13 | Netflix and no chill
𝐓𝐫𝐨𝐮𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚𝐤𝐞𝐫
CUANDO QUISE DARME CUENTA, Sainz estaba dormido.
Pequeños resoplidos saliendo de sus labios a lo que se dejaba caer en los brazos de Morfeo.
Suspiré con irritación. Finalmente había logrado que admitiese que sí lo recordaba y se quedaba dormido.
Quería matarlo.
No habíamos logrado hablar del porqué, cómo o cuando de todo. Fue una declaración a medias.
Me bajé de la cama, observándolo dormir desde la distancia. Se veía tan pacífico...
No como aquel lado amargado que sacó a la luz en la discoteca. Ese sí que no me había gustado.
Me acerqué y para asegurar su comodidad le saqué los zapatos, y acomodé la almohada bajo su cabeza para que no le terminase doliendo el cuello.
—Torres —balbuceó dándose la vuelta, volviendo a quedarse dormido. Qué tentación la de lanzarle una almohada por dejarme hablando sola.
Estúpido Carlos borracho, ¿por qué tenías que ser tan adorable?.
Ojalá pudiese ser así siempre. En cambio tenía a un español que me había cautivado durante los testing de Bahrain, invitado a salir y dejado plantada.
Eso fue como recibir un puñal en el pecho. Lo resentía mucho. Más porque nunca ofreció disculpas, ni explicaciones, nada. No obtuve nada de él, ni señales de humo.
Y aún así fui tan ilusa como para creer que el fin de semana de carreras diría algo, cualquier cosa con tal de excusarse. Pero eso nunca pasó.
Lo que sí pasó fue que luego de quedar en noveno lugar mi primera carrera, volví al hotel y me quedé escuchando "Rosas" de La Oreja de Van Gogh en repetición mientras comía helado de caramelo en cama.
Ahí fue cuando le declaré la guerra a Carlos Sainz. Estaba convencida de que lo hizo con el propósito de sacarme de juego. Desconcentrándome con sus encantos para luego dejarme plantada y hacer que bajase mi desempeño. Y si él quería verme como su rival, yo lo vería igual.
Ya yo había superado los breves sentimientos que tenía por Sainz cuando tuve novio: Miguel. Un chico extrovertido y aventurero que le gustaba mi mundo.
Cuando le corté en Navidad estaba destrozada. Los testing y entrenamientos siendo lo único que me mantenía activa al obligarme a viajar. La única que logró sacarme de mi casa fue Mila, insistiendo en que salgamos luego de casi tres meses sin motivación alguna más que para entrenar y volver a la cama.
Fuimos a una fiesta en Mónaco. En esa fiesta fue que volví a ver al español, igual de arrogante y mujeriego que antes, pero parecía buscar mi mirada esa noche muy insistente. Lo ignoré, y en algún momento Mila se me perdió de vista. Sainz ya no estaba en su lugar. Y cuando Mila volvió a mi lado una hora después lo hizo sollozando y hecha pedazos. Sainz sin verse por ningún lado y mi mejor amiga asegurando que no volvería, que se había ido luego de coger con ella y la había dejado como una de sus chicas cualquiera.
Ahí el fuego que se había calmado con respecto a Sainz casi que causa un incendio en mi interior, mi cuerpo consumiéndose de ira. ¿Primero me dejaba plantada y luego se cogía a mi mejor amiga? El colmo.
No podía creer el atrevimiento de su parte. Lo enfrenté acerca de ello varias veces, pero nunca fue suficiente hombre para darme una buena explicación.
Mientras tanto Mila se desquitó haciéndolo quedar mal en la prensa, contando su versión de los hechos y yo apoyándola en todo.
No veía como acusarlo la haría sentirse mejor, pero lo que sea porque se sintiera bien. Así sea en forma de venganza. Sainz se lo tenía súper buscado.
Y ahora tenía a ese mismo Sainz durmiendo en la cama de mi hermana luego de haberse comportado de manera muy tierna como para seguir molesta. Mañana sí que no se salvaba de mi furia, pero por ahora, tocaba descansar. Aún sabiendo que tenía a mi rival en la misma habitación que yo.
A la mañana siguiente me levanté con incertidumbre de si lo que había pasado fue real. El alcohol en mi sistema pudo haberme hecho una mala jugada, y capaz y aluciné todo.
Escuchaba una profunda respiración en la cama de al lado. Okay, descarten todo lo anterior. Aunque tal vez fuera Lele, pero no recuerdo que tenga una respiración tan pesada. Debatiéndome conmigo misma me digné a voltearme, topándome con una musculosa espalda dándome los buenos días desde la otra cama.
¿Cuándo se había quitado la camisa? No sé, pero no me quejaba.
Al igual que tampoco sabía como es que estaba arropado si había dormido descubierto, supondría que se levantó en algún punto de la noche. Probablemente un poco confundido.
No era alguien que se pudiera quedar mucho tiempo quieta, teniendo que hacer algo productivo. Por lo que mis ganas de ir al baño a arreglarme y hacer lo típico para iniciar el día me estaban ganando. Pero no quería ceder. Sentía que si perdía al español de vista siquiera unos segundos iba a desaparecer. Tal vez producto de la conversación de ayer, o de la vergüenza de lo que dijo.
Ni siquiera estaba totalmente segura de si Sainz recordaría lo de anoche o no, pero los borrachos no mienten. Así que sin importar la charla, significaba que Sainz tenía noción de lo que había hecho el año pasado, y tendría que responder a mi interrogatorio y furia.
Solo que se estaba tardando un poco más de lo que quisiera.
Miré el teléfono en mi mesa. 9:15.
