21 | ¿Y si te invito una copa?
N/A: Holis, antes de que empiecen a leer necesito advertir algo para que no me caigan encima. Van a haber ciertas diferencias de Adora con una personita algo controversial. Algunos la aman y otros la odian. A mí no me da buena vibra, pero le soy indiferente y no opino. Sin embargo, aquí tiene un papel un poco antagónico. Recuerden que es ficción, y pues como se ve aquí no refleja como sea en la vida real. Lo digo anticipado para que no me ataquen por hacerla de esa manera, pues solo es un personaje basado en una persona a la que le di una personalidad que me convenía para la historia. Eso es todo. Disfruten, comenten y voten y nos vemos al final ❤️🩹
𝐓𝐫𝐨𝐮𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚𝐤𝐞𝐫
SALIMOS DEL BAÑO con la mano de Sainz firme e inamovible en mi espalda baja. Pero fue diferente esta vez.
Nos acercó a unos de los guardias e intercambió palabras con ellos que no capté. Seguido de eso enfrente mío los guardias fueron abriéndonos paso entre la marea de gente de modo que antes de lo que tenía previsto llegamos a la mesa.
Al fin. Solo tomó un ataque de pánico.
Lando se levantó a recibirnos con los brazos abiertos—¡Hasta que llegan! ¿Se perdieron? ¿O fueron a celebrar esa victoria sin nosotros? —subió y bajó las cejas. Los demás en la mesa se rieron.
Este venía pasado de copas.
Saludé con la mano, algo cansada como para ponerme a saludar con mi típico beso en la mejilla uno por uno.
—A veces me caes tan mal —murmuré negando con la cabeza, pero el asomo de una sonrisa en la comisura de mi labio decía todo lo contrario.
—Mentir es malo, Ada —señaló el menor.
—Y burlarte de tus mayores también, duende.
—No es burla si es verdad.
—Pero te estás burlando basándote en una suposición.
—Una suposición que no creo que sea errónea.
—Nunca has usado la palabra "errónea" en tu vida, duende de cuarta. No sabes ni deletrearlo.
—¡Claro que sí!
—A ver, te escucho —enarqué una ceja.
—E... erre... o... ene?... i... a...
—Fatal, lleva doble erre y no una i sino una e, bobo.
—¡Basta, sabes de mi dislexia! —señaló con un quejido.
—Y tú aceptaste sabiendo que tienes dislexia y no ibas a poder.
—Yo... cállate mejor —bufó—. ¿Dónde está Lele?
—Se quedó porque no soporta verte ebrio —bromeé. Estaba consciente que mi hermana tenía otros planes.
Lando se me quedó viendo con los ojos entrecerrados mientras yo me sentaba.
—¿Y yo estoy pintado en la pared o qué, tío? —exclamó Sainz hacia Lando a lo que el menor pareció salir de su ensoñación.
—Cabróoooon, felicidadeeeees —canturreó atrayéndolo en su típico saludo de hombres para luego dejarse caer a mi lado en el mueble—. ¿Te he dicho que te adoroooooo? —me abrazó por la cintura.
—Sisi —le revolví el cabello y por encima de su hombro no pasó desapercibido para mí la mirada analítica de Sainz en los dos.
—A ambos. Los adoro a ambos —clarificó el británico alejándose.
Sentí a Sainz sentarse a mi costado.
—¿Y Luisa? No la he visto todo el fin de semana.
Ni desde la pelea en el avión, si era honesta.
—No está aquí, se fue poco después de que llegamos, miss despistada. Tiene un trabajo de modelaje en Milán, pero invité a Ali, está aquí por la exposición de la que les hablé. Espero que no te importe, Carlos —se inclinó por encima de mí.
—No, claro que no. Es bienvenida cuando quiera —le quitó importancia al asunto para luego voltearse a pedirle una cerveza al mesero.
Yo necesitaba dejar de lado lo ocurrido hace unos minutos y enfocarme en algo más. Y entre mi larga lista entraba cierto neerlandés con quien necesitaba hablar después de la carrera.
—Oye, tenía entendido que Max vino, ¿dónde está? —miré alrededor.
—Seguro que con la bruja chupa juventud —murmuró Lando, pero igual lo escuché y reí en voz baja.
—De verdad quiero hablar con él —sentí el pesado brazo de Sainz rodear mis hombros y lo volteé a ver confundida, topándome con su perfil mientras éste tomaba de su cerveza con la mandíbula tensa, su mirada clavada en algo a la distancia.
—Pues lo veo difícil. Sabes que se pone en plan perro guardián cuando se trata de Max —revisó su teléfono mientras yo le preguntaba con la mirada a Sainz qué le sucedía, a lo que solo se llevó un dedo a la boca como pidiéndome que guardara silencio. Fruncí el ceño—. Oye, Ada, me escribió Ali como hace 15 minutos que ya había llegado, pero debería estar aquí —miró por encima de todas las cabezas, notándose preocupado—. ¿No la habrás visto? Capaz por la barra o algo.
