Capítulo 6
Jake estaba de mal humor, caminaba con el ceño fruncido, las manos en los bolsillos y pateaba las piedrecitas que estaban en el camino al parqueadero.
Después de tener esa peculiar conversación con Nathan, no pudo evitar quedarse dormido. Es que el rubio se la pasó todo el tiempo leyendo, y eso no era divertido.
Pero lo que en realidad le molestó, o mejor dicho, decepcionó, fue despertar y darse cuenta de que Nathan no estaba. Sí, él se había ido, y Jake ni siquiera sabía por qué estaba decepcionado.
Nathan era Nathan, obviamente no iba a permanecer allí por mucho tiempo. A Nathan no parecían importarle muchas cosas y, por supuesto, Jake no era una de sus prioridades.
Pero en ese momento, alguien se paró frente a él, obstaculizándole el paso.
—¿Te duele aún? —preguntó Nathan, parándose frente a él, viéndose impecable como siempre.
Jake levantó una ceja y le dio una mirada confundida. ¿No se había ido?
—Solo un poco, estoy acostumbrado a los golpes —Jake se encogió, tratando de verse casual.
Nathan le dio una mirada inexpresiva.
—Toma las medicinas cada ocho horas —dijo, tendiéndole una bolsa con pastillas.
—¿De dónde las sacaste? —Jake frunció el ceño.
Nathan apretó sus labios sin responderle mientras seguía ofreciéndole las medicinas.
Jake abrió los ojos asombrado.
—¿Las compraste tú? —De Nathan podía esperar muchas cosas, menos esto—. ¿Te sientes culpable o empiezas a preocuparte por mí?
—Solo me estoy haciendo responsable de lo sucedido —murmuró Nathan sin mucho interés—. No es porque esté preocupado ni tampoco siento culpa, fuiste tú quien decidió interponerse.
Jake solo se rió—¿Por qué no me sorprende? —soltó con ironía.
Nathan lo miró con exasperación—¿Las vas a tomar o no?
Jake hizo una mueca antes de recibirlas —No me gusta tomar medicinas.
—Ese es tu asunto, no el mío. A quien le dolerá la cabeza es a ti —dijo Nathan, alejándose.
—¡Oye, espera! No dije que no las tomaría —Jake le sonrió—. Gracias.
Nathan solo asintió—Mañana en la biblioteca después de clases —fue lo que dijo.
—¿Qué?
—Necesitamos terminar el informe —le recordó Nathan.
—¡Pero estoy herido y me duele la cabeza! ¡Ten un poco de consideración! —exclamó Jake, quejándose.
—Tienes medicinas y estás acostumbrado a los golpes —contestó Nathan—. Llega puntual, no me hagas esperar —fue lo último que dijo antes de alejarse.
Jake se quedó con las palabras en la boca, sintiéndose indignado. Nathan a veces era raro y divertido, pero otras era tan jodidamente molesto. Ese pequeño chico… ¿qué diablos se creía?
Lo último que vio fue a un hombre abrirle la puerta de un lujoso auto a Nathan, y este subió de manera solemne. El hombre subió en el asiento del conductor y el auto salió del estacionamiento. Vaya, al parecer tenía chófer.
—Oye, ¿qué diablos haces aquí a estas horas? —escuchó la voz de Connor preguntarle.
—Estaba en la enfermería —le contestó Jake.
—¿Con quién te peleaste ahora? —Connor se rió.
—No peleé con nadie. Tuve un accidente con las escaleras en la biblioteca —gruñó Jake.
¿Por qué cada vez que él se veía golpeado todos pensaban que había peleado con alguien?
—¿Tú en la biblioteca? —Connor abrió los ojos y se acercó a él, poniéndole la mano en la frente.
Jake le apartó la mano de inmediato —¿Qué diablos te pasa?
—¿Estás enfermo? Este no eres tú, ¿verdad? El Jake que yo conozco nunca iría a la biblioteca ni por equivocación —dijo Connor.
—¡Estaba buscando información para un trabajo de economía! —espetó Jake.
Los ojos de Connor se abrieron como si estuviera viendo un fantasma —¿Quién eres y qué hiciste con Jake?
—¡Deja de ser idiota! —musitó Jake, más que molesto ahora.
—Tienes que entender, Jake, tú no eres así —murmuró Connor—. No es malo que ahora quieras estudiar, no más digo.
Jake chasqueó la lengua —Me largo.
—Espera, ya que estás aquí, ayúdame con algo antes de irte —le pidió Connor.
—¿Qué diablos quieres? —Jake se detuvo.
—Ayúdame a entregarle esto a Victoria —dijo, mostrándole una bonita bolsa.
—¿Te mandó a comprarle comida? —preguntó Jake.
Las mejillas de Connor se tiñeron de rosa y una sonrisa tonta adornó sus labios —No, Victoria siempre se queda hasta tarde a trabajar y yo le compro la cena.
—¿Todos los días? —Jake negó con la cabeza—. Por eso nunca traes dinero.
—¡Vale la pena! Se ve tan tierna cuando come —aseguró Connor.
—Ajá, lo que tú digas. ¿Qué tengo que ver yo con esto?
