006. skyfall
EL OLOR DE LA PODREDUMBRE SE INSTALÓ EN SUS FOSAS NASALES MIENTRAS CAMINABA POR EL BOSQUE. Brooklyn había pasado un par de días de exageradas peticiones y preguntas sobre el futuro que deparaba a su nuevo grupo. No era buena dando órdenes pero si coordinando y liderando. Pudo recuperar varias zonas de la vieja fabrica con grupos de cuatro, limpiando y matando caminantes. Aún así los muertos habían comenzado a rondar de nuevo aquéllos alrededores en grupos más grandes de los que podían detener siendo tan pocos supervivientes. Pensaba a menudo en si Rick y el resto serían capaces de manejar las hordas en caso de que alguna de estas se desviará inesperadamente. Eran fuertes y confiaba en sus capacidades, pero sobretodo añoraba si compañía. No estaba segura de cómo habiendo pasado tan solo una semana podía echarlos tanto de menos, el vínculo que se crea en medio de la supervivencia es fuerte. Casi de pura hermandad. Y Brooklyn lloraba cada noche entre arrepentimiento por haberse rendido en la unión entre comunidades.
La noche anterior tuvieron desertores. Quedaban unos treinta contándole a ella. Y a pesar que eso significaba menos bocas que alimentar también les causaba una perdida de las posibilidades de sobrevivir en un hábitat tan hostil. Aquel mismo día, en la tarde, partirían ella y dos más en busca del resto. Dejaría al mando a Karla, la persona más fiable que conocía en ese momento. Para Brooklyn dejar su cargo en alguien más era todo un reto, pues necesitaba saber que las intenciones de su sustituto iban a ser igual de benévolas.
Con tres conejos a la espalda y su propio olor corporal proporcionaba a los caminantes de la zona su ubicación concreta en el bosque desafiando al peligro. Brook se preguntaba cada día si su vida hubiese sido diferente o si el riesgo de su trabajo se la habría llevado antes en algún tiroteo por las calles de Nueva York. Deseaba más que nada morir en la vejez, con un par de nietos sentados sobre sus ancianas piernas y caramelos de limón que poder darles cada vez que la visitaran. Sin embargo no estaba desesperada por conseguir aquello en esos momentos, sabía que era prácticamente imposible a menos que entraran en su deseado periodo de paz. Aun tenía treinta años y era fértil para poder engendrar un hijo, de igual forma ni siquiera tenía pareja.
Después de años todo seguía sorprendiéndole. Caminar por los bosques dominados por la muerte, las ciudades derruidas dejando a la naturaleza apoderarse de sus adentros, al sentimiento salvaje primar los instintos de cada ser vivo. Ella en si misma había cambiado, tuvo que amoldarse para sobrevivir. Nunca había matado hasta aquella noche, al comienzo del apocalipsis, en la que un par de hombres irrumpieron en el bar al que Brook había denominado como su casa tras huir del cuartel policial. Ese día agradeció que su mente pudiese tornarse fría a veces, al igual que su dominio sobre las armas. Un par de disparos a sus cabezas fueron suficiente para callar los terroríficos comentarios sobre como la violarían hasta que sangrase. Brooklyn había sufrido el desvarío e su propia ética cuando se dio cuenta de que las cosas habían cambiado. Por eso no fue hasta que llegó Rick que la mujer pudo ver un rayo de esperanza iluminar el camino hacia la paz. Aunque el sheriff no fuese la definición de Dios que todos tenían en mente, era sin duda, lo mas cercano a una salvación que podían encontrar.
Mató dos caminantes antes de llegar al santuario con la comida del día y sus piernas doloridas de tanto caminar. Comió junto a Karla para explicarle lo que necesitaba hacer los días que ella estuviese fuera, que no planteaba que fuesen mas de dos o tres. Pues creía saber a donde se habían dirigidos los desertores de su grupo. Se dio una ducha con el poco agua que aun guardaban en los tanques después de la ultima temporada de lluvias, que ya se sentía lejana, y se preparó a ella y su caballo para partir antes de que la tarde calurosa se les echara encima.