Podía arreglarme en diez minutos y volver para esperar que despertase.
Con los niveles de embriaguez a los que llegó ayer dudaba que pudiera levantarse hasta la una al menos.
Teniendo eso en mente me levanté y fui al baño a arreglarme, intentando hacer el mínimo ruido posible.
Cuando finalmente salí, volví de puntillas a la habitación para luego encontrarme con una cama vacía.
Maldita seas, Carlos Sainz.
La semana siguiente se pasó sin noticias de Sainz. Ese día en Australia había tomado un vuelo a Madrid y no estuve en contacto con él. Ni quería. Lo enfrentaría cara a cara luego, si es que siquiera recordaba algo. Tal vez estaba muy avergonzado del estado al que llegó para terminar en mi habitación.
Había decidido pasar esta semana en Londres, intentando trabajar con los ingenieros y los mecánicos en la fábrica para resolver el problema de los frenos. Discutimos la posibilidad de implementar un sistema de refrigeración que ayude al recalentamiento. Porque a este punto no era solo los frenos. Sino que todo el carro alcanzaba unas temperaturas algo insoportables hasta para los pilotos, quienes estamos acostumbrados al calor del monoplaza. Por el intenso calor y sudor es que llegábamos a perder de 4 a 6 libras por carrera, a veces más. Motivo por el cual nos pesaban después de cada Grand Prix.
El punto es que las partes no llegarían hasta el Grand Prix de Barcelona, lo que significaba que teníamos que aguantar lo que podamos con el recalentamiento hasta dentro de dos carreras más, cuando empezaríamos a ver la luz al final del túnel.
Lo que me molestaba es que sugerían que bajemos el rendimiento un poco estas carreras y no presionar el carro. Cuestión que era como literalmente meterme los frenos, y siendo piloto se sentía hasta insultante la petición.
—Podrás probarte en otras carreras —intentaba consolarme mi hermana.
—¡Es insultante lo que me piden! —reclamé—. A un doctor no le dices "oye, deja de tratar a enfermos" —hice una imitación de alguien serio y Lele a mi lado rueda los ojos.
—Creo que hay una pequeña diferencia entre un doctor dejando de tratar a enfermos y tú reduciendo la velocidad, Adora.
—¿Cuál?
—Nadie se va a morir porque vayas más despacio —dice mi hermana como si fuese obvio.
—Si se va a morir alguien —exclamé dando una vuelta en U:—. Mi dignidad.
Escucho a mi hermana suspirar en su asiento.
—Además —rompí el silencio—. El GP de Miami es lo más cercano que tendré nunca de un GP en casa. Y... y quiero rendir bien —me encogí de hombros como si no fuera la gran cosa, pero lo era.
Mi hermana me mira de reojo—Está bien que te importe, ¿sabes?. No te hace débil.
Me quedé callada, señal que ella interpreta para subirle el volumen a la música y mirar por la ventana el lluvioso clima.
Desde que habían anunciado la inauguración del Grand Prix de Miami este año, me sentí eufórica. Había vivido nueve años de mi vida ahí, desde que amenazas en nuestro país obligaron a mis padres a inmigrar. Tenía nacionalidad tanto venezolana como estadounidense, pero elegía llevar los colores del país que me había acogido la mayoría de mi vida. El que me había visto crecer.
Miami mediante los años se había vuelto como Venezuela 2.0. Estaba lleno de venezolanos (muchos de ellos mis familiares), y nuestra cultura estaba muy presente. Por lo que era lo más cercana que me sentiría a mi tierra en mucho tiempo.
El Grand Prix de Miami estaba al tanto de mi estatus y nacionalidad. Motivo por el cual hicieron un stand en mi honor, llamado AT95. El cual se vendió en cuestión de media hora.
Y pues con una responsabilidad así, sentía que debía dar un buen show. Más que eso, quería ganar.
Quería ganarlo tanto como poder ganar en Mónaco. Y esa es la carrera que he querido ganar en F1 toda mi vida. Con eso lo decía todo.
Entonces el que a una carrera de poder enorgullecer a mi gente, de ver esas banderas tricolor alzarse en el aire, ¿me pidieran que baje mi rendimiento? Se sentía como una bofetada.
Y puede que hasta eso dolería menos.
Le bajé volumen a la música—¿Cuáles son los planes de la semana? —pregunté sin querer volver al anterior tema.
—Sobre eso... —se mueve algo inquieta, y la miré por un breve segundo con la ceja alzada.
—Escúpelo.
—Parece que Netflix ha estado con Carlos la última semana en Madrid y... —tose—. Kath quiere que tú estés con él en Italia.
—¿Qué? —fruncí el ceño. ¿Por qué querría eso?.
—Quiere que Netflix los vea como pareja. Sugirió que vayan de compras esta semana antes del ajetreo de los medios y todo eso, para que tengan tomas de ustedes juntos. Y también mencionó algo de que empiecen a salir en los videos de cada uno para sus canales. Ya quiere que se vean más como si fueran novios.
Novios. La palabra resuena en mi mente como un eco. Dentro de poco se iban a referir a mí como "la novia del Cacas".
No me emocionaba la idea.
Sentía que de repente de mi estatus de "Adora Torres, piloto de Mclaren", iba a ser rebajada a "Adora Torres, la novia de Carlos Sainz".
Resentía un poco eso.
—¿Cuándo va a ser esto? —pregunté siguiendo la señalización hacia el aeropuerto de Heathrow.
—Mañana, creo. Igual Kath habló de querer reunirse con ustedes antes para discutir algo.
