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Crossover [4/5]: El jardín


Adora asintió mientras iba a abrirle la puerta a Carlos V, quien tenía sus dos manos ocupadas cargando la caja.

—Enana, ¿dónde te dejo esto? —Ambos notaron como tanto Victoria como Carlos A voltearon a verlos.

Carlos A estaba con Victoria en el asador preparando todo. Luego, ambos se voltearon a ver como diciendo "¿Puedes creer esa mierda?"

—Creo que por allá en esa mesa está bien —señaló una mesa cerca de la parrilla, pero no tanto para que no se le quemara nada si era de papel alguna decoración.

Carlos A había fruncido un poco el ceño al escuchar el apodo, ¿cómo que enana? ¿Desde cuándo ese Carlos apodaba a Torres y ella se dejaba?

Les volvió a dar la espalda para tratar de ignorarlos. Todavía recuerda muy vívidamente lo que pasó la última vez que se seguía interponiendo entre Adora y su asistente. Y quería evitar una parte dos.

Es solo un apodo. Es solo un apodo. Es solo un apodo, se repitió mientras se volvía a dedicar a enseñar a Vic a prender la parrilla.

—Una vez que colocas el carbón como en un tipo volcán, prendes un pedazo de papel y una vez que esté bien prendido, pones un poco de carbón por encima y esperas unos segundos. Con un pedazo de cartón comienzas a avivar el fuego creando un poco de aire y listo, poco a poco el carbón comenzará a encender.

—Creo que ya lo tengo —Victoria seguía muy atenta a la explicación que Carlos A le estaba dando.

—Hay gente que prefiere ponerle un poco de aceite, pero eso es para gente que quiere las cosas fáciles.

Adora miró a Carlos V como diciendo "¿lo ves? Cero celos" mientras iba sacando algunas decoraciones de la caja. Carlos V rodó los ojos, claro que no, solamente fingía muy bien el idiota.

La venezolana se dedicó a inflar unos globos blancos con la boca porque se le ocurrió que inflarlos y dejarlos flotando en la piscina se vería como bonita decoración—No quería decir te lo dije, pero te lo dije —soltó en el momento en que logró despegar su boca del primer globo y comenzar a atarlo.

—La apuesta no ha terminado, mira esto —Carlos V susurró para después hablar a todo pulmón —Enana, ¿de qué colores quieres que infle los globos?

Carlos A y Victoria ni siquiera voltearon.

—No les hagas caso —Carlos A habló entre dientes pasándole un pedazo de cartón para que ella comenzara a avivar el fuego.

—No pensaba hacerlo —Vic dijo tratando de no reírse por la cara de estreñido de Carlos A. Lo cierto era que los únicos celos enfermizos que Victoria conocía, eran por Isa. En todo caso se pondría celosa por Carlos V coqueteándole a su chica.

—Blanco y negro está bien —replicó Adora sin inmutarse, para ella eso no estaba funcionando y Carlos V estaba quedando como payaso con ella por segunda vez en el día —No funciona —murmuró Adora hacia Carlos V mirando de reojo a Carlos A y a Vic.

—¿Puedes darme un poco de credibilidad? Solo que ella también está jugando sucio mira —Carlos V los señaló con la cabeza discretamente. Adora los volteó a ver.

—¡Carlos! Creo que se está apagando —Victoria se agachó a ver el carbón mientras seguía avivando el fuego.

Lo cierto era que Victoria no estaba jugando sucio, estaba más concentrada en aprender a hacer funcionar el fuego.

—¡Rubia, aléjate de ahí! No pongas tu cara a la altura del fuego, puede salir un pedazo directo a tus ojos —Carlos A la quitó de ahí como si de un niño pequeño se tratara.

Adora miró a Carlos V tratando de contener una carcajada, ¿eso le parecía jugar sucio? Carlos V no supo cómo, pero el primer globo que había inflado había explotado en sus manos.

—Si quieres ver la definición de jugar sucio te la puedo enseñar, eh, pero no está ni cerca de ser aquello —señaló con la cabeza a Carlos A y Vic.

La cabeza de Carlos V trabajaba a mil por hora. Era cierto que parecía que un simple apodo no iba a funcionar por más que lo repitiera, ¿entonces qué podía hacer para poner al otro Carlos celoso y que Adora pierda? Porque se negaba a renunciar al jardín y el librarse de esos dos por el día. Debía encontrar una forma.

Miró la cabeza de Carlos A desde atrás tratando de meterse en su mente y pensar como él. Bien, tal vez el apodo no funciona con el otro Carlos... pero tenía idea de algo que sí, miró de reojo a Adora y terminó de inflar su globo para luego amarrarlo y tirarlo a la piscina. Se acercó a la castaña.

—¿Te duele? —preguntó haciendo un gesto a la quemadura que traía en el cuello.

—Nope, en realidad no —lo miró curiosa para luego volver a tratar de amarrar el nudo de su globo, sus uñas no hacían más que complicarle el trabajo.

—En mi cuarto tengo un ungüento para ese tipo de heridas, te lo podría buscar —ofreció y vio a Carlos A mirarlos de reojo. Sabía que él había intentado conseguir que Adora se echara algo, y tenía el presentimiento de que si él lograba que lo hiciera iba a hervir de celos.

—No, gracias, ya le dije a Carlos que nunca me echo nada —se encogió de hombros.

—Sí, ¿pero sabes que si no te echas algo para una herida relacionada con fuego puede llegar a crearse una cicatriz escamosa? Y eso no se va, está comprobado por dermatólogos —se inventó toda una mentira sonando tan serio y convincente como podía —Odiaría que te quede esa cicatriz, enana.

Carlos V sabía que estaba metiéndose a terreno peligroso, pero debía de ganar y por las respuestas de Adora, estaba claro que ella no pensaba ayudarle a poner a Carlos A celoso.

—¿En serio? —dudó la venezolana con sospecha, en realidad trataba de mantenerse lejos de cosas calientes como la cocina, y nunca antes se había quemado con una plancha así que no sabía qué tan cierto era.

—Muy en serio, jamás mentiría con algo como la salud —Carlos V sintió la mirada de Victoria sobre él, pero la ignoró.

—¿Pero entonces no se te quita nunca nunca? —se rindió con su globo y se quedó atenta a su respuesta. No le gustaría tener una cicatriz así por necia, ella solo suponía que se curaría solo.

—¿Ves esta cicatriz? —Carlos V alzó su pierna enseñándole su rodilla con una cicatriz diminuta, pero visible —Me la hice cuando un sartén caliente cayó sobre mí la primera vez que intenté cocinar por mi solo. Eso fue hace 7 años.

Adora observó su cicatriz y de manera inconsciente se llevó la mano al cuello. Okay, se podría usar Photoshop para borrarla en sesiones de modelaje que le tocaba hacer con sus sponsors, ¿pero la volvía egocéntrica el no querer tenerla?

Se inclinó hacia él—¿La puedes ir a buscar, porfa? —susurró sin querer que Carlos A oyera nada. Después de todo le había rechazado a él la oferta.

Y fue ahí que Carlos V sonrió como el villano de telenovela del que le habían acusado ser —¿Qué? ¿Qué quieres que te la traiga? Claro, todo por mi enana favorita.

Carlos V había hablado más fuerte de lo normal, todo por ganarle a la castaña frente a él, Adora lo estaba asesinando con la mirada y sin darle la oportunidad de replicar Carlos V salió volando directo a la casa.

Carlos A estaba dispuesto a ir con Adora en cuanto vio al otro Carlos cerrar la puerta detrás de él y como si Victoria le hubiera leído los pensamientos le detuvo —Ni se te ocurra.

—¿Acaso no escuchaste a ese cabrón?

—Claro que lo escuché. ¡Lo está haciendo para hacerte enojar!

—¿Por qué?

—No tengo la menor idea, he estado contigo todo este tiempo —Estaba bien que conociera a Carlos V, pero no sabía porqué hacía la mayoría de las cosas.

Carlos A bufó tratando de aclarar sus pensamientos y no caer en el juego del otro Carlos. No sabía a qué se estaba jugando, pero no lo dejaría ganar.

Carlos V no tardó mucho en regresar con el ungüento en las manos y una sonrisa ganadora en su cara. El madrileño se puso frente a Adora y antes de hablar fuerte, le susurró solo para ellos.

—Mira como se retuerce —Carlos V abrió la botella y se colocó un poco en su dedo índice —¿Quieres que te ponga un poco?

—Si no la hubieras abierto te habría dicho que no, que me la puedo poner sola —Adora trató de agarrar la botella y Carlos V la alejó.

—¿Por favor? Después de todo te la fui a buscar porque me preocupo por ti, enana —hizo ojitos del gato con botas.

Maldita sea, Adora no podía ver esos ojos a Carlos sin querer decirle que sí a lo que sea. Y siendo otro estaba probando ser lo mismo.

Adora rodó los ojos—Bien, pero que sea rápido que tenemos que seguir decorando.

Carlos V sonrió para sus adentros acercándose lentamente para echarle a la herida, pero no logró ni tocarla cuando Carlos A había cargado a la castaña en su hombro bajo sus protestas y agarrado la botella directo de sus manos.

—¡Gracias, cabrón! —Habló con una sonrisa fingida para luego alejarse con la castaña.

—¡Sainz! ¡Bájame! —lo pateó Adora y apenas en ese momento fue que conectó que acababa de perder —¡Noooo! —coño, odiaba perder.

Carlos V la estaba viendo con una sonrisa en la cara gesticulando sin ningún sonido: El jardín es mío.

Victoria llegó hasta donde estaba Carlos V y le dio un golpe en el brazo —¿Qué fue lo que hiciste ahora?

—¿Yo? Nada, solo estaba siendo un buen amigo —Carlos V fingió demencia ante la pregunta de la cantante.

—Si claro, ¿buen amigo para quién? Porque para Carlos A, no.

Carlos V rodó los ojos —No, si ya vi que para buenos amigos, ya te tiene a ti.

—¿Qué se supone eso? —Victoria preguntó entre risas, ¿ahora que había pasado?

—"Rubia, apresúrate" —Carlos V imitó de mala forma a Carlos A mientras Victoria se burlaba de él.

—¿Solo por ese apodo? Vamos, fue algo inofensivo —Victoria se mordió un labio para dejar de burlarse de Carlos V y eso pudo con él.

Carlos V estaba harto de pelear con ella, no le gustaba y sabía que la mayoría de las veces, si no es que todas, era por él. Así que está vez optó tomárselo como lo que era, un juego.

A Victoria le gustaba jugar y él podía jugar con ella y hacerla feliz.

El madrileño fue hasta donde estaba y la abrazó con todas sus fuerzas mientras la apretaba contra su cuerpo y ella trataba de soltarse —Admite que lo hiciste para molestarme y te dejaré libre.

—No admitiré nada. Prefiero morir asfixiada —La cantante dijo apenas entendible. Carlos en verdad la estaba apretando fuerte, no para lastimarla, solo lo suficiente para jugar con ella y hacerla sufrir un poco.

Por la diferencia de estatura, Carlos V tenía su vista sin interrupciones mientras que Victoria seguía siendo apretada por el cuerpo de Carlos, no es que le molestara, era un juego de niños.

—Admítelo o te tiraré a la alberca —Carlos comenzaba a caminar y Victoria no podía ver si lo que decía era cierto o no.

—No.

Victoria trataba de no dejarse mover, pero tenía las de perder, Carlos era más fuerte que ella, así que a tropezones solo trataba de mantenerse de pie.

—Venga, Vic. Admite que hiciste que te dijera rubia frente a mí para hacerme enojar.

Carlos V ya estaba en la orilla de la alberca esperando pacientemente que Victoria dijera la verdad, la conocía a tal punto que sabía que lo había hecho a propósito, pero también la conocía tan bien que sabía que ella no lo aceptaría nunca.

—¿Y funcionó? —Victoria preguntó entre risas sabiendo que lo había hecho.

—¿Entonces admites que lo hiciste a propósito? —Carlos V estaba a punto de soltarla y dejarla ir libre, hasta que la cantante habló de nuevo.

—No.

—En ese caso, no me dejas otra opción.

Y sin decir más, la soltó dándole un pequeño empujón a la alberca, no le importaba si su ropa se mojaba, además no tenían que preocuparse por sus celulares o algo por el estilo porque en ese lugar no había.

Victoria se dio cuenta muy tarde que Carlos V la había aventado a la alberca y reaccionó hasta que salió a la superficie.

—Maldito bastardo.

—Sabes nadar ¿no? O te vas a volver ahogar, puedo llamarle a tu amigo el salvavidas, pero está muy ocupado con su chica —Carlos V dijo entre risas al ver el ceño fruncido de Victoria.

—Nooo, mis cigarros. Carlos, vas a morir.

—¿Se mojaron?

—Están arruinados —Victoria se quejó amargamente.

—Premio doble, en ese caso.

—Ayúdame a salir —Victoria estiró sus manos esperando que Carlos V las tomara y la sacara.

—No. Te conozco, vas hacerme caer —Carlos V sonrió mientras Victoria negaba inocente, ese era exactamente su plan.

Pero entonces Carlos V tomó las manos de Victoria y puso el mínimo de fuerza dejándose tirar a la alberca por ella. Ambos sabían que no había forma de que Victoria ganará.

Carlos V estaba consciente que por primera vez en mucho tiempo no tenían un itinerario el cual seguir, no había cámaras a las cuales engañar, entrevistas que dar. Estaban ellos dos solos y se estaban llevando bien, como antes de que se acostaran, estaban siendo amigos y eso le gustaba. Le gustaba pasar tiempo con ella sin estar pensando todo el tiempo si lo que decía o hacía la lastimaba.

Los dos salieron a la superficie, Carlos alcanzaba a la perfección estar de pie en la alberca mientras que Victoria se mantenía flotando como podía.

—Ven acá —Carlos estiró su mano y la ayudó a que ella se subiera a su espalda.

Victoria se sentía pesada porque Carlos la había aventado con ropa, y con sus shorts de mezclilla y su playera oversize la hacían hundirse más y tener poca movilidad, así que aceptó la ayuda de Carlos sin problema.

Una vez que ambos estuvieron estables, los dos rieron por lo que acababa de suceder, se sentían tan ligeros, sin responsabilidades.

—Hay que salir o se va a apagar el carbón y Carlos A me dejó encargada de él —Victoria le pidió a Carlos V, quien estaba nadando hacia la salida.

—Si claro y contigo empadada cuidándolo no se va a apagar.

—Cállate, solo vamos —Carlos rodó sus ojos sin que ella se diera cuenta, pero aún así la obedeció —Ya tendremos tiempo para volver a nadar.

Victoria se bajó de la espalda de Carlos una vez que estuvieron en la parte más baja y ambos salieron de la alberca.

Victoria corrió hasta el asador para ver si su gran trabajo se había arruinado, por suerte no había sido así. Carlos V, por otro lado, había comenzado a quitarse sus tenis, su playera y comenzaba a sacudirse como perro haciendo que el agua cayera sobre el carbón.

—¡Carlos! Mi fuego —Victoria fue hasta donde él estaba y lo empujó, le había costado mucho mantenerlo prendido.

Carlos V solo reía al ver a Victoria tan concentrada en el asador. Se le olvidaba que todo lo que ella hiciera debía de ser perfecto o moriría de una combustión interna.

—Perdón, perdón, preciosa —Carlos V se dejó empujar mientras se reía y seguía sacudiéndose mojando a Victoria haciendo que ella gritara y se riera. Esa risa era música para sus oídos.

—Eres un genio —Victoria habló molesta mientras sacaba su cajetilla de sus shorts y la tiraba al suelo —Ya estarás contento. Me debes unos cigarros.

—Te lo he dicho mil veces, jamás te compraré cigarros, así que no —Carlos V estaba dando pequeños brinquitos para sacarse un poco de agua que le había entrado en el oído cuando Victoria lo había jalado.

Estaba tan concentrado en sacar esa agua de su oído que no se percató en el momento en el que Victoria se comenzó a quitar la ropa mojada quedándose simplemente en bikini.

De momento todo se le olvidó y se le quedó viendo sin miedo a que alguien lo descubriera. Podía sentir como se comenzaba a poner acalorado, sabía que debía dejar de verla, pero era como si se hubiera quedado congelado, o eso creía hasta que una voz lo trajo de vuelta.

—¿Ahora quién devora con la mirada a quién, guapo? —La cantante le soltó su playera y se la aventó directo al pecho.

Victoria se burló de él en cuanto él atrapó la playera y su risa lo hizo sentir todavía mejor.

—Ven ayúdame a que esto no se apague.

—De seguro ese tipo te enseñó todo mal —Carlos V rodó los ojos y se acercó a ver que tanto había aprendido Victoria de Carlos A.

Carlos A sentó a Adora en una de las mesas de la piscina bajo la mirada incrédula de la castaña.

—Sainz, me acabas de hacer perder una apuesta —se quejó viéndolo abrir la botella del ungüento. ¿Por qué de todas las veces que podría haber interrumpido eligió esa?

—No me interesa —se encogió de hombros echándose esa crema en el dedo índice —Lo que me interesa es que mi novia tomara consejos de alguien más y se dejara cuidar por alguien que no soy yo —dijo mirándola a los ojos bastante serio mientras se inclinaba hacia ella con una mano apoyada en su muslo haciéndose lugar entre sus piernas abiertas en lo que su dedo se encargaba de esparcir esa crema de la forma más cuidadosa y delicada que pudo.

Adora se quedó mirándolo, casi olvidándose de lo que acababa de decir, pero había resonado como un eco en su cabeza sin permitírselo. Sonrió divertida tratando de ocultar sus nervios y sonrojo al tenerlo así de cerca—¿Y quién será esa novia? Porque yo solo recuerdo ser una novia falsa.

Carlos pareció congelarse ahí mismo, su mirada a un millón de años luz. ¿Había dicho eso? ¿Por qué había dicho eso? Tenía razón, ellos tan solo eran novios falsos y no era como si él no estuviera consciente de ese hecho. Estuvo presente en la reunión en la que lo acordaron.

Falsa. Me refería a novia falsa —se corrigió Carlos alejándose un poco —Aunque sabes que seamos lo que seamos eso no evitará que me deje de preocupar por ti, Torres. Somos amigos.

Y Adora podía sentir que estaba siendo totalmente honesto—¿Y de qué habría que preocuparse? —Adora apoyó ambos brazos a sus costados.

Carlos A sonrió un poco amargo—La pregunta correcta es ¿de qué no? Cada vez que nos subimos en esos carros tengo miedo de que algo te pase... —al sentir la manera en que Adora lo miró, decidió seguir —O a Lando, o a Charles, o a cualquiera —trató de disimular un poco.

Adora asintió comprendiendo. Su trabajo podía llegar a ser aterrador a veces—Siento lo mismo —lo miró a los ojos —Todavía recuerdo cuando chocaste en las prácticas de Monza el año pasado. No me había pasado a mí, y en ese entonces no nos llevábamos, pero no pude evitar contener mi aliento y esperar que estuvieras bien.

—Pues ya sabes cómo me sentí cuando chocaste en Barcelona —admitió Carlos.

En realidad no fue solo contener el aliento, su corazón se paralizó ahí mismo sin saber si ella estaba bien o no porque tardó unos segundos que se le hicieron eternos a todos los presentes en contestar la radio de su ingeniero.

Ella nunca se había puesto a pensar en lo aterrador que debía ser para ojos de otros pilotos ver esa clase de accidentes suyos. Al menos ella sabe que cuando Carlos chocó en Monza y Lando chocó en Spa, se sintió como si el mundo se detuviera por unos segundos, expectantes, esperando no presenciar otra tragedia en el deporte.

—Bueno, menos mal que aquí no nos tenemos que preocupar por eso, ¿no? —Adora trató de devolver los ánimos —Tú única preocupación debería ser tu nemesis gatuno —bromeó.

Carlos negó con la cabeza rodando los ojos—No puedo creer que seas tan ciega, Torres. El gato se te burla en tu cara.

—¿Seguro que no es en la tuya? Pensé que el tema era contigo y que se hacía inocente a los ojos de los demás y cuando nos dábamos la espalda se volvía en el mismo diablo —gesticuló Adora haciendo muecas exageradas para interpretar bien cada papel que iba relatando.

—¿Quieres ver el diablo? Yo te lo puedo mostrar —sonrió para sus adentros Carlos y bajo la mirada confundida de Adora trató de hacerle cosquillas.

—¡Sainz! ¡No! ¡No! —trató de esquivarlo echándose para atrás en la mesa. Ya lo había torturado una vez y casi se orinaba de la risa. Era muy cosquillosa.

Su mano la alcanzó por un costado y la piloto se retorció de la risa—¿Te vas a poner de mi lado acerca del gato? —Carlos observó con ojos divertidos como Adora no podía parar de reír.

—¡No! —se negó intentando escapar, pero Carlos era más fuerte y con una sola mano en su muslo era suficiente para mantenerla quieta.

—Uy respuesta incorrecta —canturreó atacando por el otro lado mientras Adora trataba de patearlo.

—¡Au... Auxilio! —quiso respirar entre lágrimas de la risa.

—Perdón, Torres, pero parece que tus amigos están muy ocupados —sonrió complacido —¿Me vas a dar la razón?

—¡No... no! —intentó apartar su mano mientras con la otra mano se sostenía del estómago.

—Solo admítelo y te dejo quieta —atacó con ambas manos y Adora no podía más, le dolían las costillas de tanto reír y Carlos ya había encontrado que esa era la única manera de hacer que la piloto dejara su terquedad de lado siquiera por un rato.

—¡Bien...! ¡Okay...! ¡Estoy de tu lado! Estoydetuladoperobasta —jadeó rendida y cuando Carlos por fin la soltó pudo respirar con alivio.

—¿Ves? Tan fácil era —sonrió Carlos inocentemente.

Adora lo pateó.

—¿Qué? ¿Quieres una segunda ronda? —alzó las cejas el español. Le divertía mucho este tipo de peleas con la castaña.

—¡No! —Adora se sentó de un salto sin darse cuenta cuando se había recostado en la mesa, solo que no consideró que Carlos estaba al borde de la mesa entre sus piernas por lo que cuando se sentó quedó mirándolo desde abajo.

Este hombre no tiene un mal ángulo, no pudo evitar pensar.

Observó como sus ojos bajaron desde su rostro hasta sus labios. Adora no tenía ni idea de cuando había oscurecido, solo que Carlos bajo la luz de la luna se le hacía diez veces más atractivo de lo que ya era. Pasó una mano por su mejilla sintiendo como le raspaba la barba al ras de pocos días, Carlos observó el movimiento, conteniendo el aliento. Ella continuó su viaje por su mejilla hasta bajar por su mandíbula, luego a su cuello y finalmente a su cabello, entrelazando sus dedos ahí y conectando sus miradas. Lo iba a atraer hacia ella para finalmente cerrar la distancia y darse lo que ambos anhelaban, sus respiraciones mezclándose cuando escucharon risas escandalosas algo cerca de ellos y se separaron, ambos parpadeando como si acabasen de salir de un trance.

Con esas risas fue como si despertaran, Adora lo soltó a lo que Carlos se alejó aclarándose la garganta. Sin saberlo, ambos estaban pensando en las conversaciones que tuvieron con los otros. Adora no quería complicar las cosas con Carlos como Vic, y Carlos no quería perderla por acostarse, porque ambos estaban conscientes que tenían tanta energía acumulada que no había manera de que un próximo beso de ellos no terminase en la cama.

