
Capitulo 10
Los siguientes días no fueron fáciles para ellas, pareciendo en cambio un infierno en vida.
Por un lado, evitando a los chicos que por alguna razón se empeñaban en hablar con ellas y conocerlas más a fondo, y eso les causaban sentimientos conflictivos tremendos, porque, aunque por un lado les causara algo de felicidad sabían que de seguir con eso, solo los expondría al peligro de sus familiares que no paraban de acosarlas todos los días y a todas horas, dejándolas con los nervios de punta y un miedo colosal.
Finalmente, un día llegaron muy lejos... justo como ellas se habían temido.
Un viernes, que salieron relativamente temprano de clases y que no tenían que trabajar, se fueron a casa con la intención de dormir y recuperar un poco de sueño perdido, y tal vez pensar en cómo hacer para librarse de ellos sin tener que ceder y darles lo que ellos querían.
Caminado cansadas y por primera vez distraídas con un intenso dolor de cabeza, subieron las escaleras del edificio y justo cuando estaban por entrar la llave a la cerradura sin chequear primero si había alguien cerca, una mano salida de la nada tomo a la pelirroja con brusquedad del brazo y la lanzo contra la pared, manteniéndola cautiva allí con una mano en su cuello y la otra en el hombro.
Frente a ella estaba el mastodonte de su tío, su rostro estaba algo contorsionado con cólera y algo más que Shae solo había visto aquella noche. Su corazón comenzó a batirse como loco en su pecho, temiendo lo que vendría a continuación, de no poder detenerlo.
—Muy bien, pequeña sabandija, mi paciencia se está reduciendo a mucha velocidad —gruño molesto, el apretón en su cuello casi cortándole el aire a la joven, quien solo lo fulminaba con la mirada, sin dejar ver su miedo visceral—No me gusta esa expresión en tu rostro, tal vez decida borrártela de un solo puñetazo, ¿No te parece?—se carcajeo ruidosamente.
—¡Vete al infierno, blödian! —exclamo Shea con rencor clavando sus uñas en su muñeca y tratando de quitar su mano de su tráquea, sin éxito.
—¡Pequeña malagradecida! ¡No me gusta tu tono ni palabras! ¡Yo te borrare esa mirada de rebeldía de tu rostro! —con furia alzo su otra mano con intención de golpearla.
Agasha quien había estado congelada en el sitio del miedo con un nudo en el estómago, reacciono al verlo levantar la mano contra su mejor amiga y hermana del alma, y sin pensar corrió hacia el intentando detenerlo con sus pocas fuerzas, sin querer lo araño con sus uñas largas a lo largo del antebrazo haciéndolo maldecir, y soltar ligeramente a Shea, quien se desplomo al suelo tosiendo y aspirando con fuerza.
—¡Pequeña puta! —grito, su cara contorsionada de odio al ver las marcas, y sin importarle nada la abofeteo con fuerza, lanzando a la castaña al suelo con el labio roto y sangre bajando por su barbilla.
Al instante el dolor exploto en su cráneo con una fuerza brutal, y no pudo evitar gritar, la cabeza parecía que fuera a estallarle de un momento a otro, y lucho por no perder la conciencia, si lo hacía no podría ayudar a Shea en nada, debía resistir. La pelirroja alzo el rostro velozmente en alarma en el momento en que la palma de él conectaba con su mejor amiga, mandándola al suelo y ella lo vio todo rojo.
—¡Malnacido! ¡Pagaras por eso! —grito furiosa, yéndose hacia él y asestándole un golpe en la oreja y parte de la cara, ya que este giro ligeramente al oírla.
Pero él era demasiado macizo para su delgada y pequeña estatura, y este volvió a tomarla del brazo, pero al intentar ella apartarse su tío solo alcanzo la muñeca del brazo que se había roto y con una presión monumental la disloco. Ella mordió su labio para evitar gritar haciéndose sangrar en el proceso, sabía que eso solo le daba más placer.
Al parecer estaba más que divertido con los pobres intentos de defenderse, este se burló de ellas.
—Te has vuelto una debilucha... antes solías resistir más cuando te daba una paliza —se jacto, luego observo a la joven en el suelo intentando levantarse con dificulta, y un brillo cruel se encendió en sus grotescos ojos claros—Tal vez debería violar a ese pajarito primero, y hacerte verlo todo, eso seguro te hará gritar... luego completare mis deseo insatisfechos contigo, como debió haber sido hace tiempo si no hubieras huido —se carcajeo en voz alta sin saber que todo lo que decía era escuchado por alguien más—¡Pero primero te daré una prueba de lo que te has perdido! —levanto el puño para golpearla y que dejara de retorcerse de una vez pero le fue imposible conectar.
Pues un hombre alto rubio paro su puño con facilidad.
Asmita había quedado con que el iría a hablar con ellas ese día para invitarlas a una cena que Albafika estaba preparando en ese momento. Se las habían arreglado para salir temprano del trabajo ese día, y luego de días de planear su movimiento, viendo que ellas seguían esquivándolos, se decidieron por eso.
No las dejarían marchar tan fácilmente.
Claro que luego de cambiarse y ponerse sus lentes de contacto, dejo al peliazul en su casa para que este terminara de preparar la comida, y el rubio se encamino en su auto para el apartamento donde ellas vivían, sin saber que se llevaría una sorpresa desagradable.
Aparco frente al edificio, saludando cordialmente a unos oficiales de policía que se parquearon frente en un pequeño restaurante que estaba al final de la cuadra frontal, y se encamino a la entrada, subiendo con paso lento las escaleras pensando en cómo convencer a las jóvenes si estas se negaban a ir, cuando le sonó el Iphone 6.