—La verdad no, sabes que la habría arrastrado conmigo.
Asintió como quien no quería la cosa, su mirada ida rascándose el cabello mientras contemplaba qué hacer por unos segundos. Su pierna rebotaba con ansiedad contra el suelo hasta que soltó—: Creo que tendré que ir a buscarla. No es normal en ella —ni siquiera esperó mi respuesta, solo levantándose y yéndose con mirada decidida, dejándonos a todos algo anonadados.
Era raro ver a Lando preocupado, y creo que no era la única que pensaba lo mismo. Solía ser esa persona que aligeraba el ambiente cuando el resto estaba preocupado por algo, ocultando sus propias emociones para el beneficio de los demás. Sin embargo, estaba empezando a notar que ese papel del payaso solía caérsele por completo cuando se refería a Alya. Siempre tratándola como si fuera una muñeca de porcelana que en cualquier momento se fuera a romper. Y no era así de protector ni con sus hermanas menores.
Miré a Sainz repitiendo la misma pregunta con mis ojos, ¿Qué quería?.
Había sentido un cambio repentino en su conducta; su brazo pesado en mi hombro, su mandíbula tensa, el cómo se acercó aun más a mí y miraba algo a lo lejos.
Fue a inclinarse sobre mí, su aliento caliente golpeando contra mi oreja y dejándome hecha nada, los pelos de mi nuca poniéndose de punta por la cercanía.
—Carlos, espero que hayas traído el efectivo que me debes porque con eso pienso pagar las rondas de esta noche —habló el inconfundible acento británico de George, y lo insulté en todos los idiomas que sabía por interrumpir.
No me sentía orgullosa de admitirlo, pero el tacto de Sainz era intoxicante. Quería su atención en mí, y solo en mí.
Creo que la falta de acción en otras áreas me estaba volviendo loca.
Sin embargo, el español no se alejó ni un centímetro mientras sacaba unos billetes de su bolsillo dejándolos con pesar en la mano extendida del piloto de Mercedes, aún sin soltarlos.
La sonrisa de George se ensanchó a lo que trataba de lograr que Carlos soltara el dinero, el cual luego de una jaladera logró arrancarle de la mano lo que le debía de aquella apuesta que hicimos... ya no me acuerdo ni en donde.
Sainz resopló a lo que dejaba caer su frente en mi hombro. Su cabello me causaba cosquillas al rozar mi rostro.
Sentí las miradas de todos en nosotros.
A pesar de el beso en el podio y la declaración de que éramos novios oficiales podía sentir cierta duda todavía de parte de los demás. Como si no llegaban a creerse por completo que estábamos juntos.
Debía esforzarme más.
—¿Todo bien, guapo? —murmuré mientras pasaba mis manos por su sedoso cabello.
El mismo que había tenido la oportunidad de sentir bajo mis dedos cuando nos besamos en el avión camino a Madrid.
Lo sentí inhalar profundo al primer contacto.
Tenía cierta sospecha de que le gustaba que le tocara el cabello, al menos si tomaba en cuenta los pequeños jadeos que soltó en el avión como evidencia.
—Ese tipo no deja de verme como si me quisiera matar y tengo la ligera sospecha de que tiene que ver contigo —murmuró con la voz ronca rozando mi brazo con su nariz para luego dejar un casto beso.
Coño, Sainz. Basta.
—¿Quién? —traté de buscar con la vista por la dirección que él había visto.
—Por la barra, camisa roja, cara de gilipollas —mientras mis ojos recorrían el lugar siguiendo sus indicaciones casi se me escapó una carcajada por el último comentario.
Finalmente conecté miradas con quien decía.
Maldita sea...
Cuando llegué a McLaren sentí que tenía mucho que probar. No quería defraudar al equipo ni hacerlos dudar en ningún momento de mi compromiso con ellos. Iba a dar los mejores resultados dentro del rango de lo posible y hacer lo que me pidieran sin cuestionarlo.
Todavía lo hacía.
La cuestión era que a mitad de temporada del año pasado yo estaba teniendo mejores resultados que Lando y podía sentir un poco la aversión del equipo por aquello. Él era a sus ojos su futuro campeón.
Así que cuando Zak me llamó a sus oficinas un día y propuso que intentara sacarle información a alguno de los mecánicos del garaje de Max; accedí.
Y no me enorgullecía de ello.
Yo jugaba limpio. Gané todas las categorías de esa forma. Y me avergonzaba mucho llegar a cometer tal bajeza pues fue de lo peor que he tenido que hacer en mi carrera.
Esa no era yo. Yo no hacía trampa. Me gustaba ganar por mis propios méritos y no porque el de adelante tenga una penalización.
Sin embargo, me encontraba en una posición complicada. Entre la espada y la pared por decirlo de alguna forma.
Tenía mucho miedo.
La realidad era aquella. No quería perder mi puesto ni que dijeran que no estaba dispuesta a arriesgarme por el equipo.