—Creo que... ya deberíamos ir, ¿no? —Carlos cerró la tapa de la botella del ungüento.

—Ajá —comentó Adora odiándose un poco por dentro porque no podía dejar de oír la voz de Vic en su cabeza "Aprende de mí, ese hombre es un Dios griego viviente. Y sabes lo que les pasó a sus amantes, ¿no? Mejor no lo hagas"

—Vale, vamos —él no esperó respuesta y solo salió directo a ayudar en la parrilla. Necesitaba alejarse porque de quedarse un segundo más no sabía qué haría, pero estaba seguro que no sería apto para sus amigos ahí presentes.

Adora se quedó unos segundos más procesando todo para luego seguirlo. Solo esperaba que nadie hiciera comentarios de sus mejillas porque estaba tan frustrada que no temería empujar a quien sea a la piscina.

Carlos V y Victoria vieron como Adora y Carlos se acercaban hasta donde estaban ellos.

—¿Si esparcieron bien el ungüento? —Carlos V preguntó juguetón ganándose un golpe por parte de Victoria en las costillas —Ouch.

Como si el golpe no hubiera sido suficiente, con la simple mirada lo regañó diciéndole: "basta"

—Mejor de lo que lo habrías hecho tú de seguro —fue lo que comentó Carlos A sin encontrarle nada de gracia al comentario. Seguido se puso a examinar el calor de la parrilla.

Adora se limitó a pasarles por al lado bien callada a lo que se volvía a poner con sus decoraciones. Cabe decir que ese primer globo que infló explotó.

—Creo que logré mantener el asador prendido, les toca —Victoria les habló a los dos Carlos y a ver a Adora rápido —¿Estás bien?

La castaña asintió sin decir nada, tal vez necesitaba un minuto a solas.

—Si estos dos te hartan siempre puedes ir a la cocina, iré a preparar galletas. ¿Algunas que te gusten?

Adora lo pensó por un segundo y supuso que no habría problema en pedirle a Vic sus galletas favoritas, a lo mejor sabía hacerlas —¿Red Velvet?

—Claro si, creo que puedo hacer unas cuantas.

Las dos se sonrieron mutuamente y Victoria fue a la cocina, una vez que estuvo ahí comenzó a sacar todos los ingredientes de la alacena y ahí estaba Bodoque, echado sobre unas cajas.

—Salte de ahí —Victoria soltó y el gato obedeció —Y será mejor que no te acerques al asador, puedes quemarte, no eres tan ágil.

El gato maulló para luego irse con pasos apresurados al jardín, pasándole por entre las piernas a Adora.

—Dios mío —la piloto pegó un saltito que hizo que los Carlos se voltearan a verla confundidos —Apareció tu gato, Carlos V, casi me da un mini infarto.

—Bienvenida a mi mundo —murmuró Carlos A con amargura. Carlos V y él se habían puesto a condimentar la carne mientras Vic cocinaba y Adora decoraba.

—Circunstancias diferentes, a mí solo me rozó, a ti como lo dices pareciera que practicó contigo torturas medievales —habló sin mirarlo.

—No están tan lejos de serlo —observó de reojo al gato con ojos entrecerrados y volvió a concentrarse en lo que estaba haciendo.

Adora ya no aguantaba el silencio, se sentía muy inquieta al encontrarse esos días encerrada. No se habrá visto como mucho, pero para alguien que está acostumbrada al ajetreo y a estar siempre haciendo algo esa casa se sentía como una cárcel. Sí, podía darle lo que ella quiera, solo que lo que quería era ver a sus amigos, o cualquier otra cara que no fuera solo Carlos Sainz al cuadrado. Claro que estaba Victoria, pero seguían siendo pocos para lo que ella estaba acostumbrada.

—Oigan soy solo yo, ¿o a veces extrañan poder ver otras caras que las mismas dos de siempre? —preguntó Adora terminando de desenredar las lucecitas de navidad con las que decoraría el jardín.

Los Carlos la observaron confundidos. Con Vic eran tres.

—¿Cómo así? —Carlos A preguntó.

—Depende de qué caras vea, la verdad.

—Pues ustedes tienen la misma cara, así que no cuenta como una cada uno: es Carlos Sainz al cuadrado y Victoria Ellis todos los días —resopló la piloto. Cualquiera daría lo que fuera para estar en su lugar, pero extrañaba a las otras personas en su vida a pesar de que la compañía que tenía no era desagradable, consideraba a Vic y a Carlos V como amigos.

—¿Y eso qué tiene de malo? —Los dos Carlos hablaron al mismo tiempo probando el punto de Adora, aun sin darse cuenta.

La venezolana solo rodó los ojos y se alejó de ahí, no tenía energía para lidiar con esos dos sola, decidió que mejor aprovecharía para preguntarle a Victoria alguna receta sencilla que pudiera realizar, no se le olvidaba que todavía tenía que pagar esa apuesta con Carlos A.

—¿Qué tiene? —Carlos V preguntó una vez que se aseguró de que Adora no pudiera escucharlos.

—Supongo que se está hartando. Ella necesita movimiento, ver a más gente —Carlos A le explicaba a su gemelo sin dejar de ver por donde se había ido Adora —Está acostumbrada a tener siempre a su hermana, y si no es su hermana a Kath, su directora de comunicaciones, y si no es Kath a Cody, su asistente, y si no es Cody a Zara, su entrenadora, diciéndole qué tiene que hacer, y aparte de ellos a los demás pilotos o a sus novias, y sus mecánicos —omitió a la mejor amiga de Adora —Tendrá que aceptar que estamos solos en este lugar, tal vez para siempre.

¿Para siempre? Era mucho tiempo, pensó Carlos V, le estaba gustando estar ahí y relajarse un poco, sin embargo no quería estar ahí para siempre, necesitaba regresar a su mundo y ganar el campeonato. No iba a perderlo por segunda vez.

—¿Qué piensas? Te he estado hablando —Carlos A lo interrumpió moviendo sus manos frente a su cara.

—Pensaba en que quiero salir de aquí, pero no solo eso. Me refiero, la idea de hacer esta "fiesta" es para que todos nos relajemos, sin bromas, sin celos. Solo embriagarnos.

Carlos A se rió, estaba claro que para el otro Carlos, esto era importante y quería que todo saliera perfecto.

—¿Por qué te importa tanto? —Carlos A preguntó entre risas, pero la mirada seria de su gemelo le hizo saber que a lo mejor no era el mejor momento para reírse.

—Porque quiero divertirme, quiero que todo sea perfecto y quiero que todos lo disfruten. Bien, Adora quiere gente, podemos conseguirle gente.

Carlos V por otro lado buscaba una forma de lograrlo, por Dios, había conseguido que aparecieran tres autos y el circuito de Monza, bien podría hacer aparecer gente.

—Aprecio tu entusiasmo, pero ¿ya olvidaste que no podemos salir de aquí? ¿Qué te hace creer que podemos traer gente?

—Claro que podemos, es más vas a ayudarme —Carlos V sabía que tenía que revelar sus secretos si quería ayuda del otro Carlos —¿Quieres saber cómo hice para aparecer la cochera? ¿O las gomitas de Victoria?

Carlos A se sorprendió porque desde la carrera se moría por saber porqué la casa le daba todas esas cosas geniales a Carlos V y no a él.

—Solo las pido.

—¿Me estás jodiendo? —Vale, la respuesta era más estúpida de lo que él creía.

—No, de verdad, solo le pido cosas a la casa. Por ejemplo, ¿casa, podrías darme un vaso de agua? —Y un vaso de agua apareció en la mesa más cercana a Carlos V, el madrileño fue hasta el vaso y se lo mostró a su gemelo, quien estaba con la boca abierta —Venga, inténtalo, pide algo.

Carlos A pensó que podría pedir, a lo lejos vio la caja de decoraciones que Adora había conseguido y supo lo que pediría —Casa, ¿podrías decorar el jardín para una fiesta?

Y en segundos el jardín había aparecido decorado, las luces de Navidad ya estaban colgadas y listas para encenderse una vez que se oscureciera, había globos blancos y negros esparcidos en la alberca, algunas pelotas de playa con los mismos colores regadas por el pasto, también había puesto antorchas en lugares específicos, además de muchas decoraciones más que elevaban la apariencia del jardín.

Carlos A no creía que con solo una petición suya el jardín estuviera listo.

—¿Y cómo lo descubriste? —Carlos V se alzó de hombros indiferente.

—¿Importa? Lo que digo es que si podemos conseguir autos, ¿qué tan complicado será conseguir gente?

—¡¿Viva?!

—No creo que Adora quiera un jardín lleno de cadáveres —Carlos V habló imitando el tono de alarma que Carlos A.

—Como sea, ¿solo lo pedimos y ya? —De nuevo Carlos V se alzó de hombros.

—Lo que he aprendido es que tenemos que ser muy específicos sobre lo que pedimos y a veces hay límites —Carlos A rodó los ojos, odiaba que Carlos V pareciera saber más que él, al menos en este tema.

Y mientras los gemelitos trataban de averiguar cómo hacer para conseguir gente para la fiesta, Adora se había ido a sentar con Victoria, quien estaba horneando como loca.

—¿Vic? —La rubia apenas y se había dado cuenta que Adora había entrado a la cocina.

Estaba tan concentrada en su trabajo que no pensaba en otra cosa, pero había comenzado a hornear galletas como loca. Tenía todos esos electrodomésticos y todas las materias primas para hacer todo tipo de galletas, con chispas de chocolate, de mantequilla, de red velvet, rellenas, de canela, las posibilidades eran infinitas.

—¡Victoria! —Adora la llamó fuerte y fue ahí donde la cantante la volteó a ver.

—¿Qué pasó? —La rubia sonrió con un toque de harina en el rostro y un sonrojo en sus mejillas por estar corriendo por toda la cocina, se sentía con tanta energía.

—¿Estás muy ocupada? —Adora pronto comprendió que a lo mejor la estaba interrumpiendo, pero si no era en ese momento no tendría otro para preguntarle esto.

—Nah, me refiero, sé que estoy como loca —Victoria señaló toda la cocina, cada rincón estaba ocupado —Sin embargo, puedo bajar el ritmo. ¿Ocurrió algo? ¿Esos dos te están molestando?

Adora rió bajito —No —Y supo que debía de responder porque Victoria la miraba esperando una respuesta que justificara la interrupción de su trabajo —Es solo que quería saber si tienes alguna receta que podría cocinar que sea fácil.

Victoria, quien estaba metiendo una bandeja de masa nueva al horno, volteó a verla un poco incrédula. Por lo que había escuchado, Adora no era para nada hábil cuando se trataba de la cocina.

—¿Qué tan fácil? Porque puedo enseñarte a hacer quesadillas o huevo revuelto.

La rubia preguntó con burla haciendo que la venezolana la mirara molesta —No tan fácil.

¿Aunque a quién engañaba? No podría con eso.

—Es para una cena, tengo que cumplir una apuesta con Carlos A y quiere que prepare una cena para los dos, preferiblemente sin que terminemos envenenados —Victoria asintió mientras le colocaba mantequilla a otra bandeja para galletas.

—¿Qué opinas de una pizza? Sé que podría sonar complicado, pero hay paquetes para hacer la masa sólo agregando agua y la salsa es prácticamente tomate molido. Una vez que esté hirviendo, dejas reposar un poco, estiras la masa, pones la salsa, queso, pepperoni y listo. El horno hará todo por ti.

Adora estaba a punto de perder la cabeza, escucharlo de la boca de Victoria sonaba como pan comido, pero una cosa era que ella dijera que fuera fácil y otra cosa es que Adora pudiera recordar todo.

—Eh... claro, ¿no tienes algo más fácil?

—¿La pasta de anoche? El pesto también es muy fácil o hasta podrías cocinarla solo con mantequilla y hacer una ensalada ligera.

—¿Tú crees? —Adora la miró dudosa.

—Tu mejor aliado será el vino, emborrachalo para que no sienta si la comida está cruda.

Adora rió—Es buena idea, pero la verdad no quisiera hacer pasta tampoco. Carlos es muy amante de la comida italiana y no querría dejarlo traumado de por vida —dijo algo divertida.

—No pizza, no pasta. Cariño, me estás dejando sin opciones —Victoria estaba batiendo una mezcla nueva de galletas mientras pensaba qué darle a la castaña para cocinar —Lo malo es que solo se me ocurren cosas de México y aún así, las preparaciones no son fáciles.

—Pues podría ser algo intermedio, ¿no? —ofreció luego de unos segundos de considerarlo —Digo, estamos en una casa que nos da lo que queramos, es poco probable que pueda arruinar la comida. Y en todo caso tal vez la casa lo arregle —dijo, pero no estaba del todo convencida.

—¡Hay un platillo estilo comida China que es muy fácil de hacer! —Victoria brincó como si hubiera descubierto el fuego —Estoy segura que puedes hacerlo en menos de una hora.

Adora asintió, no era tan partidaria a la comida asiática, pero lo que sea que pudiera hacer de cena y no quemar debía ser aceptable—Uhh, ¿qué es?

—Es carne cocinada con espárragos, un poco de jengibre y cebollín y ajonjolí —Vic dejó la mezcla de sus galletas a un lado y fue a revisar el horno —Básicamente tienes que cortar la carne en pedazos pequeños y en un bowl poner sal pimienta al gusto, tres cucharadas de maicena. Mezclarlo bien y cocinarlo junto con las verduras que ya te dije. Poner un toque de salsa de soya y una vez que esté listo le pones el ajonjolí. Te juro que es pan comido, no puedes fallar.

La piloto se quedó procesando todo lo que había dicho—Y cuando dices cocinarlo, ¿a qué te refieres? ¿Tipo a ponerlo a la plancha o...?

Victoria se le quedó viendo a los ojos esperando que fuera broma, pero no parecía ser así. Ok, tal vez debía de ser más específica.

—Primero colocarás un sartén amplio a fuego medio, una vez que esté caliente, pondrás poquito aceite y después las verduras, después de que los espárragos se sientan medio suaves. Colocas la carne y la dejas guisar hasta que esté completamente cocida.

Adora parpadeó—¿Qué significa dejarla guisar? —cuestionó un poco inocente. Estaba algo avergonzada por lo que estaba preguntando, pero es que en términos de cocina de verdad no sabía nada. Tenía prohibido cocinar desde que Lele tuvo que llamar a los bomberos cuando trató de hacer unos simples panqueques.

Victoria dejó de mirar a la castaña por un segundo, trataba de recordar como su madre le explicaba las cosas cuando era pequeña.

—Guisar es cuando colocas varios alimentos en un sartén y los cocinas todos al mismo tiempo. Así que cuando coloques la carne con las demás verduras es guisar —Luego otra pregunta llegó hasta ella —¿Sabes cuando la carne deja de estar cruda?

La castaña negó con la cabeza—Siento que debería estar anotando todo esto porque no hay manera de que me acuerde de nada mañana.

—Eso es una gran idea. Creo que Carlos V dejó su libreta por ahí en la sala, podrías buscarla.

Victoria sonrió mientras se agachaba a sacar sus galletas del horno y metía otra charola y Adora tomaba ese gesto para ir a buscar la libreta. Una vez que regresó, Victoria la hizo anotar ingrediente por ingrediente con medidas exactas, luego poco a poco comenzó a explicarle lo mínimo para sobrevivir en una cocina y ya al último le entregó la receta.

Victoria veía como la castaña parecía darle toda su atención, pero simplemente no era para ella. Era entendible, pero una apuesta se pagaba.

—¿Qué es todo eso? —Adora miró por encima del hombro de Vic con el ceño fruncido.

—¿De qué hablas? —Victoria no estaba volteando, seguía apresurada tratando de que sus galletas no se quemaran.

—¿Creo que hay... gente? —dudó la venezolana sin saber muy bien si lo que estaba viendo era real —Y no me refiero a Carlos V y a Carlos A como gente, sino... gente que no conocemos entrando a nuestro jardín.

—¿Qué? ¿Gente? —Fue en ese momento que Victoria soltó. Si había gente significaba que podrían salir —Vamos.

Pero eso no se lo tenían que decir dos veces a Adora, quien ya estaba a punto de salir hacia el jardín. Salió y se encontró a los Carlos mirando a todos como dos niños emocionados.

—¿Qué carajos hicieron? —Miró Adora alrededor a todas esas personas: algunos se encontraban tirándose a la piscina, otros conversando y hasta había un grupo instalando un equipo de sonido. Lo decía más maravillada que molesta, no podía creer que había gente que no fuera ellos cuatro compartiendo espacio con ellos. No eran tantas al punto que se sintiera asfixiada o le diera otro ataque de pánico, ya que Carlos había aprendido a las malas que no se llevaba mucho con las multitudes, pero si eran suficientes para hacer parecer que el jardín estaba lleno y con una fiesta muy movida.

—¿No era esto lo que querías? Ahora tienes caras nuevas para elegir —señaló Carlos A alrededor.

Victoria por otro lado, seguía viendo la escena sin decir nada. Trataba de parecer calmada, pero no pudo. Con cuidado se acercó hasta Carlos V.

—¿Qué significa esto?

—Adora quería gente —Carlos V explicó volteando una carne de hamburguesa

—¿Y de dónde sacaron a toda esta gente?

—Es un secreto —El madrileño la volteó a ver con una sonrisa divertida, una vez que vio que Victoria no estaba cómoda supo que debía de explicarle —No son reales, mira.

Y tomó un carbón de la bolsa que no habían usado y lo lanzó a un hombre que estaba platicando en un grupo. El carbón lo pasó como si fuera un holograma.

Vale, podía estar con gente falsa por una noche, después de todo estar encerrada con los demás ya estaba llegando a su límite, eso sí, sería mejor que consiguiera cigarros o no iba a soportar toda la noche.

—Bueno, ya que tenemos invitados, ¿qué tal si comemos estas hamburguesas y nos vamos a cambiar para la fiesta? —sonrió Carlos A.

—Yo no me opongo —a Adora ya se le estaba haciendo agua la boca al ver las hamburguesas de Carlos. Desde que las probó en Madrid se habían convertido en una obsesión secreta, nunca se lo podría decir a Sainz en la cara sin que la moleste de por vida.

Victoria sonrió —Sí, voy a apagar el horno y vengo.

—Apresurate, ¿te la preparo? —Carlos V preguntó mientras la cantante asentía con la cabeza y se iba de ahí —Correcto, sin cebolla o jitomate, solo pepinillos.

De nuevo asintió desde lejos y fue corriendo a la cocina solo para ir a apagar lo que dijo, iba a volver a salir, pero sabía que debía de conseguir su dotación de nicotina. Corrió hasta su habitación y buscó por todo su cuarto, nada, su última cajetilla se había arruinado cuando Carlos la había aventado a la alberca. Vale, tal vez podría sobrevivir una noche sin fumar, pero se estaba engañando.

Luego, regresó y agradeció la hamburguesa con una sonrisa pretendiendo que no estaba actuando como una adicta.

—¿Todo bien, guapa? —preguntó Adora, quien ya iba por la mitad de su propia hamburguesa. Desde que sabía que a Carlos V le molestaban esos apodos hacia Vic solo le dieron ganas de potenciar su uso. Además, sentía que se debía vengar de alguna manera de él por hacerla perder la apuesta.

—Mhm —Victoria había mordido la hamburguesa con urgencia para evitar hablar, lo mejor era calmarse. Y entonces supo que su acto no estaba convenciendo a Carlos V así que habló una vez que se había pasado el bocado —Después de comer, puedo ayudarte a arreglarte, mi amor. Para que está vez no te quemes tu cuello.

Vic le regaló un guiño haciendo que Carlos V rodara sus ojos y se concentrara en comer su hamburguesa sin que le dijera nada.

—¿Me puedes maquillar como una estrella de pop? —Adora sonrió divertida, en realidad le daba curiosidad cómo se maquillaba Vic en su mundo cuando debía ser la estrella de pop que se vestía con brillitos y colores pastel.

—¡Claro! —Vic estaba emocionada, seguía siendo como una pijamada con una amiga que nunca se terminaba.

—Adora, pero debes de saber que Vic no se maquilla, la maquillan. Ella solo sabe el truco del delineador corrido —Carlos V se burló de la cantante mientras ella le lanzaba un pedazo de pan que se le había caído de su hamburguesa.

—No le hagas caso, claro que sé maquillarme como estrella pop y será un placer hacerlo, hasta podrías tomar cosas de mi armario.

—Oh por dios, me voy a poder vestir como Taylor Swift por el día —bromeó Adora, en realidad muchas de las prendas de Vic le recordaban a lo que usaba Taylor en su mundo.

—¿Quién es Taylor Swift? —Victoria preguntó con comida en la boca.

—No hagas eso, Vic —Carlos V la regañó, sabía que ella lo hacía para molestar a los demás.

—¿Cantante que empezó con música country, rubia, de ojos azules, canciones como You Belong with me, Shake it off y I knew you were trouble? —enumeró Adora esperando que su explicación le sirviera.

—Muy famosa, como a nivel global —añadió Carlos A. En realidad él tampoco es que fuera súper fan de la música Taylor, pero todos sabían quién era, fueran fans o no. Hasta él admitía que se sabía una que otra canción.

Victoria volteó a ver a Carlos A y a Adora esperando ver en sus caras una risa, como si le estuvieran jugando una broma. Ella había estado en el medio desde los 7 años, si existía esa tal Taylor Swift debía de conocerla. Volteó a ver a Carlos V como apoyo, el hombre la mira alzando sus hombros diciendo "no sé de quién hablan"

—Pues no existe en mi mundo, pero yo tengo una canción que se llama You belong with me. Las otras dos no las ubico.

Adora se quedó pensativa. En el mundo de Vic ella era una piloto de Indy y Taylor Swift no existía, ¿pero su esencia tal vez sí?—¿Por casualidad la canción dice "But she wears short skirts, I wear T-shirts. She's Cheer Captain, and I'm on the bleachers. Dreaming about the day when you wake up and find that what you're looking for has been here the whole time"? —Adora no cantó los lyrics, no se iba a avergonzar enfrente de una cantante entonces solo los dijo tarareando un poco la melodía.

Victoria soltó su hamburguesa para poder taparse la boca por el asombro y antes de que pudiera decir algo, Carlos V habló por ella.

—¡Esa es su canción!

La venezolana se quedó parpadeando y hasta Carlos A se veía igual de confundido.

—¡¿Eres la equivalente de Taylor Swift?! —casi que chilló Adora —¡¿He estado conviviendo con la Taylor de otro universo?! ¡No jodas! —los miró a ambos a ver si estaban bromeando con ella y en realidad Taylor sí existía.

Victoria volteó a ver a Carlos V con una sonrisa en la cara y después regresó su atención a Adora, le gustaba que la castaña se emocionara así por ella.

—Tal vez sea Taylor Swift. ¿Es rubia?

—¡Sí!

—¿Tiene una canción llamada Fearless? ¿Tiene gatos?

Adora estaba que se ponía a chillar y retorcerse ahí mismo, ella era fan de Taylor—¡Sí! ¡Y sí!

Carlos A la observaba con una pequeña sonrisa en la cara al ver su entusiasmo, le parecía adorable la reacción de la castaña. Parecía una niña pequeña conociendo a su ídola.

—¡Aaaaah! ¡Soy Taylor Swift! —Victoria gritó contagiada de la emoción de la venezolana, moviendo sus manos como loca y poniéndose de pie para dar brinquitos con la castaña.

—¡Eres Taylor Swift! ¡No jodas, estuve coqueteándole a Taylor todo este tiempo! —no paraba de pegar brinquitos.