—Aun no llego, Albafika —fue su saludo.
—¿Esta tu micrófono del móvil funcionando? Degel me llamo hace poco y me dijo que el audio que le dejaste ayer no se entendía —comento su mejor amigo al otro lado de la línea sin saludar siquiera.
—Lo mande a arreglar esta mañana, ya debería estar funcionando adecuadamente pero igual lo probare para estar seguro. Ahora, ¿Hay algo más que quisieras agregar? —él cuestiono, tomando el siguiente tramo de las escaleras, ya que ellas vivían en el segundo piso.
—No, solo date prisa —dijo con un suspiro para después colgar sin siquiera despedirse.
Divertido, Asmita negó con la cabeza y comenzó a poner la grabadora para probar si el técnico que le había revisado el móvil lo había reparado y como era de esperarse lo grabado se escuchaba claro; pero decidió hacer otra prueba solo por si acaso justo cuando terminaba de subir la escalera y comenzaba a caminar hacia el pasillo que lo llevaría hacia al departamento de ellas y fue ahí que escucho una discusión, algo fue golpeado y cayó al suelo, seguido de un grito femenino que lo hizo ponerse tenso y en guardia, con cautela se acercó sin ser consciente que su teléfono móvil aún estaba grabando.
A medida que se acercaba en silencio, comenzó a distinguir las voces y lo que decían, lo que escucho le helo la sangre, como el hombre decía aquellas barbaridades grotescas... y mucho antes de doblar la esquina supo quiénes eran las personas en problemas. Al terminar de cruzar y ver con sus propios ojos a la castaña tirada en el suelo, y como el mastodonte de hombre levantaba una mano para golpear a la pelirroja, el actuó con rapidez, metió su celular en su bolsillo y corrió a detenerlo antes de que este la tocara.
—Si yo fuera usted... me lo pensaría dos veces antes de golpearla —dijo Asmita con frialdad, sosteniendo su brazo con firmeza.
—¡No te metas, niñato! —exclamo molesto al ver al joven rubio—¡Solo estoy dándoles una prueba de buenos modales a mis hijas! ¿No es así, Agasha, Shea? —dijo con una clara amenaza en su voz.
—¡Todo es mentira! —soltó Agasha desde el suelo con algo de debilidad, al reconocer al hombre que las estaba auxiliando.
—Tu... escoria... ¡Jamás serás mi padre! —exclamo Shea temblando con rabia reprimida, sin registrar aun que quien había detenido a su tío no era otro que el hombre que amaba.
—¡Ya verán cuando ponga mis manos en ustedes, füchse! —grito el hombre, intentando ir tras ellas de nuevo pero siendo detenido por un repentino golpe perfectamente calculado a la quijada que el rubio le propino, dejándolo noqueado por unos minutos.
—Sera mejor que llamemos a la policía —dijo Asmita mirando con frialdad al hombre en el suelo, tomando su teléfono y marco a la comisaria luego de detener la grabación que no sabía había estado corriendo, mientras ayudaba a Shea a pararse.
Al ver quién era, ella apenas pudo contener sus lágrimas de alivio, había llegado como un ángel vengador y las había rescatado, no sabía porque estaba allí, pero lo agradeció, enterrando su rostro en su pecho y abrasándolo sin reparo al sentir su cálido brazo rodear sus hombros como una manta protectora. Había llegado al límite, y ya no podía aguantar más la situación, por unos minutos quería ser sostenida y dejar que alguien más tomara las riendas de sus problemas para respirar.
—Asmita —susurro con voz ronca, respirado su aroma único tratando de calmarse, aunque su cuerpo temblaba de pies a cabeza.
—La policía está en camino —murmuro el rubio, tomándola en sus brazos para tranquilizarla luego de cortar la llamada con la operadora, y giro su rostro hacia la otra joven quien estaba ahora sentada hacia la pared con sus rodillas contra su pecho y su cabeza en estas—¿Se encuentra bien, señorita Gakis? —inquirió con suavidad.
Ella solo sonrió débilmente, pero no comento nada.
La policía llego en segundos, siendo los mismos hombres que había visto fuera, y comenzaron a hacer preguntas y luego esposaron al hombre que comenzaba a despertar. Ellos querían que ellas y el mismo rubio los acompañaran a la comisaria para presentar testimonio, pero dándoles su teléfono y tomando unas fotos de ellas como prueba, los dejaron ir con la condición de que al día siguiente fuera a presentar cargos.
Asmita las guio a su auto luego de hacerlas buscar ropa y otras cosas necesarias en su departamento, inamovible en su decisión de que ellas pasaran unos días con ellos, no aceptando un no por respuesta. Y ellas sabiendo que la situación estaba muy peligrosa, y todavía asustadas por los acontecimientos aceptaron.
—Todo estará bien, te lo prometo, Shea —susurro él sentándose tras el volante, y tomando el teléfono que siempre mantenía en el auto y que era un repuesto del otro, y mando un mensaje veloz a Albafika para que estuviera preparado, pero sin explicar más que lo esencial.
Shea y Agasha se sentaron juntas atrás en el Camaro, sosteniendo sus manos unidas y cerrando los ojos mientras el rubio conducía con habilidad. Solo querían descansar por una vez, y vivir con tranquilidad sin ningún imprevisto merodeando en las sombras listo para arruinarles la vida al minuto siguiente; porque, aunque por el momento pudieron respirar libremente, sabían que en lo que llegaran a su destino habría preguntas que responder y de las cuales ninguna tenía muchas ganas de hablar.