—¿Tenéis algún cigarro?—se aventuró Brooklyn a preguntar a sus acompañantes de viaje antes de emprender el camino. Ryan, un joven de diecinueve años, rubio y de ojos verdes, que había crecido en el mundo de mierda en que vivían, y Diego, el cual tenía unos pocos años más que ella, guapo y besado por el sol, con unos rizos negros que caían por su cara y la madurez de su rostro decorando una bella sonrisa.
—Fumar mata, Brook, nunca es tarde para dejarlo.—Rió Diego subiendo a su caballo, estaba claro que el no era fumador. Fue jugador de football profesional según tenía entendido. Y la vida sana siempre había sido lo suyo. Siempre había estado interesado en la medicina.
—Ya lo intente hace tiempo.—los tres hicieron a sus caballos andar. Brook marcaba el paso por la carretera, era más seguro que ir por el bosque.—Pero si tengo que morir de algo en este mundo prefiero que sea quitándome las ganas de fumar que siendo comida de los muertos.
El ambiente entre ellos tres era calmado y risueño. Podría considerarlos sus únicos amigos. Aunque después de lo ocurrido con Gaia se encontraba sin ganas de forjar una amistad con nadie. Brooklyn la amaba, platónicamente, ella era su otra mitad. Y la había abandonado totalmente guiada por su esperanza de ser el cambio y mejora de otros. Esos cinco días que pasaron desde que volvió al Santuario fueron consumidos por llantos nocturnos y dolor de corazón. Sabía que volvería a verla, es más, probablemente la encontraría en el campamento. Tenía muy claro que volver a verla, feliz y con su nueva vida al lado de Rosita, le causaría más de una lagrima en las noches siguientes.
—¿Por qué vamos a ir al campamento? No creo que quieran vernos por allí.—dijo Kyle tras disparar una flecha a un caminante a un par de metros de ellos en medio de la carretera. No querían atraer a ninguna horda por allí.—Y dudo que hayan visto a los desertores.
Brook miró el horizonte, como si buscara respuestas en los árboles retorcidos y los cadáveres de los muertos vivientes.
—Esto no debería haber llegado tan lejos.—susurró Brooklyn, su voz estaba cargada de angustia.—Decirme, no como líder, sino como amiga. ¿Lo he hecho tan mal en una semana como para que se vayan?
—No ha sido tu culpa, me hago una idea de porque vamos al campamento.—hablo firme el moreno.—Cada uno es responsable de sus propias decisiones. Si ellos eligieron el camino de la venganza, eso es algo que no puedes controlar.
—El resto estamos de tu lado Brook, no nos gustaban las normas de Rick pero tampoco queremos venganza. Solo vivir.—A la mujer la alegraba escuchar a alguien tan joven pensar de una forma tan racional, a pesar de haber madurado en medio del apocalipsis. Pero no opinaba igual que el.
Para Brook, Rick si tenía la razón. Encerrar a Negan en vez de matarlo podría haber sido una estupidez a ojos de muchos, incluso a los de ella, que era buena conocedora de los crímenes de su antiguo líder. Pero denotaba compasión, una visión de renovación como antaño. En las cárceles de lugares como Europa—en los que Brook hubiese deseado vivir tras su viaje a Finlandia— se promovía la reinserción y un equipo de personas esperanzadoras velaban por la vuelta de aquellos delincuentes a la buena vida libre. Los crímenes de Negan habían sido terroríficos, pero no diferentes a los de muchos de los que formaban parte de sus comunidades. Rick solo quería dejar un bonito mundo para sus hijos, todo ello en honor a Carl.
