15.1 | Meet the Torres
𝐓𝐫𝐨𝐮𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚𝐤𝐞𝐫
DE UNA COSA ESTÁBAMOS CLAROS; no podíamos fingir de la misma manera que hemos venido haciendo con mis padres.
Ahí no tendríamos a Charles excusando de alguna forma nuestros pobres intentos de parecer estar saliendo, ni a Lando para decir estupideces que quitarían la atención de nosotros.
Era seguro que un reflector nos iluminará como el tema central de la noche, y debíamos ser cuidadosos con lo que hacíamos. Engañar a mis padres sería más difícil que engañar a miles de fans y a todo el Paddock.
La verdad no tenía ni idea de porqué querían hacer esto, me parecía de lo más trivial la propuesta. La última vez que había llevado a alguien a la casa fue en Navidad y terminó de manera catastrófica. Solo imagínense llevar a su novio a casa y terminar con él ese mismo día. Así de extremo.
Con Sainz no tenía esa opción.
Después del último fin de semana de carrera volví a Londres para trabajar en el simulador, hablar de las actualizaciones de Barcelona y lo que podríamos esperar del carro.
Y en esa semana el contacto de "El Cacas" se volvió uno de los primeros en mis chats. Ambos algo paranoicos porque Sainz conocería a mis padres y debíamos prepararnos para la guerra.
Capaz yo un poco más que él.
El lunes estábamos en la ciudad de Miami, quedando en ir el martes a cenar a casa de mis padres antes de que empiece toda la locura del fin de semana de carreras.
Cabe recalcar que mis padres estaban algo indignados de que no me quedaría en casa, pero con todo el drama que surgiría con respecto a Sainz no quería tener que someterme voluntariamente a dormir bajo su techo para que me acribillen a preguntas.
Así que tuve que compartir una suite con Carlos otra vez.
Ya ambos nos habíamos resignado que es inevitable, algo que ahora en adelante en nuestra falsa relación nos tocaría afrontar, así que tocaba acoplarse. Y en definitiva nunca olvidar la ropa en la habitación.
A menos que a propósito quiera dejarla.
Pero eso no sucedería.
Actualmente éramos de los primeros en llegar a Miami. Esta vez, a pesar de los reclamos de Sainz, íbamos en un McLaren. ¿Y saben quién iba tras el volante? Sí, yo.
10 minutos antes
—No iremos en un McLaren.
—¿Según quién?
—Según yo, Torres.
—¿Y desde cuándo te hago caso a ti?
—¿Desde que empezamos todo esto?
Resoplé—Pff, claro. Solo déjame decirte esto: No es justo que vayamos en tu Ferrari todo el tiempo. Soy chica McLaren.
—Igual un Ferrari encaja más en la escena de Miami que un McLaren.
—Estás diciendo por decir, fanfarrón. Cualquier tipo de carro lujoso es válido en Miami.
Se quedó en silencio unos segundos y luego como niño resentido soltó—...Menos un McLaren.
—¡Ya deja tus babosadas, vamos tarde!
—No son babosa... —cogí sus llaves y las tiré lejos. Sainz mirándome anonadado.
Es experto en colmarme la paciencia y ya llevábamos casi media hora solo discutiendo. Era un parqueadero, cualquiera podría pasar y escucharnos o hasta las cámaras de seguridad nos pueden estar captando.
Detalle que se me pasó por alto...
—Ups, parece que solo queda mi carro —sonreí inocente mientras desbloqueaba el McLaren. Sainz pareciendo salir de su ensoñación ahí mismo mientras entre los dos nos empujamos para llegar al asiento de piloto, muy claro de mis intenciones. Lele caminando tranquila detrás de nosotros.
¿Inmaduro? Tal vez.
—¡Déjame manejar! —grité empujándolo.
—¡No! ¡Quiero dar una buena impresión!
—¡Pues no la tendrás si llegas con una mordida mía en la mano!
—¿Cómo que una mordida tu...? ¡Ay, Adora! —se sacude la mano mientras sosega sus empujones.
Yo logré correr a la puerta primero.
—¡Torres! —sentí las pisadas de Sainz seguirme, por lo que me monté con prisa y cerré la puerta justo en sus narices, bloqueando el carro a lo que este seguía tocando la ventana—. ¡Vamos, abre! ¡Me veo como acosador!
