Capítulo 2
Nathan se soltó del agarre de Jake y se dio la vuelta para tomar su libro y meterlo en su bolso.
—Yo no voy a ir contigo a ningún lado —respondió mirándolo.
Jake frunció el ceño. ¿Qué le pasaba a este chico? Él intentaba ayudarlo y seguía con su comportamiento de “me vale mierda el resto del mundo”.
—Lo que estoy haciendo se llama ayudarte. Si no vienes, dirán que eres responsable de esto —exclamó Jake.
Nathan lo miró seriamente.
—No estoy pidiendo tu ayuda, y fuiste tú quien activó la alarma.
Jake lo miró incrédulo.
—¿Por qué iban a saberlo? A menos que tú se los digas.
—Porque hay una cámara de seguridad allí. —Nathan señaló hacia un rincón junto al techo.
Jake miró hacia allí con la boca abierta. Sí, era cierto. Era pequeña, del mismo color de la pared, casi no se notaba. ¿Desde cuándo había estado esa cosa allí? Él pasaba la mayoría del tiempo castigado en esa sala y nunca la había notado.
—¿Por qué no me había dado cuenta? —murmuró.
¡Estaba jodido!
—Porque eres poco observador y tu capacidad de análisis es nula —aseguró Nathan, poniéndose el bolso en el hombro con mucha calma.
Jake entrecerró los ojos.
—¿Estás diciendo que soy estúpido?
—Yo no dije eso, fuiste tú —respondió Nathan mirando su reloj.
—Pero lo insinuaste —espetó Jake, molesto.
—Solo señalé un punto. Noté la cámara en el primer instante en que entré aquí —soltó, caminando hacia la puerta—. Si fueras más observador, también lo habrías hecho tú.
—¡Oye, espera! —Jake volvió a tomar su brazo—. ¿A dónde vas?
Nathan tomó la mano de Jake y la apartó nuevamente.
—No arrugues mi traje.
Jake no podía creerlo. ¿De verdad? ¿Quién diablos se preocupaba por el estado de su ropa en este momento?
—Activaste la alarma contra incendios de la escuela. Deben haber empezado la evacuación ya. No hay necesidad de saltar por la ventana, a menos que quieras morir. Estamos en el tercer piso —explicó Nathan.
Jake frunció el ceño. Si eso era cierto, bueno, lo iban a descubrir de todos modos. Qué más daba.
—Camina —le ordenó Nathan, saliendo de la sala.
Jake levantó una ceja.
—¿A dónde?
—A la oficina de la directora. Ella maneja el sistema de cámaras desde su computadora —le hizo saber Nathan, saliendo hacia el pasillo.
Así que el chico arrogante y odioso lo iba a ayudar. Esto era una gran sorpresa para Jake.
Juntos caminaron tratando de no ser vistos por las personas que intentaban evacuar debido al “incendio”.
Pronto llegaron hasta las oficinas de los directivos de la escuela. Ambos conocían esa área a la perfección, claro, por razones distintas.
Jake siempre estaba en dirección recibiendo un castigo, mientras Nathan iba a hablar con la directora o recibir alguna condecoración por su excelente desempeño como estudiante.
Nathan abrió la puerta de la oficina de la directora, que estaba sin seguro, y se sentó de inmediato frente al computador.
—¿Sabes lo que haces? —le preguntó Jake, dudoso.
En los pocos minutos que llevaba conociendo a Nathan Harrington, no tenía ni idea de qué esperar del chico.
—Por supuesto que sí —respondió Nathan, con sus ojos fijos en la pantalla y tecleando rápidamente.
—Entonces apresúrate —Jake se asomó al pasillo viendo cómo el profesor Lee corría.
No pudo evitar sonreír burlón. Lee era un imbécil que amaba humillar a los estudiantes. Por su culpa, había tenido que asistir a clases de verano, y por eso estaba repitiendo el año.
Jake más de una vez quiso molerlo a golpes, pero saber que hubo alguien que lo puso en su lugar era reconfortante.
—Listo, vámonos. Las cámaras están desactivadas por diez minutos. Tenemos que salir de aquí —dijo Nathan, encaminándose hacia el pasillo.