Albafika paseaba de un lado otro en la entraba de la casa de su mejor amigo como león enjaulado, luego de recibir el mensaje de Asmita hacia poco tiempo, lo que leyó no le gusto para nada.
'Algo paso con Shea y Agasha, se quedarán a dormir.'
La preocupación lo asalto de inmediato, había dejado todo lo que estaba haciendo en ese momento para esperarlos en la entrada, luego de preparar dos habitaciones para ellas, y ahora más que nunca deseaba que Agasha Gakis le hubiera confiado sus problemas. Y no solo porque sus sentimientos hacia ella se estaban haciendo más intensos, sino que también podría haberla protegido del mal que la acechaba.
Cuando escucho el familiar sonido de motor del auto del rubio, se giró hacia el portón observando cómo iba a toda velocidad hasta estacionar en la entrada. Albafika simplemente no espero hasta que su amigo se bajara, solo abrió la puerta del copiloto para replegar el asiento y ver a la castaña tomada de la mano de su amiga.
El corazón se le hundió al verla, le ofreció la mano con una expresión que podría haber sido tallada del granito, y esta dudo unos pocos segundos antes de aceptarla cuando vio la mirada determinada del hombre. La saco con cuidado detallando su estado, y si era posible su rostro se volvió aún más duro, con una furia primitiva ardió en sus venas. Su labio estaba partido y con algo de sangre seca, tenía unas profundas ojeras, un aparente cansancio, y en sus ojos verde oliva brillaba claramente el terror y vulnerabilidad; él acaricio su mejilla enrojecida por lo que claramente era un golpe.
Y las ganas de matar al miserable que le había hecho eso casi lo consumieron. Inmediatamente la tomo en brazos sin preguntarle si podía caminar o no, y antes de ir al interior de la casa miro al rubio después que este saliera del auto, su amigo asintió, dándole a entender que pronto le explicaría lo sucedido, por lo que la llevo dentro de la casa sabiendo que los otros dos los seguirían sin demora; él exhalo lentamente para que su cuerpo dejara de temblar de enojo.
Primero se ocuparía de poner a la joven cómoda, después averiguaría que había pasado.
Agasha se dejó llevar, hundiendo su rostro en su cuello aspirando su aroma a rosas para calmar un poco el temor que corría por sus venas luego de semejante episodio. A pesar que no quería que él supiera sobre sus problemas, agradecía que en ese momento estuviera con ella, quería ser cuidada, aunque sea por un poco tiempo; esos días había sufrido un infierno en vida y lo único que deseaba ahora era que el hombre de ojos azul cobalto la sostuviera.
Igualmente, Asmita ayudo a Shea a salir del auto, viendo cómo se sostenía la muñeca antiguamente herida, apretó los labios lamentando no haberle partido más la cara aquel desagradable hombre. Con una mano agarro las maletas y con su otro brazo la tomo de la cintura para darle algo de apoyo ayudándola a caminar hacia la casa.
Cuando las sentaron en el gran y cómodo sofá, ellos se pusieron a curar sus heridas inmediatamente con habilidad y delicadeza.
El peliazul limpiando la sangre seca de su barbilla tentado de buscar al infeliz que le había pegado para darle una tunda, y considerando que él y el rubio eran cinturón negro en distintas artes marciales podían enseñarle una cosa u otra sobre no agredir a muchachas inocentes e indefensas. Pero se controló con pura fuerza de voluntad, sintiendo un musculo latir en su mandíbula del enfado; los pensamientos de Asmita iban más o menos por el mismo camino mientras colocaba un experto vendaje en la muñeca de la pelirroja después de asegurarse de que no se la había roto.
Ambas chicas estaban en un mortal silencio, ya fuera por estar idas en su pasado o porque no querían responder a sus miradas interrogantes, no se sabía con seguridad. Finalmente, Asmita le conto lo sucedido a su amigo cuando fueron a llevar el botiquín de primeros auxilios al gabinete de la cocina, y este sorprendido y mas furioso todavía deseo haber estado allí para ayudarlo; cuando regresaron a la sala de estar miraron nuevamente a las muchachas.
Con un suspiro profundo y luego de pinchar el puente de su nariz, el rubio se acercó a Shea que tenía la vista pegada a sus manos en el regazo, al igual que la castaña. Ver su postura indefensa y algo derrotada lo perturbo.
—Shea, ¿Él era realmente tu padre? —pregunto con delicadeza acuclillándose en frente de ella y posando una mano en su rodilla para acariciarla con dulzura.
Ella negó con suavidad apretando sus puños, y al rubio no le paso por desapercibido el odio y rencor que ella sentía por el hombre.
—Es mi tío —murmuro por lo bajo.
—¿Te hizo algo en el pasado? —inquirió recordando la conversación que escucho del sujeto antes de interrumpir. Esa vez la joven lo miro, sus ojos ámbar brillaron con las lágrimas retenidas, pero ella no contesto.
La vio temblar ligeramente y el sufrimiento volvió a su mirada, pero necesitaba saber para que el hombre pagara por lo que había hecho, mas debido a los hechos ocurridos ese día no quería insistir más en ese momento, no ahora que ambas estaban tan perturbadas. Simplemente suspiro y poso su mano sobre la de ella que se había apretado aún más en un puño
—No se preocupen, aquí estarán a salvo —dijo levantándose lentamente.
Albafika se acercó a la castaña recordando lo que ella le había mencionado hace algunos días, sobre 'problemas familiares' y pensó que el tío de la pelirroja no era el único implicado en ese asunto, pero esa conversación la dejaría para después, viendo lo cansada que estaba era mejor que se fueran a dormir luego de una cena ligera.