—Como lo siguiente que me pida sea que renuncie a mi puesto en F1 me va a dar algo.
—Bueno, sí eso sucede esperemos que no te atienda el doctor que le dijeron que no tratase a enfermos —replica divertida y no pude evitar la risa que se escapa de mis labios ante su mal chiste.
Sonreí, adoraba lo fácil que era hablar con Lele—¿Cómo van las cosas con ya sabes? —la miré de reojo.
—Bien por los momentos.
—Amo como siempre me das tanta información y detalles —dije con sarcasmo, una sonrisa tentando salir de los labios de mi hermana.
—Perdón... nos gusta mantenerlo en privado —se cruza de brazos.
—Oh, así que ahora es plural. "Nos".
—No todos tenemos que reducir la velocidad, She ra.
—Solo no entiendo porqué tanto secreteo. Siento que en unos meses vas a decir que te vas a casar y seguiré sin tener contexto de nada —me quejé.
—Es que no sé qué quieres que te cuente. Es una relación de beneficios. No hay sentimientos de por medio. Si fuese una relación de verdad te estaría comentando cada jugoso detalle, pero no lo es, razón por la que no hay nada que contar —replica.
—Vaya... que frivolidad.
—Tal vez suene así, pero preferible eso que salir herida —comenta mi hermana en voz baja.
Si yo había sufrido en el amor, Lele lo ha sufrido el doble. Hombres narcisistas, infieles, interesados, con adicciones... todos los malos siempre parecían caer en su regazo. Lo peor es que le era inevitable. Siempre le ha gustado el tipo de hombre que no prometía nada bueno sin saberlo.
Mis relaciones habían terminado continuamente por lo mismo: mi carrera.
En cambio las de Lele parecían enredarse con algo más. Motivo por el cual a ojos de nuestra familia, Lele "no salía" con nadie desde que empezó a trabajar conmigo. Cuando la realidad era que lo ha intentado infinidad de veces y nunca traído ninguno a casa porque ¿cómo le presentabas a tu familia a tu novio el alcohólico?, ¿o el que estaba contigo solo por los beneficios de tu trabajo?, ¿o al hombre que te engañaba?.
Tuve que sacarla muchas veces de ese tipo de relaciones. Merecía mejor. ¿Y que si Daniel Ricciardo era lo mejor? No lo sabía, pero lo que sí sabía era que parecía ser la relación más "sana" de mi hermana.
Estaba sorprendida de que siquiera le atrayase considerando lo cerrada que ha sido en el pasado a chicos buenos.
Lo atribuyo al natural encanto de Danny Ric.
Llegando al aeropuerto miré a mi hermana a lo que parqueaba el carro en el sitio de alquiler—Creo que solo tienes miedo. Y está bien que lo tengas, que desconfíes, que te preguntes si será cómo los otros y te respondas "sí, todos son iguales". Pero no te mientas a ti misma, Lele. Por mucho que veas esto con Ricciardo como algo de conveniencia; eres una romántica. Te gusta ser cortejada y estar en una relación formal. Poder presumir a tu pareja al mundo —saqué la llave del carro, apagándolo—. ¿Y si me lo preguntas a mí? Si no empiezas a reconocer lo que en verdad quieres, esto va a terminar muy mal.
Salgo del carro a sacar las maletas de la cajuela sin esperar respuesta de mi hermana. Siempre hemos sido muy honestas la una con la otra en todos los sentidos. Teníamos una gran comunicación y cuando alguna necesitaba un llamado de atención lo dábamos.
¿Y en estos momentos? Creo que Lele lo necesitaba.
Éramos esa persona la una para la otra. Y lo que estaba sucediendo no me olía nada bien, me parecía muy fuera de personaje para ella. Y eso solo podía significar que ambos terminarían heridos, y me importaban lo suficiente para no querer que eso pase.
A los minutos oí la puerta del carro cerrarse y pasos apresurados alcanzarme, sacando su maleta de la cajuela del carro para luego cerrarla y seguir andando.
La seguí, manteniendo distancia y dándole su tiempo en lo que hacíamos todo el procedimiento del retorno de alquiler y luego del aeropuerto.
Media hora después habló—¿Y qué crees que dirán? —se aclara la garganta, evitando mis ojos.
—¿Qué dirán quiénes? —fruncí el ceño con confusión. ¿De qué hablaba?
—Ellos. Los medios, los fans... —cambia su peso de una pierna para otra—. La prensa me devoraría viva, y a ti conmigo.
Mi desconcierto no hacía más que incrementar—¿De qué hablas?
Mi hermana rueda los ojos, como si no se creyera que no he caído en cuenta de lo que trata de decir—¡De esto!. De tener una relación con Daniel a los ojos de todo el mundo. De que yo, Alejandra Torres, hermana de una piloto y más importante, su manager, este saliendo con un piloto. ¿Qué crees que dirían? —dice exasperada—. Si con un mínimo comentario de Horner te hicieron trocitos la semana pasada, imagina cómo sería si se enterasen de nuestra relación. Perdería respeto y seriedad en el deporte. Me tomarían como una ramera que vino al paddock a acostarse y no como la que maneja toda tu carrera. Todo... todo mi esfuerzo, tu ascenso por las categorías, los contratos que he ayudado a que la escudería obtuviera... sería rebajado a con quien duermo —su tono sonaba amargado, indignación llenando sus facciones.
Danny era alguien muy reverenciado en el deporte. Conexiones tenía, y muchas, lo que significaba que podía ser conectado a nosotras de una manera u otra. En patrocinios más que todo.
—No es cierto —solté, pero me di cuenta que ni yo me creía mis palabras.
