Lejos
Desnuda, cautiva, sin tiempo, ni distancia
claudicando en la esfinge que guarda tu sonrisa
marchita de seguirte, herida de ignorancia
juzgando la manera en que el tiempo analiza.
Deudora de poderes, llenos de desventajas
con sombras que se alzan si la luz da de frente
perturbadora cruz que llevo en la espalda
amarrada al recuerdo de olvidarte siempre.
El valor se ha perdido entre tantos maltratos
la fuerza se acobarda al verte de oponente
la felicidad enmarcada en retratos
y la tristeza juega con sus días de suerte.
Marchita, desnuda, sin tiempo, ni distancia.
Me decidí a rezarle al dios de la muerte
Cabalgo entre las dudas, estéril de esperanza
que me lleve lejos si volviera a creerte.
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