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Capitulo 11


La luz solar se comenzó abrir paso por las ventanas, aunque algo obstruidas por las cortinas evidenciando la llegada de la mañana.

Agasha se giró cuando el brillo alcanzo su rostro, intentando ocultarse del nuevo día, se acurruco más contras aquel calor reconfortante, mientras sintió como alguien la abraza para refugiarla más en esa calidez. Ella sonrió inconscientemente al detectar un olor masculino muy embriagador con toque a rosas, frunciendo el ceño algo desconcertada, su mente comenzó a conectar lentamente lo que recordaba del día anterior y al conseguirlo, abrió los ojos de golpe; y cuando intento sentarse en la cama, una leve caricia en su cabello la detuvo.

—Buenos días —murmuro una voz calmada en su oído que después deposito un tibio beso en su frente.

Agasha se ruborizo al recordar donde y con quien estaba.

Miro hacia arriba con timidez y encontró unos hermosos ojos azul cobaltos observándola con tranquilidad y algo de curiosidad, al instante su sonrojo se extendió por todo su rostro hasta su cuello lo que le arranco una sincera risa al peliazul. La castaña está bien acurrucada en su fuerte pecho, mientras este la abraza firme, pero con delicadeza de la cintura, sin querer que se sintiera de alguna forma restringida contra su voluntad.

Ella abrió la boca para dar un triste intento de palabras, pero él solo negó con la cabeza y deposito un casto beso en su coronilla, dejándola con los ojos bien abiertos.

—No tienes que decir nada, agápi —dijo con una sonrisa que luego cambio a un gesto de seriedad y compresión que la desarmo por completo—Nos dejamos llevar un poco por la situación, pero no pienso menos de ti por eso.

—¿De verdad? —se aventuró a preguntar con mucha timidez y algo avergonzada. A pesar de sus palabras ella seguía preocupada, por lo que se atrevió a confesar en voz muy baja, casi inaudible—Es que... yo nunca había hecho algo como eso.

—Lo sé. Me di cuenta anoche y esa fue una de las muchas razones por la cual me detuve —él asintió observándola con dulzura, mientras distraídamente sus dedos acariciaban los largos mechones castaños. Sin embargo, una vez más rio por lo bajo al verla enterrar su rostro rojo como una manzana contra su pecho obviamente cohibida—No hicimos nada malo,agápi, fue algo muy natural que sucede cuando dos personas adultas se gustan mucho y quiere demostrarlo abiertamente —agrego en un tono algo bromista para hacer que ella se relajara, y cuando esta lo miro por debajo de sus largas pestañas con un puchero, supo que lo había conseguido.

Albafika había admirado en silencio su belleza al dormir tan tranquilamente, pero verla despertar y comprobar que las ojeras bajo sus magníficos ojos verde oliva habían desaparecido casi por completo y ella parecía haber renovado sus fuerzas, supo que había conseguido su cometido y no pudo evitar sonreírle con ternura, sin embargo, recordó la situación que la llevo allí y su rostro adquirió las cualidades del granito acrecentado por los moretones ahora visibles en el joven rostro de la chica.

—Agasha... —él titubeo, no sabiendo si abordar el tema, pero ella pareció notar su indecisión y se le adelanto.

—Mi papa se casó nuevamente cuando yo tenía doce años —comenzó a relatar ella en voz baja, recordando aquellos con dolor—Al principio todo pareció ir bien, ella era amable, aunque algo distante, yo estaba dispuesta a aceptarla en mi vida porque quería que fuéramos una familia, pero no importa lo que hiciera nunca parecía satisfecha con nada de lo que la rodeaba... unos años después papa enfermo súbitamente.

Aquí tuvo que hacer una pausar para pasar el nudo que se formó en su garganta al recordar esos días de angustia y desespero, pero se obligó a continuar de lo contrario no creía ser capaz de seguir si se dejaba arrastrar por los recuerdos.

—Era una enfermedad muy grave, pero no podíamos costear los medicamentos debido a que estábamos en bancarrota —ella elevo sus grandes ojos triste hacia el hombre joven que la escuchaba en silencio y con paciencia—Papa había vendido todo lo que tenía para pagar los gustos caros de su nueva esposa, incluso hipoteco la casa en la cual vivíamos y la pequeña floristería que había sido el trabajo de su vida por muchos años... no nos quedaba nada que pudiéramos vender para pagar sus medicinas, y por ende, luego de pasar muchos meses en el hospital agonizando de dolor, murió sin nada a su nombre que no fueran las ropas que había llevado cuando lo internaron.

Albafika la abrazo más fuerte, teniendo la sospecha de a donde se dirigía la historia pero no queriendo interrumpir su relato, pues presentía que ella necesitaba decirlo para sacar el dolor enterrado en su pecho que la lastimaba profundamente.

—Mi madrastra no se dignó ni a venir al funeral, muy ocupada arreglándose para ir de fiestas la noche siguiente al entierro —su voz se volvió amarga al recordar su shock e incredulidad de descubrir cuan desalmada era aquella mujer—Me di cuenta de que no solo no le importo papa nunca, sino que siempre estuvo engañándolo a sus espaldas con el mismo tipo que le proveía de drogas que usaba cuando iba a los clubes por la noche... Me quede devastada y furiosa, pero siendo una menor de edad no podía hacer nada y ahora ella tenía mi custodia porque no había familiares que pudieran acogerme, además de que si vivía conmigo podía echar mano del pequeño fideicomiso que había dejado estipulado mi padre para mí.

Él le limpio las lágrimas que bajaron silenciosas por sus mejillas, deseando protegerla de todo mal, pero lamentablemente ese dolor que ella llevaba por dentro no era algo de lo que él pudiera escudarla, solo podía esperar que su presencia mitigara en algo su acongojado corazón.

—¿Por qué hay personas tan malas en el mundo? —pregunto ella con suma tristeza, recostando su mejilla en el hombro de aquel poderoso hombre que siempre había sido bueno con ella.

—No lo sé, agápi. Algunas veces pasan cosas malas a personas buenas sin razón aparente —susurro contra sus cabellos castaños, dejando que el silencio se extendiera por unos minutos antes de continuar, necesitando saber cómo había terminado todo—¿Que sucedió después? ¿Cómo te trato luego de que tu padre muriera?