Alejandra soltó una risa irónica—Claro que sí. Es como con los famosos "bebés del nepotismo". ¿De verdad crees que alguien piensa que esos actores llegaron a dónde están por ellos y no por sus padres?. Es lo mismo aquí. No te dejarían en paz. A sus ojos todo lo que has logrado por tu cuenta sería tomado como si tu hermana se hubiera acostado para que lo lograras.
—¿Y desde cuándo dejamos que rumores y palabras vacías nos afecten? Tú y yo sabemos la verdad. Daniel también la sabe. Si tengo que mandar a medio paddock a comer mierda para defenderte, no me importa, y sé que a él tampoco —no había ni terminado de hablar cuando mi hermana estaba negando frenéticamente con la cabeza.
—No. Quiero. Eso —recalca—. Mi trabajo es alejarte de los escándalos, no lanzarte a ellos. Apenas estamos logrando atraer patrocinadores, Adora. No vale la pena —me dio una mirada severa para luego entregar los pasaportes a la azafata que nos daría nuestros boletos.
—Pero...
—Y doy el tema por zanjado, Adora Cayetana —da su final advertencia para luego dirigirse a la azafata con una sonrisa.
Decir que me quedé de piedra el resto del camino era poco.
¿Tanto sacrificaba mi hermana por mí?
Para el día siguiente ya nos encontrábamos en Bologna, esperando que Kath y Zara nos recogieran del aeropuerto. Algunos fans que venían por el premio me habían reconocido y me pidieron autógrafos para luego alejarse, dándonos un poco de privacidad.
Lele había seguido hablando casualmente en el avión como si no me acabase de dejar la cabeza echa un lío.
Otro problema que agregar a la gran lista.
Me hizo replantearme muchas cosas. ¿Lele estaba aquí porque quería o por mí? ¿Le gustaba su trabajo? ¿De verdad era yo el impedimento para que siente cabeza como decía mi familia?.
Dijo que no se podía permitir una relación por los viajes y la larga distancia. ¿Y todo eso viene atribuido a? A mí. A trabajar como mi manager.
Sé que esa probablemente no era la conclusión a la que quería que llegase, y que sus acciones las hacía con buenas intenciones. Quería protegerme, a mí y a mi carrera.
Pero no podía evitar sentirme como un gran chicle pegado en su zapato que no la permitía avanzar.
—Tierra llamando a Adora, llegaron —Lele pasa una mano por enfrente de mi rostro. Parpadeo saliendo de mis pensamientos.
Veo una camioneta negra acercarse con una sonriente rubia al volante, saludando con la mano—¡Hallo, Mädels! —parquea de manera brusca y el frenazo hace que su pobre acompañante salga casi volando al vidrio.
«¡Hola, chicas!»
Zara era alemana, y solía cambiar entre idiomas muy seguido, por lo que quisiera o no había aprendido una que otra palabra.
A su lado, una morena de lentes se sostenía del cinturón de seguridad como si su vida dependiese de ello, mirándonos con pánico.
Zara se bajó del auto a ayudarnos a subir las maletas y Kath bajó el vidrio—Eh... Zara, pensé que dijiste que sabías manejar —se acomodó sus lentes, que se hallaban torcidos sobre su nariz, con incomodidad.
—¡Y lo sé!, solo que no tengo licencia —cierra la cajuela. Kath pegando un brinco con el impacto mientras nos miraba gritando por ayuda—. Pero aquí no son muy estrictos —encoge los hombros.
—Mejor no nos arriesguemos, ¿sí?. Yo manejo —dije yendo al lado del piloto.
—No nos arriesguemos dice, y su trabajo es arriesgarse cada fin de semana. Ironisch —exclama abriendo la puerta de atrás.
«Irónico»
Rodé los ojos a lo que emprendemos camino al hotel en que nos hospedaríamos. Sabía la ruta de memoria porque era el mismo del año pasado.
—Liebling, vi las fotos comiendo alitas —canturrea. Su tono tenía una promesa. Una promesa de que iba a sufrir en el entrenamiento y el haberme dejado tentar por el martes de descuento.
«Querida»
Gemí internamente. En definitiva me haría pagar por mis pecados.
En menos de media hora habíamos llegado y dejado la camioneta en manos del valet parking.
Kath caminaba a mi lado, ansiosa—Adora, hay algo que fallé en mencionar y...
Le hice una seña de que se esperase un segundo a lo que hablaba con la recepcionista—Buenos días, ¿reservación a nombre de Adora Torres?
La señora revisó y negó con la cabeza—No, disculpe. No tenemos a nadie registrado a ese nombre.
Fruncí el ceño—¿Podría volver a revisar, por favor?. Lo veo extraño, reservamos hace meses.
Kath se aclaró la garganta a mi lado, pero la ignoré.
—Lo lamento, no está y no tenemos disponibilidad. ¿Quiere que le busquemos algo cercano?
—¿Algo cercano?, pero todo mi equipo se está quedan...
—¡Adora! —zapateó Kath, llamando mi atención—. Yo tengo tú llave.
—¿Y por qué no lo dijiste antes? Vamos —me volteé hacia la recepcionista—. Ciao, grazie.
Sigo avanzando con Kath hacia el ascensor mientras mi hermana y Zara esperaban su llave.
—¿Qué me tenías que decir? —tamborileo con mis dedos, impaciente a lo que esperábamos el ascensor.
Kath parece debatirse consigo misma por unos segundos en qué decir—Bueno, sabes que Netflix ha estado con Carlos esta semana y queremos presentarlos como pareja... —empieza a lo que llega el ascensor y nos subimos.
—¿Qué piso? —interrumpí.