Le bajé un centímetro la ventana—¿La palabra mágica?
—Adora, se nos hace tarde.
—No, esa no es —la volví a subir.
Un suspiro cansado se escuchó de parte de Sainz antes de volver a tocar la ventana, la cual bajé—¿Por favor?
—¿Por favor qué?
—¿Por favor me abres la puerta? —dice en tono monótono. Meterme con su último nervio me daba satisfacción.
Hice como si me lo pensara unos segundos.
—Sí, pero no vas a manejar. Punto —Sainz rodó los ojos y rodeó el carro para luego sentarse de copiloto de mala gana—. ¿Ves? ¿Era tan difícil? —esperé a que mi hermana se subiera antes de arrancar.
—Me debes un Ferrari.
—No, en realidad no.
—¡Destrozaste mis llaves!
—Ay, no llores. Sé que tienes una copia.
Sainz se quedó callado, claramente no esperando que supiera eso.
Carlos Sainz's POV
Podía notar que estábamos cerca debido a cómo iba apretando Adora el volante cada vez más fuerte conforme nos aproximamos.
No podía decir con certeza que me molestase que maneje, solo que estoy acostumbrado a llevar el control y con Adora era un constante juego de suelta y jala.
¿Sentía que me habían quitado mi tarjeta de hombre? Sí, un poco. Aunque más que todo por las circunstancias que nos encontrábamos. Quería supongo que dar cierta imagen a su familia y ahora me sentía una passenger princess.
Nada más faltaba que Adora me pusiera la mano en el muslo y estábamos listos.
Pero analizándolo un poco, como solía hacer, podía ver que era importante para Adora conducir hoy para sentirse por un momento en control de la situación, antes de pasar esos portones donde toda clase de control se le escaparía de las manos.
Parqueamos afuera, sospecho que porque Adora no quería indicar todavía de nuestra llegada.
Lele fue la primera en bajarse e ir a tocar el timbre para que nos abrieran el portón, mientras que Adora se quedó en su asiento, casi que paralizada a lo que miraba un punto en la nada. Alcé una ceja en su dirección.
No es normal que uno tuviera este nivel de ansiedad yendo a casa de sus padres.
Al menos en mi caso siempre me sentía con calma, feliz de estar en casa y visitar a la familia.
Adora en cambio se veía pálida.
Se me ocurrió usar algo que funcionaba con mis hermanas cuando estaban ansiosas.
—Okay pega —le alcé la palma de mi mano, su rostro viéndose confundido mientras salía de su trance.
—¿Qué?
—¿Ahora también eres sorda, Torres? Pega —insistí, ella sin captar todavía. Sus ojos me miraban desorientados.
Adora ladeó la cabeza, todavía insegura con mi método mientras tiraba un débil puño a mi palma.
Chasqueé mi lengua—¿Eso es todo lo que puedes hacer? Creí que eras una verdadera rival.
No pareció gustarle mi comentario, golpeando esta vez más fuerte, al punto que tuve que retroceder un poco en mi asiento, totalmente desconcertado. La comisura de su labio alzándose.
—Uyyy nada. Creo que Kelly Piquet golpea más fuer...
No llegué ni a terminar mi oración cuando lanzó un duro puñetazo que esta vez me desequilibró al punto que me golpeé con el vidrio de atrás. Una carcajada saliendo de sus jugosos labios que no pude evitar imitar, sintiendo una sonrisa formarse en mi rostro.
—¡Perdón! De verdad no fue mi intención que te golpearas —su tono denotaba tanto diversión como arrepentimiento.
—¿Ya estás más calmada? —la miré atento.
Ella ríe levemente asintiendo.
Eso era toda la confirmación que necesitaba para bajar del auto e irle a abrir la puerta. El color de nuevo adornando su rostro.
—¿Cómo aprendiste a hacer eso? —preguntó con curiosidad mientras bajaba del auto, cerrando con seguro apenas cerró la puerta.
—Es... una larga historia —dudé un momento sin contarle, avanzando a su lado por las puertas abiertas del portón.
Su hermana caminando algo adelantada a nosotros.
