Troublemaker
Capítulo 0
Más que una mirada.

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By Midoriya.

Son las once de la mañana, en UA. El receso ha terminado y me dispongo a ir a mi clase. La chica que me acaricia el pecho, es Ochako Uraraka, mi mejor amiga, mejor dicho, mi dulce mejor amiga. Es divertido contar cuántas veces me han preguntado si somos pareja y en todas dado la negativa en la respuesta. Ciertamente, no somos muy discretos. Sí, me gusta tocarla, alcanzar sus placeres para rozarlos con mis dedos, dejarme bañar por ello y consumirme en mis propios deseos. Mas no somos nada, nada de nada, ella sólo es mi amiga y ya. Una amiga a la cual tocar cuando yo quiera y donde yo quiera.

Oh, no. No soy ningún mojigato virgen, mi primera experiencia sexual la tuve a los doce años de edad con una chica de mi clase. Siempre me habían gustado las niñas. Las delicias del sexo eran abrumadoras cuando las hacía sacudir, las escuchaba gemir, cuando me adentraba en ellas y arañaban una y otra vez mi espalda. Más de una me dejó con el cuello lleno de chupetones y otras me dejaron exhausto.

Pero el problema es el que acabo de ver delante de mí.

Rudo, porte chulo y comportamiento volátil. Una presa que para mí es bastante compleja de conseguir, algo con lo que desearía desencadenar cualquier clase de deseos. Me encantaría acercarme y hablarle, pero me veo intimidado ante su presencia. Me encanta su porte. Me encanta su rudeza. Me encanta como se desenvuelve ante la gente. Me encanta su sonrisa sádica.

Lo que daría por estar debajo de él.

Lo que daría por estar arriba de él.

Mi gusto por las mujeres es ultrajado cada vez que lo veo. Me dejan de interesar por semejante hombre: Katsuki Bakugō, el amienemigo de mi infancia, el terror de mis pesadillas.

No tengo problemas en cruzarme por su camino y hacerle rabiar. Me mira de arriba a abajo preguntándose, seguramente, por la mano de Uraraka que me acaricia el pecho, la suerte que he tenido. Porque sí, el problema aquí es que a Katsuki Bakugō, el hombre que aterroriza mis noches con sueños húmedos, le interesa mi amiga, Ochako Uraraka.

¿No le bastaba con fastidiarme en el receso con sus estúpidas preguntas de quién me interesa?

Al parecer no, porque me había quitado la mirada del que quería que fuera mi hombre.

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