Victoria no sabía que tan bueno era ser Taylor Swift de otro universo, pero se sentía genial, claro que ella no había iniciado en el country, pero su madre era sureña. Debía de contar para algo, ¿no?

—Amo esto, no sé qué signifique, pero me gusta cuando la gente grita mi nombre.

—Sí, eso lo sé —Carlos V murmuró mordiendo su hamburguesa ganándose una mala mirada por parte de las chicas mientras que Carlos A soltaba una carcajada.

—Y a mí me gusta la música de Taylor así que saber que tienes parte de su discografía me hace feliz porque significa que hay otra genial versión de ella ahí afuera y yo la conozco —dijo Adora con aires de presumida.

—Siempre puedo autografiarte algo —Vic sonrió amistosamente regresando a comer su hamburguesa.

—No creo que me pueda llevar autógrafos a mi mundo —Adora hizo una pequeña mueca.

Fue en ese momento que Victoria guardó silencio, tenía razón, aunque decir mi mundo se sentía muy lejano. ¿Cuánto tiempo habían estado ahí?

—¿Otra hamburguesa, chicas? —Carlos A se puso de pie para irse a servir otra.

—Mm no, gracias. Yo creo que ya deberíamos irnos adelantando y vestirnos, ¿no, Vic?

—Sí, Adora tiene razón, además, tiene que maquillarse como estrella pop —Victoria le entregó su plato a Carlos V y se puso de pie. También necesitaba conseguir más cigarros sin que Carlos V la viera mal por hacerlo. 

Carlos V estaba terminando de arreglarse, ya que la fiesta había subido de categoría y no sería la reunión "tranquila" que él esperaba. Se estaba viendo al espejo y había algo que no le agradaba, no encontraba que ponerse como playera.

Traía un traje de baño celeste y nada más puesto. Ya había pasado por todas las playeras y camisas de su guardarropa y ninguna lo convencía y no pensaba pedirle consejos de moda a Carlos A, porque al final del día, probablemente se terminaran poniendo lo mismo, así que fue con la única persona que le podría ayudar.

Salió de su cuarto y fue hasta la puerta donde Victoria había estado quedándose.

—¿Quién? —Se escuchó del otro lado.

—Soy yo.

—Uy sí, ya sé perfectamente quién eres —Victoria respondió con sarcasmo y él solo rodó los ojos harto sabiendo que no podría verlo.

—Soy Carlos V, ¿puedo pasar? Es una emergencia.

Después de unos minutos escuchó a Victoria dándole permiso para entrar. La mujer tenía un cuarto menos desordenado que en la mañana, lo cual fue una grata sorpresa, hasta su cama estaba tendida, la ropa estaba en su lugar, el piso estaba libre para caminar como uno quisiera, el escritorio estaba ordenado y su silla sin ropa sucia.

Victoria estaba sentada en el suelo frente a un espejo completo, estaba maquillándose y terminando los últimos toques de su peinado, en realidad lo había dejado como siempre, simplemente se había hecho una que otra trenza diminuta.

—¿Y esto? —Carlos V preguntó en tono de sorpresa.

—Ya ves, tenía tiempo extra —Ella solo se alzó de hombros sin voltearlo a ver, la verdad es que le gustó recoger su desastre por una vez en su vida y estaba buscando una cajetilla de cigarros por ahí esperando que estuviera debajo de sus montones de ropa —¿Cuál es la urgencia?

—No sé qué ponerme —Carlos V admitió tomando asiento en su cama, Bodoque estaba ahí.

La cantante volteó a verlo y analizó que solamente traía un traje de baño como outfit.

—Es una fiesta en un jardín con alberca lleno de gente falsa, no creo que el código de vestimenta importe mucho —De nuevo Victoria regresó a seguir con su maquillaje.

—Si no importa, ¿por qué te estás arreglando? —Touché, el madrileño tenía un punto.

—Vale, vale. Veamos que hay en tu closet.

Victoria dejó el delineador a un lado y se puso de pie para ayudar a Carlos con su dilema. Los dos salieron del cuarto de la rubia y fueron directo al de Carlos V, en verdad no mentía cuando decía que su cuarto era el mismo que en la casa de Madrid, cada pequeño detalle era igual.

Sin pedir permiso fue hasta el closet de Carlos y comenzó a analizarlo, después de 10 meses ya conocía cada una de sus prendas. La mujer pasaba camisas y playeras de un lado a otro, de vez en cuando le daba una segunda mirada a alguna que otra prenda solo para volver a pasarla.

—¿Ves? No hay nada ahí —Carlos V se quejó amargamente.

—Sin afán de molestar, ¿por qué no sales así? Con ese cuerpo y esa cara, guapo, nadie estará viendo lo que traes puesto.

Victoria esperaba que ese comentario lo hiciera sentir mejor, pero Carlos solo se dejó caer en su cama boca abajo soltando un gruñido.

—Vale, entiendo, te quieres ver bien —Victoria regresó al closet y comenzó buscar, encontró tres contendientes poderosos —¿Qué opinas de esta camisa?

Victoria le mostró una camisa de color azul rey con tela ligera que usaba para sus apariciones frente a la cámara.

—No.

Dios, era peor que una diva. Victoria pensó regresando la camisa a su lugar para continuar con la siguiente.

—¿Esta? —Ahora le mostraba una camisa blanca que sabía que la había estado usando en Mallorca.

—No.

—Al menos podrías probartelas —Victoria habló con un toque de molestia en su voz, iba a regresarla al clóset cuando pensó que si Carlos no iba a utilizarla, la usaría ella.

—Está es mi última opción —La cantante le mostró una camisa de mezclilla y si algo sabía ella, era que la mezclilla iba bien con todo y era casual —Pero tienes que cambiarte el traje de baño. Sé que amas esos color celeste, pero siento que con la mezclilla tu traje de baño rosa luciría más.

Carlos se puso de pie y tomó la camisa que Victoria le estaba ofreciendo.

—¿Crees?

—Claro, pruébatelo —Victoria sonrió alentando al madrileño, pero él no se movió de lugar —¿Qué?

—Me voy a cambiar —El tono de Carlos era serio, estaba claro que no iba a cambiarse frente a ella.

—Oh cierto, a ver, prometo no ver nada —Victoria tomó una de las almohadas de Carlos y la puso sobre su cara. La verdad le daba flojera salir del cuarto, así que prefirió no ver nada y ella cumpliría, pero eso no evitó que siguiera hablando —Además, no tienes nada que no haya visto.

Carlos rió bajito negando con la cabeza esperando que Victoria no lo escuchara mientras se cambiaba, una vez que estuvo listo, fue hasta ella y le quitó la almohada de la cara.

—¿Qué tal? —Carlos V preguntó posando solo para ella.

Victoria sonrió satisfecha al ver que su visión funcionaba en Carlos, se veía relajado, tal vez más de lo normal y eso le gustaba a ella.

La rubia se puso de pie y se puso frente a él, con cuidado se acercó y tomó el primer botón de la camisa, sin decir nada lo desabrochó. Carlos sintió como dejó de respirar, luego fue al segundo e hizo lo mismo. La rubia podía sentir como la respiración de Carlos la golpeaba y sabía que lo estaba poniendo nervioso, en parte era su plan para molestarlo, pero no recordaba lo mucho que a ella le afectaba tocarlo, debía parar.

—Respira, guapo que no muerdo —Victoria susurró de una forma sensual al mismo tiempo que se alejaba —Ahora sí, estás listo.

—¿Segura? —Carlos V habló esperando que su voz no le temblara por la impresión y los recuerdos de Victoria desabrochando sus camisas.

—Me encanta —Era imposible mentirle cuando se había quedado unos segundos sin habla, Carlos se había sonrojado un poco, solo esperaba que no se notara —Lo importante aquí es ¿qué opinas tú?

Carlos se vio frente a su espejo desde varios ángulos y sonrió satisfecho.

—Creo que me veo hermoso. El hombre más guapo de la casa.

Ambos rieron porque bueno, eso era debatible cuando tenían una copia exacta de él a unos metros.

—Gracias por ayudarme —Carlos se acercó hasta ella y se sentó a un lado, ambos estaban en la cama viendo hacia la nada —¿Quieres que guarde esta camisa?

Carlos iba a arrebatarle la que ella había decidido robar, pero Victoria fue más rápida.

—Nope, creo que la usaré —Las dos estrellitas sonrieron —Será mejor que vaya a terminar de arreglarme, ya me quitaste suficiente tiempo.

—Siento que haya gente, sé que luego te puedes sentir abrumada por ellos.

—No te preocupes, sabes que siempre puedo escaparme, lo malo es que no tengo ni un cigarrillo para relajarme. Tendré que soportar una noche sin ellos —Victoria sonrió tranquilizando a Carlos.

—¿Ya revisaste bien?

—Sip, nada, ni un puto cigarro en toda la casa

Y antes de que Carlos pudiera decir algo sobre su horrible vicio, Victoria se puso de pie de un brinco dispuesta a continuar con su rutina cuando la voz de Carlos la llamó.

—¡Vic! —La cantante volteó instintivamente recargándose en el marco de la puerta —Hoy quiero que sea genial.

—Va a serlo.

—Lo que quiero decir es que voy a embriagarme y no pienso parar y nadie va a detenerme o decirme que me controle por las cámaras —Carlos estaba nervioso, ¿qué tal si a Victoria no le gustaba este nuevo Carlos? ¿Qué si creía que era un niño mimado comportándose como un adolescente? Como su padre lo había llamado.

Victoria veía a Carlos jugar con las cintas de su traje de baño y evitando su mirada, como si estuviera pidiendo algo completamente descabellado y ella había tenido suficientes noches como esas como para entender que Carlos merecía desatarse.

Después de todo, no había cámaras.

—Creo que después de lo que has vivido te lo mereces —Victoria sonrió y luego su semblante se tornó serio —Si te comienzas a comportar como un patán no dudaré en soltarte un golpe.

—Completamente entendible.

Una vez que los dos estuvieron de acuerdo, Victoria supo que debía de salir

—Vale, te veo abajo —Victoria le regaló un guiño y salió de ahí con la camisa de Carlos en manos.

 Carlos A bajó las escaleras para luego encontrarse a Adora parada enfrente de las puertas que daban al jardín. Frunció el ceño para sí mismo ¿otra vez no podía abrir la puerta?

Se acercó con pasos sigilosos a donde ella estaba, la venezolana se había cambiado y ahora traía un bonito vestido veraniego blanco con pequeñas cerezas y unas sandalias blancas con su cabello recogido y un maquillaje bastante ligero.

Cuando llegó a su lado Adora sintió su presencia más no dijo nada, de reojo Carlos podía notar como los ojos de la piloto parecían analizar a cada una de las personas presentes. Buscando algo... o alguien.

—¿Qué pasó? ¿Por qué no estás allá afuera? —Él preguntó analizando su rostro para tratar de encontrar alguna respuesta, pero no obtuvo ninguna —Otra vez no pudiste abrir —preguntó, pero sonaba más como una afirmación burlona al notar la falta de respuesta de Adora.

Fue a abrir la puerta cuando notó cómo de repente se veía decaída, ¿qué hicieron mal ahora? ¿cómo podía arreglarlo?

Decidió que lo mejor sería quedarse en silencio y observar junto a ella hasta que se dignara a hablarle, tal vez lo único que necesitaba en esos momentos era compañía y alguien con quien desahogarse. Y a Carlos no le importaba ser ese alguien para ella.

—No están —dio una sonrisa nostálgica y Carlos se quedó callado para que siguiera hablando —Pensé que si tú y yo estábamos aquí, habían probabilidades de que ellos también lo estén, pero ya busqué por todas estas caras y no hay nadie que yo conozca.

Ahí Carlos entendió a lo que se estaba refiriendo—Lo intenté —aseguró con una mueca. No quería verla triste, si hicieron aparecer a toda esa gente fue para evitar justo eso —Te juro que lo intenté. La primera persona que quise que apareciera fue el muppet, pero por mucho que traté con diferentes personas siempre me daba a cualquier otro desconocido.

Adora asintió, en realidad era muy lindo el detalle de que Carlos V y él hayan hecho aparecer a todas estas personas porque ella había dicho que necesitaba ver más rostros que no fueran los mismos. Sin embargo, al mismo tiempo, cuando volvió de cambiarse su primer instinto fue buscar algún conocido. Tal vez Lele, Lando, Charles o Danny Ric podían estar ahí. Esa fue la esperanza que ella mantuvo, pero escaneó a todas esas personas y no encontró en ellas a ningún rostro conocido, y aunque estaba agradecida, no pudo evitar decepcionarse un poco.

—Los extraño —admitió la venezolana —De verdad nunca pensé que diría esto, pero hasta extraño a la maldita de Zara y su jodido cardio de las mañanas —ambos rieron con eso. Era conocido que Adora odiaba correr y a su entrenadora le encantaba obligarla a hacerlo.

—Yo te puedo poner a hacer cardio en las mañanas —coqueteó Carlos y Adora le dio un pequeño empujón con su cadera, aunque sus mejillas sonrojadas la delataban.

—No ese tipo de cardio, Sainz —dijo divertida, pero ambos se miraron con una sonrisa.

—¿De qué hablas? Si yo solo hablaba de que vayamos a correr juntos. Madre mía, Torres, ¿dónde tienes metida esa cabeza? —bromeó el español y Adora no podía ni mirarlo a la cara de lo colorada que se puso.

—¿Yo? Mejor no quieres saber —se cruzó de brazos y sintió como Carlos se inclinó hacia ella.

—Aunque no me rehuso a cualquiera de las dos, cariño —susurró juguetón y cuando Adora volteó a verlo le guiñó el ojo.

—Dios mío, qué insoportable eres —murmuró la venezolana, pero en esos momentos parecía como si su boca dijera una cosa y su mirada dijera otra.

Y Carlos sabía eso.

—Pero te fascina —sonrió metiéndose las manos en los bolsillos del short de baño —Igual va en serio, ¿eh? —se protegió cuando Adora lo fue a golpear en el brazo —¡Más que todo en el cardio de salir a correr!, yo he seguido haciéndolo todas las mañanas y me mantiene supongo que un poco más cuerdo el seguir una rutina.

—Es que no quiero una rutina, lo que quiero es ya salir de aquí —suspiró cansada.

Quería su aburrida habitación con paredes blancas de vuelta y quejarse de las más mínimas cosas por las que daría cualquier cosa por volver a sentir o vivir en esos momentos. Extrañaba entrenar y molestar a su hermana mayor, hasta extrañaba a Tiffany con sus ridículas preguntas y pelearse con Horner los fines de semana de carrera.

Tenía tantas cosas que quería hacer en su mundo, como hacer las paces con Max, ganar el campeonato o decirle la verdad a Mila.

Al principio era divertido estar de vacaciones, sin expectativas de nadie ni ambiciones u objetivos más que relajarse y tratar de sobrevivir con dos Carlos y una cantante, pero poco a poco eso dejaba de verse entretenido y no podía esperar a volver a su mundo a tener algo por lo que esperar el día de mañana.

—Lo sé, y créeme que yo igual —se cruzó de brazos el madrileño —Pero en estos momentos lo único que te puedo ofrecer es ayudarte a crear algo lo más similar posible a la realidad —ofreció mirando a la castaña.

Y Adora no sabe porqué, bueno sí, pero se hizo una imagen mental que la hizo soltar una carcajada.

—¿Qué? ¿Qué dije? —Carlos la observó confundido.

—Lo siento, lo siento, es que dijiste eso de ayudarme a crear algo lo más similar posible a la realidad y te imaginé vistiéndote y actuando como Lele con una peluca para luego cambiar de outfit y... y ser Lando y así con todos —la venezolana se sostenía el estómago de la risa, Carlos como Lele se vería como Zayn actuando como la asistente sexy, Verónica, en el video de best song ever de One direction. Y esa imagen la tenía desternillándose de la risa.

—Me arrepentí.

—¡No! Perdón, por favor ayúdame a tratar de crear algo similar a la realidad —Adora lo miró suplicante.

—Entonces mañana iremos a correr —escuchó el quejido de la castaña, pero siguió hablando —entrenaremos afuera y...

Adora lo interrumpió—No podremos hacer nada de eso —hizo una mueca recordando su apuesta —Hice una apuesta con Carlos V y si perdía tenía que dejarle el jardín todo el día y toda la noche, y tu igual.

—¡Pero yo ni siquiera participé! —dijo Carlos con incredulidad. Hasta a este mundo venían las apuestas de Adora a causarle problemas.

—No importa, igual te incluye.

Carlos suspiró, no quería hacerla sentir peor de lo que ya se sentía.

—Bueno, no recuerdo haber aceptado nada, pero ya encontraremos qué hacer, Torres. Yo también los extraño —suspiró.

Adora lo miró, estaba disfrutando seguir siendo amiga de Carlos en estas circunstancias, no hubiera sido tan ameno si es que se siguieran llevando mal como antes. Al menos habían evolucionado a poder conversar y bromear entre ellos porque sino Adora no sabe qué habría hecho.

—No te voy a mentir, los extraño, pero extraño más el caos que traían a mi vida. El estar correteando de un lado a otro en reuniones, tener que dar entrevistas, grabar comerciales, firmar autógrafos... Aquí nadie más que tú y yo conocemos a Adora Torres, la piloto de Fórmula Uno, y aunque sé que eso me debería aliviar pues no lo hace. Es como si hubiera sido borrada de la faz de la tierra y para alguien como yo que quería dejar su marca, se siente horrible.

—Comprendo, y no sabemos ni si regresemos a nuestra dimensión, realidad, mundo, como le quieras llamar, pero mira —volteó la mirada de la castaña tomándola de manera delicada por el mentón para que se volviera a enfocar en la fiesta que estaba allá afuera —Tenemos toda esta fiesta aquí armada, nada de fans locos o personas tratando de hacerte daño, nadie que interrumpa tu noche o tome fotos escandalosas. Somos libres, Torres. Libres de hacer lo que queramos sin tener expectativas de nadie más o miedo a ser juzgados. Así que yo digo que disfrutemos esta noche como si mañana volviéramos a nuestra rutina, ¿vale? —la miró expectante —¿Cuándo más podremos hacer algo como esto? —cuestionó con una sonrisa.

Adora se paró a pensarlo. Carlos tenía razón. Desde que había ingresado a Fórmula Uno la fama la perseguía, y no había manera de escapar de ella. No había un botón para dejar de ser famosa y volver a su vida sin ser juzgada o criticada por los demás. Así sea que deje el deporte siempre iba a existir una persona que la reconozca. Y si ella hubiera sabido hace unos años cómo se convertiría su vida de la noche a la mañana, habría disfrutado con más ganas de aquella libertad. Esta era su oportunidad.

—Nunca —aceptó ya más convencida.

—¿Adora Torres acaba de darme la razón en algo sin llevarme la contraria? —exclamó un Carlos divertido fingiendo sorpresa, a lo que Adora le pegó un codazo —Auch. Bien, entiendo que no lo reconocerás por tu orgullo.

Ella rodó los ojos porque sabía que era así—Menos mal ya me conoces.

Carlos le pasó un brazo por sus hombros—Demasiado. Entonces, ¿vamos, amiga? —sostuvo la puerta del jardín con una mano esperando indicaciones de la castaña.

—Vamos, amico —dijo e hizo un gesto de que abriera la puerta, a lo que él obedeció y ambos salieron con sonrisas en el rostro. Ahora su perspectiva de esta noche había cambiado, y más que un recordatorio de su cárcel, se respiraba libertad.

Apenas pisaron el jardín notaron como había una mesa de Ping Pong con vasos formando un triángulo en cada extremo, Vic acababa de poner el último vaso.

—Hasta que llegan, tortolitos —los molestó Vic, y tanto Adora como Carlos A no hallaban para donde mirar de lo colorados que se pusieron.

—Justo a tiempo también, ¿quieren jugar beer pong? —preguntó Carlos V.

—Depende de los equipos, si es con mi guapa Vic, pues por supuesto —le guiñó un ojo Adora a la rubia y antes de que Carlos V pudiera refutar, Vic intervino,

—¡Hagamos chicos versus chicas! —gritó emocionada. No había podido participar de la carrera y pues le gustaba la idea de competir junto a Adora para darles una lección a esos dos.

—Bien saben que vamos a destruirlas —Carlos V se cruzó de brazos y fue hasta el otro lado de la mesa para ponerse con Carlos A.

—¿Así como ganaron la carrera? —Victoria les recordó a ambos borrando cualquier rastro de sonrisa en su rostro.

—Adora —Carlos V ignoró a la cantante para dirigirse a la piloto —Solo no te enojes cuando veas que Vic no tiene coordinación mano-ojo.

—Y ustedes no se enojen cuando les ganemos limpiamente —sonrió Adora. Le quería tener fé a Vic, igual sentía que al ser competitiva podía sacar ese lado a relucir en esos momentos y encontrar la coordinación que nunca tuvo.

—Uy, ya veremos si es así —se burló Carlos A. Sabía que era bueno en ese tipo de juegos, y si tenía un gemelo pues debían tener esa victoria asegurada.

—Haremos que se traguen sus palabras —añadió Vic.

Victoria estaba segura que esa coordinación no llegaría, aún así odiaba perder así que tenía un plan que le comunicó a Adora —Deberías ser la primera de las dos en lanzar, estoy segura que le vas a atinar y espero que con eso ellos comiencen a beber, entre más ebrios, más posibilidad tenemos de que fallen.

—¿Tan poca fé te tienes? —murmuró tomando la pelota de ping pong de entre las manos de Carlos A —Eh, las damas queremos ir primero —lo retó con la mirada y él solo sonrió, amaba el lado desafiante de la castaña.

Vic alzó los hombros diciendo "yo sé lo que te digo" lo cierto es que era mala, demasiado para los deportes y Carlos V lo sabía. Antes de que Carlos A y Adora llegaran, se había estado burlando de ella.

Adora supo en ese momento que tendría que sostener el equipo con sus propios hombros. Con un suspiro se volteó para tratar de atinar, lanzó la pelota y repiqueteó entre los vasos hasta caer en el último—¡Sí! ¡Toma! —señaló a Carlos A sonriente.

Sabía que pronto éste se iba a vengar, pero tomaría sus pequeñas victorias mientras pudiera.

Carlos A rodó los ojos y miró a su clon, Carlos V solo lo miró como diciendo "Adelante, esta es toda tuya" y Carlos A tomó un shot. Mientras Carlos A se terminaba su trago, Carlos V tomó la pelota y se preparó para lanzar, después de tratar de calcular la distancia y la fuerza, hizo su tiro.

—Victoria, haznos el honor —Sonrió orgulloso por haberle atinado en la segunda fila de vasos.

Victoria no tuvo de otra que tomar de una el alcohol mientras le daba la pelotita a Adora, ambos Carlos se dieron cuenta de eso.

—No, no, no. Te toca —Dijeron al mismo tiempo.

—Sin trampas dijimos.

Adora le regresó la bola a la cantante y Victoria hizo un tiro realmente malo, no solo no le atinó a ningún vaso, la pelota ni siquiera pasó cerca de la mesa.

—Que mal tiro, ¿así es tu plan para destruirnos? —Carlos A se burló de ella mientras Carlos V veía a la castaña diciendo "Te lo dije".

—No nos subestimes, Sainz. Apenas vamos empezando —Se defendió Adora, pero luego de ver el tiro de Vic también había bajado un poco su confianza.