Así que lo hice; coqueteé con un mecánico de Max y le saqué información vital para el equipo. Realizando todo con un sabor amargo en la boca porque sabía que me lo pedían a mí por ser mujer, y que a Lando, ni a ningún otro piloto, le pedirían aquello bajo ninguna circunstancia.
Pero era mi primer año en el deporte, con uno de mis equipos anhelados junto con Ferrari, y estaba cumpliendo mis sueños al llegar a la categoría.
No podía tirarlo todo por la borda por muy insultante que fuera.
Nunca llegué a tener nada serio con él. Fueron puras palabras vacías, ni siquiera un beso o irnos a la cama porque tenía un novio y estaba enamorada de él.
Pero tenía que lidiar con mi desastre, y ahora se encontraba en la barra tratando de derretir a Sainz con la mirada, ni siquiera reparando en mí.
Era impresionante como sabía en aquel momento que tenía novio y no le importó en lo más mínimo, pero ahora con Sainz, casi un año después, se ponía en este plan.
Ridículo.
—Ah, no le prestes atención —Sainz alzó la cabeza de mi hombro para entrecerrar los ojos en mi dirección.
Sin embargo, no lo dejé cuestionarlo mucho pues dirigí la cerveza en su mano hacia mi boca y le di un largo trago, dejándolo que me diera de beber hasta que lo hice bajarla de nuevo, gotas del alcohol quedando aún en mis labios que el español se dedicó a delinear de manera atenta con la vista, relamiéndose los suyos. Cuando fui a alzar mi mano para limpiarme chasqueó la lengua, negando con la cabeza.
Seguido de eso, la mano que se encontraba rodeando mis hombros se acercó para pasar de manera suave su dedo pulgar por mis labios recolectando el líquido que quedaba y se lo llevó a la boca. Sus ojos oscuros devolviéndome la mirada.
Joder... ahí se fueron mis bragas.
—¡Volví! —exclamó un jadeante Lando. Venía tomado de la mano con Alya, quien traía una cara de que acababa de volver de la guerra—. Y traje a una acompañante —le hizo un gesto para que se sentara y lo hizo, sentándose a mi lado mientras se servía un vaso con Ron puro.
—Oye, despacio, catira. Pareces desesperada —bromeé viéndola tomarse el vaso como si nada.
—No tienes ni idea —murmuró con tono resentido.
Alcé una ceja. Quería saber qué carajos había pasado allí afuera, pero me encontré distraída por un Max Verstappen volviendo de la pista de baile muy sonriente de la mano de su acompañante; Kelly Piquet.
¿Mencioné antes que ella y yo no tenemos una gran relación? Porque no la tenemos.
—¿Qué hacen aquí sentados? Pensé que esto era una celebración, parece velorio —bromeó el neerlandés pasándose una mano por el cabello.
Me urgía hablar con él.
—Esperábamos que vinieras a animar la fiesta a falta de Danny Ric.
Frunció el ceño hacia mi dirección—¿Danny no vino?
—No, dijo que tenía otros planes.
Que estaba segura que involucraban a mi hermana.
—Una lástima —suspiró dejándose caer en el cojín de enfrente, su acompañante siguiéndolo.
Me levanté de mi puesto debajo del cómodo brazo de Sainz, el madrileño quedándose algo confundido con mi movimiento cuando me dejé caer al lado de Max.
—¿Podemos hablar? —miré de él a Kelly de manera disimulada—. ¿En privado?
Max abrió la boca, viéndose algo indeciso, pero no tuvo que esperar mucho para que fuera el perro guardián a su rescate:
—Creo que lo que sea que le tengas que decir a Maxie lo puedes decir enfrente mío, querida —se inclinó hacia mí la mujer, su tono demasiado falso para mi gusto.
Miré de reojo a Lily rodando los ojos en la otra punta de la mesa. Cuando Alex estuvo en Redbull, Lily tuvo que lidiar con la novia de Max, y era algo... rara su relación según lo que me contaba Lily pues decía que hacía comentarios medio pasivos agresivos en contra de Alex en donde básicamente señalaba que no merecía su puesto y no estaba a la altura de Max.
Y eso hizo que a Lily Muni, la chica que se llevaba bien con todos, no le cayera bien.
—Maxie está grande y creo que puede hablar por sí mismo sin tener representante, ¿no crees? —alcé una ceja.
Max le hizo un gesto a Kelly y se volteó a mí—¿Qué necesitas, Ada?
Lo miré bajando mis defensas un poco. A Max lo conocía de toda la vida, no era su culpa que estuviera enamorado de una bruja chupa juventud como la había llamado Lando.
Suspiré—Yo quiero hablar de la carrera, perdón por... atacar a Horner.
—¿Decir que te saqué de la pista? Perdonada.
Hablamos los dos al mismo tiempo y cuando caí en cuenta de lo que dijo fruncí el ceño—¿Qué? Max, eso hiciste. No fue una maniobra limpia.