—No fue... agradable —Agasha titubeo un poco en su respuesta, sintiendo un nudo en el estómago al pensar en aquellos años bajo el yugo de su madrastra, e inconscientemente se acurruco aún más contra el cuerpo más grande del hombre de ojos azul cobalto—Luego de conocer a Shea cuando tenía quince años se hizo más llevadero, pero la situación con mi madrastra en casa era demasiado inestable por lo que conseguí un trabajo de medio tiempo sin que lo supiera y ahorré tanto como pude. Desafortunadamente tuve una... discusión muy fuerte con ella tiempo después, y fue cuando decidí independizarme junto con Shea —ella tuvo cuidado de no mencionar las veces en que la mujer mayor la golpeo o la dejaba sin comer por días, ni que tenía que encerrarse en su habitación cada vez que llevaba hombres desconocidos a la casa por temor a que estos la agredieran de peor manera.

Tampoco se atrevió a decirle del incidente que la había hecho huir de casa definitivamente, porque tenía miedo de la reacción que tuviera el peliazul, sabiendo ahora como lo hacía que él era algo protector con ella, si el asunto con aquel chico en la universidad era prueba de eso. Albafika sabía que le estaba contando la versión diluida de lo que había pasado, pero debido a miedo que vio en sus ojos verde oliva se abstuvo de comentar sobre esto y simplemente se resignó a averiguar la verdad completa de otra manera que no le causara estrés ni trajera recuerdos dolorosos.

Con un suspiro, él pincho el puente de su nariz, y decidió que por ahora dejaría estar el tema, especialmente porque tenía ganas de estampar su puño contra algo, o más bien alguien, y no deseaba asustar a la muchacha innecesariamente.

—Agasha, sea lo que sea que haya pasado quiero que sepas que nada fue tu culpa, eras una niña y ciertas situaciones escapan a nuestro control cuando somos pequeños —ella pareció insegura pero luego asintió sonriendo ligeramente al ver que él lo decía en serio—Ahora, será mejor que nos levantemos, hoy hay mucho por hacer y el desayuno no se preparará solo —murmuro por lo bajo con un suspiro teatral diseñado para hacerla sonreír, cosa que logro con plena satisfacción.

Sin darle muchas vueltas al asunto se levantó de la cama, y al instante extraño el calor de su pequeño cuerpo contra el suyo, pero lo ignoro olímpicamente no fuera a ser que cambiara de opinión y siguiera un impulso latente de volver a besarla, y que esta vez, temía que no pudiera detenerse. Agasha intentó en vano mirar hacia otro lado cuando él se alzó y esos magníficos músculos se estiraron en un ondear sensual junto con su larga cabellera azul celeste, que le regreso el sonrojo a sus mejillas.

El peliazul la miro y ella desvió el rostro apenada.

No pudo evitar sonreír de nuevo, percatándose de que los sentimientos en su pecho se hacían más fuertes a cada minuto que pasaba a su lado. Quería compartir su sufrimiento y darle a entender que estaba con ella para apoyarla, protegerla y... ¿Amarla? Aun no estaba seguro de cuáles eran sus sentimientos o quizás sencillamente no quería admitirlo; pero esa era otra pelea con su subconsciente que bien podía esperar.

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Shea se removió en la enorme cama, enterrando su rostro en algo tibio que despedía un aroma masculino vagamente familiar, pero que su aun dormido cerebro no podía computar. La muchacha parpadeo adormilada al sentir una ligera caricia en sus cabellos, luego en su mejilla, confundida ella abrió los ojos ambarinos y descubrió dos pozos de azul-lavanda, que la observaban fijamente.

—Es bueno saber que dormiste bien, pequeña kamal —dijo Asmita sonriendo ligeramente, un brillo ligeramente travieso que solo añadía un aire sexy a la imagen general con sus cabellos rubio pálido enmarcando su rostro y hombros, que noto sobresaltada estaban desnudos.

Las alarmas se dispararon en su cabeza haciéndola sentarse de golpe, alzando la sabana para chequear si ella, también estaba desnuda, y comprobó con alivio que no era así, pues ella tenía aun su pijama de la noche anterior y él portaba unos pantalones de franela, solo dejando su torso al descubierto. Escucho una risa queda a su lado y giro a observarlo con el rostro encendido, cuando comprendió que él se estaba riendo de ella por lo que acababa de hacer.

—No, no hicimos el amor anoche... aunque si estuvimos cerca de llegar a ese punto —comento Asmita con seriedad, aunque había una luz suave en su mirar que la hizo sentir tibia y querida en su interior.

—Yo... yo... ¡Agasha! —grito de repente, por fin recordando a su mejor amiga la cual debía estar muy preocupada por ella al desaparecer así del cuarto por la noche, y con lo pasado no había dedicado un solo pensamiento a ella, por lo que se sintió culpable.

—No tienes de que preocuparte yo fui a chequearla hace unos minutos, ella está bien, estoy seguro de que Albafika cuido muy bien de ella anoche —agrego deliberadamente, levantándose y estirándose con languidez mientras chequeaba su expresión por el rabillo del ojo.

Shea abrió los ojos desmesuradamente por dos razones, primero por el que su amiga aparentemente hubiera pasado la noche con el hombre del largo cabello azul celeste, y segundo por el espectáculo que el rubio le estaba dando, al darse cuenta que se había quedado mirando como idiota, giro el rostro colorado y también se levantó.

Asmita la llevo a su habitación nuevamente, informándole que en quince minutos estaría listo el desayuno, si conocía bien a su amigo peliazul pues este tendía a ir directamente a la cocina luego de levantarse; ella tenía hasta entonces para asearse y vestirse, pero antes de irse se inclinó y beso sus labios ligeramente, dejándola sin respiración y colorada antes de marcharse. Luego de pasar nuevamente por su recamara y con ropa más decente se encamino a la cocina donde encontró a Albafika haciendo el desayudo como sabía que haría, al entrar en la estancia el hombre rubio le informo de lo que planeaba hacer con respecto a los familiares de las muchachas a lo que el hombre de ojos azul cobalto asintió de acuerdo con ello, y el dueño de la casa se marchó para llamar a su antiguo amigo de la universidad.