No quisieron cenar, pero a insistencia de ambos hombres se tomaron a regañadientes un tazón de sopa, que increíblemente ayudo a calmar sus estómagos los cuales estaban revueltos después del horrible incidente.
Asmita las guio a un cuarto de invitados que estaba decorado exquisitamente, ellas enseguida tomaron una ducha de agua caliente, algo que era un lujo en su apartamento y se pusieron sus pijamas. Shea una bata de tirantes color chocolate de algodón que alcanzaba unos centímetros por arriba de sus rodillas y Agasha una de dos piezas de pantalón tres cuarto y camisa de tirantes azul claro con blanco; no tardaron mucho en acostarse en la gran y suave cama, pero creían que no podrían conciliar el sueño con facilidad, más el cansancio de sus cuerpos opinaban otra cosa.
En cinco minutos se habían quedado dormidas.
Mientras, en la cocina ambos hombres discutían las posibilidades y que obviamente ellas tenían que contarle aquel pasado que tan empeñadas estaban de ocultar, pero aun en su interior no estaban muy seguros de querer escucharlo ¿Podrían soportar el tormento de sus palabras relatando algo que las marco de por vida? No estaban seguros. De todas maneras, estaban dispuestos a investigar más a fondo ese tema.
Ellos se acostaron bien entrada la noche, Albafika se fue a la habitación que era él ocupaba siempre que se quedaba a dormir en la casa del rubio, espaciosa y decorada exquisitamente en tonos claros, y así mismo el que tenía una para el rubio en su propia casa. Desafortunadamente ninguno pudo conciliar el sueño, pues las preguntas plagaban su mente constantemente, querían abrazarlas y protegerlas de toda cosa que pretendiera hacerles daño.
Y por los Dioses que lo harían.
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Agasha se despertó a mitad de la noche algo sobresaltada y con la respiración agitada, su corazón palpitaba en un ritmo acelerado mientras el miedo se aferraba a cada poro de su cuerpo, había tenido otro sueño de la paliza de aquella noche, y no queriendo quedarse en cama se levantó apresurada mirando a ambos lados confundida de donde estaba. Observo a su amiga durmiendo en una posición extraña pero típica en ella, y sonrió ligeramente, pero los recuerdos que acudieron a su mente la abrumaban y no pudo permanecer en el cuarto por mucho tiempo más sin tener un pequeño ataque de pánico que seguramente despertaría a la pelirroja, por lo que decidió salir y quizás tomar agua, esperando que la corta caminata calmara sus freídos nervios.
Estuvo tentada despertar a su amiga para que la acompañara, pero al final se detuvo, queriendo que por lo menos una de ellas descansara debidamente. Así que salió de la habitación sola y en silencio, seguramente tardaría un poco en encontrar la cocina y aún más estando a oscuras ¿Quién no se perdería en aquella mansión?
Tras algunos intentos y vueltas por fin dio con la cocina.
No encendió la luz ya que no quería despertar a nadie, aunque no estaba segura por donde estaba las habitaciones de ellos, sin embargo, no quería correr riesgos e importunar a nadie simplemente porque ella no podía dormir por temor a sus recuerdos. Luego de buscar unos minutos encontró los vasos en un aparador superior y se sirvió en esto agua fría, tomando sorbos pequeños sintió su cuerpo relajarse un poco. Suspiro con cansancio y luego cerro la nevera con cuidado, pero no antes de servirse un poco más de agua para llevar consigo devuelta.
Dio un respingo cuando se giró para marcharse y distinguió una silueta en la oscuridad.
Una sombra grande estaba apoyada en el arco grande de la entrada, y por un momento el pánico la ataco pensando que las habían encontrado sus familiares, pero cuando la persona dio un paso al frente la castaña reconoció inmediatamente a Albafika cuando este fue iluminado por la luna que se colaba por las puertas correderas de la cocina. Exhalo temblorosamente sintiendo sus músculos destensarse, pero al minuto siguiente un rubor subió por su cuello hasta sus mejillas al deslumbrar que su pecho estaba desnudo y solo llevaba la parte de abajo del pijama, rápidamente aparto la vista sintiéndose súbitamente tímida y fuera de su zona de confort.
Albafika sonrió quedamente por la actitud de la castaña, secretamente divertido por su actitud tan inocente. Se había levantado al escuchar un mínimo ruido fuera de su habitación y como poseía una gran audición, decido investigar y fue una agradable sorpresa encontrar a la joven en la cocina bebiendo agua, aunque se sintió algo mal por haberla asustado al aparecer sin hacer ruido alguno.
—¿No puedes dormir, agápi? —murmuro en voz baja, irguiéndose de su relajada postura contra el arco de la cocina y acercándose muy despacio hacia la joven, no queriendo moverse muy rápido y terminar asustándola. Al ver que ella asentía todavía sin mirarlo a los ojos, suspiro—Son los recuerdos, ¿No es así?
Sus grandes ojos verde oliva se alzaron hacia él, sorprendidos de que hubiera adivinado tan fácilmente lo que la aquejaba y en aquella mirada de azul cobalto había reflejado una calma aceptación y algo más que hizo que su corazón volara ¿Era cariño o algo más profundo? No estaba segura, nunca nadie la había mirado de esa manera con anterioridad que ella pudiera recordar; trago con fuerza sintiendo su corazón latir desenfrenado con las piernas temblorosas al ver que él se acercaba.
Albafika se detuvo frente a la joven, su mirada inocente y vulnerable lo habían hecho ir hasta ella sin poderlo evitar, como si algo dentro de su ser llamara por él, por ridículo que fuera, así era como se sentía al estar en su presencia. Con delicadeza elevo una mano y retiro unos mechones de su rostro, dejando que la punta de sus dedos resbalara por su suave piel trigueña, maravillado de su textura y calidez; su lacio cabello azul celeste acaricio los brazos de la joven cuando el inclino levemente su cabeza hacia ella, mandado intensos escalofríos por su columna vertebral.
Agasha tuvo que alzar el rostro para poder mantener contacto visual con aquellos orbes azul cobalto, sintió un sonrojo acentuarse en sus mejillas con su calor tan cercano, y su estado de semi-desnudez no ayudaba mucho, porque nunca había estado en una situación parecida.
—¿Me tienes miedo, agápi? —murmuro suavemente en el silencio de la cocina. Si ella le decía que sí, se marcharía, todo lo que menos quería era que le tuviera miedo en ese momento o algún otro.
Ella parpadeo confundida por su pregunta, estaba nerviosa efectivamente, pero jamás le tendría miedo a la única persona que amaba con todo el corazón, y que además la había protegido en con anterioridad. Se humedeció los labios repentinamente resecos y mordió su labio inferior, pero valientemente negó.
—No —murmuro sonando algo temblorosa, pero la sinceridad de su respuesta podía ser vislumbrada en sus ojos verde oliva. Era algo que no podía controlar, era un hombre muy atractivo y ella no podía evitar responder a él de la forma en que lo hacía, pero realmente no le temía.
Albafika sonrió ligeramente y muy delicadamente poso una de sus manos en su mejilla acariciándola con suma ternura.
—¿Entonces porque tiemblas? —dijo viendo el vaso que ella aun sostenía en sus manos.
La castaña observo la dirección que él miraba y su rostro se puso tan rojo como la grana, ya que el contenido del vaso estaba a punto de derramarse por sus manos temblorosas, así que apresuradamente lo dejo en la encimera más cercana por temor a dejarlo caer y que el fino cristal se rompiera.
La expresión del peliazul se volvió pensativa, su mano acariciaba su ruborizado rostro casi sin darse cuenta, pero su mirada volvió a enfocarse en ella con una sorprendente intensidad cuando su pulgar rozo los labios de la muchacha, teniendo cuidado con el corte en ellos. Su propio corazón se aceleró y su sangre comenzó arder en sus venas, junto con el deseo de besarla. Pero no queriendo lastimarla la miro nuevamente a los ojos y con mucha seriedad, le informo.
—Si algo de lo que haga te resulta desagradable o en algún momento quieres que me detenga, lo haré, ¿De acuerdo? —su voz fue un murmullo ronco, sus ojos azules estaban entrecerrados mientras la observaba.
Claramente, Agasha no había estado preparaba para su consideración, había pensado que él simplemente la besaría y ya. Sin embargo, nuevamente la había sorprendido, debido que a pesar de todo Albafika le pedía permiso cuando su mirada ardía por ello... y su amor por él creció aún más si fuera posible; e incluso con las mejillas ardiendo al rojo vivo, asintió suavemente incapaz de producir sonido alguno.
Albafika volvió a sonreír de medio lado, y sin perder más el tiempo rozo sus tibios labios con suavidad, teniendo cuidado de no lastimar su labio lastimado, sus manos, sin embargo, las mantuvo en su rostro iniciándola en el acto con lentitud. No obstante, no contó con el fuego líquido que corrió por sus venas y estallo en todo su ser, que solo el sabor de ella lo revolucionara de pies a cabeza.
Ella volvió a temblar al sentir su boca sobre la suya, llevando inconscientemente sus manos hacia los poderosos antebrazos de él en busca de apoyo. El beso que había comenzado lento, delicado e inocente se tornó poco a poco más intenso, hasta el punto que el hombre de largos cabellos azul celeste le pidió permiso para entrar en su boca con un suave movimiento de sus labios; titubeo, un poco indecisa, pero al final cedió llevada por la curiosidad y el calor que comenzaba a invadirla, por lo que tímidamente abrió los labios.
Albafika inspecciono con gusto su paladar en una íntima acaricia que la hizo temblar.
La castaña inconscientemente busco más de su calor, poniéndose en la punta de sus pies para alcanzar mejor su boca, sin querer pegando su femenino cuerpo al del hombre de ojos azul cobalto, sintiendo así la fuerza de sus músculos al este rodear la pequeña cintura de ella con su brazo para estabilizar su balance contra su cuerpo. Él mordisqueo suavemente su labio juguetonamente, haciéndola suspirar sin saberlo, lo que fue un golpe fatal para el autocontrol de peliazul.
Por un momento se alejo de sus rojos labios, para agacharse ligeramente, tomar sus piernas y levantarla en vilo, quedando su cintura entre ellas y posicionándolos a ambos contra la pared que se encontraba justo al lado de la encimera. Agasha gimió suavemente al sentir su fornido cuerpo entre sus muslos, pero no le dio tiempo de hacer ni decir nada cuando él volvió a tomar su boca en un hambriento beso.
Albafika sostuvo el peso de ella con su mano izquierda, mientras que la mano derecha jugueteaba con el borde de su pijama antes de sumergirse bajo esta para tocar su cálida y satinada piel, ella jadeo por ese inesperado tacto; él acaricio suavemente su cintura, maravillado con su suavidad, subió más allá hasta sentir el borde de su redondeado seno.
Agasha tembló ante la descarga de placer que la recorrió cuando el toco el lado inferior de su pecho, pero al mismo tiempo se sintió temerosa por esa nueva sensación. Pero antes de que pudiera vocear su inquietud el peliazul saco la mano de su pijama al mismo tiempo que rompió el beso con la respiración acelerada.
—Me temo que esto se nos fue de las manos un poco, agápi —dijo apoyando su frente contra la de ella para intentar calmar su acelerada respiración, pero no retiro sus brazos de alrededor de su pequeña cintura. Había estado a punto de perder el control, y solo por besarla. Se había detenido porque no quería ni abrumarla ni asustarla con la intensidad de su pasión.
La joven no sabía que decir estando demasiado agitada y aturdida, todo eso era muy nuevo para ella y no sabía cómo actuar.
—¿Crees que podrás volver a dormir ahora? —murmuro besando con suavidad sus labios, para después depositarla lentamente en el suelo, asegurándose que ella podía mantener su equilibrio antes de soltarla muy renuentemente.
Agasha aun sentía las piernas temblorosas, y sus labios estaban sensibles al tacto, cosa que comprobó al pasar su lengua por estos en un gesto algo nervioso, pero al oír su pregunta una roca se instalo en su estomago y el temor a las pesadillas regreso de nuevo, haciendo que su cuerpo se tensara y ella mordiera su labio inferior haciendo una mueca de dolor al tocar su herida, cosa en la que no había pensado cuando él la estaba besando.
—Lo supuse —dijo con una sonrisa débil, para después tomar su mano en la suya y tirar de ella suavemente para que lo siguiera en la oscuridad de la gran casa, con un lugar en mente.
La castaña simplemente asintió, siguiéndolo con timidez y las mejillas sonrojadas, sintiéndose protegida.
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Shea se levantó precipitadamente de la inmensa cama en la que se encontraba recostada, su respiración agitada, su piel fría y sudorosa al tacto. Miro a su alrededor confundida y el pánico se abrió paso en su mente cansada, no reconocía lo que la rodeaba, y con el recuerdo de su tío fresco aun en su mente, salto de la cama como si esta hubiera agarrado fuego.
Miro a su alrededor con la respiración errática y al divisar la puerta, corrió hacia allí y salió al oscuro pasillo. Sin pensar ni ver nada, sus piernas la llevaron hacia la izquierda buscando una salida en ese lugar que parecía un laberinto, sus pulmones agitados no llevaban propiamente el aire, mientras su mente le hacía ver una y otra vez a su tío con cruel insistencia...
El día en que aquel monstruo con rostro de hombre llego a su vida.
Cada golpe, cada tirón de su cabello, cada cruel palabra y bofetada, cada vez que tuvo que reprimir su llanto y palabras para no recibir más agresión, todo volvía como si hubiera sido ayer con una crueldad imposible. Oyó a la distancia como alguien lloraba, pero no le dio importancia, solo quería salir de allí y desaparecer e irse lejos, pero repentinamente tropezó y golpeo el suelo con fuerza; el pensamiento irracional de lo que su tío le haría si la encontraba la hizo encogerse, ella no quería regresar a aquel infierno del que había logrado salir de milagro con su sanidad relativamente intacta; prefería morir y lanzarse desde el edificio más alto en esa ciudad que volver a estar bajo el mando de ese hombre.
Asmita se encontraba acostado sobre su gran cama King de algodón egipcio, mirando fijamente el techo con su mente lejos de allí, puestos en una pequeña pelirroja de ojos ámbar y sonrisa brillante que estaba en otro lado de su enorme casa. El rubio le daba vueltas la situación y lo que ellos podían hacer para ayudarlas, aunque si de algo estaba seguro era que nunca más dejaría que su familia ni nadie la hirieran de nuevo.
Iba a protegerla a como diera lugar, y para eso la mantendría a su lado.
Suspirando regreso al problema a mano, las personas que de alguna forma estaba acosándolas por lo que había deducido y querían algo con ellas, suponía que dinero porque era lo más común, pero muy bien podría ser algo más. Debido a eso, decidió que a la mañana siguiente contactara a un amigo de él y de Albafika, a quien habían conocido cuando ambos asistían a la universidad; Degel Béringer, un detective privado exitoso y con excelente reputación, reconocido a nivel regional.
Degel, quien recientemente se había casado con su asistente, Fluorite Sauniere, era un hombre bastante riguroso y conseguía información precisa y en razonablemente poco tiempo dependiendo de la dificulta de la asignación, y Asmita estaba más que seguro que su amigo aceptaría el caso y en unos días lograría averiguar quiénes eran la familia, y que ocultaban. Una vez tomada la decisión, se dispuso a tratar de dormir, pero un ruido cerca de su puerta lo alerto de que alguien estaba merodeando, con agilidad y silencio, se levantó al oír algo caer con fuerza contra el suelo.
Frunció el ceño al escuchar con más cuidado y darse cuenta de que alguien estaba emitiendo ruiditos entrecortados. Con cuidado se acercó a la puerta, pensando que había una posibilidad de que fuera un ladrón, pero sinceramente lo dudaba, su casa estaba protegida por más de un sistema de seguridad y en dado caso de que fuera alguien lo suficientemente estúpido para intentarlo, se encontraría con una desagradable sorpresa cuando el rubio lo enfrentara, después de todo él y Albafika habían conocido a Degel en una de sus muchas clases de artes marciales.
Abrió la puerta silenciosamente y siguiendo los pequeños sonidos, se encontró Shea Metzger sentada en el suelo con su espalda recargada en la pared abrazando sus piernas mientras tenia la frente apoyada en sus rodillas, con la respiración irregular y sollozando silenciosamente, claramente teniendo un ataque de pánico severo. Con cuidado se acercó a ella, agachándose a su misma altura y viendo que no parecía estar consciente de lo que la rodeaba, el rubio simplemente comenzó a hablarle lentamente en una cadencia tranquilizadora hasta que poco a poco ella pareció calmarse y volver en sí.
Shea parpadeo, oyendo a lo lejos lo que parecía un murmullo de una voz masculina la cual logro llamar su atención lo suficiente para recordar que no estaba en la casa en la que había vivido junto a su tío luego de que sus padres murieran, sino en un lugar totalmente diferente. Cuando alzo la mirada y finalmente enfoco completamente lo que la rodeaba se quedo totalmente sorprendida al ver al rubio a su lado cantando un mantra con suavidad mientras la observaba con cariño y acariciaba sus cortos cabellos rojo amapola.
—Me alegro que hayas vuelto, mi pequeña kamal —Asmita le sonrió suavemente, sintiendo la tensión abandonar su cuerpo al notar la lucidez en aquel rostro que se había vuelto muy querido para él en un corto tiempo.
—¿Asmita...? —susurro en voz baja, sintiéndose algo avergonzada por tener un ataque de pánico en medio del pasillo en una casa ajena.
—Todos tenemos nuestros malos días, nuestras imperfecciones son los que nos hacen humanos. Siempre recuerda eso —murmuro el rubio, acariciando con sus pulgares las mejillas de ella borrando el rastro húmedo de sus lágrimas.
Shae suspiro recostando su cabeza en su hombro, aspirando su magnífico aroma, y aunque sabía que tenía razón no significaba que fuera algo fácil de aceptar. Súbitamente dejo escapar un ruidito de alarma cuando el hombre rubio la alza en vilo, y automáticamente rodeo su cuello con los brazos para apoyarse mejor mientras el caminaba lentamente a una habitación que estaba a unos pasos de donde previamente se encontraba sentada.
Ella se sonrojo hasta las raíces cuando se dio cuenta de que era el dormitorio del rubio, aunque ella confiaba en él plenamente no quería decir que sus nervios no se vieran afectados por su cercanía al hombre más atractivo y sensual que ella hubiera conocido en su vida. Este se sentó en el centro de la cama en posición de loto y coloco a la joven muchacha en su regazo, inmediatamente rodeando su pequeña cintura con sus brazos en un abrazo flojo de forma que si ella se sentía muy incómoda podría alejarse sin problemas.
—Quiero ayudarte, mi pequeña kamal, pero si no hablas conmigo no puedo hacer mucho al respecto —Asmita la beso con ternura en la frente, disfrutando silenciosamente de su cercanía—Se que él te ha herido profundamente, no solo con sus puños sino también emocionalmente. Y por lo que escuche hoy antes de intervenir, también intento forzarte —no pudo evitar sentir ira contra aquel hombre que debió haber cuidado y nutrido a la joven chica en vez de abusarla de todas las formas posibles; pero si estaba en su mano le haría pagar por todos aquellos crímenes sin ninguna clemencia.
El recuerdo irrumpió en la mente de la alemana con fuerza.
Las manos rudas sosteniéndola contra su voluntad en la cama, mientras la manoseaba y besaba, recorriendo y apretando con crueldad su piel nunca antes tocada por nadie, su aliento a alcohol y risa estridente, mientras ella se resistía queriendo solo vomitar, y gritar por ayuda. Sin pensarlo gimoteo cerrando sus ojos con fuerza, como si así pudiera bloquear los recuerdos al tiempo que enterraba su rostro contra el cálido pecho del rubio; al instante la mano de él se enterró en sus ricos cabellos rojo amapola, masajeando su cuero cabelludo calmo el desasosiego traído por los terribles recuerdos.
—Esos demonios solo pueden herirte si tú se los permites —le dijo con calma, rozando sus labios contra la coronilla de la chica—Eres más fuerte de lo que tú misma crees y con el tiempo lo superaras, pero no puedes darle más poder a él sobre ti del que debería tener —sus ojos azul-lavanda encontraron los ámbares de ella, y él sonrió con ternura.
—No quiero que me vuelva a tocar —ella susurro como si estuviera avergonzada de admitir sus temores, y estuvo a punto de desviar su vista, pero Asmita sostuvo su barbilla con delicada firmeza.
—Y no lo hará, de eso puedes estar segura —la forma letal y controlada como lo dijo la sobresalto, pero, aunque él se vería algo aterrador para los demás, a sus ojos no había cambiado del hombre maravilloso que era, por lo que no pudo evitar sonreírle cálidamente.
Súbitamente a Asmita se le ocurrió algo, y se estiro hasta la mesita de noche, tomando algo ahí y apretando un botón, y de la nada el cuarto se ilumino, pero no por una luz común, no, en todas las paredes e instancias de aquella habitación, había pintada constelaciones de luces que se movían con lentitud, mostrando galaxias y estrellas. Shea aspiro con brusquedad al ver aquella escena tan asombrosa, olvidándose por un momento de la posición en que estaba, quedando impresionada por aquella vista tan grandiosa; a Agasha y ella siempre habían gustado el espacio y sus múltiples maravillas, y en ese momento para ella fue como estar en el mismo universo, libre.
Asmita la observo con atención, sonriendo ligeramente cuando vio su asombro y deleite ante las imágenes que danzaban en el cuarto. Ella se veía aún más hermosa bajo la luz de las estrellas.