[ . . . ]
Una bienvenida no era lo que Brook esperaba pero el sonido de gritos y disparos fue lo ultimo que pensó que podría ocurrir. Y eso era inocente por su parte, pues era obvio que quien quiere venganza quiere muerte. Creía que llegaría a tiempo, planearían algo antes de que los desertores llegaran y lograrían que el inevitable numero de bajas fuese reducido y no de quien no lo mereciese. Algo difícil era el jugar de victima, juez y verdugo. Unos querían la muerte de quién mato a su familia, a su vez otros deseaban acabar con quién mato a su familia por los propios crímenes que anteriormente fueron cometidos. Sin duda todos eran culpables, pero no justificaba los actos vengativos. O al menos eso creía Brook, quién con la esperanza aún latente seguía viendo el vaso medio lleno.
Los tres entraron a galope antes de bajar de los caballos que sabían que huirían despavoridos. Y se escondieron tras los arboles en medio de la lluvia de balas. Brook buscó con la mirada los ojos amigos. Gaia, Rosita, Rick, Carol o Daryl era a quien buscaba. Pero ellos no estaban a la vista. Necesitaba saber que estaban bien, pero se alegró de que no estuviesen en peligro. Brooklyn desenfundó su arma y salió cuidadosamente a la vista con Diego y Kyle a sus espaldas.
—¡No hay porque matarse! ¡Tenéis que parar!—Una mujer de Oceanside le apuntó con el arma y pareció debatirse entre apretar el gatillo o no, antes de que siquiera ella pudiese tomar una decisión una bala atravesó su cabeza. Brooklyn dio un respingo despavorida. Alguno de los salvadores había aprovechado la distracción de la agente para provocar una baja más. Por su cabeza volaron pajaritos cargados con culpa.
Pronto las balas se acabarían y si no habían muerto todos los que quedarán se matarían a golpes y puñaladas.
—Diego, busca a algún superviviente herido y mira que puedes hacer. Ve con cuidado.—el hombre tenía conocimientos básicos de enfermería, era el único en quien podían contar para ello.—Kyle, sígueme hasta mi antigua tienda.
Corrió en dirección a la tienda de campaña que habían compartido Gaia y ella para hallar indicios de que su amiga había estado allí. Lograron no ser vistos, pues la zona estaba más alejada del resto del campamento, junto al puente en construcción, para que Brooklyn pudiese visualizar todo desde allí.
—Mira, el té sigue caliente. Deben haberse ido hace poco.—dijo señalando la taza sobre una mesita de picnic.—¿Te has fijado que solo queda gente de Oceanside? ¿Crees que han huido?
—No me lo esperaría de ellos... quizás fueron en busca de ayuda.
Brooklyn se negaba a aceptar que ellos hubiesen dejado que Oceanside y los salvadores restantes se matasen entre ellos. Permitiendo la venganza. Pero todo apuntaba a ser así, pues no había rastro de sus amigos por la zona. Suspiró agitada y no fue capaz de controlar sus impulsos mandando a volar la taza con té contra un árbol cercano.
No se dio cuenta de su descuido hasta que fue demasiado tarde, quizás pensó que el eco de los disparos había sido suficiente para. Se giró hacia Kyle cuando lo oyó susurrar su nombre. Los ojos verdes de Brook se desplazaron por el rostro del joven hasta la boca, al ver cómo la sangre se vertía entre sus labios en gotas rojas.
—Tu también eres una de ellos.—gruñó la mujer de Oceanside. Los bandos volvían a poner en riesgo la vida humana.
Un grito de agonía se escapó de la garganta de Brooklyn mientras, impulsada por una ira ardiente, se abalanzó hacia la asesina sin pensarlo dos veces. Sus manos aferraron con fuerza el brazo de su enemiga justo cuando esta intentaba levantar su arma para defenderse. Era mas fuerte que ella y su dolor le guiaba de una forma que luego se arrepentiría pensándolo con calma. La ventaja desapareció en el momento en dos mujeres de Oceanside, atraídas por los gritos de su amiga, se unieron al combate, rodeando a Brooklyn en una danza macabra de violencia.