Por otra parte, Agasha salió del cuarto de baño de la habitación cuando escucho voces afuera, y se encontró a su mejor amiga parada viendo la puerta con el rostro colorado. Supuso que ella por alguna razón también se había encontrado durmiendo con el rubio.

—Shea, te encuentras... bien... ¡Que es eso! —exclamo Agasha señalando espantada el cuello de su mejor amiga.

Alarmada y algo confundida, la pelirroja corrió al baño y se observó en el espejo perpleja y más sonrojada que antes.

—Oh, scheiße...

Ahí en el cuello, justo en el lugar en el que Asmita había puesto sus labios la noche anterior había una marca ligeramente morada, pero que no dolía para nada; y con la cara ardiendo le dijo a su mejor amiga lo que había pasado la noche anterior, y esta a su vez le comento de su tiempo en la cocina y a lo que había conllevado luego.

Ninguna sabía que hacer o decir, así que decidieron esperar a ver como se desarrollaba todo primero, así pues, tomada esa decisión, se refrescaron con rapidez, y se vistieron con ropa casual, Shea una camisa negra manga corta con la imagen de un lobo aullándole a la luna, y unos pantalones cortos rojos, y como la casa era alfombrada no usaba zapatos, así que se limitó a dejar su cabello como estaba, ya que con lo corto que era le costaba hacerse la mayoría de los peinados; Agasha se puso una sudadera morada con capucha, y unos short negros, recogiendo su larga cabellera en una coleta algo desordenada.

Tomaron una larga respiración antes tener el valor suficiente de salir de la habitación y dirigirse a la cocina.

Temían lo que el día traería consigo, sobre todo porque antes del mediodía debían ir a presentar cargos contra el tío de la pelirroja, ya podían imaginarse que Iba a ser una mañana inmemorable. Cuando llegaron a la cocina, tuvieron un desayuno tranquilo aun sin tocar el tema, no queriendo así arruinar sus apetitos; tras terminar una ligera comida, ellos se pusieron serios y las chicas bien derechas en sus sillas.

—¿Están listas? —el rubio inquirió el tomando las llaves del auto en su mano, mientras observaba a las chicas con amabilidad, sabiendo que la última cosa que querían era salir de la casa. Por suerte ya se había comunicado con Degel, y el ingenioso hombre se había puesto en marcha en un abrir y cerrar de ojos por lo que seguramente en poco tiempo podrían neutralizar el problema de las jóvenes, permanentemente.

El viaje a la terminal de policías se hizo en silencio total, debido a que todos estaban perdidos en sus propios pensamientos. El tramite presentado les llevo una hora y algunos minutos mientras hacían las pertinentes preguntas, y además lo archivaban, para luego iniciar el proceso de poner la multa y días de cárcel mientras esperaban a que les dieran un día para ir a la corte; entre eso tomaron fotos de las heridas de las dos jóvenes, documentándolo junto a la demás evidencia, y para el momento en que acabaron ellas estaban exhaustas.

El trayecto a la casa, los agarro igualmente en silencio, solo que Asmita estaba texteando constantemente con alguien por su telefono, totalmente concentrado en la pantalla. Para el momento en que llegaron, el rubio recibió una llamada y disculpándose con sus acompañantes, pero no antes de darle un beso en la coronilla a la pelirroja se marchó a contestar en privado, dejando a la joven algo colorada.

Ellas decidieron ir a echarse un rato en la cama y descansar, mientras Albafika fue a ver que se iba a preparar para el almuerzo. Unos veinte minutos después, el rubio ingreso por la puerta lateral de la cocina, y observo la habitación en busca de las jóvenes, al no encontrarlas se giró a ver a su mejor amigo, alzando la ceja en forma de pregunta.

—Fueron a recostarse un rato —respondió el peliazul, girando para seguir con el hacer de la comida—¿Que dijo Degel? —interrogo curioso, todo el camino había sabido quien era con el que este conversaba.

—Degel tiene algo de información reunida y no parece prometedor para ellos —comento Asmita, una expresión pensativa en su rostro, antes de comentar lo poco que le había dicho su amigo por teléfono con el peliazul—Vendrá a cenar hoy a la noche con su mujer, por dos razones —agrego tomando unos tomates para empezar con la ensalada.

—¿Oh? —fue todo lo que dijo el de ojos azul cobalto, alzando una ceja curioso.

—La primera es que tendrá un archivo listo sobre las personas que mandamos a investigar para esta noche, y la segunda es que aprovechara para presentarnos a su esposa. Aun no la conocemos si no me equivoco —dijo el rubio revisando la despensa de comida para decidir que iba a hacer para la cena.

—Sí, nosotros no pudimos asistir a la boda porque fue hecha en Francia, y para aquella época estábamos en finales... y solo hemos hablado con ella contadas veces por teléfono —asintió Albafika, removiendo el estofado de carne y papas que estaba haciendo para el almuerzo.

—Sera bueno también para ellas, estoy seguro que congeniaran con la esposa de Degel —agrego el hombre de ojos azul-lavanda saliendo del almacén y ayudando a preparar el resto del almuerzo.

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Shea y Agasha se quedaron viendo las pocas pertenencias que habían traído consigo a la casa del rubio.

No tenían nada muy elegante, como para una cena de ese tipo que ellos habían mencionado hacía unos minutos luego del almuerzo, y eso las dejaba a ellas con nervios y sin saber que ponerse para parecer mediamente decentes. Cuando les habían dicho que un amigo y su esposa iría a cenar ese día a la casa, ambas se les había colocado un nudo en el estómago en especial cuando ellos les dijeron que hacia él para vivir, y el favor que ellos le habían encomendado.

Ahora estaban revisando para ver que se pondrían, no queriendo dejar en vergüenza a ambos hombres, pero a la final se decidieron por algo sencillo que no parecía ropa de casa. Shea por una falda de volados negra, una camisa blanca de manga tres-cuartos y cuello en V, y el cabello suelto en hondas naturales; Agasha por un vestido pocos centímetros arriba de la rodilla, de mangas tres-cuarto y cuello en V, ajustado bajo el busto, era azul oscuro y tenía unas pequeñas florecitas estampadas, en el cabello solo se lo dejo amarrado de medio lado con una cinta azul y con ligeros bucles al final en las puntas.