—Eh... el 12.
Marqué el número y le hice un gesto de que continué.
—Y como te decía, debido a esto tuvimos que tomar unas medidas algo... —el ascensor paró en un piso y se subió un gran grupo de personas, por lo que me bajé la gorra esperando que no me reconocieran y le hice un gesto a Kath de que se quedase callada, esta apretó los labios.
Tuvimos un breve trayecto de silencio incómodo en el ascensor con los extraños, y Kath cada segundo se veía más tensa.
¿La habrán despedido?
Llegamos al piso y Kath salió como mujer sofocada.
La miré divertida—¿No había suficiente oxígeno?
Kath niega con la cabeza, entregándome la llave de la habitación 1212.
—Ahora que lo pienso, nunca me habías acompañado a mi habitación, pero supongo que siempre hay una primera vez, ¿no? —me encaminé por los pasillos siguiendo la señalización.
—Sí... —nos detuvimos frente a la habitación,—Adora, antes de que entres tengo que explicarte nuestra decisión —dice insistente.
—¿Y no puedes hacerlo desde adentro? Digo, si es algo relacionado a Sainz, mejor es hablarlo en privado —pasé la tarjeta, entrando con mi maleta en mano y Kath miraba a los lados nerviosamente—. ¿Qué te pasa? Pareciera que esperas que una bomba explote en cualquier momento —dejé mi maleta en la entrada y Kath suspira de alivio.
—Nada, solo creí que... —una puerta se oye abrirse y de lo que suponía que era el baño salió Sainz con solo una maldita toalla rodeándole las caderas.
—¿Qué. Carajos. Estás. Haciendo. Aquí? —dije hecha una furia.
Ahora sí que estaba pareciendo el acosador que tanto lo acusaban de ser.
—¿Yo? ¿Qué haces tú aquí? No recuerdo haber pedido una papaya —habla el español sosteniéndose la toalla.
—Ni yo recuerdo haber pedido un tomate. Ahora sal, Sainz.
—¿Me estás jodiendo?
—No, sal del maldito cuarto —repliqué frustrada.
—No.
—¿No?
—¡No!
—Tienes toda la vida para ser un idiota, Sainz, ¿por qué no te tomas un día libre? —dije entre dientes.
Entrecierra los ojos hacia mí—Me tomaré un día libre el día que dejes de ser tan quejona.
—¡No soy quejona!
—¿Ves? Probando mi punto —me señala—. ¿Nunca se te ha pasado por la cabeza dejar de quejarte?
—¿Nunca se te ha pasado por la cabeza que si no fueras un idiota, no tendría que quejarme?
Sainz fue a replicar, pero Kath silbó fuertemente dejándonos algo anonadados.
Por un momento se me había olvidado su presencia.
Hace un gesto de una T con los brazos—Time out, por favor. Tengo que hablar con ambos. Luego pueden volver a pelearse y desnudarse si eso quieren, pero déjenme decir esto antes.
Fui a replicar cuando mencionó lo de desnudarse.
Eso no pasaría.
Kath me miró suplicante y me callé, optando por cruzarme de brazos. Volteó a mirar a Sainz—Carlos, preferiría si estás vestido para esta conversación. Te esperaremos.
Apenas ahí parecí reconocer ese hecho, dándole una breve mirada de arriba a abajo. Podía ser mi rival, pero no estaba ciega. Sainz estaba entre los tipos más atractivos del paddock, cosa que nunca le diría a la cara.
Su ego era demasiado grande de por sí.
La imagen me dejó algo atontada. Ver a Carlos Sainz semi desnudo era una cosa, pero ver a Sainz semi desnudo, con el cabello mojado y gotas de agua adornando su cuerpo era simplemente criminal.
Cuando atrapó mi mirada en su cuerpo la sonrisa de Sainz se convirtió en una pícara—¿Segura, Kath? Creo que a Adora le está gustando la vista.
—No te estaba mirando —mentí pobremente, apartando la mirada con un calor esparciéndose por mis mejillas.
—Oh, creo que sé diferenciar cuando me miran o no, cariño.
—Pues estaba esperando que entres en una combustión espontánea —chasqueé la lengua, decepcionada mientras miraba un reloj imaginario en mi muñeca—. Noup, hoy no es el día.
—Tu cuerpo te traiciona, Torres.
—Oh, ¿esto? —señalé mis mejillas—. Es por calor, el aire acondicionado debe estar dañado o algo, no te halagues —me abanico con la mano.
¿Calor? En realidad me estaba congelando en esta nevera llamada habitación.
—Eso está raro porque estoy seguro que prendí el aire al entrar y creo que está funcionando un poquito muy bien —replica con una sonrisa divertida buscando mi mirada nuevamente. Y lo aceptaré, intentar mantenerle la vista a esos ojos marrones suyos mientras estaba en una toalla enfrente mío estaba probando ser imposible.
—El día en que te conviertas en Tom Hiddleston admitiré estar sonrojada, pero eso no va a pasar así que no lo estoy.
—Te gustó lo que viste —canturrea, satisfecho consigo mismo.
—Claro que no, solo no quiero ver tus miserias.
—¿Miserias dices? —se oye divertido, tomando otro paso y no me intimidaría si no fuese porque se eleva sobre mí, sosteniendo el borde de la toalla como si la pudiera soltar en cualquier momento. Me desafía con la mirada—. ¿Acaso quieres comprobar que no son miserias?
Intenté mirar a cualquier lado que no fuese él, pero me hallaba un poco atrapada por lo que opté en observar un punto en su pecho—. No necesito comprobar lo que se ve a primera vista.
