de las que se había colgado para bajar, entendió las dudas de su amigo. Habían unos siete u ocho metros de distancia entre la primera rama de la que se había colgado y el borde de la cenefa.

- No lo entiendo. Esa rama era más larga. Casi tocaba el techo; solo tuve que estirar la mano para alcanzarla. Pero ahora…me doy cuenta de que no pude haber llegado a ella tan fácilmente como lo hice.

La señora Sayr, quien no se había enterado del incidente, se asomó por la puerta de la cocina y les gritó:

- ¡Todos adentro! ¡La cena está servida!

Abby corrió hacia su madre y entró presurosa para ayudarla a terminar de poner la mesa. Lee- Won y Tthor fueron hasta el reservorio para lavarse antes de comer y luego, a paso lento, enfilaron hacia la casa, mientras trataban de entender qué era exactamente lo que había sucedido.

- Sentí que se me iba a salir el corazón cuando vi que te caías.- le dijo Lee- Won, sonrojándose por lo que acababa de decir.

Tthor lo miró con dulzura. Le pasó un brazo sobre los hombros y le dijo mientras caminaba a la par de él:

- Soy un Asís, ¿lo olvidas? Soy inmune a casi todo, según dicen.

- Sí, eso siempre se ha dicho de los Asís. Pero, por favor, tampoco agotes tu suerte.

Tthor rió divertido mientras invitaba con un gesto de su mano a Lee- Won a entrar primero a la casa.

- ¿Qué? No me digas que me extrañarías si…

- ¡No lo digas ni en broma!- Lee- Won se puso serio pero Tthor lo volvió a mirar con tanta dulzura que el joven moreno no pudo evitar perderse en aquellos ojos color miel.

 Y su madre tuvo que llamarlos varias veces para sacarlos de sus ensoñaciones, pues Tthor también estaba embelezado, mirando a su amigo y olvidando todo lo demás.

Y cuando cerraron la puerta, tras de sí, el árbol de tejo pareció vibrar ante el viento sur que soplaba cada vez con más fuerza. Y las ramas, iluminadas por una luna grande que brillaba por entre las nubes de tormenta, se movieron de repente como si se retorcieran y cambiaran de posición varias veces antes de quedarse quietas frente a las primeras gotas de lluvia que fue considerada aquella noche, una esperada bendición.

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