—Pues prepárate para tomar, Torres. Primero de muchos —sonrió apuntando la pelota a donde quería, y sin ser sorpresa para nadie, logró anotar. A lo que Adora rodó los ojos y tomó el shot para luego bajar el vaso de manera brusca contra la mesa.

—¿Feliz?

—No sabes cuanto.

Adora volvió a tirar y a anotar, de nuevo Carlos A tomó su trago moviendo el vaso de lugar.

—Lo siento —Carlos V se disculpó con Victoria en cuanto la bola entró en un vaso, la verdad era que no lo sentía.

Victoria sonrió fingidamente y después de tomar su trago correspondiente tiró, esta vez no fue tan malo, aunque la pelota no entró al menos había golpeado uno de los vasos, para Victoria era un pequeño logro.

Los dos Carlos celebraron y era momento de que Carlos A volviera a lanzar, se estaba preparando y en cuanto iba a hacerlo sintió como una cosa peluda se metía entre sus piernas asustándolo y haciendo que su bola saliera volando pasando lejos de los vasos.

—¡No es justo! Bodoque me distrajo.

Victoria sonrió al ver que al parecer tenían otro jugador en su equipo.

—No fue nuestra culpa ¿o sí? —Victoria se alzó de hombros.

—Es tu gato.

—Pero ella no lo mandó, no podemos controlar lo que Bodoque haga o deje de hacer —Adora la defendió porque a lo mejor si Bodoque seguía molestándolos, podrían tener una oportunidad. Al fin el gato jugaba a su favor.

—¡Pero no cuenta! Árbitro —habló hacia Carlos V señalando a las chicas.

—Venga, dejen que se repita —Carlos V a lo mejor podía convencerlas, por la cara de ambas supo que no era opción en cuanto terminó de hablar.

Adora se acercó a Victoria para que solo ella escuchara —¿Crees que Bodoque vuelva a interferir?

—Es lo más probable, él de verdad parece estar muy atento a Carlos A.

—Aún así, no deberíamos arriesgarnos —Victoria asintió y las chicas se separaron —No, no se repite. Ni modo, cosas que pasan —se encogió de hombros a lo que Carlos A rodó los ojos.

—Si eso las hace felices.

El juego continuó y en cada ronda, Bodoque encontraba una forma de arruinar el tiro de Carlos A, no importaba si era metiéndose entre sus piernas, empujándolo, quedándose sentado en sus pies. De esa forma los equipos estaban más nivelados.

—Te dije mil veces que te disculparas y por tu necedad vamos a perder —Carlos V le susurró a su otro yo esperando que solo él lo escuchara.

—¿Por qué no lo ahuyentas y ya? —susurró de vuelta, molesto —Regáñalo, no sé.

Carlos V se agachó y trató de mover a Bodoque.

—¡Gordo! Vete, ya déjalo en paz —Bodoque no parecía querer moverse o hacerle caso a Carlos V, quien normalmente obedecía sin problema —Venga, te conseguiré atún fresco.

Eso pareció llamar la atención del gato, pero no lo suficiente para moverse, se estaba divirtiendo más de lo que necesitaba comer. Además, no se le olvidaba que lo había encerrado en la alacena.

—Vete por favor —Carlos lo empujó, grave error, el gato siseó y enseñó sus colmillos, no iba a ceder —Como quieras.

Luego volvió con Carlos A y le comunicó que su misión había fallado.

—Maldito gato condenado —murmuró Carlos A.

Le tocaba a Adora, como quedaban menos vasos el juego se volvía cada vez más complicado. En cambio cuando tenía otros vasos podía ayudarse. Por lo que el siguiente tiro lo falló, maldiciendo entre dientes.

—Estúpido juego.

Vic miraba los vasos restantes. Si antes podía contar con Adora para hacer la mayoría de los tiros pues estaba claro que eso había cambiado, podrían estar jodidas.

—Por favor, me conformo con meter uno y no morir en la vergüenza —Esas palabras eran para ella y canalizó toda su concentración en un vaso —Solo uno.

La cantante soltó la pelota y no sabía si solo ella lo estaba viendo así o no, pero la bola parecía ir en cámara lenta hasta que bajó y aterrizó en un vaso. Las dos chicas se voltearon a ver para celebrar como si hubieran ganado el juego, no era así, solamente estaban felices de que después de rondas donde Victoria no había logrado nada, por fin uno rindiera frutos.

—Toma, tonto —Victoria señaló a Carlos V y el piloto rodó los ojos mientras que por dentro estaba feliz de que Victoria hubiera metido una.

—A beber, Carlitos —se burló Adora abrazando a la rubia. Estaba muy feliz por ella, por muy poco que pareciera valoraba que siguiera intentando.

—I bibir, Cirlitis —la imitó Carlos V tomando de su vaso. A lo que Adora y Vic lo observaron divertidas, ya se comenzaba a notar el efecto de aquellos inocentes tragos —Bien, estamos en las últimas. El próximo tiro podría ganar el juego —narra preparándose para realizar el tiro.

Carlos V se enfocó en aquel último vaso. No iba a mentir y decir que los shots no estaban comenzando a afectar un poco su rendimiento, pero sentía que si podía utilizar cierto nivel de fuerza podría lograr el tiro directo sin tener que hacer rebotar la pelota, y no quedaría como un idiota. En lo que se acomodaba, listo para hacer su tiro, escuchó un "¡sueltame, joder!" y no tuvo tiempo de detener sus reflejos cuando fue empujado por un costado, la pelota siendo lanzada. Los cuatro observaron casi en cámara lenta como la pequeña pelota rebotaba contra la mesa un par de veces para seguido desaparecer de sus vistas al caer por el borde.

Él se volteó molesto para encontrarse a un Carlos A mirándolo un poco culpable con Bodoque colgado de su short de baño. Ambos estaban quietos como teniendo la sensación de que el otro Carlos estaba muy molesto para lidiar con sus estupideces, por lo que Bodoque se bajó y Carlos A se aclaró la garganta apartando la mirada.

—Qué mala leche —exclamó Carlos A todavía tratando de hacerse el inocente bajo la mirada irritada de su clon.

—Y luego me dices a mí que soy muy orgullosa y acabas de perder por no querer disculparte con el gato —dijo Adora encontrando la escena muy divertida.

—No cantes victoria aún, Torres. Te falta hacer un tiro y todavía tenemos posibilidades —se cruzó de brazos.

—¿Quieres apostar, cariño? —sonrió la venezolana y sin dejarlo contestar se preparó para hacer el tiro. Solo que se le ocurrió algo para molestar más a los Carlos y decidió hacerlo. Se volteó hacia Vic sosteniendo la pelota a la altura de sus labios —Guapa, ¿le das un beso para que me dé buena suerte? —le guiñó un ojo sin que los Carlos vieran.

Vic sonrió sabiendo que Adora lo estaba haciendo para molestarlos y le siguió el juego —Lo que tu me pidas, reina —Se inclinó un poco y dejó el beso marcado con su labial.

—Ahora no hay manera de que pierda —la miró coqueta y se volteó para enfocarse en su tiro. Sería muy anticlimático que hicieran toda esa escena para nada, así que debía insertar esa pelota sí o sí para que su dignidad quedara intacta. Se concentró en su objetivo, y como solía hacer antes de sus carreras visualizó el resultado. El lograr anotar esa pelota y celebrar con Vic el que juntas (y con ayuda de Bodoque) hubieran ganado a ese par de egocéntricos narcisistas.

Inhaló y exhaló despacio... e hizo el tiro. Sus ojos siguieron el trayecto de la pelota, la cual pareció demorarse mil años en llegar a su destino, cuando descendió y ante sus ojos atónitos logró caer en el blanco. Adora sintió como una sonrisa se formaba en sus labios a lo que Victoria la sacudía pegando brinquitos y celebrando como si hubieran ganado el mundial.

Carlos V sin decir nada volteó a ver a su otro yo y a Bodoque, quien había decidido comenzar a comportarse. Estaba molesto porque ellos podrían estar celebrando.

—No me veas así, fue la cosa esa —Carlos A no dejaría que toda la culpa fuera para él.

—Buen juego, chicas —Carlos V se acercó hasta ellas y les extendió su mano tratando de ser un buen perdedor —Ahora, si me disculpan yo dije que iba a embriagarme y me siento muy sobrio.

Sin decir nada más, el hombre se alejó de ahí para buscar un trago y ver qué podía ofrecerle el jardín lleno de gente falsa. Victoria lo observó irse y supo que también era hora de ver qué podía encontrar.

—Sí, creo que iré a ver qué más consiguieron para la fiesta. Fue un gran juego —La rubia les sonrió y luego miró directamente a Adora —Te espero en un rato para bailar.

Y salió de ahí.

—Que conste que fue suerte, ambos sabemos que si no fuera por el gato malvado no habrías ganado —dijo Carlos A con fastidio, puede que se haya molestado un poco con lo cariñosa que se puso la castaña con Victoria.

—Oh vamos, ganamos limpiamente —sonrió ella divertida —No es culpa mía que el gato te ataque, tú no le quieres pedir perdón.

—¡Porque es un malcriado! No se merece nada más que un baño con agua fría —frunció el ceño.

—Sainz —Adora le puso una mano en el hombro —Solo diré que por tu bien en esta estancia, será mejor que te disculpes con ese gato. Los animales son muy inteligentes y Bodoque no parece ser la excepción —le dio dos palmaditas, burlona, y se fue a buscar una bebida y tratar de hacer conversación con otras personas.

Carlos A se limitó a rodar los ojos. Inteligente era, eso debía admitirlo. El gato parecía planear a la perfección cuándo y cómo ejecutar sus planes malignos. Carlos ya se estaba cansando de tener que quitárselo de encima todo el tiempo. Tal vez Adora tenía razón y debía disculparse de una vez por todas. Aunque no había manera de que lo hiciera enfrente de las miradas burlonas de los demás.

Por su lado, Carlos V había comenzado a tomar lo primero que había encontrado en una mesa que estaba a un lado del jardín llena de bebidas de todo tipo. La música estaba a todo volumen, después de todo no había vecinos a quien molestar.

Victoria había tomado una de sus confiables botellas de vino y se había ido a sentar a la orilla de la alberca con algunas personas falsas, sorprendentemente le estaban haciendo plática casual y le agradó poder hablar con alguien que no la conociera, reales o no.

Aún así, la cantante no podía dejar de ver a Carlos V, durante todo este tiempo lo había estado observando, viéndolo actuar como un joven, no como un adulto. Claro, él ya estaba entrando a sus 30 's, pero que pudiera disfrutar un rato sin preocupaciones había sido genial y Victoria podía darse cuenta de que de verdad estaba feliz, así que solamente lo dejaría disfrutar esperando que el hombre no vomitara sobre algo o alguien.

Carlos A entre todo el alboroto de la fiesta notó al gato en la cocina y decidió que era buen momento para disculparse fuera de ojos curiosos, por lo que luego de buscar en el refrigerador se acercó con un pedazo de jamón al gato, quien lo miró con desconfianza primero.

—No está envenenado, gordo —rodó los ojos, pero eso no ayudó a que Bodoque le creyera. De hecho lo miró como diciendo "entonces pruébalo tú" y Carlos no podía creer que de verdad le estaba haciendo caso a un gato. O comprendiéndolo en primer lugar.

Le mostró el pedazo para que se asegurara de que era eso lo que se estaba comiendo y bajo la mirada atenta de Bodoque le pegó una mordida y tragó—¿Ves? No tiene nada.

Le volvió a extender el pedazo y esta vez el gato se acercó a olerlo todavía sospechando, pero ya después de olerlo se lo empezó a comer. Carlos no se movió de su lugar. Dejó que terminara y luego quiso hacer para acariciarlo y Bodoque le siseó por lo que devolvió su mano a su lado.

—Mira, sé que iniciamos con la pata izquierda —Bodoque maulló, de acuerdo —Puede que haya insinuado que estabas deformado y luego te pisé la cola para apartar a tu dueña de mi dueña.

Decidió hablar en términos que el gato entendería.

—Y pues pido perdón. Estuve mal por tratarte así. Eres malvado cuando quieres eh, y muy inteligente. Parecías todo un ninja abriendo la puerta de mi cuarto todas las noches para atormentarme. Siempre estando listo para asustarme... —el gato ronroneó como gustándole lo que le decía, así que algo inseguro Carlos trató de acariciarlo de nuevo solo para encontrarse que Bodoque lo dejó. Yendo tan lejos como para cerrar los ojos bien a gusto con las caricias proporcionadas —Tengo que admitir que no soy de gatos, tengo dos perros en casa, pero... tú hiciste que quiera tener un gato. Lástima que no será un Bodoque, gordo. Me he divertido en esta pequeña guerra que hemos tenido.

—Espero que esto signifique el fin de la enemistad, y podamos comenzar de nuevo —continuó hablando y cuando apartó las manos de él Bodoque maulló como queriendo que siguiera. Carlos quería intentar algo, pero no sabía si lo dejaría. Trató de cargarlo como bebé como había visto a Carlos V hacer esperando que lo rasguñara, aunque para su sorpresa el gato se dejó. No quería, pero apenas vio esos ojos mieles mirándolo de vuelta no pudo evitar enternecerse un poco con él —Ay, no eres más que una bola de pelos adorable —le hizo caricias y el gato ronroneó —Si que si, si que si.

Estaban tan ensimismados en lo suyo que no repararon en los pasos que se acercaban hasta que escucharon un carraspeo—¿Interrumpo algo? —Adora miró a los dos divertida, tanto el gato como Carlos se quedaron paralizados como si los hubieran atrapado haciendo algo que no deberían. Tanto así que Bodoque salió disparado de sus brazos, pasándole por al lado a Adora —¿Ese era tu famoso gato malvado? Por como estaban no me parecía.

Bodoque se volteó a mirar a Carlos, y fue breve, pero en ese momento supieron que ya estaban hechas las paces y habían quedado en buenos términos.

—Ya no es taaan malvado.

Se acabó la guerra.

Adora y Carlos A habían salido de la cocina a prepararse unos tragos afuera, para después encontrar que al final del jardín habían juegos de feria, no eran muchos, pero eran los suficientes para poder distraerse.

Los dos pilotos decidieron irse a uno donde tenían que tirar patos con una escopeta falsa mientras los patos van por una banda caminadora.

—¿Qué tan buena te consideras con una escopeta, Torres? —preguntó Carlos levantando la suya. A lo mejor y podría aprovechar para acercarse un poco y ayudarla como cuando jugaron golf.

—Buena, ¿quieres que te lo demuestre? —bromeó con un brillo travieso en su mirada apuntando la suya hacia el español, quien inhaló y tragó grueso.

—No, gracias —se sintió respirar cuando apartó la escopeta de él, examinando la pistola por municiones. Motivos para dispararle tenía más de uno.

—Si sabes que no tienen balas, ¿no? Son de aire —trató de calmarlo Adora a lo que se acomodaba para disparar.

—Pfff, claro. ¿Tú no? —mintió Carlos y Adora sonrió divertida.

—Pues sí, es que ya a simple vista vi que no eran las verdaderas —no le dio mucha oportunidad a Carlos para responder cuando disparó, tumbando a uno de los patos. Carlos se quedó viéndola asombrado. Recordatorio para sí mismo: no volver a estar en el lado malo de Adora.

—Vale... ¿Cómo mierda sabes disparar así? —El español reposó su escopeta en el suelo mientras se llevaba una mano a la cadera para dedicarle toda su atención a la venezolana.

—Mi abuelo fue militar y su concepto de tiempo abuelo-nietas era enseñarnos a Lele y a mí a disparar armas —se volvió a posicionar y tumbó otro de los patos, Carlos se encogió sobre sí mismo ante el sonido —Y pues no le haría daño a nadie, la verdad, pero tienes que admitir que tengo una puntería bien arrecha, ¿no? —sonrió algo egocéntrica y se volteó a mirarlo —Talento desperdiciado.

—Ajá —Carlos había encontrado un nuevo respeto por la venezolana al saber ese pequeño dato que sabía usar un arma —Desperdiciado es la palabra que usaría —dijo sarcástico. Como esa mujer pudiera tener licencia de una pistola, no cree que estaría vivo en esos momentos.

—¿Por qué? ¿Me tendrías miedo si pudiera usar una legalmente? —ella ladeó la cabeza hacia él tratando de verse inocente.

—Te tengo miedo sin necesidad de un arma de por medio —murmuró Carlos preparándose para disparar. Adora solo lo observó analítica, su postura estaba mal, pero no sabía qué tan bien se lo tomaría si lo corrige.

—¿Y eso por qué? ¿Acaso muerdo...? Oh, espera, sí te he mordido —reconoció recordando la vez que le mordió en plan juego la mano —Pero en serio, ¿qué te hice para que me tengas miedo? —preguntó algo confundida. Okay, puede que le meta codazos o le pegue en el brazo, ¿pero miedo? Le parecía una palabra muy fuerte.

Carlos no encontraba cómo responder eso. ¿Cómo le decía que le daba miedo lo que provocaba ella en él? Esas sensaciones que lo recorrían cuando la venezolana lo miraba no las había sentido antes, y siendo honesto, lo aterraban. No podía decirle eso, no quería espantarla y que huyera como solía hacer.

Ignoró su pregunta—¿Estoy bien posicionado, señorita experta?

Adora se mordió la lengua, quería que respondiera esa pregunta, pero a su vez no quería que se lastimara —No, tienes que separar más las piernas porque necesitas poder mantener el equilibrio cuando la fuerza del disparo te haga retroceder. Mmm, encaja bien la parte de atrás de la pistola contra tu hombro para que no te pegue y tu mejilla debe estar apoyada ahí para que no te pegues un coñazo —indicó y él siguió sus instrucciones.

—¿Así? —la miró y ella asintió. Carlos se preparó para disparar y falló por poco.

—¿Qué tal si hacemos esto interesante y te tomas un shot por cada pato que logre derrumbar? —alzó las cejas, desafiante. Tal vez fuera más fácil sacarle información a Carlos ebrio, parecía colaborar más con ella la última vez.

Carlos lo consideró, no tenía nada que perder. Después de todo, tal vez ponerse ebrio era exactamente lo que necesitaba.

—Hecho, Torres —estrechó su mano. Adora sonrió para sus adentros —Pero si yo logro distraerte de tus tiros, no bailarás con la rubia. Solo conmigo.

La castaña lo consideró. En su mente era ganar-ganar, así que vale, podía con esto—Trato hecho —se posicionó para disparar de nuevo.

Victoria estaba tranquila bebiendo ahora dentro de la alberca cuando sintió a alguien aventarse y causar una gran ola de agua. Después del susto, volteó para ver quien había sido, era Carlos V sonriendo de oreja a oreja, supo que era él por el color de sus shorts.

—¿Qué mierda haces? —La cantante preguntó mientras tomaba más vino.

—Fui retado y yo siempre cumplo.

—¿Quién te retó?

—Mis amigos —Carlos V señaló a un grupo de gente falsa que le aplaudía —Ahora, nada conmigo. Deja eso.

Carlos V se estiró y tomó la botella de Victoria, para dejarla en la orilla, no sin darle un largo trago al punto de casi terminársela. La rubia rodó los ojos aceptando la propuesta y nadando con Carlos V un rato.

Habían hecho carreras, donde claramente Victoria había perdido todas por mucho.

Carlos V se dio cuenta que Victoria ya no quería competir, así que se dedicó a nadar con ella en su espalda de forma tranquila, aventando los globos que estaban ahí lejos de ellos.

—¡Soy el mejor nadador de la casa! —Carlos V gritaba a los 4 vientos con Victoria abrazada en su espalda, después de un rato, la pobre se había cansado de competir con ese tonto.

Fue ese grito, el que llamó la atención del otro Carlos, quien no dejaría que Carlos V hiciera ese comentario sin antes haberlo vencido. Los shots que había tenido que tomar empezaron a hacer efecto.

—¡Ya quisieras, cabrón! —Carlos A se quitó la camiseta y dándosela a una desconcertada Adora corrió hacia la piscina para tirarse de un salto. Salió a la superficie apartándose el cabello del rostro —¿A que no nadas más rápido que yo? —lo retó con la mirada.

—Pues ya va siendo hora de que lo averigüemos.

Ambos se pusieron a competir, estando tan parejos que daba miedo. A Carlos A se le ocurrió una gran idea para romper esa sincronización—¡A que no nadas tan rápido de espaldas! —y sin dejarlo contestar se apresuró a hacer eso mismo, solo que comenzando a estar borracho y sin calcular bien la distancia, se pegó en la cabeza bajo la mirada atenta de Adora, quien hizo una mueca al escuchar lo feo que sonó ese golpe.

—¿Todo bien? —gritó hacia los Carlos, pero específicamente al suyo.

—¡Sí sí, todo perfecto! —Carlos A le quitó importancia aunque sentía como la cabeza le palpitaba. Si fuera una caricatura le estaría creciendo un chichote más alto que él en esos momentos.

Después de que los dos Carlos estuvieron dando varias vueltas por la piscina, se detuvieron para pelear quién era el que había ganado la mayoría de ellas. Nadie en realidad sabía quién había sido porque nadie además de ellos estaba prestando atención a sus competencias.

Victoria se había ido a sentar con Adora mientras platicaban de cosas sin sentido viendo a los otros dos competir como hermanitos.

—¡Yo gané la mayoría!

—Quisieras.

—¡Yo sigo siendo el mejor nadador de la casa!

A esas alturas, para las dos chicas esos comentarios eran como ruido blanco, ya no les prestaban atención porque era un juego que nunca acabaría, seguían hablando entre ellas cuando uno de sus "niños" gritó.

—¡Vic! Ahhh ¡Vic! —La rubia volteó a ver a un Carlos saliendo de la alberca gritando como loco.

—¿Qué pasó?

La cantante se acercó completamente asustada por esos gritos, al llegar solo esperaba que uno de los dos pudiera darle una respuesta.

—Está sangrando —Carlos A le notificó a Victoria desde la alberca, el pobre no sabía cómo salir y no pensaba admitirlo.

—Ven acá y siéntate —Victoria ayudó a Carlos V a sentarse en un camastro mientras revisaba de donde venía la sangre.

Al parecer Carlos se había cortado, nadie sabía con qué, lo único que Adora y Victoria veían era la sangre brotar de su pie.

—¿Podrías ir a buscar un botiquín? Mientras trataré de detener la hemorragia —Victoria no sabía nada de primeros auxilios, pero con alcohol en su sistema, parecía tomar más liderazgo del cual normalmente huía.

Adora asintió corriendo a la casa, Victoria había ido hasta la mesa de bebidas y con varias servilletas comenzó a limpiar la sangre, no ayudaba que Carlos V estaba escurriendo agua.

—¡No se puede morir! ¡No me digas que se va a morir! Noooo, mi copia barata y menos guapa —lloriqueó Carlos A.

—¿Me voy a morir? —Carlos V estaba asustado por los alaridos de Carlos A —No me quiero morir, soy muy joven y guapo y no importa cuantos Carlos haya en el universo, no puedo morir.

—¿Se pueden callar? ¡Nadie se va a morir! —Victoria gritó esperando que los dos Carlos guardaran silencio.

—Tendremos que cortarle la pierna —Carlos A soltó serio, era la única forma que él veía para salvar a su copia.

—¡Nooooo! —Carlos V lloró, verdaderamente estaba llorando —¡Es mi pierna favorita!

Fue en ese momento que Adora llegó corriendo con el botiquín —¿A quién le vamos a cortar la pierna?

