Capítulo 8
Jake frunció el ceño y arrugó la nariz cuando un molesto rayo de sol golpeó su rostro.
—¡Joder! —gruñó, moviéndose. Aún con los ojos cerrados, tomó una almohada para cubrir su rostro del sol.
¡Él quería dormir! Anoche, aunque intentó dejar la fiesta después de la carrera de motos que, por supuesto, él ganó, no pudo. Sus amigos insistieron, y Jake era malo para negarse a una gran celebración.
Pero ahora estaba pagando las consecuencias por haber llegado a dormir tan tarde. Solo unos minutos más y se levantaría; tenía que llegar temprano a la clase de música para ver a Nathan.
Pero el jodido sol que entraba por su ventana no lo estaba ayudando.
Jake abrió los ojos abruptamente. ¿El sol? ¿Ya había salido el sol?
Se sentó en la cama de prisa, tirando la almohada en el proceso, y, aún con la vista un poco borrosa, miró la pantalla de su celular.
¡Oh, mierda!
¡Eran las malditas 10:00 a. m.! La clase de música había terminado al menos hacía ya dos horas y él…
¡No, no, no! Jake pateó la almohada en el suelo y corrió al baño.
¿Por qué su abuela no lo había despertado?
Se dio una rápida ducha y se cambió con lo primero que encontró. Ni siquiera se miró en el espejo para ver su peinado antes de correr a la sala, tomando las llaves de su motocicleta.
—Abuela, ¿por qué no me llamaste para ir a la escuela? —le preguntó a la anciana, que estaba poniendo unas frutas en la mesa.
—Lo hice, cariño. Antes de irme al mercado te llamé y dijiste que ya te levantarías en un rato —le dijo su abuela.
Jake se rascó la cabeza. ¿Él hablaba dormido?
—Está bien, me voy ahora —le dio un beso en la frente a la anciana.
—Pero ya es tarde, hijo. Debes pedirle a uno de tus compañeros que te preste sus apuntes —le aconsejó su abuela.
—Tengo algo importante que hacer. Te amo mucho, hermosa y anciana mujer —dijo Jake desde la puerta y salió despavorido hacia su moto.
Si se apresuraba, podría llegar al menos a la hora del almuerzo.
Jake iba conduciendo rumbo al instituto a mitad de la jornada, lo que era bastante contradictorio, ya que, por lo general, a esa hora era cuando le encantaba escaparse de clases.
Cuando por fin llegó, se dio cuenta de algo: no había forma de que él pudiera entrar. ¿Por qué el guardia se tuvo que sentar en la entrada del estacionamiento precisamente hoy?
Soltando un bufido, estacionó su moto en una zona segura y empezó a rodear los muros del instituto. Era bastante irónico: iba a saltar el muro, pero esta vez porque quería ingresar a la escuela.
Así que, como un experto trepa muros, en un santiamén estuvo dentro. Jake volvió a mirar su celular. La hora del almuerzo aún no terminaba, iba a encontrar a Nathan.
❤️🔥
Nathan estaba sentado en su mesa de siempre, con su bandeja de comida frente a él, perfectamente organizada, como era su costumbre.
Tenía el ceño fruncido mientras miraba su reloj. Jake no estaba allí, no llegó a la clase de música y tampoco al almuerzo. Nathan ajustó sus lentes y empezó a comer.
—Hola… ¿eres Nathan Harrington, verdad? —una voz llamó su atención.
Nathan levantó la mirada, encontrándose con el rostro nervioso de un chico que lo miraba con curiosidad —Sí.
—Soy Theo García. Vengo de Santa Fe, soy nuevo. ¿Puedo sentarme? —dijo sonriendo nerviosamente.
Nathan solo asintió —Claro, para eso son las sillas.
Theo soltó una risita —Cierto, tienes razón.
El chico se sentó frente a él, y Nathan siguió comiendo su almuerzo mientras le daba una que otra mirada a la puerta de la cafetería.
—Te estarás preguntando por qué quiero sentarme contigo, ¿cierto? —murmuró Theo, jugando con sus manos.
—No, es la hora del almuerzo. Todos se sientan aquí a comer —contestó Nathan.
—Uh, bueno… —Theo se rascó la nuca—. Yo quería pedirte un favor, en realidad. Sé que no nos conocemos…
Nathan levantó una ceja —¿De qué se trata? —preguntó serio.
