CAPÍTULO 24: El precio que hay que pagar | final
Último capítulo del primer arco, genteeeeee
***
Clara se despertó con la respiración agitada y el corazón latiendo a mil por hora. Se incorporó, alarmada, y miró a su alrededor.
Estaba desorientada.
Cerró los ojos con fuerza, la cabeza le dolía, cómo una punzada constante que le recorría todo el cráneo. Aunque era muy diferente a cualquier otro dolor de cabeza que hubiera tenido antes.
Volvió a abrir los ojos.
Nada había cambiado.
El dolor era igual de punzante. Tenía los dedos entumecidos. Cómo si hubieran sido aplastados por algo durante mucho tiempo. Comenzó a moverlos con lentitud para intentar que reaccionaran, pero no logró mucho con eso.
Al levantar sus manos para vérselas, se quedó pasmada al ver unas marcas negras recorrerle toda la mano, y parte del brazo.
Intentó limpiarlas, como si fueran suciedad, pero nada de eso funcionó.
Comenzó a alarmarse.
¿Ese era el precio por usar magia oscura?
Volvió a mirar a su alrededor, buscando cualquier cosa que le indicase dónde estaba. Pero nada. Era un lugar oscuro, extraño.
Las paredes, por lo poco que podia ver, eran rocosas, con pequeños cristales coloridos. Estaba más que claro que estaba en Mercadotroll, pero... ¿Dónde?
No veía ninguna salida, todo estaba completamente en sombras. Lo único que sabía, era que necesitaba salir de ahí.
Se bajó muy despacio, dispuesta a buscar una forma de salir, y sus piernas fallaron. Se agarró de la roca, y respiró hondo.
Primero un paso, después otro paso, y así sucesivamente. Buscó por toda la habitación, intentando encontrar algún indicio que le dijera como salir, pero no había nada.
Pensó en abrir un portal. De hecho, hasta había extendido ambas manos con la intención de abrirlo. Antes de poder hacer algo, se detuvo.
La magia la había dejado así.
¿Cómo podía siquiera pensar en volver a usarla?
Apretó los puños y siguió caminando lentamente. En círculos, porque era lo único que podía hacer hasta que alguien la sacara.
Toby
Dejar a Clara sola era lo último que quería hacer. Pero no podía perder a ambos de sus amigos, y Jim no tenía mucho tiempo.
Salió de Mercadotroll con la cura en mano.
El sacrificio de Clara no iba a ser en vano...
Vendel
-¡No podemos tenerla aquí! -exclamó Vendel-. ¡Es una amenaza!
-¡Pues te recuerdo que fué tu idea que usará magia oscura! -replicó Blinkie con sus cuatro brazos alzados.
El anciano suspiró.
-Lo sé -dijo finalmente-. Y fué un error. No pensé en las consecuencias que eso traería. La chica se convirtió en un monstruo.
Blinkie negó con la cabeza.
-No, Vendel, no es un monstruo -dijo lentamente-. Es solo una joven preocupada por la persona que ama.
El anciano suspiró.
-Sí, pero eso no quita que sea peligrosa -replicó.
-Tú hiciste que buscara ese libro. Si se lo hubieras prohibido desde el principio, no lo habría hecho -gesticuló con los brazos, estaba molesto.
-No podría haber hecho nada si se lo prohibiese. Ya sabía lo que tenía que hacer, solo tenía que...
-¡No haber respondido su maldita pregunta! -lo cortó con fastidio.
-Dejarla en esa cueva fué la mejor decisión, ¡Crearía caos si estuviera por ahí caminando como si nada!
-¡Dejarla en esa cueva es la prueba viviente de que eres un viejo terco!
-¡Sigue siendo una amenaza!
Blinkie frunció el ceño con molestia.
-Bien, sí puede serlo, pero tú eres su causante. Te equivocaste, anciano, aceptalo de una vez -le apuntó con un dedo y salió del lugar.
Jim
Podía sentir el pasar de las horas como si fueran días. Ya no podía comer, ya no podía dormir. Estaba al borde de la muerte. Podía sentirlo.
Sonrió, pensando en todas su decisiones a lo largo de la vida, y como se había arrepentido de algunas.
Cerró los ojos y exhaló.
Había vivido todo lo que tenía que vivir. Había dejado su huella, aunque nadie lo recordase.
Ya nada importaba.
Toby
Corría a toda velocidad. Necesitaba llegar a la casa de Jim lo antes posible.
Vendel le había dado todas las indicaciones. Debía abrir el frasco únicamente en una habitación cerrada, de modo que el afectado -en este caso Jim-, pudiera inhalar todo.
Siguió corriendo.
Cuando vió la casa de Jim a unos metros, gritó.
Jim
-¡NO TE MUERAS JIMBOOOOO! -se escuchó desde fuera, a lo que se sobresaltó.
¿Ese había sido... Toby?
Intentó abrir los ojos, pero no podía.
«Toby, si de verdad eres tú, y no un invento de mi mente... por favor apúrate -pensó» ya que hablar se le hacía imposible.
Toby
Las fuerzas de Toby ya se estaban acabando. Las piernas le pesaban y le costaba respirar.
Se detuvo, casi rindiéndose.
Sacudió la cabeza al pensar en sus amigos. Comenzó a correr nuevamente.
Clara
Sus ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad. Solo divagaba, sin buscar nada en concreto.
Con el tiempo, las marcas en sus brazos se hacían menos marcadas, pero ahí seguían.
Toby
Sin siquiera tocar la puerta, entró a la recidencia Lake. Bárbara, que estaba en el teléfono, se sobresaltó. Colgó de inmediato al ver a Tobías subir por las escaleras.
-¿Toby? ¿Que está...? -no tuvo tiempo de responder, ya había cerrado la puerta y puesto seguro.
Jim
Oyó su puerta abrirse y posteriormente cerrarse, seguido a los gritos de su madre.
Los párpados le pesaban, y no podía hablar. Solo existía.
Toby
Se congeló al ver a su amigo ahí tirado. Pálido, y casi sin vida.
-¡Jimbo! -exclamó a la vez que se acercaba.
Jim trató de moverse, hacerle saber que lo escuchaba, pero no podía.
El corpulento chico se acercó a la cama de su amigo y puso su mano sobre la de él.
-Jimbo, tengo la cura. Necesito que respires hondo cuando te lo diga.
Aunque no diera indicios de hacerlo, podía escuchar perfectamente a su amigo.
Tobías se alejó con precaución, dejando la botella en el centro de la habitación.
Echó una ojeada a Jim un momento y luego respiró hondo. Abrió la botella.
-¡Ahora!
Al oír el grito de su amigo, Jim inhaló de manera profunda. Un espeso humo negro salió de la botella y comenzó a moverse como si tuviera vida propia.
Empezó a desplazarse por la habitación como buscando su objetivo, y seguido a eso comenzó a moverse en círculos al rededor de Jim.
El joven volvió a inhalar profundo y el humo comenzó a entrar por su boca como si estuviera yendo hacia su mismísima alma.
Tobías se paró en un rincón, mirando a su amigo con preocupación.
Por favor, que todo saliera bien.
Clara
No tenía ni idea de cuánto había pasado. Estaba sentada en un rincón, abrazándose las piernas y pensando en todo lo que había sucedido.
Un estruendo azotó la cueva, a lo que ella se sobresaltó.
La luz comenzó a entrar en el ambiente. No era luz natural, era la de los cristales, y... por poca que fuera, le molestaba.
Se cubrió la cara con ambas manos.
-Clara de la casa Nuñez, por favor, la invitamos a retirarse de nuestras instalaciones lo más rápido posible.
No reconocía esa voz, y no podía mirarlo de frente por el brillo que provenía del exterior. De Mercadotroll.
-L-la... luz -logró murmurar-. Es... demasiado... fuerte.
Los troles, aunque ella no pudiera verlos, se miraron entre sí.
-No vamos a repetirlo, señorita. Necesitamos que salga de Mercadotroll lo más rápido posible.
Clara no sabía que hacer. Se puso de pie con dificultad, sin dejar de cubrirse el rostro con los brazos, comenzó a caminar hacia dónde sabía que estaba la salida.
De manera brusca, la tomaron de ambos brazos.
Ella solo pudo soltar un quejido y cerrar los ojos, dejando arrastrarse.
-¡No la queremos aquí! -podía oír que gritaban a coro todos los troles.
No podía abrir los ojos. La poca luz que había la cegaba.
Seguía oyendo el coro de troles furiosos, pero no podía hacer nada. Estaba muy débil aún como para pelear o hacer cualquier cosa.
Pudo sentir como comenzaban a subirla por las escaleras de cristal, llevándola hacia la salida.
¿Por qué querían echarla?
No entendía nada de lo que estaba pasando, solo pudo agachar la cabeza y esperar que nada malo le pasara.
-¡Alto! -exclamó una voz, que se le hizo extrañamente conocida.
Estaban a medio camino de subir las escaleras.
¿Quien era ese?
Oyó pisadas acercándose y un ruido tintineante de metal.
Dos manos se posicionaron en sus mejillas luego de que los troles la dejaron caer.
-¿Clara? -dijo la voz, alarmada-. Clara, por favor, responde.
Jim, aterrado, sostenía la cabeza de su novia con el ceño fruncido.
-Eres una tonta -murmuró-. Te dije que no hicieras nada estúpido, te dije que...
-¿Jim? -ella pareció reconocer la voz z al fin. Todavía no había podido abrir los ojos.
El corazón del joven se detuvo un momento.
-Sí, Clara, soy yo -dijo en tono suave, acomodando un mechón que caía en su frente-. Soy yo, y estoy bien, gracias a tí... -le sonrió.
Ella hizo lo mismo.
-Vamos, por favor, debemos ponerte de pie y recostarte. Necesitas descansar, tú...
-Estoy bien -aseguró intentando ponerse de pie. El joven la ayudó sin decir una palabra, y la sostuvo para que no se cayera.
-No, no estás bien. Y el hecho de que no puedas siquiera abrir los ojos los demuestra -pasó uno de los brazos de la chica por encima de sus propios hombros y comenzó a descender por la escalera.
-Te prometo que estoy bien, solo necesito...
-No -volvió a cortarla-. Clara, eso fué muy arriesgado. Y el precio que estuviste dispuesta a pagar fué muy noble... pero no puedo permitir que te arriesgues así. Por favor, no vuelvas a hacer algo igual otra vez.
Clara suspiró.
-Lo siento -murmuró, tragando saliva-. Estabas grave y... fué una medida desesperada.
Jim suspiró también.
-Gracias, Clara. Por todo.
Ella sonrió.
-Si vamos a cometer una locura, que sea juntos, ¿No? -bromeó.
-Sí, supongo... -la atención de Jim se vió afectada al ver a Vendel discutiendo con Blinkie y Toby.
¿Tanto se había perdido?
Tobías le gesticuló algo al anciano y comenzó a acercarse a ellos con preocupación.
-Tenemos problemas, Jimbo.
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