—¡A nadie! Adora, ¿me das el botiquín? ¿Y podrías llevarte a Carlos? Solo lo está asustando —Vic suplicó a la castaña

Adora suspiró, ya entendía mejor a su hermana mayor cuando decía que odiaba lidiar con las versiones de Lando y ella borrachos. Carlos al cuadrado le iban a sacar canas verdes. Se acercó a la piscina a tratar de distraer a Carlos A.

—Sainz, vamos, deja de asustar a Carlitos.

Carlos A se acercó sigiloso como un tiburón, según él.

—Sainz —advirtió ella, pero fue tarde, porque no se había ni dado cuenta cuando ya estaba ahí, jalándole a la piscina y envolviéndola entre sus brazos —¡Carlos! —gritó al encontrarse empapada, además que de nuevo teniendo que nadar cuando no sabía. Borracho o no, Carlos no sabe cómo se acordó que ella estaba aprendiendo y lo primero que hizo al lanzarla fue atraerla hacia él para sostenerlos a ambos. Igual él si alcanzaba el suelo.

—Ay, pensé que te veías muy solitaria ahí y querías venir a hacerme compañía —sonrió inocente. Adora le salpicó en la cara, molesta.

—Eres un pendejo —le había mojado su vestido y ahora el pedazo de tela tan solo flotaba.

—¿Un pendejo, o un genio disfrazado de pendejo? —subió y bajó las cejas mirando de reojo la prenda flotante de Adora, a lo que ella le volvió a salpicar.

—Un pendejo bien ladilla, eso es lo que eres —resopló la venezolana sin dejar de mirarlo. Ambos se quedaron en un silencio tenso.

Carlos se puso a jugar con la mano de Adora, notando lo pequeña que era entre las suyas—Wow, tienes la mano súper chiquita —sonrió comparando el tamaño de sus manos, a lo que Adora siguió su mirada.

—O tú la tienes muy grande —soltó para defenderse, pero se encontró algo colorada cuando Carlos alzó las cejas hacia ella con expresión juguetona, apenas ahí captando que se podía mal pensar lo que dijo —Ay, eso no era lo que quería decir, bobo.

El español rió entrelazando su mano con la suya—Pero lo dijiste y no dejaré que lo olvides. ¿Quién es el tomate ahora? —se burló.

—Cállate.

Vic escuchó el chapuzón y grito de Adora cuando Carlos A la jaló hacia la alberca y lo vio como una ganancia, al menos le darían tiempo de ayudar a Carlos V sin distracciones.

—Entonces, doc. ¿Cuándo me cortarán la pierna? —Carlos ya se había calmado lo suficiente para hacerse la idea de la pérdida que iba a experimentar.

Vic trataba de no reírse, seguía concentrada en tratar de que la sangre dejara de salir.

—Si todo sale bien, no tendremos que cortarla, pero tienes que dejarme hacer mi trabajo.

—Lo que usted diga, doc. —La cantante se rió y comenzó a sacar unas gasas del botiquín.

La verdad era que la cortada estaba en la parte del empeine del pie, así que Carlos podría caminar sin problema, y tampoco era muy profunda, solamente el agua no ayudaba, pero en cuanto la cantante secó la herida, la sangre comenzaba a detenerse.

Estaba tan concentrada en su trabajo que no se daba cuenta que Carlos estaba casi encima de ella viendo cada movimiento que realizaba. Victoria sacó cinta y más gasas para hacer un parche improvisado y luego colocó uno de esos parches para que no se mojara su curación y que Carlos pudiera seguir disfrutando la fiesta.

—Creo que ya quedaste y no tendremos que cortar tu pierna —Victoria sonrió satisfecha con su trabajo.

—Eres la mejor, doc.

Carlos V se puso de pie sin ayuda y tomó a Victoria de sus dos brazos para acercarla a él con velocidad y depositar un beso en la cabeza de Victoria. Antes de que ella pudiera reaccionar ante tal acción, el piloto se había alejado corriendo para ir por más alcohol.

—¡No me cortaron la pierna!

Victoria fue hasta la mesa de bebidas para prepararse un trago y seguir disfrutando. Estaba tranquila, sin que nadie la viera, fue hasta la cocina por algunas galletas y se quedó ahí viendo la fiesta desde lejos.

Podía observar a Adora y Carlos A jugueteando en la alberca y a lo lejos veía a su Carlos tratando de jugar ping pong terriblemente mal, estaba completamente ebrio y seguiría tomando hasta no poder más.

Después de aburrirse y de llenarse de galletas, decidió que iría a buscar qué hacer, recordó que había visto muchos juegos de mesa en el cuarto de Adora, tal vez si buscaba bien encontraría uno divertido para los 4. Solo esperaba que la piloto no se enojara con ella por meterse.

Con cuidado subió las escaleras y supo que el alcohol ya le estaba afectando cuando se recargó en la pared para no caerse, aún así continuó con su tarea y llegó hasta la puerta de Adora.

Al entrar, el cuarto estaba intacto, considerando que la venezolana no había estado durmiendo ahí era completamente entendible.

Entró a trompicones y fue hasta el mueble buscando un juego lo suficientemente bueno y fácil para jugar ebrios, estaba claro que Monopoly se salía de la ecuación.

Estaba agachada moviendo cajas, pero cada juego le parecía más complicado que el otro, estaba por tomar el operando cuando alguien la espantó.

—¡¿Qué haces?! —Adora había preguntado mientras daba un brinco haciendo que Victoria se fuera para atrás del susto.

—Carajo, reina me asustaste —La cantante trataba de reponerse del susto —Estaba buscando algo para jugar, ya sabes, algo para tomar más. Tomar solamente por tomar me hace sentir como una ebria.

Vic se repuso y explicó la razón por la cual invadía la habitación de Adora.

—Entonces parece que pensamos lo mismo —Adora se escurrió un poco el cabello en el lavamanos de su baño. Su vestido estaba mojado y ahora le quedaba más ceñido que antes. Tendría que cambiarse —Creo que debo tener un juego que me regaló mi hermana. Es como verdad o reto, pero si no haces el reto tienes que tomar. No sé qué te parezca —explicó terminando de secarse con una toalla para luego buscar algo que ponerse en su clóset.

—Jugaré lo que sea con tal de ponerme al nivel de esos dos —Vic se sentó en la cama de Adora para después dejarse caer —No es posible que ellos obtengan toda la diversión.

—¿También tienes resistencia al alcohol? —Adora la miró divertida.

—Años de práctica —Victoria soltó cansada viendo el techo del cuarto —Uno pensaría que mi riñón comenzaría a sufrir daños, pero no.

La castaña asintió—Tienes razón, es injusto que ellos se embriaguen y nosotras tengamos que cuidarlos luego. Me anoto para lo que sea que se te ocurra —sacó unos shorts y una camisa y por costumbre se cambió enfrente de Vic —¿Nos vamos por el reto o bebe o busco algo más?

—¡El reto o bebe! Y más vale que esos dos estén lo suficientemente sobrios para jugarlos o los voy a matar —Fue ahí que Vic se puso de pie lista para salir a buscar a los gemelitos.

Adora agarró la caja del juego—Advierto que puede que tenga algunos retos algo... picantes, por así decirlo. Así que aquí entre nos, si te sientes incomoda haciendo alguno con Carlos lo puedes cambiar o hacerlo conmigo —se encogió de hombros, no lo decía en plan coqueta, sino más como amiga que quiere ayudar a la otra.

Vic sonrió agradecida, entendía porque Adora le decía eso, después de todo lo que le había contado y le notificó lo complicada que era su relación con Carlos V agradecía el gesto.

—Gracias, en todo caso beberé o haré lo que me dices.

Las dos se dispusieron a salir del cuarto chocando entre ellas para después reír y darse cuenta que a lo mejor no tenían la gran resistencia que ellas presumían.

—Tú primero —Vic soltó y se hizo para atrás dejándola pasar.

—Ay, para caballeras como tú, ¿para qué me hace falta Carlos? —bromeó Adora pasando.

Vic se rió y comenzó a caminar detrás de ella para bajar a la planta baja, estaban por salir cuando se encontraron a los dos Carlos devorando las galletas como si no hubieran comido en días.

Carlos A estaba escurriendo toda la cocina mientras que Carlos V estaba sentado en la isla columpiando sus pies y los dos reían como idiotas soltando migajas por todos lados.

Vic fue hasta donde estaba Carlos V.

—¿Cómo está tu pie?

—¿Cuál pie? —Carlos V preguntó sin entender y con la boca llena.

—El que te cortaste.

—Ah —No recordaba de qué hablaba la rubia linda frente a él —Bien, sí.

Adora también había llegado y se había puesto cerca de Carlos A, pero no tanto para que la volviera a mojar.

—¿Quieren jugar con nosotras? Vic y yo pensamos en hacer esta fiesta más divertida y creo que hemos encontrado la forma de hacerlo interesante.

—Jugaría contigo cualquier día —habló Carlos A coqueto, pero le restaba un poco al efecto el hecho de que lo dijo con la boca llena de galletas.

—¿Qué planean? —Carlos V tomó leche desde el cartón —Y más vale que esta vez sean justas, no como su truquito con la bola gorda.

—Es malo ser resentido, Carlitos. Bodoque es un alma libre, pero eso no viene al caso —habló la resentida profesional mejor conocida como Adora, dejando caer la caja del juego en la encimera —¿Les provoca jugar Reto o bebe? Creo que el concepto del juego se explica muy claro.

—Claro, sí —Carlos V no tenía la menor idea en lo que se estaba metiendo.

Adora casi sonríe como el gato de Alicia, solo quedaba Carlos A, por lo que lo miró expectante.

—¿A mí que me miras? Sabes que amo un buen reto —le hizo un gesto de que abriera la caja.

—Bien, Vic, ¿haces los honores? —Adora destapó el juego y se puso a barajar las cartas con los retos.

—¡Voy por los shots! ¡Espera! —La rubia no esperó respuesta y fue corriendo hasta la mesa de bebidas por una botella de vodka blanco y vasitos para shot de plástico que estaban ahí, al regresar puso la botella donde todos pudieran verla —Listo.

Victoria veía el mazo de cartas sin saber bien qué hacer —¿Solo tomo una y ya?

—Toma una, la lees en voz alta y si no quieres hacer el reto porque te acobardaste, bebes —se encogió de hombros Adora y se sentó en la encimera.

—Ok —Vic estiró su mano y tomó la primera carta que vio, esperaba que el reto fuera algo inofensivo, al menos para ir empezando —Dice "Carga a la persona que esté a tu derecha en tus hombros y recorre la sala"

La cantante volteó a su derecha y la persona que estaba ahí era Carlos V.

—¿Crees poder? —Le preguntó entre risas, estaba claro que no la veía cargándolo por la sala.

—Será mejor que lo averigüemos.

—Tú problema, si me dejas caer te aviento a la alberca —Carlos V se bajó de la isla y se paró frente a ella esperando el siguiente movimiento.

Victoria trataba de ver cómo le haría, pero eso era lo de menos, ¿cómo iba a cargarlo por toda la sala? Sin pensar mucho, como la mayoría de sus ideas, hizo que Carlos se doblara sobre su hombro y la sorpresa fue que pudo mantenerse de pie con él.

—¡Victoria! ¡Me vas a tirar! ¡Bájame! —Carlos V se había arrepentido al momento en que la cantante lo sostenía.

Adora y Carlos A observaban entre risas e impresión como Vic cargaba a Carlos V. ¿Quién diría que había tanta fuerza en esos flacuchos brazos?

Victoria sentía como con cada paso sus piernas temblaban más y más, y los gritos de Carlos V no le ayudaban.

—¡Ya-no-puedo-más! —Victoria soltó con esfuerzo y sin poder decir nada más, se derrumbó con todo y Carlos.

No había dado ni la mitad de la vuelta.

El golpe sonó más fuerte de lo que en realidad había sido, Carlos estaba mareado por el alcohol y por el impacto —Te dije que no me tiraras.

—En mi defensa, nos caímos los dos.

Y entonces, al mirarse a los ojos, la parejita se comenzó a reír como tontos.

—Solo por eso, toma un shot —Carlos V fue el primero en ponerse de pie extendiendo sus manos para ayudar a Victoria, quien las aceptó sin problema.

—Está bien —Los dos regresaron a la cocina donde Adora y Carlos A no podían aguantarse las risas de lo que acababan de ver y sin decir nada, Vic se sirvió el primer trago —¿A quién le va?

—Pues aquí Sainz dijo que amaba un buen reto —Adora miró a Carlos A con las cejas alzadas —A menos que ya se haya acobardado.

—¿De un inofensivo reto? Nunca —tomó una carta y se aclaró la garganta —Dice "Quite cualquier pieza de ropa de la persona a su derecha" —miró a Adora, divertido —A menos que alguien se haya acobardado.

—Ja. Vamos, quítame un zapato —extendió su pie hacia el español.

—Ah, no, creo que eso no cuenta como pieza de ropa, ¿o sí? —se miró con los demás.

—No.

—Sí.

Fueron las respuestas de Carlos V y Victoria respectivamente. Los dos se fulminaron con la mirada, cada quien había tomado un bando y se notaba a quien defendían.

—El pueblo se halla dividido, y como aquí nos regimos por democracia... —dijo Adora y sacudió su pie.

—Significa que te tengo que quitar una pieza de ropa —sacudió la carta en la cara de la castaña, y Adora la leyó para luego rodar los ojos.

—Bien. ¿Qué me quieres quitar? —lo miró con ojos entrecerrados.

Todo. Fue el primer pensamiento que se le cruzó a Carlos A por la cabeza.

—Mmm, los shorts —optó por dejarle algo que pudiera cubrirla un poco, por muy antojoso que fuera, no quería compartir la vista con Vic y Carlos V. Se acercó y dejó que ella se bajara para hacerle todo más fácil, sus ojos no rompían contacto visual con Adora en lo que sus dedos se encargaban de desabotonar su short y bajar el cierre de manera lenta y pausada. Bajándole el short por sus muslos hasta que cayó en el suelo, donde lo recogió y cuando subió la vista sonrió un poco —¿Bragas del rayo McQueen?

Adora lo vio colorada tratando de bajarse un poco la camisa para mantener su dignidad —No te hagas, vi las tuyas de Batman en un tu cuarto.

—Nunca dije que me molestara la vista —le lanzó la carta de modo juego y Adora la atrapó algo irritada para volver a dejarla en la caja.

Vic estaba tratando de no mirar la escena por respeto a ambos, pero era casi imposible quitarles la mirada. Era como cuando veías un accidente en carretera, ¡tenías que verlo!

Fue así hasta que Carlos la interrumpió susurrando solo para ella —Si estos siguen así, los aventamos a la alberca para enfriarlos.

Victoria no pudo evitar contener la carcajada que salió de su boca y golpeó a Carlos V por hacerla reír así mientras él solo sonreía orgulloso por hacerla soltar una carcajada de tal forma

—¿Quién sigue? —Adora los interrumpió.

—Carlos —Victoria lo empujó hacia las cartas, para ver si así la dejaba de molestar.

El madrileño fue hasta las cartas y tomó la más cercana, sin complicarse la vida.

—¿Qué te tocó? —Preguntó Victoria impaciente al ver que Carlos nada más leía y releía su carta.

—Creo que voy a tomar —Carlos se sirvió sin enseñar tu carta y tomó el shot lo más rápido que pudo.

—¡Hey! Tienes que decir qué te tocó —Carlos A intervino en plan chismoso.

¿Qué no estaban del mismo lado? Él lo había ayudado con Adora.

—Sí, dinos, Carlitos.

—Besa el muslo interno de tu pareja —Carlos V murmuró y los demás apenas lo escucharon.

—¿Qué?

—¡Besa el muslo interno de tu pareja! —Está vez sí que lo habían escuchado y Vic se removió un tanto incómoda.

—Que bueno que tomaste el shot —Vic le dió una palmadita en el brazo para hacerlo sentir mejor sin siquiera verlo. Adora se miró con Carlos A, ninguno de los dos se tragaba ese cuento de los amiguitos que no se tenían ganas.

—Claro, lo hice por los dos —Carlos V tampoco podía verla a los ojos.

¿Pero a quién engañaban? Ellos también sentían esa necesidad por tocarse, los roces y tomarse de la mano no eran suficiente para ambos más cuando los dos sabían lo que era estar juntos, sentir sus cuerpos y pasar las noches enteras enredados en la cama, por más que fingieran que eso nunca había sucedido. Aún así, estaba claro que los dos trataban de mantenerse firmes y no dejarse caer, no de nuevo.

—Te toca, Adora —Carlos V habló esperando dejar su turno y su carta atrás.

Ella quería hacerlo más por ayudar a Vic, quien también se sentía incómoda. Tomó una carta —Elige a alguien del grupo para que te dé una palmada —asintió, pensativa. Por un lado, quería tomar, y por otro, no le gustaba la idea de renunciar a un reto —Vic, guapa, ¿te importa?

Carlos A la miró molesto. ¿Por qué elegía a una ex desconocida hasta hace unos días antes que a él? ¡Dejaría que Vic le pegue una nalgada antes que perder!

Vic soltó una risita nerviosa —¿Voy a tener el enorme placer de tocar esos bellos calzones del Rayo McQueen? Y yo que ya me sentía satisfecha de solo verlos.

—Solo para ti, reina —bromeó Adora.

—Siempre pueden rechazar el reto y tomar, ¿saben? —Carlos V habló serio.

—Sí, pero no suena tan divertido —Vic sonrió preparándose y acercándose a Adora —Prometo que te trataré bien.

—Yo sé que sí —le lanzó un beso.

—¿Ya? ¿Así? —Vic preguntó sin saber muy bien qué hacer.

—¿Esperas una invitación, rubia? —Carlos A vociferó molesto. Ya quería que acabara de una vez con eso.

—Bueno, ya voy. Dios, que humor.

Victoria se acercó aún más a donde Adora estaba, la venezolana se inclinó un poco y Vic soltó su mano con fuerza suficiente para que fuera una buena palmada que sonara, pero no para lastimarla de ninguna forma.

Las dos chicas rieron como tontas una vez que el reto había sido cumplido.

—Fue un honor, amor —Victoria habló orgullosa —¿Te dolió?

Adora se sobó un poco —Creo que me dolió más una vacuna en la nalga que esto.

Carlos V se odió por la imagen mental que acababa de recibir y sin decir nada, tomó la botella para servirse un trago, Carlos A le estiró su vaso esperando que el alcohol funcionara para ambos.

—Salud —murmuró Carlos A cuando su clon llenó su vaso, y sin esperar una respuesta ambos tomaron.

—Vic, vas tú, guapa —exclamó Adora, próximo reto tomaba sí o sí.

Victoria asintió y tomó su carta, ya le estaba agarrando confianza al juego —Intercambia una prenda de vestir con el jugador de tu derecha.

Carlos V cerró sus ojos al saber que de nuevo le tocaba con ella —¿Podrías tomar el shot como una persona normal?

—No —La rubia rió dejando la carta con las demás que ya habían leído.

—Victoria, traes un bikini y yo una camisa y un traje de baño —La cantante no le tuvo que decir que era exactamente lo que quería cambiar —Te voy a matar.

Victoria sin decir nada más, colocó su mano por detrás de su espalda y desabrochó su top del bikini, con una mano acunó sus tetas y con la otra estiró su prenda.

—Tendrás que darme tu camisa o estaré así por el resto del juego —La sonrisa inocente de la cantante no engañaba a nadie.

Adora le silbó—Mami quien fuera vendedor para que me des de esos limones.

Victoria le soltó un beso al aire junto con un guiño sin mover su brazo. Carlos A rodó los ojos. Esas dos y su continuo coqueteo lo iban a volver loco.

Carlos V respiró y se comenzó a quitar la camisa que Victoria había sido tan amable de escoger por él y se la entregó. No iba a permitir que Carlos A la viera o peor, que Adora lo hiciera. Luego, se volteó y se la puso dejando la parte de arriba de su bikini sobre la isla de la cocina.

Carlos A la tomó desde un tirante y habló —La carta decía intercambia, lo que significa que tienes que usarlo por un turno, mínimo.

—¿Es en serio?

—Reglas son reglas.

Carlos A estaba disfrutando ver a su otro yo humillado.

—Victoria ayúdame a ponerme esta mierda —Carlos V soltó rodando los ojos y completamente molesto, ¿por qué él terminaba humillado de esa forma?

Victoria hizo que él solito se acomodara el bikini y una vez listo, lo abrochó buscando no reírse, pero las risitas se escuchaban por toda la cocina.

—Lo que me haces hacer, preciosa —De nuevo le habló para que solamente ella escuchara.

—Creéme que se te ve divino. El verde es tu color.

—No hables. ¿A quién putas le toca? Para ya acabar con esto.

Ninguno podía dejar de ver a Carlos con un bikini puesto.

Adora contuvo la carcajada que quería salir de sus labios ante la imagen frente a sus ojos —Sainz, te toca.

Peor que a Carlos V no le podía tocar, pensó Carlos A para luego coger una carta— Dice debes mantener tu mano en el muslo interno de la persona que está a tu lado para la siguiente ronda —miró a Adora como queriendo su consentimiento y ella asintió sin darle mucha importancia. A lo que el español dejó caer su mano en el muslo de la castaña, una posición a la que ya estaban acostumbrados aunque en circunstancias diferentes.

Mientras Carlos no hiciera grandes movimientos ella estaría bien, sino pues estaría jodida porque tenía cierta debilidad a que le toque las piernas. Era muy sensible en esa zona.

—¿Carlitos? —Adora llamó la atención de Carlos V.

—¿Ya me toca? ¡Genial! —Carlos V solo quería terminar con esa ronda y quitarse el bikini, fue hasta las cartas esperando que está vez le tocara algo decente, pero por las cosas que habían estado saliendo supo que la decencia no formaba parte del juego —Abrace a todo el grupo, uno por uno, ¡Gracias a Dios!

Carlos V dejó la carta y fue hasta donde estaba su gemelo, terminaría con esto pronto.

—Quita tu mano de Adora por un momento, estoy seguro que no se te va a caer.

—Eh, dice que hasta la siguiente ronda, pero bien —apartó la mano del muslo de Adora y estiró los brazos.

—Ahora sí. ¡Abrázame hermano! —Carlos V estiró sus brazos, dejándose apreciar con todo y bikini, pero en esos momentos no importaba.

Los dos Carlos se abrazaron sin problema, se sintió lo suficientemente raro para no repetirlo, pero no del todo para que no lo disfrutaran un poco. Una vez que se separaron, Carlos V fue hasta donde estaba Adora y sonrió.

Una vez abrazados le susurró al oído —Maldita baja novias falsas.

Adora le rodó los ojos, divertida —No es mi culpa que mi trasero le sea irresistible, culpo al rayo McQueen —susurró de vuelta.

Carlos V se rió y se separó para ir a los brazos donde verdaderamente quería estar.

—Veo que dejaste lo mejor para el final —Victoria lo recibió con uno de sus comentarios.

Carlos V solo negó sonriendo y fue hasta donde ella estaba para rodearla, de inmediato el olor a cloro de la alberca inundó su sentido del olfato, pero ese abrazo se sentía como cualquier otro de los que sucedía entre ellos.

¿Cuándo había sido la última vez que se habían tocado? Verdaderamente tocado, ninguno de los dos lo recordaba, pero esto se sentía bien.

Carlos V se separó con pesar, porque se dio cuenta que se estaba tardando de más con Victoria y de eso no se trataba el juego, así que se separó y regresó a su lugar inicial.

—Listo.

