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Secretos de Agua y Engaño: Parte I

EMagicBook


Capítulo 1

Una verdad absoluta es, que las mentiras son como telarañas que tejemos en nuestras vidas. Al principio, pueden parecer pequeñas y frágiles, aparentemente inofensivas. Sin embargo, a medida que tejemos más y más hilos, estas crecen y se vuelven más complejas. Y es que una sola mentira puede requerir muchas otras para mantenerse en pie, formando una red de engaño que puede atraparnos.

El problema con estas es, que a medida que se acumulan, se vuelven cada vez más difíciles de sostener. Requieren un esfuerzo constante para recordarlas y mantenerlas, lo que puede ser agotador y estresante. Además, suelen tener consecuencias negativas a largo plazo, ya que erosionan la confianza en las relaciones y pueden llevar a una serie de problemas emocionales y éticos.

¿Pero cómo explicarle eso a seres que, por naturaleza, son mentirosas y persuasivas?

Aquella habitación bañada por la suave luz del día que se filtraba a través de las persianas entreabiertas, respiraba intimidad y complicidad. Los tonos suaves de la decoración, con muebles elegantes, creaban un ambiente acogedor y romántico. La cama, con sábanas de satén y cojines cuidadosamente dispuestos, era el epicentro de su amor secreto, un lugar donde compartían momentos únicos y especiales. El suave susurro de la brisa exterior se colaba por la ventana y el aroma de velas perfumadas llenaba el aire con una fragancia dulce y seductora, envolviéndolos en una atmósfera de pasión y misterio.

El silencio de la habitación se veía interrumpido, únicamente, por la suave respiración agitada de Natasha y Nikolai. Habían compartido un momento íntimo y apasionado, y ahora se encontraban en la calma posterior al vendaval de emociones.

Natasha tenía la mirada puesta en el techo. Sus ojos verdes parecían perdidos en pensamientos distantes, mientras una sonrisa enigmática jugaba en sus labios rojos. Nikolai, estaba a su lado sin poder apartar la mirada de su rostro. Sus ojos avellana y profundos, brillaban con una chispa juguetona, y su cabello oscuro y rizado enmarcaba su rostro de manera distinguida, que hacía juego con esa sonrisa traviesa y seductora.

—Nunca podré descubrir quién eres en realidad, ¿cierto? —le preguntó el hombre, con un anhelo de curiosidad y nostalgia en su voz—. No puedo conformarme con saber únicamente que eres mi secretaria... Hay tanto que no sé de ti.

Natasha se volvió a él, mirándose frente a frente y con una profundidad que solo evocaba su propio amor. En el rostro de ella había una expresión enigmática y un destello de melancolía en sus ojos.

—No necesitas saber más de mí —respondió como siempre—. Lo único que debes saber es que te amo, más de lo que podrías imaginar. Lo suficiente como para permitirte continuar con tu vida, con tu esposa y tus tres hijos.

Nikolai frunció el ceño, sintiendo una mezcla de gratitud y confusión.

—Pero, Natasha, ¿por qué no podemos tener más? —Preguntó, olvidando el hecho que ya Natasha había revelado sobre la vida de él. La voz de Nikolai era como un susurro, en ese momento, lo que le daba un matiz mucho más oscuro—. ¿Por qué mantenerlo en secreto?

Ella sonrió, y con su mano delicada le acarició la mejilla con ternura, haciendo que sus ojos se encontraran de nuevo con aquella intensa conexión visual:

—Nikolai, no puedes entenderlo completamente, pero hay razones por las que debemos mantenernos en este límite. Algunas cosas no pueden ser, no importa cuánto las deseemos.

El hombre no solo evidenció su propia frustración, sino que, sentándose en la cama con los brazos apoyados en su rodilla y sin mirarla, colocó una expresión más seria.

—¿Tienes esposo o hijos? ¿Hay alguien más en tu vida?

Ella negó con la cabeza, pero una sombra pasó por sus ojos, revelando la complejidad de su situación. Era irónico que Nikolai se preocupara tanto cuando ella misma le había permitido mantener su propia vida, y a ella misma, a distancia. Pero una pregunta persistente la asaltaba: ¿Qué sucedería si supiera que ella tenía a alguien? ¿Sería tan egoísta como para quererla solo para él? Pero si ese fuera el caso, no podía juzgar el egoísmo de Nikolai porque en el juego de engaño en el que estaba involucrada, ella misma, era la más egoísta y manipuladora de los dos.

—No, Nikolai, no tengo esposo ni hijos —respondió con un tono suave y sereno. Mintió como siempre—. Pero mi vida es más complicada de lo que puedas imaginar. No puedo arruinar tu vida ni la mía, por involucrarnos más de lo que estamos permitidos.

Sí, sonaba como si fuera alguien que le importaba realmente la vida de los que estaban en su alrededor, y si les importaban, pero no lo suficiente como para haber empezado este juego macabro, que, de descubrirse, desataría la muerte, el infierno y el mismísimo odio.

