La emoción, los nervios, esas ganas incontrolables de chillar que son reemplazadas con el azote de las lágrimas que piden, te exigen, salir de manera incontrolable de tus ojos cuando le ves aparecer.
Ese sentimiento de impotencia y el quedarte en blanco a medida que se va acercando a ti, aquél trozo de ti que alcanza el cielo cuando él tiene su mirada fija en ti y te sonríe, te sonríe de aquella manera letal que hace que te sonrojes y apartes la vista con rapidez provocando que él se sienta intrigado por ti.
El temor que sientes a que se aleje de ti, a no volverlo a ver, a perderle. El tiempo pasa y el cada vez esta más cerca de ti, te muerdes las uñas luchando aún para que las lágrimas no salgan de tus ojos y todos se te queden observando.
Abrazos, el sonido de las cámaras al tomar fotos, risas y besos, los ruidos te envueltan y todo contribuye en que cada vez estés más cerca de descomponerte en miles de piezas irregulares. Lo tienes a escasos metros, justo al lado y la chica que antes te había parecido tan calmada y serena ahora esta llorando mientras se tapa el rostro con las manos y la intentan consolar.
Él te mira de nuevo con la intensidad de sus ojos color cielo, tu te sonrojas y le sonríes haciendo que él te corresponda y se sonroja levemente; con los años su timidez ha ido disminuyendo pero aún sigue presente.
Te habla pero tu no contestas, estas demasiado ocupada observando todo de él, su cuerpo grande y fuerte, su altura imponente y su aroma embriagador que puedes percibir desde la distancia. Inmortalizando cada detalle en tu mente para tener su recuerdo siempre latente.
Te habla de nuevo, esta vez con cierta ternura en sus palabras ya que se ha dado cuenta del estado de incredulidad en el que te encuentras en ese preciso momento. Le respondes con timidez bajo su mirada insistente, sabe que estas incómoda pero no lo puede evitar, simplemente intenta ser cortés.
Tu corazón bombea a un ritmo anormal, tu pulso a mil por hora y el sudor frío recorre tu cuerpo y no paras de preguntarte si realmente tienes a James Hetfield delante de ti; eres incapaz de decir si aquello es la realidad o un sueño efímero.
Te acercas a él sin previo aviso y él queda asombrado por tu acto de valentía repentino, estas acostumbrada a verle del tamaño de la pantalla de tu celular y ahora él esta delante de ti, tan real, tan cierto. Tu respiración empieza a ser entrecortada.
Te abalanzas encima de él rodeando su cuello con tus brazos y él corresponde el agarre pero notas que no con el mismo sentimiento e intensidad con el que tu lo haces y, en alguna parte de ti por muy pequeña que sea, eso te duele enormemente.
Su olor masculino toma tus sentidos y te envuelve, aquél aroma que has intentado imaginar incontables veces por fin es real y son sus fuertes brazos los que acarician tu espalda y envuelven tu cuerpo haciéndote sentir intocable e inquebrantable, su aliento es el que choca contra tu cuello y tu eres la que esta apoyada contra su pecho y no tienes ninguna intención a soltarlo.
El cosquilleo inicial que sentías en el estómago se ha esparcido por todo tu cuerpo haciendo que cada roce proveniente de él te haga estremecer, las lágrimas salen de tus ojos, primero aún tienen cierto control sin embargo no tardas demasiado en empezar a sollozar mientras sigues agarrada a su cuerpo, tus uñas se clavan en su espalda y le susurras mil y una veces cuanto le agradeces todo lo que ha hecho por ti sin conocerte. Sigues entre sus brazos y no puedes ver su expresión pero sabes que esta sonriendo de la felicidad que tus palabras le dan, lo sabes porque te lo demuestra aumentando la fuerza con la que te mantiene a salvo del exterior que os rodea.
Te separas de él aún con lágrimas en los ojos, él levanta tu cabeza y con sus fuertes manos que tantas veces deseaste tocar te intenta secar las lágrimas, lleva su mano hasta el bolsillo de su parte trasera y saca su preciado pañuelo de tela negra y detalles blancos con el que te acaba de secar las lágrimas y con sus palabras amables hace que dejes de llorar.
Te hace reír pero de una manera distinta a la que lo sueles hacer, con él te sientes libre, él es tu salvador, tu héroe sin capa y puedes comportarte con total naturalidad con él, aunque solo sea durante unos minutos.
Te ofrece su pañuelo como recuerdo de él, como recuerdo del mejor día de tu vida, lo aceptas pero a la vez notas como las lágrimas amenazan de nuevo con salir.
Te firma todo aquello que tienes con su imagen, un trazo plateado con un valor incalculable para ti y que sabes que cada vez que lo verás vas a recordar este preciado momento inmortalizado en tu memoria adolescente.
Sacas tu móvil y le pides fotos con gusto él asiente y se pega más a ti, haciendo que todos tus bellos se separen debido a su cercanía, una foto donde ambos salís sonrientes, la más pura y sincera felicidad capturada en una imagen. Sin avisarle le besas la mejilla para tomar otra foto y él sorprendido sale medio sonrojado en la imagen y eso hace que mueras de ternura.
El tiempo pasa y vuestro momento infinito termina, te abrazas de nuevo a él; no quieres dejarle, no quieres separarte nunca de él sin embargo con su sonrisa despreocupada y su mirada penetrante te acaricia el pelo cin la palma de su mano y desaparece, escondiéndose entre la multitud que intenta llegar a él y los encargados de protegerle.
Tu mirada se fija en aquella foto tomada apenas unos minutos y te sonrojas, el pañuelo que lleva tanto tiempo siendo de su propiedad ahora te pertenece y te lo atas en la muñeca, haciendo que toda tú sigas rodeada de su propio olor pese a que él ya no esta presente.
Respiras con profundidad y miras al cielo con impaciencia y recitas:
"Take a look to the sky just before you die, Is the last time you will..."