Quería disculparme más por lo de Horner porque sabía que era como la figura paterna paterna que su verdadero padre, Jos, nunca fue. Y sabía que le afectaba que me bajara a su altura aunque yo solo respondía cuando me atacaba.
—Claro que lo fue —bufó.
—¡No dejaste espacio y me reventaste el neumático! —dije incrédula.
Solía ser entre Max, Charles y yo el primero en disculparse... a menos que estuviera su padre. Y sentía que estaba pasando lo mismo con Piquet, ella sacaba un lado muy desagradable de él.
Porque un error, aunque parezca mínimo, podía ser la diferencia entre la vida y la muerte. No me parecía que era juego. Y si estamos manejando los carros más veloces del mundo, menos.
—Pues no frenaste, ya no es mí culpa —se encogió de hombros, podía notar que se estaba molestando, pero yo ya lo estaba.
Sentí a Sainz y a Lando atentos por si me tendrían que separar de Max. Lo peor del caso era que ni siquiera tenía suficiente alcohol en mi sistema para echarle la culpa, solo estaba arrecha.
—¿Sabes qué? Retiro mi jodida disculpa a tu puto jefe. Ha sido un maldito grano en mi culo desde que entré al deporte y tú, por muy amigo que te hagas llamar, nunca le has dicho nada y eso me da a entender que estás de su lado —lo señalé con el dedo.
Hasta creo que Checo había opinado más del tema de lo que Max jamás se atrevió.
No había ni terminado de hablar cuando Max empezó a negar frenéticamente con la cabeza—No es así. Solo no quiero problemas.
—Sabía que le tenías miedo, te trae con collar y cadena —el neerlandés apretó la mandíbula, pero yo no me iba a callar. Llegaba un punto donde no sabía ni cómo—. Anda Max, "ataca". ¿Así te dijeron? ¿Te dieron la orden como un perro?
Sentía la sangre caliente, seguro estaba hasta sonrojada de la ira que traía.
—La única que se comporta como una perra es otra.
Giré el cuello hacia la bruja que decidió abrir su gran bocota y ladeé la cabeza.
Sainz se levantó, avanzando hacia mí. Sin embargo, era un volcán listo para erupcionar.
—Qué adorable que eso sea lo más grave que se te ocurre para insultarme. Ahora deja que hable Max y se defienda solo. ¿O qué? ¿Trae bozal?
—Adora... —habló aquel acento español, pero lo ignoré.
Kelly se inclinó por encima de Max sin darle oportunidad de replicar—No, pero tiene a una novia que lo defiende de ridículas como tú. No sé qué te crees, Adara. Recuérdame, ¿cuántos campeonatos tienes tú?
No pude evitar soltar una carcajada. El burro hablando de orejas...
La miré de arriba a abajo—Pues ninguno, pero al menos no soy como tú que crees que por el nombre de tu papá eres alguien, cuando la realidad es que fuiste su sombra, y ahora eres la de tu novio también porque no sabes ser nada más que un personaje en el fondo que se cree importante por quienes se junta. Lamentable, la verdad.
Sus ojos echaban chispas, y pude notar que toqué un nervio cuando su mano se alzó con rapidez hacia mí. Me preparé para esquivarla, pero no fue necesario.
Sainz sostenía por la muñeca a la bruja sin llegar a hacerle daño. Sin embargo, podía notar por su expresión que estaba furioso—Llegas a alzarle la mano de nuevo, y no me responsabilizo por lo que ella pueda llegar a hacer. Ni la detendré.
Lo que ella pueda llegar a hacer. Ya estaba claro de que podía hacerla añicos por tocarme un solo pelo. De perras como ella yo no me dejaba, ni siquiera me importaba las consecuencias que pudieran llegar a haber.
Soltó su agarre, y mi sonrisa victoriosa no me duró mucho pues seguido de eso me miró con el rostro serio y me obligó a levantarme y seguirlo, entrelazando mi mano con la suya.
Maldición.
Lily murmuró sin hablar "Eres mi jodida ídola", Alya me hizo un saludo militar y Charlotte me guiñó el ojo.
Mientras íbamos saliendo escuché el quejido de la pobre "víctima"—¡Maxie, no le dijiste nada!
—No te pedí que me defendieras.
Quería reír.
Hablaría con Max después, cuando los humos se hayan calmado y no esté la bruja, porque sentía que cuando no estuviera, Max sería un poco más razonable.
Por el momento, estaría enojada todo lo que quisiera.
***
Apenas cuando estábamos saliendo del lugar fue que mi cabeza se enfrió un poco y detuve mis pasos obligando a Carlos a voltear a verme. Se supone que era la noche de Carlos...
Podía llegar a ser la mierda más grande del mundo a veces.
—Perdón... —suspiré sintiendo su mirada clavada en mí—. Perdón, perdón, perdón. Fui una inconsciente. Soy una inconsciente. Se supone que es tu gran noche, que celebraríamos tu victoria y lo arruiné... perdóname. Aún podemos volver y... y prometo comportarme y pedir disculpas, soportaré a Kelly y no insultaré a más na...
