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18 | Llévame en tu bicicleta

𝐓𝐫𝐨𝐮𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚𝐤𝐞𝐫



CREO QUE NUNCA había visto a Kath así de molesta.

Siempre ha sido muy paciente, comprensiva, empática, ¿pero hoy? Hoy dejó todas esas cualidades en la puerta de su hotel y era debido a cierto español sentado enfrente mío.

Esto me traía recuerdos de cuando iniciamos todo esto apenas casi dos meses atrás.

No quería entrar en detalles de lo que sucedió esta mañana, pero si tuviera que resumirlo en una palabra sería: incómodo.

¿Pueden imaginarse que al amanecer lo primero que hicieron los papás de Sainz fue sacarlo de cama y discutir con él? Porque yo tampoco podría, pero sucedió. Y si antes estaba molesto conmigo, ahora lo estaba el triple, lo que me parecía inmaduro de su parte.

Y no es que yo fuera alguien para hablar de madurez si tomamos en cuenta qué fue lo que nos llevó a esta relación falsa en primer lugar, pero ya lo suyo era excesivo. No es como si yo hubiera ido a acusarlo con sus padres. Somos adultos. Se supone que podemos arreglar nuestros asuntos por nuestra cuenta... a veces. Pero lastimosamente eso también viene con aceptar su propia responsabilidad y pues no había mucho que yo pudiera hacer por él cuando sus padres fueron testigos de toda la interacción del día de ayer y conscientes de que me dejó plantada. En un país que desconozco. Con su familia que conocí apenas ayer. Y en la cena en la que se supone que nos iba a presentar. No tenía mucha excusa.

El español me miraba como si pudiera hacerme un hueco en la cabeza, y yo no estaba lejos de crear el mismo efecto en la suya. Odiaba su comportamiento bipolar, y el hecho de que a causa de él Kath tuvo que tomar un vuelo desde Londres a España solo para aclarar todo este asunto en una reunión de emergencia. Motivo por el que estábamos aquí jugando a quien le surgen poderes de rayos láser primero.

—No puedo creer que la última vez que los vi juntos tuve que prácticamente rogarles que no se desnudaran enfrente mío ¡y ahora mírenlos! De vuelta a punto uno —bufó y se volteó hacia Sainz—. Carlos, ¡¿en qué carajos estabas pensando?! ¡Estamos en proceso de cerrar unos tratos muy importantes para ambos y sales con esto!

—¿Con qué? Fui a comer con unos amigos —dijo desafiante.

Kath parecía que lo pudiera ahorcar en cualquier momento.

Ja... he estado ahí. De hecho estoy así ahorita mismo.

—¡No solo con unos amigos sino que también con tu ex novia con la que estuviste muy público hace apenas un par de años! —gesticula.

—¿Y? Fue una comida entre amigos. Está saliendo con un amigo, ¿qué querías que hiciera?

—No. Sentarte. Al. Lado. De. Tu. Ex. Novia —dijo por sílabas como si le hablase a un nene de cinco años.

—Están sacadas de contexto esas fotos, recortaron a su novio justo al lado.

—¡No me interesa! —ríe Kath sarcástica. Okay, ahora si que perdió el último pedazo de autocontrol que le quedaba—. Sabes como es el internet, sabes que podrían malinterpretar la situación y trastornarla a su gusto Y —alzó la mano silenciando a Sainz que fue a objetar—, como cereza del pastel, Adora ni siquiera estuvo presente para ayudar a disimular un poco siquiera. Y según fui informada, no la dejaste ir. ¿Cómo crees que se ve eso a tu favor?

—Mal, pero ni estaba tocando a Isabel.

—¿Crees que eso les interesa? Te ves como un infiel.

—Bueno, mejor para Adora, ¿no? —clavó sus ojos marrones en los míos—. Más publicidad.

—Sabes que ese no es el punto de todo esto. Ambos necesitan arreglar sus reputaciones, no solo Adora, y esto no está ayudando en nada a la tuya. Dime, ¿quieres quedarte sin asiento el próximo año? Aún no renuevas el contrato con Ferrari —le recuerda.