Estuvieron toda la tarde preocupadas y nerviosas, sin importar cuantas veces ellos les dijeron que no se preocuparan por ello, fue inútil. Al llegar la hora de la cena, la pelirroja y la castaña estaban tan preparadas como era enteramente posible, y no paraban de jugar con sus manos o alguna parte de sus ropas, mordiendo sus labios nerviosamente.

Y cuando los invitados por fin llegaron, ellas estaban sorprendidas y a la vez no con lo que encontraron.

Degel Béringer era un hombre casi igual de alto que Albafika y Asmita, de largos cabellos verdes, piel pálida y ojos azules, su expresión era de seriedad y amabilidad, aunque el portaba un aura de tranquilidad letal que era menos frecuente ver en ambos profesores pero que los dos poseían, fue algo que las dejo curiosas. Su esposa, Fluorite Sauniere de Béringer, por el otro lado era solo un poco más alta que ellas, de ojos gris perla con un lacio cabello rubio como oro pálido, de piel blanca y abundantes pecas en el puente de la nariz, tenía una mirada tan dulce, que las hizo relajarse en su presencia.

La cena transcurrió con calma, aunque ellas seguían aun algo nerviosas.

La comida estuvo deliciosa por supuesto, el menú ofrecía de chuleta ahumada, arroz blanco, una fresca ensalada, y de bebida jugo, y agua; en general fue bastante informal para lo que ellas esperaban, y durante la cena, hablaron más que todo con Fluorite, quien resultó ser una persona muy agradable y divertida que compartía muchos de sus gustos.

En la llegada del postre que habían preparado Agasha y Shea, más la última que la primera, quien solo ayudo en la cocina, la charla fue amena y ambas se dieron cuenta de que Degel era un hombre sumamente inteligente. No se explicaban porque había elegido la carrera de detective si muy bien podía haber sido un ingeniero o medico investigador fácilmente.

Después los hombres se retiraron al despacho de Asmita para discutir unos asuntos, y las tres jóvenes se quedaron en la sala tomando té.

—¿Es realmente sorprendente, no es así? —comento Fluorite llamando la atención de ambas chicas.

Ambas muchachas se miraron la una a la otra desconcertada, antes de girar a ver a la otra chica.

—Degel es alguien sumamente inteligente y atractivo, de mucho éxito en lo que ponga su mente a trabajar. Y, sin embargo, eligió como esposa y compañera a alguien tan simple y torpe como yo— sonrió Fluorite con infinito cariño al pensar en su marido de ojos azul claro—Puede que no conozca a Albafika y Asmita tanto como ustedes o mi esposo, pero por lo que este me ha dicho y lo que he visto en esta reunión, me parece que ellos las miran de una forma especial —fue lo que ella comento, sonriendo misteriosamente antes de agregar tímidamente—No dejen que los problemas del ahora arruinen un posible futuro, después de todo... la felicidad está en manos de aquellos lo suficientemente valientes para tomarla en sus propias manos.

Y eso realmente dejo a las chicas pensativas.

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En el despacho, Degel no fue con rodeos, depositando en el escritorio donde Asmita permanecía de pie, el documento con la jugosa información.

—Les puedo decir con total seguridad que ambos familiares son peligrosos. Investigue a muchas personas cercanas a ellos, desde sus doctores a los lugares en donde sabia habían trabajado hasta donde nacieron —comento mirando sus viejos amigos con total confianza. Aunque ciertamente no les revelaría su método para conseguir esa valiosa y muy difícil información—Sus facultades mentales dejan mucho que desear, incluso hice que un psicólogo colega mío evaluara su patrón de comportamiento y determino un grado de narcisismo, además de comportamiento irracional y pronto a violencia no provocada —solo sentía compasión por aquellas jóvenes chicas que soportaron vivir demasiado tiempo con esa gente cruel.

—¿Codiciosos? —pregunto Albafika situado cerca de la ventana, con los brazos cruzados a la altura de su pecho.

—Hasta los huesos —respondió el hombre de cabellos verde. Medito bien las palabras que diría a continuación—Saque el historial médico de las señoritas Gakis y Metzger cuando pasaron por la clínica cerca de sus viviendas la noche en que emprendieron la huida y debido a que no era un lugar particularmente bueno, no tuvieron problemas en partir con los documentos luego de que les mostré mi placa y documentación —él rodó sus ojos azul claro algo exasperado con la poca seguridad que había tenido el lugar, aunque eso lo hubiera beneficiado al final.

Observo con detenimiento como ambos hombres le prestaban mucha atención a cada palabra con sus cuerpos tensos, y sonrió para sí mismo al ver la preocupación y el afecto notorio que tenía por esas muchachas tan singulares. Hasta el mismo les había cogido rápido cariño, al recordarle a su propia esposa, miro de reojo al peliazul, sabía que no le iba a gustar lo que iba a decir a continuación, pero ellos habían pedido un informe completo de la situación de ellas antes de escapar de sus casas.

—Agasha Gakis tenía múltiples hematomas por todo el cuerpo, una contusión en la cabeza y laceraciones cuando llego a urgencias del hospital más cercano a su casa. Según fuentes que vivieron cerca de la joven, su madrastra siempre pagaba su ataque de ira contra ella cuando estaba completamente drogada, sin embargo, la última noche que paso allí al parecer la mujer y su novio del momento le pegaron semejante paliza a la muchacha que imagino fue la gota que derramo él vaso —él suspiro pinchando el puente de su nariz, no era fácil informar sobre la vida de alguien más pero ese era su trabajo, aunque este se hacía algo más difícil cuando sus amigos estaban involucrados—La chica estaba muy alterada cuando algún enfermero o alguien se le acercaban demasiado, así que tuvieron que administrarles calmantes para atenderla —Degel utilizaba su voz de negocios, porque había aprendido hacía mucho tiempo a mantenerse a raya de las emociones cuando trabaja o arriesgarse a cometer un error. Aunque eso no significaba que no le afectaran las cosas que veía, simplemente lo relegaba a un segundo plano hasta que había terminado con el caso, y en ese momento, aunque no fue diferente si se sintió molesto

Albafika se dio la vuelta a la ventana apretando los puños hasta que sus nudillos quedaron blancos, pensó en la joven castaña al otro lado de la casa, y las ganas de abrazarla y decirle que todo estaría bien pronto lo inundaron, pero no podía ir a ella aun, pues estaba seguro que faltaba información y detalles.