No llegué a terminar la oración cuando su boca estaba reclamando la mía de manera rápida e intensa. Exigente.
¿De qué estaba hablando? Ya ni recuerdo.
El sabor de la cerveza se coló en mis labios mientras el español tomaba el control del beso, sus fuertes manos sosteniéndome una por detrás de la cabeza y la otra por la cintura a lo que su nariz rozó la mía como indicando que inclinase la cabeza para dejarle profundizar el beso. Y eso hice. Nuestras bocas no se daban tregua la una a la otra. El mundo pareció dar vueltas a mi alrededor, volviéndose lejano e insignificante. No había otra sensación más que los gruesos labios de Sainz en los míos, el sentimiento siendo tan potente que tuve que tomarlo de los hombros para no dejarme caer. Un fuego que llevaba mucho tiempo apagado se encendió en mi interior, mis pulmones pidiendo aire desesperadamente, pero apenas nos logramos separar un segundo para respirar cuando Sainz volvió a la búsqueda de mis hinchados labios de nuevo, esta vez de manera más fuerte y necesitada, como si no pudiera obtener suficiente del beso. Sus dedos se entrelazaron en mi cabello en un puño, muy extasiado por el contacto entre nuestras bocas cuando comenzó a mordisquear mi labio inferior, a lo que me arrancó un jadeo que lo hizo gemir satisfecho contra mí. Había tenido muchos besos en mi vida, pero en definitiva no había ninguno que se me comparaba con ese. Su fuerte mano me había atraído más hacia él por la cintura y me hizo sentir débil. Todo su contacto me volvía así. La manera en que sus labios se moldeaban con los míos. Su perfume inundando mis sentidos. El sabor de la cerveza que había tocado sus labios. Ni siquiera me gustaba la cerveza, pero de su boca podría tomarme toda una caja.
Con ese último pensamiento, mordió mi labio como despedida mientras se separaba con la respiración jadeante—Ahora sí... perdonada —carraspeó creando distancia—. ¿Nos vamos?
Tragué saliva abriendo los ojos lentamente, todavía sintiendo el fantasma de sus labios en los míos mientras asentía intentando recuperar la respiración que aquel beso me robó.
¿Qué carajos había pasado?
¿Y cómo podía estar tranquilo luego de hacerme temblar todo?
Él también asintió, soltó su agarre en mi cuerpo y avanzó hacia donde había parqueado el carro.
Podía considerarlo hasta ofensivo lo poco perturbado que se veía luego de haberme mordido el labio hace apenas unos segundos antes y comido la boca en todo el sentido de la palabra.
Cualquiera con el que hubiera compartido un beso así de intenso estaría llevándome a la cama.
¿Qué carajos decía? No podía irme a la cama con Sainz.
Sería poco profesional. Aunque... besarnos así cuando no había nadie viendo también lo era, ¿no?.
Me adelanté para caminar a su paso y miré su perfil de reojo. De verdad quería saber cómo funcionaba su mente. Desde mi posición todavía podía ver sus labios rojos e hinchados por el fogoso beso que nos habíamos dado, y él caminaba de lo más normal. Ni apurado, nada.
Llegamos al Ferrari y le bloqueé el paso al lado del conductor extendiendo mi mano—Las llaves.
Conectó sus ojos café con los míos—¿Qué?
—Tú bebiste, yo solo tomé un sorbo.
Carlos negó—Fue poco.
—No me importa, si tengo que poner mi vida en manos de alguien será en las mías —hice gesto de "dame" y el piloto rodó los ojos, supuse que sin ganas de pelear, mientras me entregaba aquella llave de su Ferrari y rodeaba el carro para subirse de el lado del copiloto.
La verdad solo quería manejar el Ferrari y distraerme del beso que pareció no significar nada para él.
Y la mejor cura para mí era estar detrás de un volante.
***
El viaje se había pasado tenso. No era para menos.
Yo no sabía cómo traer el tema a la mesa, pues cada vez parecía más casual el que nos besáramos de aquella forma sin tener cámaras ni testigos de por medio.
¿Qué le pasaba por la cabeza? ¿Por qué besarme y luego pretender que nada pasó?
Quería sentir que no era la única en un bote a la deriva, porque mi ego no podría soportarlo. Por lo general, no solía ser insegura, lo confiada viene con el trabajo. Sin embargo, habían pequeños momentos que iban formando huecos en mi mural de confianza que me hacían dudar de todo.
Y estaba viviendo uno de ellos.
Parqueé aquel Ferrari en la entrada del hotel dejándole las llaves en mano al encargado de valet parking para luego tratar de seguirle el paso acelerado al madrileño.
Me confundía tanto. Y la confusión no era un sentimiento que apreciara pues hablando podíamos resolverlo todo.
Aunque ser comunicativa no era mi fuerte.