Se merecía todo eso y más por lo idiota que se ha comportado, pero de cierta forma me sentía algo incómoda teniendo que verlo. Se puede decir que hasta culpable.

Me removí en mi asiento—Perdona que te interrumpa, Kath, pero quisiera saltar a las soluciones en vez de seguir riñéndole. Ya ha recibido suficientes regaños para pensárselo mejor a la próxima.

—Aún no termino —me miró esta vez a mí—. Esto te involucra a ti también, por eso es que los mandé a llamar —suspira y saca de su bolso una carpeta. Miré a Sainz preocupada del contenido, pero este solo observaba el objeto con intriga.

Kath abrió la carpeta y en ella habían fotos de nosotros en lo que parecía un estacionamiento... en Miami. Hice una mueca de manera inconsciente. Se veía como si estuviéramos discutiendo, y los empujones juguetones que nos estábamos dando para llegar al carro primero no parecían tan inocentes como eran.

Nos miró a ambos—Hay un video también —dice seria—. Tuvimos que sobornar a los medios que planeaban publicarlo para que no salieran a la luz.

—Yo... yo estoy muy apenada, Kath. Juro que estábamos jugando —me sentí de repente avergonzada con todo. Le había mordido la mano aquella vez. Si los medios veían algo como eso...

—Lo mismo que le dije a Carlos, Adora: No me importa si lo estaban haciendo por bien o por mal, pero no sabemos cómo reacciona el público a esto y conociéndolos hallarán algo para criticar —se pasó la mano por su frente con un suspiro—. Necesito que se tomen esto en serio. Sé que les divierte engañar a los medios, sin embargo, es hora de aceptar la relación y empezar a llamarse novios frente a las cámaras. Con las demás seguimos pensando en qué podrían hacer que no se vea forzado para calmar las aguas, pero todavía no tenemos un plan. Si logran idear algo ustedes, háganlo, por favor. E intenten no causar más escándalos. No necesitamos más trabajo.

Yo asentí, pero Carlos no hizo ni un solo gesto.

—Carlos... ¿cuento contigo? —lo miró expectante Kath.

Lo miré con una ceja alzada, y finalmente este asintió, conectando sus ojos marrones con los míos.

—Bien, debo irme. Tengo una reunión con uno de sus potenciales patrocinadores —Kath recogió sus cosas y se apresuró a la puerta. Se detuvo por un momento mirándonos por encima de su hombro—. Arreglen esto, por favor —y sin decir más nada salió.

Yo suspiré pasándome una mano por el cabello.

La tensión en la sala era palpable.

No sabía porqué ninguno de los dos sentía la necesidad de salir corriendo apenas terminase la reunión, pero capaz ambos éramos conscientes de que aún quedaban cosas por hablar.

—Te fuiste esta mañana... —Carlos rompió el silencio sin observarme.

—¿Qué esperabas que hiciera? Me sentía fuera de lugar ahí, y aún más con tu pequeña escena anoche —me crucé de brazos mirándolo con expresión molesta.

Mi primer instinto no fue irme. El capitán siempre se hunde con su barco. En este caso el barco siendo mi supuesta relación con Sainz. Sin embargo, no se sentía correcto quedarme tampoco. Si antes me sentía intrusa, ahora más.

—Adora, es cierto lo que dije. No salí con Isabel. Debes creerme —conectó mi mirada con la arrepentida suya.

En realidad quería creerle. Más porque odiaba toda la situación de por sí. Sentía que estaba entrando en un ciclo vicioso; Sainz la cagaba, se arrepentía, se disculpaba y yo le perdonaba. No sabía qué tanto tiempo podría seguir así. No sé porqué me molestaba, no era como si estuviéramos saliendo de verdad. Capaz era lo mucho que pudo poner en peligro todo solo por una rabieta.

—Creo que eso ya no basta, Sainz —me colgué mi bolso al hombro y me levanté, mirándolo a los ojos—. Si tanto quieres que te crea; pruébalo.

Y sin decir más nada me retiré de la sala dejándolo viéndome anonadado. ¿Cómo la iba a arreglar esta vez? No sé, ni me importa.




