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6.Jaehyun

No sabía si sentirme aterrorizado o eufórico en cuanto vi la llamada entrante de Taeyong.

Quizá a algunos les parecería exagerada mi reacción, pero a esas alturas sentía que todo dependía de un hilo, un hilo que no sabía bien qué era lo que sujetaba pero que estaba seguro que amenazaba con romperse. Corrí como nunca hasta llegar al apartamento de Taeyong y una vez en su puerta me obligué a mí mismo a respirar un poco y a calmarme. Ya cuando pude tranquilizarme fue cuando, con mano temblorosa por la incertidumbre, toqué el timbre.

Lo primero que capté fueron sus lágrimas de dolor y de tristeza, lo segundo fueron sus brazos envolviéndome y lo tercero fue su aroma a miel con limón brindándome paz. Él tenía un efecto sedante en mí, a pesar de la situación, a pesar de que sabía que algo pasaría esa noche que lo cambiaría todo, sonreí. Sonreí porque estaba con él, porque de alguna manera me hacía sentir querido cómo nadie lo había hecho, porque estábamos juntos y eso era todo lo que importaba.

Lo abracé y acaricié su espalda intentando reconfortarlo pero al ver que su llanto no cesaba decidí cogerlo aúpa. Levanté sus piernas con mis manos obligándolo a agarrarse a mí como un koala. Entré en su casa y cerré la puerta tras de mí para después dirigirme al salón y me senté en el sofá con él encima. La preocupación crecía por segundos dentro de mí, no sabía cómo consolarlo ni qué decirle para que dejara de llorar.

Quizá pasaron dos horas, quizá más cuando dejó de llorar, para ese entonces yo estaba medio adormilado pero en cuanto se movió me despabilé rápidamente.

—¿Estás bien, Taeyong?— Susurré sin dejar de acariciar su espalda.

Él se incorporó dejándome ver sus ojos rojos e irritados por las lágrimas, la sonrisa que se pintó en sus labios expresaba tristeza.

—¿Y me lo preguntas tú? No hago más que preocuparte y ni siquiera eres consciente de que tienes a la perdición entre tus brazos. La verdadera pregunta es ¿Cómo estás tú, Jaehyun?— Contestó él observando cada rasgo de mi piel como si fuera la última vez.

—No lo entiendes... Cada vez que me preguntes cómo estoy, como me siento, recuerda que mi respuesta eres tú, siempre serás tú, si tú estás bien yo lo estaré y si no, haré lo posible para hacerte sonreír. No me importaría perderme en tus sonrisas, Taeyong.

Me miró un largo rato en silencio, procesando en su mente mis palabras. Levanté mis manos y acaricié sus mejillas con mis pulgares para limpiarle el rastro de las lágrimas y después dejé un pequeño beso en cada una de estas con delicadeza.

—Jaehyun, yo... Tengo que decirte la verdad. No quiero hacerte daño, no quiero seguir viviendo en la mentira de que lo nuestro puede salir adelante, porque no es así. Te lo explicaré todo, así que te pido silencio y en cuanto haya acabado será tu turno. Tú deberás tomar la decisión de quedarte o irte y aceptaré ambas sin protestar.— Concluyó él mientras rehuía a mi mirada.

Simplemente asentí con un nudo en mi garganta, me sentía pequeño e indefenso en aquel momento, a punto de derramar lágrimas por el solo hecho de pensar en alejarme de él.