—No, por ahí se fue el profesor Moore —informó Jake, tomando la mano de Nathan, quien parecía odiar que tocaran su ropa—. Conozco otra ruta.
Tiró de la mano de Nathan por el pasillo contrario a donde se fue Moore y bajaron las escaleras. Terminaron saliendo por la cancha de baloncesto en la parte trasera del instituto.
Nathan lo miró con el ceño fruncido.
—¿Y ahora por dónde vamos a salir?
—Saltemos la valla —sugirió Jake, caminando hacia el muro—. Este lado es fácil de escalar.
—¿Qué? —Nathan lo miró como si estuviera loco.
—Oh, vamos. ¿Nunca te has escapado del instituto antes? —preguntó Jake, exasperado.
—¿Para qué gastaría mi tiempo viniendo aquí si terminaré escapando de clases? —preguntó Nathan.
Jake puso los ojos en blanco. Ya había olvidado que la directora llamaba a este chico un “estudiante ejemplar”.
Aunque de ejemplar no parecía tener nada.
—No lo pienses tanto, sube —ordenó Jake, enseñándole cómo hacerlo—. ¿O te da miedo?
Nathan apretó los labios en una línea y ajustó sus lentes antes de seguir a Jake. No era un experto en escalar, pero lo hizo muy bien, y pronto estuvieron del otro lado de la valla.
Jake se rió cuando estuvieron de nuevo en el suelo, fuera del instituto.
—Lo logramos —volvió a tirar de Nathan, alejándose del lugar.
—¿Cómo supiste hacer lo de las cámaras? —le preguntó Jake cuando estuvieron lo suficientemente lejos.
Nathan sacó un pañuelo de su bolsillo y empezó a limpiarse las manos.
—El sistema de seguridad de la escuela está enlazado. Hice que las cámaras fallaran, entonces ellos pensarán que lo de la alarma fue una falla en el sistema.
Jake abrió los ojos asombrado.
—¿Eres un genio o qué?
—Mi coeficiente intelectual se encuentra por encima del promedio, así que sí, soy un genio.
—Eso estuvo cerca. Gracias por lo de las cámaras.
—No tienes que agradecer. No lo hice por ti —Nathan se encogió de hombros, sacudiendo el polvo de su ropa.
Jake lo miró con algo de confusión en su mirada.
—¿Eh?
—Solo no quería verme envuelto en otro problema. Eso podría afectar mis notas. Por eso eliminé las evidencias de las cámaras —contestó Nathan.
—Lo que sea, igual me salvaste —respondió Jake de mala gana.
—Me salvé a mí mismo. No te confundas. —Nathan se detuvo—. Tú y yo no somos amigos.
—Tampoco dije que fuéramos amigos —chistó Jake.
—Bien. Lo que hagas a partir de ahora no es mi problema. —Nathan ni siquiera lo miró. Solo se dio la vuelta y empezó a caminar lejos de él.
Jake se quedó allí de brazos cruzados y con el ceño fruncido. ¿Qué diablos había pasado?
¿Quién se creía ese chico? Casi parecía irreal, pero era interesante.
Jake dejó caer los brazos y empezó a caminar en la dirección contraria a donde había ido Nathan. El rubio le causaba curiosidad, pero él no era de los que rogaban.
Siguió su camino hasta la casa abandonada cerca de la playa, el lugar que usaban como taller para arreglar sus motos y cualquier otra cosa que se les ocurriera.
—¿Por qué llegas tarde? —preguntó un chico de piel pálida que estaba cambiando la llanta de una motocicleta.
—Fui al instituto hoy, Miles —Jake se encogió de hombros mientras chocaba los puños con él.
—Pff, qué desperdicio de tiempo —gruñó Miles entre dientes.
—¡¿Fuiste al maldito instituto y no me dijiste?! —gruñó un moreno desde el otro lado de la habitación, cargando unas latas de aceite.
—¿Por qué tendría que decírtelo? —se burló Jake al ver la cara enojada de su amigo.
—Para ir también, extraño ver el hermoso rostro de la doctora Victoria Hayes —suspiró Connor con dramatismo.