She's a maneater, make you work hard
Make you spend hard, make you want all of her love

Mi tono de llamada sonó dentro de la habitación, un quejido de mi acompañante y una patada en la cadera me empujaron a buscar el infernal aparato.

She's a maneater, make you buy cars
Make you cut cards, wish you never ever met her at all

—¿Puedes callarlo? Intento dormir, maldita sea —murmuró Lele contra la almohada.

—Eso intento, y si me ayudaras sería más fácil —dije con sarcasmo revolviendo las sábanas hasta que el aparato voló y se fue contra el suelo.

—Yo no te compraré otro. Vas tú —se arropó hasta la cabeza.

Suspiré y recogí el teléfono del suelo viendo de quien era la llamada perdida.

Una llamada pérdida del Cacas

Revisé el reloj: 2:41 am ¿Qué hace llamando a estas horas?

Volvió a sonar el tono de llamada de nuevo y esta vez atendí, sin dejarlo decir nada—Más te vale que tengas una buena explicación de porqué me estás llamando a estas horas porque te juro que te cuelgo por las bo...

¡La tengo! Te juro que la tengo —jadeó del otro lado del teléfono.

—¿Estabas corriendo o por qué...?

Solo baja al lobby y te contaré todo —y con eso colgó la llamada.

Gruñí internamente. De verdad lo iba a matar si es que no aparecía con la reina de España en persona. No veía motivos tan importantes como para despertarme a esta hora.

Examiné mi outfit de manera breve: una camisa cinco veces mi talla de una banda que desconocía que me regaló algún ex y unos pantalones de pijama a cuadros. No pensaba cambiarme, que me aguante así. Son las dos de la mañana.

Me arreglé siquiera un poco el cabello para parecer una persona decente y me cepillé la boca para luego salir, en donde me encontré en la puerta a un Danny a punto de tocar. Este me observó asustado.

Alcé una ceja en su dirección. ¿Qué pasa con los hombres y querer despertarnos en la madrugada?

—Yo que tú no haría eso, Danny —palmeé su espalda y me alejé mientras me encaminaba al ascensor—. Aunque si lo haces, llévatela a tu cuarto. No tengo otro lugar para dormir —hablé sin mirar atrás a lo que presionaba el botón para bajar.

Segundos después me adentré al reducido espacio rascándome los ojos para acostumbrarme a la brillante luz. Me recosté en un costado del ascensor mientras marcaba la planta baja. ¿Qué sería tan importante que necesitaba despertarme a esta hora? Ahora faltaba que se apareciera con mariachis a cantarme serenatas o algo por el estilo. Próximamente Smooth Operator versión mariachi.

Me divertí con mi propio pensamiento.

¿Sería una declaración de amo...? Wow, ¿adónde se van mis pensamientos a esta hora?. En definitiva era la falta de sueño. No podía querer eso. No sentía nada más que atracción física por el español. Y sí, lo admití.

Sentía atracción por Carlos Sainz. Y no sabía si era debido a mi falta de contacto estos meses, si estaba depravada al toque o si el simple hecho de que estaba más bueno que empanadas un domingo en la mañana afectaba. Pero no podía seguir ignorando lo que me provocaba un solo toque suyo. No después de lo del avión, donde estoy segura que de no haber sido por Charles podría haber dejado a Sainz avanzar más de lo que sería apropiado.

Y no sé en qué me convertía aquello. Ya era conocido por todos las maneras de Carlos para engatusar a sus conquistas. Era un casanova, estaba escrito en su sangre y no quería volverme otra más de su lista. En la que si fuera poco también se encontraba mi mejor amiga.

Eso debería ser suficiente para detenerme. Esperaba. Porque el español sin yo quererlo se estaba volviendo cada vez más en una debilidad y nuestra cercanía obligatoria no ayudaba en nada, solo avivaba las llamas del fuego. Y no quería consumirme con él...

Cuando salí del ascensor recorrí el lobby con mis ojos, viendo como en una esquina estaba un hombre ansioso que... ¿Carlos?. Me acerqué dudosa al verlo subiendo y bajando la pierna con impaciencia. Traía un hoodie negro y unos joggers grises, una carpeta balanceándose sobre su inquieta pierna.

Creería que es la primera vez que nos vemos tan casuales.

Subió la mirada hasta verme a los ojos, deteniéndose unos segundos de más en mi camisa—No sabía que te gustaban los Rolling Stones.

¿De verdad eso era lo primero que iba a decir?

—¿Ah? —bajé la mirada a mi camisa—. Oh, no los escucho.

—¿Y entonces...? —señaló la prenda.

—Me lo regaló un ex —encogí los hombros, sin verle importancia al asunto—. Le gustaba el rock.

Sainz asintió apartando la vista de mí con la mandíbula tensa. Así estuvimos unos minutos en silencio hasta que me harté.

—¿Eso es todo lo que viniste a decir?. ¿Me despiertas en la madrugada, me haces bajar aquí, juzgas mi pijama y te quedas callado? —rodé los ojos y Carlos pareció reaccionar levantándose apresurado, negando con la cabeza.

—No, no... no es todo lo que vine a decir —abrió la carpeta que tenía en manos y me la entregó—. Son todas las fotos que tomaron, pero por obvios motivos decidieron no publicar.

Lo miré con el ceño fruncido y seguido bajé la vista al objeto en mis manos, pasando por entre las fotos se veía más completa la imagen: Isabel de la mano con su novio, el grupo de amigos de Carlos sentado en la mesa, y la otra foto en la calle donde se ve al grupo entero que fue recortado para encajar mejor su narrativa de que Sainz me estaba siendo infiel.

—Me dijiste que buscara pruebas para que me creas: eso hice. No fue fácil obtenerlas, tomó mucho soborno de mi parte, pero no importa. Vale la pena porque vuelvas a creer en mí —con su dedo índice y pulgar en mi mentón me hizo subir la vista de manera delicada para encontrarme con aquellos ojos marrones suyos que estaban probando ser mi debilidad—. No te pido que confíes a ciegas, Adora, sé que eso es mucho pedir. Solo espero que veas que me tomo esto en serio. Quiero que consigas esos patrocinadores tanto como quiero que sigas con un asiento el próximo año —tragó saliva—. Estuvo mal que te tratase así, es... es algo que no puedo explicar, pero cada vez que la mencionas o hablas con ella me siento inseguro. Y odio sentirme así. Sé que es tu prioridad, y que ya me has dicho mil veces que la elegirás siempre por encima de mí, y me inquieta porque... porque quiero que esto funcione por el bien de ambos y nuestras carreras. Si dejamos que cree una brecha entre nosotros antes de que cerremos esos patrocinios... no veo manera de que podamos convencer a nadie.

Viéndolo de cerca se notaba preocupado. Pero no podía evitar sentir como si no me estuviera contando todo, más que todo en el tema de ella.

Lo analicé con la mirada—¿Y porqué no solo me dices lo que sucedió? Y me dejas formar mi propio criterio —no había ni terminado la frase cuando Carlos negó con la cabeza.

—No puedo hacer eso.

—¿Por qué no? Te estoy dando la oportunidad de decirme todo sin que la favorezca. Solo quiero ver la imagen completa. Tienes razón, Carlos, he sido una terca, pero quiero saber ambos lados —insisto y este aparta sus ojos de mí, soltando mi mentón.

—No me vas a creer, Adora. Te conozco.

—Dame el beneficio de la duda.

—Ahorita no te puedo decir. Claramente quieres respuestas y lo entiendo. Pero si te digo ahora no me vas a creer aún —se rascó el cuello.

—¿Y cuándo sí?

Este suspiró con pesar, pareciendo plantearse todo. Ya me estaba desesperando con su silencio cuando soltó—: No recuerdo nada.

—¿Qué?

—Lo que escuchaste —alzó la vista—. No recuerdo nada de lo que pasó esa noche. Son... fragmentos. Tengo esta imagen de haber visto una castaña que... que se parecía mucho a... —carraspeó— no importa. El punto es que recuerdo que estaba oscuro, la besé, y ya no tengo memoria de más. Caco dijo que me encontró al otro día desorientado en el patio de la mansión. Y semanas después salió esto con...

—Mila —completé y él asintió derrotado.

—Esa es mi versión. Todavía Caco está buscando acceder a las cámaras de donde fue esa fiesta, pero no hemos logrado nada. Salieron los rumores, y todo se había calmado cuando tú —ríe—. Bueno, ya sabes lo que pasó.

Asentí sin mirarlo. No sabía qué hacer con esta información. ¿Mila sabía que estaba así de mal? ¿Era verdad?

—No quiero que te partas la cabeza con esto, ¿va? Ahora debemos concentrarnos en intentar salvar lo que hice. Y creo saber cómo...




—¡Lando, eso es trampa! ¡Malia, aleja...! —se escuchó sonidos de choque y luego un zape de Alya.

—¿Qué? Estaba en el medio —dijo el británico con fingida inocencia.

Nos encontrábamos en la habitación de hotel de Lando mientras este hacía un stream con Alya al lado y sus amigos de su canal, Quadrant, en el juego de Fórmula uno 2022.

Si me preguntan, yo tampoco tenía idea de qué hacíamos aquí, pero era la famosa idea de Sainz.

—¡No estaba en el medio, maldito hijo de pu...!

—MALIA, recuerda que no decimos malas palabras en el stream —se escuchó otra voz.

Carlos y yo nos encontrábamos en la cama, el español entretenido con su teléfono mientras yo observaba a Lando llevarse a todos sus amigos por delante con su carro.

—Dios mío, Lando, menos mal manejas así en el juego y no en la pista —recriminé ante la masacre y quejidos de sus compañeros.

Alya se voltea hacia mí—Es un animal. Como empezó mal la carrera decidió arruinársela a los demás cual carrito chocón.

Sainz soltó una risa, tanto Alya como yo observándolo con cejas alzadas.

—¿Qué? —nos miró.

Yo suspiré y volteé la vista a Alya—Mira con lo que tengo que lidiar.

De repente el chat de Lando... ¿habló? No sabía que podía hacer eso—Lando, ¿quiénes están contigo?

—Ali, Carlos y Adora —replicó el británico sin despegar su enfoque de la pantalla.

Alya dirigió su vista a los mensajes en el chat—Están haciéndoles preguntas.

—¿Preguntas cómo? —dudé.

—Dicen que si son pareja, que desde cuando son tan unidos yyy cosas así.

—Sin comentarios.

Carlos me miró y parece habérsele prendido el foco, tomando mi brazo y levantándose—Lando, ya volvemos —entrelazó nuestras manos y caminó a la puerta conmigo detrás. Nos detuvimos justo en frente y me le quedé viendo con intriga. Aquí todavía nos podían ver, al menos un poco porque la cámara de Lando estaba posicionada en la esquina—. Sígueme el juego —murmuró en mi oreja y me agarró de la cintura. Mis manos se posaron en sus hombros a lo que se agachó rozando mi mejilla con su boca, llevando escalofríos por todo mi cuerpo—. Te tengo una sorpresa, princesa.

¿Lo decía en serio o por las cámaras? Maldita sea.

—¿Ah, sí? —mi voz no sonó tan convencida, pero estamos susurrando así que esperaba que no escucharan eso en el stream.

—Sí —deja un beso en mi mejilla y su mano se estira por detrás mío abriendo el closet de Lando, de donde saca... ¿unas camisas?—. Toma —me las ofrece con una sonrisa inocente—: Para que no tengas que usar camisas de tus ex.

Rodé los ojos tapada por el ángulo mientras bajaba a ver las camisas que tenía en mano, las cuales traían o un Chili, un CS o un 55 en alguna parte—¿Es en serio? Mejor oriname encima y así marcas territorio —dije con sarcasmo.

—No lo veo muy higiénico, creo que prefiero esta opción —me miró divertido.

Yo me limité a negar con la cabeza hasta que no logré evitar que la diversión se apodere de mis facciones soltando una risa—¿De verdad son tuyas?

—Claro que son mías, y las he usado eh. Solo quería que mi novia use mis camisas para dormir y no las de sus ex. Además mira —tocó la tela—, son suaves.

