1 0 | PECADO [+18]
Sonríe maliciosamente y tomándome del cuello, me besa con intensidad, pareciendo que mis palabras eran la clave mágica necesaria para devorarme, para saciar el hambre que teníamos uno del otro, es todo tan rápido que casi me deja sin respiración. Mi corazón late tan rápido que siento que se nota, su sabor es fresco, sus labios son tan suaves, su lengua envuelve la mía, es totalmente adictivo. Su aroma, su perfume me deja intoxicada, no pudiendo oler nada más. La habitación está casi a penumbras, la pequeña vela se consume y crea un ambiente sensual, erótico.
Lo miro con deseo, muerdo sus labios, mi cuerpo está en llamas. Mi ganas se desencadenan al grado de rasguñarlo en un intento de quitarle la camisa, aunque a su vez, se despega de mí y me quita la mía en un acto rápido, brusco, lo que me excita más al echar a volar mi imaginación. El ambiente se ajustó perfectamente para crear una noche inolvidable para pecar.
Siento que me ahogo, tomo aire y aprovecha para tener el control, el cual se lo cedo gustosa, me besa el cuello, lo lame, muerde, tiemblo de placer, siguiendo con mi pecho, mi clavícula, mis hombros, dejando un camino de besos húmedos, toda su saliva en mi piel. Con sus manos, me desabrocha y quita el sostén, dejándolo a un lado, se acerca a mis pechos y los masajea hasta chupar mi pezón mientras que con su otra mano me pellizca el otro, lo muerde, jala y estira con sus dientes, sintiendo una combinación de placer y dolor. Queriendo más, mucho más.
Lo succiona, chupa, y lame en círculos con la punta de su lengua, no pudiendo evitar comenzar a gemir, relajando mi cabeza y cerrando los ojos, disfrutando este glorioso momento, el poder sentirlo al dominio de mi cuerpo. Hace lo mismo con el otro, sintiéndome más y más lubricada, haciendo atrás y hacia adelante mis caderas, rozándome con la cama.
Inunda su rostro en mis pechos y juega con ellos, lamiéndolos completamente. Mientras recorre mi cuerpo, despierta sensaciones que no conocía por completo. Sube su rostro y nuestros ojos se conectan en un silencio eterno, nos besamos con profundidad, hasta no tener aliento. Mientras me besa, su mano comienza a tocar en círculos mi clítoris por encima de mi ropa interior, suavemente, haciéndome gemir más en su boca hasta que nuestros labios se separan.
Me tapo la boca, con miedo de ser escuchada en pleno acto, baja a lamer mi abdomen con la punta de la lengua, lo besa hasta llegar a mi parte baja, no pudiéndose agachar más.
Se pone de rodillas y me jala de las piernas hacia adelante, con fuerza. Me aprieta las nalgas, encajando sus uñas hasta darme una nalgada que me hace reír de la impresión.
—Te diviertes, eh—le reclamo jugando y él también ríe.
Me acomodo poniendo una almohada detrás, dándome cuenta que la tormenta ha iniciado intensamente. Lame mis muslos, sujetándome de la cintura lo cual me vuelve loca, no sé porqué me gusta tanto eso, me excita sentir sus dedos clavarse en mi piel, el poder que provoca en mí.
Con sus dientes me baja mi ropa interior y con sus largos dedos la desliza hasta quitarla, dejándome al descubierto, a su disposición, separa mis piernas para tener mejor acceso y se acerca a mi parte más sensible. Besa y lame mi monte de Venus, me causa escalofríos, hasta llegar a mi clítoris y labios, comenzándolos a humedecer, chupar, succionar y en el proceso, sigue acariciando y jugando con mis pechos.
Mientras me hace el oral no puedo pensar en nada más que lo jodidamente rico que se siente su lengua, sus caricias, sus besos, cada tacto y pedazo de él. Cierro los ojos sintiendo con todo el esplendor el placer que me provoca. Quisiera sentirlo por completo, tan dentro de mí como su lengua que entra y me recorre, lo caliente y húmeda que es, presionando los pliegues y adentros de mi sexo. Me penetra hasta que el taparme con la mano la boca no es suficiente.
Acelera el ritmo y verlo ahí abajo me excita tanto. Estira mis labios con los suyos, mueve su lengua dentro mío, de maneras distintas, dependiendo la profundidad, arriba y abajo, de lado a lado y en círculos, lo hace tan, pero tan bien que siento que tiene mucha experiencia o eso parece al saber atender cada uno de mis puntos sensibles sin dejarme decepcionada, atender perfectamente mi necesidad. Al contrario, sin tener una idea precisa, ha superado mis expectativas, saciando cada centímetro de mi ser. Continúa haciendo lo suyo, mi abdomen muestra las olas de placer, él lo acaricia, tal vez queriendo sentir lo que ocasiona en mí, la pasión que desencadena y lo orgulloso que se siente al respecto.
Juego con mis pechos de forma más ruda, los estiro y acaricio con fuerza y rapidez en círculos hasta necesitar más. Con ambas manos lo agarro de su cabello negro y lo presiono en mi sexo una y otra vez, aumentando el placer. Sube mis pantorrillas a sus hombros y continúa como si me comiera, hasta casi hacer que me venga en su boca.
—Recuéstate—su tono ahora diferente, autoritario. Le hago caso y me recuesto en la cama, acomodando la almohada en mi espalda.
Intercambia la lengua por dos de sus largos dedos que entran tan fácilmente, se resbalan, y me penetra de manera rápida y con fuerza, conteniéndome de no venirme todavía al sentir ganas de orinar. Al principio, me duele por la profundidad y fuerza, pero conforme pasa el tiempo y me relajo de la tensión, el placer se hace más fuerte que la incomodidad. Esto es el paraíso y no quiero volver a la realidad, aún no.