—Te escucho —soltó mientras sus ojos cafés me veían con intriga y genuino interés. Me dio un pequeño vuelco en el estómago.
Nunca me había visto así. Me gustaba.
Me aclaré la garganta—Cuando mi hermana Blanca tuvo su primera cita estaba muy nerviosa, pálida al igual que tú, aunque ella se veía mucho más cerca de vomitar en cualquier momento. Intenté hablarle y decirle que todo estaría bien, pero no escuchaba, muy metida en sus propios pensamientos intrusos. Así que pensé en lo que yo hacía cuando estaba nervioso: escuchar música, hacer ejercicio, meditar... —me encogí de hombros—. A mi hermana se le complica concentrarse en relajarse, y no quería escuchar música así que recurrí al ejercicio.
»Cinco minutos antes de que llegara su cita estaba golpeando un saco de boxeo con mis guantes y se fue mucho más relajada. Desde entonces hago este ejercicio con ellas para que se calmen, ¿creo que tiene que ver con la liberación de endorfinas? —dudé—. Pero no me cites en eso porque no soy experto —añadí rápidamente.
Ella soltó una pequeña risa—¿Quién diría que Carlos Sainz tenía la cura a los nervios? —me molesta.
Llegamos al umbral de la puerta, Lele esperándonos para tocar el timbre.
Me incliné sobre la oreja de Adora, escuchando unos pasos apresurados acercarse a la puerta—Hay mucho de mí que no sabes —susurré, y la sentí tensarse. Ojeé sus mejillas rojas con una sonrisa.
La puerta se abre de golpe, y así de rápido la tensión se disipa.
—¡Estás en casa! —exclamó la que supongo que sería la mamá de Adora apretándola en un abrazo—. Ay mi niña, no sabes lo que te he extrañado —suspira tomándola de las mejillas.
Su mamá era como ver a Lele en dos décadas más. Ojos marrones y desafiantes, pómulos altos y cabello castaño. Se notaba que se mantenía bien, seguro de esas que van a pilates o algo por el estilo. No parecía que tuviera una hija de treinta.
Carlos, deja de chequear a tu suegra falsa.
Adora no podía verse más poco movida aunque lo intentara. Era extraño.
—Má —soltó, alejándose mientras me tomaba de la mano.
Eso no pareció perturbar a su madre en lo más mínimo. Parecía estar acostumbrada a ese trato.
No sé si Adora se dio cuenta de su gesto o no, pero me aseguré de darle un apretón como señal de apoyo y me hizo un gesto con la cabeza que interpreté como un "gracias". No ha mencionado cuál es su relación con ellos, pero para tener una reacción así creía que no debía ser muy buena si estaba buscando refugio en mí.
De repente la señora se volteó hacia Lele—¡Mi bebé mayor! —la abrazó con fuerzas, Lele mirándonos algo avergonzada. Conocía el sentimiento.
—Má, por favor. Ya creo que estoy muy grande para eso —murmuró Lele con las mejillas rojas.
—No importa lo que digas, siempre vas a ser mi bebé —le da un beso en la mejilla y apenas ahí parece notar mi presencia—. Tú debes ser Carlos.
Solo por su tono de voz podía notar que no recibiría una bienvenida tan cálida como la de sus hijas.
—Sí, señora Torres. Un gusto —extiendo mi mano hacia ella, pero no parece ni inmutarse cuando se voltea de nuevo a sus hijas.
Auch.
—Hice pasticho—canturrea entrelazando sus brazos con ambas, dejándome a mí atrás. Adora me mira apenada—. Carlos, sé un caballero y cierra la puerta, por favor.
Al menos dijo por favor.
Tal vez fuera mi suegra "falsa", pero admitiré que esperaba un mejor trato de su parte del que estaba recibiendo. Después de todo, fueron ellos los que extendieron la invitación. Yo desde el inicio sabía que no podía ser un buen plan venir aquí.
Adora nunca hablaba de sus padres. Y sabía que no era solo conmigo. Alya y Lando parecían estar igual de poco informados que yo. El muppet hasta soltando un "¿tiene padres?" que a pesar de lo insensible, era entendible por qué creería eso.
Lando conocía a Adora de muchos años antes que yo, y decía que nunca los había conocido. Me pareció de locos esa revelación. Recuerda haber visto algunas veces a sus abuelos en las carreras de Fórmula 2, pero no más allá de eso.
Y haciendo memoria revela que tampoco rememora haberla visto felicitando a sus padres por sus cumpleaños, o en el día del padre o de la madre, y viceversa.
Necesitaba informarme antes de venir. Investigar. Y ni Lele ni Adora querían darme información.
Me estaban enviando a la guerra sin armas.
Pude relajarme un poco cuando hablé con Charles. Él sí que había crecido junto a Adora en las carreras de karting y recordaba a sus padres.
Dijo que eran ese tipo de padres entusiasmados que gritaban y se emocionaban mucho. Muy apasionados y siempre con sonrisas orgullosas, nunca se les podía ver sin una cámara en manos. Por lo que cuando vio a Adora de nuevo en Fórmula 3 después de algunos años, se sorprendió al ver que no estaban. Fue algo tan impactante que recuerda a la perfección como al preguntar por ellos Adora replicó que estaban ocupados con el trabajo.
¿Pero qué trabajo te impedía venir a ver a tu hija en siete años de carrera?
Investigando por mi cuenta (Gracias, Google) pude leer que la madre de Adora es una ex bailarina de ballet, ahora dueña de una cadena de academias de baile. Y el padre es un ex reportero de noticias, socio de unos restaurantes. Ambos figuras reconocidas en Venezuela, siendo del partido opositor y corriendo la voz sobre protestas hasta que fueron forzados a emigrar debido a las amenazas contra su familia.
Lo único bueno que conseguí es que nadie sabe donde viven. Cuestión que es común saber hasta la ubicación exacta de celebridades, pero debido a la cantidad de academias que hay y que la central es en California, no ubican a la familia en Miami.
Tenía tanta información que ya estaba empezando a sonar como un acosador.
Cerré la puerta detrás de mí mientras las seguía adentro. Tenían una hermosa casa, muy moderna, pero de alguna forma sin perder lo acogedora. Suponía que las fotos y otros pequeños detalles contribuyen a que fuese así. Cuando pasamos por la sala estaba una chica tirada en el mueble mientras veía el teléfono. Era una mini Adora en todo el sentido de la palabra. La forma en que fruncía el ceño y arrugaba la nariz era idéntica.
A su lado, jugando lo que pude identificar como el juego de FIFA 22, estaba un chico de aproximadamente la misma edad. Quisiera decir que su novio por el nivel de confianza en que la chica tiene sus piernas sobre su regazo, pero el parecido era tal entre ellos que sería estúpido pensar que fueran más que hermanos.
—¡Muchachos, llegaron sus hermanas! —dijo la señora Torres con emoción.
Y si no fuera porque creo que mis oídos funcionan a la perfección creería que lo que dijo fue "¡Niños, traje McDonald's!" porque la rapidez con la que dejaron lo que estaban haciendo para lanzarse encima de sus hermanas dejaban mis ejercicios de reflejo en vergüenza.
¿Desde cuándo a los adolescentes les importaba su familia?
Tengo unos primos de similares edades y no se levantaban ni soltaban sus celulares por nada del mundo. Siempre respondiendo cortante o con monosílabos.
—¿Qué me trajeron? —habló la chica con emoción.
Ahí estaba el motivo.
Viéndola ahora de cerca creería que sí los había visto a ambos en el paddock en algunas ocasiones.
—No la escuchen, yo sí las extrañé —el chico apretó más a Lele en un abrazo, sacándole como una cabeza.
Cuestión que con las hermanas Torres tampoco es que fuera difícil.
—¡También las extrañé!, pero prometieron traer algo —resopla la chica separándose de Adora.
—Puro interés —canturreó el hermano atrayendo a Adora en un abrazo de igual modo—, pero no importa, significa que tengo el cariño de mis hermanitas para mí solo.
La chica rodó los ojos de esa manera tan Adora, sacándole la lengua a su hermano de manera infantil. Este le devolvió el gesto.
—Perdónalos, siempre son así —se excusó la mamá de Adora—. Niños, quiero presentarles al novio de Adora, Carlos —me presentó y eso parece sacar a los dos chicos de su conflicto, enfocándose en mí con ojos entrecerrados.