—¿No los denuncio? —esta vez Asmita hizo la pregunta, ya que se dio cuenta de que su amigo estaba muy cabreado y con un humor de perros.

Degel negó suavemente apoyándose en el respaldo de uno de los sillones del cuarto.

—A mi parecer tenía miedo de las repercusiones si su madrastra salía libre bajo fianza —su atención se concentró en el rubio, ponderando como proseguir, pero a la final solo hablo con franqueza—Shea Metzger, esta vez había un vecino que escuchaba las palizas que el tío de la chica le dala, pero no se atrevió a llamar a la policía por la corpulencia de este y porque lo intimidaba —el hombre de cabellos verdes presiono sus labios en una fina línea, enfadado con el familiar de la pelirroja. No quería saber cómo se tomaría la noticia su amigo rubio, pero el mismo le había pedido que investigara—Cuando llegaron al hospital se le vio muy afectada, ropas rasgadas con múltiples hematomas y uno o dos costillas fisuradas, el médico de urgencias le hizo un examen especial para descubrir si el hombre había abusado de ella, pero afortunadamente dio negativo.

La mirada azul-lavanda se volvió fuego liquido ante sus ojos, aunque su rostro no expresaba emoción alguna era su quietud lo que realmente hablaba de lo furioso que estaba, porque había adoptado una calma letal que presagiaba problemas para el agresor de la pelirroja. Asmita se pasó una mano temblorosa por su tenso rostro, la rabia que bullía en su interior apenas lograba controlarla.

—Los familiares se quedaron con casi todo lo que sus padres les dejaron a ambas, y lo gastaron en sus propios vicios y beneficios según el registro de las cuentas bancarias —Continúo explicando el contenido del sobre, y sacando algunas páginas las dejo sobre el escritorio—Me atrevo a decir que ahora quiere más dinero porque el que ya tenían se les acabo —abrió el documento y aparto otro par de hojas—Aquí está el informe médico detallando donde fueron golpeadas y con que, por las características de los hematomas. También tengo un informe de muchas páginas de largo señalado los múltiples engaños y estafas que han hechos a personas en innumerables ocasiones —suspiro suavemente antes de agregar—Son astutos en ese arte, pero más de una ocasión dejaron rastros de su estupidez inicial —murmuro sonriendo ligeramente al recordar las pistas claras que dejaron a su paso.

Albafika carraspeo suavemente tratando de mantener la compostura, y centrarse en lo que se haría a continuación.

—Degel, no sabemos cómo agradecértelo —dijo con voz ligeramente roca.

Él peliverde sonrió ligeramente con su aire calmado, regresando los papeles al sobre de manila amarillo antes de enderezarse y encogerse de hombros.

—Agradézcanmelo con una buena botella de vino, básicamente batí un récord reuniendo información en menos de veinticuatro horas —ciertamente desde que recibiera la llamada temprano en la mañana había utilizado cada influencia y contacto que tenia para tener listo un informe completo para los dos hombres frente a él.

Y con esa oración que dejo a ambos hombres sonriendo ligeramente y prosiguieron con una conversación más a mena, ya que tenían mucho tiempo sin a verse cara a cara, aunque siempre hablaban por teléfono. Claro que el peliverde aprovecho para comentar lo especial que era su esposa, lo orgullo que estaba de haber ganado su corazón y haberse casado con ella, la felicidad se notaba claramente en sus ojos azules, alegrando a los otros dos hombres.

Finalmente, ya tardé por la noche se retiró con la simpática chica de cabellos rubios, dejando así a las amigas con una muy buena impresión y afecto especial.

Ellas se retiraron sigilosamente a la habitación, no queriendo enterarse de la conversación que tuvieron en el despacho, temerosas de que supieran más de lo que ellas le habían contado; y ciertamente ellos estaban sumamente inquietos, y pensando en lo que iban a hacer para ayudarlas, sin contar con que dormir esa noche les resulto a los cuatro difícil por distintas razones.

En los siguientes días ellos se mostraron igual de atentos con ellas, pero también notaron que se iban cierto tiempo al estudio del rubio luego de llegar de la universidad, ya que habían decidido pasar un tiempo más indefinido con ellos, mientras veían como resolver el problema con sus familiares, y dicho aquello, habían vuelto un día al departamento con ellos de guardaespaldas y recogido sus libros y cosas importantes, junto con el resto de su poca ropa, ya que realmente no tenía mucho, la mayoría de las cosas en el lugar venían con el apartamento alquilado.

Les daba algo de tristeza dejar el apartamento, porque ya les quedaba claro que debían mudarse y pronto, pero ese era el lugar en el que habían pasado más tiempo, y compartido mucho.

Ellos estaban más que feliz de tenerlas con ellos, principalmente porque sabían que estaban a salvo en su hogar, y por cada día que convivían con las jóvenes se daban cuenta de lo preciosas que eran, lo que les gustaba y disgusta, sus pequeñas manías e inevitablemente se dieron cuenta de lo mucho que sus sentimientos estaban conectados con ellas. Y secretamente con ayuda del hombre de cabellos verde y otros de la oficina de policía junto con un grupo de jurados y abogados, estaban formando un caso, para llevar a cada uno de los familiares tras las rejas.

Y como las cosas siguieran así de prometedoras, pronto esos desgraciados estarían en el lugar en el que merecían, tras las rejas. Y ellas estarían a salvo.

Una tarde de viernes, ellos parecían algo tensos por una razón que no quisieron comentar, pero estuvieron más afectuosos con ellas de lo normal, ya que había ido lentamente construyendo una relación con las dos jóvenes mediante la convivencia, luego de la pérdida de control del primer día que ellas pasaron en la casa del rubio ellos cuidaron de no abrumarlas limitando la conexión física a lo adecuado.