—Yo voy a dejar esto en su puerta, tú vigila por la ventana que ella esté en el escritorio y que no salga —le indicó Connor.
—¿Qué?
—Ella no sabe que soy yo quien le deja la comida —confesó Connor.
Jake bufó —Estás medio pendejo, pero ¿quién soy yo para juzgar?
—Solo ayúdame, idiota —Connor empezó a caminar hacia la oficina de la psicóloga.
Jake fue hacia la ventana. Allí estaba Victoria, sentada, leyendo unos papeles. Jake frunció el ceño. No tenía idea de por qué Connor estaba tan loco por esta mujer. Bueno, se podía ver que era guapa, pero nada especial.
Para gustos, hay colores, decían por ahí.
Después de un momento, vio que Victoria se levantó y caminó hacia la puerta. Recogió algo. Era la bolsa con comida.
Victoria sonrió al leer la nota y empezó a sacar lo que había dentro. Jake levantó una ceja. ¿De verdad se iba a comer algo que un desconocido dejó en la puerta de su oficina?
—Vaya cura locos —dijo para sí mismo.
—Está hecho —murmuró Connor, apareciendo de repente tan cerca que lo hizo asustar.
—¡Me asustaste! ¿Qué te pasa? —exclamó Jake.
—Cállate —Connor le tapó la boca, agachados en los arbustos. Pero ya era demasiado tarde.
—Chicos, ¿qué hacen ahí? —les preguntó Victoria, abriendo la ventana.
—Descansábamos —contestó Jake rascándose la nuca.
Victoria los miró incrédula—¿Descansando?
—Ajá, es que acabo de salir de la enfermería, doctora —Jake mostró sus medicinas.
—Jake…
—No peleé con nadie, doc. Fue un accidente en las escaleras de la biblioteca, le puede preguntar a la enfermera Davis—se defendió de inmediato.
—Está bien, pero ya es muy tarde. Vayan a casa —les dijo Victoria.
—Descanse también, doctora —sonrió Connor.
—Tengan cuidado, chicos —dijo antes de cerrar la ventana.
—Es tan linda —suspiró Connor.
—Ajá, ya le diste de comer. Yo me voy a mi casa —dijo Jake.
—¡Oye, Jake, espera! ¿No vas a la fiesta de Cole?
—No esta noche. Quiero dormir y me duele todo —dijo antes de subirse a la moto, encenderla e irse.
Jake llegó a su casa en tiempo récord, abrió con mucho cuidado para no despertar a su abuela, que debía estar dormida ya, y fue a su habitación de puntillas.
Se dejó caer en su cama y suspiró. Después de un rato, se levantó de nuevo, recordando que no tomó las medicinas.
Sonrió, tomó un par de pastillas y se las llevó a la boca. Mañana vería a Nathan de nuevo.
❤️🔥
Jake jamás en su vida había leído tanto, a tal grado que le dolía la cabeza y no podía mantener los ojos abiertos por el sueño.
Y si creyó que Nathan iba a tener un poco de compasión con él por estar herido, claramente estaba equivocado.
El rubio le daba miradas severas cada vez que estaba por dormirse, y era tan jodidamente molesto.
Pero, malditamente, había valido la pena. Ahora, por primera vez en su vida, tenía una nota perfecta en economía.
—¡Wow, esto es increíble! —dijo Jake, mirando por milésima vez la calificación mientras caminaba junto a Nathan en el pasillo.
Nathan se acomodó las gafas. —¿Qué tiene de increíble?
—Sacamos una nota perfecta —murmuró Jake.
—Para eso estudiamos, ¿no? —dijo, caminando hacia la cafetería.
—Sí, pero… nunca había sacado una nota tan alta en economía, ni en ninguna otra materia —Jake se rió—. Supongo que valió el golpe en la cabeza.
—Si estudiaras más, podrías sacar mejores notas —fue lo que le dijo Nathan.
—¡Es fácil para ti decirlo, eres un genio! Sabes de todo un poco —se quejó Jake.
—Tú no eres estólido o poco inteligente, solo necesitas ser más aplicado y responsable —Nathan se encogió de hombros.
—¿Eso es un halago o un insulto? —Jake se rascó la cabeza.
Nathan le estaba diciendo que no era bruto, pero sí un desaplicado e irresponsable —Puedes tomarlo como quieras.
—Lo tomaré como un halago —Jake movió las cejas—. ¡Vamos a celebrar! —cantó, rodeando los hombros de Nathan con su brazo.
Por supuesto, Nathan lo apartó de inmediato, arreglando las solapas de su traje color gris.
—¿Celebrar qué? —El rubio tenía el ceño fruncido.
—Que sacamos una buena nota. Ya te dije, eso no es algo que me pase todos los días —dijo Jake— Es lo que hacen los amigos, celebran los triunfos del otro y lo animan a seguir adelante.
—Bien, pide lo que sea que quieras comer —dijo Nathan entre dientes cuando llegaron a la cafetería.
Los ojos de Jake brillaron. —¿Vas a comprar comida para mí?
Nathan solo asintió.
Holi bebus aquí de nuevo con este par de chicos que empiezan a crear una “amistad”
¿Creen que Jake logre ablandar a Nathan?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro