Intruso #2
Espero que les guste~
El rey Quincy es uno de los seres más torpes entre su gente, es algo que todos sabían. La doctora lo había calificado como paciente frecuente, con una cama reservada con su nombre para su vergüenza y un archivo grande con todos sus vergonzosos accidentes. Era como si tuviera una maldición encima que lo condeno a tener solo pies izquierdos y siempre tropezar con sigo mismo. Sentiría vergüenza, en un principio, pero se enorgullecía de ello ahora, porque tropezar frente a la hermosa troll que ahora era su esposa fue lo mejor que pudo haberle pasado en la vida.
Así si, era torpe, y no le sorprendió mucho ser el que más caía en las trampas que el nuevo intruso de su nave ponía por doquier.
Se volvió casi una especie de reto entre todos, queriendo ver quien podía esquivar más trampas, y el rey iba perdiendo con creces. Aunque tener que bañarse tan seguido como lo tuvo que hacer últimamente, debido a las trampas llenas de crema batida, no podía negar que era divertido. Podía ver a otros caer en trampas como él, haciendo competencias, la mayoría riendo alegremente al esquivar la primer trampa pero solo para hacer un puchero cuando caían en la segunda o en la tercera.
El intruso era muy ágil e inteligente, porque parecía saber donde poner una trampa para que alguien cayera de cualquier manera, rápido y escurridizo, muchos lo habían intentado atrapar y todos habían fracasado.
Excepto su esposa al parecer.
-¿Tu lo viste?- no podía creer lo que ella le decía, algo asombrado si debía ser sincero, viéndola asentir con tranquilidad.
-Es tan pequeño...- Essence tarareo, su sonrisa suave y cariñosa, acercándose a él para poder sentarse a su lado. -...estoy bastante segura de que es un troll del pop- eso lo sorprendió. No se había sabido nada de los trolls del pop desde hace muchos años, algunos creían que podían estar extintos pero la mayoría afirmaba que estaban bien escondidos, aunque no se sabía si era por el asunto de las cuerdas u otra cosa. -Es solo un bebé...- y ahora, ella lucia como si quisiera llorar, el rey mirándola con preocupación. -...esta lejos de toda su gente...- se movió para frotar muy suavemente su mejilla contra la ajena, colocando sus manos sobre las de ella. -...y es gris- la reina se acurruco contra su esposo. -Me gustaría tanto poder abrazarlo- él solo puede abrazarla, sin poder entender del todo que pasa por su mente acerca del intruso porque en realidad no a podido verlo pero siempre dispuesto a escucharla. Su esposa quiere al pequeño, quiere que deje de esconderse y adoptarlo si no tiene a nadie más, llenarlo de todo el cariño que cree que merece, algo que él entiende y apoya totalmente.
Si es sincero, no esperaba conocerlo.
Essence le dijo que al intruso le gustaba aparecer cuando estaba sola, cauteloso y temeroso pero saliendo de cualquier manera, haciéndola compañía por un tiempo antes de volver a perderse de vista. El rey cree firmemente que el pequeño puede estar algo conquistado por la reina y no le sorprende, su esposa era encantadora, con algo tan suave y amable que inspira confianza con facilidad.
Así que solo continua con su día, intentando no caer en otra trampa porque se esta quedando sin ropa limpia a estar alturas,
Se detuvo en seco al sentir un tirón en su capa, en una clara señal de que se detuviera, confundido mientras se movía ligeramente para poder ver detrás suyo y encontrándose con una pequeña sorpresa. Ahí estaba el troll gris del que su esposa tanto le había hablado en los últimos días, agarrando la tela de su capa con los dientes, plantando manos y pies lo mejor que podía en el suelo, su cola agitándose de manera algo brusca. Es un poco impresionante verlo en persona, tan pequeño y gris como su esposa le dijo, el cabello desordenado y atado por alguna razón, luciendo algo salvaje debido a su postura.
-¿Hola?- los grandes ojos, azules se da cuenta, parpadean hacia él y hace un sonido ahogado, tirando de la tela mientras retrocede lo que puede. Parece insistente y decidido. -¿Quieres que te siga?- no lo entiende pero da un paso tentativo en su dirección, eso parecer lo correcto porque el pequeño lo suelta y se adelanta un poco, mirándolo como si se estuviera asegurando que lo siquiera. Así que el rey lo hace, porque no cree que el pequeño tenga malas intenciones y no llegan muy lejos, solo se esconden, manteniéndose en la misma habitación. El intruso lo mira, haciendo una señal de silencio que él obedece, y entonces, esperando.
-¡Oh vamos, iba tan bien!- pudo escuchar la voz de alguien más, sonando como si estuviera haciendo un puchero, y el mayor cree que el menor lo ayudo a esquivan una trampa, solo para que alguien más cayera. -¡Bien hecho, intruso!- puede escuchar su carcajada alejándose lentamente en señal de estar saliendo de la gran habitación. El pequeño a su lado luce orgulloso y divertido, su cola moviéndose con notable animo, algo que hace sonreír al mayor.
-Vaya, eres mi héroe- el rey no puede evitar reír ligeramente, divertido. Quizás el menor tuvo piedad de él después de todas las veces que cayo y decidió ahorrarle el momento para variar. El troll gris asiente, levantando sus manos del suelo para rebuscar en ese chaleco de aspecto gastado y que le queda grande, sacando una hoja de papel doblada que se encarga de desdoblar cuidadosamente antes de mostrarla. "Lo siento, siempre caes" es lo que decía con letra torpe pero clara, luciendo arrepentido, con las orejas bajas y todo. Era adorable, ahora podía entender el encanto que su esposa sentía por el pequeño. -Oh, eso no es nada- así que puede escribir. Reconoce vagamente la letra, la misma que aparece en los bordes de algunos libros que desaparecen de vez en cuando de la biblioteca, así que cree que también puede leer. No tan salvaje como aparenta. -Oh, créeme. Tengo cuatro de estas...- hace un gesto exagerado ante los grandes ojos azules que lo observan con curiosidad. -...y aun así, logro caer cada dos por tres- bufo ante su propio torpeza. -Hay una cama con mi nombre en la enfermería de aquí- susurra, aunque no es ningún secreto, pero al menos, logra que el menor sonría, bufando con algo que cree que es diversión y ligera burla. El menor parpadea, luciendo como si algo viniera a su mente, mirándolo mientras hace un gesto hacia el rey. -¿Te espero aquí?- enarco una ceja y el troll gris asiente, alejándose a cuatro patas de manera silenciosa y rápida. Quincy no tiene que esperar mucho para verlo volver tan rápido como se fue, aunque sosteniendo con sus dientes una bolsa violeta con flores que deja a su lado y la empuja a su dirección. El rey lo acepta, bufando con cierta diversión cuando abre la bolsa y nota el montón de galletas en su interior. Son frescas, la vio vio hornearlas esa misma mañana. -Déjame decirte, amiguito, que trajiste las mejores- respira profundo, disfrutando del aroma a galletas, reconociendo con facilidad la bolsa. -Mis esposa las hace- le ofrece y el menor toma una de las galletas después de un segundo de duda. -Esto queda entre nosotros, ¿eh?- saca una galleta con una sonrisa cómplice y el pequeño se apresura a asentir, ambos dándole una mordida casi al mismo tiempo, tarareando ante el sabor. Essence quizás este un poco molesta cuando se entere que comió galletas antes de la cena pero cree que puede ser perdonado en esa ocasión. Ahora puede decir que comparte el sentimiento con ella, él también quiere adoptar, darle una mejor vida y que ya no tenga que esconderse o robar. Quiere darle una buena vida.
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