Al día siguiente, Agasha y Shea se levantaron para encontrar la casa vacía, algo poco común por no decir que nunca, desde que ellas habían llegado esto había pasado. Confundidas, bajaron y vieron el desayuno listo, con una nota que decía que habían salido a hacer unas diligencias y que volverían pronto, pero sin decir hora.

Aún más perdidas, pero aceptando lo dicho, comieron charlando amenamente entre ellas y pasaron el resto de la mañana estudiando, haciendo sus deberes, y luego viendo algo de anime y manga, pero no siempre prestando atención debido a que estaban preocupadas por la ausencia de ellos. Estaban en la sala privada del rubio, viendo una película cuando la puerta se abrió súbitamente asustándolas hasta la medula, ahí en el marco sonriendo misteriosamente estaban ambos.

—Les tenemos una noticia que probablemente les resulte excelente —comento Asmita, sonriendo a la alemana sentándose a su lado.

Albafika hizo lo mismo con la castaña, tomando sus manos y sonriendo cálidamente al ver su confundida cara y a continuación les informaron de que sus familiares habían sido capturados y apresados por estafa, además de otros cargos, entre esos asalto y agresión, y que había suficientes pruebas como para que un juez los mandara a la prisión federal sin necesidad de un juicio, donde ellas tuvieran que presentarse de testigos.

Shea y Agasha solo los miraron sorprendías y sin poder creer la buena noticia.

Ya no tendría que mirar constantemente por encima de sus hombros a cada minuto por temor de verlos tras ellas, a cuidar y revisar cada sitio a donde fuera por si estaban escondidos en las sombras esperando a saltar sobre ellas. No pudieron evitar abrasarse aun incrédulas de que aquello fuera verdad, mientras ellos solo las observaban sintiéndose satisfechos de haber podido contribuir en hacer que las muchachas se sintieran más seguras; después de todo el sufrimiento e incertidumbre, veían el final de túnel y era brillante.

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Unos días habían pasado desde la maravillosa noticia y las chicas decidieron volver al apartamento que tanto significaban para ellas.

Aunque ambos hombres estaban aún algo reacios de dejarlas marchar, no podían retenerlas si de verdad querían irse, por lo que las llevaron de regreso, pero no sin antes asegurarse de que tenían todo lo que necesitaban y estaban cómodas en el edificio. Los días fueron retomando su tranquilidad habitual, con las clases y el trabajo en la universidad apenas tuvieron tiempo de pensar en nada, hasta que se llegaban a su casa y se daban cuenta de que no habría una charla interesante con ellos, como había pasado cuando aún vivían con ellos.

Los extrañaban, de eso no había duda, pero seguían indecisas si darle alas y tomar la oportunidad que se les presentaba para crear una relación con ellos, especialmente porque eso podría causarles problemas a ellos en sus trabajos al involucrarse con dos estudiantes.

Pero tanto Asmita como Albafika tomaron ese tiempo separados luego de convivir con ellas para aclarar de una vez por todas cuáles eran sus sentimientos y que querían del futuro, sin embargo, no les tomo mucho tiempo saberlo por lo que una tarde planearon minuciosamente hablarles en privado. Y lo pusieron en marcha cuando al finalizar la tarde, la pelirroja se 'atraso' ligeramente con su clase.

Agasha estaba esperando a su mejor amiga muy tranquilamente en un banco cerca de la salida del edificio, cuando escucho pasos acercándose y por un segundo se alegró de que su amiga por fin saliera de clases, estaba ansiosa por irse a casa y descansar. Pero cuando giro el rostro hacia la dirección donde provenían las pisadas, se le detuvo el corazón por un momento antes de empezar a latir desenfrenadamente cuando se dio cuenta de que era Albafika, dirigiéndose hacia su persona.

—Buenas tardes, Agasha —murmuro con una sonrisa, detallando que, aunque parecía algo cansada en general lucía con buena salud.

—Buenos tardes, Alba... profesor Kafieri —corrigió rápidamente la castaña haciendo una mueca, pues en las semanas que pasaron viviendo con ellos, se había acostumbrado a llamarlo por su nombre de pila, pero eso no estaba bien visto en la universidad.

Albafika suspiro al escucharla decir su apellido, pero entendía sus razones, mas no había ido hasta allí para lamentarse por la situación sino a arreglarla, por lo que sin miramientos le ofreció la mano para ayudarla a que se levantara de su asiento.

—¿Agasha, por favor podrías acompañarme un momento? —dijo esperando con paciencia a que ella tomara su mano.

Ella lo miro sorprendida, y miro ambos lados asegurándose que no había ningún alumno o profesor cerca, y luego de considerar si sería prudente o no, ella lentamente la acepto sintiendo inmediatamente su calidez y fuerza con la cual se había familiarizado durante semanas. Se dijo que solo sería un momento, aunque interiormente no quería separarse de él peli azul, y al instante este le volvió a sonreír con dulzura para luego comenzar a guiar a fuera de la universidad hacia el estacionamiento a por el auto de él.

—Pero, ¿Qué hay de Shea? No puedo dejar que se vaya sola a casa —dijo mirando hacia atrás indecisa.

La suave risa de él produjo escalofrió a la sensible muchacha.

—No te preocupes, Asmita la estará esperando —respondió apretando ligeramente su mano de cálida piel. En ese momento le importaba un bledo si alguien los miraba o no.

Agasha parpadeo confundida ¿Qué estaba pasando? Y ¿A dónde irían después? Pero aun así se dejó guiar, confiando en el ciegamente pues sabía que el alto hombre solo tenía en mente su seguridad y bienestar.

Ya estando en el lujoso auto, Albafika silenciosamente lo puso en marcha tratando de ocultar la sonrisa que se empeñaba en permanecer en los labios, pero no podía evitarlo, estaba muy curioso por saber la reacción de la joven. Y la castaña de vez en cuando lo miraba confusa, ya que no reconocía el camino que tomaron, hasta que con el corazón en la garganta se dio cuenta que se dirigían nada más y nada menos que a la casa del peliazul; ella se mordisqueo el labio, muy confusa sobre la situación, pensando en preguntarle, pero sinceramente no se sabía si realmente quería averiguar que se traía entre manos.