—Como si el psicólogo de la escuela fuera a hacerte caso —interrumpió la voz de un tercer chico.
—Cierra la boca, Ethan —gruñó Connor.
—Solo intento ponerte los pies sobre la tierra, amigo —dijo Ethan chocando los puños con Jake.
—Victoria Hayes es mi futura esposa, solo que él aún no lo sabe —Connor sonrió amplio y soñador.
—No rompan sus ilusiones, yo digo que Connor logrará conquistar el corazón del cura loco de la escuela —dijo Jake con convicción.
—¡Ay, por favor, no lo alientes! —se quejó Miles.
—Pero lo digo en serio —insistió Jake—. Nosotros seremos sus padrinos el día de su boda, y lo traerá a vivir aquí para que nos ayude a arreglar las motos.
Ethan soltó una carcajada—Podríamos hacerle un consultorio aquí mismo para que atienda a sus pacientes.
—Idiotas —gruñó Connor dejando caer las latas de aceite—. Cambien el aceite ustedes, yo me largo.
Jake se apresuró a rodearle los hombros con el brazo —No te pongas así, Connor. Sabes que estábamos bromeando.
—¡Ya dejen de perder el tiempo! ¡Necesitamos esto listo para la noche! —les recordó Miles.
Jake asintió y se dirigió a buscar más herramientas —¿A que no adivinan lo que me pasó hoy en la escuela? —preguntó con un tono misterioso.
—No me digas, ¿te peleaste con alguien y terminaste en la sala de castigos otra vez? —aventuró Miles.
—Dime que fue con Matthew Knox, por favor —pidió Ethan.
—Sí y sí —Jake se rió.
—Eso no es una novedad, Jake. ¿Viste a la doctora Hayes? —preguntó Connor.
—Ya sé que no es una novedad. Y no, no vi a la doctora —respondió Jake—. Lo inusual fue un chico que me encontré allí.
—¿Quién era? Por lo general, los únicos visitantes de esa sala somos nosotros —murmuró Ethan mientras se llevaba una cerveza a la boca.
—Era un tipo muy raro. Según dicen, es un buen estudiante, pero es jodidamente arrogante y se metió en líos con Moore —murmuró Jake—. Se llama Nathan Harrington.
Ethan abrió los ojos y escupió la cerveza mientras tosía —¿Nathan Harrington? ¿En serio?
—Sí, ¿lo conoces? —preguntó Jake, asombrado de que su amigo supiera quién era.
—Obvio, todo el mundo lo conoce —respondió Connor—. Hasta Miles sabe quién es Nathan Harrington, y eso que él nunca va a la escuela.
—¿Por qué es tan famoso? —Jake frunció el ceño. Él había estudiado siempre en ese instituto y nunca había oído hablar de él.
—Es el mejor estudiante de todo el instituto, un genio. Ha ganado un montón de premios y dicen que su padre tiene muchísimo dinero —explicó Ethan.
Jake levantó una ceja, pensativo.
—Pero también es famoso porque es un poco raro. No habla con nadie, siempre es odioso y arrogante, un niñato rico —Connor se encogió de hombros.
Jake se quedó mirando a su amigo. Bueno, odioso y arrogante sí era Nathan, pero no parecía ser un niñato rico. Aunque su obsesión por mantener su ropa impecable…
Ahora Nathan Harrington le resultaba inquietante.
—Parecen viejas chismosas. Concéntrense —se quejó Miles.
—Sí, amo —respondió Ethan con un tono entre cariñoso y burlón.
Miles bufó—Jake, hay una esta noche. ¿Te interesa?
—¿Qué tal la paga? —preguntó Jake.
—Es buena. Pagan si participas, y si ganas obtendrás el doble —respondió Miles.
—Estoy dentro —aseguró Jake—. ¿Tienen cigarrillos?
Ethan le lanzó una cajetilla—Hay una fiesta después de que termine. Más te vale ganar, el campeón siempre tiene a las chicas más lindas —le guiñó un ojo.
Jake se rió mientras encendía un cigarrillo e inhalaba el humo.
Mis amores segundo capítulos porque hoy es feriado no fui a trabajar y me dio tiempo de escribir.
¿Les está gustando hasta ahora?
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