—Pues, yo… soy nuevo y no entendí muy bien la clase de matemáticas. Este maestro explica diferente al de mi anterior escuela, y nadie quiso explicarme —Theo hizo un puchero—. Pero escuché a alguien decir que tú eres un genio en matemáticas. Solo quería saber si me podrías explicar un ejercicio…
Theo estaba esperando la respuesta del chico frente a él. La mirada del rubio era tensa e incluso parecía molesto, lo que lo estaba poniendo más nervioso. Así que, mentalmente, se preparaba para recibir una respuesta negativa —Está bien si no puedes, yo no quiero molestar…
—Muéstrame lo que no entendiste —respondió Nathan, volviendo a ajustar sus lentes de forma repetitiva, como siempre.
Los ojos de Theo se abrieron y una radiante sonrisa se formó en sus labios—¿De verdad?
Nathan se limitó a asentir.
—Te agradezco mucho. Yo necesito buenas notas en matemáticas si quiero entrar a ingeniería —murmuró Theo y se rodó para sentarse al lado de Nathan, sacando sus apuntes—. Y me estoy esforzando.
—¿Qué parte no entiendes? —preguntó Nathan.
—Aquí, no sé cómo despejar esta variable —señaló Theo.
—Es porque no necesitas despejarla, debes integrarla o sustituirla —le dijo Nathan, apenas mirando el ejercicio.
—Oh… —Theo miró su libreta—. Eso fue lo que no le entendí al maestro Moore.
—Presta atención aquí… —Nathan tomó el lápiz y empezó a realizar el ejercicio como si fuera lo más sencillo del mundo, dejando a Theo con la boca abierta.
—¡Woow, eres genial! —dijo el chico de cabello castaño, animado.
❤️🔥
Jake cruzó el instituto en una carrera, llegando directo a la cafetería, donde compró algo rápido antes de dirigirse a la habitual mesa que usaba con Nathan.
Pero al darse la vuelta, frunció el ceño al notar algo inusual. Nathan no estaba solo…
Junto al rubio estaba un chico que jamás había visto, de cabello castaño desordenado y sonrisa irritante. Estaba mirando a Nathan y sonriéndole mientras observaba lo que parecía una libreta.
¿Quién diablos era ese mocoso y por qué estaba junto a su Nathan?
Bueno, Nathan no era suyo, pero él era el único amigo de Nathan, y ese mocoso desaliñado no tenía por qué estar cerca de él, y menos de esa manera.
¡A Nathan no le gustaba que se le acercaran tanto! ¿Por qué dejó que ese niño se sentara a su lado?
Una amarga sensación surgió en su pecho, haciéndolo sentir de mal humor.
Con una mirada mortal, se dirigió a la mesa. Era hora de decirle “hola” al intruso.
Así que, cuando se acercó a la mesa, dejó caer su bandeja con comida sobre esta, haciendo ruido y sobresaltando al chico.
El castaño lo miró asustado de los pies a la cabeza y tragó grueso.
Sí, a veces tener un aspecto intimidante era muy bueno.
Nathan solo lo observó, poco impresionado, antes de mirar la mesa —Estás siendo desordenado de nuevo, límpialo —ordenó, señalando las migajas sobre la mesa.
Jake soltó un bufido—Primero se saluda.
—Fuiste tú quien no saludó al llegar en primer lugar —respondió Nathan— Y llegas tarde.
—Lo notaste, ¿Acaso me extrañaste? —Preguntó Jake sonriéndole.
—No, solo noté tu impuntualidad y falta de responsabilidad —Nathan lo miró a los ojos.
Jake hizo una mueca. —¿Estás enojado conmigo?
—¿Por qué debería? —Nathan se encogió de hombros.
—Te dije que estaría en la clase de música —Jake se sentía decepcionado consigo mismo ahora.
—No estoy enojado por eso, si faltas a clases, a quien perjudicas es a ti mismo —dijo Nathan—. Así que deberías poner un poco de tu parte.
Theo se aclaró la garganta en ese momento. —Hola, soy Theo García —le dijo a Jake.
Jake recordó el motivo de su molestia de inmediato. —¿Quién te preguntó?