Adora en lo que eso sucedía se había adelantado a coger otra carta, pero esta vez solo la leyó, miró a Carlos A, bajó la mirada a la carta de nuevo y se sirvió un shot —Noup, no hay modo de que eso ocurra.

Carlos A trató de leer su carta, curioso, pero Adora no lo dejó hasta que él se la quitó de sus manos —Lame crema batida del... estómago de alguien —se encontró tragando grueso ante la imagen que se le vino a la mente.

—No, gracias, no quiero cloro con crema batida —exclamó Adora mientras se tomaba un shot sin mirarlo a los ojos, demasiado ocupada con su propia imaginación recreando aquella escena en su cabeza, tentándola a cumplirla —¿Quién sigue?

—Carlos V ¿no? —Vic habló tratando de recordar el orden con el que habían iniciado.

El piloto asintió sin decir nada y se estiró a tomar su carta. No sin antes quitarse el top de Victoria, después de todo ya había pasado un turno.

—Desenganche un sujetador con una mano —Carlos leyó y antes de que pudiera decir algo, Victoria habló.

—Considerando que mi "sujetador" está en el suelo, no creo que pueda ser el mío —La rubia señaló su Bikini y alzó sus hombros resignada.

Carlos V y Victoria voltearon a ver a Adora en forma juguetona tratando de aguantarse la risa al ver la cara de Carlos A. A él no le hacía nada de gracia aquel reto y lo hizo saber con una mirada fulminante hacia Carlos V. Está bien que lo deje tocarla cuando se intercambiaron, pero fuera de sus bromas no quería ver a su clon tocando a Adora.

—Lástima que éste ya tenga nombre —tomó entre sus dedos la tira del sujetador de Adora y lo soltó contra su piel de manera juguetona, aunque no al punto que le llegara a doler. Tal vez pudo haber sido el alcohol, pero ya le empezaba a importar menos las consecuencias que tendría con su castaña.

—¡Sainz! —Adora se llevó una mano hacia el hombro y lo volteó a ver con ojos entrecerrados. Al principio era divertido molestarlos con sus celos, solo que poco a poco se habían ido volviendo más irritantes que tiernos. ¿Acaso aquel ciego no veía lo enamorado que estaba Carlos V de Vic? ¡Lo veía capaz de tomarse la botella entera antes de poner a Vic celosa! O al menos en esas circunstancias donde solo estaban los cuatro.

Carlos V y Vic se rieron por la reacción creyendo que solamente era un simple juego, Victoria había tomado la botella y se había robado un trago sin ser parte del juego.

—¿Qué? Es tuyo ¿o no? —Carlos A soltó inocente, pero cuando Adora dejó de verlo miró con advertencia a Carlos V.

—No te preocupes, no iba a hacerlo. Vic sírveme el shot, por favor.

Victoria asintió soltando una risita y sirviendo el shot a Carlos V, él lo tomó sin problemas, para entonces ya se le pasaban como agua.

—¡Oye! —Carlos V se quejó, pues a mitad del trago recordó que Victoria iba primero —Tú ibas antes que todos, luego Carlos A y después yo.

Victoria estaba medio mareada para seguir con el orden, y asintió —Es cierto —Victoria fue hasta el mazo de cartas y eligió una de las de en medio creyendo que su suerte sería mejor.

—Como te toque una de quitar alguna prenda con los dientes aquí se arma la tercera guerra mundial —susurró Adora hacia ella en voz baja, solo ellas dos siendo capaces de escucharla pues los otros ya comenzaban a disociar un poco debido al alcohol.

Vic rió de nuevo, estaba claro que ya le estaba afectando, más que nada por los shots que se había robado cuando no había tenido necesidad de tomar —Amor, tendrás que leer la carta por mí porque ya no veo.

Y le entregó la carta hasta Adora esperando que ella pudiera ayudarle con su suerte. La castaña negó divertida mientras la aceptaba y leía lo que decía, pero antes, una pequeña broma no haría daño a nadie ¿o sí?

—Aquí dice: Quítate dos piezas de ropa.

—¡¿Qué?! —Victoria abrió mucho los ojos por la sorpresa.

Carlos V le había arrebatado la carta a Adora sin creerle, Victoria no iba a terminar desnuda, porque ya estaba ebria y porque sabía que lo haría con tal de no perder.

—Eso no dice —Carlos V habló serio mientras entrecerraba sus ojos para leer con claridad, a él también se le movían las letras —Victoria. ¡Deja de quitarte la camisa!

La rubia ya estaba desabrochando los primeros botones, pero se detuvo al escuchar su nombre.

—Bueno, entonces ¿qué dice?

—Gira con los ojos vendados durante 10 segundos. Besa a la persona con la que aterrizas —Carlos V la leyó con dificultad y luego la dejó del lado de las cartas usadas.

Victoria fue hasta donde estaba Adora y le susurró solo para ellas: —No dejes que bese a Carlos, ya no quiero tomar más.

—Vale, no me molesta un beso para reforzar la amistad —bromeó y luego la miró —¿Segura que no quieres solo tomar? Temo que Carlos V logre eliminarme de la casa con sus poderes.

—Estaraaaá bien —Victoria soltó sin saber que eso lo había dicho lo suficientemente fuerte para que los dos Carlos la escucharan —Además, solo será un pico.

Victoria se alejó sin esperar respuesta de Adora y se cubrió los ojos con sus manos.

—Comienza —Adora le mandó y Victoria supo que si quería evitar ese beso con Carlos V debía de solo escucharla a ella.

La cantante estaba girando sin saber si ya habían pasado 2 o 12 segundos, Carlos V solo trataba de estar al pendiente por si se caía, la cual era una probabilidad mayor a que ella terminara besando a alguien.

—10. Ya.

Y ¡Pum! Victoria se detuvo de golpe haciéndose hacia adelante con dificultad para mantenerse derecha mientras preparaba sus labios para un beso. Todo sucedió muy rápido y básicamente Victoria se había dejado caer sobre los labios de Adora, se separaron de la misma manera.

Tal y como la castaña lo había dicho, fue un simple pico para reforzar la amistad y cumplir el reto sin beber, nada del otro mundo.

Carlos V se mordió la lengua, claro que el azar jugaría con ellos de esa forma, pero bueno, al menos Victoria se iría de ahí satisfecha por haber logrado aunque sea un beso con la piloto. Aún así, esperaba no volver a ver eso en su vida. Por otro lado, Carlos A quería sacarse los ojos y eliminar su memoria de aquello sucediendo. ¿Cómo carajos la rubia había logrado besar a Adora antes que él en aquel mundo? La detestaba mucho en esos momentos, maldita rubia besa novias falsas, ojala y Adora se lave la boca después y borre cualquier rastro de Vic de sus labios.

Adora soltó una risita—Te dije que te cumpliría el sueño, guapa.

—Top 3 mejores momentos en esta casa —Victoria sonrió satisfecha.

Había matado dos pájaros de un tiro, había besado a Adora y no había besado a Carlos V, porque sabía que ese beso con él sería su perdición.

—Ajá, sí, vivan las novias —soltó Carlos A con sarcasmo mientras que en el fondo un débil "Vivan" salía de la boca de Victoria. Carlos A decidió que ignorarla era lo mejor —¿Podemos continuar?

La venezolana tan solo lo miró con una ceja alzada—¿Y qué te detiene? Te toca, Sainz —dijo divertida. Le parecía ridículo como un roce de labios con Vic, en el cual no sintió nada, ni habrá durado más de un segundo, le molestaba a esos niveles.

Carlos A tomó una carta y la miró de reojo, sin en realidad esforzarse por verla—Dice hazle un chupetón a la persona a tu lado —se encogió de hombros hacia Adora, como diciendo "qué pena" y se acercó hacia ella. Adora, sin embargo, había visto lo imposiblemente rápido que lo había leído y sospechó.

Por lo que cuando el español se acercó lo suficiente, lo miró con una ceja alzada y poniendo una mano en su pecho para frenarlo, cogió la carta de sus manos, Carlos se quedó viéndola.

—Aquí dice que beses a tu pareja en el cuello, no veo en ningún lado que diga que debe ser a la persona a tu lado ni un chupetón —exclamó Adora, aunque igual la ponía algo nerviosa aquello. Cualquier tacto de Carlos y ya se sentía débil de las rodillas.

—Pero el concepto es el mismo, Torres. Además, no sé tú, pero no quiero perder. No veo a nadie más que besar, así que, ignora la palabra pareja y ya, que los demás están esperando —dijo él exasperado. En realidad buscaba cualquier excusa solo para que la castaña lo dejara acercarse, porque si alguien podía tocarla o poner sus labios en su cuerpo, debía ser él.

Victoria y Carlos V estaban en silencio observando todo esto, ahora el comentario de Carlos sobre aventarlos a la alberca regresaba a la mente de la cantante. Esos dos tenían tantas cosas por resolver, como primer actividad, estaba claro que debían de cerrar el trato pero ya.

—Voy al baño —Victoria habló solo para que Carlos V la escuchara y el hombre la tomó por el cuello de la camisa regresándola a su lugar junto a él.

—Ni se te ocurra. No vas a dejarme con estos dos —Carlos V se había tomado dos shots solo para seguir ebrio y poder continuar el juego, le ofreció uno a Vic, pero ella se negó. Ya no quería tomar más.

La cantante no tuvo nada más que hacer que regresar a su lugar y observar cómo terminaba esto, sin decir nada, se recargó sobre el brazo de Carlos esperando en silencio y Carlos colocó su cabeza sobre la de ella, estaba claro que este juego no era para ellos, pero estaban felices de estar ahí.

Carlos A había avanzado más, listo para besarle el cuello a la castaña cuando ella lo sostuvo del cuello, él dándole la espalda a los otros dos para bloquear a Adora de sus vistas mientras ella lo miraba seria.

—Ey, antes de que te pongas a inventar con tu mente de borrachín, recuerda que todavía me estoy curando de lo de la plancha —advirtió Adora. Tenía claro que era difícil sacarle una idea de la cabeza a Carlos cuando se le ocurría, pero siquiera debía hacer el intento. No quería sentir doble dolor al siguiente día si se le ocurría hacerle un chupetón.

Su Carlos rodó los ojos, algo fastidiado de que le recordase ese detalle así que no respondió, muy enfocado con comenzar su tarea. Adora de pronto sintió húmedos labios recorrer su cuello a base de besos, estremeciendo todo su cuerpo de pies a cabeza. Carlos la sostenía de la cintura para evitar que se moviera mucho, manteniéndola firme en su lugar. A Adora le gustaba eso de que fuera dominante de manera indirecta muchas veces. A él le pareció justo que si Vic tuvo que girar por diez segundos pues él también se pudiera quedar impregnado en el perfume del cuello de la venezolana la misma cantidad de tiempo, brindándole atención de una forma que aún no rozaba lo lujurioso, solo se tomaba su tiempo, y besaba a su antojo muy gustoso. Pasados los diez segundos se sintió satisfecho cuando se alejó y vio los ojos de Adora oscurecidos, adoraba el efecto que provocaba en ella porque ella hacía lo mismo con él.

Cualquier toque y lo podía tener comiendo de su mano.

Adora carraspeó rompiendo la conexión de sus miradas—¿Quién...? ¿Quién sigue? —medio balbuceó, aquello solo logrando que Carlos A sonriera egocéntrico sabiendo que era gracias a él.

—Tú, reina —Vic dijo entre risas mientras seguía recargada en Carlos siendo rodeada por él.

—Claro, claro —Adora carraspeó la garganta, y trató de concentrarse. Ella no estaba lo suficientemente borracha para desorientarse así de fácil, lo llamaba el efecto Sainz, jodido madrileño con labios gruesos y besables. Cogió una carta y cuando la leyó frunció el ceño —Bien, dice Te vas de la habitación. Todos vierten un trago. Regresas a la habitación y tomas unos de los disparos que se vertieron. Quienquiera que haya servido la bebida, debe sentarse en su regazo por el resto de la ronda. No entiendo, ¿yo debo sentarme en el regazo de alguno de ustedes o uno de ustedes en mi regazo? —preguntó confundida.

—Creo que quien haya servido el trago que tomes debe de sentarse sobre ti —Carlos V dijo tomando de nuevo, Carlos A lo imitó.

—Pero si este tonto no deja la botella no habra suficiente para el reto —Victoria se la arrebató recibiendo una mala mirada por parte del madrileño.

—Me niego a perder, más cuando ustedes ya están encaminados a hacerse verga y yo de ganar, así que me voy a ir. Les doy treinta segundos para que sirvan los tragos —indicó Adora saliendo algo apresurada de la cocina con las mejillas algo rojas. Necesitaba aire fresco y agua fría.

Victoria acomodó tres vasitos en el centro de la isla, iba a comenzar a verter el de ella cuando sintió que Carlos A le quería arrebatar la botella.

—Voy a servirlos.

—¿Qué? ¿Tienes miedo que elija el mío? —La rubia preguntó burlona alejando la botella del piloto y sirviendo el de la derecha.

—Oh, te he subestimado lo suficiente, rubia —bufó Carlos A tomando la botella de sus manos para servir el de la izquierda. Seguía molesto por el nada inocente pico de esas dos.

—Creo que después de su último reto podemos estar seguros que Victoria no tiene oportunidad con Adora —Carlos V se metió a la conversación tratando de calmar las aguas entre esos dos y quitándoles la botella para servir el último vaso, el de en medio tirando un poco por su estado.

—¡Oye! Dame unos días más y ella podría caer bajo mis encantos.

—Sobre. Mi. Cadáver.

—Miedoso —Victoria tosió fingidamente mientras soltaba la palabra estando segura que Carlos A podría captarla y lo confirmó al ver como la fulminaba con la mirada.

—¡Voy a entrar! —Adora anunció desde afuera antes de entrar de nuevo y notar el ambiente tenso, principalmente entre Vic y Carlos A, pues la cantante se veía burlona mientras que Carlos parecía querer enterrarla viva —¿Hicieron el reto o ya quieren dejar de jugar?

—Nope, para nada. Solo elige uno. El que quieras. Sin presiones :) —indicó Carlos A.

Adora lo miró extrañada y luego miró entre los vasos. No había manera posible de saber cuál era de quién, así que recurrió a su herramienta secreta—De tin marin, de don pingüé... —murmuró señalando entre los vasos hasta que terminó de cantar la canción —Pégale, pégale, al quien fue.

Su dedo terminó señalando al vaso del medio, se lo tomó de un solo jalón y luego miró a los tres con cejas alzadas esperando que se revelara el dueño.

Victoria y Carlos A se quedaron estupefactos sin poder decir nada mientras Carlos V se retorcía de risa en su lugar.

—¡Es mío!

—Mierda, esperaba que fuera Vic —dijo Adora con fingida decepción. En realidad lo decía por molestar porque aunque sí quería que fuera Vic, era más por el factor que pesaba menos que esos otros dos.

Carlos A seguía en shock. Ni siquiera consideró a Carlos V como amenaza porque estaba muy ocupado creándose toda una fantasía en la cabeza en la cual Victoria trataba de robarle a Adora.

—Estoy seguro que sí —Carlos V habló molesto rodando los ojos —Ahora, más vale que tus admiradores no se enojen porque quiero sentarme, merezco ganar algo.

—Aish, ya ven, Carlitos. Espero que la cerveza no te haga más pesado porque no dudaré en empujarte si se me duermen las piernas —Adora se sentó en una de las sillas.

—No soy yo el Carlos que come postre.

Carlos A rodó los ojos ante su comentario mientras Carlos V fue hasta donde estaba Adora y tomó asiento de la forma en la que los niños se sentaban cuando pedían sus regalos a Santa Claus. Adora agradecía su entrenamiento con Zara, porque sino ya lo habría empujado.

Victoria estaba con el ceño fruncido, pudo haber sido ella, aún así se quedó callada soportando la imagen frente a ella.

—¿Sabes qué es lo más divertido de todo esto, enana? —Carlos V habló divertido —Que mientras esos dos peleaban por ti yo solo llené el último vaso. Se llama Karma, si me lo preguntas.

Carlos A se sirvió un trago y en forma de ofrenda de paz porque ambos estaban molestos, le sirvió uno a Victoria. Ambos se lo tomaron con muecas de resentimiento en el rostro.

—Ay, ¿se peleaban por mí? —preguntó Adora sin saber muy bien donde colocar su brazo. Desde que habían hablado, era extraño porque sabía que tenía la misma cara de su Carlos, pero veía a Carlos V como un hermano mayor. Y no tenía más ganas que de empujarlo de sus piernas para reírse en su cara.

—Yo gané —Victoria mintió con una sonrisa en su cara.

—¡Sabes muy bien que no! —Fue la respuesta de los dos Carlos.

Carlos V se estiró por el último trago de la botella sin moverse de las piernas de la venezolana y se lo tomó de un solo trago. Estaba tratando de lograr sacar las últimas gotas cuando se hizo para atrás haciendo que su propio peso lo venciera y él terminara en el suelo.

Victoria y Carlos A estallaron en carcajadas al verlo en el piso. Carlos V no sabía lo que había sucedido, todo había sido tan rápido y cuando lo sintió, ya estaba en el piso.

—Uy, la gravedad se me adelantó —sonrió Adora con gracia.

—¿Quién estaba hablando del Karma? —alzó una ceja Carlos A con burla.

—De todos modos no vas a quitarme el hecho de que yo me senté en las piernas de tu mujer —Carlos V dijo recostado en el suelo sabiendo cómo hacer enojar a su otro yo, porque sabía que si hubiera sido al revés y Carlos A hubiera estado sobre Victoria, él mismo lo hubiera empujado.

—No soy su mujer.

—No es mi mujer.

Replicaron los dos al mismo tiempo.

—Sí claro, y Victoria y yo no los vimos casi desvestirse con la mirada en la cocina. Por Dios, queríamos salir corriendo cuando se estaban besando —Victoria se rió porque Carlos V hablaba muy serio aún estando en el suelo y arrastrando sus palabras —Diles Vic.

—No me voy a meter.

—Bueno, eso no quita que tenga razón.

—Pues nadie los obligó a ver —replicó Carlos A mirando a Carlos V con los ojos entrecerrados.

—¿Cómo crees? ¡Si es la única acción que he tenido en meses! —Victoria soltó divertida y desinhibida por el alcohol.

—¡Victoria! —Carlos V la reprendió y se puso de pie.

—Sabes que es verdad —La cantante lo señaló esperando que admitiera que ella tenía razón.

—Oh no lo sé, tendría que preguntarle a Cleo —Carlos respondió molesto mientras que Victoria solo lo empujaba haciendo que ambos rieran.

—Idiota, voy por lo que quedó de mi vino —Y sin esperar respuesta salió, pero se regresó por algo importante —¿Adora, vienes?

—Contigo hasta al fin del mundo, guapa —sonrió Adora aliviada de que la alejara de esos dos.

Así, bajo la mirada de los Carlos, ambas se fueron a buscar el vino de Vic.

—A veces tengo miedo de que termine durmiendo con tu rubia antes que conmigo —admitió Carlos A viendo por donde se fueron esas dos que los volvían locos.

—Me gustaría poder darte palabras de aliento y decirte que eso jamás pasaría, pero conociéndola sé que sería una mentira. Además, Vic ahorita es un alma libre, hace lo que quiera y no puedo decirle nada, por eso me "comporto" mejor que tú —Para Carlos V decir eso fue como tragarse vidrios rotos.

—Vayas palabras de aliento. Por favor conviértete en motivador personal —soltó Carlos A con sarcasmo. Que le dijera eso no ayudaba en nada a sus pensamientos.

Carlos V se rió, le gustaba no ser el único que estaba perdiendo la cabeza en esa casa.

—Es la verdad, pero no creo. Adora... Ella no quiere a Vic, estoy seguro.

—¿Qué tan seguro? —abrió de nuevo otra botella, necesitaba más alcohol si quería dejar de atormentarse.

—Lo suficiente para saber que ese beso no significó nada para Victoria. Creo —Carlos miró a la nada, sabía que le estaba diciendo todo eso a Carlos A, pero en realidad eran palabras más para convencerse.

Carlos A lo observó algo divertido. Se notaba que estaba igual de jodido que él, si el cabrón hasta se había olvidado que hablaban de Adora. Ambos necesitaban ese alcohol en sus sistemas, y urgente.

—Bueno, eso espero —alzó un vaso de shots —¿Quieres probar quién tiene mayor resistencia? —lo retó.

—¿Por qué sigues con estas competencias cuando sabes muy bien que voy a ganar yo? —Carlos V estiró el primer vaso que vio sin saber si era el de él o no y espero que Carlos A le sirviera.

—Pff, fanfarrón. Ganas una competencia de carros y ya te crees el mejor. Repitamos sin Adora para que veas cómo te gano —le sirvió un shot.

—No te olvides que si no me hubiera cortado el pie probablemente hubiera ganado las carreras en la alberca —Carlos V tomó el primer shot —Y sobre lo otro, cuando quieras volvemos a correr, bueno, mañana no porque tengo planes, pero cualquier otro día.

—Pues estoy libre, hoy y hasta la eternidad, así que ahí me echas una llamadita —Carlos A dijo resignado a que no se iban a ir de esa casa. Ya se estaba acostumbrando a ver otro Carlos Sainz todos los días.

—¿Tendremos el mismo número celular?

—No sé, pero no doy mi teléfono a desconocidos —bromeó Carlos A tomando de su shot.

Carlos V soltó una risa —No le das número a desconocidos, pero bien que te ibas a sacar el pito.

—Si uno tiene atributos, no veo porqué avergonzarse de mostrarlos —dijo muy digno entre risas. En realidad lo hizo solo porque era él mismo, pues en circunstancias normales no haría eso.

Carlos V negó riendo mientras tomaba la botella para servir la segunda ronda de shots.

—¡Salud! ¿Por nuestra amistad? —A Carlos V le pareció un brindis de muy mala calidad.

—Salud, porque nunca más intentes brindar —chocó Carlos A su vasito con el suyo, burlándose.

—Uggg, ya veo que encontraste otra cosa en la que crees ser "mejor" que yo.

—Soy mejor que tú. Y apuesto a que con el alcohol te lo demuestro.

—Cállate y tómatelo —Sin esperar más, ambos Carlos tomaron el segundo shot —¿Qué crees que nos hagan las chicas si vomitamos?

—¿Hacernos limpiarlo con la lengua? —contempló Carlos A con algo de asco.

Carlos V asintió, estaba claro que estarían furiosas —¿Puedo preguntarte algo? —Sin ver a Carlos A a los ojos, sirvió la tercera ronda.

—Dale, dispara.

—Sé que ya hablamos de esto, pero me es inevitable no preguntar de nuevo. ¿Vas a intentar algo con Adora? Después de lo que vi hoy, está claro que tienes que hacer algo.

Carlos V comentaba en plan, si yo no puedo, al menos mi otro yo lo merece.

Carlos A parpadeó algo desconcertado, no sabía a qué venía esto—¿Hacer algo?

—Algo no sé, tú sabes a qué me refiero o simplemente terminarás dándote una ducha fría.

—Pues si te refieres a lo que creo... Por mí lado es un sí. Lo he estado pensando y aquí estamos aislados, sin distracciones, ni problemas, ni personas que le metan ideas en la cabeza... Quiero hacer el intento, pero con como es no sé si cederá o me volverá a alejar —se pasó una mano por el cabello en lo que se tomaba la tercera ronda.

Carlos V lo imitó tomándose su trago —Supongo que no pierdes nada intentándolo. Si ella no quiere, bueno, soy tú y sé que jamás la obligarías a nada.