Cuando llegamos al ascensor Sainz se había puesto a ver su teléfono como si yo estuviera pintada en la pared. Nunca me había sentido tan ignorada en mi vida y eso que era hija del medio.
Mi mirada no se despegó de él creyendo que en algún momento tendría que voltear a verme, pero me probó incorrecta. Llegamos hasta la puerta de la habitación en ese mismo plan; Sainz buscando en sus bolsillos la tarjeta mientras yo me cruzaba de brazos.
Repiqueteé de manera impaciente el talón de mi pie esperando a que abriera la maldita puerta porque no soportaba la tensión y solo quería encerrarme en mi habitación y no tener que ver su desinterés.
Aunque bueno, había un dicho que decía "no te vistas que no vas al baile", y efectivamente; así sucedió:
—No encuentro la tarjeta... —habló por primera vez desde que accedió a darme las llaves de su coche—. ¿La tienes?
—A mí no me mires, tú te la guardaste porque dijiste que la iba a perder y mira —me burlé.
—No es momento de chistes, Torres, no vi a nadie en recepción y todos están afuera —se llevó las manos a las caderas en esa pose de padre que he aprendido que a veces toma.
—Lele no.
—¿Tú de verdad quieres interrumpir lo que sea que estén haciendo?
—Creo que ambos sabemos lo que están haciendo, Sainz. No te hagas el santo.
El español resopló pasándose una mano por el cabello, desordenando sus largos mechones—Volvamos a recepción, puede que haya ido al baño y ya volvió.
Y como siempre, se puso en plan estratega y no esperó respuesta de mi parte tomando la delantera.
Yo rodé los ojos viéndolo alejarse. No quería seguir andando atrás de él ni lidiando con su estúpida cara y gruesos y suaves labios.
Caminé en dirección contraria hacia la barra y la encontré vacía, ni un solo bartender a la vista. Ni siquiera era tan tarde, ¿acaso aquí se dormían temprano o qué? Porque no me explicaba.
Me escabullí de puntillas revisando por los gabinetes hasta que encontré lo que estaba buscando: una botella de vino.
Porque la noche era joven y aunque terminó repentina no significaba que no podía tener mi propia fiesta para desahogar mis penas del día.
Dejé una nota diciendo que la cuenta fuera para la habitación 816 sabiendo que era la de Max y volví a la nuestra donde se encontraba un Sainz sentado en el piso, su mirada pérdida de esa manera característica tan suya.
Puede que viéndolo así me compadecí un poco de él. Después de todo yo había sido el motivo por el cual estábamos sentados afuera de nuestra habitación de hotel en las horas en las que debíamos estar celebrando el primer triunfo de Carlos en la Fórmula Uno.
Pateé de manera suave su muslo, mi mano extendiéndole la botella de vino que había tomado "prestada". Sus grandes ojos penetrantes me miraron por debajo de sus gruesas pestañas desde su posición en el piso.
¿De verdad alguien le podría decir que no a esos ojos? Porque estaba empezando a creer que yo no...
—Sé que la champaña del podio sabe mejor, pero te la debía luego de interrumpir tu noche.
Sainz palmeó el lugar a su lado y me senté con precaución acomodando mi vestido para que no se notara nada que no debería.
El español abrió la tapa del vino y le dio un sorbo directo de la botella. Por lo menos no era de esas que se necesitaba destapa corchos o algo por el estilo—En realidad, nunca quise ir al club —admitió y no supe si era el alcohol hablando, pero me sentí tentada de ponerle la mano en las mejillas por si estaban acaloradas y se encontraba delirando.
«Fue plan de mis mecánicos... y pues se sintió guay saber que algunos dentro del equipo se alegraban por mí y querían celebrarme. No es algo que se admita en voz alta, pero la mayoría en Ferrari quería ver a Charles ganando la carrera —rió con ironía negando con la cabeza—. Mi carrera en casa... y querían verlo ganar a él. Primera victoria en siete temporadas, ¿y puedes creer que solo una persona de McLaren y como siete de Ferrari estuvieron cuando crucé la línea de meta? Eso lo dice todo, joder. De hecho, me enteré después que muchos del equipo se rehusaban a tomarse la foto de mi victoria... si te soy honesto, creo que hubieran preferido que ganara Max a que lo haga yo.
Tomó un largo sorbo del vino y me lo pasó.
Miré su perfil, se veía decaído. Era extraño para mí poder ver a Sainz vulnerable. Mucho más cuando suele ser muy confiado, arrogante incluso, pero esto... no estaba preparada para humanizarlo.
No era una persona muy cariñosa, y sin embargo, en esta posición no había nada que quisiera más que darle un abrazo.
En cambio, me limité a tomar un gran sorbo de la bebida y me armé de valor.