—Dame más, quiero más...—le suplico entre gemidos, bajando la voz, apretando las sábanas, rasguñándolas más bien.
—Di mi nombre y pídeme lo que deseas que te haga—se detiene, esperando que pida. Mi respiración está totalmente agitada. —Grítalo, Jiu.
—¡Tsumi, hazme venir!—le pido con desesperación, sin querer que se detenga, estoy a nada de venirme.
Sonríe con picardía y prosigue. Chupa mi pecho mientras me masturba intensamente, arqueo mi espalda, estoy empapada de sudor, casi explotando de placer. Chillo mientras mete más dedos hasta que me duele, sintiendo de nuevo incomodidad, duele y siento rico al mismo tiempo, hasta acostumbrarme por completo. Mete y saca mientras yo me masajeo el clítoris, no pudiendo más. Me quita la mano y él se encarga de frotarme con más fuerza, con desesperación.
Me besa el cuello, la mejilla y mis labios hasta que sin poder soportar más, un intenso orgasmo me hace venirme como nunca. Cierro mis ojos sintiéndolo todo, el éxtasis, a la par que me aferro a la sábana y encajo mis uñas en su brazo.
Es como si mi alma dejara mi cuerpo, haciéndome sentir sin fuerzas, debilitada, satisfecha y más que vacía, llena. Respiro con tanta fuerza, agitada, abro la boca necesitando más aire.
Se escucha un trueno tan fuerte que me hace reaccionar, siento su mirada y está observándome con orgullo, satisfecho con mi expresión. No puedo ni hablar, es un trance tan delicioso que me hace tener tanto sueño. Fue tan increíble, lo mejor que he sentido en mi carente experiencia sexual. Nunca me había sentido así. Ninguna experiencia sexual anterior se le asemeja ni poco, no hay comparación, es tan irreal, fuera de este mundo, físicamente inigualable.
—Pecado cometido—sopla mi mano, y con la otra, chasquea los dedos, comenzando a sentir los párpados tan pesados que pierdo la batalla. Lo último que veo es a él chuparse los dedos con los cuales me tocó, la vela consumirse por completo y la habitación oscurecerse totalmente, desvaneciéndose con él.
Unos toquidos en mi puerta me hacen despertar, ya es de mañana. Ha dejado de llover y la luz está encendida, y lo más peculiar es que estoy vestida con la ropa que traía, incluso estoy tapada.
¿Qué pasó? No puede ser que semejante suceso lo haya soñado o imaginado, fue tan bueno para ser real.
Busco rastro, evidencia de anoche, sin embargo, no encuentro nada, es como si hubiera desaparecido la vela, el olor en mi ropa, de mi cama y la tela en el espejo. Absolutamente nada.
—¡Jiu, te llegó un paquete!—Li grita mientras yo corro a quitar el seguro y encontrarme con ella, pareciendo que tiene horas despierta, vistiendo la ropa que le dejé y dándome el aroma a comida recién hecha en la cocina.
Yo en cambio, estoy medio adormilada, con el cabello hecho un desastre, esponjado y con dudas existenciales.
—¿Qué es? No pedí nada—me entrega el paquete que es ligero y está envuelto en una caja.
—Lo dejó un repartidor, lo firmé y se fue. No agregó nada más—eleva los hombros y añade con una sonrisa: —¿Desayunamos? Te iré sirviendo—corre a la cocina, en busca de platos mientras yo me quedo perpleja, procesando.
Lo miro unos segundos antes de atreverme a abrirlo, deseando internamente que no se trate de una broma, un paquete de mis papás o tal vez, esté equivocado.
—¡Hice sopa picante, Hot Cakes y agua de miel para la resaca!—grita y le respondo: "¡Gracias, ya voy!", en lo que logro desempacar esto.
Dejo los envoltorios en mi escritorio, hasta descubrir que se trata de una carta en una hoja blanca simple, con letra de máquina de escribir y que dice: "Conozco tu secreto". Adjuntando recortes de imágenes en no tan buena calidad de una cámara de seguridad del parque la noche del accidente, una grabación escrita de la llamada telefónica, junto con una nota de periódico con la noticia de ese día.
"Muere hombre en accidente, atropellado por un tráiler de carga"
La policía testifica que su muerte fue instantánea, el sujeto de aproximadamente 45 años, salió la noche del 18 de septiembre en estado de embriaguez, su familia añade que estaba medicado por padecer depresión. Los familiares pidieron ocultar los datos personales de identificación.
19 de septiembre del año presente. FJNews.
¿Medicado por depresión? ¿eso justificaría su ataque? Siento mi estómago revolverse, asqueada ante el recuerdo. Era un hombre con familia... Siento una punzada de culpa.
¿Qué quiere a cambio la persona que envió esto? Encontró mis datos y trajo la evidencia hasta mi dirección. ¿Qué carajo pretende? No podría obtener mucho de mí, no tengo mucho qué ofrecerle.
—¿Estás viendo el periódico?—Li se queda en la puerta, con dos tazas con agua de miel, esperándome.
Niego.
Ya no puedo callármelo, debo sacarlo de mi pecho, de mi ser.
—Li, por mi culpa murió una persona... Y ahora, me están amenazando.
Su expresión de horror es indescriptible, una combinación de preocupación, asombro, inquietud.
La culpa invade mi ser y el frío lo siento hasta en los huesos, me cala, comenzando a temblar y temblar sin poder controlarme.
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