—¿Entonces por qué no me puedes ver a los ojos? —cuestionó con una ceja alzada, y quise replicar, tirarle uno de mis sarcásticos comentarios, pero cuando abrí la boca, nada.
Nada salió de ella.
Y Sainz seguía viéndome provocador.
Pero fui salvada, gracias al de arriba, por una brusca interrupción de parte de Kath tirándole una camisa y joggers a Carlos en la cabeza—¡Les dije que se pueden desnudar después, pero necesitamos hablar! —dice exasperada.
No había ni notado la bulla que hizo buscando por la maleta de Sainz. Por un momento hasta olvidándome de su presencia en este cuarto.
¿Tan enfrascados estábamos?
Sainz le dedicó una mirada anonadada a Kath, pero optó por obedecer, encerrándose en el baño. Me permití respirar con normalidad, desde que había invadido mi espacio me sentía sofocada.
¿Con qué nivel de confianza buscaba entre su ropa?
Kath me mira, y parece entender la pregunta en mis ojos—Recuerda que antes de trabajar contigo, mi encargo era Carlos.
A veces me asustaba lo expresiva que podía llegar a ser porque si con una mirada Kath descifraba todo. Sainz también.
Asentí hacia ella permitiendo que el sonrojo abandonase mis mejillas a lo que me tiraba en la cama con cansancio—¿Y quién ha sido peor?
Kath arruga la nariz—Ninguno. A ambos los quiero, pero han sido difíciles en diferentes aspectos. Carlos en lo inquieto y tú en lo explosiva.
—Perdona por tener una bocota, Kath —y lo decía en serio, sabía que era uno de mis mayores defectos.
—No te tienes que disculpar por eso —le resta importancia—. Si me lo preguntas a mí, tu llegada al paddock ha vuelto las cosas mucho más entretenidas —sonríe, y yo me cubro la cara con las manos.
—¿Entretenido bueno o malo? —cuestioné algo mortificada.
—Te dejaré juzgar por ti misma —dice divertida, y apenas termina de decir eso siento la puerta del baño abrirse por lo que me acomodo bien en la cama.
Sainz emerge ya cambiado a lo que se va a sentar en el sillón que está en la esquina—¿Ahora puedes explicarnos qué sucede, Kath? Tú me diste esta llave —saca a la susodicha de su bolsillo.
—A mí también.
Kath nos miró a ambos juntando sus manos—Bueno, ya que queremos presentarlos como pareja no tiene sentido al ojo público que duerman en diferentes habitaciones. Igual esto es para que quede el nombre y el antecedente en la reservación, pero podrán cambiar de habitación con Zara y Lele —ofrece—. La de ellas tiene dos habitaciones en una sola suite. Aunque es importante que duerman en el mismo cuarto porque esto estará abarrotado de fans dentro de poco y hasta el staff del hotel son fans, así que deben mantener apariencias. Los traje para conversar del itinerario de la semana.
»Hoy van a salir con Netflix como pareja. Irán de compras, y quiero que sepan manejar la situación. Estarán siendo cuidadosamente observados por todos ángulos, entonces agradecería que no hagan una escenita como la que acaban de hacer.
Gesticula señalándonos.
Tanto Sainz como yo asentimos—Recuerden que sus asientos están en juego. No se lo tomen a la ligera, por favor —suspira y hacemos gesto de levantarnos cuando interrumpe—. Empezarán a manejar juntos al paddock, y espero verlos de la mano. Y para sellar todo... Si queda alguno en el podio necesitamos ver un beso —nos mira a ambos a los ojos, esperando una reacción.
Yo siento mi mandíbula llegar hasta el suelo.
¿Que necesitaban qué?
No era posible. Cualquier cosa menos esa. Le podía dar un beso en el codo si quisieran, pero no pretendía que nos besáramos en todo el sentido de la palabra, ¿no? Boca a boca.
—Nosotros nos encargamos, Kath. Tú tranquila —Sainz guiña un ojo en su dirección y ella asiente, todavía algo insegura.
¿Cómo podía no estar perturbado por esto?
—Me tengo que ir. Tengo juntas con posibles patrocinadores, pero Lele y Zara están en el 1234 esperando a cambiar de habitación. Recuerden que cada vez que estén fuera de estas paredes tienen que actuar. No puedo recalcar suficiente lo importante que es —Se veía preocupada por nosotros. Yo también lo estaría—. No se maten, y si necesitan algo llámenme —es lo último que dice antes de salir de la habitación.
Con Sainz nos sumergimos en un tenso silencio. Cada uno en sus propios pensamientos.
No se me había olvidado lo que había dicho, ni mucho menos el que todavía no recibía una disculpa de su parte.
Estas últimas semanas de todo el asunto de la relación falsa había sentido en ocasiones que podíamos estar bien, que conseguiría poner de lado mi resentimiento y hacer mi trabajo. Sin embargo, cada maldita vez que llegaba a esa conclusión, Sainz hacía algo que me provocaba tenerlo a diez mil metros de mí.
Era como si estuviese empeñado en que lo odiase. Que tampoco es que era difícil. Mi lista de resentimientos se extendía cada día más.
Luego del podio la semana pasada, o cuando me defendió de ese loco, estaba empezando a tolerarlo un poco. Era consciente de que todo era producto de nuestra "relación", pero aún así me veía cada vez más tentada a llegar a una tregua con él. Dios sabría que haría todo más fácil.
Pero todo se vino abajo el momento que me llamó una cualquiera.
—Vamos —su voz me interrumpió de mis pensamientos—. Supongo que quieres descansar después del vuelo.