Nikolai, aunque sabía que mentía, comprendió en ese momento que había algo más en juego, algo que Natasha estaba decidida a proteger a toda costa. Aunque la curiosidad seguía latente, también comprendía que había límites que no debían cruzarse, y por el momento, debía aceptar la realidad de su relación clandestina y misteriosa con ella.

Hubo un silencio breve, pero que pareció eterno para ambos. 

Los dos sabían que el juego de mentiras podía ser peligroso para ellos. Ninguna relación se podía forjar a través de la desconfianza.

De repente, el sonido de un teléfono interrumpió la atmósfera íntima. Nikolai notó que el sonido provenía de la cartera de Natasha, y su expresión pasó de sorpresa a confusión, al darse cuenta de que ella tenía dos teléfonos. Miró hacia la cómoda donde estaba el otro celular de Natasha, y le fue imposible fruncir el ceño.

—¿Qué mierda, Natasha...?

Estaba a punto de preguntar sobre ello, cuando Natasha, con un semblante sombrío comenzó a cantar una canción:

"En las olas del mar profundo,

donde el amor es eterno y fecundo,

dos almas unidas por destino,

bailan juntas en el abismo divino.


Sus corazones, unidos en pasión,

navegan las aguas en comunión,

pero el océano, implacable y voraz,

les condena a un amor fugaz.


El mar los separa con cruel deseo,

pero sus almas siempre se encuentran en el anhelo,

un amor eterno, un destino incierto,

en las profundidades del mar, se han vuelto expertos."


La melodía envolvente, parecía tomar el control de la mente de Nikolai, dejándolo en un estado incierto, como si hubiera perdido su alma y su mente por un momento.

Natasha, tomó su teléfono de la cartera y contestó con una voz que era inusualmente gruesa y oscura, muy diferente de su tono habitual y femenino:

—No te preocupes, tuve un retraso, pero ya estaré pronto.

Nikolai, en ese momento, parecía haber perdido todo rastro de vida. Miraba en dirección en donde Natasha había estado, pero hacia la nada, con ojos perdidos y el iris engrandecido, como el de un gato en la noche. Lo que fuera que Natasha hubiera hecho lo apartó del mundo en ese momento...


Nikolai se encontraba en el jardín de su hermosa casa, observando a sus tres hijos mientras jugaban con los dos hijos de su hermana, Anastasia. Sus tres hijos, Ivan, de 10 años, María, de 8, y Dmitri, de 6, corrían y reían mientras disfrutaban del cálido día de verano. Los dos primos, Andrei y Elena, de edades similares a los hijos de Nikolai, se unían a la diversión, creando un alegre alboroto que llenaba el jardín.

—¡Te dije que te atrapé! —gritó enojado Ivan.

—¡Claro que no! —Le respondió Elena, empujándolo.

Todos allí presente sabían que iban a salir peleando si no se les paraba.

—¡Niños, no peleen! —le reprendió Dominic, con el entrecejo arqueado y apuntándoles con amenaza, con la espátula de la parrillera.

Claro, se encontraba junto a la parrillera preparando hamburguesas jugosas con una habilidad innata, lo que hacía que el aroma de la carne llenara el aire, en conjunto con el viento y el calor del verano.

Los dos niños pusieron los ojos en blanco, y por lo que Nikolai pudo ver, el grupo se dividió por causa de la riña. María y Elena entraron a la casa, seguramente para jugar con las muñecas en la habitación, mientras que los chicos decidieron tomar un balón. Pronto, los gritos y el sonido del correteo se juntaría al ambiente.

Nikolai suspiró y dio un sorbo a la cerveza que tenía consigo entre sus manos.

Ekaterina, la esposa de Nikolai, y Anastasia, estaban en una mesa apartada preparando una ensalada de verano llena de colores vivos y sabores frescos. Las dos mujeres conversaban y reían juntas, compartiendo confidencias y anécdotas familiares.

A simple vista, el panorama parecía un sueño hecho realidad: una familia feliz disfrutando de un día soleado, risas y deliciosa comida. Sin embargo, mientras Nikolai contemplaba a su familia, una sensación de melancolía se apoderaba de él. Sus pensamientos estaban ocupados por una sola persona: Natasha.

Cada risa de sus hijos parecía resonar en su mente, recordándole cómo su vida había tomado un rumbo que tal vez no era el correcto. Si tan solo hubiera esperado un año más antes de casarse, su vida habría sido diferente. Conoció a Natasha justo un año después de haberse casado. Y todavía podía recordar aquella entrevista:

Su mundo pareció detenerse por un instante. Ella entró a la habitación con una gracia y una belleza que lo dejaron sin aliento. Su cabello castaño, largo y sedoso, y aquellos ojos verdes que parecían penetrar su alma, más aquellos labios rojos y esa sonrisa que podría derretir hasta el corazón más frío, hicieron que su primera impresión sobre ella fuera inolvidable.

Pero no era solo su apariencia, era una energía magnética que emanaba, como si estuviera destinada a estar en su vida desde el principio. Aunque Natasha no tenía experiencia previa y estaba nerviosa en la entrevista, su corazón parecía suplicarle que la contratara.