¿Acaso todos en esta familia son así de desconfiados?
—Ellos son mis hijos, Adrián y Aria. Son gemelos —explica.
—Y los mayores, en realidad —el chico hizo una voz más grave. Lo miré con una ceja alzada.
—No sabía que Alejandra tenía hermanos mayores —repliqué con diversión y Lele se vio entretenida con la interacción.
Adora me abrazó con un brazo la cintura a lo que la rodeé por los hombros. Su hermano siguiendo la interacción con celos en su mirada.
—No te dejes engañar, aquí el hombre de la casa soy yo.
—Con que quitándome mi título, ¿no, Adrián? —una voz grave resonó en la sala. No tenía ni que mirar para saber que se trataba del papá de Adora por la manera en la que esta se tensó bajo mi brazo. Le acaricié el brazo con confort, pero pareció provocar lo contrario, sintiendo su piel erizarse bajo mis dedos. Quise sonreír engreído por el efecto que le provocaba mi toque, regodearme en su cara y verla sonrojarse mientras niega ferozmente estarlo, aunque considerando las circunstancias no era el momento.
Unos pasos resonaron y el dueño de aquella voz se hizo presente en la habitación. Era un hombre algo serio, de presencia intimidante. Juraría que somos más o menos del mismo tamaño y aun así solo con su porte se vería más alto. Para haber tenido a Lele, quien tengo entendido que tiene treinta años, el señor parecía unos quince años más joven de lo que debería ser. Aunque no tenía ni idea de a qué edad la habrían tenido, supondría que jóvenes porque adoptada no parecía ser y ellos no se veían para nada como mis padres.
Tenían más pinta de haberse bañado en la fuente de la juventud que de estar envejeciendo.
Los ojos de Adora siguieron los pasos de su padre hasta que se unió al espacio donde estábamos todos parados—El día que empieces a pagar las cuentas serás el hombre de la casa —añade tomando un sorbo de lo que a simple vista parecía ser whisky. Su mirada cayó en mí, la expresión divertida que portaba hace un segundo borrándose mientras me extendía su mano—. Leonardo Torres.
Le estreché su firme mano, aliviado de que al fin alguien en esta familia me quisiera saludar—Carlos Sainz, un gusto.
—El gusto es mío, Carlos —se mete una mano en el bolsillo—. Estamos agradecidos que nos acompañes a cenar.
—Agradezco la invitación —asentí.
Leonardo se volteó hacia sus dos hijas extendiendo sus brazos con una leve sonrisa—Mis amorcitos —exclama y parece ser lo único que necesitaba decir para que Lele tomara lugar bajo su brazo. Adora sin moverse ni un centímetro de mi lado—. Dora, vamos —ladeó la cabeza y murmurando algo por lo bajo mientras rodaba los ojos Adora aceptó abrazarlo. Este las apretó a ambas en su agarre por unos largos instantes para luego soltarlas—. Dios, están demasiado grandes.
Su tono era nostálgico, mirando a sus hijas con adoración.
¿Cómo podía odiar a sus padres?
Yo los veía muy bien.
—Supongo que eso parece cuando te pierdes de vernos crecer —soltó Adora volviendo a tomar lugar a mi lado. Los gemelos se miraron entre ellos.
Y Lele le dio esa mirada que estaba acostumbrado a ver cuando Adora metía la pata en alguna entrevista.
Su papá más que incomodarse con el comentario, se rió—Vi suficiente de eso, Dora. No se de qué hablas.
La sentí tensarse, si tuviera que apostar diría que estaba frunciendo el ceño.
—Vayan a sentarse, por favor. Ya voy a sacar la comida —la madre de Adora rompió aquel molesto silencio empujándonos al comedor.
Unos dedos entrelazándose con los míos en lo que me guiaba a nuestros lugares. Su padre tomando el puesto al pie de la mesa.
Adora buscando sentarnos en el extremo más lejano, pero sin tomar el asiento de su madre. Nos ubicamos en silencio cuando una risa burlona se escuchó—¿Qué? —desafió con una ceja alzada la chica a mi lado.
—Nada, nada... solo... ¿no te parece divertido que hace unos meses estábamos en esta exacta situación con otro chico? —la voz de Leonardo se mofó a lo que cogía un pedazo de pan.