Lo miré con una sonrisa sin poder detenerlo. Me parecía adorable, supongo, sus celos por una simple camisa que no recuerdo ni a qué ex pertenecía—Gracias, celosín.

—No estoy celoso —frunce el ceño.

—Oh, estás increíblemente celoso.

—Nop, solo es lógica. Mi novia, mi ropa.

Vuelvo a reír por su necedad.

—Además, no eres quien para hablar, te recuerdo que estuviste celosita de Isabel —me intentó hacer cosquillas por un costado y lo esquivé.

—Pff, ya quisieras —me burlé.

—Oh, lo quiero, pero sé que es verdad —su mano logró alcanzarme y me retorcí entre su fuerte agarre soltando carcajadas.

—¡Es... es mentira!

—Cada vez que decías su nombre parecías querer matar a alguien —chasquea la lengua sin darme tregua.

Intenté coger aire—¡Cl... Claro que... que no!

—Admítelo —sonríe travieso, y yo ya estaba que lloraba de la risa.

—¡No... No! —traté de soltarme de su agarre mientras me doblegaba sobre mí misma de la risa.

—Esto acabará peor para ti —canturreó y ya no podía respirar, me dolían las costillas.

—¡Ya! ¡Ya! ¡Lo... lo admito! ¡Lo admito! —por fin me soltó y pude respirar con alivio mientras este me observaba divertido.

—¿Quién es la celosita ahora? —depositó un beso en mi frente y abrió la puerta.

—Yo —jadeé derrotada.

—Eso pensé —fue a salir cuando me llegó una notificación en mi celular: Twitter. Lo que me recordó algo.

—Oye, te falta cumplir tu parte de la apuesta —sonreí con perversidad. Carlos pareció caer en cuenta de lo que le pedía.

—Ay no.

—Ay .












Con Charles, Lando y Danny nos reíamos como idiotas en la mesa del bar en el que nos encontrábamos leyendo los tweets que subimos desde la cuenta de Sainz.

—Nos va a matar —se limpió una lágrima Lando entre risas.

—Uy, y Adora va de primera —se burló Danny tomando de su cerveza—. ¿Recuérdame porqué no vino?

—Quería quedarse en casa —me inventé.

En realidad, le hice la oferta de que viniera, pero dijo que no quería crear más portadas para los tabloides y lo mejor sería quedarse. Por lo que acepté venir con los chicos bajo la promesa de que me cuidarían.

—Bueno, noche de los Clad —sonrió Charles chocando su vaso con el mío a lo que lo observé confundida.

Fui a abrir la boca, pero Lando se me adelantó—¿Clad? —repitió incrédulo.

—Claro; Charles, Lando, Adora y Danny. Clad —dijo este como si fuera obvio.

—Charles... no creo que debas tomar más —lo observé divertida y él resopló.

—¡Estoy bien! ¡Todos estamos bien! —insistió tomando su cerveza.



Oh, no estábamos nada bien.

—Lando, tú coge a Charles, yo llevaré a Adora a casa de Carlos.

—¿Vives? —parpadeé adormilada, el mundo se veía borroso.

—Sí... claro —sentí como se inclinaba encima mío—. ¿Quién es ese? —susurró a otro.

—Shhh, secretos no, Danny —me apoyé en su hombro cerrando los ojos.

—Ajá, no secretos —se movió y solté un quejido—. Debemos dejar de prometerle a Lele que la mantendremos controlada porque esta es más terca que un burro.

—¡Escuché eso! —solté con hipo.

—Mhmm. No se acordará de nada mañana —murmura hacia su acompañante.

Y yo no tenía energías de refutar, apoyándome en su brazo.

—Déjame robarte un beso que me llegue hasta el almaaa, como un vallenato de esos viejos que nos gustabaaan. Sé que sientes mariposas, yo también sentí sus alaaas. Déjame robarte un beso que te enamore y tú no te vayas —canté sin abrir los ojos.

—¿Ese es Carlos Vives?

—No, ese es Carlos Sainz, duh.

Mi almohada se sacudió con risas.

—No sabía que Carlos era cantante.

—Pff, claro —balbuceé—. ¿No has escuchado la de la bicicleta con Shakira?

—¿La de Carlos Sainz?