Y tenía razón, por lo que no me opuse. Opté por agarrar mi maleta y la llave de la habitación para seguirlo afuera, donde entrelazó nuestras manos, cerró la puerta y emprendió camino.
—No hay nadie, ¿por qué me tomas de la mano? —siseé en voz baja mientras caminábamos por los pasillos. Su mano envolvía perfectamente la mía, como si estuviese hecha para darme calidez.
Otro motivo más que agregar a la lista del porqué lo detestaba.
—Te recuerdo que Kath dijo que tenemos que venderlo, princesa. Y no me estás facilitando mucho el trabajo —me mira de reojo—. De ahora en adelante, en público estamos enamorados, y en privado, en guerra civil, ¿vale?.
Me quedé callada. No me gustaba doblegarme a él.
—¿Vale? —insistió de nuevo, esta vez volteándose a verme por completo—. Te recuerdo que tu asiento el próximo año está en juego, no crees que me alegra todo esto —señala hacia mí.
Ahí fruncí el ceño—Tendrías suerte si pudieras tener siquiera un pedazo de "esto".
—¿Puedes no llevarme la contraria? No es como si tú estuvieras muy contenta con este arreglo tampoco, excepto por las vistas que ofrece el paquete —sonríe travieso.
Rodé los ojos. Un día de estos se me iban a quedar así, pero me era inevitable cuando estaba frente a este ser.
—Aceptaré no pelear en público si te callas el resto de la tarde hasta que estemos con Netflix.
Sainz asiente, considerando mi propuesta—Bien.
—Genial.
—Espléndido.
—Excelente.
Murmura en voz baja con los labios apretados—Fantástico...
—Eso no es estar callado —rodó los ojos, pero logré que se callase.
Ahí finalmente tocamos la puerta.
Luego de asentarnos en la habitación, haciendo lo posible por ignorarnos entre nosotros, se aproximaba la hora de encontrarse con los productores de "Drive To Survive" que nos acompañarían en nuestro día de compras.
Lo que significaba seguir lidiando con Sainz por el resto de la tarde, y sin compañía de nadie que evitase que lo terminara ahorcando.
Nos limitamos a cambiarnos para luego irnos en el Ferrari de Sainz en completo silencio.
Estaba manteniendo su palabra
Al llegar al centro comercial estaban los productores esperando en la entrada, por lo que Sainz se esmeró en abrirme la puerta y tomarme de la mano mientras caminábamos hacia ellos.
No sabía porqué, pero me sentía muy nerviosa. Esta era como la verdadera prueba de si lograríamos fingir una relación para los medios. En este momento se definiría si somos creíbles como una pareja o no.
La expectativa de los posibles escenarios que podrían pasar no ayudaban.
Mi corazón latía muy rápido y sentía las manos cada vez más sudorosas por todo paso que daba.
Vamos, Adora. Con los ovarios de hierro.
De repente sentí a Sainz inclinarse sobre mí—¿Todo bien? Tu mano se siente más sudorosa que mi baklava después de una carrera —intenta bromear, pero ahora me siento nerviosa y avergonzada.
Me limité a darle una sonrisa de labios cerrados, aunque no parece convencerlo mucho—Todo bien...
Suelto un profundo suspiro y siento la mirada de Sainz fija en mí—No te ves "toda bien" —insiste.
—Entonces mira para otro lado —resoplé. Sentí la mano de Sainz darme un suave apretón de aliento y como debatiéndose un poco consigo mismo susurra:
—Recuerdo todo lo que dije esa noche —admite, y toda mi perspectiva parece dar un giro de 180°.
Los nervios en cuestión de segundos se transformaron en curiosidad, molestia e indignación.
Fui a abrir la boca para decirle sus cuatro vainas cuando el productor de DTS llegó frente a nosotros—Chicos, bienvenidos. Gracias por dejarnos acompañarnos en su tarde de compras. Ustedes solo sigan hablando y pretendan como que no estamos —les hizo señas al equipo de grabación y enseguida nos vimos rodeados.
Y... acción
Miré a Sainz, miles de comentarios furiosos queriendo salir de mis labios, pero opté por suspirar y soltar un resignado:—¿Vamos por un chocolate caliente?
Ganándome una leve mirada sorprendida de Sainz, aunque de todas maneras asintió, aliviado de no tener que tocar el tema mientras caminábamos dentro del centro comercial—Vale. Hace mucho frío aquí, ¿no?
—No más que en Londres, pero sí, el frío y la lluvia no están probando ser la mejor combinación —digo señalando mi roja nariz.
Sainz se ríe, no sé si de verdad o no—Yo tengo la cura perfecta para narices congeladas.
Escucho su tono coqueto, pero siguiendo en mi rollo de novia respondí—¿Ah, sí? ¿Cuál?
Y de la nada se agacha sobre mí dándome un beso en la nariz, que a cambio deja mis mejillas rojas.
De asco, rojas de asco... sí, asco era lo que me provocaba. En definitiva no otras cosas.
—Vaya, es como los juegos de pegarle una ostia a los topos. Le pegas a uno y aparece otro mal —comenta divertido observando mis mejillas. Los de Netflix riendo ante su comentario.
—Oh, cállate —le di un empujón con mi cadera a lo que él suelta una carcajada.
Llegamos a la cafetería más cercana, pidiendo chocolates calientes para llevar mientras seguimos andando. Continuamos hablando de cosas triviales, más que todo de nuestras expectativas con la carrera, dejando las espadas a un lado en una momentánea tregua. Pudimos notar rápidamente el aburrimiento de Netflix al no tener ninguna clase de drama que darles, por lo que seguimos.