Y cuando finalmente pronunció esas palabras mágicas aceptando el trabajo, Nikolai no pudo resistirse a la tentación. En un acto impulsivo, ella se acercó y lo besó, y en ese momento, cualquier resistencia que Nikolai hubiera tenido, se desvaneció por completo mientras la tomaba entre sus brazos. Fue un momento en el que el destino pareció intervenir, uniendo sus vidas de una manera que ninguno de los dos podría haber previsto. Era increíble que llevaran nueve años en aquello.

Sí, definitivamente, si hubiera conocido a Natasha antes, su presente sería diferente por completo. La pregunta persistente que rondaba su mente, era si había tomado la decisión equivocada al casarse con Ekaterina. Aunque, por supuesto, como cualquier padre, no se arrepentía de haber tenido a sus hijos. ¿Cómo entonces podría ser un error?

No obstante, aunque su familia parecía perfecta en ese momento, Nikolai no podía evitar pensar en lo que podría haber sido, si hubiera seguido su corazón en lugar de las expectativas de otros. Pero el precio de su mentira era vivir atormentado por sus propios deseos y anhelos.

Nikolai cerró los ojos y dejó que su mente se sumergiera en el mundo de lo que pudo haber sido. Vio una historia alternativa donde, en lugar de casarse con Ekaterina, había elegido esperar un año. Y, al conocer a Natasha, rechazó su compromiso con su actual esposa por seguir su corazón. 

En esa visión, él y Natasha vivían en una hermosa casa junto al mar, donde cada mañana despertaban juntos para ver el amanecer sobre las olas, pasaban los días explorando el mundo juntos, viajando a lugares exóticos y compartiendo aventuras emocionantes.

Sus tres hijos, cuyos nombres resonaban en su mente como un eco distante, crecían en un entorno de amor y complicidad, aprendiendo de sus padres la importancia de seguir sus corazones y perseguir la felicidad. Nikolai imaginaba no solo la pasión que compartían en su vida íntima, sino también la conexión profunda que tenían a nivel emocional. Natasha, con su inteligencia, astucia y perspicacia, era su compañera en todo, su apoyo inquebrantable en cada desafío.

Juntos, construían un legado basado en el amor y la autenticidad, inspirando a aquellos que los rodeaban con su historia de amor apasionado y su capacidad para superar cualquier obstáculo. En esta historia, la vida con ella era un constante recordatorio de que el amor verdadero era más fuerte que cualquier mentira, y que seguir sus corazones los había llevado a un destino de felicidad y plenitud que nunca habían imaginado.

Nikolai abrió los ojos, sacudiendo la imagen de su mente. Sabía que ese futuro alternativo era solo un sueño inalcanzable, y que su vida actual estaba atrapada en una red de mentiras y secretos. Aunque el deseo de lo que podría haber sido lo atormentaba, también entendía que debía enfrentar la realidad y las decisiones que había tomado. Pero esa imagen que construyó en su mente, lo perseguía como una sombra, recordándole un mundo que podría haber sido, pero que ahora solo existía en su imaginación.

No se percató en qué momento su cuñado había terminado de cocinar las carnes, pero ahora estaba sentado junto a él, mirando hacia sus esposas quienes estaban en la tarea de armar las hamburguesas, finalmente.

Dominic miró a Nikolai, con una expresión de complicidad en su rostro un momento, para luego volver su mirada hacia los niños jugar y sus esposas.

—¿Todo esto se debe a la mujer que te atormenta? —preguntó su cuñado en voz baja, sin necesidad de mencionar el nombre de Natasha.

Nikolai asintió con pesar, reconociendo que Dominic era la única persona que conocía el secreto que lo abrumaba. 

—Sí, Dom, es ella. No puedo evitar pensarla —se sinceró—. Imaginar en lo que pudo haber sido y en lo que es. A veces me pregunto si alguna vez tomaré la decisión correcta.

Ambos sabían que esa última sugerencia no era tan fácil de hacer. Tenía esposa e hijos. Era arruinar todo eso por una mujer. Dominic dejó escapar un suspiro comprensivo y luego preguntó:

—¿La has vuelto a ver?

Nikolai se recostó en la silla de jardín y miró hacia el cielo, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—Bueno, además de verla todos los días en el trabajo, esta mañana... —se detuvo por un momento, apretando el puño de su mano—. Esta mañana estuve con ella, pero volví a cometer el error de querer conocerla más. Cada vez que intento profundizar en su vida, ella simplemente desaparece, me deja solo en la habitación, como si no existiera.

Dominic frunció el ceño, evidentemente intrigado.

—¿Qué quieres decir con que desaparece?

—No lo sé, Dom. Es como si fuera un fantasma —Nikolai suspiró y miró a su cuñado, con una mirada llena de duda y confusión—. A veces, cuando creo que estamos llegando a un punto importante en nuestra conversación, simplemente se esfuma. Y no estoy seguro de si lo hace a propósito o si hay algo más en juego aquí. Lo único que sé es que me está volviendo loco.

—Solo puedo decirte que, el hombre solo se pierde, Nik —respondió su amigo, uniéndose a el en el sorbo de su cerveza. 

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