Cuidadosamente aparco en la entrada de su casa, apagando el motor para después bajarse y rodearlo para abrirle la puerta a la chica como los buenos modales indicaban, y colocando una mano en su cintura la guio hacia la casa. Agasha hubiera esperado entrar, pero él la condujo directamente hacia el jardín trasero, rodeando la propiedad, perpetuando su confusión aún más, pues ya no sabía que pensar, seguramente él quería mostrarle algo, pero ¿Qué sería tan urgente y que la necesitara justo en ese momento? Sus pensamientos se detuvieron cuando su vista capto el hermoso jardín.

Él se detuvo y dejo que ella contemplara lo que tenía adelante.

No era un simple jardín de rosas, eran tres de diferente color entremezcladas entre sí en algunas secciones, blancas, negras y rojas. En un mar de pétalos que se extendía por todo el lugar, ella quedo sin habla, porque sabía lo difícil que era cultivar la especie oscura a fuera de su país natal, pero la belleza de ese lugar era mágica, por un momento deseo pasar entre esas flores sin importarle las peligrosas espinas.

Giro a mirar al hombre de que había capturado su corazón sin proponérselo y su respiración se detuvo.

Esos ojos cobalto la miraban de una forma especial, un cariño y amor brillaba en esas profundidades azules. Él le sonrió tiernamente y con una mano acaricio su mejilla ligeramente sonrojada, Albafika estaba maravillado por la forma en que ella se encontraba ahora. Con su cabello castaño danzando con la suave briza y sus labios ligeramente separados por la sorpresa.

No pudo resistirse al impulso de cubrir sus dulces labios con los suyos en un beso suave pero lleno de sentimientos. Albafika la acerco hacia así en un abrazo tomando su rostro en sus manos, acariciando sus mejillas con los pulgares disfrutando de su cercanía y de poder tocarla de esa forma, cosa que se había prohibido hacer cuando la chica había vivido bajo su techo aquellas semanas; ella simplemente se dejó besar correspondiéndole con la poca experiencia que tenía.

Pero él se apartó antes de que las cosas se salieran de control nuevamente, descansando su frente contra la de ella mientras sus respiraciones agitadas volvían a la normalidad, y solo entonces pudo sonreírle con delicadeza.

—Creo que es hora de enseñarte algo —comento depositando un pequeño beso en su frente, tomando una gran bocanada de aire, preparándose para lo que vendría y la posible reacción de la muchacha—Agasha, si te fijas bien en la primera fila hay una rosa roja que aún no ha abierto sus pétalos —dijo señalándole un hermoso capullo casi idéntico al que le había dado hace algún tiempo. Ella miro la flor señalada con desconcierto y luego volvió su mirada a él algo confundida—Míralo de cerca, hay algo en el que podría resultar interesante.

La castaña asintió suavemente antes de hacer lo pedido.

Se arrodillo en el pasto y se inclinó para ver de cerca ese pequeño milagro de la vida, mirando maravillada con el pequeño capullo, como la luminosidad de la mañana hacia brillar las pequeñas gotas de roció en esta, pero frunció el ceño cuando los rayos del sol hicieron destellar algo dentro de los pétalos de la flor. Se acerco aún más curiosa hasta que desde otro ángulo pudo ver dentro de los pétalos y al instante su corazón se saltó un latido.

Allí en medio de los aterciopelados pétalos, estaba un hermoso anillo de plata.

Albafika se acercó a ella y la ayudo a levantarse con un suave apretón en su brazo, cuando la muchacha estuvo de pie aun muda y con las piernas temblorosas, él se agacho para agarrar el objeto con su gracia usual y luego la tomo a ella de la mano, determinado a que el futuro que quería no se le escapara.

—Me tomo algo de tiempo, pero al fin luego de tanto pensar y considerar cuidadosamente lo que sentía cada vez que estaba a tu lado me di cuenta de que mis sentimientos van más allá de una simple atracción —sus ojos azul cobalto permanecieron fijos en la expresión de asombro de la joven, él le dedico una suave sonrisa antes de continuar—Quiero que permanezcas a mi lado por tanto tiempo como sea posible, pero porque aun eres una muchacha joven con todo un brillante futuro por delante, creo que no sería apresurarnos a nada —la castaña frunció el ceño confundida por sus palabras, y cuando él la vio mirando el objeto en su mano, le aclaro—Por lo que quiero que este anillo simbolice una promesa para el futuro, una donde si soy afortunado te conviertas en mi esposa... aunque mis planes no significan nada si tú no estás de acuerdo —finalizo con convicción.

Agasha sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas y todo su ser temblaba con emoción, sin pensarlo dos veces abrazo al peliazul, sintiendo su calidez rodearla haciéndola sentir abrigada y a salvo, pero, aunque estuviera algo abrumada sabia cual quería que fuera su respuesta.

—Albafika, nada me haría más feliz que compartir una vida contigo —dijo con voz temblorosa, sintiendo como él besaba el tope de su coronilla con cariño, pero aun así esperaba pacientemente a que la joven terminara de hablar, pues sabía que ella no había terminado de expresarse—Sé que no soy perfecta, y espero que no te aburras de mí, pero nada me gustaría más que aceptar este símbolo de el futuro—murmuro sonriendo entre lágrimas.

Albafika dejo escapar el aire que había estado conteniendo y la estrecho fuertemente contra su cuerpo. Sintiendo el mismo temblar de anhelo por ese amor que lo estaba ahogando desde hace días.

Ambos creían que podrían despertar de ese sueño en cualquier momento, la felicidad era demasiado buena para ser verdad, pero el peliazul se encargaría de que ambos nunca despertaran de esa fantástica realidad. Así que, tomando su delicada mano en la suya, deposito el anillo de oro blanco con zafiro engarzado en esta en el dedo anular de la muchacha, luego volvió a besar a la chica con una pasión y una necesidad que la dejo temblando con un deseo que desconocía.

Ah... pero Albafika le enseñaría como amar de todas las maneras posibles.

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Asmita estaba recostado contra la pared, sus brazos cruzados frente a su pecho esperando pacientemente al sonido de la campana, que indicaría el comienzo de su plan, y tal vez el inicio de su propia felicidad, si los dioses lo permitían.

Shea observo desganadamente el pizarrón, suspiro pues ella extrañaba la dinámica y reto que le daba las clases con el rubio, pero más que todo extrañaba a Asmita con todo su ser. Finalmente, la campana sonó dando pase libre a los alumnos de marcharse del aula, por lo que la pelirroja recogió todas sus cosas, y espero que salieran la trulla de estudiantes, antes de levantarse y salir lentamente algo rezagada del salón, pero solo dos pasos fuera, se detuvo estática y congelada en el sitio.

Con su corazón latiendo tan fuerte y rápido que creyó estar teniendo un ataque cardiaco, pues ahí, recostado contra la pared, estaba el hombre de sus sueños, observándola con una expresión singular que ella no supo descifrar.

—Shea —incluso su voz era un bálsamo para ella—Por favor acompáñame —susurro extendiendo su mano hacia ella, esperando que la tomara o la rechazara.

Y por un loco momento él y ella pensaron que esta no lo haría, sin embargo, su amor por el rubio era más fuerte que la conciencia que en ese momento le gritaba que no era correcto y que las cosas podían ir mal para él, pero aun así, la añoranza de sus sentimientos ganaron la batalla. Y ella sin quitar mirada de sus ojos azul-lavanda tomo su calidad y fuerte mano y se dejó guiar entre el laberinto de pasillos que era la universidad hasta que su cerebro registro que se dirigían hacia el estacionamiento.

—¿Asmita...? —susurro insegura, recordando tardíamente en su estado temporal de demencia que su amiga la estaba esperando—Agasha...

—Agasha estará bien, lo sé por seguro —comento el divertido secretamente, pero giro y le dio una sonrisa tranquilizadora—Confía en mí, mi pequeña kamal —y con eso ella cerro la boca y asintió, un pequeño sonroja en sus mejillas.

Ella amaba ese apodo que el rubio le había dado no hace mucho que significaba flor de loto eh idioma Hindi, la hacía sentir especial y querida.

En poco tiempo ambos estaban tomando la autopista y rápidamente se dio cuenta de a donde se dirigían y eso la dejo confusa y algo curiosa, pero se abstuvo de preguntar nada, confiando ciegamente en él, aunque nunca en su vida había confiado en alguien de esa manera que no fuera en su mejor amiga; sabía instintivamente que él nunca le haría daño.

Hasta que se estacionaron en el porche de la gran casa, los nervios no la atacaron, él le había dedicado unas pocas palabras desde su partida de la universidad, pero, aun así, ella lo siguió fuera del auto, aunque sus piernas temblaban como gelatina. El abrió la puerta estando todo a oscuras, pero de alguna forma él sabía por dónde ir ya que, sin encender ninguna luz, la guio por unos pasillos, hasta una puerta, dando a otro cuarto oscuro más, pero unos segundos después de cerrar esa puerta, millones de estrellas se reflejaron en todas las paredes de la gran habitación.

Justo como aquella vez en su cuarto, la galaxia fue reflejada, dejándola una vez más sin aliento y maravillada, porque el escenario de estrellas había cambiado de la última vez, este era más sofisticado y mucho más impresionante. Cuando sintió sus musculosos y cálidos brazos rodearla desde atrás y acercarla a su fornido pecho, su respiración flaqueo por unos segundos y su corazón latió aún más rápido, pero por razones completamente diferentes.

—Eres como ellas, Shea... una estrella brillante que observa a todos desde lejos, brillando y guiando a las almas perdidas por el camino correcto... tú me trajiste algo nunca antes visto a mi vida —susurro en su oído, con voz suave en aquella quietud—No me observabas como un objeto al cual poseer por mi apariencia y dinero, tu viste más allá de mi físico y llegaste a ver mi interior, todo lo que soy, y aun así me quisiste, con todos mis defectos...

—Para mi... Asmita, para mi tu eres la perfección, no importa como luzcas, podrías no tener piernas o brazos o ser calvo, y completamente ciego... pero para mí seguirás siendo el hombre más perfecto... y del que estoy enamorada —dijo ella sinceramente, cerrando sus ojos por un momento, antes de observar las estrellas nuevamente—Tú para mi brillas más que las estrellas mismas.

—Cásate conmigo —dijo el de pronto, girándola para poder ver sus ojos agrandados por la sorpresa, y no pudo evitar sonreír de medio lado—Jamás dejaría escapar a una persona tan maravillosa como tú, mi mente y mi corazón por fin alcanzaron sincronía y quieren lo mismo... te amo, Shea, tú le das luz a mi vida, y yo por ti daría todo, inclusive mi vida si fuera necesario para mantener una sonrisa siempre en tu rostro... Y por eso y mucho más, por favor dame el honor de llamarte mi esposa —concluyo, sacando una banda de oro blanca de su bolsillo, era sencilla pero hermosa.

Shea casi se desmayó, pues ese era uno de sus sueños más secretos hecho realidad. Sus ojos se llenaron de lágrimas contenidas, mientras su corazón estallaba de felicidad, miro de la sortija a su rostro, en shock, pero con manos temblorosas tomo su rostro y sonrió débilmente.

—Yo sería la mujer más honrada si pudiera llamarme tu esposa, Asmita —lo beso en los labios ligeramente, aun en sorprendida por todo, pero feliz hasta más no poder—Sí, mil veces si —susurro con emoción en su voz y su rostro.

Asmita sintió su corazón en paz, y alegre, y con rapidez, puso el anillo en su pequeña mano, en el dedo anular, y la tomo nuevamente entre sus brazos, besándola con todas las emociones que no era capaz de expresar con palabras.

Serian felices, de eso estaba seguro el rubio.

Muy felices.

¿Fin?

*Suelta un suspiro enamorado* Ay, necesitamos un Asmita y un Albafika en nuestras vidas QwQ

Y como notaran, cambiamos un poco la historia de Agasha, para que quedara un poco mas acorde con su personaje jeje

Señores y señoras, solo queda el epilogo YwY

Gracias por leer :3

¡Nos vemos en el próximo capitulo! ¡Dejen sus opiniones!

Pagina de Facebook: Sister Of The Heart-SSTLC

¡Únanse, las esperamos!

Traducción de algunas palabras en Alemán:

Scheiße: Mierda

En Hindi:

Kamal: Loto

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