Aunque su tono denotaba todo lo contrario, muy pasivo agresivo. Lele se hundió en su asiento.
—Divertido no es la palabra que utilizaría.
—Pues yo sí, tal vez si no le hubieras terminado por una estupidez seguiría aquí.
Okay, retiro lo dicho, en definitiva no estaban bien.
—Mi carrera no es una estupidez —escuché a Adora decir entre dientes.
—Debatible, exageraste todo. Como siempre, mija —habló su padre con aburrimiento.
—Cuando alguien te hace elegir entre su relación o tu carrera, creo que el exagerado es otro, Leonardo.
—No me digas así, soy tu padre.
—¿Y qué? Ese es tú nombre, ¿no? —alzó una ceja, su tono retador nunca bajando la guardia.
—¡Adora Cayetana Torres Aguilar! Respeta a tu padre —habló su madre desde el umbral de la puerta, una bandeja entre sus manos—. Y Leo, quedamos que no hablaríamos de eso —dijo con severidad a lo que dejaba la bandeja en medio. Tanto Adora y su papá agacharon las cabezas.
Ahora me tocaba a mí hundirme en mi asiento. Sentía que mi camisa de botones me sofocaba por lo pesado del ambiente.
Su madre empezó a servir los platos con lo que parecía una lasaña, poniéndolos enfrente de cada uno.
Adora rompió el silencio—Solo quiero decir una última cosa.
—Adora... —su madre dice con tono de advertencia.
—No, no me voy a callar, mamá. Lo que haya pasado entre Miguel y yo es pasado. Entiendo que les cayó muy bien, entiendo que era todo lo que querían para mí y que a este punto me quieran ver con alguien estable. El que me quisiera apartar del mundo del motor era solo un bono para ustedes, pero no es lo que yo deseo. Ni mis padres pudieron lograrlo, menos lo iba a hacer alguien con quien llevaba menos de un año saliendo.
»Ahora estoy con Carlos —me hallé un poco sorprendido de que me mencione, mirándola con intriga—, y me parece una gran falta de respeto que nos hayan invitado para que luego lo ignoren —eso iba dirigido a su madre, quien se hizo con la que no era—, y de paso empiecen a hablar de mi ex.
Dejé mi mano caer en su rodilla, dándole una suave caricia como apoyo, aunque esta se removió en su asiento apretando las piernas.
Estudié su reacción.
¿Le incomodaba o... le excitaba?
No tuve tiempo de pensarlo cuando su papá se inclinó sobre la mesa—Obvio que teníamos que invitarlo. Debíamos saber con quien te estabas metiendo, y claro, no nos vimos sorprendidos cuando era un piloto —bufó.
Me sentí en la necesidad de defenderme—¿Qué quiere decir con "un piloto"? —imité su tono.
—Nada en tú contra, Carlos, pero sabemos que Adora lo hizo para llevarnos la contraria. Salir con alguien de su misma clase significa que no la empujarás a dejar el deporte.
—¡Papá! —Lele alzó la voz, viéndose harta de todo esto.
La ignoré—Claro que no la empujaría a dejarlo porque es lo que ama. Y eso nadie que dice amarla a ella, tendría porqué querer que lo deje.
—¿Insinúas que no amo a mi hija, Sainz? —alza una ceja en mi dirección.
Los hermanos de Adora se limitaban a ver la interacción como si se tratase de un partido de ping pong.
Fui a responder cuando una voz se me adelantó:
—No, él no lo insinúa. Yo lo hago.
Me volteé a verla y sus ojos se veían cristalizados.
Ay, Torres.
Se me rompió el corazón al verla vulnerable, un lado que no veía seguido de ella, acostumbrado a los muros de sarcasmo y quejas que usaba para protegerse.
La mirada de su padre se suavizó un poco—Dora...
—No, ya estoy cansada de que aún después de todo este tiempo sigan llamando mis sueños una estupidez. Entendería si no hubiera logrado nada, ¡pero he ganado todas las malditas categorías en las que he estado!. Sí, dejé la carrera de derecho. Supérenlo, fue hace más de siete años —bufa clavando su tenedor en la comida furiosamente.