—Por supuesto que no —dijo un poco ofendido —Aunque me haga un ocho en la cabeza y me vuelva loco con sus señales mixtas, nunca le tocaría un pelo si no quisiera.

—Creéme que lo sé, solo fue un comentario. Tranquilo, jamás pondría en duda tu honor —Carlos V alzó sus manos pareciendo ser inofensivo, no quería terminar mal la noche y no era su intención ofenderlo —Ya, ya, toma otro shot que así no vas a ganarme.

De nuevo, Carlos V sirvió dos más tirando mucho alcohol de por medio, ya no veía claro y no tenía control sobre su cuerpo como antes.

Poco tiempo después ambos Carlos iban sintiendo cómo el mundo les daba vueltas, todo comenzaba a estar borroso y no podían ni mantenerse de pie por su cuenta. A tal punto llegaron que estaban ambos tumbados en el mueble de la sala, semi inconscientes.

Cuando Adora y Vic bajaron se encontraron a esos dos diez mil veces peor que como los habían dejado. ¡Se fueron menos de diez minutos! ¿Qué tanto podían dañar sus riñones en ese lapso?

—Oigan, qué carajos —se quejó Adora viendo su estado. Hasta donde estaba parada apestaba a alcohol. Notó las dos botellas vacías en la mesa. Por lo que cogió una y la levantó, sacudiéndola mientras miraba a Vic con expresión incrédula —¡Estos pendejos se bajaron la botella!

Victoria estaba tratando de averiguar qué los había hecho poner a tomarse más, estaba claro que no había necesidad.

—¿Y ahora? —Victoria vio como Bodoque había decidido unirseles y rondaba entre ellos manteniendo su distancia para que no lo tocaran.

—Pues opino que se queden dormidos aquí y se les descomponga la columna —se cruzó de brazos Adora, resentida —Se la tienen merecida por andar de borrachines, como si quisiéramos andar de niñeras.

—Odio cuidar borrachos —Vic recordó cómo había tenido que soportar a los pilotos estar de la misma manera —Por mí está bien que se queden ahí.

—Pues entonces estamos de acuerdo, que se vomiten entre ellos. No es nuestro problema... —Adora se volteó a ver afuera al jardín, ya las personas habían desaparecido, y todo el desastre que había afuera era como si nunca existió. Se cruzó de brazos y volvió a ver a Carlos A. No sabía porqué, pero ya se estaba empezando a sentir mal con dejarlo ahí.

—Al menos no tenemos preocupamos por eso —Vic vio la misma escena que Adora, el jardín estaba como antes. Solo que la castaña ya tenía su atención en otra parte.

—Ajá. Cero preocupaciones —le siguió el juego, aunque una mueca se estaba apoderando de su rostro. ¿Por qué se sentía culpable? Si era honesta consigo misma sabía que si los roles estuvieran invertidos Carlos no dudaría en llevarla a su habitación. Nunca la dejaría en la sala y que se despierte con dolor de espalda.

Victoria decidió darles una mirada a los dos Carlos semi inconscientes, Bodoque ya había decidido ponerse sobre Carlos V y comenzar a mover sus patitas como si le estuviera dando un masaje.

—Bodoque, déjalo en paz —La cantante le habló a su gato y lo movió delicadamente —No creo poder dejarlo aquí.

Victoria admitió con cierto tono de derrota, esperaba que su Carlos no escuchara nada de lo que hablara con Adora.

Adora suspiró, algo aliviada de que no era la única—Yo tampoco... él me llevaría.

Ambas se miraron y se entendieron mutuamente en ese momento.

—Hay que despertarlos —Victoria de nuevo fue hasta donde estaba Carlos y respiró antes de hacer algo.

Luego, se agachó lo más que pudo, al punto de quedar a punto de rozarlo con su cara. Carlos estaba casi dormido. Podía ver como respiraba y lo largo de sus pestañas, para ser un borracho apestoso, se veía en paz y Vic no pudo evitar sonreír. Se alejó y comenzó a decir cosas para despertarlo, una última broma.

—Creo que esta noche podríamos dormir juntas, Adora.

Nada.

—Realmente no quiero dormir sola y la última vez la pasamos taaaan bien —Victoria habló un poco más fuerte esta vez.

—¡Ya desperté! —Carlos V se paró de golpe sintiendo un mareo de inmediato, Victoria sabía que ese hombre tenía el sueño ligero.

La rubia fue hasta él y lo ayudó a estabilizarse, Carlos aceptó la ayuda sin decir nada, solo quería mantenerse de pie.

Vic sonrió satisfecha y volteó a ver a Adora —Este ya quedó, me lo llevo. Ven acá guapo o te dejo aquí.

Carlos V asintió adormilado y luego fue directo a la cocina —Tengo hambre.

La cantante rodó los ojos, por estas cosas odiaba cuidar borrachos —Tendrá que ser para llevar.

—Ok.

Sin decir nada más, Carlos comenzó a tomar algunas galletas y dárselas a Vic en las manos, la cantante buscó rápidamente una bolsa y las comenzó a poner ahí.

—Ya vámonos.

Victoria ordenó y con una mano comenzó a jalarlo directo a las escaleras.

—Tendrás que ayudarme porque estoy seguro que la casa no tenía tantas escaleras —Carlos V soltó en el momento que su visión le hizo creer que había escalones dobles.

—Eres un desastre —Victoria le dijo entre risas algo que Carlos siempre reservaba para ella.

—Hoy seré tu desastre.

Y sin decir más, Carlos se recargó sobre ella para comenzar a subir las escaleras.

Apenas esos dos desaparecieron Adora se volteó hacia su Carlos con un suspiro. Ojalá tuviera una grúa o algo para intentar llevárselo.

Mientras pensaba en qué hacer para que se levantara, alguien se le adelantó.

Bodoque al ver que uno de sus juguetes se había ido, decidió jugar con el otro. Se sentó en el pecho de Carlos A y luego con sus patitas amasaba sus mejillas como para probar la flexibilidad de su cara. Esa era la definición de un play-doh para el gato.

Adora hizo una mueca y se acercó, sin saber muy bien qué hacer dijo lo primero que se le ocurrió—: Shu shu —le hizo gestos de que se fuera, y el gato solo se le quedó viendo —Vamos, gatito, colabora conmigo —se quejó y Bodoque la ignoró. De repente, y sin ella esperarlo, le metió un golpe en el cachete a Carlos A que lo tuvo despertándose todo asustado. Bodoque siseó mientras se quitaba de un salto.

—¡Maldito condenado...! —balbuceó desorientado, ya estaba acostumbrado a que Bodoque lo asustara así, tanto que ya era un reflejo levantarse insultando. Se había parado tan rápido que vio todo negro por unos segundos, por lo que parpadeó de manera perezosa mientras recuperaba su visión y observó al gato —Oye, pensé que estábamos a mano —se quejó y éste solo se lamió sus patitas, desinteresado.

—Me estaba haciendo un favor —Adora también miró a Bodoque. Era raro como parecía entender todo. Sabía que debía despertar a Carlos y él solo se encargó de hacerlo. Increíble.

—¿Cuál? —bostezó Carlos.

—Despertarte, Sainz. No puedes dormir aquí.

Carlos miró a su alrededor—¿Por qué no? Se ve cómodo.

—Porque necesitas una cama. Te va a doler la espalda después y te voy a decir "te lo dije". ¿Te puedes dejar ayudar? —dijo avanzando hacia él.

—Mmm tengo varias maneras en que me puedes ayudar —coqueteó mirándola de arriba a abajo. Aunque el alcohol en su sistema provocó que lo dijera de una manera algo torpe.

Adora rodó los ojos—¿Sabes qué? Quédate ahí —se dio la vuelta. Si se quería poner así, ella no iba a lidiarlo.

—No no no no no no —Carlos la tomó de la muñeca y suplicó haciéndole ojitos —Ayúdame, no creo que me puedo levantar.

Ella suspiró y sin poder controlar sus pies volvió para ayudarlo, dejando que repose su brazo por encima de su hombro.

—Las cosas que me haces hacer —murmuró Adora encaminándose hacia las escaleras. No podía creer cómo una casa tan grande no tuviera ascensor.

—Las cosas que te podría poner a hacer —sonrió pícaro Carlos y Adora se detuvo, mirándolo con cejas alzadas como retándolo a hacer un comentario más para dejarlo caer al piso —Estoy bromeando, Torres, relaja la frente —le pasó una mano por la cara de manera desacertada. La venezolana hacía esfuerzos por no matarlo ahí mismo.

Esa sería una larga noche para ella. 

Victoria estaba tratando de subir a su Carlos por las escaleras, los dos iban riendo como niños pequeños, la fiesta había sido un éxito y ambos traían galletas escondidas en una bolsa.

—Shhh vas a despertar a todos —Carlos V le decía mientras empujaba a Victoria contra la pared dejando caer casi todo su peso sobre ella haciendo que la rubia no pudiera moverse quedando atorada entre la pared y la espalda de Carlos.

—No hay nadie a quien despertar —Victoria se quejó al ver que Carlos no se movía —Quítate, baboso.

Los dos se tambaleaban a cada paso que daban, Carlos estaba comenzando a subir las escaleras a gatas mientras Victoria se reía de verlo actuar así.

Toda la noche no había podido quitarle la vista de encima, había visto una nueva faceta de Carlos, más relajado, más feliz, podía ver como si pudiera respirar sin tener un peso sobre sus hombros, sin pensar en nadie más y Victoria se había sentido genial de que el madrileño pudiera recibir una noche libre, verdaderamente libre.

—Vamos a dejarte en tu cuarto, debes de descansar —La rubia era la menos afectada por el alcohol, Carlos estaba perdido.

—¡No!

Carlos V gritó en cuanto terminó de subir las escaleras, Victoria estaba a punto de llegar al segundo piso, solo le faltaban unos escalones, pero el cuerpo de Carlos no la dejaba avanzar.

—Vamos a tu cuarto —Carlos V arrastraba las palabras y Victoria sabía que el hombre estaba completamente ebrio.

—¡Carlos! —Vale, ese comentario la había tomado desapercibida.

Sabía que aquel juego de los retos había sido algo complicado para ellos, pero no por eso debían olvidar todo lo que habían vivido y cómo las cosas estaban complicadas entre ellos

Porque por más que Victoria adoraba tomar malas decisiones, no quería que Carlos Sainz fuera una de ellas. No quería arruinarlo más, suficiente sentía la culpa del beso de Monza.

—Lo mejor será que duermas en tu cuarto, guapo —Victoria estaba orgullosa de sí misma, ¿cómo era posible que inclusive en su sueño estuviera actuando decentemente?

—¡Nooooo! quiero ir a tu cuarto, quiero ir a Nueva York —La rubia se rió mientras Carlos la tomaba de las manos.

—Amor, mi cuarto no está en Nueva York, está en esta casa enorme de la cual no podemos salir —Ninguno se percató de la palabra que Victoria había usado inconscientemente

Carlos negó nuevamente y aún tomado de las manos con Victoria comenzó a caminar hacia atrás. Oh no, él no debería de estar caminando de esa forma, con trabajos podía caminar de frente.

Carlos sonreía mientras seguía llevando a Victoria hasta su recámara, una vez que llegaron, Carlos se recargó tan fuerte sobre la puerta que se escuchó un golpe, había sido su cabeza.

—¡Carlos! —Victoria trató de no reírse por semejante putazo que se había metido, pero era imposible.

Carlos se rió al ver que a ella le parecía gracioso.

—Ven acá.

La cantante tomó la cabeza de Carlos y comenzó a sobarla entre risas, Carlos se dejaba acariciar como un perro doblándose de más para que Victoria pudiera alcanzarlo.

—Estoy bien, Victoria. Ahora vamos a tu cuarto.

Carlos iba a abrir la puerta, pero Victoria se estiró lo más que pudo y jaló la manija para mantener su puerta cerrada. De nuevo, no estaba suficientemente ebria para fingir que Carlos Sainz entrara a su cuarto fuera una buena idea.

—Debes dormir en el tuyo.

—¡No tengo sueño!

Carlos estaba entre Victoria y la puerta, la cantante trataba de mantenerse alejada del piloto, pero le era imposible si quería seguir sosteniendo la manija para que Carlos no entrara a su habitación.

—Vic, preciosa, no quiero acostarme contigo, bueno... no es la razón por la que quiero entrar a tu habitación —Carlos había puesto sus manos sobre los hombros de Vic, uno desnudo porque la camisa de Carlos se le había caído del lado y la miraba directamente a los ojos para que ella entendiera que no debía temerle o asustarse, él no iba a intentar nada, pero el simple contacto de Carlos la volvía loca —Quiero ver Nueva York.

—Mírame, Carlos, no hay Nueva York —Victoria aprovechó que Carlos estaba todavía viéndola a los ojos para hacerle saber que el alcohol le estaba afectando de sobremanera —Solo es una habitación de mi departamento de Nueva York con una enorme ventana que da a la misma vegetación falsa que hemos visto por días.

Carlos suspiró y sin apartar la mirada de Victoria volvió a hablar, a pesar de estar ebrio sabía exactamente de lo que estaba hablando —¿Confías en mí? ¿Crees en mí?

Victoria guardó silencio, porque la verdad era que Carlos era la única razón por la cual ella se había mantenido cuerda en esa casa. Amaba pasar tiempo con Adora y le agradaba el otro Carlos, pero Carlos, su Carlos era la única razón por la cual se sentía tranquila en esa casa.

—Sabes que lo hago —Admitió derrotada, Carlos la hacía bajar todas sus defensas.

—Entonces, déjame abrir esa puerta —Señaló la puerta de su cuarto con un movimiento de cabeza —Y déjame mostrarte Nueva York.

Victoria se rindió ante aquellos ojos de príncipe u ojos de vaca, como Adora les llamaba.

—Vale. Muéstrame.

Ella supuso que si lo dejaba abrir la puerta, Carlos vería que no había nada del otro lado y se iría a su cuarto a dormir, pero otra parte de ella quería que él tuviera razón y que por alguna mágica razón Nueva York estuviera del otro lado de su puerta.

Carlos asintió y tomó la mano de Victoria que seguía en la manija, la entrelazó con una de sus manos para que dejara la puerta en paz, luego, con su mano libre abrió la puerta y se movió para dejarla a ella ver primero.

—¡Ta-da!

Victoria dió un paso hacia adelante y por la impresión soltó la mano de Carlos para poder cubrir su boca abierta por la sorpresa.

—¿Qué haces? ¡Entra! —Carlos le dio un ligero empujón y Victoria comenzó a mover sus pies como si de un robot se tratara.

Caminó poco a poco hasta estar en medio de su cuarto, Carlos había entrado después de ella y cerrado la puerta. No quería compartir esa vista con los demás, estaba siendo egoísta por primera vez en su vida.

Quería a Victoria y Nueva York para él solo.

Victoria seguía sin poder emitir una palabra, había soltado la bolsa de las galletas en el suelo y estaba parada en medio de su cuarto como una estatua.

—Te dije que estábamos en Nueva York.

Carlos llegó hasta donde ella estaba y se colocó a su lado, fue entonces que se percató que sus ojos brillaban, pero no era ese brillo de siempre, eran lágrimas, Victoria estaba llorando.

El corazón se le estrujó a Carlos, no quería que ella llorara, quería que ella fuera feliz, siempre.

—¿Por qué lloras, Vic?

Victoria no se había percatado de que estaba llorando hasta que escuchó al piloto.

—No lo sé —Victoria trató de hablar con el nudo en la garganta mientras se limpiaba sus lágrimas usando las mangas de la camisa de Carlos que seguía utilizando.

Su corazón dio un salto al ver su hogar, primero había sentido eso mismo en cuanto abrió la puerta y ahora su visión estaba completa al ver que tenía enfrente la misma vista con la que se despertaba y se iba a dormir cada que estaba en Nueva York.

—¿Cómo sabías que estaba aquí?

La rubia no tenía la menor idea de cómo era posible que Carlos hubiera descubierto todo esto, pero al final del día, Carlos parecía entender la casa mejor que nadie.

—Cuando vine a buscar tus gomitas para darles la cosa con bocadillos, lo encontré, supuse que sabrías de esto —Victoria negó, aún sin dejar de ver su ventana.

Y entonces, reaccionó.

—Ayúdame a quitar esto —Victoria corrió hacia donde estaban sus instrumentos, y comenzó a moverlos para que la vista de la ventana no se viera eclipsada.

Carlos fue hasta ella y movió una guitarra, seguía muy ebrio como para tratar de moverse con agilidad. Una vez que la ventana estuvo libre, Victoria se sentó frente a ella e invitó a Carlos a sentarse con ella, al madrileño no tenían que decirle dos veces.

—¿Ves esa tienda? —Victoria señaló la planta baja de un edificio que tenía letreros de neón.

—Sí.

—Ahí es donde compro mis cigarros, es una tienda de conveniencia/farmacia, no lo sé hay de todo. A un lado hay un Deli donde voy por sus sándwiches de carne con queso cada vez que estoy muy cansada para cocinar —Vic sonrió y por un segundo recordó el Deli con precisión y el sabor de los sándwiches —El dueño ya me conoce, y cuando salgo del estudio a las 4 de la mañana le envío un mensaje y me prepara mi orden.

—¿Cuál es tu orden? —Carlos preguntó en un susurro.

—Sándwich grande de carne con queso manchego, tocino, lechuga, pepino, pepinillos, mayonesa de chipotle, mostaza, chiles jalapeños y ... aceitunas negras.

—Creí que odiabas las aceitunas.

—Lo hago, odio las aceitunas verdes y más las rellenas.

Carlos rió, tal vez después de todo, Victoria tenía razón y no la conocía del todo.

Victoria seguía sentada en el suelo abrazando sus piernas mientras que Carlos dividía su atención entre la vista y Victoria, era como si no quisiera apartar su vista de ella.

—Siempre me lo empaca para llevar y siempre termino comiéndolo ahí porque siempre terminamos hablando de la vida. Es un hombre muy sabio. El café es gratis, me dice, siempre y cuando le invite uno de mis cigarros.

Victoria sonrió, está vez volteando a ver a Carlos, quien le estaba sonriendo de la misma forma.

—¿Pero qué estamos haciendo? ¡Necesitamos música! —Victoria ni siquiera esperó la reacción de Carlos y se puso de pie de un brinco.

Fue hasta su mueble donde estaba su colección de vinilos y comenzó a buscar cual era el adecuado, Carlos podía sentir como el efecto del alcohol poco a poco se iba y mientras Victoria estaba concentrada en su búsqueda del soundtrack perfecto, Carlos se estiró por la bolsa de galletas y en silencio pidió un cartón de leche y unos cigarros. No se tardaron en aparecer a su lado.

—¡Lo tengo!

Carlos no pudo distinguir que vinilo había elegido, lo único que los alumbraba eran las luces de los edificios de una ciudad en la cual no estaban.

—¿Qué vas a poner? —Carlos ya ni siquiera se quejaba, sabía que con Victoria como su acompañante, ella siempre sería la que escogiera la música.

No le molestaba, la mujer tenía un gran y extenso gusto musical

Victoria sonrió y esperó a que la música hablara por ella:

Its nine o'clock on a Saturday
The regular crowd shuffles in
There're and old man sitting next to me
Making love to his tonic and gin

—¿Piano man? ¿Billy Joel? —Carlos reconoció la canción con solo una estrofa, Victoria era fan de Billy Joel y no era la primera vez que lo escuchaban.

—Pensé en Frank Sinatra pero era muy cliché y Billy Joel es perfecto. Es su álbum de grandes éxitos vol 1 y 2.

Una vez que la música comenzó, Victoria regresó a su lugar y tomó una galleta. La música no estaba muy alta, solamente era para tener ambiente.

—¿Qué más? —Carlos preguntó haciendo que ella volteara a ver con curiosidad.

—¿Qué más qué?

—¿Qué otras cosas hay por donde vives? Además de ratas gigantes y contaminación —Victoria sonrió divertida, Carlos jamás desistiría de su misión de hacer ver mal a su ciudad.

—Bueno, hacia allá está el metro que siempre tomo. Hay un sujeto que toca el saxofón impresionante, jamás he conocido a un saxofonista como él, le di la tarjeta de una disquera independiente, pero creo que nunca llamó, una vez estaba muy ebria como para salir del metro y me quedé sentada en el suelo escuchándolo —Victoria no le estaba contando todo, lo cierto era que estaba muy drogada como para moverse, pero esa versión solamente arruinaría el ambiente.

—¿Y cuánto tiempo estuviste ahí?

—Lo suficiente como para que la gente creyera que era una indigente y me soltaran unos centavos. —Victoria se rió al ver la cara de sorpresa de Carlos —No me fue tan mal, básicamente me ahorré el viaje.

Carlos se rió mientras abría el cartón de leche y tomaba directamente de él.

—Unas manzanas hacia la derecha se pone un mercado orgánico terriblemente caro, pero siempre voy porque me gustan las pruebas gratis. Además de que los mariscos siempre son de buena calidad.

El madrileño rodó los ojos —Eres millonaria, creo que puedes comprar lo que hay en el mercadillo sin las pruebas gratis.

—¿Y eso qué tiene de divertido? —Victoria sonrió quitándole el cartón de leche de las manos y tomando un poco.

—¿Por qué elegiste Nueva York? La mayoría de las estrellas están en California, Los Ángeles, tú misma me has dicho que tu madre vive ahí. ¿Por qué dejar todo eso e irte al otro lado del país?

Victoria lo miró y volvió a ver la vista.

—No tengo la menor idea —Carlos V supo que era una respuesta rutinaria para Victoria, esa mujer pensaba con el corazón y no con la cabeza, hacía cosas solo porque se sentían bien sin pensar en sus consecuencias.

Victoria volvió a hablar

—Lo cierto es que cuando dejamos México y llegamos a California no noté un cambio tan grande, pero al mismo tiempo no se sentía como un hogar. Luego mi mamá nos hizo mudarnos a Los Ángeles para que pudiera iniciar mi carrera como actriz y cuando eso no funcionó fue cuando comenzó el camino para buscar una disquera.

—¿Fue difícil?

—No tanto, como mi madre ya conocía a todas las agencias de talentos jóvenes, solo tuvo que hacer las preguntas correctas y me ofrecieron un contrato —Victoria mordió una galleta —Luego cuando me preguntaron dónde quería vivir, al saber que tenían un estudio en Nueva York, bueno, la respuesta fue fácil.

Victoria volvió su vista a la ventana.

—¿Por qué fue fácil? —Carlos preguntaba con precaución, no quería dar un paso en falso y que Victoria dejara de compartir toda esta información con él.

—Porque no lo sé, todas las grandes historias comienzan en Nueva York ¿no? Las mejores películas se centran ahí, tienes series como Sex and The City, los cantantes la toman como inspiración.

Los dos rieron por la explicación tan ambigua de Victoria.

—Suenas como una chica de 17 años que se quiere mudar a esa ciudad y cree que su vida cambiará mágicamente solo por el hecho de vivir ahí —Carlos se prometió que no iba a criticarla, pero no pudo morderse la lengua.

—Tenía 15 cuando comencé a vivir ahí y sí, básicamente me dejaron tomar una decisión enorme y la aproveché.

—Así que tu madre y tú se mudaron de Los Ángeles a Nueva York, debió de odiar el cambio tan drástico —Victoria sonrió, Carlos era muy inocente.

—Mi madre no se mudó, solo yo —Victoria trató de no reírse al ver la reacción de Carlos.