—A lo mejor lo que te voy a contar te puede sonar algo irreal pero es la pura verdad. No soy alguien simple, Jae... Yo... No tengo alma.— Murmuró con voz quebradiza.— Mis padres me lo dijeron hace dos años. Cuando alguien me ama, cuando me ama de verdad con todo su ser, su cuerpo y sobretodo, su alma, yo empiezo a enfermar. Nunca lo quise así, yo no pedí que me ocurriera esto, pero no hay forma de cambiarlo. Al principio me dan punzadas en el corazón, me siento débil, tengo un constante malestar, me faltan las fuerzas, no hay forma de que me cure a menos que...— Su voz se cortó en aquel momento haciéndome temblar, no estaba seguro de querer escuchar lo siguiente.— A menos que absorba el alma de aquel que me ama, con la consecuencia de que esa persona acabe muriendo. Ya ocurrió hace dos años, tenía una novia llamada Mia y yo... La maté, le arrebaté el alma y ni siquiera lo había hecho intencionadamente, se fue y me entregó su vida. Mi malestar se fue como si... Su alma ahora fuera mía y mi ser ya no agonizaba por la falta de esta. Pero ese efecto de bienestar solo dura hasta que otra persona empieza a amarme... Por eso no te he hablado de mis padres, me fui de su casa en cuanto aquello ocurrió, por eso no tengo amigos, por eso vivo solo, por eso no hablo con nadie más que lo justo y necesario, como en el trabajo; por eso me encontraste llorando aquel día en la calle. Porque tenía miedo del monstruo en el que me había convertido, porque tenía miedo del amor, tenía miedo de lastimar a alguien y ahora... Tengo pavor de hacerte daño a ti. Porque sé que me amas, mi corazón siendo apuñalado una y otra vez me grita que es así, pero yo también te amo, Jaehyun, por muy poco tiempo que hayamos pasado juntos, por muy poco que nos conozcamos, te amo y eso nada lo va a cambiar. Y es por ese motivo por el que te pedí tiempo, tenía que reunir valor para decirte la verdad y ahora que esta ya está dicha, eres tú quién debe escoger qué hacer.

Me quedé mudo, mi mente trabajaba a la velocidad de la luz procesando absolutamente todo, haciendo que varias piezas del puzzle que Taeyong era para mí encajaran.

—¿Y cómo lo hiciste? ¿Cómo le absorbiste el alma a Mia?— Pregunté dubitativo.

—Sabes que dicen que los ojos son el espejo del alma... Pues los labios son su vía de escape. Me besó y de esa manera me entregó su amor y su alma.

Tenía muchas más preguntas en mi cabeza, pero no quería agobiarlo así que simplemente asentí. Tragué saliva con dificultad y lo abracé, pegándolo más a mí. Si me quedaba él seguiría sufriendo hasta morir a menos de que lo besara, entregándole mi vida y mi alma pero si me iba también moriría, solo y con el corazón roto.

—De ninguna manera.— Pensé en voz alta.— No te voy a dejar solo, no me voy a ir, Taeyong.

Un sollozo escapó de sus labios y tuve que cerrar los ojos con fuerza para reprimir mis lágrimas, no quería derrumbarme, no quería darme por vencido aún, tenía que haber alguna solución a todo esto.

Dejé besos en su frente y en su pelo, pero con cada roce y cada caricia él parecía querer encogerse aún más en su sitio, como si le doliera todos mis actos de amor hacia él porque seguramente así era. Suspiré... Y silenciosamente fue derramada la gota de mi tristeza desde el espejo de mi alma, aquella que con todo su amor clamaba por entregarse a Taeyong para borrar su tristeza.

—Lo siento, lamento tanto haberte metido en todo esto. Perdóname, Jaehyun...

—Taeyong, mírame, por favor.— Susurré con una sonrisa sincera en mis labios.

No sé si fue todo lo que sus ojos expresaban, si fue el ambiente que nos rodeaba, si fue el deseo de mi alma de sanar la de Taeyong, pero en cuanto nuestros ojos conectaron me incliné lentamente hacia él hasta lograr besar esos labios rojos de tanto haber sido mordidos.

Lo besé con parsimonia, disfrutando de su delicadeza y suavidad, lo besé queriendo tatuar el tacto de sus labios en los míos, lo besé intentando demostrarle que todo lo que yo sentía por él era inexplicable e incomprensible, lo besé esperando que lo inevitable ocurriera, porque para mí, mi respuesta sería él, si uno de los dos tenía que vivir siempre lo escogería a él.

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*Huye*
Y sí, este capítulo es más corto que los otros.

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