Un silencio incómodo se formó en el que solo se escuchaban los tenedores raspar contra los platos.
Quisiera decir que la comida estaba tan mala como el comportamiento de su padre, pero en realidad estaba deliciosa.
Aunque la tensión en el ambiente creía que me podría causar malestar de estómago.
—Eh... ¿saqué un ocho en mi examen de matemáticas? —exclamó una dudosa Aria, intentando romper el silencio.
—¿En serio? Yo saqué diez —su hermano sonrió con satisfacción. Aria rodándole los ojos.
—A nadie le importa, cara de moco.
—Aria —se escucharon los regaños de ambos de sus padres.
—Tranquilos, perdono a la simia.
—Adrián —se escuchó esta vez solo de Lele.
—¿Si podremos ir a la carrera de Adora el fin de semana? —Aria preguntó haciendo esos ojitos que me recordaron a Lando.
Adrián la imitó—¿Podemos? ¿Porfis?
Leonardo se miró con su esposa, ambos con aparente duda.
—Yo los cuidaré —se ofrece Lele.
—Bien, si llegan las notas del examen de Lenguaje y pasaron, pueden ir —declara su mamá. Una encargada pasando a buscar los platos unos segundos después.
—Supongo que ustedes no irán —murmuró Adora.
—No, no cuentes con nosotros ahí —habló su padre con calma.
—Bien, igual no los esperaba —se cruza de brazos.
—Voy por el postre —se levanta la señora Alba y la imité, Adora viéndome confundida.
—Yo la ayudo.
No sabía ni qué estaba haciendo, pero sentía que debía intentar hablarle en privado.
—No, está bien, Carlos. Yo puedo sola.
—No importa. No es molestia —le ofrecí una sonrisa de labios cerrados a lo que camino a la cocina.
Ella me sigue de mala gana. Apenas llegamos se puso a buscar algo para retirar lo que estaba en el horno.
—¿Puedo hacerle una pregunta?
Oigo un sonido afirmativo de su parte y decido lanzarme, suponiendo que su silencio a lo que decía su esposo significaba que pensaba igual que él.
—¿Por qué no puede apoyar a su hija? No entiendo cómo una madre pueda ser tan fría solo porque no aprueba de lo que hace. ¿Sabe la cantidad de estigmas y obstáculos que tuvo que enfrentar para llegar a dónde está? Miles. Y nunca por falta de talento, sino de género. Enfrentándose a un reto así, yo vería a mi familia como mi respaldo. Entonces no me cabe en la mente como pudo dejarla enfrentarse a todo eso, sola, y sin estar en cada paso apoyándola.
Le dije todas sus cosas de frente. No me importaba impresionarla. De igual manera no era una relación verdadera, así que ¿por qué importaba lo que pensase la suegra sobre mí?
Alba ni me miró—No quiero verla hacerse daño. No quiero verla matarse. Es muy simple, Carlos.
—¿Y no cree que si llega a suceder algo es preferible estar ahí que no estar y arrepentirse de no haber estado?
Por un momento se detuvo, poniendo las manos en la encimera—¿Acaso crees que no lo he pensado?
—Pues su falta de presencia en el paddock me dice que no.
—Qué atrevimiento de tu parte, muchacho, venir a mi casa, bajo mi techo, a decirme estas vainas.
—No veo a más nadie haciéndolo —me crucé de brazos—. Y me va a tener que perdonar, pero me educaron de tal forma que no puedo simplemente quedarme callado mientras los padres de mi novia tratan su carrera como una estupidez.
—No sabes lo que dices —niega con la cabeza, buscando algo entre los cajones.
—Oh, creo que lo sé muy bien. Y mire, Adora puede ser la mujer más fuerte que conozco, y tal vez hayan pasado años. Pero aun así sé que anhela tener a sus padres en el GP de su segundo hogar tanto como cualquier otra persona. Quiere que estén ahí. Y sé que ven esto como una estupidez, algo que se le pasará y luego sentará cabeza en una "verdadera carrera", pero han pasado siete años y sigue haciéndolo. Está cumpliendo sus sueños. Tiene una verdadera oportunidad de llevarse el campeonato, algo que ninguna mujer ha logrado en toda la historia de este deporte. Y tengo el presentimiento de que si es así, y usted no está a su lado en uno de los triunfos más grandes de su vida, se va a arrepentir.