Fue ahí que el semblante del madrileño se contrajo, ¿Victoria había comenzado a vivir sola desde los 15 años? ¡A esa edad nadie podía vivir sola! Fue ahí que entendía el problema con la autoridad de la rubia, odiaba que le dijeran que hacer y la única persona a la que obedecía, era Lucía.

—¿Y solo te dejó ir? —Victoria asintió tomando leche.

—Sí —Victoria sonreía de una forma para que Carlos supiera que vivir a los 15 años sola no era tan malo —Salí corriendo de Los Ángeles y nunca miré atrás, así que sí tienes razón, creía que mi vida sería más romántica de lo que yo creía.

—¿Y no fue así? —Carlos preguntó y entonces supo que había llegado al límite de Victoria, ahora se cerraría hasta la próxima oportunidad que la atrapara con la guardia baja.

—No, no fue así —Victoria no pensaba regalar más información.

Carlos se quedó procesando la información y cuando iba a decir algo, la voz de Victoria lo interrumpió.

—¿Por qué odias tanto Nueva York? ¿Has estado ahí?

—Claro, fui con mi familia en unas vacaciones de invierno y fue un caos, me robaron, vi ratas del tamaño de Bodoque, la gente era grosera y te empuja si no caminas a su ritmo —Carlos solamente se estaba enojando de solo pensarlo.

Victoria sonrió divertida, los turistas que iban a Nueva York siempre se decepcionaban de ella, de los precios, de la basura, de la gente. Era como la gente que iba a París y se decepcionaba tanto que provocaba reacciones psicológicas extremas.

—¿Alguna vez piensas dejar Madrid?

—No lo sé.

—Si pudieras vivir en otro lugar que no sea Madrid, ¿dónde sería?

Carlos se quedó callado, porque por primera vez no tenía respuesta.

—No en Nueva York, eso está claro.

—Guapo, Nueva York te comería vivo el primer día —Victoria respondió su comentario de forma divertida mientras él solo rodaba los ojos —Es mi hogar, es donde crecí y donde más agusto me siento —Victoria explicó tomando una galleta más y partiéndola por la mitad —He viajado a miles de lugares, he vivido en algunos y por alguna razón siempre regreso a esa ciudad.

Sin decir nada más, Carlos regresó su mirada a la ventana y esperando ver la magia que Victoria sentía por aquel lugar, estaba claro que jamás lo lograría, así que prefirió cambiar el tema.

—Ten.

Carlos puso la cajetilla de cigarros frente a ella y Victoria no podía creerlo, ¿de dónde sacaba las cosas ese hombre?

—¿Conseguiste cigarros? —Victoria tomó la caja inspeccionandolos —Creí que nunca me comprarías cigarros.

La cantante sonrió divertida mientras Carlos se arrepentía profundamente por haberlos pedido.

—Para empezar, no los compre. Además, supuse que podría hacer una excepción considerando que mojé tu única dotación que tenías.

—Gracias —La rubia soltó un bostezo y Carlos supo que era hora de marcharse.

Ya ninguno de los dos estaba totalmente ebrio, estaba claro que ella no lo estaba y Carlos podía sentir como comenzaba a recobrar conciencia.

—Creo que ahora sí puedo ir a mi habitación —Carlos se puso de pie, Victoria no se movió del suelo.

—¿Necesitas ayuda o puedes llegar a tu cuarto sin golpearte la cabeza?

—Puedo llegar solo. —Victoria asintió y Carlos comenzó a caminar hacia la puerta.

En cuanto llegó, antes de salir volteó a ver de nuevo a Victoria y sonrió, la rubia seguía viendo por la ventana, parecía que no se cansaba nunca.

—Descansa, Vic.

—Descansa, Carlos —Victoria no volteó a verlo, no quería dejar de ver esa ventana.

Lo cierto es que no sabía cuando regresaría a su mundo y si esta ventana era lo único que tenía como recuerdo de su antigua vida, la vería hasta que su ojos no pudieran más.

Carlos sonrió y salió de ahí dejando la puerta cerrada.

Una vez que Victoria supo que estaba sola, tomó la cajetilla de cigarros solo para ver de cuales le había conseguido Carlos, hasta donde ella sabía podían ser falsos, pero no, eran reales y eran la marca que ella consumía.

Sonrió para sus adentros y dejó los cigarros ahí sin abrir. Está vez no necesitaba fumar y no quería hacerlo.

Lo mejor era dormir un poco y con la cama de sus sueños, no había nada mejor. 

Adora jadeaba como condenada tratando de cargar el peso del brazo de Carlos A sobre su hombro mientras ambos subían a tropezones las escaleras. El estado de embriaguez de Carlos no ayudaba en nada a su tarea, pues había momentos donde el español perdía el equilibrio y se encontraban ambos tambaleándose hacia un lado y alguno de los dos quedaba aplastado contra la pared. A él parecía divertirle todo mientras que Adora estaba comenzando a considerar que lo hacía a propósito porque siempre le tocaba más seguido a ella quedar arrinconada, a lo que el madrileño le lanzaba una sonrisa coqueta y ella debía empujarlo y continuar avanzando.

—Shhh, dios mío, Sainz, no sé porqué no te dejé abajo en el mueble —se quejó Adora. La última vez que había estado así de borracho siquiera tuvo a Lando y a Charles para que la ayudaran a llevarlo a su cama, ahora no tenía a nadie porque la única persona que la podía ayudar estaba ocupada ayudando al otro Carlos.

—Porque no me querías dejar expuesta a las garras del gato —arrastró las palabras —Y porque para lo que me quieres hacer necesitas una cama de por medio, mi amor —la miró juguetón. Ya habían llegado al último escalón y solo quedaba el pasillo hasta la habitación de Carlos.

A Adora le causó revuelo aquel apodo. No sabía si la había llamado así antes, pero le gustó.

—Sainz, compórtate —dijo con molestia, aunque era difícil mantenerla cuando aquel español de bonitos ojos café le miraba de manera tan intensa. Detestaba lo rápido que su cuerpo reaccionaba a él y unas cuantas palabras coquetas.

Carlos no podía dejar de pensar en la castaña hermosa de ojos brillantes que tenía al lado, solo quería adorarla con besos y despertar enredado entre sus sábanas.

—Mmm, es difícil cuando te tengo al lado, Torres —admitió sin ninguna clase de remordimiento, seguían avanzando, pero el pasillo se sentía eterno en esos momentos. Adora lo observó, y de repente hubo un cambio en la dinámica, Carlos con todo y que se tambaleaba la hizo retroceder hasta la pared más cercana sosteniendo su peso con una sola mano y dejándola atrapada contra su cuerpo.

—Carlos... —murmuró con debilidad sin mirarlo a la cara. No era justo tenerlo así de cerca, no cuando estaba así de borracho y ella en casi todas sus capacidades.

Se estaba comenzando a hartar de su juego, no sabía qué tanta resistencia le quedaba, pero sabía que era poca. Tenerlo para ella sola en aquella casa no le hacía bien. A pesar de eso, y de lo tentador que era su cercanía, se negaba a aprovecharse de él. Así sea que él quisiera.

El español jugó con un mechón de su cabello bajo la mirada de Adora—Me gusta cuando dices mi nombre... —miró sus labios y como instinto se relamió los suyos, de repente sintiéndolos muy secos. Cuando él volvió a mirarla a los ojos sonrió inclinándose para susurrar en su oído —Aunque creo que me gustará más cuando lo grites.

Su aliento cálido rozó su cuello enviando escalofríos por todo el cuerpo de la castaña, cada vello de su cuerpo erizándose ante la promesa que escondían sus palabras.

Adora seguía cada movimiento del español enfrente suyo con la mirada, no quería más que besarle esos gruesos labios suyos y dejar que hiciera todo lo que él quiera, pero debía contenerse. No era una depravada.

Seis meses, Adora. Seis malditos meses. Si pudiste con eso puedes aguantar una noche más.

Aunque su perfume te traiga algo embriagada y lo tengas así de cerca, no debes caer en la tentación de pasar tus manos por su cabello y besar a ese maldito español hasta que te duelan los labios. ¿Por qué tenía que ser tan condenadamente guapo y tenerla envuelta alrededor de su dedo?

—No podemos —se tuvo que obligar a decir, aunque él la ignoró, dejando besos húmedos en su cuello que la tenían débil de las rodillas. ¿Estaba respirando? Porque sentía que no estaba entrando oxígeno a su cerebro en esos momentos.

—¿Por qué? Es lo que ambos queremos, ¿no?... —sus labios ascendieron desde su cuello hasta el punto entre su cuello y su mentón, el punto débil de la castaña, donde pequeños suspiros salieron de su boca sin ella poder evitarlo ante la atención que los labios de él le proporcionaban. En esos momentos donde debía tratar de ser fuerte odiaba mucho el que conociera ese punto que la volvía loca.

Una de sus manos se enterró en el cabello del español para acercarlo más hacia ella, sintiendo como sonreía travieso contra su cuello para luego continuar con las administraciones en la sensible piel de la castaña. No sabía ni qué hacer con su otra mano cuando sintió los dedos de Carlos rozar los suyos, entrelazándolos juntos.

En el momento que Carlos se separó por unos segundos Adora pareció volver un poco en sus cinco sentidos, parpadeando algo ida cuando él se volvió a acercar, esta vez el olor a alcohol recordándole a Adora de porqué debía detenerse cuando él rozó sus narices dispuesto a clavarle un beso en esos labios con sabor a cerezas. Desde que el alcohol había ingresado a su sistema tenía un extraño antojo por aquella fruta y estaba más que dispuesto a saciarlo.

La venezolana detuvo sus avances empujándolo un poco por los hombros—Es que lo quiero, Sainz... maldita sea, no sabes cuanto, pero no podemos. Tú estás borracho y si algún día caeré bajo tus encantos no va a ser contigo tan ebrio que no recuerdes nada al día siguiente. No puedo hacerlo.

Carlos hizo una mueca. Pensaba que si la dejaba atontada con sus besos habían posibilidades de que borrara todas sus dudas de la cabeza.

—¿Ni siquiera un besito? Sé que llevas deseándolo desde que te hice la broma con el otro Carlos. Puedo cumplirte el deseo... —dijo coqueto sin dejar de mirarla, sus ojos se veían brillantes con deseo, cualquiera que los viera desde afuera podía respirar la tensión que había entre esos dos.

Carlos sentía como si hubiera esta energía electrizante entre ellos desde el primer día. Era como si echaran chispas cada vez que estaban juntos, y todo su cuerpo temblaba de excitación por hacer que aquella energía explotara cuando al fin pudiera tocar a la castaña como su cuerpo demandaba.

Ella negó con la cabeza tragando grueso—No... si te beso de nuevo no creo que pueda parar sin odiarme un poco —admitió viéndolo a los ojos. Eran un color café que a veces se veían mieles, pero independientemente del color parecían atraerla como un imán hacia ellos. Ojos de vaca o no, eran de los ojos más lindos que había visto en su vida.

Carlos suspiró dejando su cabeza caer en su hombro sin querer seguir presionando en el asunto, no la quería hacer sentir incómoda. Aunque para ella eso no podía estar más lejos de la realidad. Sentía atracción por él. Si no fuera así lo hubiera golpeado hace mucho para alejarlo y ambos sabían eso.

Solo su cercanía lo ponía nervioso. Adora siempre lo hacía sentirse como un adolescente hormonal que no sabía controlarse cuando estaba a su alrededor, pero es que traía ese perfume de vainilla y bálsamo sabor a cerezas en los labios que le provocaba querer devorarle la boca a besos. Todo en ella enloquecía sus sentidos.

—Yo te odio un poco —murmuró apenas entendible contra la tela de la camisa de Adora. Ella lo sostuvo contra ella con sus manos en su cabello, sabía que no lo decía en serio, pero no pudo evitar la forma en que su corazón le pesó tan solo un poco cuando le dijo eso —Siempre con tu cara de ángel y... y esa picardía en tus ojos... me descolocas por completo, Torres. ¿Hasta cuándo vamos a seguir así?

Él no sabía qué tanto más iba a poder aguantar sin que la próxima vez que lo vea con esa mirada inocente y sonrisa traviesa la bese desesperado hasta saciar sus ansias, desnudándola y haciéndole el amor en todas las superficies de esa casa. Sentía que su sentido de control estaba a punto de extinguirse y no podría contenerse más sin hacerla suya o deslizarse hacia la locura.

Ella acarició su cabello sintiendo como él se iba relajando bajo la caricia de sus uñas en su cuero cabelludo.

—Hasta que la llama entre nosotros se extinga... o nos consuma con ella —dramatizó un poco, aliviada de por fin volver a respirar cuando dejó de arrinconarla.

Sintió la risa de Carlos en su hombro y eso la hizo sentir mejor. Amaba hacerlo reír.

—¿Por qué no nos podemos consumir con ella en ese caso? —suspiró, pero debido a su condición la forma en la que lo dijo sonó más como un quejido de un niño pequeño.

Adora lo consideró por unos segundos—Porque dijiste que debíamos mantenerlo profesional —le recordó, y a ella le parecía un motivo válido en ese momento. Mezclar trabajo con deseo no se veía nada bueno. Tal vez no se sentiría así en el momento, pero pensaba que con el tiempo le iba a pasar la cuenta. Ahora no podía verlo como más estúpido aunque lo intentara.

—Pues fui un idiota, ¿vale? No sabía lo que decía.

—Pero estuvo bien que lo dijeras —insistió ella —Carlos, esto no terminaría bien para ninguno de los dos...

Él la interrumpió—Me ofende que dudes así de mis capacidades.

Ella tuvo que morderse el labio para no soltar una carcajada ahí mismo. Lo borracho en definitiva no le quitaba lo coqueto, y solo la ponía nerviosa.

—Sabes a lo que me refiero.

—Es que lo sé, pero saberlo no lo vuelve más fácil.

—¿Y quién dice que nosotros lo seamos? Debemos parecer la pareja más complicada del mundo por las razones más ridículas —habló ella pensando en cómo sentía que cada vez que se quejaba de Carlos A con Vic, ella creía que se resolvería de una manera muy sencilla: acostándose.

—No somos ridículos —aseguró Carlos A —Solo tratamos de pensar con la cabeza y no con otras partes.

—Pues hace un momento no estabas pensando con la cabeza —sonrió ella divertida. La mareaba a veces el cómo podían pasar de estar a segundos de arrancarse la ropa a poder bromear y jugar entre ellos.

Carlos rió por lo bajo alzando la cabeza de su hombro, aunque tal vez lo hizo muy rápido porque perdió el equilibrio y trastabilló con sus propios pies, Adora teniendo que sostenerlo por los hombros para volver a equilibrarlo.

—Ey, ey, despacio. Sigues estando muy borracho, Sainz. Ven, mejor vamos a tu cuarto —cuando volvió a estar parado sobre sus dos pies sin tambalearse lo guió hacia la puerta del español, quien se sostuvo la cabeza con una mano sintiéndose algo mareado. Tal vez esos shots con el otro Carlos no había sido la mejor idea.

—Estoy bien, estoy bien, solo necesito descansar los ojos por un rato y estaré como nuevo para que sigamos la fiesta —balbuceó y se detuvo al lado de la puerta esperando a que Adora la abriera. Sin embargo, cuando entraron se encontraron con un camino de pétalos de rosas hasta la cama, velas y hasta una botella de vino con dos copas al lado de una caja de chocolates.

Adora se volteó a verlo con una ceja alzada—¿Sainz?

—¿Mmm? —el piloto había cerrado los ojos por un momento apoyando su cabeza contra la pared.

—¿Me quieres explicar qué es esto?

—¿Qué es qué? —finalmente se dignó a abrir los ojos y observó con ojos entrecerrados el espacio —¿Estamos en mi cuarto?

—Ajá.

—¿Segura? No recuerdo haberle pedido eso a la casa... ¿o sí? —dudó por un momento de sí mismo. Adora hacía que perdiera lucidez y control de sus pensamientos y acciones.

—Pues no sé, pero pareciera que sí —exclamó la venezolana caminando por la habitación con curiosidad, aunque también estaba algo enternecida que hubiera pedido todo esto. Hasta llegaba a apenarle que no lo pudieron aprovechar.

—Lo siento, puede que lo haya pedido cuando... ya sabes —avanzó con pasos torpes por su habitación para luego dejarse caer como peso muerto en su cama —Todavía le podemos dar uso —coqueteó con los ojos cerrados y Adora le rodó los ojos manteniendo su distancia pues era muy tentadora la oferta.

—Solo acuéstate a dormir —indicó ella cruzándose de brazos.

—¿Y no te vas a quedar a hacer de mi osito de peluche? —se estiró Carlos dejando ver parte de su abdomen expuesto, y Adora se obligó a no mirar.

—Con como estás no creo que sea lo mejor —ella se apoyó contra el marco de la puerta.

—¿Entonces dormirás con la rubia? —no quería que se notara la molestia en su voz, pero le fue inevitable.

Adora sonrió, le divertía como aquel falso juego de coqueteo entre Vic y ella frustraba tanto a los Carlos.

—Nope, tampoco. Creo que es momento de actuar como niña grande y dormir en mi habitación —reconoció Adora. En realidad si no fuera por la condición en la que estaba el madrileño no tendría problemas, pero estaba encontrando que además de la faceta inocente, Carlos borracho podía llegar a ser muy coqueto y eso solo prometía ser su destrucción.

—Quedáte, ¿sino quién me sostendrá el cabello si vomito? —bromeó el español.

—Creo que en tu caso no calificas para necesitar de eso —sonrió ella.

—¿Siquiera disfrutaste de esta noche? —preguntó mirándola apoyado en su mano.

—La verdad sí —se encontró asintiendo con una sonrisa en el rostro —Tenías razón acerca de eso de sentirse libre, creo que por primera vez en mucho tiempo no tenía ansiedad de hacer algo vergonzoso que me dejara en la portada de una de esas revistas de la prensa rosa.

Ella no se dio ni cuenta de cuando sus pies la llevaron a sentarse en la orilla de la cama de Sainz, como si estuviera chismoseando con una vieja amiga.

Él asintió igual aunque el movimiento le dio dolor de cabeza—Te veías feliz, Torres —admitió con un bostezo, se había acomodado de lado para poder seguir charlando con ella.

—Lo estuve... Fue una buena noche —se puso a jugar con sus manos —Oye, Sainz.

—Dime, Torres.

Quiso preguntarle una pregunta que llevaba mucho tiempo en su mente—¿Crees que de haber sabido la falta de privacidad que tendrías siendo piloto lo habrías hecho igual? —lo miró curiosa, no tenía ni idea de si podría hacer que él responda. Le estaba lanzando una pregunta profunda estando él ebrio, pero en su mente eso solo podía prestarse para divertidas respuestas.

—Pues... es que por mi papá supongo que siempre he estado acostumbrado a tener a la prensa encima... aunque no encima como encima de mí —gesticuló con sus manos señalándose —Bueno, tú me entiendes.

—La verdad no. O no tanto como quisiera, después de todo, la fama de mi papá solo llegó a alcanzar un nivel nacional, y no es como que todos estuvieran interesados en la vida de un presentador de noticias.

—Entiendo. Pero tengo que decir que aunque estaba acostumbrado a un cierto nivel de interés en mí, pues creo que nada podría haberme preparado para lo que iba a alcanzar cuando saliera la serie de Netflix —reflexionó Carlos.

—Y eso que estás desde la primera temporada. Yo apenas tuve mi primera aparición la última temporada y me hicieron ver como enemiga de Lando —ambos rieron.

—Sí, eso cambió todo para todos. De repente era necesario una persona que controlara mis redes y evitara que publique algo controversial.

—Odio eso.

—Yo igual —ambos se quedaron callados, pero no era un silencio incómodo, solo pensativo.

—¿Te cuento algo que no te había dicho antes? —comentó él y ella asintió, curiosa.

Carlos no creía que se acordaría de esto mañana, así que decidió contarlo.

—Antes de que entraras a la categoría tenía un pequeño crush contigo —admitió.

—¿Qué? —Adora lo vio confundida. ¿Cómo era eso posible?

—Pues cuando Lando fue mi compañero de equipo no dejaba de seguir de cerca tus competencias en la W Series. Ese muppet se la pasaba hablando de su maravillosa amiga piloto y el como estaba seguro que entraría a la categoría algún día. Me pareció algo fastidioso al inicio lo mucho que te mencionaba, pero luego, una vez pasaron una de tus entrevistas en la televisión y te veías tan... brillante, tenías esta hermosa sonrisa y ojos que me dejaron cautivado. Así que, ahí lo tienes, búrlate todo lo que quieras que seguro no lo recordaré.

Ella en cambio sonrió, no podía creer lo que estaba escuchando.

—No lo haré —hubo una pausa —Yo también tenía un crush contigo —murmuró.

Sintió a Carlos sonreír engreído y decidió que esa era su señal para irse.

—¿Segura que no me quieres hacer compañía? —habló sintiendo cómo poco a poco sus párpados le pesaban.

—Segura. Buenas noches, Sainz.

—Descansa, Torres —suspiró con sueño.

Adora salió de la habitación para encontrarse de nuevo al gato.

—Oye que si entras te usará de peluche —advirtió ella caminando a su cuarto —No digas que no te lo advertí —se adentró y cerró la puerta para poder cambiarse y acostarse a dormir.

Bodoque se quedó ahí, como pensativo, hasta que decidió que le valía y abrió la puerta del nuevo muñeco.

Cuando entró y se acomodó al lado de él en la cama notó a Carlos A ido.

Carlos rompió el silencio entre los dos—Gordo, es posible que no me hagas caso y estás en tu derecho, pero... ¿puedes ir a acompañar a Adora, por favor? Va a necesitar compañía —rogó que el gato lo entendiera.

El gato se quedó quieto, qué pereza ir hasta allá, pero si le decían por favor él podía colaborar. Solo esta vez.

Bajo el asombro de Carlos Bodoque obedeció y salió de la habitación. Quedaba en sus patas si obedecería o no, pero valió la pena el intento.

Adora miraba el techo de su cuarto tratando de conciliar el sueño cuando sintió que su puerta se abrió—¿Sainz? —preguntó y para su sorpresa se encontró con el gato —¿Y tú cómo llegaste aquí?

Bodoque maulló y se subió a la cama acomodándose justo a su lado. Adora estaba tiesa, ¿por qué el gato vino a hacerle compañía? Nunca se había interesado mucho en ella.

Algo dudosa le hizo cariños y eso pareció gustarle, ronroneando. Así, con el ronroneo de Bodoque, lo suave de su pelaje y el pensamiento de que tal vez, solo tal vez Carlos lo había mandado a que la acompañara, Adora pudo al fin dormir en su habitación.





N/A: Holaaaa, nos tardamos, pero fue porque nos inspiramos de más alv.

Próximo capítulo está en progreso. Tendremos nuevo capítulo de Troublemaker esta semana también wuuu

Perdonen por desaparecer, estuve de viaje y ayer comencé el nuevo semestre de la U. Expliqué varias cosas en mi Instagram así que si no me siguen, vayan a hacerlo en el mismo user que acá vals.keeper, hacemos dinámicas y nos la pasamos chevere.

¿Qué les va pareciendo el crossover? No creo que le puedo seguir llamando maratón, ups

Es que ni se imaginan la cantidad de cosas que nos ha pasado a Fer y a mí

Se vienen cositas en el libro pronto que creo que les va a gustar mucho muchooo y que me vienen pidiendo desde la edad de piedra así que no se van a querer perder

No se olviden de comentar y votar

Las quiero mucho,

Se despide,

Val ♡

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