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Cαρitυlσ Únicσ

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Trєgυα.
Sнєnʑi y Nαlα.
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Era una noche más en Las Praderas. ¿Para qué describir cómo era? Simplemente era hermosa.

En las tierras del reino, solo había felicidad y tranquilidad. Sin embargo, no para todos es así; mientras los más afortunados gozan de su paz y finales felices, otros se ahogan en la oscuridad, pues esta los consume y se lleva a los menos afortunados.

Algunos tuvieron suerte, como fortuna, joyas, coronas y demás. Pero, ¿qué sucede con los menos afortunados? ¿Aquellos que han sufrido y deben aguantar hambre? Sencillo: viven, y tratan de conseguir la manera de seguir haciéndolo.

En Las Praderas son muy amables; respetan el ciclo de la vida; se cuidan los unos a los otros. Y la mayoría, jamás ha sufrido, sufrir de verdad; sin embargo, ¿Cuál es el verdadero sufrimiento?

En Las Lejanías, son crueles y hostiles; aunque no todos son así. Han sufrido, mucho más de lo que puede llegar ha sufrir un pridelander. Sus vidas no son color de rosa.

Dicen que cuando se es malo, es porque hirieron a esa persona en el pasado, o porque ocurrió un suceso que la marco para siempre. Otros, simplemente son así porque nacieron en ese lugar, y no han aprendido otra cosa que no sea robar, matar y todo lo contrario a amabilidad. Algunos, solo lo hacen para protegerse, o porque simplemente se ha vuelto una manera de vivir.

Mientras la luna y las estrellas irradiaban todo el lugar, una mujer de cabellos rubios y ojos azules, terminaba de tomar un baño.

Salió de la tina, y enrolló su cuerpo en una toalla, para luego tomar un cepillo de su tocador y comenzar a desenredar sus cabellos mojados. No se había secado del todo, pues era de esas que prefería sacarse con el aire. Mientras peinaba sus cabellos rubios, se hundió en sus pensamientos. Era muy amable y gentil con todos, y claro que debía serlo, después de todo, era una de las gobernantes del lugar.

Nala.

La Reina de Las Praderas.

Esposa del Rey Simba.

La madre de los Príncipes Kiara, Kion y... el difunto Kopa.

Así era conocida. De esa manera sería recordada. Era envidiada por muchas, así como muchos decían cosas fuera de lugar sobre ella. Aunque, la mayoría la apreciaba y respetaba.

Fue parte de la generación menos afortunada de todas, pues tuvo que crecer en la época conocida como "El reinado del tirano" Tuvo que madurar antes de tiempo, aprender a valerse por si misma, comprender como funcionaba la vida...

Nunca conoció a su padre, ella no tuvo esa suerte. Él las abandonó a ella y a su madre cuando era a penas una inocente bebé. Sin embargo, creció siendo una niña traviesa y risueña, que todos amaban con solo verla. Y cuando todo marchaba bien, su mejor amigo, el Príncipe, había "muerto", sin dejar cuerpo alguno para llorarle.

Nala, se convirtió en una hermosa joven adulta, de belleza natural y corazón puro. Era fuerte, valiente e independiente, sin ignorar que era deseada por más de alguien en la tribu. Era tan llamativa, que incluso Scar (el peor gobernante de Las Praderas) no logró resistirse a su belleza, tanto, que trató de asegurar su descendencia con ella, pero no lo consiguió.

Después de dicho acontecimiento, huyó de su hogar, con la esperanza de encontrar ayuda: y así fue. En ese momento, se sintió viva de nuevo, sintió que aún había esperanza; y esa esperanza, era Simba.

Al conseguir de nuevo el derecho al trono, ambos contrajeron matrimonio, y formaron una hermosa familia. Todo iba bien para la hermosa pareja, pero la desgracia llegó de nuevo: su primogénito, había sido asesinado.

《 ¡Qué crueldad! 》

《 ¿Quién pudo ser capaz de cometer tal descaro? 》

Eran las cosas que decían los habitantes del reino.

A ambos los marcó la pérdida de su hijo, pero ya no podían hacer nada, solo seguir viviendo.

Los años pasaron, sus otros hijos crecieron, y ellos continuaron gobernando. Después de un minuto, la reina se dirigió a su armario, dispuesta a ponerse su pijama. Y entonces, ocurrió algo repentino.

Escuchó una risa, y un ruido en la habitación. Pero no era cualquier risa, era una carcajada de una mujer a la cual conocía muy bien.

Giró sobre sus pies, y soltó un grito ahogado al ver a una mujer de tez morena y cabello rizado, sentada a los pies de la cama matrimonial que había en la habitación. La ya mencionada, sonrió con superioridad y miró a la rubia con expresión divertida.

—Vaya, hasta que por fin se bañó la cachorra –comentó y soltó una carcajada, al ver a la reina empapada.

Nala solo la miró indignada y con expresión confundida. ¿Cómo era posible de que Shenzi hubiera logrado entrar al palacio, otra vez?