—Uh, yo solo quería presentarme —Theo se mordió el labio inferior—. ¿Ustedes son amigos, verdad?
—Soy el amigo más cercano de Nathan, ¿y tú eres? —inquirió Jake, moviendo su cuello a un lado para tronar sus huesos.
—Soy Theo…
—Ya dijiste tu nombre, niño. ¿Quién eres y qué haces aquí con Nathan? —interrogó, clavando el tenedor en la comida.
—Soy nuevo en el instituto, vengo de Santa Fe, y Nathan me está explicando un ejercicio de matemáticas que no entendí —explicó Theo, mirando nervioso.
Jake siseó entre dientes. —Pero ya te explicaron, debiste entender.
—P-por supuesto, Nathan, gracias, ya entendí —Theo se levantó tomando sus libretas, pero se quedó un momento mirando al rubio.
—¿Ya no te ibas? —preguntó Jake.
—Sí… solo quería preguntarle a Nathan si puedo tener su número de teléfono, por si necesito su ayuda una vez más —dijo, mostrando su celular.
—Él no…
Nathan se adelantó y tomó el celular del chico para apuntar el número. —Listo.
—¡Gracias! —le dijo Theo, agradecido, antes de irse.
Jake se quedó con la boca abierta e indignado. —¿Le diste tu número de teléfono?
—Lo hice, ¿tienes problemas de visión? —dijo Nathan, volviendo a su plato.
—¡Se lo diste a un completo desconocido y yo no lo tengo! —Jake estaba molesto y sin poder creerlo—. ¿Por qué no tengo tu número?
—No me lo has pedido —respondió Nathan, señalando lo obvio.
—Es porque creí que no tenías, jamás te he visto usar el celular —alegó Jake.
—No lo uso estando en la escuela, a menos que realmente lo necesite.
—Yo también quiero tu número —musitó Jake, tendiéndole el suyo a Nathan.
—Deja de quejarte —Nathan anotó su número.
Jake lo guardó, aunque seguía molesto. —¿Y por qué le estabas explicando a ese chico? Dijiste que no gastas tu tiempo en estudiantes que no prestan atención.
—Él prestó atención, solo que no le entendió a Moore —respondió Nathan.
Jake rodó los ojos y se cruzó de brazos, lleno de molestia.
—¿Vas a dejar de hacer berrinche? —le preguntó Nathan—. No terminarás de comer antes de que se acabe el descanso.
Jake chasqueó la lengua. —No estoy haciendo berrinche.
—Sí lo estás —Nathan se llevó un poco de comida a la boca, mirando a Jake.
—¿Te agrada ese chico? —preguntó Jake, ignorando a propósito la afirmación de Nathan.
—No lo sé aún —respondió Nathan.
—¿No se supone que eres un genio? ¿Cómo es que no sabes? —refutó Jake.
—No he evaluado su comportamiento lo suficiente, así que no puedo darte una respuesta específica —explicó Nathan.
Jake se rascó la cabeza. —¿Y ya evaluaste el mío?
—Sí, ya te lo dije: eres entrometido, poco observador, tu capacidad de análisis…
—Ya, ya, está bien —Jake arrugó la nariz—. Nunca tienes nada positivo que decir sobre mí.
Nathan se lo quedó mirando un momento. —Eres perseverante.
—¿Soy perseverante? —bufó Jake.
—Una persona perseverante nunca se rinde. Si utilizas bien tus virtudes, podrías mejorar en muchos ámbitos.
—Gracias, supongo —Jake suspiró—. Aunque tengo un defecto más que no has notado.
—¿Cuál?
—Soy malo para compartir —contestó Jake entre dientes.
Nathan frunció el ceño, confundido. —¿Qué estás compartiendo?
—Tu atención —murmuró Jake.
Nathan lo miró con la ceja arqueada. —Tienes toda mi atención en este momento.
—Pero no la tenía cuando ese Theo estaba aquí —Jake miró a un lado.
—¿Quién dice que no? —Los ojos de Nathan se fijaron en los suyos.
Jake parpadeó y una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
—Sr. Lawson, venga conmigo a dirección, tenemos un asunto que hablar —la directora Monreo se paró justo a su lado, interrumpiéndolo.
¿Creen que Nathan ya esta cayendo?
Nos leemos ♥️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro