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Capítulo cinco [Final]

Ya habían pasado tres meses desde que JiMin volvió a hablar con sus amigos, había ido a ver a sus padres hace dos semanas y lo dejaron con la duda.

¿Por qué le pasó todo esto?

Él no lo recordaba y no quería preguntarle a TaeHyung si lo dejaba visitar a DaeHyung porque ya sabía la respuesta. Además, no estaba dispuesto a oír nuevamente todos esos insultos por parte de su ex pareja.

Tampoco podía pedirle ayuda a YoonGi, porque este sólo sabía lo que él le contaba, al fin y al cabo, era su psicólogo. Se quedó parado frente la puerta de la consulta y suspiró. Extrañaría este lugar. Hoy era su última sesión con el pelinegro.

-Hola Yoon -sonrió mientras cerraba la puerta a sus espaldas.

-JiMinnie, ¿cómo has estado? -dijo el pelinegro entusiasmado. 

-Bien hyung, gracias.

YoonGi se quedó mirándolo, JiMin lucía nervioso, intranquilo. ¿Por qué? se preguntaba el médico. Sin embargo, temía preguntar. Así que lo siguió observando, indicándole con la mirada que podía confiar en él.

-Hyung -dijo el castaño mordiendo su labio. -Yo... Tengo muchas dudas, pero no puedo decirle porque sé que usted no tiene idea de las respuestas.

-Siempre estaré aquí para escucharte Minnie, puedes decirme, quizás así no estarás tan nervioso.

-Bueno... -humedeció su labio inferior. -Hace unas semanas fui donde mis padres, y después de hablar con ellos, algunas dudas surgieron en mi cabeza. De por sí, he tenido sueños y pensamientos extraños en cuanto a DaeHyung -desvió su mirada. -Pero, mi duda es... ¿Por qué lo dejé hacerme todo eso? Se supone que era mi pareja, y he estado pensando mucho en ello últimamente -su voz se quebró-, ¿por qué me alejó de todos? ¿Por qué no me dejó estar con mis amigos y familia? ¿Él hacía esos hematomas en mi piel a propósito? ¿De verdad pensaba que soy una zorra? -se levantó de su silla y caminó hasta refugiarse en los brazos de YoonGi con lágrimas en sus ojos.

-Bebé... -carraspeó acariciando su espalda a la vez que JiMin  se acomodaba sobre sus piernas. -JiMinnie, no llores. Yo te puedo explicar, pero necesito que te calmes y dejes de llorar, ¿si? -dijo suave el mayor.

-E-está bien YoonGi hyung -sollozó y limpió sus moquitos con la manga de su suéter. -¿Cómo me explicará?

-Tú sabes que soy psicólogo -recibió un asentimiento por parte del castaño. -Y yo te conozco hace muchísimos meses... Por lo que te he estudiado -rió suavemente. -¿Recuerdas nuestra primera sesión? Estabas enojado porque un chico te había alejado de tu novio.

-Sí, era tan estúpido. DaeHyung no me quería.

-Lo que tú no sabías, es que ese chico fui yo.

-¿Qué? -lo miró extrañado.

-Sí, iba junto a JiHoon cuando escuchamos tus gritos. No soporté escuchar gritos tan desgarradores, por lo que derribé la puerta y corrí a ver qué ocurría mientras Woozi llamaba a la policía -suspiró. -El estaba violándote, JiMin.

-¡No! -se removió de forma brusca en los brazos del mayor.

-Sí, JiMinnie. Cálmate, por favor -susurró para después ser obedecido. -Lo que tienes, o bien, tenías. Era síndrome de Estocolmo.

-¿C-cómo-

-Fuiste secuestrado por DaeHyung -lo cortó. -El cerebro es muy inteligente y siempre quiere lo mejor para ti. Por ello olvidaste muchas cosas.

-No es inteligente si deja que me violen.

-Pero en ese momento no lo sentías como una violación.

El rostro de JiMin era de puro asombro. YoonGi tenía razón.