Shenzi.

Ambas tenían una gran diferencia de edad, y su primer encuentro fue poco convencional. A diferencia de Nala, Shenzi no era de Pridelands, Shenzi pertenencia a Las Lejanías.

No tuvo una infancia sencilla, o mejor dicho, no tuvo una vida fácil.

Se decía que vió con sus propios ojos la muerte de su padre, madre, hermana y sobrina neonata... y rió, o eso dicen los relatos.

Pasó hambre desde el momento en que llegó al mundo, y no había aprendido otra cosa que "Los pridelanders son malvados" Al crecer, se convirtió en la matriarca de su clan, y en una de las más fuertes cazadoras y peleadoras del reino. Al igual que Nala, también fue bastante deseada, por lo que quedó embarazada en más de una ocasión.

Pero ¿Qué era lo que tenían ambas en común? ¿Qué amabas eran madres? ¿Qué las dos habían pasado por malos momentos? No, no era simplemente eso.

La ojiazul solo la fulminó con la mirada.

—¡¿Shenzi?! ¿Qué haces aquí? ¡Largo! –exclamó, sin poder evitar sonrojarse; porque, aunque no estaba desnuda, no le agradaba que la de rizos la viera solo cubierta con una toalla. La contraria solo se retorció de la risa, al notar el rubor en las mejillas de la de tez clara.

—No sabía que Simba te mojaba tanto –comentó, con una sonrisa pícara. Solía hacer comentarios de aquél estilo, solo para enojar a la reina, ya que eso le divertía.

—Shenzi... ¿Podrías darte la vuelta un momento? –pidió amablemente, para poder ponerse algo de ropa.

—Si Simba te moja tanto... ¿Por qué no tuvieron más hijos? –preguntó, ignorando por completo la súplica de la otra. Nala torció los ojos.

—Dame un momento –pidió amablemente, tomó su pijama y se dirigió al baño; no pretendía mantener una conversación con la morena en ese estado, para ella era incómodo. Después de vestirse, se sentó a los pies de la cama junto a Shenzi, la cual ya se estaba cansando de esperarla.

—Hace tiempo que no te veía por aquí... ¿Qué tal te ha ido? –preguntó la reina tratando de abrir la conversación.

—No mejor que a ti, "mojada" –respondió con expresión divertida, haciendo unas comillas con sus dedos.

—¿Podrías dejar lo de "mojada" a un lado? –preguntó Nala un poco irritada.

—Qué gruñona. Entre más vieja más amargada te pones, cachorra –se cruzó de brazos, con la única intención de molestar a la de ojos claros.

No le agradaba que Shenzi se dirigiera a ella como "cachorra", pero de tanto referirse a ella de esa forma, había empezado a tolerar aquél apodo.

—En fin, ¿a qué has venido? –preguntó, sin inmutarse si quiera.

—A lo de siempre: reírme de ti –sonrió la morena, con arrogancia.

Ambas tenían una relación muy extraña. ¿Qué eran exactamente? ¿Amigas? ¿Rivales que se toleran? Era difícil de explicar.

—No eres muy amable ¿O sí? –preguntó con sarcasmo.

-¡Vaya! ¡La cachorra sabe de sarcasmo! Alabado sea Mufasa —aplaudió y se dejo caer en la cama.

Nala torció los ojos nuevamente, y al igual que Shenzi, también se dejo caer en la cama. A Nala no le preocupaba que Simba entrará a la habitación, ya que sabía que este estaría trabajando hasta tarde con Zazú.

Shenzi no le daba importancia en lo absoluto, para ella sería muy divertido ver la expresión del pelirrojo al encontrar a ambas compartiendo cama.

Aunque no estaban haciendo nada, sabían que si alguien las veía se meterían en un lío, por la simple razón de que Shenzi venía de las lejanias. La rubia no se había molestado en volverle a preguntar a la de cabello oscuro qué quería, pues está a veces se aparecía sin avisar y sin motivo alguno. Tal vez solo quería conversar, o reírse de alguien; o simplemente se sentía sola, y necesitaba compañía.

Ambas estaban contemplando el techo, permaneciendo en silencio por unos minutos, algo que le desagrado a la de rizos; el silencio no era su fuerte.

Shenzi giró su cuerpo y miró a Nala, quien al parecer estaba pensando en algo.

Aunque no lo admitía, le tenía un mínimo aprecio a la ojiazul; no porque fuera la reina; no porque le diera alimento de vez en cuando; no porque sus hijos (Kion y Jasiri) tenían algo, no... La apreciaba porque Nala le recordaba a la vida que ella siempre quiso tener; sueños, ilusiones, finales felices... algo que ella no pudo vivir.