—Yo... no creo que mereciera ganar Charles más que tú, y te diré porqué; tú has sido el escudero de Leclerc todo lo que llevamos de temporada, y has hecho el mejor trabajo que has podido en eso. No creo que puedas hacerlos cambiar de opinión... pero creo que puedes demostrarles que mereces tu puesto tanto como él, y que solo vienes a traer los mejores resultados para el equipo porque ¿qué esperaban? ¿Que dejaras pasar la oportunidad de una victoria solo porque no eres Charles? Si es así tienen que revisarse el cerebro porque les fallan las neuronas.
Sentí su mirada en mi perfil y volteé a verlo, nuestros ojos haciendo contacto—¿Qué?
—Nada, solo... nunca creí escucharte concordar en algo conmigo.
—Sí, bueno... que no se te haga costumbre.
Nos quedamos en un silencio cómodo, donde lo único que hicimos fue pasarnos la botella entre nosotros. No supe ni cómo ni cuando, pero la cabeza de Sainz terminó acostada en mis piernas—Perdón por el beso.
Parpadeé desconcertada. ¿Perdón?
—No debí hacerlo, pero te veías demasiado bien peleando con Kelly. Amo ese lado temerario.
—No tienes que pedirlas. Si te seguí fue porque quería, Sainz.
—Lo sé —dijo arrogante, pero su tono cambia cuando dice lo siguiente—. Solo que no es parte de lo que acordamos para la relación falsa y que puede que la esté aprovechando para besarte sin estar en el podio.
—Si me quieres besar fuera del podio tienes mi consentimiento...
Espera. ¿Lo pensé o lo dije?
—¿Ah, sí? —alzó las cejas, coqueto.
—Creo que... creo que ya debió haber llegado la recepcionista —balbuceé empujándolo y levantándome con piernas temblorosas. Lo había hecho tan rápido que se me nubló la vista por unos segundos.
Maldito alcohol.
Fui a dar un paso adelante y me tambaleé, la firme mano de Sainz me tuvo que sostener por el muslo para estabilizarme.
—Torres... —me llamó y me resigné, viendo sus grandes ojos—. Ese fue el último.
Fruncí el ceño. ¿Ese fue el último qué?
—Si queremos mantener profesionalismo, ese fue el último beso nuestro. Nos besaremos en el podio, y cuando sea necesario en algún evento, pero debemos... debo dejar de complicar nuestra situación.
Sonó como si se lo dijera más a sí mismo.
Y no sé qué se me metió en ese momento, pero lo único que hice fue asentir y murmurar un "Okay, como quieras" para luego dirigirme a la recepción con la mente hecha un lío.
Puede que haya estado disfrutando esos besos más de lo que quería admitir...
Carlos Sainz's POV
Estaba haciendo lo correcto, ¿no?
Adora tenía suficientes cosas en la cabeza para tener que agregarme a mí a la lista.
La amenaza de Rebull, sus padres, el potencial cambio con Piastri la próxima temporada...
Por muy adictivos que fueran sus besos, y lo tentadora que fuera su boca no sentía que podía seguir besándola de esa manera sin terminar entre sus sábanas. Me tenía envuelto alrededor de su dedo.
Y la realidad es que sentía que si tomábamos ese paso; no habría vuelta atrás.
Si lo único que podía mantener a Adora la próxima temporada era esta relación, yo me aseguraría de que obtuviera ese asiento.
Mezclar el trabajo con el deseo no prometía nada bueno. Conociéndome a mí y su carácter, algo terminaría mal y no podríamos fingir estar saliendo como habíamos venido haciendo. Y la verdad es que estaba empezando a apreciar más a la venezolana que por su cara bonita y quería verla callando muchas bocas.
Acepté toda esta relación solo para ver la cara de molestia de Torres, sin saber el nivel de consecuencias que podría llegar a tener. Estaba molesto con ella por escupir veneno y meter la cabeza donde no le incumbía. Después de semanas siendo interrogado por entrevistadores había evadido a la perfección cualquier afirmación, hasta que llegó ella, y siendo como es no pudo contenerse de opinar.
Así que renuncié a mis salidas de noche, mi pasarela de chicas, solo por esa arruga en la frente que se le formaba a la princesa papaya. La consentida de McLaren después de mi cambio de equipo.
¿Que si había valido la pena? No sabía.
Sentía que me hallaba en una peor posición que cuando acepté esto. Por un lado, sí, mi reputación se estaba arreglando a sobremanera. Ya no hablaban de los corazones rotos o de lo mujeriego que pude llegar a ser para juzgar mis habilidades en la pista. Todo eso había quedado atrás.
Pero ahora me veía enredado en todo el hermoso desastre que puede llegar a ser Adora Torres.
¿Quién hubiera pensado que tendría tantos problemas detrás? Porque yo no.
Pero supongo que eso es lo que la hacía una rival más fuerte.
Y ahora que estaba tan enlazado en su mundo, y conocía más debajo de aquellas capas que me había permitido ver, solo quería ayudarla.
Así que sí, creía que dejar de mezclar las líneas entre trabajo y lo personal era la decisión correcta.