-Por eso es inteligente, evitó que sufriera y difuminó recuerdos que podrían afectarme -añadió inseguro.

-Y ahora te los está devolviendo.

...

JiMin no podía creer lo que estaba a punto de pasar.

Tendría una cita con Min YoonGi, su psicólogo.

Su amigo.

Y el chico que lo había sacado del hoyo negro que era Kang DaeHyung con sólo dos cosas:

Cariño y comprensión.

Estaba a menos de un metro de la cafetería en la que había citado a su amigo, sus manos temblaban debido a los nervios y la emoción que compartir un rato a solas con YoonGi le producían.

Él ya se había decidido, se iba a confesar.

Después de meses con la sensación de mariposas en su estómago, le diría a YoonGi sus sentimientos. Sólo esperaba que este los correspondiera, o que no le dejara de hablar por ello. 

Mentiría si dijera que no se había preparado, practicó con todos sus amigos, su madre e incluso, con el espejo.

Empujó la puerta de entrada y lo vio sentado en una mesa que se encontraba junto al ventanal que daba con la calle. Sonrió cuando se sentó en frente del chico y las mariposas revolotearon aún más después de ver la sonrisa que obtuvo como respuesta.

-JiMinnie -YoonGi le tendió un lindo ramo de rosas azules. El nombrado las amó.

-G-gracias hyung -respondió con un suave sonrojo.

-¿Qué vas a querer tomar, pequeño? ¿Malteada de fresa?

-Síp, hyung -rió nervioso al darse cuenta que YoonGi se había fijado en varias cosas sobre él, se fijó en los detalles.

JiMin amaba las rosas y una vez le comentó que amaría ver una rosa azul, porque sólo las había visto una vez, y fue en televisión. También amaba la fresa, y sobre todo: las malteadas.

El corazón de JiMin cada vez se alimentaba de un poco de esperanza y no sabía si eso era bueno o malo.

Conversaron un buen rato hasta que YoonGi le ofreció caminar por el parque, luego de un rato, el pelinegro se percató de la emoción que inundaba el rostro del menor.

La incertidumbre bailaba en sus ojos.

Hasta que JiMin se decidió.

-Hyung, yo tengo algo que decirle.

-¿Qué pasa Minnie? -YoonGi se detuvo y haló al menor para que se sentara junto a él en una de las bancas.

-U-usted... Gracias por todo -suspiró. -Si no hubiera interferido ese día entre DaeHyung y yo, no sé qué habría pasado conmigo. Quizás estaría muerto, llorando o siendo golpeado -tomó aire. -Usted es una persona maravillosa, hay veces que lo miro y me cuesta comprender que es un humano y no un ángel que vino a salvarme... -sorbió los mocos que caían por sus narices debido al reciente llanto. -Y no puedo estar más orgulloso por quererle, hyung. Me he enamorado de usted y -sollozó cubriendo su rostro con ambas manitos. -Decidí que ya no quería ocultárselo, y hyung. No se aleje de mi, por favor -agregó en un rápido susurro que sólo YoonGi fue capaz de escuchar.

Los brazos del mayor rodearon al castaño y JiMin pudo percibir en su espalda el calor corporal que emanaba el pelinegro. Sonrió triste entre lágrimas e imaginó que ese abrazo era su respuesta: amistad.

-JiMinnie, eres una persona preciosa.

El nombrado se giró y miró los ojos de YoonGi, brillantes por la emoción. Quiso preguntar.

¿Qué le pasa a hyung...?

-Y no puedo estar más orgulloso de haberme enamorado de ti en todos estos meses -le cortó el mayor al ver las intenciones del castaño. -Cada pequeña acción, descubrimiento o historia que me contabas, con entusiasmo reflejado en tu bella y suave voz, me hacían sentir feliz y cómodo. JiMin, eres como un hogar para mí. No quiero que me dejes jamás, y la primera vez que te vi supe que siempre te cuidaría. Porque también te quiero, Minnie -terminó de decir para luego juntar sus labios en un suave y dulce beso.

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