En cierta forma, Nala también la apreciaba; pues aunque no lo admitía, su compañía y comentarios graciosos y fuera de lugar le animaban el día o en la mayoría de las veces la noche. La reina giró su cuerpo un poco, y de inmediato su mirada se cruzó con la de la otra. Al notar esto, se incorporaron de inmediato, miraron hacia otro lado, permaneciendo en silencio de nuevo, hasta que Shenzi decidió romperlo:

—Si quieres besarme solo tienes que pedirlo, cachorra –bromeó, acercando su rostro al de la otra, solo para incomodarla aún más.

La de cabellos rubios apartó su rostro, no quería que Shenzi notara el rubor en sus mejillas.

—No hagas eso –le ordenó, aún sin mirarla.

—¿Por qué? ¿Esta platica te está... "mojando"? –bromeó de nuevo soltando una leve risa.

—¿Por qué las "hienas" se ríen de todo? –preguntó, está vez mirándola.

— Creo que la pregunta es ¿Por qué tu no? Aprende a reír, en la vida pasan tantas cosas malas que es mejor no pasar por alto la oportunidad de reirte –se limitó a explicar. La de tez clara suspiró y meneó la cabeza. Sin embargo, una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

Un sonido proveniente del estómago de la otra hizo que Nala la mirara detenidamente.

—¿Tienes hambre? –preguntó con preocupación en su voz la rubia.

—¿El cielo es azul? –inquirió con un tono sarcástico–. ¿Vamos a cazar esta noche? -preguntó algo emocionada.

Nala meneó la cabeza, el tiempo se había ido volando y parecía no tener intención de parar su marcha, ni siquiera por una reina y una matriarca.

—Simba volverá en cualquier momento –explicó–. Pero iré a buscar algo en la cocina.

Aunque su hijo Kion y la hija de Shenzi, Jasiri, iban a casarse pronto, aún la morena no era aceptada del todo en la familia... por obvias razones.

Después de unos minutos, la reina regresó de la cocina, trayendo consigo unas galletas y un vaso con zumo de frutas.

—Lo siento, es todo lo que pude conseguir... –murmuró Shenzi miró la comida, tomó una galleta y comenzó a examinarla.

—Mmm... Muy refinada para mi gusto, pero, peor es nada –se encogió de hombros, y se metió la galleta en la boca. Nala lo tomó como un "gracias" pues la de cabello rizado no era capaz de articular esa palabra, o eso creían ambas. La monarca le entregó el zumo de frutas y el resto de las galletas.

—¿Sabes? Con todo esto de que nuestros hijos son pareja, deberíamos hacer un esfuerzo por llevarnos bien –sugirió, mientras se sentaba junto a ella.

—¿Por qué? Es divertido pelear contigo –opinó la mayor mientras se mentía otra galleta a la boca.

—Shenzi, creo que Kion y Jasiri estarían felices de saber que ambas estamos haciendo un esfuerzo para entendernos. Son pareja, y en unos meses contraerán matrimonio; creo que no estaría de más hacer el esfuerzo para tolerarnos un poco más... Quiero decir... ¿Tregua? –sugirió la ojiazul con amabilidad.

La de cabello oscuro meditó por un momento que pareció ser eterno.

—Bien... tregua... –bufó. Al terminar sus galletas y el zumo, se puso de pié de un salto, dispuesta a retirarse.

—Bien, me agradó reírme de ti –soltó una carcajada, para luego acercarse al oído de Nala, y susurrarle–: Larga vida a la reina –rozó su nariz con la de ella, le guiñó un ojo y se fue por el balcón, saltando estratégicamente.

La rubia salió al balcón casi corriendo, y pudo ver con claridad como la morena se alejaba con rapidez y agilidad. Se encogió de hombros y se sonrojó de nuevo. Al recordar como sus rostros estaban tan cerca el uno del otro, sintió una sensación extraña.

¿Por que trataba tan bien a Shenzi?

¿Por qué lo hacía cuando todos en el reino la veían como una criminal?

Tal vez porque sabía que en el fondo no era tan mala.

Era madre igual que ella, ambas pasaron por malos momentos en sus vidas...

Sí... Tal vez si se parecían en algo, aunque ese algo era muy mínimo ¿O había algo más? La reina no pararía hasta averiguarlo y algo le decía que la matriarca tampoco.

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Nσtα dє lα Aυtσrα

Hola, sé que no suelo hacer esto, pero este One-Shot es muy emotivo para mí, porque no es solamente mi trabajo, de hecho una gran parte lo hizo una de mis mejores amigas aquí en la plataforma que desafortunadamente ya no sigue aquí desde hace ya un año.

Y claramente no iba a ser solamente una historia de un solo capítulo, sino que ya teníamos otros capítulos en específico creo que casi 3 más este "prólogo", iba a ser una historia corta, pero las cosas no sucedieron y mientras aquí sigo.

Si este One-Shot recibe el apoyo suficiente es probable que suba los capítulos que hicimos y ya estaban casi listos.

Si quieren pasar a su maravilloso perfil tiene historias bastante geniales, se las recomiendo mucho.

Honey-Chan_

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