La tierra embarrada se convirtió en el único testigo silencioso de su lucha desigual. Gritó por ayuda a Diego, quien probablemente no le oiría. A medida que los golpes llovían sobre ella, Brooklyn no pudo evitar sentir el dolor punzante en cada hueso y músculo de su cuerpo. Su rostro ensangrentado reflejaba sufrimiento, mientras intentaba defenderse de las patadas que las mujeres le propinaban con fuerza. Las lágrimas, mezcladas con la suciedad y la sangre, rodaban por sus mejillas. Pero no solo lloraba por el dolor físico y la pérdida de su amigo, también lloraba por su propia impotencia y su incapacidad para evitar que la violencia se desatara en aquel bosque. Cada golpe que recibió fue un recordatorio doloroso de su fracaso como líder y de las consecuencias trágicas que enfrentaban ahora.
Tumbada en el suelo, Brooklyn decidió su destino con resignación, sintiendo que cada patada era un eco de su propia frustración y culpa. Su cuerpo magullado y tembloroso pareció rendirse ante el inminente final, hasta que dos disparos resonaron en el aire, rompiendo el silencio sepulcral.
Levantó la vista con miedo, sin saber que podría esperar, si otra forma de morir o su salvación. Diego y Gaia aún tenían sus armas levantadas, pendientes de algo que Brooklyn aún desconocía. Daryl, con el rostro completamente expresivo por una vez sostenía si ballesta hacia la otra mujer de Oceanside.
Brooklyn no entendió a que se debía el rostro del cazador hasta que apareció Maggie junto a un gran grupo y oyó a una Michonne desesperada gritar en dirección al puente.
—Es Rick.—murmuró Daryl.
Brook alzó la vista, en dirección al puente. Aquella horda de cientos de caminantes invadió el puente como hormigas a una semilla. La semilla era Rick, irónicamente quien había tratado de plantar la suya propia en dirección a la paz. Un Rick sangrando era todo lo que podía visualizar cuando su cuerpo se tornó piedra al asimilar la inminente muerte de la persona a la que Brooklyn más admiraba en ese roto mundo.
No había lugar para el mundo real en la cabeza de Brook en esos momentos. Mientras Daryl disparaba flechas sin darse por vencido, Michonne corría en dirección a la horda catana en mano y cada uno de los presentes trataba de ayudar, estática comprendió que no había más que hacer. Rick moriría aquel día y con el la única esperanza de prosperidad. Las lágrimas silenciosas recorriendo el magullado rostro de Brooklyn Stokes eran la señal de luz que finalmente se había apagado con el hombre que podría haber cambiado el mundo a mejor.
Todo había caído al final. Una dinastía que terminó demasiado pronto.
La explosión reflejada en los ojos de Daryl causaron más de una lágrima a Brooklyn, quién aún incapaz de moverse, había girado si cabeza buscado amparo en el hombre. Pero el estaba destrozado, tanto como cada uno de los familiares que el líder había dejado atrás con un acto tal como era la salvación de los mismos.
Dejaba atras a una familia, una mujer, unos hijos y unos amigos y hermanos que le amarían por el resto de sus días de vida. E incluso en la muerte, a pensar de Brook no creer en un lugar después de la vida, estaba segura que seguiría siendo amado.
Ella jamás admiraría a alguien tanto como a Rick, quién con su visión de prosperidad logro encandilar a Brook desde que lo conoció. Breves momentos que cambiaron si vida inesperadamente.
Unos brazos le arroparon temblorosos. Brook enterró sus dedos en la rubia cabellera de Gaia y llevo su cabeza a su cuello. Dejando el llanto fluir.
De nuevo, la muerte había ganado sobre la vida. Y un futuro incierto atraparía de nuevo sus comunidades. Esta vez Brook no cometería un error.
ACTO UNO FINALIZADOOOOOO
este acto me he centrado mas en dar a conocer a Brook, el próximo se viene cargado de romance con Daryl, si que si. Aunque no desde el primer momento porque no seria realista, we know the grumpy man.
¿quien tiene ganas de que los frenemis estos se besen ya?
voten y comenten que me ayuda a continuar y lamento la tardanza :) <3
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