Sabía que tarde o temprano saldría el tema de Mila en sus preguntas, pero aquí no podían hacer eso porque solo era documentar. Aunque cuando llegase mi semana de grabaciones con Netflix tenía el presentimiento de que estaría entre sus primeras preguntas.
DTS vivía de la dramatización constante de nuestras vidas.
Los productores se excusaron con ir a almorzar mientras Sainz y yo entrábamos a una tienda a ver ropa, mi muro de tregua rápidamente cayendo al no vernos acompañados y estar en privado.
Arrastré a Sainz conmigo de la mano hasta los vestidores (que se encontraban vacíos por el momento) mientras lo empujaba al primero que encontré, cerrándolo y soltándole la mano mientras me limpiaba la mía con el pantalón.
—Hora de las explicaciones, Sainz —alcé una ceja desafiante hacia él.
Estaba totalmente harta de su indiferencia, y el como siempre parecía ignorar todo lo que sucedía.
—¿De por qué soy tan guapo? Tendrás que preguntarle a mi mamá.
Bufé, irritada—Estoy intentando tener una conversación seria. Responde.
—¡Y yo estoy intentando evitarla!
Apreté los dientes—Si no empiezas a hablar, explotaré.
—¿Cómo la combustión espontánea de la que hablabas? —ladea la cabeza.
—¡Sainz!
Él suspira, pasándose una mano por la cabeza—¿Qué quieres saber?
—¿Por qué te fuiste el lunes? —inicié el interrogatorio, satisfecha con mi avance.
—Iba tarde a mi habitación y me esperaban los de Netflix para empezar a grabar.
Okay, eso tenía sentido.
—¿Dijiste que te acuerdas de lo que declaraste estando...?
—Borracho, sí... lo recuerdo.
Tragué saliva, sintiendo el corazón algo pesado ante esa revelación—Y nunca dijiste nada...
—Adora, yo no te debo explicaciones —auch—. Tenía mis motivos para no asistir, solo eso diré. Pensé que se te olvidaría, pero de haber sabido que lo tomarías así no te habría invitado —doble auch. Se encoge de hombros.
—Pues no sabía que tus motivos incluían meterle la lengua hasta la garganta a una pelirroja —solté con veneno.
La cara de Sainz es un poema. Pasando por las diferentes etapas de confusión en segundos—¿Tú...? ¿Cómo es qué...?
—Estuve ahí esa noche —apreté la mandíbula, esquivándole la mirada.
Parpadea, palideciendo un poco—Entonces cuando no fui a la cita, fuiste a la discoteca y me viste...
—Con una pelirroja en piernas. Sí, así mismo —me crucé de brazos. No era una memoria que me gustase recordar.
El sentimiento de abandono, la desesperanza, y la mínima fé de mejorar la noche con una invitación de Lando, para luego ser desmoronada en cuestión de segundos al entrar y encontrarme con semejante imagen de quien se supone que debía estar hace dos horas en una cita conmigo, era algo que todavía me dejaba con un sabor amargo en la boca.
—Lamento que hayas visto eso —su tono es sincero—. Al igual que lamento lo que dije el domingo, Adora. Me comporté como un gilipollas, no debí haber dicho eso. Y lo que estuviera pasando en ese momento no era excusa para desquitarme contigo. Yo soy el único responsable de mis acciones.
Lo miré, sus ojos marrones chocando con los míos y viéndose por un momento realmente arrepentidos.
Siempre he pensado que tiene los ojos más parecidos a los que hace el gato con botas, un experto en manipulación. Pero creía de manera fiel que este no era el caso con Sainz.
Todo resumido en una frase de Scarface "Los ojos, chico. Nunca mienten".
Nos tocan la puerta, haciendo que pegue un brinco pues me encontraba apoyada contra ella—Disculpen, no pueden estar dos personas en los vestidores. Les tendré que pedir que se retiren.
Con esa advertencia Sainz abre la puerta, yo siguiéndole mientras la encargada nos miraba con desaprobación en su mirada, como si hubiéramos... oh.
Salimos de la tienda.
Yo replanteando su disculpa. Pero vamos, si alguien sabía lo que era decir cosas impulsivamente por enojo era yo.
No podía ser tan hipócrita.
—Te perdono, pero te sigo detestando, ¿sabes?
—El sentimiento es mutuo, Torres.
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N/A: Capítulo dedicado a sweetanas !
Sus comentarios fueron un cague de risa y no fui a la única que le pareció por los votos que tenían. No tengan miedo de interactuar entre ustedes, así sea poniéndose un rt, x2. Aquí somos familia
Me disculpo con las que se les cayó el teléfono en la cara, tendré que añadir en las advertencias de la historia que no pago psicólogo ni dentista jsjsj
En otras noticias, recórd al capítulo más largoooo
Gracias, gracias, se aceptan transferencias o efectivo
Es divertido ver a las que van llegando quejarse de Adora en el primer capítulo JAJJAJS ¿quién dijo que mi bebé era buena con las cámaras? Porque yo no. Adora tiene defectos y odio cuando estoy leyendo algo y el personaje principal es un pan de Dios que no comete errores. Ada es impulsiva, terca, impaciente, y fácilmente irritable, pero eso es lo que la hace Ada. Y así la queremos y nos entretenemos con sus reacciones.
Déjenme saber qué les está pareciendo, si se esperaban esa versión de los hechos o no. Se vienen sorpresas muy muuuy pronto.
Vi esto y necesitaba compartirlo porque me dejó loca
Cadenita de suerte para los carros rojos mañana 🏎️✨
Comenten y voten, al comentario más creativo le dedico el próximo cap!
Se despide,
Val
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