Una lástima que lo haya notado cuando la estaba besando en un beso que yo inicié. Mi mente ya estaba maquinando mil maneras de cumplir mis deseos más íntimos con ella. ¿Hacerlo en mi Ferrari? De las primeras opciones. Tenerla debajo de mí, jadeando mi nombre de esa manera tan bonita que hace. Sus largas pestañas viéndome bajo ojos cafés entreabiertos y nublados de placer. Sus uñas rasguñando mi espalda, su cuello cubierto de mis marcas...
Era muy tentadora la oferta.
Pero Adora Torres era para mí lo que la manzana fue para Adán; prohibida.
Cuando Adora volvió con la tarjeta no murmuró ni una palabra. Solo abrió la puerta, dejó la tarjeta en la mesa y se encerró en su cuarto.
Sin hacerle caso a mis órdenes mis pies me guiaron hasta estar afuera de su habitación. Contemplé qué hacer, mi mano alzándose como si tuviera vida propia para tocar su puerta. Pero me encontré ahí, congelado y con la mano temblorosa. Un momento de duda arruinando todo.
No... si entro no tendré la fuerza de salir.
Así que con desilusión dejé mi puño caer a mi costado y me di la vuelta, entrando a mi propia habitación.
Y por primera vez en la Fórmula Uno, Carlos Sainz se acobardó...
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N/A: Holis, algo tarde, pero aquí estamos.
Saben que el horario es un Domingo sí y un domingo no, y pues pido disculpas por tardarme, el fin de semana se pasó algo ocupado y es el espacio que me suelo dar para escribir. Ayer venía con todas las ganas de terminar el capítulo apenas volví de la universidad, pero había un problema con el internet de la urbanización y tenía que entregar una tarea así que me tocó irme hasta un McDonald's para hacerla y no pude escribir tanto como quería.
Sé que los capítulos ya no son tan largos como están acostumbradas, solo que cuando los escribía no estaba en mi semestre de clases aún.
La buena noticia es que tengo vacaciones el 12 de Agosto y tengo planeado avanzar mucho con la historia.
¿Qué piensan de la relación entre Kelly y Adora en la historia? Esa era la personita controversial.
Tengo que ir advirtiendo que comentario que vea tirándole hate a Ada, comentario que borraré porque es mi bebé problemática y no quiero verlo. Estaba ya establecido en las normas de la historia "Los personajes a veces van a tomar decisiones cuestionables que para ustedes los lectores tal vez no tengan mucho sentido. Sin embargo, cada acción que toman está minuciosamente planeada para que sea ejecutada de acuerdo a su personalidad, pasado, y experiencias, por lo que pido de antemano que no los juzguen ni critiquen porque odio verlo. Mis personajes son mis bebés y creo que a nadie le gusta que le maltraten al hijo. Siempre sus acciones van a tener sentido más adelante y sus dudas quedarán resueltas".
Y lo digo porque ya he tenido que borrar algunos de esos famosos comentarios.
Asimismo: las actualizaciones. Las que ya saben esto pueden saltárselo, pero siguen llegando lectoras nuevas (por las que estoy agradecida) y tengo que recordarlo porque está cañón. Sé que ustedes vienen aquí como entretenimiento a desconectarse de sus vidas y les gusta la historia y por eso lo hacen.
Pero no vayan a mis dms a escribirme "PERO YA ACTUALIZA TROUBLEMAKER!!!!!" porque menos ganas me dan de hacerlo. Amo la historia, amo mis personajes, pero a mí nadie me paga nada. Esto es solo un hobbie para mí y una mini práctica de escritura para el futuro pues me veo como escritora. Llevo más de 90 mil palabras del libro y apenas vamos por el capítulo 21.
Si ustedes van a hacerme los deberes entonces intercambiamos y les actualizo cuántas veces quieran. Pero no se olviden de humanizar a las escritoras porque a muchas parece olvidárseles que somos seres humanos y tenemos vida fuera de esta plataforma. Tenemos cumpleaños, tenemos salidas, tenemos obligaciones y compromisos tanto en los estudios o trabajo como en el hogar al igual que ustedes.
¿Quieren motivar a una escritora? Escribanle porque les gusta su historia, regálenle edits, que sé yo. Solo que luego de haberme enojado por recibir esos mensajes una lectora me escribió un párrafo de porqué le gustaba mi libro y ese día escribí 2000 palabras.
Hay escritoras que pasan cuatro meses y no actualizan. Si necesitan leer algo más mientras actualizo, en mi perfil hay listas de lecturas que le pueden servir y estoy actualizando la historia de Lando y los one shots.
Cambiando de tema, tranquilícense, Max y Adora harán las paces más adelante. Max no es enemigo de Adora ni mucho menos. Por él no nos tenemos que preocupar.
¿Qué piensan de la decisión que tomó Carlos? ¿Fue la correcta?
Si leyeron todo esto dejen una banderita de su país.
Las espero en Instagram para que se desahoguen,
No se olviden de votar y comentar, las quiero,
Se despide,
Val
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