—Es hermoso...— susurro la pelirroja, volviendo su vista a el rubio, sus ojos brillaban, pero esa vez no por las lágrimas. Se sonrojo al ver la intensidad con que la observaba y un sin fin de emociones se reflejaron en aquellos ojos azul-lavanda, cariño, deseo, y algo más que no entendió del todo, pero que hizo latir su corazón desenfrenadamente—¿Asmita...? —pregunto con voz queda, insegura de que pasaría a continuación.
—No tenemos que hacer nada si no lo desea, mi pequeña kamal —le acaricio el rostro con ternura, buscando permiso con sus ojos—Me detendré si así me lo pides.
Ella no pudo más que derretirse ante sus palabras y toque, pues también quería experimentar una vez más la gloria de su contacto y con eso en mente, pero aun nerviosa, sonrió temblorosamente y asintió, cerrando los ojos en espera de su beso. Con cuidado de no sobresaltarla bajo solo su cabeza, y toco sus labios con lentitud, besándola con ternura, totalmente pendiente de si ella presentaba alguna emoción negativa, pero al ver que no era así, poco a poco fue incrementando la presión, hasta que se estaban besando con la misma pasión mostrada en la universidad; su lengua paso por su carnoso labio inferior pidiendo entrada, que ella concedió gustosa, mientras ambos disfrutaban del otro, ella dulce y suave, él duro y picante.
Estaban embriagados el uno con el otro.
Suavemente Asmita bajo su cuerpo lo suficiente como para que ambos se estuvieran tocando, pero sin aplastarla, y aunque ella se puso algo tensa, él continuo con el beso, llamando su atención a otro lado.
Shea estaba consumida por el terrible calor que le recorría el cuerpo, quería más de su toque y de sus ardientes besos, nunca antes había sentido algo similar a la necesidad de que él la tocara entre sus piernas donde el calor insoportable se concentraba o en sus pechos. Jamás había deseado que algún hombre la tocara en esos sitios, y aunque parte de su cerebro decía que sí, la otra parte estaba asustada por la intensidad de lo que estaba experimentando.
Asmita por otro lado estaba perdido en el sabor exquisito de ella, teniendo su suave cuerpo bajo él era algo que nunca hubiera podido imaginar se sentiría tan bien, saber que era él quien le daba esa experiencia lo hacía querer sonreír.
Abandono sus labios para poder permitirle respirar, pero ella pareció no querer separarse de él ya que instintivamente siguió su boca con la suya de forma inocente, y el rubio no pudo sino cumplir con sus deseos, volviendo a besarla largamente detallando al mismo tiempo cada pequeña reacción a cada estimulo. Sin premeditarlo mucho, coloco besos lentamente desde su hinchada y roja boca hasta su cuello, donde aspiro su único aroma a vainilla y separando sus labios un poco, probó la suave piel mordiéndola con bastante ligereza, para a continuación succionarla.
Shea soltó un pequeño gemido al sentir aquella sensual caricia, estuvo segura de que vio puntos de color en sus ojos, cerró los parpados con fuerza algo asustada por las inesperadas sensaciones que la recorrieron, enterrando las manos en los largos mechones color oro que descansaban sobre los hombros masculinos. Quería decirle que parara, pero su lengua no parecía funcionar, lo único que salía de sus labios fue otro bajo gemido, mientras se frotaba inconscientemente contra el firme y cálido cuerpo del hombre que amaba en busca de algo desconocido hasta ahora para ella.
Sin embargo, de un momento a otro, Asmita se retiró, dejándolos a ambos respirando entrecortadamente y con un deseo insatisfecho, más lo único que el rubio se atrevió a hacer fue abrazarla con fuerza en un intento de calmarlos a ambos mientras lentamente recuperaba la cordura. Tras varios minutos en esa posición sin mover ni un musculo, la tensión, sus respiraciones y el calor disminuyo considerablemente.
—Aparentemente, debo ejercitar más mi autocontrol en el futuro —murmuro Asmita más para sí mismo que para ella—Te pido perdón si te asuste en algún momento —sus ojos azul-lavanda la observaron detenidamente asegurándose de que ella se encontraba bien y no hubiera tenido ningún recuerdo doloroso.
La pelirroja abrió los labios, sin saber realmente que planeaba decir, pero en vez de palabras solo broto un bostezo; ya pasada la emoción del momento, su cuerpo le pedía descanso desesperadamente, no importaba si la joven quería discutir lo acababa de pasar, simplemente no tenia las energías para hacerlo.
Asmita se retiró de encima, colocándose a su lado y cubriéndolos a ambos con la ligera sabana de seda blanca, con toda la intención de dormir junto a ella esa noche; la abrazo contra su pecho descubierto, mientras la pelirroja de ojos ámbar se acomodaba inconscientemente frente a él, con la espalda contra su pecho y su cabeza en su musculoso brazo, sintiendo la pesadez del otro rodear su cintura envolviéndola en un capullo de calidez y seguridad.
—Duerme, mi pequeña kamal, mientras yo velo tus sueños —musito por lo bajo, besando su hombro desnudo antes de recostarse por completo en la cama, y ser capaz de rendirse al sueño igual que la joven que ya estaba dormida en sus brazos.
Continuara...
Ay por todos los dioses, ¿Hace calor aquí o solo soy yo? 7u7 Un capitulo bastante intenso pero lleno de emociones para todos :'3
Gracias por leer :3
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¡Únanse, las esperamos!
Traducción de algunas palabras en Alemán:
Blödian: Imbécil
Füchse: Zorras
En Griego:
Agápi: Amor
En Hindi:
Kamal: Loto
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