—¿Qué? No, bobo, la de Carlos Vives, por Dios.

—¿Y quién es el que maneja en Ferrari?

—Sharl Leclair —hice acento francés.

—¿Y el otro?

—Carlos Baute —dije con seguridad y el carro explotó con risas.

—¿Quién?

—Ya sabes, el de "te regalo mi amor que se acumula, te regalo mis manos, mis locuuuras, te daré todo lo que me pidas yo por ti daría mi vidaaa" —canturreé y mi acompañante negó con la cabeza haciéndome caricias en el cabello.

—Dios, roadrunner, eres un diablillo, pero así te quiero, peque.

Sonreí sin abrir los ojos—También te quiero, Danny Ocean.



No supe en qué momento me quedé dormida, pero fui despertada al sentir cómo me pasaban a otros brazos. ¿Acaso flotaba?

—Cuídala bien, ¿eh? La quiero como a una hermana.

—No te preocupes, Danny. Yo la cuido.

Se escuchó una puerta cerrarse y de pronto flotaba más alto mientras ascendía al cielo. Me detuve y mi estabilidad se tambaleó a medida que una puerta se abría. Cuando quise darme cuenta descendí de golpe en una nube haciendo que me levantara descolocada, chocando contra algo.

—Auch —solté un quejido al mismo tiempo que ese otro algo mientras me sobaba la frente.

—Perdón, me tropecé con un zapato —se excusó.

—No te perdono —abrí los ojos desorientada. ¿Dónde estaba?

Mi capturador debió darse cuenta de mi confusión—Danny te trajo a mi casa. Supongo que todavía pensaba que dormías aquí.

Observé a...—¿Carlos Vives?

—¿Qué?

—¡Soy tu mayor fan! Canta la bicicleta porfis.

—Eh... lleva, llévame en tu bicicleta)? —cantó dudoso.

—Sabía que tenía que ser autotune —suspiré dejándome caer en las almohadas y mi acompañante se sentó en la cama de manera cautelosa.

—Claro... oye, Torres, creo que deberías tratar de dormir. Te espera un largo día de medios.

—Mmm, no me recuerdes eso. Ni la carrera —gruñí contra mi almohada.

—¿Por qué no?

—Porque tengo miedo.

Se hizo un silencio en lo que yo bostezaba—¿Miedo a?

—A fallar justo ahora que parece estar yendo todo bien —murmuré sin pensarlo.

—Es... normal. Yo también lo siento —se acomodó mejor a mi costado.

—Pero tú eres Carlos Vives, tienes un buen carro este año.

—Tal vez... pero eso no significa que no falle a veces. Ahí tienes aquellos DNF's de lo que va de temporada.

—Es tu home race, seguro te irá bien.

—¿Por qué crees?

Bostecé—Porque creo en ti, Carlos Vives. Sé que cuando te propones algo lo cumples, y todavía sientes que tienes mucho que demostrar en Ferrari.

Se quedó en silencio unos eternos segundos—¿Crees que gane? —soltó bajito.

—No creo, sé que vas a ganar. Créeme, tengo un sexto sentido para estas cosas —me sentí adormecida.

—Te creeré, Torres—sentí un beso en mi frente—. Descansa.

Y ahí perdí el hilo de todo.







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N/A: Jelou, bueno aquí les traigo un capítulo divertido para aligerar un poco lo que fue el anterior.

¿Cómo están? ¿Me extrañaron? Yo sí las extrañé :'(

Para las que no saben hice un libro de one shots de Fórmula uno por el que se pueden pasar y dejar sus pedidos. Ya estoy trabajando en algunos jsjsjs.

Escucho todas sus recomendaciones y créanme que las tomo en cuenta.

¿Qué teorías tienen ahora con lo que reveló Carlos? 👀 Las leo.

Me tuvo destornillada de la risa lo de Carlos Vives JAJAJJJAJAJ No sé ni de dónde surgió, pero bueno, se queda.

Sé que no es tan largo, pero es trabajo honesto.

Las quiero mucho mucho, me hacen falta cuando no puedo actualizar </3

Voten y comenten 🫶🏻

Se despide,

Val

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