Alba encuentra sus guantes, mirándolos pensativa—¿Por qué me dices todo esto?
—Porque creo que es el núcleo de la familia, y se ve cansada de tenerla separada —Admití—. Eso todavía se puede corregir, señora...
—Alba, puedes decirme Alba.
Me sentí tranquilizarme un poco.
Bien, no vamos tan mal como pensaba.
—Alba, creo que tiene una oportunidad para hacer las paces con su hija. Sé que ambas partes están resentidas por diferentes motivos, pero ya vio que Adora ha tenido parejas y no le ha dicho nada —me preparé para dar el último golpe—. ¿De verdad quiere llegar al punto de que se case y no la invite a la boda? ¿o tenga hijos y nunca se los presente?
La palidez en el rostro de Alba me indicó que estaba haciendo un gran trabajo de manipulación, seguro tocando algún miedo.
Eso, Carlos.
—Puede que... que tengas razón —se halló diciendo con dificultad, su expresión denotando conflicto. Si Adora era siquiera un poco como su mamá en carácter podía entender que esto sería un golpe para su orgullo admitir estar en lo incorrecto—. ¿Qué crees que pueda hacer, Carlos? Tú la conoces —me miró con incertidumbre.
Era hasta doloroso escuchar esas palabras viniendo de quien se supone que era su mamá, pero sí, a este punto, relación falsa o no, creería que conocía a Adora más que sus padres.
Consideré qué decir por unos momentos—Vaya este fin de semana de carreras... Es un primer paso y creo que significaría mucho para ella —me encogí de hombros, pero por dentro era un manojo de nervios
¿Qué estaba haciendo?
¿Haciendo planes con la mamá de Adora a sus espaldas?
Ella asiente, algo perdida en sus pensamientos mientras se coloca sus guantes—Lo pensaré.
Cogí un bolígrafo y una página de un cuaderno que parecía ser donde anotaba las compras, y escribí mi número—Si toma una decisión puede contactarme por aquí. La ayudaré a entrar al paddock sin problemas.
Alba recibió el papel que le di, guardándolo en su bolsillo para seguidamente agacharse a sacar la torta del horno. La dejó sobre una rejilla en la encimera a lo que se enfriaba, sacándose los guantes para luego mirarme de reojo—Eres un buen hombre, Carlos. Espero que aun si decido no ir a la carrera pueda verte por acá pronto. Le haces bien a Adora. Ojalá mi esposo llegue a darse cuenta de ello algún día —me ofrece una gentil sonrisa que le devuelvo.
—Yo también lo espero.
▌│█║▌║▌║ —— ║▌║▌║█│▌
N/A: Capítulo dedicado a sugar_cherry_
Una de mis más fieles y una personita que aprecio mucho <3
Tengo que decir que yo en el lugar de Carlos me metía bajo la mesa y no salía porque ✨incómodo✨
Estos son los faceclaims de los hermanos de Adora, aunque son libres de imaginarlos como quieran.
Y tengo que decir que desde que di un llamado de atención aparecieron misteriosamente 200 votos)?
Así que gracias a las personas que salieron de las sombras y dieron el paso de dejar de ser lectoras fantasma, las aprecio mucho!
Se viene una sorpresa para mañana o el lunes (aka el lunes o martes de las de España) así que estén atentas, puede ser una doble actualización y algo más? ;)
Si pudieran pasar a votar por mí o Troublemaker en los wattpad awards de psychoatics les estaría agradecida! Solo tienen que ir a las nominaciones y votar con un corazoncito donde aparezca mi usuario /@valskeeper o Troublemaker. Tenemos hasta el domingo para tratar de ganar una categoría.
Estamos nominados en:
—Usuario que tenga la mejor relación con sus lectores.
—Usario que merezca más reconocimiento.
—Mejor oc femenino (¡Vamos, Adora!)
—Historia que merezca más reconocimiento
—mejor libro (original o fanfic) de romance
Así que muestren el amor que tienen por este libro y su espíritu competitivo votando para que Troublemaker se lleve algún premio, me haría muy feliz 💖
Sin nada más que añadir, y sufriendo en Ferrari,
Se despide,
Val
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